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Fragmentación de la Sociedad

Seminario Cultura y Empresa

Presentado por: Luz Myriam Correa Grisales


Carmen Rosa Bedoya Gómez

Docente:
Yovany Ospina Nieto

Universidad Pontificia Bolivariana

Especialización en Gerencia del Talento Humano

Palmira – 02 Marzo 2019


Fragmentación de la Sociedad

Resumen

No superior a 120 palabras, debe contener, la problemática sobre la que gira el documento,

justificación del escrito, la estructura y finalmente un componente conclusivo

Introducción

Las organizaciones sociales a lo largo de la historia han presentado cambios en su

estructura y modelos de producción, con el interés de enfrentar los retos que se gestan en una

sociedad moderna y globalizada, que exige estar a la vanguardia del consumo y las nuevas

tecnologías de la información; lo que le plantea a las empresas y/o organizaciones el reto de ser

innovadoras en su elaboración para entrar en los mercados de una sociedad cada vez más

fluctuante o como diría (Bauman, 2003) cada vez más fragmentada por su potencial de

incertidumbre.

Cabe aclarar que esta contraposición entre consumo y producción tiene grandes

connotaciones a nivel social, cultural y ambiental, donde la concepción de sujeto es cuestionado

dado que no está ligado por algo que lo ate; estos cambios se evidencian a nivel social donde el

individuo debe moldearse a los desafíos del mundo contemporáneo, donde la educación juega un

papel fundamental en la concepción de sujeto inmerso en el mercado como un gran

potencializador de consumo no natural o llamado consumismo.


En la posmodernidad se plantean varios retos, entre ellos la libertad y como éste es

entendido en cada sujeto y a su vez en la otredad; es decir existe un bucle dinamico que en teoría

permitirá entender dicha relación, sin embargo entender y comprender el otro es hoy, un reto cada

vez mayor, a manera de hipótesis la posmodernidad podría visualizar al sujeto como un

competente nato que tenga como fin único su desarrollo individual sin contemplar el otro, en

otras palabras ¿es la posmodernidad una manera de hacer funcional el mundo y con ella sostener

un modelo de producción en donde el concepto básico sea la contradicción de la explotación del

hombre por el hombre?.

En este contexto el concepto de libertad se ha entendido en sus expresión más simple, es

decir, cada quien puede hacer lo que desea, sin embargo ese deseo no es colectivo,

potencializando el miedo por afrontar su propio liderazgo que conlleve a una historicidad critica

como especie, por ende desplaza su responsabilidad en otros generando relaciones de poder en

donde quien domina lo hace a partir del miedo.

Esto nos ha llevado a perder la libertad como se tenía concebida, y nos ha puesto nuevos

estándares de libertad donde se crea la paradoja de pensar el mundo social como una caja que

aparentemente es muy grande, pero realmente al avanzar se produce un efecto de túnel como

cuando se maneja a altas velocidades, el campo visual es más grande, pero si se aumenta la

velocidad solo se puede ver lo que está al frente como simples figuras efímeras, lo mismo sucede

con la postmodernidad: solo se observa lo que está en el campo visual sin detenerse a pensar en

lo verdaderamente importante; esto se ve reflejado en la última moda, la última tendencia en

internet, las últimas noticias de actualidad. Todo esto sin realmente ahondar en nada, donde la

sociedad se hunde en un vacío de lo que realmente pasa a su alrededor sin generar trascendencia

alguna.
En este contexto, el concepto de libertad no es el único que ha sufrido transformaciones

en la historia reciente, pues la sociedad misma se ha configurado en diferentes momentos

históricos, puesto que, antes de que la sociedad viviera bajo el paradigma de la postmodernidad,

la misma se regía por solo la productividad, en otras palabra para la sociedad un sujeto era sujeto

en tanto hiciera parte de la fuerza productiva.

