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RESUMEN: Psicodinamia de la ansiedad

Generalidades

 La ansiedad puede presentarse en múltiples síndromes psiquiátricos.


Puede ser parte primaria o secundaria de ellos.
 La ansiedad no siempre es patológica, es una respuesta apropiada a una
situación de emergencia y esfuerzo o a la anticipación de dicha situación,
que prepara al individuo a adaptarse.
o Se convierte en patológica cuando surge sin una causa adecuada y
si persiste en ausencia de cualquier razón consciente que la
justifique.
 La ansiedad es miedo cuya causa es desconocida conscientemente por el
mismo que lo experimenta.
 La ansiedad normal es una reacción ante un peligro real y conocido,
mientras que la ansiedad neurótica es una reacción ante un peligro psíquico
y desconocido.
 Sin embargo, esta diferencia es únicamente aparente y superficial, puesto
que para la vida psíquica inconsciente no existe diferencia entre real e
imaginario, interno y externo, de manera que en ella las fantasías son
sentidas tan reales como las percepciones externas.
 Complica aún más la cuestión el hecho de que los peligros originados por
los impulsos instintivos reprimidos y que después de los primeros años de
vida tienen vigencia únicamente en el campo de la vida psíquica
inconsciente han sido, en algún momento de la vida, peligros externos y
reales.
 Para el lactante, la muerte o desaparición de la madre, causada por sus
impulsos destructivos, representaría su propia muerte, de la misma manera
que en el apogeo de la fase edípica el niño siente que sus impulsos
incestuosos y agresivos dirigidos hacia sus progenitores darán lugar a una
respuesta punitiva por parte de éstos.
 En la ansiedad neurótica, en cambio, el individuo continúa reaccionando
ante los peligros instintivos con las mismas pautas arcaicas ya desfasadas
que utilizaba en los primeros años de su vida.

