Está en la página 1de 1

EL RESPETO, ¿SE GANA?

P. ÁNGEL CASTRO G., msp.

Seguramente has escuchado la frase que, especialmente, a chicos y jóvenes fascina: “el respeto se
gana”. Dicha frase suena bien, especialmente cuando se está frente a quien exige mucho y no ofrece
algo siquiera mínimo. Sin embargo, hay que tener cuidado. Frases como ésta se llaman Eufemismos,
es decir, frases que suenan bien, pero guardan mucho error.

Pero, ¿dónde está el error particularmente en la frase de “el respeto se gana”? Tenemos que ser
muy cuidadosos para descubrirlo. Hay que distinguir entre las garantías que nos corresponde por
naturaleza brindar, a las cuales llamamos deberes (u obligaciones) y las cosas que podemos
obsequiar como gesto de cortesía a quien nos simpatiza o agrada, a las que llamamos así: cortesía.
La cortesía no obliga mientras que el deber sí. Así, tenemos que aclarar en cuál de las dos cabe el
respeto, ¿en el deber o en la cortesía? En efecto: es un deber.

Si el respeto es un deber, no depende entonces de ningún agente externo para brindarlo, es una
garantía que yo tengo que ofrecer independientemente si el otro lo merece o no. Si el otro no se lo
ha ganado y, bajo ese pretexto no le falto yo al respeto, estoy degradándome y rebajándome a su
condición irrespetuosa u otra peor.

El respeto que yo debo dar también ha de ser gradual y cada vez más perfecto, esto es, que debo
desarrollarlo con ejercicios continuos y que me impliquen desafío, esfuerzo, en ocasiones
humillación y paciencia.

Ojo, el respeto no es para tontitos o débiles, es para personas fuertes, inteligentes y equilibradas.
El respeto jamás va implicar que uno se deje maltratar de más, debido a que el respeto también
exige del interlocutor, justicia. Así que, únete a este gran reto, respeta y obtendrás grandes frutos
en tus relaciones humanas dondequiera que te encuentres. ¡Hasta la próxima!

También podría gustarte