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Mi testimonio de conversión

Mi nombre es José Gregorio Santaella López, crecí en un humilde barrio


de San Félix, en ciudad Guayana, Venezuela, a la edad de 15 años me
volví muy rebelde y deje a un lado muchas de las enseñanzas de mis
padres, pero por alguna razón siempre peleaba con Dios y le preguntaba:
¿Dónde estás, para qué me creaste?
Pero una noche llegando de la secundaria me encontré con una amiga que
iba saliendo de su casa, y yo le pregunte qué a dónde iba, y ella me dijo
que si quería saber que fuera con ella, yo me imagine que era a una fiesta
o algo así, pero cuando íbamos a medio camino, ella me dijo que iríamos a
una iglesia evangélica, yo no lo podía creer y empecé a bromear durante
todo el camino. Al llegar al sitio escuché una voz conocida, era la de un
joven que había estudiado conmigo en la primaria y que había sido muy
malo conmigo, él estaba dirigiendo el servicio, yo quedé atonito al ver el cambio en la vida de ese
joven, y yo quería ese cambio. Esa noche al oír la predicación me humillé ante Dios por primera
vez, y Él me mostró su gracia; y muy quebrantado reconocí lo pecador que yo era, y cuanto
necesitaba del amor de Cristo; le pedí al Señor su perdón, y en un instante pude experimentar la
libertad, ya no era el mismo, una gran carga había sido quitada de mi corazón por el poder
regenerador del Espíritu Santo. Desde ese momento mi vida cambió totalmente, y me dedique a la
lectura de la Palabra de Dios y quede apasionado por el misterio del apóstol Pablo, por lo que
oraba a Dios cada día para que mi vida pudiera ser usada en beneficio de otros.

Nuestro llamado al ministerio

Pasarían 10 años de espera y oración hasta que Dios me


indicara cuando comenzaría mi jornada en la misiones, mientras
tanto me dedicaba al liderazgo de jóvenes y al evangelismo en
la I.E.B Casa de Luz, donde me case con Solmarina Muñoz,
una bella joven de esa iglesia, y Dios nos dio el privilegio de
tener una hermosa niña a la que llamamos Ana Sofía.
Fue cuando Ana Sofía tenía 1 año de edad, que llegó a nuestra
iglesia un hermano que viajaba a una etnia de nuestro país llamada los Waraos, ubicada en el
estado Monagas, para hacer un trabajo social y evangelístico en esa etnia; entonces mi pastor me
animó a apuntarme en ese equipo y luego de orar decidimos ir.
Fue en ese viaje donde nuestro corazón quedó impactado con el latir de las misiones, y pudimos
entender que el Señor estaba respondiendo a nuestras oraciones de años. En esa comunidad
indígena ya había una iglesia bautista fundada por misioneros de la Baptist Mid Missions hacía
más de 40 años, la I.E.B Dio Kakaika, y tenían un pastor nativo, quien me planteó las necesidades
de la obra, eran muchas, una nueva generación se estaba levantado influenciada por los vicios y
la corrupción de la sociedad “civilizada” y necesitaban hacer algo para que el mensaje del
Evangelio siguiera vivo en esa etnia.

Nuestros estudios en el Seminario Bautista de Venezuela

Cuando regresamos de aquel viaje, le planteamos a nuestro pastor el


deseo de prepararnos para involucrarnos en las misiones, y fue
entonces donde ingresé junto a mi familia al Seminario Bautista de
Venezuela, allí pasamos dos años internos, fue un tiempo de gran
bendición espiritual y de mucha exigencia académica, donde
aprendimos muchas cosas gracias a Dios y a la ayuda de buenos
profesores que siempre nos animaban a seguir adelante. Teníamos
clases durante la semana y los fines de semana hacíamos ministerio en las iglesias asignadas.
Durante nuestro paso por el seminario los hermanos e iglesias de Brasil fueron de gran bendición
y en especial la I.B.R. Calvario, por lo que siempre estaremos inmensamente agradecidos con
todos ellos.

Nuestro ministerio entre los indígenas warao


Cuando viajamos a la etnia Warao por primera vez, el hermano
encargado del viaje nos dijo que él estaba orando por una pareja que
atendiera esa comunidad como apoyo a la iglesia establecida, entonces
mi esposa y yo empezamos a orar, y buscando la dirección de Dios y con
el apoyo de nuestra iglesia local
fuimos ordenados como misioneros y
empezamos un proyecto de trabajo que
a la verdad parecía imposible siquiera de iniciar, fueron
tiempos muy difíciles y de gran oposición, pero Dios nos dio
las fuerzas para permanecer firmes. Varios factores estaban
en contra, como la crisis nacional y la falta de visión
misionera en muchas de las iglesias del sur de Venezuela,
pero eso no nos detuvo, vez tras vez hacíamos nuestros viajes, vendiendo aún nuestras cosas
personales o haciendo trabajos particulares para juntar el dinero para ir y predicar la Palabra de
Dios a en esa etnia.

Hoy después de cuatro años de caminada en el Ministerio Misionero


Bautista Dio Kakaika, podemos decir que vale la pena gastar nuestra vida
por amor la obra de Dios. En ese tiempo hemos visto a un brujo y a su
familia volverse a Cristo y testificar públicamente que Dios es mayor que
Satanás; más de 100 niños y adolescentes han crecido oyendo y
aprendiendo la Palabra de Dios; nuestra iniciativa de capacitación de nativos
a dado su primer fruto, El hermano Joel Morillo, a quien llevamos junto a su
familia a estudiar al S.B.V durante dos años, y en agosto de este año se
instalarán como misioneros en su comunidad; y además de esto más
iglesias están retomando la visión misionera y Dios está siendo glorificado.

Nuestro trabajo se resume en 4 puntos claves que apuntan al establecimiento de más iglesias
bautistas entre los warao: 1. Evangelismo y trabajo con niños y jóvenes, 2. Capacitación integral
de líderes nativos, 3. Elaboración de recursos en la lengua warao, 4. Trabajo social.

Aún hay mucho trabajo por hacer y mucha necesidad que suplir, y necesitamos más
patrocinadores para sostener el ministerio y garantizar el sustento de nuestra familia y la nueva
familia que se adjuntará como misioneros en agosto de este año. Creemos que Dios está al
control de todo, por eso a pesar de la difícil situación que vivimos continuamos aquí confiando en
Su providencia y buena voluntad.

“Cuando las nuevas generaciones miren hacia el futuro, debemos garantizar que lo hagan
conscientes de lo que Dios hizo por ellos en el pasado y de lo que aún hace por ellos en el
presente; y para eso debemos ir y predicarles el Evangelio” Misionero José Santaella

Agradecimiento especial al Pr. Luciano Martins, Que Dios le siga usando y bendiciendo.

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