Etiología de la ansiedad

 Existe una ansiedad orgánica que aparece en el momento del trauma del
nacimiento, momento en el cual el niño pasa desde un ambiente
homeostático y gratificador de todas sus necesidades, a un mundo externo
repleto de estímulos hirientes, produciéndose una brusca interrupción en la
satisfacción de sus apetencias básicas de nutrición, respiración,
temperatura adecuada, etc.
 Las frustraciones inevitables, vividas como otras tantas pérdidas del objeto,
son experimentadas por el débil yo del niño como amenazas contra la vida
misma. Cuando los estímulos internos: hambre, sed, sensaciones de frío y
calor, etc., sentidos como un sufrimiento creciente, no son rápidamente
eliminados mediante la satisfacción de las correspondientes necesidades,
ya sea por ausencia del objeto materno o por otras circunstancias, el yo se
siente abrumado por la ansiedad traumática originada por su incapacidad
de resolver adecuadamente la dolorosa excitación causada por dichos
estímulos.
 Más adelante, el yo aprende a anticipar el peligro que supone la situación
traumática, anticipación a la que se denomina “situación de alarma”. En ella
se genera la ansiedad de alarma, la cual impulsa al organismo a hacer todo
lo posible para evitar la instauración de la situación traumática.
 La aparición de impulsos instintivos sentidos como peligrosos, por la posible
destrucción del objeto o por provocar la pérdida del amor del mismo,
desencadena la ansiedad de alarma, la cual, a su vez, pone en marcha los
mecanismos de defensa que originan los síntomas neuróticos. Las neurosis
se desarrollan a partir de los estados de ansiedad, como una
superestructura destinada a neutralizar las tensiones producidas por los
conflictos inconscientes.
 Melanie Klein: Existen actitudes y fantasías de con predominio en las
primeras etapas infantiles, pero que de manera latente coexisten y
permanecen durante el resto de la vida. Estas dos posiciones son la
esquizo-paranoide y la depresiva, y a cada una de ellas corresponde una
ansiedad básica: la persecutoria y la depresiva, respectivamente.
 En la fase esquizo-paranoide, predominante durante los cuatro primeros
meses de vida, el bebé siente que todo el dolor y sufrimientos provocados
por el trauma del nacimiento, así como por la pérdida de la gratificación
total de las necesidades, propia del estado intrauterino, fueron originadas
por el primer objeto (es decir, la madre que da el alimento).
 Por otra parte, los impulsos destructivos del instinto de muerte,
exacerbados por la frustración de las necesidades, son proyectados
también hacia el objeto, el cual es sentido, por esta causa, como
perseguidor y agresivo. Cuanto más predominan las fantasías agresivas en
las que el bebé muerde y ataca al objeto (concretamente, el pecho materno:
masoquismo oral), más se siente perseguido y atacado por éste, que se
constituye en el prototipo de todo objeto perseguidor, interno y externo. La
relación con este primer objeto es fundamentalmente parcial, puesto que el
niño no tiene aun capacidad para conocer a la madre como objeto total.
 Al mismo tiempo, las vivencias de satisfacción de las necesidades
estimulan, en el bebé, los impulsos libidinales dirigidos hacia el objeto, de
manera que éste es sentido a la vez como «bueno)) y como «malo»,
respectivamente, en la medida en que gratifica y en la medida en que sea
cual fuere la actuación de la madre, es experimentado por el niño como la
fuente de su frustración. Uno de los más primitivos mecanismos de defensa
utilizados por el débil yo del niño, ante la ansiedad provocada por las
frustraciones y por los instintos de muerte, es el mecanismo de escisión
dentro de sí mismo y en relación con el objeto, gracias al se produce la
disociación entre objeto bueno y objeto malo a que me he referido.
 El bebé proyecta sus impulsos amorosos y los atribuye al objeto gratificador
(«bueno»), y también, por proyección de ellos, atribuye sus impulsos
agresivos al objeto frustrador («malo»). Coexiste asimismo un proceso de
introyección, a través del cual estos dos objetos, bueno y malo, son
internalizados formando el núcleo del superyó.
 A partir de los cuatro primeros meses de vida aproximadamente, se inicia el
predominio de la posición depresiva. En ella, los aspectos bueno y malo,
amado y odiado del objeto se integran. Melanie Klein la considera como la
posición central del desarrollo infantil. Cuando el yo ha podido introyectar a
su objeto como un todo, es cuando también es capaz de sentir que éste ha
sido atacado y destruido, en su fantasía, por los impulsos agresivos
dirigidos contra él; impulsos agresivos que aún persisten, puesto que en
esta época de la vida el sadismo se encuentra en todo su apogeo.
 Por otra parte, la introyección del objeto total, mediante la cual el niño trata
de asimilar al objeto amado, es sentida también como una forma de
destrucción de éste, dada la importancia de los impulsos sádicos orales y la
íntima conexión, en este periodo, entre comer y destruir. A causa de todo
ello, el niño se enfrenta con la pérdida del objeto amado, de quien depende
su vida, lo cual da lugar a la ansiedad depresiva y a los fuertes sentimientos
de culpa que caracterizan esta posición.
 Aun cuando continúa el mecanismo de escisión o disociación como defensa
contra la ansiedad, de forma que el objeto queda dividido ahora en objeto
vivo y objeto dañado o muerto, el yo experimenta un proceso de integración
equivalente al del objeto, gracias al cual el conflicto entre el amor y el odio
se hace para el niño más evidente e intenso.
 Los ataques dirigidos hacia la madre internalizada son también sentidos
como ataques contra la madre externa, por lo que el niño necesita la
presencia de la madre real para asegurarse de que ésta no ha muerto o no
se ha convertido en mala a causa de los ataques destructivos dirigidos
contra ella. En ambos casos significan para él que ha perdido a su madre,
el temor a la pérdida del objeto bueno internalizado se transforma en una
fuente perpetua de ansiedad, por miedo a que la madre real muera.
 Por otra parte, cualquier experiencia que sugiera la pérdida del objeto
amado real estimula también el temor de perder el internalizado. A su vez,
la ansiedad depresiva y los sentimientos de culpa por el temor de haber
destruido el objeto amado dan lugar a los impulsos reparatorios, de cuyo
buen desarrollo depende la superación de las ansiedades persecutoria y
depresiva, así como la posibilidad de establecer una productiva relación
amorosa con los objetos internalizados.
 Lo que mueve al desarrollo neurótico de angustia es el conflicto
inconsciente entre un deseo tenido por prohibido por una parte y el
sentimiento de culpa y amenaza por otra parte. Desde este punto de vista el
individuo se mueve entre la tendencia a satisfacer el deseo y la inhibición
del mismo. Esto se llama en psicología “ambivalencia”.
 Los objetos internos procedentes de los primeros años de nuestra vida (es
evidente que la madre es el principal y mas significativo) formaron parte de
las primeras interacciones y “representaciones de objeto” que constituyeron
funciones del YO, las cuales contribuyeron a generar la autoestima o no, en
la medida en que predominó el sentimiento de capacidad o el de
incapacidad. Esas “representaciones de objeto” junto con las
“representaciones del “SELF”, actúan dirigiendo o marcando la conducta de
la persona, siendo la principal como dijimos mas arriba, la “representación u
objeto interno –madre-” (recordemos que conlleva la relación e interacción
con esta, la forma en que se troqueló esta relación y los sentimientos que
surgieron en el seno de tal relación). O sea que aprendemos de nuestras
primeras experiencias en las interacciones con las personas significativas
que nos rodearon, y consigo mismo. Si determinadas situaciones se
vivieron como peligrosas o dañinas, posteriormente este tipo de situaciones
así troqueladas generarán angustia o bien conductas de evitación
automáticas tan eficaces que ni siquiera se acompañan de afecto o
emoción alguna. Todas las competencias o capacidades básicas del niño
se ponen a prueba en las relaciones interpersonales tempranas y lo que
entonces tenía un matiz libidinal, ahora de adulto será emocional.
 Incluso puede ocurrir que haya personas que con tales rasgos de
personalidad no hayan tenido aún trastorno alguno de angustia o que nunca
lleguen a tenerlo, pero tienen una estructura de personalidad que se llama
“fóbica”. Se trata de personas que tienen lo que podríamos llamar una
“melladura” en su YO la cual, tuvo lugar en la relación con su madre
durante una época critica en el desarrollo del YO. En unos casos, cuando el
niño empezaba a tener habilidades motoras y a andar, distanciándose de
su madre con toda la autonomía que le era posible, su madre vivía esa
nueva capacidad o competencia llena de angustia y su reacción era limitar y
frenar la autonomía del niño, tendía pues a retenerle y controlarle
demasiado; en otros casos la madre se mantiene excesivamente distante
del niño en esa época, lo que dificulta el aprendizaje del niño con la madre.
 Se trata pues de dos tipos distintos de madre: la madre tipo A, que es una
madre a la que le angustia que el hijo ande, se mueva y sea autónomo; es
una madre por lo tanto angustiosa, retentiva y asfixiante; y la madre tipo D,
que deja que el niño se responsabilice de su vida y movimientos demasiado
pronto, cuando aún no puede prescindir de la ayuda de la madre; es por lo
tanto una madre distante y poco atenta o torpe. Estos dos tipos de madre
son obviamente dos extremos de un continuo entre los que se encuentra
una gamma de tipos intermedios tanto menos interesantes para nosotros
cuanto mas en el centro estén pues no serían patógenos .
 Los dos tipos de madre mencionados, actúan alterando el desarrollo de la
autoestima, no consiguiendo el niño un estímulo suficiente para la buena
evolución de la estructura yoica.
Ansiedad como señal de alarma

