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¿QUIÉN ES JESÚS?
Una misionera que trabajaba con niños en el Oriente Medio iba conduciendo su
jeep por un camino solitario cuando se quedó sin gasolina. No llevaba un
recipiente adecuado para traer la gasolina de la estación más cercana y todo lo
que pudo encontrar fue un orinal. Caminó más de un kilómetro hasta que encontró
una gasolinera y llenó el orinal con gasolina. Luego caminó de regreso a su
vehículo y mientras vaciaba el contenido en el depósito de su jeep, pasó un
Cadillac de lujo en el que viajaban unos jefes petroleros. Estos hombres estaban
absolutamente fascinados al ver como la misionera vaciaba el contenido del orinal
en el depósito de gasolina de su jeep. Uno de ellos abrió la ventana y dijo: “¡Mi
amigo y yo, aunque no compartimos su religión, admiramos profundamente su fe!”.
Algunas personas ven la conversación al cristianismo como un salto a ciegas, el
tipo de fe que se requeriría para esperar que un jeep funcionase con el contenido
usual de un orinal como combustible. Ciertamente se necesita un paso de fe. Sin
embargo, no es un salto de fe ciega, sino un paso de fe basado en pruebas
históricas. En este tema, quiero examinar porciones de esta evidencia.
Primera pregunta: ¿De veras existió Jesús? Un diccionario comunista ruso le
calificaba como un “personaje mítico que no existió”. Hoy en día, ningún
historiador serio sostendría algo semejante. Gracias a diversas fuentes, se sabe
de Él mucho más que sobre la mayoría de sus contemporáneos; por ejemplo, ¡hay
incluso fechas de nacimiento de emperadores romanos que desconocemos! Entre
las fuentes no cristianas, los historiadores romanos Tácito y Suetonio lo
mencionan. El historiador judío Flavio Josefo escribió unos años después: “en
aquel tiempo aparece Jesús, hombre sabio, si es que se le puede llamar hombre,
pues fue autor de obras prodigiosas, maestro de los hombres que reciben la
verdad con gozo.
Atrajo a muchos judíos y también a muchos griegos”. Después él mismo hace
referencia a la crucifixión y resurrección. Entre las fuentes cristianas, el Nuevo
Testamento habla de Jesús en detalle.
Segunda pregunta: ¿Cómo podemos saber si el Nuevo Testamento no ha sido
modificado a través de los siglos? La respuesta es que sí sabemos, con un gran
nivel de exactitud, gracias a la ciencia conocida como la crítica textual.
Básicamente, mientras mayor sea el número de copias disponibles y más reducido
sea el tiempo transcurrido entre la copia y el original, menos dudas surgen sobre
lo que el autor escribió. Se ha hecho un trabajo colosal con todas las fuentes
cristianas y no cristianas relativas a Jesús.
La tabla siguiente resume los hechos y muestra la extensión de la evidencia del
Nuevo Testamento:
Obra
Fecha en
que se
escribió
Primeras
copias
Tiempo
transcurrido
(años)
Número de
copias
Heródoto 488-428 a.C 900 d.C 1, 300 8
Tucídides c. 460-400 a.C c. 900 d.C 1, 300 8
Tácito 100 d. C 1100 1, 000 20
Guerra Gálica
de Cesar
58-50 a.C
900 d.C
950
9-10
Historia
Romana de
Livio
59 a.C – 17d.C 900 d.C 900 20
Nuevo
Testamento
40-100 d.C 130 d.C
(manuscritos
completos 350
d.C)
300 5, 000+ Griego
10, 000 Latín
9, 300 otros
Por ejemplo, Herodoto y Tucídides escribieron en el siglo quinto antes de
Jesucristo. El ejemplar disponible más antiguo de sus obras data del año 900. Hay
un intervalo de 1,400 años entre la redacción del texto y el ejemplar más antiguo, y
sólo existen ocho ejemplares. Para La guerra de las Galias, de Julio César, hay un
intervalo de 950 años y sólo existen diez ejemplares. Sin embargo, nadie pone en
duda la autenticidad de estas obras. Del Nuevo Testamento se dispone de un
ejemplar completo que data de 350, un intervalo de cerca de 300 años respecto de
los originales. Y no es que tengamos sólo una decena de manuscritos: hay 5,000
manuscritos en griego, 10,000 en latín y 9,000 en otras lenguas. En un libro de
referencia sobre las dificultades de la fe, el padre Descouvemont, basándose en
este análisis, concluye: “todos los historiadores, creyentes o no, tienen que
reconocer que ningún libro de la Antigüedad nos fue transmitido en tan perfectas
condiciones como el conjunto de los libros del Nuevo Testamento”. Esto en cuanto
a la fiabilidad.
