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HORA SANTA POR LA PAZ

Dice Jesús Eucaristía: “Y ustedes, almas queridas, ¿por qué están frías e indiferentes a Mi amor? Sé
que tienen que atender las necesidades de su familia, de su casa y del mundo que los solicita sin cesar. Pero,
¿no tendrán un momento para venir a darme prueba de su amor y de su gratitud? No se dejen llevar de
tantas preocupaciones inútiles y reserven un momento para venir a visitar al Prisionero del amor”.

Acolito: La paz es uno de los deseos más profundos del ser humano: la paz que brota de aceptarse a sí mismo,
de aceptar a los demás, de estar reconciliado con el pasado, de haber sanado viejas heridas, de vivir en un
entorno de buena convivencia y entendimiento con las personas que a uno le rodean: familia, amigos, vecinos,
compañeros de trabajo o estudios…Es bueno y necesario ese deseo ¡HONESTO! Pero basta cualquier
pequeño sufrimiento, conflicto, contrariedad, desengaño, soledad, fracaso.. y se rompe esa paz psicológica o
social.

Acolito Cualquier persona quiere una paz más honda más estable, más arraigada en el hondón del alma,
que nadie te pueda arrebatar. Esa paz existe. Es la paz que nace de lo alto, que trae el Príncipe de la Paz:
Jesucristo. Él, Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, nos ha traído, con su muerte en cruz, una triple
reconciliación: con Dios, con los demás y con uno mismo. Es la paz que nadie te puede arrebatar si vives
arraigado y edificado en Cristo… si vives firme en la fe.

Acolito La paz es uno de los frutos del Espíritu Santo. Es la paz del anuncio del ejército celestial a los pastores
en la noche de Belén: «Gloria a Dios en el cielo; y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad» (Lc 2,14);
esa alabanza de los ángeles también se ha traducido así: «y en la tierra paz a los hombres que Dios ama»

Canto HAZME UN INSTRUMENTO DE TU PAZ

La paz: don y tarea

Acolito Las dos maneras de expresar la alabanza de los ángeles se complementan y se iluminan: la paz como
don de Dios, fruto de los que se dejan amar por el Padre e «invadir» por el Espíritu Santo; y la paz como tarea
de los hombres, fruto de los hombres de buena voluntad que trabajan por la reconciliación de los pueblos, las
familias y las personas, en cualquier ámbito o situación.

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Acolito La paz: don y tarea. Quienes se dejan bendecir por el amor de Dios y se ponen a trabajar en favor de la
paz son dichosos: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios»
(Mt 5,10).

Acolito Hoy, delante de Jesús Eucaristía, Príncipe de la Paz, «Primogénito de toda criatura» (Col 1,15),
adorándole como pobres de espíritu, le pedimos la paz para tantos cristianos que están siendo perseguidos a
causa de su fe.

Todos ORACIÓN:

Creo, Señor Jesús, que tú eres el Príncipe de la Paz, que tú has derribado el odio que separaba judíos de
paganos, libres de esclavos, creyentes de no creyentes. Tú eres quien ha derribado el muro de separación, el
muro que enfrentaba a los pueblos, razas, lenguas, culturas y religiones. Tú eres quien nos ha reconciliado con
el Padre y entre nosotros, como hermanos, destruyendo el poder del pecado: odio, rivalidad, venganza,
ira…Tú has dado muerte a la muerte, resucitando a la Vida nueva, Vida Eterna. ¡Gracias, Jesucristo! Tú has
sembrado en cada uno de nosotros, los que creemos en Ti, semillas de eternidad. Tú nos llamas a participar de
tu Eternidad, de la Eterna Bienaventuranza en el cielo, donde la paz será duradera para siempre. Pero,
mientras peregrinamos por la tierra, nos anticipas tu Vida divina en la Eucaristía y en el perdón de los pecados
por tu misericordia. ¡Gracias!

Canto

PALABRA DE DIOS

• «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se
acobarde» (Jn 14,27).

ESCUCHEMOS A BENEDICTO XVI (16)

«La violencia no se vence con la violencia. Que nuestro grito de dolor vaya siempre acompañado por la fe, la
esperanza y el testimonio del amor de Dios. El mundo tiene necesidad de Dios. Tiene necesidad de
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valores éticos y espirituales, universales y compartidos, y la religión puede contribuir de manera preciosa a su
búsqueda, para la construcción de un orden social justo y pacífico, a nivel nacional e internacional.

