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https://doi.org/10.5565/rev/locus.

328 LOCVS AMŒNVS 16, 2018 273 - 295

Europa y el Barroco por los viejos


caminos de la unidad
Patricia García-Montón González
Universidad Complutense de Madrid
pattyg_monton@hotmail.com

Recepción: 01/05/2018, Aceptación: 08/09/2018, Publicación: 04/12/2018

Resumen
En 1957, Europa vivió un momento clave en el proceso de su unificación, y qué mejor forma de cele-
brarlo, se pensó, que con una exposición a la moda, Il Seicento europeo, que, bajo las alas del Consejo
de Europa, marcó una nueva dimensión geográfica en la historiografía, a pesar de la controversia en
torno a lo barroco y sus redefiniciones por las sensibilidades identitarias. Razones más políticas que
artísticas que por las mismas fechas, en un año fundamental en la historia del bloque oriental, el de
1956, movieron al Museo Nacional de Varsovia a organizar exposiciones sobre la pintura europea occi-
dental. Exposiciones que, frente a las que se habían venido celebrando durante el estalinismo, buscaron
socavar las fronteras Este-Oeste, con su consecuente proyección en el imaginario colectivo.
La diplomacia del arte se convirtió, por tanto, en un actor protagonista de la política exterior euro-
pea en los comienzos de la Guerra Fría. Fue entonces cuando se avanzó más que nunca hacia un diseño
global de un supuesto acervo cultural común, y el arte de los maestros antiguos tuvo un papel protago-
nista. Se tejieron nuevas redes en la historiografía que contribuyeron a un conocimiento transnacional
que minó el telón de acero y renovó la narrativa europea, y el Barroco jugó muy bien sus cartas en este
escenario internacional de historias interconectadas.

Palabras clave:
diplomacia cultural; Guerra Fría; Barroco; exposiciones; identidad europea; fronteras efímeras; Con-
sejo de Europa; Museo Nacional de Varsovia; Museo del Prado

Abstract

Europe and the Baroque on the old paths of unity


In 1957, Europe was to experience an important moment in its process towards unification. Therefore,
what better way to celebrate it than with an exhibition in vogue: Il Seicento europeo, which consolida-
ted the new multilateral action of the Council of Europe’s cultural policy and marked a new geographic
dimension in European historiography despite the controversy about the Baroque and its redefinitions
caused by identity sensitivities. At the same time, in a fundamental year for the Eastern bloc, 1956, rea-
sons more political than artistic also prompted the National Museum of Warsaw to organize exhibitions
about European Western painting. These exhibitions, facing those of soviet propaganda, sought to un-
dermine the East-West borders, along with its consequent impact on the collective imaginary. Thus, the
diplomacy of art had a key role in European foreign policy at the beginning of the Cold War and the art
of the Old Masters played a leading role in a global design based on a supposed common cultural herita-
ge. New exchange networks were formed at that moment in the historiography, thereby contributing to
a transnational awareness which undermined the Iron Curtain and renewed the European narrative, with
the Baroque playing its cards well in this international scene of interconnected histories.

Keywords:
cultural diplomacy; Cold War; Baroque; exhibitions; European identity; ephemeral borders; Council
of Europe; National Museum of Warsaw; Prado Museum
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Pese a muchos vivimos en Europa y somos europeos.


Por estos caminos hemos de seguir haciendo la historia.

Claudio Sánchez-Albornoz, El porqué de España, un enigma histórico (1976).

E
n mayo de 1963 Francisco Javier Sánchez en algunos casos, no debían salir bajo ningún
Cantón, director del Museo del Prado, concepto de estas galerías por su valor icónico
recibió una carta que decía lo siguiente: y por cuestiones de conservación2. Ahora bien,
puede que también haya que ver en esta indig-
Me eché a temblar cuando, por la frivolidad nación el hecho de que se habían enviado a Ru-
de Malraux, el gobierno francés, contra la sia, porque, ¿habría causado el mismo revuelo si
campaña del «Figaro» y la opinión de los se hubiesen traído al Museo del Prado?
mejores críticos, mandó la Gioconda a Nor- La realidad es que, sobre todo desde los años
teamérica. Temí que en el paludismo mimé- 50 del siglo pasado, el arte no solo se ha converti-
tico tan difuso en España, aun en las altas do en un actor protagonista de la política exterior
esferas, quisieran que mandáramos las «Las de prácticamente todos los países occidentales,
Meninas» [a la Feria Mundial de Nueva York sino también en una inversión rentable en las
de 1964-1965]. Y ya hablaron en seguida de economías de la Vieja Europa. Y esta dinámica
«Las Lanzas». Me desesperan estas estupide- ha ido en aumento hasta nuestros días. Vivimos
ces que ni siquiera tienen la disculpa de ser en la época de la bulimia de las exposiciones, y ya
originales1. poco nos sorprende ver su publicidad recorrien-
do los bulevares más emblemáticos de las ciuda-
El autor de estas palabras era Rafael Sánchez des o las estaciones de metro más concurridas. El
Mazas, antiguo falangista que desde 1951 ocu- problema es que las exposiciones, como escribía
paba la presidencia del Patronato del Museo, recientemente Montanari, han dejado de ser un
aunque el mismo año en que se fecha esta misiva medio para convertirse en un fin, y primero se
dimitió. Conociendo los riesgos que implicaba decide hacerlas (a veces, en serie) y solo después
un viaje tan largo, no salía de su asombro de uno se pregunta cómo y por qué3. Con este tra-
que, por decisión de André Malraux, entonces jín, las obras sufren. Y sufre también quien en
ministro de Asuntos Culturales de Francia, esta su lugar encuentra un vacío, donde una cartela
obra maestra de Leonardo se hubiese embarcado nos dice melancólicamente que, para cuando re-
hacia los Estados Unidos para ser expuesta tem- gresen, seremos nosotros los que no estaremos
poralmente en distintos museos (figura 1). ahí. Y sin embargo, parece que hoy pesa más el
Sin embargo, este debate en torno a los prés- negocio de los grandes museos y la diplomacia
tamos surgió mucho antes que su protesta y to- cultural, como subrayaba un reportaje de El País
davía hoy sigue abierto. En este sentido, seguro Semanal en octubre de 20164. Pero, ¿cuándo se
que muchos recordarán la exposición Raffaello inició realmente este fenómeno?
e la Poesia del Volto, que se celebró en el Museo La clave podemos encontrarla en una carta
Pushkin de Moscú durante el otoño de 2016. Y escrita por Xavier de Salas desde Londres, don-
probablemente no porque fueran a verla, sino de ocupaba el cargo de director del Instituto de
porque generó numerosas críticas; entre otras España, a Sánchez Cantón en 1950:
razones, porque se enviaron obras maestras de
la colección Pitti y de los Uffizi. La opinión Desde hace muchos meses se mueve por
pública consideraba que se trataba de obras que, aquí la idea de celebrar una exposición de
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Figura 1.
Invitados a la inauguración de la exposición de la Gioconda en la National Gallery of Art de Washington, que fue presidida por John F.
Kennedy, presidente de los Estados Unidos, y la primera dama, Jacqueline, junto al ministro de Asuntos Culturales de Francia, André Malraux,
y su esposa, 8 de enero de 1963. © White House Photographs Collection, John F. Kennedy Presidential Library and Museum, United States.

pintura española. […] He estado insistiendo políticos o ideológicos, bien como medios de
en que Vds. tienen la costumbre establecida propaganda nacional, bien como termómetro
de no exponer sus pinturas fuera de las pa- de las relaciones internacionales por su valor
redes del Prado. […] Estoy seguro de que diplomático7. De hecho, estos modelos triun-
terminará en invitación formal y presión faron y se consolidaron durante la Guerra Fría,
política. […] Quizás llegue el momento, en jugando un papel fundamental de acuerdo a
el que sea interesante seguir las pisadas de la geopolítica dominante. De manera que las
Mussolini con su exposición en París5. exposiciones se convirtieron en un espejo de
la Europa que emergió tras la Segunda Guerra
Según esta carta, un punto de inflexión en Mundial, la que, una vez más, se reconstruyó a
la historia de las exposiciones lo marcó, por sí misma, no solo como construcción política,
tanto, la Europa de entreguerras y, además, nos sino también cultural.
dice por qué. En primer lugar, porque surgió Muchas de las exposiciones de maestros an-
entonces un importante debate en torno a si se tiguos que se organizaron después de la Segunda
debía prestar o no, debido a las precarias medi- Guerra Mundial, especialmente durante la déca-
das de conservación. A partir de este momento, da de 1950 —años que conocieron un auténtico
el Prado, la National Gallery o los Museos Va- boom de este fenómeno—, buscaron contribuir
ticanos comenzaron a defender una política de al avance de la disciplina. Es el caso de aquellas
no préstamo a exposiciones en el extranjero. En que revalorizaron el Seicento italiano. Aunque,
segundo lugar, porque fue cuando el fenóme- al mismo tiempo, fueron ejemplo de un dis-
no de exposiciones de maestros antiguos tomó curso nacionalista, porque, de alguna manera,
carta de naturaleza en el mundo occidental y buscaron también poner en valor el arte patrio
se establecieron los futuros modelos: aquellas e incluso, el local. Este proceso fue iniciado por
exposiciones con un fin científico6, frente a Roberto Longhi en Milán, con una mostra que
aquellas que funcionaron como instrumentos reconcilió a Caravaggio y sus seguidores con el
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gran público en 1951 y que tuvo una inesperada decreció en comparación con la de Reni17 por
proyección internacional. Su repercusión fue tal la preocupante situación política internacional
que puso de moda el barroco tenebrista y, como creada a raíz de la Revolución húngara y la
consecuencia, se celebraron más exposiciones Crisis de Suez. Estos acontecimientos, además
con el mismo propósito a lo largo de Europa de aumentar las tensiones entre ambos bloques
—Utrecht, Amberes, Burdeos— hasta culminar a escala mundial, habían distraído la atención
en la del Louvre de 1965. Al mismo tiempo, en pública, según los organizadores18. Además, el
Bolonia, Cesare Gnudi y Denis Mahon rehabi- mismo año, el Gobierno italiano había propues-
litaron la corriente clasicista del barroco a través to enviar a la National Gallery de Washington
de las biennali d’arte antica. Por el contrario, y al Metropolitan una exposición de maestros
estas fueron exposiciones de atracción, porque del Renacimiento italiano, que de algún modo
lograron que muchas de las más importantes venía a ser una forma de ratificar su adhesión
colecciones europeas prestasen8. a la OTAN. Sin embargo, el proyecto chocaría
Entonces, ¿la coyuntura política y, en espe- con la opinión pública y, más aún, con la nega-
cial, la provocada por la Guerra Fría, no tuvo tiva del Consejo Superior de Antigüedades y
ninguna influencia en estas exposiciones? Por Bellas Artes, que se manifestó contrario al prés-
supuesto que sí. En este punto, debemos recor- tamo por los evidentes riesgos que implicaba el
dar, por ejemplo, que el Comune de Bolonia traslado19 y, sobre todo, por «la delicadeza del
estaba gobernado por el Partido Comunista Ita- momento político internacional»20. Es más, fue
liano (PCI)9, bajo la alcaldía de Giuseppe Doz- la razón por la que algunas colecciones italia-
za. Esta situación suscitó desconfianza entre los nas, como forma de protesta, causarían vacíos
organizadores de las bienales de arte antiguo en incómodos en otra exposición fundamental de
la primavera de 1953, cuando estaban preparan- la que vamos a hablar, Il Seicento europeo21. Por
do la mostra de Guido Reni. Se habían progra- lo que las exposiciones en esta década, como
mado ya demasiadas exposiciones en la ciudad se aprecia en el caso italiano, se convirtieron
para lo que quedaba de año, y el prefecto, re- progresivamente en un «campo de batalla» en
presentante del Gobierno central, controlado el que se dieron encuentro los intereses de crí-
por la Democracia Cristiana (DC)10, temía que ticos, historiadores, conservadores y políticos22.
esta fuese un pretexto para incitar una nueva
manifestación, al ser el Comune el mayor co-
laborador económico11. Y es que «fueron tiem- Bajo las alas del Consejo
pos ideológicamente duros», como recordaba de Europa
recientemente Andrea Emiliani. Años en los
que, además, el PCI y el Partido Socialista Ita- Durante estos años también el Consejo de Eu-
liano (PSI) —las dos formaciones que copaban ropa23 (figura 2) comenzó a organizar y patro-
el consejo municipal— llegaron a controlarse cinar sus exposiciones de arte europeo24. La que
«como el perro y el gato»12. más nos interesa es la tercera. Porque el 25 de
A estas circunstancias políticas locales, se marzo de 1957, Europa estaba a punto de vivir
habían sumado la muerte reciente de Stalin en un momento clave en su proceso de unifica-
marzo y la delicada situación de Trieste13. Por ción. Se firmarían los Tratados de Roma, por
lo que, obviamente, el Ministerio de Instruc- los cuales se crearían la Comunidad Económica
ción Pública, asimismo financiador de la mos- Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la
tra, antes de dar su aprobación, quería garantías Energía Atómica (Euratom)25. Para Italia su-
de que el Comune iba a adoptar una política puso colmar sus expectativas de ver culminado
moderada en relación con la organización de la su proceso de modernización y desarrollo26,
misma, es decir, no utilizar la cultura con fines mientras que el nombre de su capital en este
ideológicos14. Se quería evitar a toda costa justo tratado simbolizaba el relanzamiento de su
lo que iba a ocurrir unos días después, en el mes compromiso con la Europa de los Seis. Y qué
de mayo, con razón de la exposición de Picasso mejor forma de celebrar este acontecimiento
en Roma: una polémica por la fuerte connota- —se pensó— que organizando una exposición
ción política15. Es por todo esto que desde la «a la moda». Así fue como, en diciembre de
prefectura se vigilaban cuidadosamente los pa- 1956, la mostra de Il Seicento europeo abrió sus
sos del gobierno local boloñés. Pero la coyun- puertas en el imponente Palazzo delle Esposi-
tura europea se seguiría dejando sentir. zioni27, que se encontraba a escasos metros del
En 1956, aunque Gnudi había confirmado Palazzo dei Conservatori, donde se llevaría a
la presencia de dos pinturas del Hermitage, na- cabo la firma. Sin embargo, lo hizo rodeada de
da llegaría desde Leningrado a la mostra de los polémica y poniendo en pie de guerra a media
Carracci16. No fue la única sorpresa. El número profesión. Desde el punto de vista estrictamen-
de visitantes de esta segunda bienal boloñesa te de la historia del arte fue así, porque reabrió
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Figura 2.
Sesión inaugural del Comité de Ministros del Consejo de Europa en el Ayuntamiento de Estrasburgo, agosto de 1949. © Council of Europe.