Tercera pregunta: ¿Qué sabemos de Jesús? Los Evangelios trazan un retrato vivo
de Jesús. Poseía un cuerpo, podía cansarse, llorar, tener hambre, sentir dolor.
Experimentaba emociones humanas: amor, alegría, tristeza, compasión. Vivió las
grandes experiencias humanas: el nacimiento, el crecimiento, la educación, la
tentación, el trabajo, el duelo, el sufrimiento, el rechazo, la muerte. Era plenamente
humano, pero ¿era algo más? Les leo un intercambio de cartas que apareció en
L’Humanité, diario comunista francés (18/4/02):
Carta de sor Marie-Pierre a Bernard Thibault, secretario general de la CGT
(Confederación General del Trabajo, sindicato francés cercano al Partido
Comunista)
Señor. Soy una religiosa de clausura del monasterio de la Visitación de Nantes. El
19 de junio salí para un examen médico. Justo el día en que su Confederación
había organizado una manifestación. Deseo felicitarle por el espíritu de cordialidad
reinante. ¡Tanto que un joven miembro de su sindicato me hizo participar!
Efectivamente, sin que yo lo supiera, pegó en mi velo por detrás la nota que le
adjunto, después de haberme indicado el camino con una palmadita en la espalda.
Así, pues, realicé mi trayecto haciendo publicidad a su manifestación. La broma no
me fue revelada hasta que regresé al monasterio. Por la noche, en comunidad,
nos reímos de buena gana de esta anécdota. Me tomé la libertad de retraducir las
iniciales de su sindicato: CGT, en Cristo, ¡Gloria a Ti! Qué quiere usted, uno no
cambia? Gracias de nuevo por la alegría compartida. Rezo por usted. Hasta la
vista, quizá con ocasión de otra manifestación. Sor Marie-Pierre
Respuesta de Bernard Thibault
Hermana mía, estoy seguro de que nuestro joven compañero, que le “indicó a
usted el camino”, había leído en sus ojos la humanidad pura y gozosa que
encontramos en cada línea de su carta. Sin la menor duda se trata de un gesto
inspirado, con la convicción de que esta broma “cordial” sería vivida como la
expresión de una complicidad efímera y sin embargo profunda. Le perdono de
buena gana su original interpretación de las siglas de nuestra confederación, pues
no podemos menos que tener consideración por un carpintero que revolucionó al
mundo. Con todos mis sentimientos fraternales y calurosamente, Bernard Thibault,
secretario general de la CGT (Confederacion General de Trabajadores)
Muchos piensan: “Jesús era un carpintero que revolucionó al mundo, un gran
maestro espiritual o un profeta, pero nada más”. ¿Era Jesús algo más que un
maestro espiritual? Veamos lo que nos dice el Evangelio de San Mateo: «Cuando
llegó a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién
dice la gente que es el Hijo del hombre? Le respondieron: Unos dicen que es
Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas. Y
ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente
afirmó Simón Pedro”. (Mateo 16, 13-16).
Pero es posible estar con alguien sin darse cuenta de quién es. Les comparto,
nunca fui bueno para el deporte. En el examen final de la preparatoria tuve que
hacer un gran esfuerzo para no reprobar. Unas semanas antes, mientras
entrenaba con mi clase en los cien metros, iba lento y me faltaba el aire. Se me
acercó un hombre con ropa deportiva al que confundí con un profesor de
gimnasia. Los demás lo reconocieron de inmediato: Guy Drut, que acababa de
ganar la medalla de oro de los 100 metros con vallas en los juegos olímpicos. Se
aproximó y me propuso: “¿Quieres que te muestre cómo hacerlo mejor?” Todos
mis compañeros se detuvieron para vernos correr. Lo hice mucho mejor. Al final le
pregunté: “Es usted profesor de gimnasia?” Sonrió: “No”. “¿Corre usted a
menudo?” “Sí, amigo mío, mi nombre es Guy Drut y ¡he ganado una medalla de
oro en los juegos olímpicos!” Había estado conversando con él sin darme cuenta
de quién era. De la misma forma, los discípulos estuvieron mucho tiempo con
Jesús sin darse cuenta de quién era. Hasta que Pedro le dijo: “Tú eres el Cristo, el
Hijo de Dios vivo.” Intentemos evaluar la validez de esta afirmación.
