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24.11.2014
44 minutos de lectura
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Resumen
Introducción
Las empresas de servicios tienen una alta relevancia en las economías locales y
regionales llegando a ser este sector terciario definitorio en la estructura económica de
cualquier país y muy especialmente en aquellos empobrecidos o en vías de desarrollo
como los de la región sudamericana donde estas generan altos volúmenes de empleo
formal y por su diversidad, masificación e impactos en las sociedades, constituye una
necesidad su correcta orientación a las necesidades y requerimientos de los
consumidores.
Debido a los elementos antes expuestos se define como objetivo general de este trabajo,
compartir elementos que tributen a la elevación de la satisfacción de los usuarios a partir
de la introducción de la gestión por procesos.
Desarrollo
En este sentido, deberíamos tener presente que existen muchas estrategias de marketing
que son perfectamente aplicables a la empresa objeto de estudio, siempre y cuando se
priorice el criterio de que con el servicio que se presta, los clientes buscan mejorar su
estado de salud.
El marketing estratégico busca conocer cuáles son las necesidades actuales y futuras de
los consumidores, analiza el mercado evaluando la posibilidad de incursionar en nuevos
nichos, realiza la identificación de segmentos, orienta al negocio en las posibles
oportunidades que brinda el entorno y aporta valor al producto o servicio para lograr
una compensación en el precio. La empresa debe realizar un continuo análisis de las
variables que intervienen en el mercado, para formular las estrategias necesarias
considerando sus recursos y su capacidad para poder ofrecer una ventaja competitiva.
Por otra parte, atendiendo a la definición de García-Muñoz (2003), este puede ser
definido como todo acto o función que una parte puede ofrecer a otra, que es
esencialmente intangible y no da como resultado ninguna propiedad. Su producción
puede o no vincularse a un producto físico.
Sin embargo, una definición universalmente aceptable de los servicios hasta ahora no se
ha logrado. No obstante, la autora de la presente investigación considera estas
definiciones como válidas, centrando su análisis fundamentalmente en sus cualidades o
características más allá de la definición del mismo. Se destacan como características
fundamentales las siguientes:
Otra de las características del servicio radica en su naturaleza, que permite determinar
los elementos que más peso poseen en el servicio y así orientar las acciones de mejora.
Si el servicio se centra en las personas o en las posesiones de las personas y qué tipo de
acciones se ejercen sobre los anteriores. Esas acciones pueden ser tangibles o
intangibles y pueden estar orientadas como se describe a continuación (Mediavilla
Saldaña, 2008):
Orientadas a los clientes físicos: requiere en gran manera la acción de uno o
varios activos sobre las personas. La presencia física del cliente es necesaria para
recibir el servicio.
Orientadas a las mentes de los clientes: a diferencia del anterior la presencia
física no es necesaria y las acciones prominentemente son intangibles. Se
enfocan más en las mentes del cliente y por ello permite que se pueda prescindir
de la presencia de este. Una capacitación puede ser recibida en una instalación
física o ser recibida a distancia por medio del Internet.
Orientada a las posesiones físicas de los clientes: no necesita que el cliente este
presente, pero si la posesión física de este. Por ejemplo: el servicio de lavandería.
Requiere de las prendas, pero no así de la presencia del cliente para poderlo
prestar.
Orientada a las posesiones intangibles de los clientes: la participación directa del
cliente no en todos los casos es necesaria. Un ejemplo de esto puede ser servicio
legal donde el cliente hace su requerimiento y presenta información. El proceso
puede continuar sin la presencia o participación de cliente. (Melara, 2013)
Por otra parte, siguiendo los criterios propuestos por Lovelock (1984), pueden existir
otras categorías de análisis que caracterizan las acciones a realizar para mejorar los
servicios con un enfoque de marketing:
Si el servicio es visto desde un punto de vista de marketing, tanto los bienes como
servicios ofrecen beneficios o satisfacciones; tanto bienes como servicios son productos.
La gestión del marketing de los servicios ofrece múltiples oportunidades para potenciar
el interés de los clientes por las organizaciones. En diversas literaturas es posible
identificar estrategias a tener en cuenta por cualquier empresa de servicios que pretenda
desarrollar mejoras a sus procesos para incrementar la satisfacción del consumidor,
estas estrategias han sido desarrolladas sobre la base de las características de los
servicios mencionadas anteriormente. Algunas de estas estrategias serán expuestas a
continuación:
Se conoce que los procesos de una empresa se organizan en torno a uno o varios
objetivos macros, los cuales deben alcanzarse a través de una o más estrategias. De éstas
surgen procesos que se desagregan en subprocesos, que a su vez están constituidos por
actividades y éstas por tareas. Por lo tanto, un proceso puede definirse como un
conjunto de actividades, las cuales deben cumplir las características siguientes:
Varios artículos publicados por diferentes autores entre ellos Rey Reteiro (2007)
plantean que la gestión por procesos es la forma de gestionar toda la organización
basándose en los procesos.
