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El término mundo grecorromano, entendido por académicos antiguos y modernos, geógrafos

y escritores de todo tipo, se refiere al espacio geográfico ocupado por la civilización


grecorromana; los países que estuvieron directa, prolongada e íntimamente influenciados por
la lengua, cultura, religión, economía, gobierno, instituciones sociales, militares y políticas de
los antiguos griegos y romanos. El área se circunscribe al mundo mediterráneo, cuya
extensión coincide en líneas generales con las cuencas del mar Mediterráneo y del mar
Negro (excepto las estepas rusas) y amplias zonas del Próximo Oriente (con presencia difusa
y distinta según el momento, hasta Asia Central y la India) y Europa Occidental (hasta el Rin);
donde sus percepciones culturales, ideas y sensibilidades eran dominantes.

Significado del término[editar]


A este término, más bien amplio en una significación superficial, se le otorga un significado
más preciso, histórico y determinado con un entendimiento de la evolución cultural y política
de la historia antigua. Históricamente, la expansión total por mar y tierra entre las Columnas
de Hércules (el estrecho de Gibraltar) y el río Indo (excluyendo la península arábiga)
estuvieron subordinados o bien a la autoridad de los griegos o a la de los romanos,
dependiendo del momento. Aquellas regiones que estuvieron breve o solo nominalmente
subyugadas a las civilizaciones de estos dos preceptores culturales, i.e., Asia entre el Tigris y
el río Indo para los griegos que siguieron las conquistas de Alejandro Magno, y Alemania entre
el Rin y el río Elba por las armas de Octavio Augusto, no son normalmente tomadas en cuenta
por este motivo. Aunque, por supuesto, existen pequeñas excepciones a esta regla. La mal
definida, pero fuertemente característica región asiática de Bactria fue una de las pocas
antiguas satrapías persas más allá del Tigris donde la civilización helenística fue tan
devotamente abrazada por los nativos, como lo fue en la región de Panyab, que la cultura y el
pensamiento sobrevivieron la mengua y final desaparición de la administración de los
sucesores de Alejandro (los Diádocos). En ambas áreas, mucho después que las
comunicaciones directas con los centros del mundo Helenístico tradicional
en Egipto, Siria, Mesopotamia, Asia Menor y Macedonia hubieron cesado por la interposición
de los bárbaros (es decir, partos), el Helenismo no solo floreció sino que los reinos indígenas
le dieron una expresión vibrante y poderosa. Es más, estas excepciones a menudo, incluso
después que los establecimientos hubieran sido subvertidos y destruidos, todavía transmitían
el conocimiento del Helenismo como intermediarios a los nuevos estados.

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