I. ¿QUÉ DIJO JESÚS DE SÍ MISMO?
Algunas personas afirman que Jesús nunca dijo que era Dios. Es verdad que no
decía “Yo soy Dios”. Aún así, sus enseñanzas demuestran que estaba convencido
de ser a la vez hombre y Dios.
Centró sus enseñanzas en torno a sí mismo.
Los maestros espirituales o los profetas dirigen la atención de su público hacia
Dios, no sobre sí mismos. Jesús nos dice que solamente en una relación con él se
puede encontrar a Dios: “El que me ha visto a mi, ha visto al Padre” (Juan 14, 9).
En cada corazón humano hay hambre, hambre de amor, de seguridad, de sentido.
Jesús dice: “Yo soy el pan de la vida” (Juan 6, 35). Hay muchos que están
sumidos en la tristeza, la desesperación, la oscuridad. Jesús dice: “Yo soy la luz
del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida.” (Juan 8, 12). A los que están abrumados de preocupaciones y de angustias,
Jesús les dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo
les daré descanso” (Mateo 11, 28). A los que tienen miedo de la muerte, Jesús les
dice: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y
todo el que vive y cree en mí no morirá jamás.” (Juan 11, 25). Él nos enseña que
recibirlo es recibir a Dios, acogerlo es acoger a Dios, que aquellos que lo han visto
han visto a Dios. Una niñita está haciendo un dibujo. Su mamá le pregunta qué
representa. La niñita contesta: “estoy dibujando a Dios”. La mamá difiere: “no es
posible, nadie sabe cómo es Dios”. La niñita afirma: “¡se sabrá cuando acabe mi
dibujo!” Jesús dice: “¿quieren saber cómo es Dios? Mírenme a mí”.
Afirmaciones indirectas
Más allá de esta enseñanza que gira alrededor de Él mismo, Jesús indirectamente
indicó que se consideraba de condición divina. Por ejemplo, se decía capaz de
perdonar los pecados. Perdonar a alguien que nos ha hecho daño, todos podemos
hacerlo, pero perdonar a alguien que ha hecho daño a otra persona es otra cosa.
Los maestros de la ley, por cierto, se lo hicieron notar al acusarlo de blasfemia, ya
que sólo Dios puede hacerlo: “«¿Por qué habla éste así? ¡Está blasfemando!
¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?»” (Marcos 2, 7).
Jesús hizo otra declaración extraordinaria cuando afirmó que Él juzgaría al mundo:
“cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará
en su trono glorioso” (Mateo 25, 31-32). Las naciones serán agrupadas delante de
Él y Él las juzgará. Unos tendrán la vida eterna, otros padecerán el dolor de
quedar separados de Él para la eternidad. Él será a la vez el juez y el criterio del
juicio. Nuestra suerte dependerá de la forma en que le hayamos respondido en el
transcurso de nuestra vida. ¡Sería absurdo que un hombre ordinario hablara de
esta manera! Con esta afirmación Jesús se presenta como Dios Todopoderoso.
Afirmaciones directas
De igual manera Jesús afirmó ocasionalmente ser el Mesías, el Hijo de Dios. Por
ejemplo, después de la resurrección se les apareció a los discípulos cuando
Tomás no estaba presente, y éste dijo: “Mientras no vea yo la marca de los clavos
en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo
creeré”. Jesús se aparece y le dice a Tomás: “no seas incrédulo, sino hombre de
fe” Tomás le dice: “¡Señor mío y Dios mío!”. Tomás le llama Dios. Jesús no le dice:
“¡Deténte, no exageres!” Por el contrario, confirma: “Porque me has visto, has
creído, dichosos los que no han visto y sin embargo creen” (Juan 20, 25-29).
Si alguien les dice que Jesús nunca afirmó que fuera Dios, y no tienen tiempo de
consultar más que un solo texto, lean un poco antes, en el mismo evangelio. Jesús
dice: “El Padre y yo somos uno. Una vez más los judíos tomaron piedras para
arrojárselas, pero Jesús les dijo: “Yo les he mostrado muchas obras irreprochables
que proceden del Padre. ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?” No te
apedreamos por ninguna de ellas sino por blasfemia; porque tú, siendo hombre, te
haces pasar por Dios” (Juan 10, 30-33).
II. ¿QUÉ MOTIVOS TENEMOS PARA CREERLE?
Así, pues, Jesús afirmó que era Dios. Pero es necesario proseguir con nuestra
investigación para verificar sus declaraciones, porque los manicomios están llenos
de personas que se creen Napoleón o Dios. La pregunta que sigue es: ¿tenemos
motivos para creer que lo que dice es verdad?