el debate terminológico sobre la definición de Precisamente, en 1955, un escéptico John


lo barroco (que había tenido su punto álgido Rupert Martin había sugerido que no existía
en «la querella de Pontigny») y despertó un un único estilo barroco, a pesar de que la ma-
intenso debate geográfico sobre su alcance real. yoría de especialistas utilizaban este término
Es decir, cuestionó qué era el barroco28 y si se para expresar, al parecer, algo común a todas
podía hablar de un «barroco europeo». las obras artísticas del siglo xvii31. No lo creía
Como nos cuenta el historiador polaco Jan así el historiador francés y conservador del
Białostocki, a la altura de 1950, el concepto de Louvre, Germain Bazin. ¿Por qué tenía que ser
barroco, aun siendo una convención decimo- barroco todo aquel siglo? ¿Había sido toda la
nónica para nombrar un fenómeno del pasado, cultura europea del siglo xvii una realidad ho-
había adquirido el carácter de «universalidad mogénea? ¿No era «porque nuestra época —se
real». Como fuera, el caso es que se había con- preguntaba— actúa movida por un gran sueño
vertido en parte de la memoria de millones de de unidad, mientras que los estudiosos que nos
personas. A ello había contribuido la progresiva han precedido» lo hicieron en «la era de las
aparición de monografías de aquellos pintores nacionalidades», «época de importantes contin-
a los que se les empezó a llamar «maestros del gencias políticas»? Una pregunta así, lanzada en
barroco», como Caravaggio, Reni, Poussin o el prólogo a un catálogo de una exposición de
Lorena. Por lo que, a pesar de que seguía siendo 1965, no era una pregunta inocente. Bazin era
un término «ambiguo e inexacto», ya no era po- perfectamente consciente de la repercusión que
sible retirarlo de la circulación. Y al tiempo que los acontecimientos del siglo xx estaban tenien-
crecía su popularidad, se estaba investigando do en la construcción de la historiografía de la
nuevamente29. Porque uno de los grandes peli- historia del arte32.
gros de aquella época, como reparó Pierre Fran- Y sin embargo, muchos historiadores si-
castel, había sido precisamente la división de la guieron defendiendo la existencia de un barro-
historia en compartimentos deducidos a partir co omnipresente. Porque todavía entonces, co-
del reconocimiento de los llamados «momentos mo lamentaba también Białostocki, prevalecía la
estilísticos». En este sentido, la exposición de Il «tendencia peligrosa de ordenar la historia según
Seicento europeo, «una de las más malas de una nuestras categorías»33. Es más, apenas tres años
serie mediocre», por lo menos había señalado la después de que se celebrase esta exposición, en
urgencia de un estudio serio30. 1960, durante un congreso en Roma, Rudolf
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Wittkower habló de una «historia del barro- del arte. Y lo consiguió. Su vigencia actual así
co europeo» en la que consideraba esencial la lo demuestra. Cambiaron la concepción de la
aportación de países como Francia, Inglaterra o museografía y marcaron una nueva dimensión
los Países Bajos. Una historia entendida como geográfica en la historiografía: la de una Europa
la convergencia de culturas autónomas, aun- artística identitariamente coherente, que se fra-
que vinculadas a la construcción de una cultura guaría poco a poco, más allá de la construcción
común caracterizada por la correlación de sus de las historias del arte nacionales.
componentes34. En su mesa intervino también el Ahora bien, si hasta entonces la narración
especialista Victor-Lucien Tapiè, quien planteó histórico-artística, constreñida a siglos, geogra-
otro problema candente en la historia política fías políticas, conciencias nacionales y estilos
de la Europa del momento: el lugar del barroco de formales, se había distorsionado, ¿era posible
la Europa Central y del Este, es decir, los terri- reunir todas esas producciones de personalidad
torios que iban desde Polonia hasta Rusia. Él los tan diversa bajo un ente cultural de mayor al-
había incluido ya en su Baroque et classicisme cance? Bueno, es que el éxito de estas exposicio-
de 1957. En una fecha, por tanto, en la que su nes no significaba que hablar de «arte europeo»
estudio tomaba una mayor significación si ca- hubiese dejado de ser una etiqueta controver-
be35. Pese a esto, en su ponencia en Roma, donde tida. Este fenómeno, sin duda, se insertaba en
llegó incluso a contar alguna anécdota ocurrida una problemática mayor: la de la renovación de
durante sus viajes a Moscú en 195536, no hizo la propia disciplina y la voluntad de considerar
ninguna alusión a la instrumentalización política un relato abierto al estudio del arte mundial39.
e ideológica del barroco en el presente. De hecho, Desde el punto de vista de la diplomacia
ni tan siquiera mencionó la exposición de Il Sei- cultural, Il Seicento europeo consolidó la nueva
cento europeo. Ni él ni ningún otro congresista vía de acción multilateral del Consejo de Euro-
—entre los que se encontraban Sánchez Cantón, pa40, que buscaba combatir los nacionalismos
Mario Salmi o Giulio Carlo Argan—. ¿Se omitió extremos41 y rivalizar con la URSS en la lucha
deliberadamente? Podría ser. Quizá prefirieron ideológica. Porque el objetivo último de esta
no reabrir la polémica y desvincular el discurso política cultural era la promoción de la uni-
histórico-artístico del escenario político coetá- dad de la Europa Occidental. De la meta que
neo. La experiencia había demostrado que era se habían propuesto los organizadores, daban
un tema delicado. En cualquier caso, en medio testimonio las palabras que, en grandes letras
de tal frenesí de exposiciones y de un apogeo de de molde, se habían colocado en el vestíbulo de
la diplomacia cultural en Europa como el que se acceso a la muestra:
estaba viviendo, extraña encontrar tantas páginas
sobre el barroco, resultado de un evento de ca- Poner de relieve la unidad del espíritu euro-
rácter internacional, sin la más mínima mención peo en los distintos siglos. De esta solemne
a la actualidad. realidad debemos tomar inspiración para
Lejos de alcanzarse una interpretación uná- una unión más estrecha entre todos los pue-
nime, y a pesar de los esfuerzos de los nuevos blos europeos42.
estudios, lo barroco era todavía un concepto
«perturbador» para el historiador del arte en Un ejemplo lamentable de que la tan caca-
cuanto a su alcance cronológico, geográfico y reada unidad del espíritu europeo no era tal, co-
estilístico, así como por su vigencia contempo- mo explicó Voss, fue la ausencia de España. Por
ránea. Y sin embargo, la mostra de Il Seicento distintas razones, la posible colaboración había
europeo continuó su curso. Es verdad que no naufragado43. Por todo ello, no es extraño que
era un modelo a seguir, al menos para el mundo esta exposición se convirtiese en objetivo de los
académico. Pero lo cierto es que la ideación de ataques de bastantes críticos e historiadores. Y
estas exposiciones bajo los auspicios del Con- lo fue no solo por el hecho de usar el arte como
sejo de Europa, como advirtió el crítico e his- instrumento ideológico y político para estrechar
toriador británico Benedict Nicolson desde su las alianzas entre países, sino por hacerlo mal.
editorial del Burlington, fue brillante. Porque A las voces detractoras se sumó, por supues-
nadie podía negar su extraordinaria capacidad to, la siempre incisiva de Longhi en L’Europeo,
de influir en el imaginario colectivo y, lo más semanario político de actualidad que había na-
importante, de poner en entredicho los esque- cido en 1945 y del que era colaborador asiduo.
mas nacionales heredados37. Europa —ya lo Aquí arremetió contra este tipo de exposicio-
había dicho Madariaga— era como una vieja nes, «“longa manus” intelectual de la UEO y,
Hidra con un solo cuerpo y un solo espíritu, quizás, de la CECA y de otras entidades occi-
pero con demasiadas cabezas38. Es por esto dentalistas similares». Porque, a juzgar por las
que esta política cultural se propuso fomentar naciones «admitidas», quedaba claro que «no se
un profundo sentimiento de cohesión a través trataba de Europa», sino de «una formulación
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política recentísima y para nada seiscentista». de la tan cuestionada unidad49. Está claro que
Il Seicento europeo, celebrada bajo las alas de dos medios británicos, otro de tirada nacional,
un Consejo de Europa de discutible autoridad aunque controlado por la Agencia Central de
cultural, se convirtió de la noche a la mañana en Inteligencia estadounidense —más conocida por
el paradigma de lo que Longhi llamó mordaz- sus siglas en inglés, CIA—, y un cuarto francés,
mente mostre-carrozzone. En resumen, «babé- nueva tribuna artística de la posguerra europea y
lica». El problema de fondo residía en que su suplemento del diario parisino de izquierdas pe-
presunción europeísta estaba fundamentada en ro anticomunista, Combat, no iban a decir otra
la ilusión de unidad en una Europa siempre di- cosa. En cualquier caso, la demoledora crítica de
vidida en conceptos, religiones, filosofía y, por Longhi, experto ya de reconocidísimo prestigio,
supuesto, en el arte44. Porque confundir a un había llegado a demasiada gente. No había mar-
caravaggista francés con uno napolitano, como cha atrás. Había tirado la primera piedra sobre
diría Cesare Brandi, quien se unió a las críticas, otro debate más incómodo: el de las consecuen-
no era de «europeístas sino de ignorantes»45. cias de la politización del arte para proclamar la
Toda esta contrariedad llegaba a su apogeo, supuesta unidad europea en plena Guerra Fría.
según nos cuenta Longhi, cuando «los débiles El Consejo de Europa, por tanto, había adop-
retratistas ingleses subvandickyanos» intenta- tado una concepción «militante» de la cultura. Sin
ron ilustrar una de las grandes tendencias con- embargo, conviene matizar que no únicamente con
tinentales de la época, que bien podrían haber la intención de fomentar el sentimiento de uni-
sido sustituidos «con mayor éxito por artistas dad en el bloque occidental. En octubre de 1955,
checos o polacos, formados en el barroco ca- el escritor y político británico Nigel Nicolson
tólico romano, pero que aquí, por razones presentó un informe en la Asamblea Consultiva
demasiado transparentes, no figuraban». Por sobre el rol que también podía desempeñar el
ejemplo, el pintor Michael William, conocido Consejo de Europa en los intercambios cultu-
como «el Rembrandt de Silesia»46. ¿Por qué el rales entre el este y el oeste de una Europa divi-
comisario alemán había excluido el arte de la dida. Entre los parlamentarios, hubo partidarios
Alemania del Este, si en ese siglo, el xvii, estos de establecer contactos con el bloque comunista,
territorios formaban parte del antiguo Sacro especialmente con aquellos países de la Europa
Imperio Romano Germánico? Porque en 1945, Central y Oriental, considerados parte integran-
tras la Conferencia de Yalta, se había convertido te de la «gran Europa cultural» y que ahora, a
en territorio de la nueva República Democrá- pesar de la desestalinización, continuaban ame-
tica Alemana (RDA) bajo el control soviético, nazados por la hegemonía de la Unión Soviéti-
mientras que Silesia se había incorporado a la ca. Sin embargo, también hubo escépticos que
República Popular de Polonia (PRL), estado subrayaron el hecho de que esta institución,
satélite de la URSS. Obviamente, este anacro- que defendía el Estado de derecho, no podía
nismo geográfico estaba determinado por el asociarse al comunismo, ni siquiera en el terreno
sistema del poder de los años 50. Lo mismo cultural. Los países comunistas podían traer pro-
ocurriría, paradójicamente, casi cuatro décadas blemas bloqueando las decisiones. Aun así, Nigel
después en la exposición Europa, Europa. Das insistió en establecer acuerdos bilaterales para
Jahrhundert der Avantgarde in Mittel- und Os- fomentar en el bloque oriental el sentimiento
teuropa (1994), sobre las vanguardias en la Eu- de pertenencia a una civilización europea unida
ropa Central y del Este durante la Guerra Fría, por sus tradiciones culturales y espirituales. No
aunque en la dirección opuesta: no se incluyó podían detenerse por las fronteras políticas50. En
el arte de la Alemania Oriental, como advir- cualquier caso, estas intenciones no llegaron a
tió Piotrowski47. De vuelta a 1957, Voss quitó cuajar, y así lo reflejan las exposiciones de arte
hierro al asunto diciendo que era obvio que europeo que este organismo patrocinó durante
Alemania no podía figurar demasiado brillante- los años 50. Si bien, con el tiempo, su marco de
mente en el capítulo del Seicento europeo48. Así actuación fue creciendo a medida que lo hacía el
que ahora se refería al siglo xvii; otra paradoja. proceso de integración.
Como era de esperar, desde las páginas de Podemos concluir, por tanto, que las expo-
Commentari, Lionello Venturi y su discípulo siciones del Consejo de Europa, a pesar de su
y comisario de la mostra, Luigi Salerno, se afe- alto significado político, renovaron la narrativa
rraron al éxito de visitantes y a la extraordinaria europea y fortalecieron las redes y el intercam-
difusión en la prensa internacional para defender bio cultural, aunque manteniendo un discurso
su legitimidad. Periódicos como The Times, Fi- vertical, hegemónico y, ahora, además, suprana-
nancial Times, Rome Daily American o Com- cional. Y, como apuntó el historiador británico
bat-Art —relataba victorioso Salerno— habían Max Beloff, al aplicar este discurso a la historia
subrayado la importancia de esta exposición que de la pintura europea, se ponía en entredicho, de
había salvado con bastante dignidad el escollo algún modo, la fragilidad de las fronteras51.
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preguntado —al menos, desde la Europa Oc-


