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Crisis del Feudalismo, Economía rural y demografía en Normandía S XIV a mediados del
XVI
Características Estructurales:
2- La tasa de la renta señorial está afectada por un movimiento de baja tendencial que
deriva de la misma estructura social. En la relación de fuerzas antagónicas, el
campesinado, al disponer del usufructo de la tierra y el control del proceso de producción
goza de una mayor ventaja que el señor, que está excluido de este proceso y solo ejerce
presiones en virtud de actos de origen extraeconómico. A lo largo, resulta una evolución
favorable del campesinado y generadora de una erosión de la tasa de la renta.
El hecho más importante reside en la alternancia de fases de Crecimiento (A), SIGLOS XI,
XVI, 1315, 1450-1550 o 1360 a 1400; y fases de Decrecimiento (B) SIGLOS XIV, XVII. En la
perspectiva neomalthusiana lo esencial se sitúa en la divergencia de la población y
recursos: el crecimiento más rápido de la población determina un súper poblamiento, el
parcelamiento de más tierras por lo cual una baja de la productividad, produciendo una
crisis agraria. No podemos negar estos fenómenos, lo que Malthus no considera es el rol
jugado por las fluctuaciones dado por la evolución del TRIBUTO.
Las fases de Crecimiento A, se caracterizan por la conquista del espacio agrícola, por el
aumento de la población, comprende también una baja tendencial de la productividad,
producido por diversos factores, entre ellos la mediocridad de las tierras marginales, una
suba de los precios agrícolas (por la productividad) y una baja de salarios reales que
produce el empobrecimiento de la masa campesina. El último elemento de la fase de
Crecimiento es el descenso de la TASA DE LA RENTA. Es un elemento indispensable e
inseparable de la baja productividad. Sin una baja tendencial de la tasa de la renta, el
mantenimiento de una tendencia larga a la reproducción extensiva (económica y
demográfica) a pesar de la declinación de la productividad sería incomprensible. Gracias a
ello, una parte más grande del producto es destinada al consumo de los campesinos a la
reproducción.
Este proceso crea las condiciones de su hundimiento, el momento crítico se da cuando los
efectos de la baja de la tasa de la renta no sean más compensados por el crecimiento
demográfico y económico, produciendo una disminución del volumen de la renta señorial.
La clase señorial aumentará la tasa de tributo y de esta manera se inicia una fase B de
decrecimiento.
La crisis del S XIV, no es una crisis entre otras, sino el comienzo de la crisis de un modo de
producción. En un primer momento, el sistema agotó sus posibilidades de expansión en
una conquista casi integral del espacio cultivable, desde entonces surgió un impás
económico primeramente. Todas las contradicciones del crecimiento se acumulan y
exacerban. La población crece peligrosamente, cae la productividad, la miseria se
extiende. Si el problema consistiera solo en esto, una epidemia y alguna hambruna
habrían ajustado la situación. Pero al impás económico se le suma un impas político
institucional, moral. Por eso la designa como crisis del feudalismo. El sistema no puede
funcionar más tiempo sobre sus bases tradicionales y se ve condenado a la
desorganización. Como símbolo de esto, la feudalidad se lanza en aventuras militares, a la
búsqueda de ingresos de emergencia. El implacable mecanismo guerra– fiscalidad –guerra
se pone en movimiento. La imposición fiscal rompe los equilibrios de la economía
campesina, la sociedad queda expuesta a todas las catástrofes. Delante de la marea
humana, agitada, por convulsiones cada vez más violenta, la fragilidad de las instituciones
políticas no ofrece ningún recurso y la catástrofe desencadenan una detrás de otra
hambre, peste, guerra.
Se ha visto que la caída de las rentas señoriales abrió la fase de la crisis, la solución dada a
este problema tiene una significación particular. Al tributo directo se le superpone de
manera permanente, un sobre tributo fiscal, ninguna revolución en esto. Las dos clases
fundamentales de la sociedad permanecen frente a frente, pero las movilidades de
explotación del uno para con el otro han cambiado, el poder del príncipe apoya al del
señor para sacar de la producción campesina aquello que es necesario para el sustento de
la clase dirigente. La coexistencia entre estos dos poderes se volvió necesaria pero difícil.
Más poderosa la administración monárquica es más apta para mantener su rol cuando al
contrario, la administración señorial se desmorona. La vía está abierta a una centralización
aumentada de la renta.