Es asi, como el concepto de pertenencia toma un carácter volátil debido a que según como

lo describe (Bauman, 2003) tomando como referencia la familia Rockefeller la cual decidió

poseer sus ferrocarriles para que duraran mediante la existencia familiar y en contraposición

actual: Bill Gates ha optado por el constante cambio y la intangibilidad de la pertenencia, lo cual

obliga al resto a seguir el cambio constante en la consecución de renovar día a día, en otras

palabras el sujeto siempre pertenecerá a una categoría social, la cual no necesariamente será al

categoría mayoritaria, es decir el hacer parte de, estará siempre condicionado al modelo

imperante del momento histórico en el que se encuentre inmenso.

En este sentido, el estudio de la estructura social pone en evidencia que las estructuras

(familiar, empresarial, organizacional) eran fuertes en su base; situación que se perdió desde que

el individuo se quedó inmerso en la postmodernidad, ya que, esta socava el concepto de

estabilidad, rompiendo todos los anclajes posibles que se tengan como humanidad con la vida

misma, donde las personas se ven cada vez más obligadas al consumo, generando un sistema de

producción lineal y entrando en contradicción con el medio ambiente.

Es así, que si seguimos la idea planteada por (Ospina Nieto, 2017a) el sujeto pierde toda

historicidad cada vez que se ve metido en la lógica de consumo donde se pierde la relación de

sujeto y se pasa a ser individuos más complejos con necesidades condicionadas por el entorno
que influye en las personas que quieren encontrar su lugar en el mundo “ser parte de…”; las

cuales son aprovechadas por las industrias para generar una felicidad falsa que le permita al

individuo encontrar un sitio donde sea reconocido por el otro y poder sumergirse en una realidad

que valide sus actuaciones.

La relación que se genera entre el consumo y las lógicas del mercado es transversalizada

por la concepción que tiene el sujeto de sí mismo, que a su vez es una creación colectiva el cual

objetiviza al sujeto que se despersonaliza debido a la crítica que gira entorno a sus acciones, cabe

preguntar en dicha objetivación que concepción existe de felicidad, pues la misma según la

realidad planteada por (Ospina Nieto, 2017a) la objetivación del mundo ha hecho del sujeto un

individuo desanclado que ve toda relación con su exterior vertiginosamente cambiante,

potencializando un incertidumbre constante.

En esta lógica de consumo, las grandes compañías han desarrollado formas de producción

a través de lo que se llama hoy: consumismo, y ha empezado a dirigir esas dinámicas

publicitándose y creando tendencias a través de la obsolencia planificada y la obsolencia

percibida, esto obliga a las personas a redoblar sus esfuerzos para cumplir con los estándares

actuales como por ejemplo: avances que incluyen velocidad, diseño y estética; pero esto obliga a

su vez a las organizaciones a responder constantemente con las ansias de “progreso del

consumidor”, que debe día a día crear nuevos conceptos que apoyen los nuevos productos y así

reforzar la idea de necesidad, ejemplo de esto son las compañías multinacionales que crean

conceptos de vida, diseñan un mercado que constantemente esta bombardeando al consumidor

con productos innovadores como relojes que miden las pulsaciones, aplicaciones para celular con

rutinas de ejercicio, elementos que realizan funciones que fácilmente una persona puede realizar

sin necesidad de pagar por ello.


El mercado en su afán por producir y vender cada vez más esclaviza al individuo y lo

hace esforzarse más, trabajar más horas, perder lo verdaderamente importante como: la familia, el

tiempo, las interacciones sociales con su grupo de pares, entre otros; y aquello que antes generaba

felicidad a largo tiempo, ahora se constituye en felicidades de corto impacto que requiere que el

consumidor ingrese en una bola de nieve donde salir de ella cada vez es más complejo.