cidental— por las exposiciones de maestros
antiguos que tuvieron lugar al otro lado del
telón de acero, o que lo cruzaron, fortaleciendo
las relaciones culturales entre ambos bloques.
Quizá deberíamos invertir el punto de vista
para relativizar la narración tradicional y —por
qué no— escribir una historia horizontal sobre
estas exposiciones durante la Guerra Fría, co-
mo Piotrowski propuso para las vanguardias53.
Es decir, transgredir el discurso jerarquizado y
hegemónico y adoptar una historia de centro a
centro, transnacional y global.
Las exposiciones que se celebraron en el
Museo Nacional de Varsovia54 nos permiten
ampliar esta dinámica y entender mejor las re-
des y los intercambios culturales que estaban
funcionando durante este periodo. En este ca-
so, tuvieron lugar gracias a Stanisław Lorentz55,
su director, quien tuvo claro que la tarea más
importante de un museo era ser un espejo del
mundo56, y a Jan Białostocki57, nuevo jefe
del Departamento de la Colección de Pintura
Europea, que ocupó el cargo de su maestro, el
profesor Michał Walicki, quien había sido arres-
tado en 1949 por participar en el Ejército del In-
terior (AK)58. Tras su puesta en libertad, cuatro
años después, nunca más regresó a su cargo de
conservador. Si bien es cierto que mantuvo su
colaboración con el museo —muy significativa
en el campo de las exposiciones— y retomó la
docencia en la Universidad de Varsovia y su ac-
tividad en el Instituto Estatal de Arte59.
Figura 3. En 1956, año fundamental para el bloque
Póster de la exposición Rembrandt i jego krąg (1956), celebrada en el Museo Nacional de oriental (en Polonia por la sublevación obre-
Varsovia. Fuente: <www.grafiteria.pl>.
ra de Poznań y el ascenso de Gomułka en
octubre)60, se proyectaron todos sus esfuerzos.
El Museo Nacional de Varsovia acogió tres
exposiciones sobre pintura europea occidental
La fragilidad de las fronteras con importantes préstamos del extranjero. Así
que, se trató de tres exposiciones de atracción.
Algún tiempo después de esta polémica ex- Exposiciones que, frente a las que se habían
posición, Longhi volvió sobre el tema en su venido celebrando durante el estalinismo —de
intervención en el Convegno Internazionale optimista propaganda soviética o sobre la pro-
sulle Mostre d’Arte, celebrado en Milán en no- ducción artística nacional—, buscaron socavar
viembre de 1959. Sin embargo, no todo fueron las fronteras Este-Oeste fijadas por el telón de
reproches. Aprovechó la ocasión para aplaudir acero. Habría más después. Pero fue en este año
el esfuerzo que los especialistas polacos habían cuando los aficionados al arte, como escribió
puesto en los últimos años en «entablar relacio- entonces el pintor y crítico polaco Ignacy Witz
nes con Occidente» a través de las exposicio- en el periódico Życie Warszawy (Vida de Varso-
nes52, teniendo en cuenta la coyuntura política via), sintieron una renovación. Un cambio. Un
de la entonces PRL. Lo cierto es que, a partir de alivio61. Los maestros antiguos europeos «occi-
1953, se había iniciado el lento deshielo que dentalizaron» el museo como bocanadas de un
pondría fin a la brutal represión estalinista y, pensamiento cautivo.
como consecuencia, se llevarían a cabo bastan- La primera exposición fue Rembrandt y sus
tes intercambios culturales entre Polonia y el contemporáneos62, con motivo del 350 aniversa-
bloque occidental. rio del nacimiento del pintor holandés (figura
Quizá, en este punto, deberíamos reflexio- 3). Una muestra pequeña —no podía comparar-
nar sobre por qué prácticamente nadie se ha se con las de Ámsterdam y Rotterdam—, pero
Europa y el Barroco por los viejos caminos de la unidad LOCVS AMŒNVS 16, 2018 281

Figura 4.
Stanisław Lorentz, director del Museo Nacional de Varsovia (primero izq.); el historiador del arte Giulio Carlo Argan; Włodzimierz Sokorski,
ministro de Cultura y Arte de Polonia; Stanisław Skrzeszewski, ministro de Asuntos Exteriores; Juliusz Starzyński, director del Instituto de
Historia del Arte, y Lucjan Motyka, director general de Bellas Artes y Exposiciones, en el hall principal del Museo durante la inauguración
de la exposición Portret wenecki od Tycjana do Tiepola (1956). © Muzeum Narodowe w Warszawie, Polonia.

ambiciosa. «La gente esperaba con gran interés se colgaron doce grandes fotografías que re-
y curiosidad su inauguración», nos cuenta Witz. producían originales de Rembrandt que habían
«No estábamos acostumbrados a exposiciones pertenecido a Polonia, entre los que no faltaba
de este tipo», en las que los cuadros de coleccio- El jinete polaco, «una de las pérdidas más dolo-
nes extranjeras tuviesen un papel protagonista. rosas», en palabras de Witz64.
Expectación a la que había contribuido, en su «Testimonio muy triste del implacable pro-
opinión, el hecho de que Polonia no fuese un ceso de la reducción de las colecciones polacas
país donde abundasen «las obras de los maes- de arte europeo», como lamentaba la crónica
tros de primera liga»63. del Anuario del museo, esta sala tenía por fina-
La verdad era que, todavía en el siglo xix, lidad contribuir a un mejor conocimiento del
Polonia conservaba magníficas obras del maes- gusto de Polonia en el pasado65. Sin embargo, la
tro holandés, pero la Segunda Guerra Mundial realidad era otra. Este montaje, en primer lugar,
había acabado de cercenar las colecciones. Ante apelaba al sentimiento nacional en un momento
la escasez de originales, por tanto, se decidió delicado de la historia de esta nación, que había
presentar también pinturas de predecesores, sufrido la ocupación nazi y soviética, y ahora
alumnos e imitadores, y complementar la mues- continuaba sometida a la voluntad de Moscú.
tra con otra simultánea a base de grabados y En segundo lugar, quería demostrar que Polo-
dibujos procedentes de colecciones polacas, ho- nia, en cuestiones de gusto, estaba en el mismo
landesas y de la Albertina. Sin embargo, la sala marco de referencia cultural que la Europa Oc-
más impactante y reveladora fue aquella donde cidental. Y, por último, era un ejemplo (esta sala
282 LOCVS AMŒNVS 16, 2018 Patricia García-Montón González

y la exposición entera) de su ambición por estar conservadas en Varsovia, Poznań y Cracovia,


a la altura de los circuitos de esa cultura occi- «inéditas, al menos fuera de Polonia»72. Es cier-
dental; es decir, jugar en «primera división», en to que en Varsovia no se pudo ver un panorama
la que jugaban los grandes museos, celebrando de todas las corrientes del siglo xvii. No había,
también los aniversarios de los grandes maes- por ejemplo, ningún caravaggio. Tampoco la
tros, según la historia del arte canónica —la de escuela boloñesa quedaba bien representada,
Occidente—, en vez de cuestionarla. aunque se contaba con el magnífico San Fran-
Por esta razón, seguramente, este montaje cisco con un ángel tocando el violín, de Guerci-
no complació a todos y fue carne de cañón para no. No obstante, se pudo disfrutar de pintores
una de las caricaturas de la famosa revista satí- como Strozzi, Il Cerano, Stanzione, Cavallino o
rica Szpilki. En las paredes de una imaginaria Vouet. Esta exposición era la prueba fehaciente
sala de esta exposición aparecía escrito: «Aquí de que los historiadores polacos, además de
no cuelga ningún cuadro de Rembrandt» o insistir en los fuertes lazos con las naciones del
«Si hubieran estado las obras de Rembrandt, otro bloque en el pasado, querían colocarse a la
habrían podido colgar aquí»66. Los vacíos, de vanguardia de la historiografía occidental, que
hecho, tuvieron que llenarse con las contribu- ahora estaba revalorizando el Seicento italiano.
ciones de otros museos «amigos» de ese lado del A las pocas semanas de que Retratos ve-
telón de acero, como el Museo de Bellas Artes necianos echase el cierre, se abrió en el mes de
de Budapest, la Galería Nacional de Praga, o el junio la tercera y última exposición de pintura
Staatliches Museum de Schwerin en la RDA y, occidental de aquel año, Pintura francesa de
cómo no, del Hermitage, que prestó tres Rem- David a Cézanne73, comisariada por Bazin,
brandt (la Flora, el retrato de Baartjeen Martens quien viajó en persona hasta Varsovia, junto
Doomer y otro de un hombre desconocido). a Charles Sterling, para inaugurarla desde el
Ni Horst Gerson ni Otto Benesch, que cubrie- imponente hall principal del museo74. «Por
ron el evento para el Burlington y Kunstchro- petición nuestra», según Lorentz, se envió La
nik, respectivamente, llegaron a ver estos tres Libertad guiando al pueblo, de Delacroix75,
últimos durante su visita a la muestra, puesto icono de la Revolución Francesa que presidía,
que todavía no habían llegado a Varsovia67. además, la portada del catálogo. El número y
Aunque sí lo habían hecho las cinco pinturas la calidad de los préstamos del Louvre y otras
de seguidores que, excepcionalmente, envió el colecciones de Francia fue impresionante. En
Rijksmuseum. No había sido la exposición más este punto, podríamos preguntarnos, ¿fue esta
importante de ese año, admitía Gerson, pero exposición una estrategia de occidentalización
los colegas polacos se merecían su aplauso por o era el Museo Nacional de Varsovia una insti-
haber logrado «bajo tan difíciles condiciones» tución con un gran poder de atracción? Por qué
reunir con éxito suficiente material para ofrecer no las dos cosas.
un panorama verdadero del arte holandés68. Desde Varsovia también se enviaron expo-
La segunda exposición de maestros antiguos siciones al bloque occidental. Se estaba buscan-
occidentales, inaugurada también durante la do, por tanto, una proyección exterior. Hubo
primavera de 1956, fue Retratos venecianos de fundamentalmente dos modelos: el más clásico
Tiziano a Tiépolo69, que se montó en colabo- de «tesoros del arte polaco»76 y el más repetido,
ración con historiadores italianos de la talla de el de las vedute de Bellotto77. ¿Por qué? Por-
Giuseppe Fiocco, Roberto Palluchini, Frances- que, además de ser italiano, pintó la Varsovia
co Valcanover o Giulio Carlo Argan. De hecho, más europea y cosmopolita, que en el pasado
todas las pinturas vinieron desde Italia (figura había desempeñado un papel fundamental en
4). Era la respuesta del Gobierno italiano tras el escenario ilustrado de la Europa de las Lu-
el éxito que había tenido la exposición sobre el ces. Ni que decir tiene su importancia para la
vedutista Bellotto y el pintor polaco Gierymski. reconstrucción de la ciudad78. Bombardeada e
Celebrada un año antes en Venecia, esta última incendiada por orden de Hitler, Varsovia no
había marcado el inicio de este nuevo programa debía existir más. Pero gracias a estas vedute,
de intercambio cultural entre Italia y Polonia los polacos estaban reconstruyendo su capital79.
con el objetivo de reforzar las relaciones entre No como era al principio de nuestro siglo, sino
ambos países70. como Belloto la vio80. Como explica Faraldo,
Como complemento, en las salas del museo en este contexto, la palabra odbudowa, o ‘re-
se organizó, al mismo tiempo y con el asesora- construcción’, asumió un significado especial:
miento de Fiocco y Longhi, la muestra Pintura no solo como reconstrucción y reorganización
italiana de los siglos xvii y xviii en las colec- económica y material propia de los imperativos
ciones polacas71. Por primera vez en la historia de la posguerra, sino como reacción contra el
de la museografía polaca, se reunió y se dio vandalismo nazi, que había intentado eliminar
visibilidad a un gran número de obras italianas, los elementos de la historia y la cultura polacas,
Europa y el Barroco por los viejos caminos de la unidad LOCVS AMŒNVS 16, 2018 283