C.S. Lewis, un famoso catedrático inglés de la Universidad de Oxford y autor de
“Las Crónicas de Narnia”, plantea bien el problema: “Un hombre, simplemente
hombre, que pretendiera lo que Jesús pretendió, no podría ser un gran maestro
espiritual. Sería un loco o un impostor. Que cada quien juzgue por sí mismo. O
Jesús era y es el Hijo de Dios, o bien era un loco o un impostor. No nos
conformemos con declarar pomposamente que era un gran humanista. Jesús no
nos dejó esa alternativa”. Entonces, ¿era un loco, un impostor o el Hijo de Dios?
¿De qué elementos disponemos para decidir?
Sus enseñanzas
Las enseñanzas de Jesús son ampliamente reconocidas entre las más bellas
jamás salidas de la boca de un hombre: “Ama a tu projimo como a ti mismo”, “¡No
tengan miedo!”, “Bienaventurados los pobres de corazon”. Y además, estas
enseñanzas, sentaron las bases de nuestra civilización. Entonces la pregunta es
¿podrían ser obra de un loco o de un impostor?
Sus obras
¡Debe de haber sido maravilloso, inolvidable, estar con Jesús! Imagínense yendo
a una fiesta con Él. Como en aquella boda donde faltaba vino y dijo a los
sirvientes: “¡Llenen de agua las tinajas!” (Juan 2, 7). El agua se transformó en un
exquisito vino. O imagínense yendo a un picnic con Jesús: ¡No habría que llevar
sándwiches! ¡Recordemos que alimentó a cinco mil personas con cinco panes y
dos pescados! O que van a un funeral con Jesús, que ordena: “Quiten la piedra.”
Las personas responden: “Señor, ya debe oler mal, pues lleva cuatro días allí”
Jesús insiste: “¡Quiten la piedra!” Luego llama con gran fuerza a su amigo:
“¡Lázaro!” Y el hombre, que había muerto cuatro días antes, salió vivo de la tumba.
Y no se trata solamente de sus milagros, sino también de su amor. Su compasión
por las personas rechazadas por la sociedad: los leprosos, las prostitutas, los
marginados, fue evidente. Mostró su amor hasta la muerte. ¿Puede ser ésta la
obra de un loco o de un impostor?
Su personalidad
La personalidad de Jesús ha marcado a millones de personas. Jesús era un
hombre quién ejemplificó el altruismo supremo pero nunca la autocompasión; la
humildad pero no la debilidad; el gozo, pero nunca a costo de otro; la amabilidad
pero no la condescendencia. Además, el fondo de una personalidad se revela en
la crisis y el sufrimiento. Jesús, clavado a la cruz, en la cúspide del sufrimiento,
dijo a la intención de sus verdugos: “Padre perdónalos, porque no saben lo que
hacen.” (Lucas 23, 34). Sus enemigos no podían encontrar falta en él. Sus amigos
decían: “No tiene pecado.” ¿Todo esto puede ser la obra de un loco o de un
impostor?
El cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento
Con Jesús se cumplieron más de trescientas profecías del Antiguo Testamento
formuladas a lo largo de un período de varios siglos. Veintinueve de éstas se
cumplieron en un día, el día de su muerte. De muchas de ellas, humanamente
hablando, Jesús no tuvo ningún control.
Su resurrección
El elemento más importante es, por mucho, su victoria sobre la muerte. La
resurrección física de Jesús es la piedra angular del cristianismo. Pero ¿se trata
de una realidad histórica o de un mito? Para responder examinemos varios
elementos.
Su ausencia de la tumba
La mañana de Pascua la tumba estaba vacía. Se han planteado varias preguntas
a este respecto:
¿Murió Jesús en la cruz? Jesús sufrió la flagelación romana, suficiente para que
muchos de los condenados murieran. Después fue crucificado y los soldados
romanos se aseguraron de su muerte: “Cuando se acercaron a Jesús y vieron que
ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le
abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua.” (Juan 19, 33-
34). En el estado actual de la ciencia, hoy sabemos que la separación de la sangre
y del líquido pericardio es una indicación inequívoca de la muerte. A continuación
lo pusieron en una tumba sellada con una roca que pesaba más de una tonelada.
¿Los discípulos sustrajeron el cuerpo para difundir el rumor de su resurrección?
Este escenario es muy poco probable. La tumba estaba custodiada. Sobre todo,
los discípulos estaban traumatizados y desalentados. Aunque más tarde
demostraron ser capaces de soportar las torturas y el martirio por haber
proclamado que Jesús vivía. Puesto que habían visto a Cristo resucitado.
