Está en la página 1de 4

La crisis de la Educación Superior en AL

Notas para una investigación

Inversión en la educación, sobre todo en la superior, significa ensanchar el


campo del estudiante hacia el dominio de lo trascendente.
El verdadero propósito de la educación debe ser: hacer íntegro al hombre en
cuanto a competencia, así como en cuanto a conciencia, porque si se crea el
poder de competencia sin la orientación correspondiente para gobernar el uso
de ese poder, se estará pervirtiendo la educación. Por otra parte la
competencia se desintegrará si no va acompañada de la conciencia. Separar el
elemento moral y ético de la educación es preparar un porvenir aterrador para
una nación.

La crisis de los sistemas educativos en todo el mundo, y en particular en los


países en desarrollo, pasó a ser motivo de controversias y polémicas cada vez
más difundidas y de mayor profundidad.
En el caso de la educación superior, a pesar de la vastedad y complejidad de la
problemática que su inmediato desarrollo y transformación involucra, el tema se
centró casi exclusivamente en los aspectos económicos de dicha problemática,
es decir, en la forma de financiar una actividad en constante expansión, debido
a la creciente demanda social y al incremento de recursos que requiere su
correcto funcionamiento.

Fenómenos como la atosigante deuda externa de los países del llamado Tercer
Mundo, la caída vertiginosa de nuestro poder adquisitivo, la obsolescencia de
los procesos de producción desarrollados a partir de sucesivas "revoluciones
industriales", el desarrollo inusitado de nuevos saberes y tecnologías que
ponen en cuestión elorden técnico-epistemológico forjado desde la época
moderna, la irrupción de poderosos medios de comunicación de masas, el
cuestionamiento de los valores tradicionales, la conformación de monstruosas y
complejas estructuras destinadas a la guerra con las consabidas amenazas
para la paz mundial y la existencia de la humanidad, la destrucción acelerada
de los ecosistema naturales, el desmoronamiento de las viejas estructuras de
poder político, los incrementos en las posibilidades de ocio, la aparición
permanente de nuevas necesidades creadas, la profundización chocante de las
desigualdades sociales, los acelerados procesos de urbanización, el progresivo
deterioro del mundo rural, el surgimiento de nuevas modalidades de
reproducción de las relaciones sociales, las alteraciones en la dinámica
demográfica, el deterioro cuantitativo y cualitativo de los servicios públicos, la
reformulación del papel de la mujer en la sociedad con las conocidas
implicaciones en lo concerniente a su inserción en procesos económicos y
culturales, alteraciones de diverso tipo en la institución familiar tradicional,
crecimiento en la expansión de los niveles de pobreza crítica, neoliberalización
de las funciones del Estado con respecto a la economía y muchos otros que no
se necesita explicitar aquí, los que fundamentan una caracterización del
presente momento histórico como una situación crítica. Pero no sólo eso:
fenómenos como los indicados son los que permiten encuadrar la situación
crítica que, en su ámbito, afecta a la educación en su conjunto y al subsistema
de educación superior, en particular.
En el contexto de la educación básica (limitándonos deliberadamente al sector
formal), se han señalado como rasgos que sustentan una caracterización como
un subsistema en crisis, entre otros: el descrédito de las instituciones públicas y
la consiguiente revaloración de las privadas; graves y crecientes limitaciones
en la atención integral al niño antes de su ingreso en el medio escolar; el
gigantismo estructural, el peso descomedido del centro del país con respecto a
la periferia nacional, junto con un centralismo estatal (preponderancia de la
capital del estado sobre los municipios); marcadas desigualdades en la
dotación de personal, de recursos financieros y físicos, según municipios,
zonas educativas, entidades federativas, etcétera, desequilibrios en la atención
a la demanda; deficiencias graves en la dotación de infraestructura escolar,
especialmente en lo que a libros y a bibliotecas se refiere (a pesar de la
magnitud del programa implantado en este sexenio), distanciamiento entre el
estado actual de los saberes y los contenidos y medios educativos;
rendimientos académicos deficientes, aunados con graves problemas de
deserción; descuidos graves en la calidad de los procesos educativos como
resultado del fenómeno de "masificación", a todos los niveles; deterioro en la
calidad del personal docente, pese a los esfuerzos hechos por lo contrario;
pérdida de importancia del papel de la educación en la elevación y
mantenimiento de la calidad de la vida en general; caída sostenida del poder
adquisitivo de los maestros; descenso en el status social del maestro;
cuestionamiento tácito y devaluación efectiva de los valores sociales y
principios morales que tradicionalmente han guiado a la educación; la
"grupalización" (que no politización propiamente dicha) del magisterio;
surgimiento de nuevos factores educativos (radio y TV, fundamentalmente) con
mensajes y orientaciones contrapuestos a los del sistema educativo formal;
distanciamiento entre el rumbo de los procesos y resultados de la educación
básica con respecto a las necesidades de los niveles superiores de la
educación; escasez de opciones educativas, predominando la formación
dirigida al ingreso en el subsistema universitario, etcétera.