es decir, reconstrucción como requisito para la italiana de los siglos xvii y xviii en las coleccio-
nueva autodefinición nacional81. nes rusas. Quizá estas exposiciones constituye-
Además, debemos recordar que, como al- ron un instrumento para contrarrestar la «cons-
guna vez ha escrito Piotrowski, una exposición piración» de la Europa Occidental. La Unión
nunca es neutral en un contexto de tensión en- Soviética era consciente del camino emprendido
tre centro y «periferia»82. Entonces, ¿por qué se por las Comunidades Europeas. De manera que
organizaron todas estas exposiciones? Porque no es descabellado pensar que pudieron ser parte
Varsovia no estaba en los márgenes, sino en el de una estrategia, utilizando los mismos medios,
mismo marco de referencia cultural. Es por esto para evitar un posible aislamiento88.
que se apostó por un discurso transnacional que Esto demuestra que la diplomacia cultural
minase el telón de acero desde el propio bloque en aquel tiempo era mucho más compleja de
de influencia soviética. Al fin y al cabo, la Eu- lo que suponemos cuando estudiamos el fenó-
ropa Central83 y del Este había sido una cons- meno de las exposiciones de maestros antiguos
trucción política. Por lo que no había nada de durante la Guerra Fría. Es por esto que es ne-
malo en desmontarla. Pero, ¿no había en el fon- cesario comenzar a trazar un mapa más amplio
do una «aspiración a ser normal», «a ser como de esta historia horizontal y apostar por escribir
el Oeste»?84 Sí y no. Porque, junto al deseo de una nueva geografía de esta dinámica. Desmon-
establecer vínculos culturales con el bloque oc- tar algunos mitos, aunque sea para construir
cidental, había un marcado sentimiento patrió- otros. Porque, y nos apropiamos de las palabras
tico que se manifestó en las exposiciones sobre de Faraldo, hubo momentos en que ciertas ex-
arte polaco que se organizaron en este museo o presiones europeístas se abrieron paso, como
que se enviaron a otras galerías occidentales o, hemos visto en el caso polaco. Y «todo este
incluso, a Estados Unidos. Esta reafirmación de acervo cultural también pertenece a la historia
la identidad nacional era igual o más necesaria de la unificación europea y ha de ser analizado,
que la cultural para una nación maltratada por valorado y, por supuesto, narrado»89.
su funesta posición geopolítica entre Alemania
y Rusia. En definitiva, estaban construyendo su
identidad a través de diferentes direcciones. Razones más políticas
Por tanto, el deseo de pertenecer a la Europa que artísticas
Occidental, aunque manteniendo su identidad,
se aprecia muy bien en la actividad de estos La cuarta exposición bajo los auspicios del
museos durante las décadas de 1950 y 1960, a Consejo de Europa, El Rococó en Europa
pesar de que el resto de su programa expositivo (1958), celebrada en Múnich, no trajo un ba-
estuvo mediatizado por el Gobierno comunista lance mejor. Los historiadores británicos Mi-
y el influjo soviético. Si damos un salto en el chael Levey y Francis Haskell no tardaron
tiempo, ese anhelo se extrapoló a la decisión en pronunciarse al respecto. Para ambos fue
de solicitar el ingreso de Polonia en la Unión deplorable que, a la hora de organizarla, hu-
Europea, cuyas negociaciones se iniciaron en biesen prevalecido principios de selección (y,
los años 90 y se hizo efectivo en 200485. Por lo por lo tanto, de representación) al gusto de la
que, este deseo no era consecuencia de una con- OTAN, más aún cuando se había abordado una
versión reciente a la idea de la unidad europea, época de pintores itinerantes e intercambio de
sino que los vínculos de Polonia con la Europa influencias90. No fueron los únicos en quejarse.
Occidental están profundamente arraigados en Era injusto, escribiría Nicolson en las páginas
la historia y la cultura. Es por esto que las ideas del Burlington por entonces, que la visión del
de los polacos sobre el futuro de Europa y el pasado estuviese «tan distorsionada» por la si-
lugar de Polonia en él fue un tema ampliamente tuación política del presente91.
debatido después de la Segunda Guerra Mun- Este desencantamiento por la instrumentali-
dial, como han subrayado Lane y Wolański86. zación de las exposiciones posicionó a una gran
Pero hay más. Si revisamos el programa ex- parte de los críticos e historiadores del arte a lo
positivo del Hermitage y del Museo Pushkin largo de los años 50 y principios de los sesenta.
durante los años 50, descubrimos que también La mayoría elogió el modelo establecido por las
tuvieron lugar allí una serie de exposiciones so- inolvidables bienales boloñesas92 o las exposi-
bre los maestros antiguos occidentales. Es más, ciones celebradas en Polonia, mientras que re-
también se celebró en ambos museos una expo- probaron las del Consejo de Europa o aquellas
sición sobre Rembrandt, otra sobre pintura fran- «bajo las señas de ministros y embajadores por
cesa e, incluso, una sobre los tesoros de la Galería razones más políticas que artísticas»93.
de Dresde (antes de devolverlos). Al parecer, la Arte y diplomacia en el contexto de la pos-
última fue todo un éxito87. Además, en 1961, el guerra continuaba siendo, por tanto, una com-
Pushkin organizó una exposición sobre pintura binación comprometida. Una caricatura que
284 LOCVS AMŒNVS 16, 2018 Patricia García-Montón González

Figura 5.
Denis Mahon y Luigi Salerno como Don Quijote y Sancho Panza visitando la exposición de Il Seicento europeo (1956-1957) en Roma, patrocinada por el Consejo
de Europa. © Museo Collezione Alessandro Marabottini, Perugia.

realizó Alessandro Marabottini —curiosamen- las contribuciones rusas, inglesas y (hoy) ame-
te, uno de los comisarios de Il Seicento euro- ricanas», la exposición parisina habría sido una
peo— lo expresa muy bien (figura 5)94. En ella empresa imposible, como subrayaría Pierre du
aparecen dos famosos historiadores del arte vi- Colombier en el Burlington97. No se acordó,
sitando aquella exposición: Denis Mahon como sin embargo, de España, que había enviado El
Don Quijote, aunque armado a lo british con Parnaso; o no quiso acordarse.
maletín y paraguas en mano, que representaba El gesto del Prado no había sido algo ca-
la visión más idealista respecto a las implica- sual, sino que buscó «corresponder a la buena
ciones de la coyuntura política en la disciplina, disposición» en que estaba «el Louvre respecto
mientras que Luigi Salerno como Sancho Panza al envío de cuadros de Velázquez a Madrid»
simbolizaba la más realista y pragmática. Por aquel otoño98. Dicho de otra forma, se preten-
supuesto, también quedaba manifiesto el lide- día conseguir con ello la máxima cooperación
razgo intelectual del primero en la revaloriza- de todos los museos europeos en la exposición
ción del Seicento y había una alusión mordaz a Velázquez y lo velazqueño (1960). Y lo logró,
la ausencia española95. a pesar de su fin de exaltación nacional. No
Si bien el Prado, durante los años 50, man- debe extrañarnos, por tanto, que el momento
tuvo su política de no préstamos, perjudicando en que se descolgó La Venus del espejo de las
su imagen en el exterior y ralentizando su in- paredes del Casón fuese recogido en el No-Do
serción en las importantes redes que se estaba (figura 6), ni que el comentarista recordase que
fraguando entonces entre los grandes museos era «una de las joyas enviadas del extranjero»99.
europeos, esta situación cambió durante los No era para menos, conociendo la política de la
sesenta. Poco a poco, el museo puso fin a esta National Gallery. Y es que la Venus fue la gran
política. Es así como, en 1960, prestó obras a protagonista. No solo acaparó todas las cróni-
la gran monográfica de Poussin en París, don- cas, sino que apareció ilustrando la portada del
de los países de la OTAN y los del Pacto de catálogo100. El discurso había dejado de girar en
Varsovia se midieron las fuerzas en lo que era torno a Las lanzas101, aunque seguía ocupando
ya una guerra fría cultural96. Desde luego, «sin el lugar más importante de Villanueva.
Europa y el Barroco por los viejos caminos de la unidad LOCVS AMŒNVS 16, 2018 285

Figura 6.
Retirada de La Venus del espejo, prestada por la National Gallery de Londres, de la exposición Velázquez y lo velazqueño (1960-1961), cele-
brada en el Casón del Buen Retiro. No-Do, 6 de marzo de 1961, Nº 948A. Filmoteca Española, Madrid.

En cuanto al Consejo de Europa, en 1961, acero102. España también aceptó, porque ahora
España organizó la séptima exposición dedi- el franquismo quería alejarse de la política pro-
cada al arte románico con sede en Santiago de fascista y albergaba anhelos europeístas:
Compostela y Barcelona. ¿Por qué se llegó a es-
te acuerdo? Para el Consejo de Europa era una Tened en cuenta que Europa se está reha-
forma de exaltar la unidad del bloque occidental ciendo otra vez […]. Que las gentes volve-
a través de uno de sus pilares, el de la religión rán a andar por las rutas, hoy abandonadas,
católica. Argumento clave en estos años, en los donde se hizo la unión103.
que el comunismo había perseguido duramente
a la Iglesia en los países bajo la órbita soviética. Estas son las palabras de José Miguel Ruiz
Por tanto, fue un medio más para denunciar la Morales, entonces director general de Relacio-
intolerancia religiosa y, en este sentido, recor- nes Culturales y representante de España en el
dar la misión confiada a España en los años de Comité de Expertos Culturales del Consejo de
la Guerra Fría como «baluarte» del anticomu- Europa, quien, desde las páginas de ABC, no
nismo. Para España, resultaba estar en sintonía dudó en cantar «la europeidad de España» y re-
ideológica con el régimen en cuanto al culto al cordar cómo en el pasado había formado parte
santo y al camino dentro de la readaptación de de «los viejos caminos de la unidad»104. De he-
la tradición para defender los valores sobre los cho, en febrero de 1962, Fernando María Cas-
que se había cimentado el «Nuevo Estado». Tal tiella, ministro de Asuntos Exteriores, solicitó
y como concluye Di Febo, la basílica de Santia- oficialmente la adhesión de España a la CEE,
go se había convertido en un renovado ideal de pero las negociaciones resultaron fallidas105. Tu-
unión de la cristiandad española, puesta a prue- vieron que pasar 24 años para que se convirtiera
ba por la Guerra Civil, y de la europea, también en Estado miembro en 1986.
desgarrada por la Segunda Guerra Mundial. Por La participación de España en las exposicio-
lo que, la idea de peregrinación unida al romá- nes patrocinadas por el Consejo de Europa no
nico ofrecía una «contraimagen de unidad ante terminó aquí. Contra todo pronóstico, el Prado
un mundo fragmentado y discorde», fruto de la fue generoso en préstamos con la undécima,
división establecida en Europa por el telón de Christina, Queen of Sweden. A Personality in
286 LOCVS AMŒNVS 16, 2018 Patricia García-Montón González

Haskell, parecía desalentador. Quizá en Chris-


tina estaba el modelo para solucionar la crisis de
las exposiciones populares a gran escala, aunque
algunas, como las bienales boloñesas, todavía
continuaban teniendo, en su opinión, un futuro
prometedor109. Y, efectivamente, Haskell no se
equivocaba. En 1968 se inauguraría la séptima,
dedicada a Guercino. El Prado envió la Susana
y los viejos, lo que definitivamente marcaría un
antes y un después en su política de préstamos.
Podemos decir que, durante los años 60, por
tanto, el museo había normalizado sus présta-
mos, a la vez que España y el Prado buscaron
una proyección internacional, principalmente
en Europa. Y más aún, que la historia de las ex-
posiciones es una realidad compleja en la que las
sensibilidades identitarias, la geografía, la polí-
tica, los acontecimientos históricos y el tiempo
jugaron un papel fundamental.

Renovar la narrativa europea

La revalorización de la pintura barroca vino


muy bien a una Europa, la de la posguerra,
que había iniciado su proceso de unificación.
Se aprovechó que el tema estaba de moda y se
explotó la idea de usar las exposiciones de arte
como medio para llegar a la sociedad de forma
Figura 7. más inmediata y eficaz. Podemos decir que,
Carl Nordenfalk, director del Museo Nacional de Estocolmo, junto al rey de Suecia, en la
undécima exposición patrocinada por el Consejo de Europa, Christina, Queen of Sweden. A efectivamente, tal y como escribió Haskell, las
Personality in European Civilisation (1966), delante del retrato de la reina pintado por Sébastien exposiciones que encabezaron Milán y Bolonia
Bourdon y conservado en el Museo del Prado. Archivo del Museo Nacional del Prado, Madrid.
influyeron en el desarrollo del gusto y estable-
cieron un modelo que aún no ha sido supera-
do110. Y estamos completamente de acuerdo en
que fue así. Si la gente hoy en día, cuando visita
European Civilisation (1966), que se celebró en algún museo, mira a Reni, los Carracci, Guerci-
el Museo Nacional de Estocolmo106. Lo cierto no o Domenichino, como dijo Pope-Hennessy,
es que Noruega nunca había gozado de una es gracias a las bienales que Gnudi ideó111,
posición favorable para desempeñar un papel mientras que, como acertadamente ha escrito
destacado en la formación del gusto europeo, Cimoli, Longhi con Caravaggio creó otro de
pero era uno de los miembros fundadores del los modelos expositivos más afortunados de la
Consejo de Europa. Desde Madrid se enviaron, posguerra: el del descubrimiento de los gigantes
entre otras obras, los retratos a caballo y de bus- del pasado. Héroes de las historias del arte na-
to de Cristina de Suecia, pintados por Sébastien cionales y locales. Porque cada ciudad partía del
Bourdon (figura 7), el Exterior de San Pedro de redescubrimiento de sus propios maestros112.
Roma de Codazzi, el Felipe IV armado de Ve- Aunque después se convirtieron en héroes eu-
lázquez y taller, y parte de las copias romanas ropeos y ahora son héroes universales.
que pertenecieron a la colección de esculturas La deuda con las exposiciones que Italia or-
de Cristina107. ganizó a lo largo de estos años es inmensa. No
Agotado el argumento de los estilos, Carl hay más que echar un vistazo a los programas
Nordenfalk, director del Museo y principal de los grandes museos para comprobarlo. Sin
comisario, apostó por presentar nuevamente a irnos muy lejos, mientras estamos escribiendo
un personaje célebre de la historia de Europa estas conclusiones, en octubre de 2017, una
que hubiese traspasado fronteras108. Acostum- nueva mostra de Caravaggio está abierta estos
brado a exposiciones sobre artistas, «escuelas» meses en Milán: Dentro Caravaggio, casual-
o periodos de la historia del arte, el público re- mente en el Palazzo Reale. Es el reflejo de una
accionó con entusiasmo. El pronóstico para las influencia a largo plazo. Un modelo que pudo
antologías convencionales a estas alturas, según ser un riesgo en su momento se ha convertido
Europa y el Barroco por los viejos caminos de la unidad LOCVS AMŒNVS 16, 2018 287

