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Grita que me quiere ver feliz pero no desea soltar mi mano, mi ex hablaba de lo
loca que eras por enamorarte de mí. Hablan los que saben, creen que no valgo la
pena y quizás sea cierto pero ella no dice lo mismo.
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¡Quiero salvarte! Se de tu mala reputación.
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-Todas las personas tienen una imperfección que les quita lo mágico pero las
vuelve aun más perfectas-Comento con el vaso de fernet en la mano y un cigarro
en la otra.- ¿Cuál es tu imperfección? –Negué y solo me quede callada. Claro que
tenía una imperfección y era una de las más grandes, la gota que rebalsa el vaso.
Si yo hablaba de lo que tanto oculto nadie me hablaría, mi mayor imperfección o
defecto solo lo conocía una sola persona y no le daría el gusto a cualquier otra
para que lo conozca.
De adelante hacia atrás. Y al revés tiene mas dolor.
1.¿Qué le dirás?
En la adolescencia cometemos los mayores errores que nos marcan de por vida,
enamorarme de una mujer mayor fue el mío y el peor. Ocultar esa desastrosa
relación por un año no fue fácil, ella estaba casada hace más de 16 años pero
decidió arriesgar su corazón un poco más. Un error el de ella y mío también por
dejarme atar a eso. Cuando las cosas empezaron a tomar intensidad justo ahí me
di cuenta que no podría pararlo me había vuelto adicta a su manera de quererme.
Entonces hay comenzaron, los llantos, las cicatrices, las peleas, las amenazas, los
empujones a la realidad, las escapadas y principalmente los corazones rotos.
“¿Qué le dirás?” preguntaba cada vez que alguien me invitaba a salir, cada vez
que mi mejor amiga me preguntaba donde estaba, cada vez que mi madre
llamaba descontroladamente por no saber de mi paradero, etc. Esas cosas me
dieron a entender que era mejor cortar todo porque se tornaba peligroso estar con
ella, su esposo se enfadaba porque no llagaba a casa, ¿Pero cómo salir? Yo
estaba atada a esa mujer de 34 años que fingía que todo estaba bien. “Nunca me
dejaras” dijo furiosa empujándome hacia los cubículos del baño, su carácter era
lo más horrible que había conocido de ella, no tenia escapatoria. La mujer dulce
y tranquila que conocí años atrás no estaba, había tomado el aspecto de bruja hija
de puta. A veces esos errores se convierten en un infierno. Hasta que un día llego
mi salvación, cambiarme de colegio no le dije nada, cambie mi numero, me puse
una venda en los ojos y seguí de largo ignorando cualquier acercamiento que
podría tener hacia ella. Y ese fue otro error.