Tampoco pueden perder de vista que toda reforma actual de la educación


superior debe tener como norte un proyecto de nación, y que la presencia
evidente o soterrada de varios proyectos de nación impone una
responsabilidad a las universidades (como verdadero componente crítico del
conjunto del subsistema de educación superior), en el sentido de generar, en la
teoría y en la práctica, un proyecto plural que posibilite el consenso en términos
favorables para la educación superior y para el país.

1. Identidad

Considerando al grupo social como una red de interacciones, decimos que una
organización es el conjunto de relaciones y regulaciones internas que preserva
la autonomía del sistema y asegura la continuidad del grupo. La fuente de la
cohesión interna que distingue a la organización como una entidad separada y
distinta de otras es la identidad.

Por identidad organizacional entendemos la personalidad de la entidad. Esta


personalidad es la conjunción de su historia, de su ética y de su filosofía de
trabajo, pero también está formada por los comportamientos cotidianos y las
normas establecidas por la dirección. La identidad organizacional sería el
conjunto de características, valores y creencias con las que la organización se
autoidentifica y se autodiferencia de las otras organizaciones.
Desde la óptica del análisis organizacional, la identidad en una organización la
constituye todo aquello que permita distinguir a la organización como singular y
diferente de las demás. Se materializa a través de una estructura. Se define por
los recursos de que dispone y el uso que de ellos hace, por las relaciones entre
sus integrantes y con el entorno, por los modos que dichas relaciones adoptan,
por los propósitos que orientan las acciones y los programas existentes para su
implementación y control.
Así, la identidad tiene múltiples manifestaciones: está en sus roles y en su
tecnología, en sus sistemas de información y control, en los modos en que se
toman las decisiones, en los procesos de socialización de sus miembros, en la
disciplina que imparte, en las formas que asumen el poder y la autoridad, en los
modos de interacción entre sus integrantes, en sus paredes y en su
equipamiento, en sus recursos y en su discurso.
Tal variedad de manifestaciones significa que el corpus a considerar para
distinguir la identidad de una organización es, en realidad, la organización
misma en todas sus manifestaciones y no se agota, ni mucho menos, en sus
expresiones lingüísticas.
De tal manera podemos decir que: La identidad normaliza un campo de
asignación de significados de manera tal que los partícipes internalizan los
ragos fundamentales y se transforman en verdaderos componentes de un
holograma, acudiendo a esta metáfora como un modo de indicar que el todo
esta contenido y reproducido en cada una de sus partes. Y dado que se trata
de una causalidad recíproca y desreificadora (porque no hay organización sin
sujetos) las partes, esto es los partícipes reconstruyen en sus relaciones
cotidianas todo aquello que llamamos identidad.
Posibilita la reproducción comunicativa de la cultura, ese sistemas de valores
que se expresa a través del lenguaje verbal, la vestimenta, las prescripciones
para el desempeño de los roles.
Desde una perspectiva diferente, esto es, desde la comunicacional Tejada
Palacios , sostiene que la identidad es el yo de la organización, es una pieza
fundamental del edificio de esta. La identidad, es pues el conjunto de atributos
que una organización quiere proyectar para ser reconocida de esa y sólo de
esa manera por los públicos de la organización.
Otro aporte a la perspectiva, lo hace Paul Capriotti , quien analiza la identidad
de una organización desde dos perspectivas: la filosofía corporativa y la cultura
corporativa.
Define a la primera como la concepción global de la organización establecida
para alcanzar sus metas y objetivos, es decir lo que la institución quiere ser. La
filosofía corporativa debe ser desarrollada, discutida, consensuada y
compartida por todos los miembros de la entidad.
Acerca de la cultura corporativa, el Licenciado en Comunicación Social, refiere
que se trata de los principios básicos que las personas que conforman una
organización comparten y aceptan, es decir, las pautas generales que orientan
los comportamientos personales y grupales.
La identidad además de ser, trabaja. Su trabajo es semiótico, un trabajo de
producción de discursos. Las herramientas de este trabajo son los signos,
relaciones entre significantes y significados que los miembros de la
organización establecen para identificar a la organización y cumplir con su
trabajo. En tantos compartidos estos signos establecen regulaciones
consensuales y dan pie a la generación de imagenes.
En efecto, a través del tipo de interacciones comunicacionales que generan y
que la generan, la identidad suele presentarse como imagen en el sentido
amplio del término no restringido a lo meramente visual.
La definición de la identidad corporativa es el elemento básico de la estrategia
de imagen corporativa, puesto que constituye su base y es el aspecto
globalizador y unificadora de la comunicación corporativa.

También podría gustarte