en uno de los más rentables de la historia de las


exposiciones. Porque el hombre actual sigue
necesitando de mitos y de héroes.
Sin embargo, aunque las exposiciones sobre
el barroco iniciadas en Milán y Bolonia cambia-
ron el rumbo de la Historia del Arte y contri-
buyeron, por supuesto, a crear una importante
red entre los estudiosos y los museos europeos,
fueron Roma y Varsovia 1956 las que represen-
taron una fisura verdadera, un cambio epocal en
cuanto a la dinámica expositiva europea. Fueron
pioneras en hacer uso de las exposiciones para
desplazar o derribar fronteras temporalmente
y crear otras nuevas, en un sentido metafórico.
Jugaron con fronteras ficticias y efímeras, aten-
tando contra las historias del arte nacionales y
el trasfondo ideológico de ambos bloques. Esas
historias se ponían bajo otra mirada más allá de
sus fronteras políticas, contaminando y contami-
nándose, influyendo inevitablemente en la per-
cepción que nación emisora y nación receptora
tenían de sí mismas. En ambos casos se dieron
cita las miradas de múltiples Europas. Es por
esto que quizá deberíamos preguntarnos qué in-
fluencia dejaron en las sensibilidades identitarias
de quienes acudieron a verlas y valorar su autén-
tico alcance sobre la percepción que se tenía de
la historia de la pintura —la canónica— durante la Figura 8.
Guerra Fría. Dicho de otra forma, el impacto re- Vista de una de las salas de la exposición Obras maestras de la pintura española de los siglos
xvi-xix del Museo del Prado de Madrid (1980), celebrada en el Museo Hermitage, Lenin-
al que tuvieron los museos y las exposiciones en grado. Archivo del Museo Nacional del Prado, Madrid.
la construcción de la identidad europea.
Por otra parte, el Prado abandonaría defi-
nitivamente su política de no préstamos en los
años 70, coincidiendo con el avance en las me- de unidad estaba lejos de ser aceptada como una
didas de conservación preventiva. Esto marcó realidad. Al fin y al cabo, estas exposiciones re-
un antes y un después en la construcción de la trataban una Europa mítica y abstracta. Porque
historia del arte español en relación con el con- la Europa contemporánea no solo había sido
texto europeo. Y un buen ejemplo en esta nueva amputada políticamente, sino también dividi-
dirección, ya en plena democracia española bajo da espiritualmente, y su supuesta unidad solo
el Gobierno socialista, son las exposiciones que podía cimentarse entonces en dos sustratos: el
se celebraron fruto del convenio de cooperación cultural y el económico115.
cultural y científica firmado entre España y la Ahora bien, a partir de los años 70, déca-
URSS en 1979. Es por esto que, durante el oto- da de crisis económica y social que coincidió
ño de 1980, una selección de pinturas del Prado con el fin de las últimas dictaduras de derechas
viajó hasta Rusia para ser expuestas, primero, en en Europa —la de Salazar en Portugal y la de
el Hermitage y, después, en el Museo Pushkin Franco en España, país que no ingresaría en el
(figura 8)113. Consejo de Europa hasta 1977—, fue cuando se
Respecto a las exposiciones del Consejo de dio un lugar más relevante a la acción cultural.
Europa, no cabe duda de que contribuyeron a Mayo del 68 cambió las prioridades. Ya no era
forjar la idea europea. A finales de los años 50, tan primordial esa superación de las pertenen-
la palabra «Europa» se encontraba ya por todas cias nacionales, ni la propaganda europeísta y
partes. Se habían cumplido con creces las expec- antisoviética. Por lo que se comenzó a trabajar
tativas. Entonces, como se preguntaría uno de más con conceptos «integradores»: democracia
sus secretarios generales, Georg Kahn-Acker- cultural, patrimonio común e identidad cul-
mann, ¿fue necesario continuar esforzándose tural, que hoy nos resultan tan familiares. A
en crear este tipo de publicidad «europeísta» a este nuevo impulso se uniría la apertura de los
través de esta clase de actividades culturales más países del Este tras la caída de los regímenes
allá de los años 60?114 Lo era, en la medida en comunistas a partir del Otoño de las Naciones
que la Guerra Fría se prolongó y todavía la idea de 1989. Poco a poco, el Consejo de Europa iría
288 LOCVS AMŒNVS 16, 2018 Patricia García-Montón González

integrando a estas nuevas democracias116. Y sin Podemos decir que las exposiciones de maes-
embargo, como escribía recientemente Gabriel tros antiguos tuvieron un papel protagonista
Magalhães, «no ha habido tiempo de construir durante la Guerra Fría. Repitieron modelos del
un sentimiento europeo profundo» en el conti- periodo de entreguerras, pero también configu-
nente «y la crisis se está llevando por delante las raron otros nuevos, y este abanico de posibili-
complicidades hiladas a lo largo del último me- dades ha llegado hasta nuestros días. Y, lo que
dio siglo, al mismo tiempo que se reconstruyen es más importante, el análisis de estos discursos
los viejos patriotismos»117. (re)construidos desde el museo —y desde el
En la actual coyuntura, cada vez más eu- poder— nos permite profundizar en los proce-
roescéptica y en la que sobrevuela amenazante sos que han intervenido en la configuración de
el triunfo de los populismos de derechas, ¿cuál las identidades nacionales y/o culturales y en la
es el reto de las exposiciones del Consejo de memoria colectiva de la sociedad actual.
Europa? Buscar un diálogo intercultural y usar Es por esto que terminaremos haciendo alu-
la cultura como un medio para salvaguardar los sión a uno de los episodios más recientes de la
valores europeos: democracia, derechos huma- historia de la (des)unificación de Europa. Exac-
nos, respeto por la diversidad, sin la antigua tamente, con la opinión de Simon Schama y
división entre Este y Oeste, Norte y Sur. En otros trescientos seis historiadores en mayo de
esta dirección se celebró la última, The desire 2016, con razón del Brexit: «Creemos que Gran
for freedom. Art in Europe since 1945 en 2013, Bretaña ha tenido en el pasado, y tendrá en
que exploró la visión del concepto de libertad el futuro, un papel irremplazable que jugar
en los artistas contemporáneos en el marco de en Europa»120. Un mes después, Gabriele Final-
la Guerra Fría; razón por la que el inquietante di, director de la National Gallery y exdirector
collage Lipstick Bomber (1968), de Wolf Vostell, adjunto del Prado, también hablaba sobre las
ilustraba el cartel de la exposición en dos de repercusiones que podía tener en su política
sus sedes, la del Palazzo Reale de Milán y en el museística: «Esta es una galería de gran arte
Eesti Kunstimuuseum de Tallín118. En el presen- europeo. Ese es nuestro carácter, esa es nuestra
te, el Comité Director de Cultura, Patrimonio identidad»121. En septiembre añadía: «Es un lu-
y Paisaje (CDCPP) busca renovar la narrativa gar desde el que los británicos pueden reflexio-
europea para promover los valores del Consejo nar sobre su papel en Europa y lo que significa
de Europa en respuesta a los desafíos políticos y ser parte de la cultura europea. Y así debe se-
sociales actuales: luchar contra la intolerancia, el guir siendo»122. Pero de momento parece, co-
odio, la xenofobia, el populismo, el chovinismo, mo apuntaba Magalhães, que Europa regresa
el extremismo o la radicalización. De manera lentamente a todos sus antiguos demonios123, a
que la iniciativa en marcha se ha titulado «No- los que deberá enfrentarse para seguir constru-
sotros, los Otros»119. yendo la Europa del mañana.
Europa y el Barroco por los viejos caminos de la unidad LOCVS AMŒNVS 16, 2018 289

*  Esta investigación se ha llevado a Bolaños advierte de que no se puntales, además de máxima expre-
cabo gracias a la ayuda predoctoral puede generalizar y es necesario sión de la Europa de las dictaduras,
FPU, concedida por el Ministerio de estudiar caso por caso. Es por los representaron las «embajadas
Educación, Cultura y Deporte esto que remitimos también a T. artísticas» al servicio del fascismo,
de España. Distintas versiones se Montanari y V. Trione (2017), Italian Art 1200-1900 (Londres,
presentaron en el III Workshop Contro le mostre, Turín, Einaudi, 1930) y Art Italien: De Cimabue à
Internacional: Mudanças e Conti- que, centrándose en el caso ita- Tiepolo (París, 1935), que Musso-
nuidades. História Global, Cultura liano, muestran una realidad más lini envió a las dos potencias euro-
Visual e Itinerâncias, Universidade desalentadora, viciada por las leyes peas hegemónicas, y Masterpieces
Nova de Lisboa, del 14 al 16 de de la espectacularidad, la industria of Italian art (1939-1940), que,
septiembre de 2017; el Coloquio cultural y los designios políticos, en una actuación sin precedentes,
Histoires de prêts. Mémoires et en- y que funciona gracias a una gran llevó de gira por Norteamérica.
jeux des prêts dans les musées, Éco- máquina en la que necesariamente Cerró este periodo la Exposição do
le du Louvre, 28 y 29 de septiem- se ve involucrada la profesión —es Mundo Portugués (Lisboa, 1940),
bre de 2017, y el Congreso Rethin- decir, los historiadores del arte— y con una importante participación
king Europe. Artistic Production la universidad —esto es, los futu- española impuesta por el Gobierno
and Discourses of Art in the late ros historiadores del arte—. En de Franco.
1940s and 1950s, Universität Tü- definitiva, han hundido el dedo en
bingen, del 15 al 17 de febrero de la llaga, censurando el abuso de 8.  Sobre estas exposiciones en re-
2018. Mi agradecimiento, una vez exposiciones blockbuster de nulo lación con la actividad del Prado,
más, al personal del Archivo y de interés científico y su banalización véase P. García-Montón (2016),
la Biblioteca del Museo del Prado, como forma de ocio, a través de «Lo tenebroso está de moda: El
al Archivo de la Associazione per ejemplos concretos en Italia, pero Museo del Prado y las exposicio-
le Arti «Francesco Francia» de extrapolables a cualquier otro país nes del barroco italiano (1951-
Bolonia y, especialmente, a Matteo occidental. Un camino de reflexión 1968)», Ars Longa, 25, p. 339-346,
Mattei por su generosa ayuda, y a crítica sobre el estado actual de 350-355.
Paweł Szadkowski por traducirme la tutela del patrimonio cultural
la bibliografía en polaco y por italiano y su mercantilización en 9.  De hecho, a pesar de la perte-
abrirme un nuevo horizonte sobre su dimensión gubernamental e ins- nencia de Italia a la Organización
la historia y la cultura de esta vieja titucional, iniciado por el ensayo del Tratado del Atlántico Norte
Europa. de S. Settis (2002), Italia S.p.A.: (OTAN), el PCI había sido el se-
L’assalto al patrimonio culturale, gundo partido más votado del país
1.  Museo de Pontevedra, Fondo Madrid, Einaudi, pero también so- en las elecciones de 1948 y había
Sánchez Cantón (en adelante MP, bre el fenómeno de la mostramania encontrado siempre su mayor
FSC), 114-38, carta de Rafael y su legitimidad, problemática que apoyo en el centro. Era el llamado
Sánchez Mazas, presidente del ya había puesto sobre la mesa el «cinturón rojo», que comprendía
Patronato del Museo del Prado a número monográfico de Predella Emilia-Romaña, Toscana, Umbría
Francisco Javier Sánchez Cantón, en 2005, bajo el provocativo título y las Marcas. Sobre la situación
director del Museo del Prado, «Il sonno della ragione genera política en Italia durante los años
Gandía, 31 de marzo de 1963. mostre?». 50, véase P. Ginsborg (2006), Sto-
ria d’Italia dal dopoguerra a oggi,
2.  «Il viaggio a rischio di Raffaello 4. J. Rodríguez (2016), «El nego- Turín, Einaudi, p. 188-282, espe-
a Mosca: “Le opere si possono cio de los grandes museos», El País cialmente p. 270-275. Además de
danneggiare”», La Repubblica (10 Semanal (2 de octubre). este clásico, véase, como síntesis, P.
de septiembre de 2016) y «Mostre McCarthy (ed.) (2000), Italy since
e prestiti all’estero, manca un crite- 5.  MP, FSC, 107-68, carta de Xa- 1945, Nueva York, Oxford Uni-
rio univoco», Il Giornale dell’arte vier de Salas, director del Instituto versity Press, p. 71-76, y para un
(13 de septiembre de 2016), en de España en Londres, a F. J. Sán- estudio en mayor profundidad, G.
<www.ilgiornaledellarte.com/arti- chez Cantón, Londres, 27 de enero Mammarella (2000), L’Italia con-
coli/2016/9/126613> (consulta: 27 de 1950. temporanea 1943-1998, Bolonia,
septiembre 2016). Il Mulino, p. 129-251, y A. Lepre
6.  Esta medalla se la colgaría La (2004), Storia della prima Repu-
3. T. Montanari (2011), A cosa Pittura Italiana del Seicento e del bblica: L’Italia dal 1943 al 2003,
serve Michelangelo?, Turín, Ein- Settecento (Florencia, 1922), un Florencia, Il Mulino, p. 81-193.
audi, p. 84. Sobre la actual e im- ingenuo revival que adquiriría la
periosa «cultura de la exposición» categoría de hito en el recién abierto 10.  Gracias a su destacado líder,
en el contexto español, véase M. camino para revalorizar el barroco y Alcide De Gasperi, la DC consi-
Bolaños (2008), Historia de los que puso a prueba a la profesión guió la modernización de Italia y,
museos en España: Memoria, cul- y al gran público, porque reabrió sobre todo, se tuvieron en conside-
tura, sociedad, Gijón, Trea, p. 479- un debate incómodo en la historia ración las presiones de algunos po-
491, donde la autora rompe una del arte: el de las ausencias. líticos progresistas moderados de
lanza a favor: frente a los museos, lanzar la participación italiana en
más «resistentes a los cambios» y 7.  Podemos decir que Spanish el proceso de integración europea
«de mayor arrogancia doctrinal», Paintings (1920) inauguró este desde sus inicios. P. McCarthy
las exposiciones, por su carácter periodo, porque fue la materia- (ed.) (2000), Italy since 1945, op.
efímero, han abierto una vía para lización de una política exterior cit., p. 73.
«reescribir la historia y aventurar enfocada a la inserción de la Espa-
planteamientos transversales sobre ña de Alfonso XIII en el sistema 11.  Archivio della Associazione
criterios teóricos menos explo- internacional de Versalles y porque per le Arti «Francesco Francia»,
rados». Además, la introducción la sorprendente ausencia del Prado Bolonia (en adelante AFF), Libro
de esta nueva temporalidad en el fue señal inequívoca del cariz que dei Verbali. Adunanze di Consi-
museo ha influido positivamente iba a tomar su política de présta- glio e Assemblee, 1947-1963, acta
en la dinamización de las colec- mos y la de otros museos europeos del 30 de abril de 1953, s. f. Esta
ciones permanentes. No obstante, en los siguientes años. Los otros asociación, de larga tradición y
290 LOCVS AMŒNVS 16, 2018 Patricia García-Montón González

