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Explicando el cuadro
Estos cuatro cuadrantes son dinámicos, de modo que aumentan y disminuyen
según nuestro momento vital, tipo de relación en el que estamos o el entorno
donde nos encontramos. Pero al mismo tiempo son dependientes, es decir, un
cambio en una de las áreas tiene como consecuencia que las otras se movilicen.
Es así como al dar a conocer parte de cómo somos, estamos reduciendo el área
oculta y aumentando el área libre. Este hecho también implica que se tienen
diferentes caminos para llegar al mismo fin, por ejemplo, el área libre también se
amplía a medida que el otro nos hace saber cómo nos ve, reduciendo el área
ciega.
Los 16 tipos distintos de relaciones interpersonales
Asimismo, este modelo se centra en las relaciones con otras personas, en que
el conocimiento de uno mismo no sólo se logra con la introspección, sino también
por la información del exterior. De la misma manera, también al relacionarnos, el
otro tiene su propio modelo de su ventana de Johari. De esta forma, se pueden
dar un total de 16 tipos diferentes de relaciones. Para no extenderse, sólo se
incidirá en algunas de ellas.
Relaciones de área libre
En ambas personas predomina el área libre. De esta forma, la relación se
caracteriza por una comunicación clara y precisa, ya que no hay lados ocultos y
se tienen los conocimientos necesarios para ser comprendido y comprender.
Son relaciones en las que se favorece la empatía y la aceptación, que permiten
entender la congruencia que regula cómo la otra persona hace, piensa y siente.
Son personas entre las que la comunicación fluye y se muestran sinceras
recíprocamente. La palabra clave de las relaciones de área libre es la
comprensión.
La otra persona se convierte en un acompañante, en alguien que entiende tus
necesidades, y tú entiendes las suyas; una persona que conoce qué significan
miradas y gestos y que, a pesar de las diferencias, el conocerlas os hace
sintonizar. Sin embargo, como parte negativa, no hay reservas y uno puede
sentirse vulnerable. Con una gran área libre, cuidado con enfados y rabia, que a
veces funcionamos con impulsividad y si la zona libre es grande, se sabe bien
dónde herir. De la misma forma, en contra de la claridad se pierde el misterio; al
dejar todo tan claro no hay muchas preguntas que hacerse del otro y puede
resultar anodina la interacción. Bien que con tanta comprensión se sabe bien
cómo pedir perdón; o cómo brindar espontaneidad, pero la pregunta en estos
casos es ¿realmente existe intención?
Relaciones de área oculta
En este caso el mayor cuadrante es el del área oculta, por tanto, casi no se
conoce al otro. Son relaciones que priorizan la seguridad, el mantenerse a
resguardo y avanzar poco a poco para no ser dañados. Se podrían caracterizar
como relaciones de mucho respeto hacia la intimidad, en tanto que mantener la
propia área oculta implique tener especial atención con los límites y las fronteras
en las que empieza la propia y la ajena. Por tanto, el foco de la relación es el
cómo recibir, y la palabra clave para este tipo de relaciones sería el cuidado.
Sin embargo, son relaciones con el miedo como emoción principal, en las que
puede predominar el temor a ser herido o a los juicios. Eso puede provocar que
cuesta dar pasos y se avance lentamente para todo el camino a recorrer.
También hay temor ante el conflicto, de forma que lo más probable es que se
tienda a callar las cosas, hasta que un día se explote, claro. De la misma forma,
si es mayor la tendencia a esconderse que a descubrir al otro, la comunicación
puede resultar tangencial, nada clara, de forma que las personas nunca lleguen
a encontrarse.
Relaciones de área ciega
Se tratan de relaciones en las que las personas tienen mayor incidencia en su
zona ciega. A diferencia de las de área oculta, cada día es un descubrimiento,
pero de cómo es uno como persona. Son relaciones basadas en el dar,
caracterizándose por ser muy sociables; podríamos decir extrovertidas e
impetuosas. El eje principal es la comunicación, concretamente en el expresar
cómo se percibe a la otra persona; exploradores interpersonales.
Por tanto, son una fuente de aprendizaje personal que promueven un mayor
autoconocimiento, en las que te ves en los ojos del otro. Es así como su palabra
clave es crecer. Pero atención, que algunas veces no se crecen para bien. Por
contraparte, es probable la aparición de prejuicios y en discusiones se puede
tachar a la otra persona de lo que no es y, lo que es peor, que se lo crea.
Asimismo, la impetuosidad deriva más fácilmente en conflictos, ya que no
siempre estamos conformes sobre cómo nos dicen que somos; y centrarse en el
dar también puede ser para lo malo en esos momentos.
Relaciones de área ciega-oculta
Son relaciones estimulantes, ya que para el explorador de área ciega, se
encuentra toda una enorme área oculta que sacar a la luz en la otra persona. Es
un reto descubrirla y un misterio el saber cómo entiende el mundo la otra
persona. Asimismo, para el cuidadoso oculto también se añade otro reto, el
seguir manteniéndose al resguardo, el no ser descubierto. Son relaciones que
motivan a modo de juego: descubrir y esconderse. Visto como un juego, se
caracterizan por tener muchos altibajos y sorpresivas por no tener un ritmo
estable; hoy en el dado toca un 1, mañana un 6, ¡a la siguiente vuelvo a la
primera casilla! Debido a ello, su palabra clave es la intensidad.
Por el contrario, cuidado que las expectativas que se crean pueden no cumplirse
y es más, si escarbas mucho en el otro, se puede producir rechazo. Son
relaciones que pueden tener tendencia a la toxicidad por la dependencia y
contradependencia; uno por obsesionarse con desentrañar secretos y el otro por
la comodidad de tener una persona constantemente por él. Pueden darse
entonces desajustes en el ritmo de cada uno de la relación; mientras que el ciego
da pasos sin mirar, el oculto vigila cada uno. Asimismo, su inestabilidad podría
convertirlas en relaciones frágiles, que fácilmente ambas personas puedan
dañarse y herirse.
Algunos matices y preguntas al aire
Puede que se eche en falta las relaciones de desconocidos, pero en esos casos,
¿cómo se puede hablar de relación? Al fin y al cabo es el inicio de todas, el
encontrarse con una persona y desconocer cómo es, así como desconocer cómo
serás cuando te relaciones con ella. Porque si la Ventana de Johari es dinámica,
también lo son todas las tipologías que se derivan de ella. Tras ser
desconocidos, quién sabe si nos motivará el conocer al otro y seremos ciegos; o
bien tendremos grietas de experiencias pasadas y preferiremos permanecer
ocultos.
Quién sabe si tras resguardarnos ganamos la confianza suficiente y pasamos a
descubrir al otro, dejar entrar la luz y cegarnos. Quién sabe si en nuestra
exploración de los misterios resultamos heridos y nos ocultamos, nos
resguardamos. Pero si no se sabe bien el camino, si se sabe el fin, un área libre
en la que simplemente eres, en la que simplemente es, pues como bien dice su
nombre, libre.