 Reacción a un peligro pulsional; es decir, frente a un exceso de excitación


interior que no puede ser adecuadamente manejada por el yo.
 Insatisfacción de los impulsos libidinosos, encargados de neutralizar la
agresividad, provoca una intensificación de ésta, así como una regresión de
los impulsos agresivos y de una parte del yo.
 La reactivación de los impulsos sádicos pregenitales es sentida como un
peligro, ante el cual se despierta la ansiedad como una señal de alarma que
obliga al yo a reforzar las defensas represivas, para evitar la irrupción de
aquéllos en la conciencia. Su función consiste en estimular la atención del
yo ante un peligro instintivo, para que éste ponga en marcha los necesarios
mecanismos de defensa.
 Las primitivas actuaciones del yo en su tarea de adaptarse a la realidad: en
un principio se produce automáticamente, y sirve para la descarga de la
excitación excesiva que el débil yo del lactante no puede manejar, pero
rápidamente su objetivo se desplaza a la misión de señalar un peligro.
 Posteriormente, la ansiedad se extiende, desde la situación traumática, a
las condiciones de aparición de dicha situación, es decir, la situación de
alarma. Las situaciones típicas de peligro que dan lugar a la ansiedad de
alarma, en el orden cronológico de aparición en la vida del niño, son:
a) la pérdida del objeto;
b) la pérdida del amor del objeto;
c) el temor de castración;
d) el temor a la censura y crítica por parte del superyó.
 Todos estos peligros persisten, inconscientemente, durante el resto
de la vida, con predominio variable de cada uno de ellos en los
distintos individuos.
 No siempre la ansiedad cumple una función estrictamente defensiva y útil,
sino que resulta inadecuada con mucha frecuencia, puede provocar una
reacción de bloqueo y parálisis que torna al sujeto impotente frente al
mismo peligro contra el que debería protegerle.
 El componente sadomasoquista de los impulsos sexuales cuya frustración
desencadena la ansiedad, ya que dicho componente es reactivado cuando
la libido no lo liga adecuadamente. No existe posibilidad de descarga de la
libido, con lo cual se produce una difusión instintiva que deja a tales
impulsos en libertad.
 Por otra parte, el exceso de energía de las pulsiones sexuales se suma a
los impulsos destructivos, el estancamiento de la libido se convierte en un
peligro debido a la difusión de los instintos y a la amenaza interna del
instinto de muerte.
 La ansiedad es, pues, una reacción afectiva, general y congénita, con la
doble finalidad de defensa ante la estimulación excesiva, ya sea de origen
interno o externo, y de drenaje del sobrante de excitación psíquica
producida por tal estimulación, reduciéndola al nivel adecuado para
restaurar el equilibrio homeostático.
 El contenido de la ansiedad depende del nivel de evolución de la libido,
mientras que la forma depende del grado de evolución del yo.
 Desde el punto de vista del contenido, podemos decir que en las fases
pregenitales, en que los impulsos destructivos alcanzan su apogeo, la
ansiedad contendrá más elementos sado-masoquistas que en el estadio
genital. En el estadio edípico, los impulsos que originan el conflicto son
impulsos genitales, y la ansiedad corresponde a la ansiedad de castración.
 Por otra parte, en la forma de la ansiedad podemos observar el grado de
evolución del yo que a ella corresponde. La ansiedad en la que predominan
aquellos síntomas paroxísticos, con especial énfasis en las molestias
cardíacas y respiratorias, es la que corresponde al estadio de máxima
desorganización y mínima capacidad por parte del yo para hacer frente,
relacionada a los primeros tiempos de la vida, siendo su prototipo la
ansiedad provocada por el trauma del nacimiento.
 La ansiedad con gran componente de temblores y tensión muscular
pertenece a la época en la cual el yo se halla suficientemente maduro para
organizar la huida ante el peligro, pero en la que esta huida se halla inhibida
por los elementos sado-masoquistas de la ansiedad.
 La ansiedad propia del estadio genital se presenta con una sintomatología
especial entre somática, con fenómenos de conversión.
 La ansiedad fundamentalmente caracterizada por un miedo difuso, sin
síntomas corporales, es la que corresponde a la etapa de evolución en la
que el superyó se halla claramente diferenciado y constituye la fuente del
peligro percibido por el yo; es decir, se trata de la ansiedad provocada por
el conflicto entre los impulsos instintivos y la severidad del superyó.

