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Izquierda y política
en la agenda neoliberal venezolana
Steve Ellner
Steve Ellner: profesor de Historia Económica en la Universidad de Oriente (Anzoátegui,
Venezuela); autor de varios libros y artículos sobre historia y política venezolanas, entre
ellos El sindicalismo en Venezuela en el contexto democrático, 1958-1994, Tropvkos,
Caracas, 1995.
Resumen:
Con la aplicación del programa neoliberal durante el gobierno de Carlos
Andrés Pérez (1989-1993), la discusión pública sobre las privatizaciones se
centró en algunos términos como beneficios laborales, normas ambientales
y precio base. La candidatura del comandante Hugo Chávez para las
elecciones presidenciales de 1998 ha retomado la posición izquierdista
tradicional de definir la industria básica como coto del Estado. El programa
electoral de Chávez está enfrentado a tres contrincantes independientes que
adoptan un discurso neoliberal. La consolidación del paradigma chavista ha
reinstalado saludablemente en la izquierda venezolana temas y propuestas
que parecían olvidadas.
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De hecho, esa inconstancia ha llevado a algunos politólogos a afirmar exageradamente que la
política venezolana se centra sólo en personalidades y no en posiciones de fondo. Entre los
defensores de esta posición se encuentra Michael Coppedge: Strong Parties and Lame Ducks:
Presidential Partiarchy and Factionalism in Venezuela, Stanford, 1994.
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2
Alberto Lovera: «Reajuste del ajuste» en El Ojo del Huracán, 7/12/1994, p. 2; Fernando
Rodríguez: «El futuro y el MAS» en El Ojo del Huracán, 1/7/1994.
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Las desventuras políticas de Caldera durante esos años quedaron a la vista en las
elecciones estatales y municipales de 1995, cuando su partido, Convergencia
ganó solamente en uno de los 22 estados. En contraste, los masistas obtuvieron
dos gobernaciones claves, Lara y Aragua, además de Portuguesa y Sucre Al año
siguiente. Caldera elegiría al MAS como su principal soporte al otorgarle tres
cargos ministeriales. Uno de ellos fue para el teórico izquierdista Teodoro Petkoff
(ministro de Cordiplan); otro líder histórico del partido, Pompeyo Márquez, recibió
el Ministerio de Fronteras.
Y en tercer lugar. Caldera era políticamente más astuto que Pérez, cuya fe ciega
en su carisma lo llevó a imponer de manera precipitada políticas de «shock»,
desdeñando la ardua tarea de lograr un consenso de conformidad con la tradición
democrática del país. La manifestación más importante de esa búsqueda de
consenso fue la creación de la Comisión Tripartita, compuesta por representantes
de los trabajadores, los empresarios y el gobierno, que reformó el sistema de
seguridad social e introdujo aumentos del salario mínimo –una iniciativa que antes
partía del gobierno o del Congreso. Debe decirse que los partidarios de Caldera
no pierden tiempo en señalar que el papel de la Comisión Tripartita en la
concepción de leyes de importancia ha sido señalado como un ejemplo a seguir
por otras naciones a escala mundial3.
3
Enrique Ochoa Antich: ¿Adiós al MAS?, Caracas, 1997, p. 205.
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4
Teodoro Petkoff: Por qué hago lo que hago, Alfadil, Caracas, 1997, pp. 62-74.
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Los principales actores del debate sobre la privatización han seguido dos
estrategias opuestas –a la de los neoliberales radicales y a la de los «no
dogmáticos»– con importantes implicaciones para los trabajadores. La posición no
dogmática, puede catalogarse de «izquierdista». Se define por su rechazo a la
estrategia neoliberal, y por lo tanto se ilustra mejor con una discusión de las
posiciones neoliberales sobre la privatización.
Para los neoliberales, en vez del precio «base» (precio mínimo establecido por el
gobierno), le correspondería al mercado determinar el valor definitivo de las
empresas a privatizar. Aceptan que se fije un precio base, pero sólo para evitar
recelos de la opinión pública en cuanto al manejo del proceso, e insisten en que la
cantidad (en palabras del miembro del gabinete de Carlos Andrés Pérez a cargo
de la privatización) sea «la menor que el gobierno esté dispuesto a aceptar para
atraer... el mayor número de ofertas»5.
5
Gerver Torres: ¿Quiénes ganan? ¿Quiénes pierden?: la privatización en Venezuela, Caracas,
1994, pp.120,125-127.
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6
El Diario de Caracas, 16/6/91, p. 24.
7
Mary Mogollón: «El sindicalismo en Venezuela» en Veneconomía, 4/1994, pp. 9-11.
7
Estado, ni una regulación estatal continua. Criticaron al Congreso por haber citado
en numerosas ocasiones al entonces presidente de la recién privatízada Cantv
para interrogarlo sobre ciertas políticas de los nuevos dueños de la compañía.
8
T. Petkoff: «Privatización: no existe ley que norme el proceso» en Punto, 29/11/1990, p. 3.
8
El actual presidente del FIV, Alberto Poletto, a cargo del proceso de privatización,
intentó refutar la posición no dogmática. Conforme a la estrategia neoliberal que
asignaba máxima prioridad a la privatización, Poletto argumentó que el continuo
deterioro de la Corporación Aluminios de Venezuela exigía una solución
inmediata. Se oponía a otras opciones de la privatización, porque tendrían que ser
llevadas al congreso para su aprobación. Poletto afirmaba también que la
privatización era la única modalidad que permitía la inamovilidad laboral –nunca se
aceptó la propuesta sindical de seis meses de estabilidad numérica–, la venta de
20% de las acciones de la compañía a los trabajadores y otros beneficios
laborales de la propuesta original que el FIV seguía defendiendo.
Las comisiones del Congreso han sido un escenario clave para la articulación de
la posición no dogmática. Congresistas de todos los partidos, incluyendo el MAS,
AD y –en menor grado– Copei, han cuestionado seriamente varios aspectos de los
programas de privatización de Pérez y Caldera. En el Congreso Luis Raúl Matos
Azocar (entonces presidente de la Comisión para las Privatizaciones) junto con
parlamentarios del MAS y de la Causa R plantearon serias objeciones a la
privatización de la Cantv en 1991 y a la Ley de Privatización que introdujo al
mismo tiempo Pérez.
9
Gonzalo Galván: La nación, AD y las transnacionales» en Zeta 2-14/4/1998, p. 22.
10
The Economist, 22/3/1997, p.52
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Varios factores explican ese cambio abrupto en el MAS. El más importante quizá
sea que Chávez cuenta con un respaldo considerable entre las bases del partido.
Según una encuesta realizada por el politólogo estadounidense David Myers, más
del 40% de los miembros estaba a favor de su candidatura. De hecho, Leopoldo
Puchi, que antes apoyaba a Irene, reconoció que la base le había impuesto al
partido la candidatura de Chávez. En segundo lugar, Puchi y otros líderes del MAS
decidieron que la posición de centroizquierda en el espectro político, abandonada
10
por el partido al defender la Agenda Venezuela, era un terreno fértil y con pocos
competidores.
11
Víctor Hugo D’Paola: «La tragedia de la dirección masista», folleto, 1997.
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12
Pablo Medina, entrevista personal, Caracas, 22 de junio de 1998.
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