¿Fueron las autoridades las que sustrajeron el cuerpo? Al correr el rumor de que
Jesús había resucitado les hubiera bastado con mostrar su cadáver. Pero les fue
imposible.
¿El cuerpo fue robado por ladrones? El único objeto de valor en la tumba era el
sudario. Cuando Pedro y Juan llegaron a la tumba vieron que el sudario estaba en
su sitio. Jesús había salido de él como atravesándolo. Juan, el evangelista, da
testimonio de que cuando vio semejante cosa, creyó.
Éste es el primer elemento de convicción: la tumba vacía.
Las apariciones de Jesús a sus discípulos. Muchas personas vieron a Jesús
después de su resurrección: más de quinientas personas en once ocasiones.
“¿Acaso son alucinaciones?” Las alucinaciones se producen en las personas con
alta capacidad imaginativa, nerviosas, enfermas o drogadas. No es el caso de los
discípulos: éstos eran escépticos (como Tomás que dijo “no creeré si no lo veo
con mis propios ojos”), pescadores aguerridos, recaudadores de impuestos. ¡Éstos
últimos no tienen alucinaciones!
Estas apariciones, contrariamente a las alucinaciones, tienen una realidad física.
“Todavía estaban ellos hablando acerca de esto, cuando Jesús mismo se puso en
medio de ellos y les dijo: “Paz a ustedes”. Aterrorizados, creyeron que veían a un
espíritu. “¿Por qué se asustan tanto? —les preguntó—. ¿Por qué les vienen
dudas? Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un
espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo yo”. Dicho esto, les
mostró las manos y los pies. Como ellos no acababan de creerlo a causa de la
alegría y del asombro, les preguntó: ¿Tienen aquí algo de comer? Le dieron un
pedazo de pescado asado, así que lo tomó y se lo comió delante de ellos.” (Lucas
24, 36-41).
El impacto inmediato. He aquí a un grupo de hombres que habían seguido a Jesús
esperando que expulsara a los romanos y estableciera el Reino en Israel. A su
muerte quedaron profundamente decepcionados y desilusionados. Habían
abandonado la idea de seguir a Cristo. Unas semanas después estos mismos
hombres proclaman, de manera unánime: “¡Jesús resucitó de entre los muertos!”
Debido a esto corren el riesgo de enfrentar al tribunal y la muerte. Si no es por la
resurrección, ¿a qué se debe este cambio radical? La Iglesia, que se inició con un
puñado de hombres prácticamente iletrados, en trescientos años se esparce por el
mundo, oleada que nada ni nadie, ningún régimen ni ninguna persecución
pudieron detener.
La experiencia cristiana en el curso de los tiempos. En el curso de los siglos
millones de hombres y mujeres han experimentado a Jesús. Personas de todas
las edades, razas, continentes, entornos sociales, generaciones se unen en una
experiencia común de Cristo vivo. Un predicador proclamaba en un parque
público: “¡Jesús está vivo!” Entre la muchedumbre un contradictor le increpó:
“¿Cómo lo sabes?” Él respondió: “Hablé con él esta mañana durante media hora!”
Hoy, millones de personas en el mundo perciben con todo su ser que Jesús está
vivo. También es mi experiencia; desde hace veinticinco años experimento su
amor, su poder, su bondad, su perdón y su gracia en mi vida.
***
Considerando las afirmaciones de Jesús, nuestra investigación nos deja frente a
tres posibilidades: un loco, un impostor o el mismo Dios. Un maestro en el arte de
la investigación, Sherlock Holmes, decía: “Cuando se ha eliminado lo imposible, lo
que queda, aunque parezca improbable, debe ser la verdad.” El examen de los
elementos de convicción nos permite eliminar dos de las tres hipótesis. Como dice
C.S. Lewis, “estamos frente a un dilema impresionante? Me parece que no fue ni
un loco ni un impostor. Por eso, por extraño, impresionante o inverosímil que
parezca, debo ver a Dios en él. Dios vino a este mundo en forma humana.”
Oremos – Si lo desean. Es posible que algunos no deseen hacerlo. Como dije la
semana pasada, nadie está obligado. Aquellos que deseen orar, gracias por
inclinar la cabeza unos instantes.
Padre, gracias por habernos dado los elementos para formarnos una convicción.
Has hecho que pudiéramos dar un paso de fe racional, y no un paso de fe ciega
hacia lo desconocido. Esta noche pedimos que cada uno de los presentes
podamos dar un paso que nos acerque a ti. Esto lo pedimos en el nombre de
Jesucristo. ¡Amén!
Última impresión: 15 de julio de 2008 – 13:07
Traducción: 1 de agosto de 2008

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