prestigio en la ciudad, participó ac- Milanesi, preocupado por la reper- 24.  Desde su fundación en 1949,
tivamente en la organización de las cusión política de una exposición el Consejo de Europa ha trabajado
bienales boloñesas. En algunos ca- que consideraba comprometida, para promover la conciencia de
sos, su colaboración con el comité se mostraría poco entusiasta por la una identidad europea basada en
permanente de las mostre biennali iniciativa. Más aún, cuando se que- valores comunes y con un patrimo-
d’arte antica fue muy estrecha, co- ría colocar a un pintor vivo y tan nio cultural común, como quedó
mo en la mostra de Reni, la de los controvertido en el corazón mismo establecido en el Convenio Cultural
Carracci y la de los maestros de la de la ciudad. A. Ch. Cimoli (2007), Europeo (1954). Es importante
pintura Emiliana del Seicento, a las Musei effimeri: Allestimenti di mos- señalar que es el único organismo
que aportaron, además de finan- tre in Italia (1949-1963), Milán, Il internacional que ha venido orga-
ciación, medios técnicos y admi- Saggiatore, p. 109-111. nizando exposiciones de arte en
nistrativos. A partir de 1964, fecha el marco de la cooperación inter-
en que se crea el Ente Bolognese 16.  AFF, Libro dei Verbali. Adu- gubernamental. Igualmente lo es
Manifestazioni Artistiche (EBMA) nanze di Consiglio e Assemblee subrayar el papel de la UNESCO
para agilizar la gestión 1947-1963, acta del 28 de junio de y, en menor medida, del Consejo
de la actividad expositiva en Bo- 1956, s. f. de Europa como promotores del
lonia, la Asociación Francesco ideario de la Declaración Universal
Francia pasó a colaborar con este 17.  AFF, Libro dei Verbali. Adu- de los Derechos Humanos (1948)
organismo y con la Superintenden- nanze di Consiglio e Assemblee en la consolidación de un nuevo
cia; así lo hizo, por ejemplo, en la 1947-1963, acta del 23 de noviembre arquetipo de políticas culturales, que
de Guercino. Su relevancia en el de 1956, s. f.; Fascicolo Mostra se institucionalizaría entre mediados
panorama expositivo boloñés con- di Guido Reni, Bolonia, Palazzo de los años 60 y principios de los se-
tinuó quedando manifiesta en la dell’Archiginnasio, del 1 de sep- tenta. Hasta 1984 —es decir, 27 años
propia constitución de la Asamblea tiembre al 7 de noviembre de 1954. después de los Tratados de Roma—
del EBMA, donde contaba con Bilancio finale, 31 de mayo de 1955, los ministros encargados de asuntos
tres representantes. Por supuesto, y Termometro della mostra (68 culturales de la Unión Europea no
Cesare Gnudi, principal promotor giorni). se reunieron oficialmente en Lu-
de las bienales, fue miembro de xemburgo para lanzar un proceso
esta asociación y pasó entonces 18.  AFF, Fascicolo Mostra dei Ca- que condujese a crear programas de
a formar parte del Consejo de rracci, Palazzo dell’Archiginnasio, este organismo para la cultura. Y,
Administración del EBMA en su del 6 de septiembre al 25 de no- aunque existía el Consejo de Euro-
calidad de superintendente. viembre de 1956, Bilancio di chiu- pa, desgraciadamente, hasta los años
sura, 31 agosto 1957, y Termome- 90 hubo poca cooperación entre este
12.  Entrevista a Andrea Emiliani tro della mostra (81 giorni). Sobre organismo y la Comisión Europea.
realizada por Matteo Mattei, archi- la repercusión de 1956 en el PCI, La culture européenne et le Conseil
vero de la Associazione per le Arti especialmente tras el XX Congreso de l’Europe, Estrasburgo, Conseil de
«Francesco Francia», en G. Garuti del Partido Comunista de la Unión l’Europe, 1956, p. 38; Á. Carrasco-
(2017), Una stagione di giganti Soviética (PCUS), la revuelta de Campos y E. Saperas (2011), «La
(1945-1978): Mariano Mazzocco, il Poznań y la revolución húngara, institucionalización de la cultura
lavoro culturale e l’arte a Bologna, véase P. Ginsborg (2006), Storia (1967-1972): La operacionalización
Tesi di Laurea Specialistica, Acca- d’Italia…, op. cit., p. 275-282. del concepto de “cultura” en la
demia di Belle Arti, Bolonia, p. 201. Unesco y el Consejo de Europa», en
19.  Al parecer, Bruno Molajoli Actas del III Congreso Internacio-
13.  Véase G. Mammarella fue de quienes más abiertamente nal Latina de Comunicación Social,
(2000), L’Italia contemporanea se había opuesto al «crucero». A. Universidad de La Laguna, p. 3, en
1943-1998, op. cit., p. 203-208. Cederna (1956), «I vandali in ca- <http://www.revistalatinacs.
sa: Capolavori a mare», Il Mondo: org/11SLCS/actas_2011_
14.  AFF, Libro dei Verbali. Adu- Settimanale di politica e letteratura IIICILCS/174_Carrasco.pdf>
nanze di Consiglio e Assemblee, (30 de octubre), p. 9-10. (consulta: 20 marzo 2016), y A. M.
1947-1963, acta del 30 de abril de Autissier (2013), «Las políticas
1953, s. f. 20.  M. Mercalli (2009), «Il Con- culturales en Europa: Desafíos
siglio Superiore delle Antichità e sociales e identitarios», Amnis: Re-
15.  Exposición que tuvo como Belle Arti e l’attività della Sezione vue de civilisation contemporaine
principal promotor al historiador II (Arte Medioevale e Moder- Europes/Amériques, 12, en <http://
del arte Lionello Venturi y se lleva- na) dal 1948 al 1960», Bollettino amnis.revues.org/2050> (consulta:
ría a cabo gracias a la mediación del d’Arte, XCIV, 2, p. 168-169, 174- 28 agosto 2016).
senador del PCI, Eugenio Reale. 175.
Recordemos que Lionello estuvo 25.  Véase A. Moreno y V. Núñez
entre los docentes universitarios 21. G. Castelfranco (1957), (2017), Historia de la construc-
que se negó a jurar fidelidad al fas- «Mostra del ‘600 europeo», Bolle- ción…, op. cit., p. 90-106.
cismo. Esto le costó la cátedra, que ttino d’Arte, 3-4, p. 361, 365.
no recuperó hasta 1945, después 26. P. McCarthy (ed.) (2000),
de la liberación de Roma, tras un 22. Ch. Cimoli (2007), Musei effi- Italy since 1945, op. cit., p. 101-
exilio voluntario en Francia y en los meri…, op. cit., p. 19-20. 104. Sobre la política europeísta
Estados Unidos. La exposición se de Italia en este momento, véase
llevaría durante aquel otoño al Pa- 23.  Sobre los movimientos euro- G. Mammarella (2000), L’Italia
lazzo Reale de Milán, perpetuando peístas y el Consejo de Europa, contemporanea 1943-1998, op. cit.,
el nuevo papel de este espacio como véase A. Moreno y V. Núñez p. 166-171, 243-345.
centro cultural de eventos de gran (2017), Historia de la construc-
reclamo, lo que había iniciado la ción europea desde 1945, Madrid, 27. A. Marabottini y L. Salerno
mostra de Caravaggio, y no escapó Alianza, p. 60-71, manual que, (coms.) (1968), Il Seicento Europeo.
al eco mediático de su homóloga además, ofrece un recorrido rigu- Realismo. Classicismo. Barocco,
romana. De hecho, Luigi Morandi, roso y actualizado del proceso de cat. exp. Palazzo delle Esposizioni,
presidente del Ente Manifestazioni integración europea. 1956-57, Roma, De Luca.
Europa y el Barroco por los viejos caminos de la unidad LOCVS AMŒNVS 16, 2018 291

