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Igualmente consagra el artículo 24 del mismo estatuto que: “Corresponde a las entidades
administradoras de los diferentes regímenes adelantar las acciones de cobro con motivo del
incumplimiento de las obligaciones del empleador…”.
Así las cosas, y a modo de recapitulación, se puede afirmar que por mandato de los
artículos 22, 23 y 24 de la Ley 100 de 1993: a) es obligación del empleador responder por el
pago oportuno de los aportes de los trabajadores a su servicio, para lo cual dichos valores
deben ser descontados del salario; b) la morosidad en el pago de estos genera intereses
moratorios, como los que rigen en materia del impuesto a la renta; y c) las entidades
encargadas de prestar los servicios de seguridad social deben adelantar acciones de cobro
coactivo, cuando se presente mora en el pago de los aportes.
Dichas disposiciones en su conjunto lo que buscan es proteger y amparar los derechos de los
trabajadores, al ser estos la parte más débil de la relación empleador (entidades de seguridad
social) – trabajador, pues son los que muchas veces terminan asumiendo las consecuencias
negativas derivadas del no pago, o del pago inoportuno de sus aportes. Lo anterior acontece
con cierta frecuencia en materia pensional, pues cumplido el requisito de la edad el trabajador
descubre que su empleador fue negligente y no canceló sus aportes, razón por la cual la
entidad pensional le niega la pensión reclamada.
Del mismo modo debe procederse cuando el trabajador haya cesado una relación laboral con
su empleador, ya sea porque fue despedido, terminó la labor contratada, expiró el término del
contrato o el cierre de la planta de personal, pues muchas veces las empresas dejan de existir
y los trabajadores no saben qué hacer cuando estas, pasados diez o quince años, no pagaron
ni trasladaron los aportes suyos al sistema.
Por ello la recomendación es siempre vigilar y estar atentos a que los empleadores cumplan
con la totalidad de las obligaciones a su cargo, que además del pago del salario consisten en
trasladar sus aportes a las entidades de seguridad social.
Recientemente la honorable Corte Constitucional se ocupó del tema en la Sentencia T-173 del
2016; esto al resolver en sede de revisión una acción de tutela promovida por una ciudadana,
de 75 años cumplidos, a la cual le fue negada su pensión de vejez por faltarle algunos aportes
al sistema, a pesar que esta había trabajado ininterrumpidamente desde 1989. Al respecto, la
Corte dispuso:
Prosiguió la Corte Constitucional realizando las siguientes consideraciones, para con ello
amparar los derechos vulnerados a la anciana:
“En este sentido, no resulta admisible que las Administradoras de los Fondos de
Pensiones trasladen las consecuencias de las omisiones en que tanto ellas (en el cobro
de las cotizaciones), como los empleadores (de pagar cumplidamente los dineros de la
seguridad social) han incurrido y, así, pongan al afiliado, parte más frágil dentro del
sistema de seguridad social, en una situación de absoluta desprotección como la que se
genera como producto de la no actualización de la historia laboral de la actora.
Por lo anterior, se hace mandatorio concluir que la mora, que en esta ocasión no
corresponde a una responsabilidad del trabajador, no debe poder constituirse en una
situación que dé justificación a las inconsistencias que se encuentran en su historia
laboral y, por tanto, deben ser corregidas a efectos de que no se constituyan en una
barrera que imposibilite el reconocimiento del derecho pensional en discusión.
De tal manera, esta sentencia determina un muy buen precedente jurisprudencial para casos
análogos al presente, donde el fondo de pensiones descarga sus obligaciones de cobro
coactivo en sus afiliados, y por ello decide negar la pensión de vejez, pues el derecho a la
pensión en personas de la tercera edad, dadas sus condiciones de inferioridad manifiesta por
motivos de salud y merma en la capacidad laboral, deja de ser un derecho patrimonial para
convertirse en un verdadero derecho fundamental. Lo anterior por cuanto de este depende el
goce efectivo de otros derechos fundamentales, como lo son la salud, seguridad social,
mínimo vital, vida en condiciones dignas y habeas data, por lo cual la acción de tutela fue
concedida en beneficio de la actora.