Psicodinamia de los trastornos de ansiedad

 En la neurosis de ansiedad hay en respuesta a un estímulo externo y actual


que puede oscilar desde una situación de estrés, hasta la frustración y el
estancamiento libidinoso que es reactivado y aún cuando la persona intenta
mantener la represión, no logra el control completo de los impulsos
rechazados.
 El individuo no es consciente de la causa de su ansiedad, pero sí de ésta, o
bien de los síntomas.
 Es un reflejo del miedo interno ante los conflictos inconscientes que el yo no
ha podido manejar y resolver adecuadamente.
o La neurosis de ansiedad es un estado en el cual el yo no ha
aprendido aún a defenderse contra la ansiedad.
 Es el resultado de una tensión interna, difusa y envolvente, no controlada ni
vinculada psíquicamente, ni resuelta por la acción. Esta tensión interna es
exteriorizada de alguna forma a través de descargas emotivas, motrices o
psicosornáticas, constituyendo los que se denominan «equivalentes de la
ansiedad», que pueden ser somáticos o psíquicos, sin que ello sea
suficiente para eliminar la ansiedad debido a que subsiste el conflicto
interno.
 El individuo afecto de una neurosis de ansiedad se encuentra bajo el
sentimiento de una amenaza constante, a la espera de un peligro inminente
que puede presentarse de un momento a otro, pero siempre impreciso e
indefinido. Debido a la tendencia del angustiado por concretar y definir su
temor, cualquier pequeño obstáculo, cualquier circunstancia nueva o poco
conocida, todo lo imprevisto o que requiere una distinta adaptación, queda
investido inmediatamente de la cualidad de lo malo, lo amenazador y lo
peligroso. No es capaz de distanciarse de la ansiedad que le atormenta,
sino que se siente totalmente invadido se hallan totalmente bajo sus
efectos, mental y corporalmente, incapaces de controlar la tensión interna
que los consume.

Curso de un trastorno de ansiedad

 Un sujeto aparentemente en buena salud, pero con importantes dificultades


inconscientes, se encuentra con: Un factor precipitante, como:
 a) un
incremento de las presiones y exigencias externas;
 b) una movilización de
los conflictos reprimidos;
 e) una disminución de la capacidad de
adaptación.

