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La huella de los padres

Sentado, mirando jugar a las hijas de un compañero, pienso "qué difícil ha de ser mantener
la responsabilidad de un padre". Más, sin embargo, mi interés se dirige al comportamiento
de esas niñas. No dudo del amor que tiene su padre, pero también pienso en cosas que yo
haría o no haría con mis hijos, cuando tenga uno o varios, o eso espero...

¿Cuáles serán sus traumas? Seguro que tienen ya varios. Y perdón si los dejo con ganas
de conocer más sobre esas misteriosas niñas, pero no encuentro forma de seguir especulando
sobre ellas sin poder hablar de mis traumas o de las faltas que tuvieron mis padres durante
mi niñez. Estos dejaron una huella en mí, la cual, diría yo, es imborrable.

Esta huella es la de mi personalidad, tan característica, que por más que la intento ocultar,
de una u otra forma termina definiendo lo que piensan los demás sobre mí. Ya saben, cosas
como "usted es de pocas palabras", "nunca se lo ve llorar", "deje de perder la dignidad", etc.

La mezcla de traumas, vivencias positivas, así como negativas, han permitido que yo sea
como soy. Por más que he intentado cambiar cosas en mí, no consigo mayor cambio.
Pareciera que esta huella me va a perseguir por todos los lados a los que yo vaya y si es así,
mejor que la empiece a aceptar, pues tratar de cambiarla y no lograrlo, lamentablemente, me
ha traído varias frustraciones.

Obviamente, la mayor parte de la responsabilidad de estos traumas, o experiencias


negativas, yo se las adjudico a los padres. En mi caso, sufrí de maltratos por parte de mi papá
hasta los cinco años, cuando él empezó a cambiar en ese aspecto; también desconocí de la
existencia de mi mamá durante gran parte de mi infancia, pues ella se la pasaba trabajando y
a mí me cuidaba principalmente una tía, con la que ahora no soy tan unido. Recuerdo la vez
en la que le di una carta a mi papá y luego encontré ese papel en la basura, o aquel día en el
que mi madre empezó a curtirme porque cantar reggaetón.

En fin, tampoco quiero decir que mis papás son los únicos responsables, pero sé que de
actuar de otra forma conmigo, a lo mejor yo no estaría escribiendo esto y mi personalidad
sería algo muy diferente; tal vez para mal, tal vez para bien. Así, también es de recalcar que,
mientras fui creciendo, las opiniones de mis papás dejaron de ser tan importantes para mí, y
ahora estamos en un punto en el que nos queremos como somos, o por lo menos sabemos
que nos toca aceptarlo. Pero la marca ya está hecha...

De hecho, me mofo de mi madre muchas veces cuando me critica mi forma de ser,


respondiéndole que soy así por ella. Por eso, mientras recuerdo a esas niñas, pienso también
"¿cómo serán al crecer?, ¿la mayor seguirá siendo extrovertida y algo agresiva?, ¿la menor
se mantendrá así de silenciosa?" Espero mi compañero sepa que todo lo que está haciendo
para estimular a sus hijas las dejará marcadas con una huella, de la cual, si en algún momento
se arrepiente de haber ayudado a formar, será muy tarde. Por eso es muy importante la labor
de los padres.

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