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¿Tienes miedo a tomar decisiones?

Tomar decisiones es algo que hacemos a cada instante. Desde las más simples, como
elegir el sabor de un helado, hasta las más complejas, como decidir casarse o tener un
hijo por las razones correctas.
Por increíble que parezca, existen personas a las tener que tener que tomar cualquier
decisión les provoca gran ansiedad y, paradójicamente, cuando se atreven acaban
tomando, desde su perspectiva, la peor.

¿Por qué sucede esto y qué podemos hacer si nos pasa?

 ¿Qué es decidir?

 Decidir es tomar la posibilidad o alternativa que nos interesa y desechar las


demás. No es optar por lo correcto o lo perfecto.

 Es tomar algo de entre varias posibilidades.

 El síntoma primario de no poder decidir es la parálisis.

 El miedo te detiene, así sea por unos segundos o, en casos más graves, por
años.

¿Por qué da miedo a tomar decisiones?

 La respuesta básica es miedo a equivocarse.

 ¿Pero qué pasa si nos equivocamos?

 Habrá quien te diga que no pasa nada, pero la realidad es que toda decisión
tiene consecuencias. Unas graves, otras imperceptibles. Unas temporales o
reversibles y otras permanentes o irreversibles.

 El temor real no está en la equivocación, sino en las consecuencias.

 Evidentemente en las graves o permanentes, el temor a las consecuencias


mismas.

 Pero también hay un temor a las consecuencias sociales.

 Juicio, desaprobación, el “qué dirán”, defraudar, burla, rechazo, exclusión.


Todas con un alto costo emocional.

 Y otras personales, como sentirse fracasado.

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¿Pero cómo decidir lo correcto?

 La pregunta previa es qué quieres obtener como resultado.

 Generalmente, mientras más compleja es la situación, menos probable es que


encontremos una sola alternativa que satisfaga todas las necesidades que
tenemos. No hay alternativa perfecta.

 Tener un mapa, conocer del tema, tener experiencia, aprender o desarrollar


habilidades siempre es útil para elegir la alternativa que más nos acerque a
donde queremos llegar.

 Supongamos que quieres llegar a la cima de una montaña.

 Está el camino de la izquierda y el de la derecha. Uno te lleva ahí, el otro no.


¿Cuál eliges?

 Seguro dirías “pues el que me lleve a la cima”. ¿Pero cuál de esos dos es?
Necesitas más información o decidir tomar un camino con la que tienes y ver si
esa elección es la que te lleva a donde querías.

¿Y si me equivoco?

 Sin duda muchas veces lo harás y entonces, según el caso.

 Corregirás el rumbo o afrontarás las consecuencias.

 Buscarás reparar o te harás cargo de lo que venga.

 Aprenderás a vivir con eso.

 Aprenderás de lo sucedido, pero lo principal es que aprenderás de tí mismo, tus


formas de reaccionar, tus miedos, creencias y descubrirás recursos que no
conocías de ti.

 Claro que importa equivocarse, activa en nosotros las alarmas de rechazo o


exclusión social y nos hace sentir mal. La cuestión no es qué tanto importa, sino
qué tanto te importa a ti ese error.

 ¿Dónde lo colocas? En el altar de las catástrofes, en la caja de las tragedias o en


el libro de los errores.

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A veces no quiero tomar una decisión, luego me animo y acabo metiendo la pata, ¿por
qué?

Porque estás bajo estrés, el que se ve incrementado cuando tienes presiones de


tiempo, personas esperando tu decisión o sientes que la decisión o las consecuencias
del fracaso pueden ser importantes, esto lo sean objetivamente o no.

Así es difícil que elijas la alternativa que más se aproxime a lo que quieres y acabas
eligiendo casi al azar.

No pocas veces estando bajo presión social se toma la decisión que se cree es la
correcta, lógica o esperada por otros.

Se elige para no quedar mal, para dar gusto, para no parecer o sentirse tonto.

¿Qué hacer?

 Asume que habrá consecuencias.

 Piensa que siempre hay formas de hacerse cargo de lo que venga. De lo leve y
de lo grave.

 Quizá no como tú lo quisieras, pero siempre de alguna manera por terrible que
pueda ser la situación.
Pide ayuda de ser necesario.

 Alguien que te ayude a dimensionar de manera lo más equilibrada posible.


Que no se ponga más catastrofista que tú.
Que no te diga “te lo dije”.
Que no te inunde con frases huecas como “todo va a estar bien”, “echale
ganas”, “vas a ver como todo se compone” o “no pasa nada”.

 Si alguien te juzga, critica o rechaza, asume que es parte de esas consecuencias.


No siempre la crítica o el rechazo es por lo que haces o el resultado, sino por no
haber actuado como alguien lo esperaba.

 No es posible vivir en paz y libertad si se siente la obligación de cumplir con


expectativas ajenas.

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 Empieza tomando pequeñas decisiones contigo mismo.

 Cosas simples, aparentemente insignificantes.

Hazte una pregunta

Normalmente, para motivarnos, nos piden que nos pongamos bajo este supuesto:

 “¿Qué te gustaría hacer si supieras que no puedes fallar?” Pero yo pienso que
el fallar es parte natural de tomar decisiones. Es haber elegido algo que no era
lo que nos acercó a lo que queríamos. Entonces una mejor pregunta para
hacerte sería esta:

“¿Qué harías aún si te equivocas?”

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