 Todo ello amenaza, al debilitar los mecanismos de represión de los
conflictos inconscientes, con producir la ruptura de la homeostasis
emocional, dando lugar a:
o Ansiedad
o Regresión: en el sentido de que los esfuerzos para la adecuada
adaptación quedan desplazados, desde los problemas actuales, a
los tempranos conflictos infantiles. En la consiguiente lucha para
eliminar la mayor cantidad posible de la ansiedad que emerge de la
amenaza de enfrentamiento con los conflictos infantiles, el enfermo
recurre inconscientemente a otros mecanismos.
o Si se halla predispuesto, por su propia experiencia o por transmisión
de actitudes parentales, a preocupaciones excesivas acerca de la
salud corporal, el mecanismo puede ser: racionalización, a través de
la cual llega a convencerse de que la ansiedad que experimenta se
halla producida por alguna enfermedad somática.
o Pero, dado que esta racionalización no evita la aparición de la
ansiedad, con frecuencia aparece también el mecanismo de
desplazamiento de la ansiedad hacia un órgano o sistema. En este
caso, disminuyen las manifestaciones psíquicas de la ansiedad y
aumentan los equivalentes somáticos de la misma. Cuando este
desplazamiento se dirige hacia situaciones, animales o cosas,
aparecen las denominadas «fobias».
Psicodinamia del TAG

 Síntoma esencial es la espera ansiosa, la aprehensión, incertidumbre e


inquietud constante. Cualquier circunstancia nueva, imprevista, despierta y
reactiva la ansiedad latente. Se sienten obligados a pensar lo peor,
afirmación con la cual, tal vez sin darse cuenta, expresan el carácter
forzado de sus temores, a los que, al mismo tiempo, ellos distinguen de la
tristeza y el pesimismo. Por otra parte, estos temores se desvanecen con la
misma rapidez con que se han instaurado, fijándose en otra posibilidad o
circunstancia, para volver a cambiar con la misma celeridad.
 Ven sólo los aspectos negativos, inciertos y amenazadores de toda
determinación. La actitud de vigilancia y alerta continua originada por la
espera ansiosa da lugar a un control y una rigidez, tanto en la esfera
somática como en la psíquica, que en el primer caso se expresa por tensión
y envaramiento muscular y en el segundo por un bloqueo de las emociones,
con falta de espontaneidad y evidente dificultad para la exteriorización de
los sentimientos.
 Todo estímulo despierta de inmediato una viva reacción, al mismo tiempo
que el descenso del umbral de sensibilidad y la intensidad de las
respuestas dan lugar a que el estímulo sea dolorosamente experimentado.
La brusquedad y prontitud de las reacciones psicosomáticas al estímulo
hacen que el control de las mismas escape al sujeto, presentándose cierto
grado de incontinencia emocional y modificaciones rápidas del estado de
ánimo.
 En estas condiciones el sueño se encuentra alterado, ya sea por la
dificultad de conciliado, ya sea por el rápido despertar después de breves
horas de reposo, ya sea por la presencia de pesadillas, lo cual da lugar a
que, pese a permanecer suficientes horas en cama, estos enfermos se
levanten con la sensación de no haber descansado y aun con la de sentirse
más fatigados de lo que estaban en el momento de acostarse. Este sueño
breve e intranquilo, unido a la contracción muscular continua y al constante
estado de alarma, provoca una sensación de fatiga crónica, generalmente
acompañada de dolores musculares, sentimientos de astenia e
incapacidad, trastornos de la sexualidad, etc.
 Es una ansiedad de tipo crónica: Su vida está matizada por la ansiedad, sin
que ésta llegue a incapacitarles de una forma grave para el trabajo, vida
familiar y social, etc. Sin embargo, su existencia está entretejida de
constantes preocupaciones, inquietudes e inseguridades
desproporcionadas a la realidad de las situaciones que deben afrontar.
Cualquier determinación a tomar es causa de dolorosas incertidumbres.
Todo malestar somático provoca graves presentimientos, y el más nimio
suceso inesperado origina un angustioso sobresalto.
Psicodinamia de los ataques de pánico: Crisis paroxísticas