Es ahí en este entramado de relaciones sujeto – organización – consumo, donde debemos

pensar el rol de la educación en estos contextos cambiantes que trae consigo la modernidad y

postmodernidad así como lo indica (Ospina Nieto, 2017a) retomando a (Curcu, 2008) quien

interpreta el planteamiento hecho por (Sacristán & Pérez Gómez, 1993): “La educación

constituye un espacio a través del cual se expresa una particular relación sujeto – mundo y ello

nos constituye en seres sociales y culturales” (p.73)

A medida que avanzan las herramientas tecnológicas, la producción estandarizada y las

dinámicas de innovación en el mercado hacen que el mundo actual sea cada vez más competitivo,

donde la persona debe desarrollar capacidades y habilidades para estar a la vanguardia de las

demandas organizacionales, puntos que no son tenidos en cuenta hoy en día en la formación

académica en los primeros grados, ya que se ha educado a las personas sin capacidad crítica y

reflexiva frente a lo intangible y los cambios laborales que demanda la sociedad de hoy.

(Ospina Nieto, 2017b), indica que es preciso que la escuela entienda, desde el constructo

pedagógico, el nacimiento de un sujeto que está expuesto de forma irremediable al consumo, al

cual se debe proveer de condiciones para enfrentar dicha realidad; (p. 77) es decir, la escuela

debe propiciar un sujeto reflexivo, que no solo reproduzca el conocimiento y por el contrario le

permita indagarse sobre su relación con el otro y su relación con el mundo; dando pasos hacia la
posibilidad de un cambio estructural en donde los sujetos se posicionen como colectividad ante

las adversidad del mundo.

Cada vez se ve el individuo inmerso en condiciones de necesidades que debe suplir a toda

costa para garantizar su lugar en el mundo, pero la pregunta es: ¿las capacidades intelectuales y

prácticas con las que se educan a los estudiantes están permitiendo cumplir los objetivos

organizacionales de las empresas de hoy?, la respuesta es aún más compleja, donde el valor

agregado en la transferencia de conocimiento que crea individuos más deshumanizados donde no

hay compromisos, motivaciones, ni arraigos, tanto a nivel personal como a nivel laboral.

Es en estas problemáticas sociales donde la educación debe apuntar no sólo a un

conocimiento bancario, sino lleno de sentido, donde involucre al individuo en la reflexión

constante de la práctica, aprenda a moverse en este mundo cada vez más globalizado para que

desde allí, tenga una postura crítica frente a los desafíos de la postmodernidad, para ser

constructor de su propia vida desarrollando la capacidad de diferenciar sus verdaderas

necesidades dado que no puede escapar a las dinámicas de la sociedad, que se encarga cada vez

más en producir y no generar cambios constructivos para las nuevas generaciones.

El interés de tener un discurso reflexivo en cuanto a la educación formal, es poder brindar

herramientas para que las personas puedan aportar desde su gestión de conocimiento, sin volverse

esclavo del sistema productivo. La invitación a los encargados de formar a las personas en

diferentes campos, es afirmar que existe una problemática de consumo de alto impacto; pero

también, reconocer la injerencia y responsabilidad que tiene el individuo desde la academia para

garantizar que estos sean minimizados, a través de la concientización y el uso racional de los

recursos, donde a su vez la organización y su cultura contribuyan al mejoramiento de la calidad


de vida de las personas sin que esté por encima el interés individual, sino que éste sea colectivo y

aporte a las nuevas generaciones.

En síntesis las nuevas realidades muestran que en la postmodernidad el desarraigo es una

constante que ha permeado todas a las esferas sociales en las que se encuentra inmerso el sujeto,

estableciendo cada vez más una realidad regida por la incertidumbre, haciendo que la satisfacción

de los deseos solo sea posible en la medida en que los sujetos vivan un realidad inestable

potencializando la inseguridad en su posicionamiento ante el otro.

Es así que el consumismo direcciona las diatribas psicológicas del sujeto a la búsqueda

constante de satisfacción de necesidades que el mismo le crea; estas son entendidas como la

necesidad de ser en el mundo que lo rodea, es decir, el sujeto es sujeto en tanto consuma, lo que a

la postre termina configurándose una mayor preponderancia por tener y no por ser.
Bibliografía

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Sacristán, J. G., & Pérez Gómez, Á. I. (1993). Evaluación: su teoría y su práctica. Venezuela:

Cooperativa Laboratorio Educativo.

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