Las compañías, una vez gestionan sus procesos, pueden hacerlo en base a dos enfoques
fundamentales: por funciones y por procesos. La elección marca diferencias teniendo en
cuenta las propias características de ambos tipos de gestión, las cuales se exponen a
continuación, toda vez que resulta importante su entendimiento antes de acometer el
análisis y mejora de cualquier proceso en particular.
Objetivo del trabajo ¿Cómo mejorar la tarea? ¿Qué tareas hacer y para qué?
Fuente: Adaptado por la autora a partir de los criterios de Vinajera – Zamora y Marrero
– Delgado.
Además de estas diferencias, deben tenerse en cuenta otras cualidades de los procesos
que son particularmente relevantes para la prestación de servicios de salud: la
variabilidad y la repetitividad. Ambos han sido tratados por diversos autores y en
particular se analizarán desde la perspectiva de Pepper-Bergholz (2011).
Variabilidad: Cada vez que se repite el proceso hay ligeras variaciones en las
distintas actividades realizadas, las que a su vez, generan variaciones en los
resultados del mismo: “Nunca dos resultados son idénticos”.
Repetitividad: Los procesos se crean para producir un resultado e intentar repetir
ese resultado una y otra vez. Esta característica permite trabajar sobre el proceso
y mejorarlo: “A más repeticiones, más experiencia y mejores resultados”
Estas características hacen que, por un lado, las actividades en salud deban ser
protocolizadas u homologadas buscando las mejores prácticas, con el objetivo de lograr
los mejores resultados, disminuir su variabilidad y, por otro lado, requiere que las
personas que la realizan la repitan una y otra vez para lograr la habilidad que garantiza
la calidad en su ejecución.
El valor que se añade al proceso debe verse como incremental en el tiempo, donde la
participación de todos y cada uno de los involucrados afecta o eleva la calidad del
resultado o producto final. En las organizaciones que principalmente prestan servicios,
como es el caso de la salud, el activo más importante que añade valor al producto final
es el recurso humano, su compromiso, capacitación y experiencia entre otros tantos
tributos inherentes a él promueven un servicio de calidad, cuyo significado real tiene
diversas interpretaciones.
La calidad como excelencia se define como “lo mejor” en un sentido absoluto. Desde
esta perspectiva, la consecución de la calidad implica que la organización debe realizar
la inversión del máximo esfuerzo posible para producir el mejor de los resultados.
Calidad sería ‘lo mejor’ de forma absoluta y universal, por lo que sólo de aquel
producto que es el mejor, puede decirse que es ‘de calidad’. Entre las ventajas de
adoptar esta definición para la organización que ofrece bienes de consumo o servicios
‘excelentes’ se hallaría el compromiso de sus empleados -porque saben que producen u
ofrecen lo mejor- y el orgullo de los clientes por poder comprar los mejores bienes o
contratar los mejores servicios.
Esta definición de calidad surge a mediados del siglo XVIII cuando algunos negociantes
empiezan a producir/ ofrecer productos más baratos y de peor calidad (no excelentes)
para llegar a un mercado más amplio. La calidad como valor no significa ya ‘lo mejor’
en sentido absoluto, sino ‘lo mejor para cada tipo de consumidor’, es decir, según el uso
que el consumidor hace del producto y el precio del mismo (Feigenbaum, 1951, en
Reeves y Bednar, 1994). Este autor afirma que la calidad de un producto no puede ser
considerada sin incluir su coste y que, además, la calidad del mismo se juzga según su
precio. Lo mejor es, pues, el equilibrio entre el precio y el valor de lo adquirido.
Esta definición de calidad como ‘valor’ permite comparar productos y experiencias muy
dispares. Por ejemplo, comparar una instalación hospitalaria de alto estándar con una de
menor. De este modo, la calidad de lo consumido/ adquirido se juzga según el precio
pagado (‘el producto está bien para lo que uno ha pagado’). Los consumidores
diferencian entre niveles de calidad y de precio, o de valor, al elegir un producto/
servicio. Sin embargo, el concepto de calidad como valor incluye múltiples
características del producto (conveniencia, uso, duración, etc.), por lo que el principal
problema de esta concepción radica en saber qué componentes son importantes para
cada persona y qué pesos relativos corresponden a cada uno de esos componentes. Un
problema añadido es que la importancia relativa de cada componente puede variar a lo
largo del tiempo.