28.  Para un recorrido, al tiempo 36. V.-L. Tapiè (1962), «Baroque 46. R. Longhi (1985),
que reflexión lúcida basada en su slave et d’Europe centrale», en «Un’antologia alla rovescia», op.
experiencia, en torno al comple- Manierismo, Barocco, Rococò. cit., p. 414-415; R. Longhi (1985),
jo debate sobre la definición del Concetti e Termini, Roma, Acade- «Mostre e musei (un avvertimento
barroco hasta hoy, véase Th. Da- mia Nazionali dei Lincei, p. 355. del 1959)» [Paragone, 235 (1969),
Costa Kaufmann (2011), «Dis- p. 3-23], en Edizione delle Opere
comfited by the baroque: A per- 37. B. Nicolson (1961), «Council Complete di Roberto Longhi, Flo-
sonal journey», en H. Hills (ed.), of Europe’ Exhibitions», The Bur- rencia, Sansoni, vol. xiii, p. 70-73.
Rethinking the Baroque, Farnham, lington Magazine, 694, p. 3.
Ashgate, p. 83-98, Precisamente, 47.  Esta instrumentalización de
este autor reconocía cómo, a la 38.  J. M. Sierra Nava (1957), El la geografía histórica y artística,
hora de enfrentarse al arte de la Consejo de Europa, Madrid, Insti- como también subrayó este autor,
Europa Central, le surgieron pro- tuto de Estudios Políticos, p. 4. con frecuencia tiene su explicación
blemas de definición temporal y en las presiones políticas y ad-
geográfica, pues no encajaba en las 39. M. Metayer (2012), Panora- ministrativas que acompañan a la
definiciones estándar del barroco. mas de l’art moderne: Manuels et práctica curatorial. P. Piotrowski
Esto era frecuente cuando se estu- synthèses en Italie et France (1950- (2009), In the Shadow of Yalta: Art
diaban temas que habían sido poco 1970), Rennes, Presses Universitaires and the Avant-garde in Eastern
trabajados por no considerarse tan de Rennes, p. 59-61; M. Rampley Europe, 1945-1989, Londres, Re-
relevantes dentro de la disciplina (2012), «The Construction of Natio- aktion Books, p. 17-18, 20.
o que habían quedado fuera del nal Art Histories and the ‘New’ Eu-
canon de la historia del arte, lo que rope», en M. Rampley et al. (eds.), 48. H. Voss (1957), «La “Mos-
le llevó a tomar en consideración y Art History and Visual Studies in tra…», op. cit., p. 61.
profundizar en la geografía del arte Europe: Transnational Discourses
y en cuestiones relacionadas con la and National Frameworks, Leiden, 49. L. Venturi (1957), «Problemi
periodización. Boston, Brill, p. 233-240. attuali: La Mostra del Seicento eu-
ropeo», Commentari, VIII (1),
29. J. Białostocki (1973), Estilo 40.  Iniciada por sus predecesoras, p. 3-4; L. Salerno (1957), «La
e iconografía: Contribución a una La Europa humanista (Bruselas, Mostra del Seicento», Commenta-
ciencia de las artes, Barcelona, 1954), que coincidió con la firma ri, VIII (1), p. 5-13.
Barral (1.ª ed. Dresde, 1966), p. 70, del Convenio Cultural Europeo en
79-80. La mayoría de las páginas París, que puso por primera vez el 50. V. Obaton (1997), La pro-
citadas de este libro pertenecen al acento en la salvaguardia del pa- motion de l’identité culturelle
capítulo «“Barroco”: Estilo, época, trimonio cultural, y El triunfo del européenne depuis 1946, Ginebra,
actitud», artículo que el historiador Manierismo europeo (Ámsterdam, Institut européen de l’Université
publicó en la prestigiosa revista 1955). de Genève, p. 91-93; J. Brunner
polaca Biuletyn Historii Sztuki, 20 (2010), «Le Conseil de l’Europe à
(1958), p. 12-36. 41.  A pesar de que los sentimientos la recherche d’une politique cultu-
nacionales persistieron en Europa relle européenne, 1949-1968», en
30. P. Francastel (1957), «Baro- desde 1945, cabe aclarar que se R. Frank et al. (eds.), Building a
que et classique: une civilisation», manifestarían sobre todo como un European Public Sphere. From the
Annales. Économies, Sociétés, «nacionalismo banal», según la ex- 1950s to the Present, Brussel·les,
Civilisations, XII (2), p. 222, y P. presión acuñada por Michael Billig. Peter Lang, p. 170, y La culture
Francastel (1964), «Poussin et J. P. Fusi (2003), La patria lejana: El européenne…, op. cit., p. 45-47.
l’homme historique», Annales. nacionalismo en el siglo xx, Madrid,
Économies, Sociétés, Civilisations, Taurus, p. 237-261, esp. p. 245. 51. M. Beloff (1961), Europa y los
XIX (1), p. 1. europeos, Barcelona, Plaza & Janés
42. H. Voss (1957), «La “Mostra (1.ª ed. Londres, 1957),
31.  Jh. R. Martin (1955), «The del Seicento Europeo” a Roma», p. 170. Este libro fue el resultado
Baroque from the Point of View of Paragone, VIII, 89, p. 56. o informe de la Mesa Redonda
the Art Historian», The Journal of de Europa, celebrada en Roma en
Aesthetics and Art Criticism, XIV 43. H. Voss (1957), «La “Mos- 1953, y de una comisión especial en
(2), p. 165, 171. tra…», op. cit., p. 56-57, 62-63. So- Estrasburgo en 1956, donde espe-
bre las razones por las que España cialistas de distintas disciplinas dis-
32. G. Bazin (com.) (1965), Pein- y el Prado no participaron, véase cutieron y buscaron concretar cuá-
ture Classique du XVII Siècle P. García-Montón (2016), «Lo les eran las bases en las que se debía
Français et Italien du Musée du tenebroso…», op. cit., p. 346-350. fundamentar la unidad europea. No
Louvre, cat. exp., Rennes, Musée se tradujo por casualidad en 1961 al
de Rennes, p. 5-6. 44. R. Longhi (1985), español, aunque se omitió el subtí-
«Un’antologia alla rovescia» tulo Una discusión internacional.
33. J. Białostocki (1973), Estilo [L’Europeo, 20 de enero de 1957],
e iconografía…, op. cit., p. 83-84, en Edizione delle Opere Comple- 52. R. Longhi (1985), «Mostre e
87, 98. te di Roberto Longhi, Florencia, musei…», op. cit., p. 70.
Sansoni, vol. xiii, p. 413, 415-416.
34. R. Wittkower (1962), «Il Longhi aún se refería a la Unión 53. P. Piotrowski (2009),
Barocco in Italia», en Manierismo, Europea Occidental y a la Comu- «Toward a Horizontal History of
Barocco, Rococò. Concetti e Ter- nidad Europea del Carbón y el the European Avant-Garde», en S.
mini (Convegno Internazionale, Acero, porque cuando escribió este Bru et al. (eds.), Europa! Europa?
1960), Roma, Academia Nazionali texto todavía no se habían firmado The Avant-Garde, Modernism and
Dei Lincei, p. 336. los Tratados de Roma. the Fate of a Continent, Berlín, De
Gruyter, p. 53-54, 58.
35. V.-L. Tapiè (1957), Baroque 45. C. Brandi (1957), «Il proble-
et classicisme, París, Plon, p. 267- ma delle esposizione», Ulisse, V 54.  Sobre la historia del museo
299. (27), p. 1388-1389. en estos años, véase S. Lorentz
292 LOCVS AMŒNVS 16, 2018 Patricia García-Montón González

(1957), «Muzeum Narodowe w dinamizó extraordinariamente las (2002), Kronika…, op. cit., vol. 1,
Warszawie w latach 1939-1954», relaciones internacionales de este p. 171-174.
Rocznik Muzeum Narodowego museo. Tejió una amplia red de
w Warszawie, 2, p. 7-98 y S. Lo- contactos con historiadores y con- 63. I. Witz (1972), Przechadzki…,
rentz (1962), «Dzieje Muzeum servadores de otros países, gracias op. cit., p. 83.
Narodowego w Warszawie», a lo cual convirtió esta institución
Rocznik Muzeum Narodowego museística en una importante refe- 64. I. Witz (1972), Przechadzki…,
w Warszawie, 6, p. 7-101; K. rencia en los circuitos europeos, y op. cit., p. 84.
Murawska-Muthesius (1996), no solo del bloque soviético. Véase
«Museums and national identity S. Lorentz (1991), «[In memoriam 65. A. Chudzikowski (1958),
in Poland», en A. Kwilecka y Jan Białostocki]», Rocznik Muzeum «Wystawa Rembrandtowska w
F. Ames-Lewis (eds.), Art and Narodowego w Warszawie, 35, Muzeum Narodowym w Wars-
National Identity in Poland and p. 11-13; A. Chastel (1991), «Mort zawie», Rocznik Muzeum Naro-
England, Londres, Birkbeck Co- de l’historien d’art Jan Białostocki: dowego w Warszawie, 3, p. 423-
llege, p. 162-167; A. Masłowska Un maître de l’iconologie», Rocznik 424. Aquí se incluye una imagen
(2002), Kronika wystaw Muzeum Muzeum Narodowego w Wars- de esta sala con reproducciones
Narodowego w Warszawie 1862- zawie, 35, p. 91-92; J. Michałkowa fotográficas.
2002: Chronicle of Exhibitions at (1998), «Le “Bulletin du Musée
the National Museum in Warsaw National de Varsovie” de Jan 66. A. Masłowska (2002), Kro-
1862-2002, Varsovia, Muzeum Białostocki», Bulletin du Musée nika…, op. cit., vol. 1, p. 172. Aquí
Narodowe w Warszawie, vol. 1, National de Varsovie, 39, p. 5-15; S. se reproduce la viñeta mencionada.
p. 8-61, y vol. 2, p. 8-59, y K. Ma- Michalski, «Jan Białostocki a ewo-
zan (2011), «National museums lucja historii sztuki po roku 1945», 67. H. Gerson (1956), «Rem-
in Poland», en P. Aronsson y G. en M. Poprzęcka (ed.) (1999), Ars brandt in Poland», The Burlington
Elgenius (eds.), Building National longa: Prace dedykowane pamięci Magazine, 641, p. 280, y A. Chu-
Museums in Europe 1750-2010, profesora Jana Białostockiego, Var- dzikowski (1958), «Wystawa…»,
Conference Proceedings from Eu- sovia, Listopad, p. 53-68, e I. Ciuli- op. cit., p. 451.
NaMus, European National Mu- sová (2010), «Notes on the History
seums: Identity Politics, the Uses of of Renaissance Scholarship in Cen- 68. H. Gerson (1956), «Rem-
the Past and the European Citizen, tral Europe: Białostocki, Schlosser brandt in…», op. cit., p. 280.
Linköping University Electronic and Panofsky», en A. Lee et al.
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www.ep.liu.se/ecp_home/index. Continuity and Discontinuity in wenecki od Tycjana do Tiepola,
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ción de los museos en aquellos paí- Narodowe w Warszawie, y A.
ses bajo la órbita soviética, véase S. 58.  Formación clandestina que Masłowska (2002), Kronika…,
Knell (2016), National Galleries. constituyó el principal movimiento op. cit., vol. 1, p. 174-175.
The Art of Making Nations, Lon- de resistencia polaca frente a la
dres, Routledge, p. 86-90. ocupación soviética y alemana. 70. S. Lorentz y S. Kozakiewicz
(coms.) (1955), Mostra di Bernardo
55.  Sobre su actividad como 59. M. Walczak (2011), «Michał Bellotto, 1720-1780. Alessandro
director del Museo Nacional de Walicki (1904-1966)», Rocznik Gierymski, 1850-1901. Opere pro-
Varsovia, véase K. Załęski (1999), Historii Sztuki, 36, p. 128. Sobre la venienti dalla Polonia, cat. exp. Pa-
«Stanisław Lorentz as the creator situación política, la instituciona- lazzo Grassi, Venecia, Milán, Alfieri.
of the “Modern” National Mu- lización de la Historia del Arte en
seum», Bulletin du Musée National relación con la coyuntura en Polo- 71. J. Białostocki (com.) (1956),
de Varsovie, 40, p. 21-44, y el vo- nia tras la Segunda Guerra Mundial Malarstwo Włoskie w zbiorach
lumen que se le dedicó con motivo y la historiografía polaca durante polskich xvii-xviii w., introduc-
del centenario de su nacimiento estos años, véase W. Bałus (2012), ción de Juliusz Starzyński, cat.
A. Rottermund et al. (eds.) «A marginalized tradition? Polish exp., Varsovia, Muzeum Naro-
(1999), Przeszłość przyszłości… Art History», en M. Rampley et al. dowe w Warszawie, p. 7-16, y A.
Ksiśga Pamiątkowa ku czci Profe- (eds.), Art History and Visual Stu- Masłowska (2002), Kronika…,
sora Stanisława Lorentza w setną dies in Europe: Transnational Dis- op. cit., vol. 1, p. 176.
rocznicę urodzin, Varsovia, Mu- courses and National Frameworks,
zeum Narodowe w Warsza- Leiden, Boston, Brill, p. 441-446. 72.  Z. V. (1956), «Varsavia: Una
wie; Zamek Królewski w mostra del ritratto veneto e una
Warszawie, donde se publicaron 60.  Sobre junio de 1956, véase A. mostra d’arte italiana», Emporium,
textos inéditos de Lorentz junto a Kemp-Welch (2008), Poland under 743, p. 231. Recordemos que, un
los de diversos especialistas sobre Communism: A Cold War History, año antes, Białostocki y Walic-
su trayectoria. Cambridge University Press, p. 86- ki habían publicado el volumen
118, y T. Judt (2012), Postguerra: Pintura europea en las colecciones
56. S. Lorentz (1999), «Filozofia Una historia de Europa desde 1945, polacas (1955).
muzeów [1960]», en A. Rot- Madrid, Taurus, p. 454-459.
termund et al. (eds.), Przeszłość 73. G. Bazin (com.) (1956), Ma-
przyszłości… Księga Pamiątkowa ku 61. I. Witz (1972), Przechadz- larstwo Francuskie od Davida do
czci Profesora Stanisława Lorentza ki po warszawskich wystawach. Cézanne’a, cat. exp., Varsovia, Mu-
w setną rocznicę urodzin, Varsovia, 1945-1968, Państwowy Instytut zeum Narodowe w Warszawie,
Muzeum Narodowe w Wars- Wydawniczy, p. 83. p. 9-16, y A. Masłowska (2002),
zawie; Zamek Królewski w Kronika…, op. cit., vol. 1, p. 176-177.
Warszawie, 1999, p. 9-13. 62. M. Walicki et al. (1956),
Rembrandt i jego krąg, cat. exp., 74.  Coincidieron con André Chas-
57.  No cabe duda de que Varsovia, Muzeum Narodowe w tel en el único viaje que este hizo a
Białostocki, apoyado por Lorentz, Warszawie, p. 4-5; A. Masłowska este país. J. A. Chrościcki (2013),
Europa y el Barroco por los viejos caminos de la unidad LOCVS AMŒNVS 16, 2018 293