La paz es un don de Dios y, al mismo tiempo, un proyecto que realizar, pero que nunca se cumplirá
totalmente. Una sociedad reconciliada con Dios está más cerca de la paz, que no es la simple ausencia de la
guerra. La paz, por el contrario, es el resultado de un proceso de purificación y elevación cultural, moral y
espiritual de cada persona y cada pueblo, en el que la dignidad humana es respetada plenamente

ESCUCHEMOS AL BEATO MANUEL GONZÁLEZ

Acolito Se ha hablado mucho, y nunca lo bastante, del primer milagro de la vida pública de Jesús y se habla
poco de la primera palabra de su vida de resucitado. Si los muertos hablaran, ¿cuál debería ser la primera
palabra que pronunciara el que hubiera pasado por las ignominias, bajeza y dolores de una pasión y muerte
como la de Jesús?

Acolito Estoy cierto de que a ninguno, por sabio y generoso que fuera, se le hubiera ocurrido proferir la
palabra con que Jesús, recién salido del sepulcro, empieza a hablar de nuevo a los hombres: ¡Paz! ¿Verdad que
hace falta ser más que hombre para volver a hablar con los hombres con esa palabra?

Silencio meditativo

PRECES:

Oremos a Dios Padre, que ha enviado a su Hijo como Primogénito de toda la creación, el arquetipo del
hombre, el Hombre Perfecto, imagen del Dios invisible, para que se extienda por toda la humanidad el don de
la paz:

R/: Dios de Amor, trae la paz y la reconciliación entre todos los pueblos.

Padre Eterno, que nos has mostrado tu Amor en la presencia real y sacramental de tu Hijo en la Eucaristía, haz
que quienes participamos de este Sacramento experimentemos que de ahí brota la fuente de la paz, que nos
hace instrumentos tuyos de pacificación y fraternidad. R/.

R/: Dios de Amor, trae la paz y la reconciliación entre todos los pueblos.

Padre de Misericordia, que en la Cruz de tu Hijo has reconciliado a la humanidad contigo por la ofrenda de tu
Siervo, llénanos de tu infinito perdón, para que seamos misericordiosos como tú lo eres con nosotros. R/.

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Padre de Bondad, que en tu Hijo has roto la distancia entre los divino y lo humano, haciéndolo en todo igual a
nosotros excepto en el pecado, conviértenos en mensajeros del Evangelio, Buena Noticia de Salvación, para
que sean muchos los que se vean libres del odio, la violencia y la opresión. Tráenos tu paz. R/.

Padre Santo, que has hecho a tu Hijo “Portador de la Paz”, para extender sin límites tu Reino de justicia y
amor, esperanza y luz, sobre toda la tierra, haznos humildes para que reinemos con Jesús dentro de su Iglesia,
para que todos encuentren en ella un lugar de consuelo, acogida, escucha y verdadera fraternidad. R/.

Todos ORACIÓN

Creo, Señor Jesús, que sólo Tú traes la paz, que Tú me has hecho experimentar la verdadera alegría en cada
acontecimiento:

– la paz de mi corazón colmado de tu infinito amor;

– la paz cuando te recibo en cada Comunión eucarística;

– la paz cuando me perdonas mis pecados;

– la paz cuando me das la gracia para perdonar a otros;

– la paz cuando tu Espíritu me mueve a pedir perdón;

– la paz cuando sé que alguien me busca como hermano;

– la paz cuando tu amor me empuja al servicio de los pobres;

– la paz cuando me conduces a mayor intimidad contigo;

– la paz cuando me abandono, como tú, en las manos del Padre;

– la paz cuando tu Presencia eucarística me lleva a adorarte;

– la paz cuando tu amor llena todas mis expectativas;

– la paz cuando me muestras lo bueno y bello de las personas;

– la paz cuando me regalas, en el sufrimiento, el consuelo de tu Espíritu;

– la paz cuando me llevas a la contemplación gozosa de todo lo creado;

– la paz cuando me concedes contemplarte en la bondad de los buenos.

¡Gracias, Jesucristo, por el don infinito de la Paz!

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Canto

Todos Oración por la Paz

Señor Jesús, Tu eres nuestra Paz. Mira nuestra Patria dañada por la violencia y dispersa por el miedo y la
inseguridad. Consuela el dolor de quienes sufren. Da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernen. Toca
el corazón de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte. Dales el don de la
conversión. Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a nuestros pueblos y
comunidades. Que como discípulos misioneros tuyos, ciudadanos responsables, sepamos ser promotores de
justicia y de paz para que en Ti, nuestro pueblo tenga vida digna. Amén.

Santa María de Guadalupe, Reina de la paz, ruega por nosotros.

Canto María Mírame

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