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Aceptemos la enseñanza

Julio Torres hace 1 semana Bosquejos Biblicos Deje un comentario 164 Vistas

Bosquejos Biblicos
Bosquejos Biblicos Texto Biblico: «Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él
enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, Y
enseñará a los mansos su carrera.» (Salmo 25:8-9)

Tema a tratar: Dios quiere instruirnos, aceptemos la enseñanza

Introducción

La sabiduría no proviene de nosotros, sino de Dios. No podemos instruirnos a


nosotros mismos, sino que necesitamos el auxilio y la corrección divinos. Por esto
debemos estar atentos a la Palabra de Dios, orando frecuentemente y pidiendo ser
instruidos por Él. De manera que si el hermano necesita exhortación, también
encuentre en nosotros buenos instrumentos de la sabiduría de Dios.

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I. En su bondad, Dios quiere enseñarnos Su senda (vers. 8)

a. Si estuviéramos abandonados a nuestro propio parecer respecto de la vida


espiritual, erraríamos frecuentemente. Porque no tenemos la sabiduría ni la
prudencia para saber qué es conveniente y qué no. Como nuestra naturaleza tiende
al pecado de por sí, no podemos seguir el camino de Dios si no tenemos ayuda de
Él. Por eso debemos buscar y amar las enseñanzas de Cristo, porque son el camino
que nos llevará a la salvación (Proverbios 12:1).

b. El Señor nos ha dejado sus enseñanzas a través de la Palabra. Pero no basta


con leer las Escrituras para conocer el camino que quiere Dios para nosotros.
Debemos pedirlo con fervor en la oración, sabiendo que la instrucción es algo
interior. Todos los días debemos pedir a Dios que nos enseñe cómo ser mejores
hijos suyos y la fuerza espiritual para cumplir sus preceptos (Salmo 25:4).

c. Sabemos que lo que nos enseñó Jesús proviene del Padre, por lo tanto toda la
Escritura sirve para la instrucción. Pero tenemos que pedir al Espíritu Santo que nos
enseñe internamente cómo interpretar esa Palabra. Así obtendremos provecho del
Antiguo y Nuevo Testamento. Porque lo que en el Antiguo se prefiguraba, en el
Nuevo se le da cumplimiento, y ambos son alimento para el creyente (Juan 7:16).

d. No sólo nosotros necesitamos la enseñanza. Los hermanos también necesitan


exhortación, y es nuestra tarea ser instrumentos de Dios para la salvación de los
demás. Es decir que el tesoro de la Palabra no debemos guardarlo para nosotros.
Sino que con paciencia y amor, debemos predicar a los hermanos y principalmente
a los que no creen (1 Timoteo 4:13).

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II. Si queremos escuchar, el Señor nos mostrará el camino (Salmo 25:9)

a. Como sucede en la vida escolar, saca provecho el alumno que más presta
atención en la clase. Del mismo modo, en la vida espiritual, aprovecha más el que
está atento a la enseñanza. No hay nadie más interesado en nuestra salvación que
Dios, por lo que si pedimos instrucción la recibiremos en abundancia. Porque Dios
aguarda a que prestemos atención para darnos un tesoro de sabiduría (Salmo 32:8).

b. Dios permite muchas veces el mal, para que saquemos una enseñanza de él.
Como el padre castiga a su hijo para que haya enmienda, así Dios permite que
suframos para enseñarnos humildad. Si todo nos saliera bien, seríamos orgullosos
y creeríamos que es por nuestra fuerza. Pero Dios nos muestra que dependemos
de Él, que tenemos que buscar su protección para no caer en la tentación
(Proverbios 3:11-12).
c. La mejor manera de estar cerca de la enseñanza de Dios es tener las Escrituras
en las manos todo el tiempo. Orar con la Palabra y estudiarla con ahínco, para recibir
los frutos de gracia que tiene para darnos. Se ignora lo que no se conoce. Que nadie
pueda decir de los cristianos que ignoramos las escrituras y que su enseñanza nos
es desconocida (Deuteronomio 6:4-9).

d. Una condición para que la sabiduría y la instrucción sean recibidas, es un corazón


bien dispuesto a la enseñanza. Y sólo aprenderemos si aceptamos primero que
necesitamos ser enseñados. Por eso es necesario un corazón humilde para recibir
lo que Dios quiera decirnos para nuestra vida (Mateo 11:29-30)

Conclusión
Para poder crecer en la vida espiritual necesitamos de la enseñanza. No podemos
instruirnos a nosotros mismos, sino que necesitamos la ayuda del Espíritu Santo
para discernir lo que nos conviene (Salmo 143:10).

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Recibiremos la enseñanza si estamos atentos a la Palabra. Si pedimos en la oración


la sabiduría, Dios está pronto a concederla. Pero exige de nosotros la voluntad de
poner en práctica la doctrina recibida para el provecho nuestro y del prójimo (Juan
14:26).

Debemos exhortarnos mutuamente, porque somos instrumentos de Dios para


entregar su sabiduría. Por esto debemos estudiar mucho la Palabra de Dios, para
no distorsionarla con enseñanzas falsas y para llevar a la fe a los que no creen
(Mateo 28:19-20).

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