Por último, destaca la polémica entre distintos autores respecto a la relación entre
calidad y valor. Se les ha considerado como sinónimos, como constructos distintos y
como subcomponentes (el valor como subcomponente de la calidad y viceversa). En
definitiva, son constructos muy relacionados cuyos límites no se han establecido de
forma clara.
Por otra parte, esta definición presenta ciertas desventajas. En primer lugar los
consumidores juzgan los productos que consumen o usan de forma subjetiva y no los
evalúan en términos de ajuste a las especificaciones. Por ejemplo, un coche puede
ofrecer calidad total en términos de ajuste pero no gustar a un potencial cliente por su
línea o color. Para algunos autores esta concepción de la calidad puede ser inapropiada
para los servicios, especialmente en aquellos casos en los que el contacto humano entre
clientes y personal de servicio es frecuente. Norman (1984, en Reeves y Bednar, 1994)
cuestiona los efectos de la estandarización del servicio ya que quizás el hecho de
ajustarse a especificaciones en la interacción puede resultar paradójicamente en una
menor calidad.
Entre las ventajas de esta perspectiva destaca que se reconoce la importancia de los
deseos de los consumidores que son los que en último lugar evalúan la calidad. Es una
definición externa a la organización porque depende de los consumidores, pero la
organización que consigue descubrir y satisfacer las expectativas de sus clientes de
forma continuada presenta una ventaja competitiva casi insuperable. Además la medida
de este tipo de calidad permitiría comparar distintos tipos de productos e industrias.
Incluso empresas del mismo sector con estrategias distintas podrían tener el mismo
nivel de calidad satisfaciendo expectativas de dos segmentos de mercado diferentes.
Esta definición de la calidad tal y como es percibida por los clientes implica un juicio
subjetivo de la calidad que dificulta considerablemente su cuantificación. El principal
problema radica en la creación de los instrumentos estadísticos de medida adecuados.
para medir las expectativas de los clientes, sobre todo las relativas a bienes de
consumo y/o servicios adquiridos con poca frecuencia,
para agregar las percepciones particulares de cada cliente respecto a la
importancia de distintas características de un producto-servicio y
para evaluar la calidad de los aspectos más intangibles de los servicios. Además
esta definición suscita un importante debate sobre la distinción entre los
conceptos de calidad y satisfacción del cliente.
Esto es importante que sea atendido, ya que como lo indica Hopson y Scally (1993:
15),”cuando el servicio es inferior a las expectativas es un mal servicio, un buen
servicio es cuando el servicio supera a las expectativas”.
Las normas ISO/2000 son una familia congruente de documentos que permiten a
cualquier empresa orientar su desarrollo hacia niveles superiores a partir del
cumplimiento de principios definidos en las mismas y el establecimiento de un fuerte
andamiaje documental que provea a la organización y a otras partes interesadas de
evidencias contundentes acerca de la eficacia de sus procesos.
Las normas, como uno de sus éxitos más notables, cuentan con un conjunto importante
de definiciones aceptadas internacionalmente que permiten estandarizar los criterios
acerca de la temática de la calidad. Entre ellos está la propia definición de calidad,
entendida como una relación o nivel con respecto los requisitos del cliente; la
satisfacción del cliente entendida como percepción y el proceso de mejora continua que
más allá de definirlo, enumera las etapas que garantizan su éxito: evaluación, análisis,
corrección e implementación. Tres definiciones esenciales para el desarrollo de la
presente investigación se muestran a continuación:
Las normas proveen de un marco regulatorio para la actuación empresarial y por tanto
no muestran modelos para su implementación, los cuales deberán ser desarrollados por
las empresas interesadas. Lo anterior se evidencia en el siguiente listado de “acciones”
que puede ser encontrado en el cuerpo de la norma:
Sin embargo, como señala Martínez-Tur (1998) las variables utilizadas para el estudio
de ambos constructos son similares, aunque los objetivos de investigación suelen ser
distintos. Así, la investigación en satisfacción se ha centrado en el estudio del proceso
que conduce a la satisfacción, sus antecedentes y consecuentes, mientras que la
investigación en calidad se ha dirigido principalmente al análisis de su contenido o
dimensiones.