 Muchas veces la crisis de ansiedad es un episodio único a partir del cual se


establece todo el restante cuadro sintomático. Cuando la crisis es de
aparición nocturna, el enfermo despierta bruscamente, sobresaltado y presa
de una extraordinaria inquietud. Experimenta una sensación de ahogo,
constricción torácica y opresión cardíaca. Estas sensaciones van
acompañadas del sentimiento de muerte inminente, terror e impotencia. La
musculatura contraída y la respiración suspirosa, sin que su presencia y su
solicitud logren aliviarle. Progresiva y rápidamente se presentan diversos
trastornos neurovegetativos: dolores abdominales, temblor generalizado e
incoercible, palidez acusada, diarrea, poliuria, tenesmo rectal y vesical,
vómitos, sequedad de boca, etc. El final de la crisis suele venir señalado
por una sudoración fría, tras la cual los síntomas mencionados van
desapareciendo paulatinamente, quedando el enfermo en un estado de
intenso cansancio y postración, a la vez que aterrorizado ante la sola idea
de que la crisis vuelva a repetirse.
 Los individuos afectos de neurosis de ansiedad buscan, a veces
desesperadamente, una alteración somática que justifique sus molestias.
La racionalización contribuye a la represión de la verdadera fuente de la
ansiedad
 Su curso de evolución es agudo. Su vida social, laboral y familiar queda
profundamente alterada por la presencia de la expectación ansiosa. Muy a
menudo, este estado va acompañado de síntomas somáticos: taquicardia,
disnea, vómitos, etc. El insomnio es persistente y el escaso sueño es
perturbado por pesadillas.
 Estos estados intensos de ansiedad no suelen ser de mucha duración, y
progresivamente la ansiedad se organiza en fobias, hipocondría, etc., o
bien disminuye en intensidad, persistiendo en grado más atenuado y dando
lugar a las formas crónicas.

Etiología de las fobias

 Los propios impulsos agresivos dirigidos contra uno mismo constituyen


muchas veces la causa del temor que origina la fobia. Se trata de impulsos
sádicos primariamente dirigidos contra el objeto y ello da lugar a que
aquellos estímulos que pueden originar la emergencia de impulsos
agresivos desencadenen un temor fóbico, puesto que la destructividad es
sentida como una amenaza personal.
o Ejemplo: el temor a la infección puede ser la consecuencia de los
impulsos oral-sádicos de incorporación dirigidos contra el objeto, ya
que aquello que en la fantasía se incorpora agresivamente se
convierte en el interior en un objeto malo, destructivo y perseguidor.
Los gérmenes temidos por el sujeto con fobia a las infecciones
representan los objetos devorados y destruidos en la fantasía
inconsciente, los cuales a su vez destruirán y devorarán en el interior
del sujeto fóbico. La fobia a la infección puede ser también la
consecuencia de los impulsos a atacar y ensuciar con las heces,
pertenecientes a la etapa sádico- anal (segundo y tercer años de
vida). En estos casos, la fobia a la infección, así como la fobia a la
suciedad, con sus comportamientos de evitación de cualquier peligro
de suciedad o infección, etc., actúa a manera de protección contra
dichos deseos de atacar con los excrementos.
 Una fobia tenía el carácter de proyección, es decir, que un peligro instintivo
era reemplazado por un peligro venido de fuera; el peligro instintivo sólo es
tal peligro en cuanto que determinados deseos instintivos se derivará un
peligro externo, es decir, la amenaza de castración, por lo que puede
decirse que en la fobia lo que se realiza es sustituir un peligro externo por
otro. Melanie Klein dice que existe el miedo del sujeto a sus propios
impulsos destructivos y a sus padres introyectados.
 Según Freud, a la fobia a diversos animales, la ventaja principal estribaría
en que, mientras que el padre no puede ser eliminado y aparece cuando
quiere, el desplazamiento del temor al padre a un animal posibilita librarse
del peligro con tal de evitar la vista del animal. Por debajo de esto estaría
no sólo el miedo a ser castrado, sino todavía un miedo más primitivo a ser
devorado por el superyó, de modo que la fobia constituiría en realidad una
modificación de la ansiedad perteneciente a los estadios más tempranos.