Las organizaciones utilizan las quejas y cumplidos de los clientes para valorar la calidad
ofrecida. La información obtenida a través de este método es extremadamente valiosa
para la identificación de los puntos débiles de la compañía y de oportunidades para
mejorar. Sin embargo, esta información no es representativa porque sólo una pequeña
parte de clientes insatisfechos se queja. Algunos clientes se quedan insatisfechos con el
servicio recibido y no volverán a la compañía, pero no expresan su insatisfacción a
través de las quejas reconociéndose que la ausencia de quejas no indica necesariamente
que los clientes estén satisfechos.
Esta es una técnica activa y sistemática para identificar puntos en los que mejorar la
calidad. Consiste en recoger y analizar ‘experiencias importantes’ que impresionan a los
clientes de forma positiva o negativa y que afectan al desarrollo de su actitud general y
estable hacia la empresa, es decir, los incidentes críticos que tienen lugar durante la
prestación del servicio.
Se les pide a los clientes que describan los incidentes más agradables y más
desagradables que han tenido lugar con el servicio durante su estancia en la compañía.
A continuación, se clasifican estos incidentes en distintas categorías según produzcan
satisfacción, insatisfacción, ambos efectos o ninguno de ellos. Las categorías se
denominan: satisfactores, insatisfactores, críticos y neutrales. Los problemas, una vez
identificados, se analizan para que directivos y empleados ofrezcan una solución
(Lockwood, 1994; Bitner, Booms y Tetreault, 1990).
Los múltiples atributos del producto interactúan entre sí influyendo en las opiniones de
los clientes y en su nivel de satisfacción (Sasser et al., 1978; Bitner, 1992, ambos en
Meyer, 1996, p.187). La medida de la calidad se debería centrar en identificar los
atributos o dimensiones que afectan de forma más relevante a la percepción global de
calidad del cliente y/ o la satisfacción y a su comportamiento posterior. Estos serían a su
vez los atributos que indican las principales expectativas y preferencias de los clientes y
que, por lo tanto, representan áreas clave para la mejora del servicio. Según Meyer et al.
(1996, p.193), asegurar la satisfacción del cliente ‘requiere del directivo un talento
creativo para hallar las dimensiones de calidad más competitivas y válidas, de modo que
la visión de los clientes pueda ser establecida de forma fácil y ser fiable’.
En general, este tipo de medida se presenta en forma de cuestionario y es de los más
utilizados en establecimientos de servicio. Una de las principales ventajas de este
método es el coste relativamente bajo de recopilación de datos debido a su alta
estandarización.
Procesos estratégicos.
Procesos operativos o claves.
Procesos de soporte.
Estas características analizadas en la gestión por procesos, son de gran ayuda para
mejorar los servicios en las áreas donde se presten, independientemente del campo de
aplicación, no estando exenta el área de salud de esta útil diferenciación. No obstante,
cabe destacar que el área de procesos operativos tiene sus particularidades las cuales
hacen que se le preste mucho más atención que en las demás áreas debido a que están en
juego vidas humanas. A continuación un acercamiento a las características esenciales de
estos estratos:
Realización del producto/ prestación del servicio/ procesos operativos o claves: Incluye
las actividades de diseños de procesos, de desarrollo de productos, comercial,
facturación, atención a clientes. Son los procesos relativos al desarrollo, prestación,
producción y comercialización de productos y servicios, atención y satisfacción del
cliente, quejas y reclamaciones, posventa, desarrollo de soluciones para el cliente,
gestión de la cartera de pedidos. Estos están relacionados directamente con el cliente.
Procesos de apoyo o soporte o gestión de los recursos: se incluyen aquí los procesos
relativos a la información y conocimiento empresarial, gestión de personal, entorno de
trabajo, procesos contables y administrativos, desarrollo de sistemas, equipos,
innovación de tecnología en uso, actualizaciones informáticas, gestión del conocimiento
y gestión financiera entre otros. Estos procesos son los responsables de proveer a la
organización de los recursos necesarios.