Psicodinamia de las fobias

 Desplazamiento de la ansiedad sobre los llamados estímulos fóbicos, que


pueden ser personas, animales, cosas, situaciones o actos, los cuales
producen al sujeto un terror intenso e invencible que se conoce con el
nombre de fobia. Cuando el estímulo fóbico no puede ser evitado,
sobreviene una dramática crisis de ansiedad. La finalidad de la fobia es
evitar la ansiedad provocada por un conflicto instintivo, mediante el
desplazamiento del estímulo ansiógeno al exterior.
 El mecanismo de defensa específico contra la ansiedad, es el
desplazamiento. Se efectúa hacia el mundo exterior, lo cual permite el
aislamiento de la situación fobógena, por una parte, y la puesta en marcha
de defensas secundarias dirigidas a evitar esta situación, por otra.
 Este miedo es considerado, por la misma persona que lo sufre, como
absurdo y en desproporción con cualquier peligro real. El sujeto utiliza los
llamados comportamientos de evitación. Además de un temor irracional al
estímulo fóbico, se presenten los comportamientos de tipo defensivo para
escapar a la ansiedad que provoca el enfrentamiento con aquél.
 La existencia de estos comportamientos defensivos y de evitación es
precisamente lo que permite distinguir las fobias de otros miedos. Un temor
no debe ser considerado como una fobia, en sentido estricto, más que en el
caso de que determinado estímulo llegue a constituirse en el foco del
miedo, de tal manera que el sujeto que lo sufre se vea obligado a realizar
ciertos actos u omitir determinadas actividades, a fin de evitar dicho foco.
 Junto con el comportamiento de evitación propiamente dicho, casi siempre
encontrarnos lo que podemos denominar medidas de afianzamiento,
consistentes en que el enfermo se protege de la ansiedad mediante la
presencia de algún familiar o persona de confianza, de la misma forma que
propende a no perder contacto con los lugares y situaciones conocidos a
los que utiliza como defensa contra su temor. Así, por ejemplo, muchos
agorafóbicos pueden andar por la calle únicamente en las cercanías de su
domicilio,
 Las fobias se presentan también en numerosos cuadros clínicos,
especialmente en las neurosis de ansiedad, la histeria, las neurosis
obsesivas y las esquizofrenias. En presencia de una fobia, es necesario
aclarar si nos hallamos ante una neurosis fóbica o si aquélla forma parte de
otra entidad psiquiátrica.
 De acuerdo con la estructura de esta fobia, que podemos considerar
paradigmática, los aspectos esenciales a tener en cuenta en la patogenia
de las fobias son: a) las fuentes de la ansiedad; b) la represión.; e) el
desplazamiento y la evitación; d) la elección del objeto fóbico y el
simbolismo; e) la proyección; la regresión y la agresividad.
 Las fuentes de la ansiedad: una de las situaciones típicamente productoras
de ansiedad en el niño es la que se deriva del peligro de la pérdida de amor
y apoyo por parte de la persona encargada de sustentar la vida del niño
durante los primeros tiempos de su existencia, es decir, la madre (objeto
primario). Por tanto, la ansiedad en las relaciones madre-hijo está presente
mucho antes de que se inicie la primera fase genital (fálica).
o La ansiedad neurótica es una respuesta arcaica, propia de la etapa
de desvalimiento infantil, desencadenada de nuevo por un estímulo
actual. Ello hace que se trate de una respuesta irracional, no
adecuada a la situación presente. La condición para que el estímulo
actual reactive tal respuesta estriba en su capacidad para renovar los
temores infantiles de pérdida del amor del objeto, abandono y
castigo, acompañados de sentimientos de desvalimiento.
o La ansiedad actúa como una útil señal de alarma durante este
período de aprendizaje, ya que se presenta cuando algo es
percibido, consciente o inconscientemente, como una amenaza para
esta necesidad de conservar el amor y apoyo de los primeros
objetos. La ansiedad alerta al individuo para que se oponga a
aquellos impulsos contrarios a tales fines y que, por tanto,
acarrearían su destrucción. Son precisamente los impulsos agresivos
propios de la fase oral-sádica los que, por dirigirse contra los
primeros objetos, provocan tal situación. Lo mismo ocurre con los
impulsos libidinosos, cuando domina en ellos el componente sádico
de las fases pregenitales.
 La represión: lo reprimido continúa buscando su expresión a través de
algún tipo de comportamiento, siendo los síntomas neuróticos, de los que la
fobia forma parte, una manifestación y descarga de los impulsos reprimidos.
Esta vuelta de lo reprimido, a través de los síntomas, puede traducirse, en
algunas fobias, por el hecho de que aquello que la persona teme es lo que
inconscientemente desea. En otras fobias, la expresión de lo reprimido es
más indirecta, puesto que el estímulo fóbico no representa los impulsos
peligrosos para la seguridad del sujeto, sino el castigo que en su fantasía
inconsciente seguirá a dichos impulsos.
 Desplazamiento y evitación: gracias al proceso de desplazamiento, una
emoción es transferida desde su fuente original a un sustituto más
fácilmente aceptable. Añadido a la represión conduce al desarrollo de una
fobia. Por medio del desplazamiento, el sujeto combate la ansiedad de
origen inconsciente y motivada por la presión de los impulsos reprimidos,
ligándola a una situación externa, concreta y evitable. Gracias al
desplazamiento, el impulso agresivo primitivo puede continuar reprimido.
Esta resolución tiene un precio, limitado el desenvolvimiento de su vida a
causa de su miedo. La huida ante un impulso interno sentido como
peligroso, desplazándolo hacia una situación externa y evitando ésta,
constituye el mecanismo típico de la neurosis fóbica. Aquí, el individuo
cambia un peligro interno, los impulsos prohibidos, por uno externo. La
restricción impuesta por la fobia le permite escapar a la persistente
ansiedad interna, sentida como mucho más intolerable que todas las
limitaciones impuestas por la fobia.
 Simbolismo: el simbolismo subyacente a ésta se encuentra en íntima
relación con el estímulo fóbico elegido (animal, cosa, situación, etc.), puesto
que debe tratarse de un estímulo capaz de expresar todo el significado
inconsciente de la fobia: los impulsos reprimidos, su satisfacción, el castigo
temido, etc. El estímulo fóbico representa la condensación de todos los
determinantes de la fobia, incluyendo los impulsos peligrosos y las
amenazas de castigo provocadas por los mismos, contra los cuales la fobia
es una defensa.
o Así como el sueño manifiesto es únicamente una transformación del
verdadero significado del sueño, acerca del cual el soñador
permanece inconsciente, así también la fobia es la expresión externa
del conflicto instintivo reprimido y conscientemente desconocido por
el fóbico.
 Proyección: una tendencia general del funcionamiento psíquico consiste en
atribuir a los seres y cosas que nos rodean los mismos sentimientos,
deseos, fantasías, etc., que experimentamos en nosotros mismos. En la
neurosis fóbica de los adultos el sujeto es capaz de enjuiciar
adecuadamente la realidad, de manera que comprende que su ansiedad
obedece a causas internas, es de tipo subjetivo y no se halla basada en un
peligro objetivo y externo.
 Regresión y agresividad: en casi todas las neurosis fóbicas existe cierto
grado de regresión, especialmente utilizado en la estructuración de la fobia.
En ella, los impulsos propios de las fases pregenitales se hallan encubiertos
y mezclados con los impulsos genitales. En general, el temor a ser
devorado o mordido por animales, que es una fobia muy común en la
infancia, corresponde a una reactivación regresiva de los impulsos
pertenecientes a dicha etapa oral.
 Otro aspecto de la regresión consiste en
que el sujeto intenta, de alguna manera, recuperar la protección y el apoyo
de que gozaba en su infancia por parte de sus padres, a fin de que éstos le
ayuden a vencer los peligros que teme, y que derivan de sus propios
impulsos.

Psicodinamia de la agorafobia

 Necesidad de que una persona los acompañe cada vez que tienen que salir
a la calle. Este compañero, verdadero sustituto de los padres, satisface las
necesidades de cuidado y dependencia del sujeto, utilizándosele como una
«buena madre», que protege contra los miedos y los peligros. Pero en otras
ocasiones, o al mismo tiempo, el compañero representa también a los
padres contra quienes se dirigen los deseos de muerte, de manera que el
fóbico precisa de su constante presencia para asegurarse de que sus
impulsos destructivos no han surtido efecto y de que los padres,
inconscientemente odiados y atacados, continúan viviendo. Es también
frecuente, en la neurosis fóbica, la presencia de un temor morboso y
extremado acerca de que alguna persona querida pueda haber sufrido
algún daño.. El análisis de este tipo de temor demuestra que existe un
conflicto amor-odio en relación con esta persona o en relación con quien es
representado por ella, de manera que los peligros de los que debe ser
protegida son los propios impulsos agresivos del sujeto.
 En algunas ocasiones, el compañero es sentido como una protección
contra los propios impulsos prohibidos. La necesidad del compañero puede
obedecer al secreto deseo de dominar y controlar a las otras personas a
través de la fobia.


Neurosis obsesiva. En las fobias de impulsión, lo que teme el enfermo no es


ninguna situación, animal o cosa, sino sus propios impulsos Asimismo, son
frecuentes en las neurosis obsesivas las fobias a los microbios y a la suciedad,
que dan lugar a complicadísimos rituales que van mucho más allá de la simple
evitación del fóbico. En conjunto, en la neurosis obsesiva la fobia se halla
mucho más intelectualizada; la ansiedad es menor; los comportamientos de
evitación son verdaderos ceremoniales, la mayor parte de las veces
desprovistos de un sentido externamente comprensible, al contrario de lo que
sucede en las neurosis fóbicas, en las que, pese a lo irracional del temor, la
conducta destinada a evitar el estímulo fóbico se ajusta a la realidad de los
hechos, de modo que, por ejemplo, el que sufre fobia a los ascensores se
niega simplemente a entrar en un ascensor. En la neurosis obsesiva, la
defensa contra la fobia se centra en una lucha contra los propios sentimientos
e impulsos, mientras que en la neurosis fóbica se trata, desde el punto de vista
clínico, de una huida de determinado aspecto de la realidad externa.

Referencia: CODERCH, J. (1991). PSIQUIATRÍA DINÁMICA, HERDER,


ESPAÑA.

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