Los propios autores estudiaron algunas otras metodologías existentes para la mejora de
los procesos empresariales las cuales resultaron menos atractivas y/o estaban incluidas
en las metodologías anteriores lo cual aparece discutido en sus respectivos trabajos y es
aceptado por la autora. Se mencionan en ellos:
De las metodologías identificadas la autora considera que las de Vellón (2002), Paneque
(2002), Amozarrain (1999) y la Metodología para la gestión y mejora de procesos están
orientadas en lo fundamental a la descripción tácita de los procesos como principio de
análisis careciendo del uso de herramientas diversas y más complejas e inclusive de un
espacio metodológico en su estructuración; la metodología ARP presenta un entorno
más analítico pero centra su análisis en la racionalización (Etapa II) lo cual puede ser
contraproducente pues etapas de expansión pueden ser necesarias en aras de
incrementar las cualidades del servicio brindado, un pensamiento restrictivo puede
conllevar al deterioro del proceso. La autora considera como metodología más completa
la propuesta por Nogueira (2002) teniendo en cuenta que delimita categorías o etapas
específicas que orientan mejor el desarrollo práctico de las mejoras, lo cual está
recogido en el momento metodológico II (Diseño del proceso) pero igualmente tiene
como carencia la no concepción de un momento analítico para la mejora del proceso.
Mediante una sesión de tormenta de ideas, se elabora una lista de todos los procesos y
actividades que se desarrollan en la organización teniendo en cuenta las premisas
siguientes: el nombre asignado a cada proceso debe ser sencillo y representativo de los
conceptos y actividades incluidos en él. Asimismo, el proceso tiene que ser fácilmente
comprendido por cualquier persona de la organización. Se recomienda que el número de
procesos oscile entre 10 y 25 en función del tipo de empresa (Amozarrain, 1999), pues
la identificación de pocos o demasiados procesos incrementa la dificultad de su gestión
posterior.
Una vez listado los procesos de la organización es importante definir ¿cuáles son los
procesos necesarios que finalmente aparecerán en el mapa de procesos de la
organización? Para su determinación pueden usarse los criterios siguientes: (ISO
9000:2000)
Los procesos que afectan al grado de satisfacción del cliente, porque de ellos
depende en gran medida la capacidad de cumplir con sus necesidades y
expectativas.
Los procesos que están relacionados con la capacidad de la organización para
suministrar productos y servicios conformes.
Los procesos que involucran un alto porcentaje de los recursos de la
organización, y como consecuencia, su optimización y eficiencia tienen peso
muy relevante en la consecución de resultados competitivos.
Empleo del método de expertos como técnica de trabajo en grupo para la generación de
ideas y las búsqueda de consenso en varios momentos investigativos (Suárez, 2001)
Calcular el costo de la mejora: se hará una valoración del costo del mismo
teniendo en cuenta el criterio de los expertos.
Repercusión en el cliente: Las decisiones de una empresa inciden, directa o
indirectamente en los clientes. Los expertos deben preguntarse en qué medida
repercute las propuestas de mejora en la satisfacción del proceso.
Las insuficiencias detectadas en las metodologías así como sus aportaciones útiles
deberán ser analizas de manera adecuada para, luego de ser sintetizadas, induzcan la
conformación de un modelo adecuado a las necesidades investigativas del presente
trabajo.
Este ciclo de actividades garantiza que hay una “forma definida o estabilizada” de hacer
las cosas y que efectivamente el proceso se ajusta a esta “forma estabilizada”.
Cuando a pesar de realizar correctamente las actividades definidas para el proceso sigue
habiendo problemas (quejas de los destinatarios, despilfarro de recursos, etc.) o el
proceso no llega a adaptarse a lo que necesita el cliente (necesidad de reestructurar el
proceso) es necesario aplicar el ciclo de mejora. Una acción de mejora es toda acción
destinada a cambiar la “forma en que queremos que ocurra” un proceso. Estas mejoras
lógicamente se deben reflejar en una mejora de los indicadores del proceso. La gestión
según los principios de Calidad Total utiliza diversas técnicas y herramientas para
provocar la mejora de los procesos de la organización. Algunas son creativas y basadas
en la imaginación, otras se basan en técnicas estadísticas o en metodologías concretas,
pero todas tienen en común el propósito de mejorar los procesos sobre los que se
aplican.
Igualmente pueden encontrarse en estos textos tipos de mejoras que pueden realizarse a
los procesos y que pueden guiar conceptualmente cualquier intento de mejora a las
cualidades de un proceso.
La redefinición de destinatarios.
La redefinición de expectativas.
La redefinición de los resultados generados por el proceso.
La redefinición de los intervinientes.
La redefinición de la secuencia de actividades
Conclusiones
Hasta este punto se han analizado los fundamentos teóricos de la satisfacción del
consumidor en la prestación del servicio en general y de los servicios de salud en
particular. En la literatura consultada se analizaron varias definiciones y las
características del marketing; se puede concluir que es de vital importancia ya que en
muchas empresas es el departamento que lidera, y al mismo tiempo determina lo que se
va a ofrecer, a quién se le ofrecerá y, por último, a quién se lo venderá.
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