«André Chastel et la Pologne», en 81.  J. M. Faraldo (2001), «Me- mundo soviético, se ha venido
Sabine Frommel y Michel Hoch- dieval…», op. cit., p. 609-611. especializando en las cuestiones
mann (dir.), André Chastel (1912- subrayadas: nacionalismo, co-
1990): Histoire de l’art & action pu- 82. P. Piotrowski (2009), In the munismo, la cuestión europea, la
blique, París, INHA, p. 29, 31-33. Shadow…, op. cit., p. 15. historia de la Europa Central y del
Una fotografía de los tres historia- Este, especialmente de Polonia, la
dores franceses en Polonia en junio 83.  En el caso de aquellos países (re)construcción de la identidad,
de 1956, mes en que se había inau- situados en el «centro» de Europa, la percepción de la Europa occi-
gurado la exposición, se reproduce como Polonia, la invención de una dental, la memoria y la pluralidad
en A. Rottermund et al. (eds.) identidad diferenciada —su «cen- de narraciones. Véase G. Thum
(1999), Przeszłość Przeszłość…, troeuropeidad»— se fundamentaba y J. M. Faraldo (2000), «Las
op. cit., p. 420. en que no los confundiesen con Regiones Occidentales Polacas:
otros emplazados al este de los Experimento social y arquitectura
75. S. Lorentz (1991), «[In me- mismos, con lo que se les garanti- de las identidades», Cuadernos
moriam Jan Białostocki]», op. cit., zaba un lugar en el lado «bueno» de Historia Contemporánea, 22,
p. 11-13. de esa división, como explica p. 325-348, donde se reflexionaba
Judt. A pesar de lo cual, algunos ya en torno a la incorporación de
76.  Por ejemplo, Trésors d’art po- historiadores, como Davies, han estos territorios y la necesidad
lonais: Chefs d’œuvre des musées subrayado que Polonia pertenece y de revisar o, más bien, reiniciar
de Pologne (1961) en el Museo de siempre ha pertenecido al Este. una tradición historiográfica
Bellas Artes de Burdeos o Trea- Pero, en todos los sentidos, sus fuertemente ideologizada, y J. M.
sures from Poland (1966-1967) en vínculos más fuertes los ha tenido Faraldo (2008), Europe, Natio-
Chicago, Filadelfia y Ottawa. con el Oeste. Véase N. Davies nalism, Communism: Essays on
(1984), Heart of Europe: A short Poland, Nueva York, Frankfurt,
77. A. Feuß, «The German-Polish history of Poland, Oxford, Cla- Peter Lang Verlag, volumen que
Canaletto Exhibition in Dresden, rendon Press, p. 342-345, y T. reúne una serie de artículos del au-
Warsaw and Essen 1963-1966», Judt (2013), ¿Una gran ilusión?: tor a lo largo de los cuales aborda
Porta Polonica, The Documenta- Un ensayo sobre Europa, Madrid, las cuestiones señaladas. Por últi-
tion Centre for the Culture and Taurus (1.a ed. Nueva York, 2011), mo, resulta muy útil la antología S.
History of the Poles in Germany, p. 57-93. Łukasiewicz (ed.) (2011), Towards
en <http://www.porta-polonica. a United Europe: An Anthology of
de/en/Atlas-of-remembrance- 84. P. Piotrowski (2009), In the Twentieth Century Polish Thought
places/german-polish-canaletto- Shadow…, op. cit., p. 12. on Europe, Varsovia, Ministry of
exhibition-dresden-warsaw-and- Foreign Affairs of the Republic of
essen-1963-1966> (consulta: 28 85.  Sin embargo, no se puede Poland, que ofrece una visión ge-
agosto 2016). desatender el sentimiento nacio- neral de lo que fue el pensamiento
nalista, porque, a pesar de esta polaco sobre la integración dentro
78. J. Białostocki (1964), «Ber- visión aparentemente triunfalista del debate europeo a lo largo del
nardo Bellotto in Dresden and del europeísmo, no es tan fácil ser siglo xx.
Warsaw», The Burlington Maga- «europeo» en la Europa del Este
zine, 735, p. 284; S. Lorentz y posterior a 1989. T. Judt (2013), 87.  Véase B. Nicolson (1956),
S. Kozakiewcz (coms.) (1957), ¿Una gran ilusión?…, op. cit., «The Dresden Pictures», The Burl-
Bernardo Bellotto 1720-1780, p. 84-87. ington Magazine, 640, p. 222.
paintings and drawings from the
National Museum of Warsaw, cat. 86.  La bibliografía que ha estudia- 88.  Sobre la ofensiva soviética
exp., Whitechapel Art Gallery, do la búsqueda de Polonia de su contra el proceso comunitario
Londres, Chaseton Press of H. identidad como nación y su rela- de la Europa occidental, véase R.
Williams and Son, p. 2-3. ción con el ideal de unidad europea Martín de la Guardia y G. Á.
durante la Guerra Fría es extensa. Pérez Sánchez (2017), La Unión
79. S. Kozakiewicz (1968), «Be- Por eso, como referencias, remiti- Soviética ante el espejo de las co-
llotto et l’art polonais», Bulletin mos al volumen colectivo Th. La- munidades europeas: De la Europa
du Musée National de Varsovie, IX ne y M. S. Wolański (eds.) (2007), sovietizada a la «casa común» eu-
(3-4), p. 83-87. Poland and European unity: Ideas ropea (1957-1988), Universidad de
and reality, Wrocław, Wydawnict- Valladolid, p. 19-56.
80.  Sobre la opción de reconstruir wo Uniwersytetu Wrocławskiego,
la arquitectura polaca «original», con la participación de numerosos 89.  J. M. Faraldo (2004), «Imagi-
devastada tras la ocupación alema- especialistas, y Th. Lane y M. nar Europa: Concepciones de Eu-
na, en relación con la reconstruc- S. Wolański (2009), Poland and ropa en la Europa Centro-oriental
ción de la identidad nacional, véase European Integration: The Ideas durante el periodo socialista: Una
J. M. Faraldo (2001), «Medieval and Movements of Polish Exiles aproximación», Cuadernos Consti-
Socialist Artifacts: Architecture and in the West, 1939-91, Hampshire, tucionales de la Cátedra Fadrique
Discourses of National Identity in Palgrave, MacMillan. En ambos se Furió Ceriol, 45-46, p. 218.
Provincial Poland, 1945-1960», Na- visibiliza la contribución polaca
tionalities Papers, XXIX (4), p. 605- en el exilio al movimiento de inte- 90. M. Levey y F. Haskell (1958),
632, aunque el autor se sirve del ca- gración europea, situándola en el «Painters and Painting at the ‘Age
so de Poznań. Sin embargo, en sus marco institucional europeísta y of Rococo’ Exhibition in Munich»,
reflexiones también tiene cabida el en el contexto más amplio de las The Burlington Magazine, 669,
ejemplo del casco antiguo, el Stare relaciones internacionales durante p. 422, 427.
Miasto, de Varsovia, que fue, segu- este periodo, sin olvidar sus conse-
ramente, la destrucción deliberada- cuencias en la política europea de 91. B. Nicolson (1961), «Council
mente más simbólica. Los polacos Polonia en la era postcomunista. of…», op. cit., p. 3.
lo percibieron como un ataque a su Asimismo, consideramos relevan-
identidad y un intento de aniquilar tes los estudios de Faraldo, quien, 92. B. Nicolson (1962), «Bolog-
su existencia histórica. con un conocimiento amplio del nese Exhibitions», The Burlington
294 LOCVS AMŒNVS 16, 2018 Patricia García-Montón González

Magazine, 715, p. 409; P. Francas- el Acuerdo Lazy-Zarubin, que se 103.  J. M. Ruiz (1961), «Quere-
tel (1964), «Poussin…», op. cit., renovó periódicamente. Si bien es mos restaurar nuestro camino de
p. 1, y C. Brandi (1957), «Il pro- cierto que para ambas potencias Europa», ABC (18 de abril), p. 21.
blema…», op. cit., p. 1388-1389. tuvo un fin evidente de publicidad,
se debe recordar que favoreció el 104.  J. M. Ruiz (1961), «Por los
93. M. Bernardi (1956), «La conocimiento de ambos países a viejos caminos de la unidad: Pregón
mostra del Seicento europeo a Ro- cada lado del telón de acero. G. de la Exposición Europea de Arte
ma», La Nuova Stampa, Turín (1 Bazin, A. Blunt y Ch. Sterling Románico», ABC (11 de enero),
de diciembre), p. 3. (coms.) (1960), Exposition Nicolas p. 15. Este texto se reprodujo ade-
Poussin, cat. exp. Musée du Louvre, más en el catálogo de la exposición.
94.  El dibujo se conserva en el París, Musées Nationaux, p. 189- J. Ainaud de Lasarte (com.)
Museo Collezione Alessandro Ma- 193. Véase F. S. Saunders (2001), (1962), El arte románico. Exposición
rabottini en Perugia y ha sido re- La CIA y la guerra fría cultural, organizada por el gobierno español
producido ya en A. Bacchi (2017), Madrid, Debate, y Y. Richmond bajo los auspicios del Consejo de
«Denis Mahon, Studies in Seicento (2003), Cultural Exchange and Europa. Catálogo. Barcelona y
Art and Theory, 1947», en A. Ba- the Cold War: Raising the Iron Santiago, 1961, cat. exp., Barcelona,
cchi y L. Barroero (eds.), La Curtain, United States of America, Gráficas Bachs, p. xv-xvii.
riscoperta del Seicento: I libri fon- The Pennsylvania State University
dativi, Génova, Sagep, Fondazione Press. 105.  Sobre España, su política ex-
1563 per l’Arte e la Cultura, terior y el proceso de construcción
p. 57-58. 97.  P. du Colombier (1960), «The europea, véase A. Moreno Juste
Poussin Exhibition», The Burling- (1998), Franquismo y construcción
95.  Hubo otra «desafortunada ton Magazine, 688, p. 282. europea (1951-1962): Anhelo, nece-
laguna debido a las contingencias sidad y realidad de la aproximación
actuales», en palabras de Mario 98.  Archivo del Museo Nacional a Europa, Madrid, Tecnos, especial-
Salmi: la que dejaron los museos del Prado (en adelante AMNP), mente p. 89-170, 225-263; J. Cres-
rusos. A. Marabottini y L. Sa- caja 1381, lib. 1, actas 477, 478, 25 po MacLennan (2004), España en
lerno (coms.) (1968), Il Seicento de marzo, 18 de abril de 1960, Europa, 1945-2000: Del ostracismo
Europeo…, op. cit., p. 8. f. 13r., 15 r.-v.; caja 3, leg. 17.05, a la modernidad, Madrid, Marcial
exp. 10, minuta de F. J. Sánchez Pons, p. 59-110, y la propuesta más
96.  En primer lugar, se reflejó en Cantón, director del Museo del reciente de J. Großmann (2014),
los préstamos de las galerías de Prado, a Antonio Gallego Burín, «“Baroque Spain” As Metaphor.
Berlín Este, con una obra de la director general de Bellas Artes, Hispanidad, Europeanism and Cold
Gemaldegälerie estatal, y del Oeste, Madrid, 21 de abril de 1960. War Anti-Communism in Francoist
que envió tres del Museo Dahlem. Spain», Bulletin of Spanish Studies,
A mayor escala, la presencia esta- 99.  No-Do, 6 de marzo de XCI (5), p. 715-734, sobre el «giro
dounidense estuvo representada por 1961, Nº 948A, en <http://www. europeísta» del franquismo a través
más de veinte pinturas encabezadas rtve.es/filmoteca/no-do/not- de una reinterpretación de la no-
por el Orión ciego buscando el sol 948/1470347/> (consulta: 2 diciem- ción de hispanidad como un con-
del Metropolitan, nombre, por bre 2016). cepto ideológicamente flexible que
cierto, con el que en 1957 se había habría funcionado también como
bautizado al proyecto estadouni- 100.  Velázquez y lo velazqueño, un mecanismo de acercamiento a la
dense para crear una nave espacial cat. exp., Madrid, Dirección Gene- Europa Occidental.
de propulsión nuclear de pulso. ral de Bellas Artes, 1960.
Sin embargo, ese año Rusia cambió 106.  AMNP, caja 1381, lib. 1, acta
las reglas del juego lanzando el 101.  Lo había tenido todo para 507, 17 de junio de 1964, f. 97v.-
primer satélite artificial, el Sputnik triunfar en la retórica visual fran- 98v.; lib. 2, actas 520, 521, 24 de
1, lo que dio lugar entonces a una quista y sus políticas culturales febrero, 29 de marzo de 1966,
rivalidad no solo ideológica, sino del pasado: barroco, Imperio, f. 41v.-42r., 46v.
también tecnológica, por ganar la victoria, España, y, por supuesto,
carrera espacial. Al museo neo- sonrisa —como la que, al parecer, 107.  AMNP, caja 5, exp. 4, carta
yorquino se sumaron obras de los tenía siempre Franco—. Véase A. de C. Nordenfalk a F. J. Sánchez
museos de arte de Toledo, Pennsyl- Foxá (1945), «La sonrisa pintada», Cantón, Estocolmo, 29 de noviem-
vania, Detroit, Cleveland, Virginia, ABC (23 de mayo), p. 3; E. d’Ors bre de 1965; carta de X. de Salas a
Baltimore, Chicago, San Francisco, (1944), Lo barroco, Madrid, M. C. Nordenfalk, Madrid, 2 de agos-
el Ringling o el Fogg, mientras que Aguilar Editor, p. 132-199; M. to de 1965, y carta de X. de Salas a
desde la URSS se agotaron todas las d’Ors (1992), «“¡La sonrisa de C. Nordenfalk, Madrid, 1 de abril
bazas enviando cerca de una decena Franco resplandece!” (Notas sobre de 1966.
de originales de Poussin, como los un topos de la Literatura “nacio-
paisajes bucólicos del Polifemo o el nal” de la guerra de 1936-1939)», 108. F. Haskell (1966), «‘Chris-
Hércules y Caco, del Hermitage y RILCE. Revista de Filología His- tina Queen of Sweden’ and Some
del Museo Pushkin, respectivamen- pánica, 8, p. 9-28. Related Publications», The Bur-
te, o la pareja formada por la Victo- lington Magazine, 763, p. 19-23;
ria sobre los Amalecitas y la Victoria 102.  G. di Febo (1988), La santa AMNP, caja 5, exp. 4, informe de
sobre los Amorreos. A pesar de de la raza: Teresa de Ávila, un cul- la primera reunión del Comité Or-
esta «guerra fría cultural» —como to barroco en la España franquista ganizador Europeo de la XI Expo-
denominó Saunders a la campaña (1937-1962), Barcelona, Icaria, sición Europea bajo los auspicios
silenciosa liderada por la CIA a tra- p. 48-49. Sobre cómo se vio a Es- del Consejo de Europa, Estocol-
vés de los intelectuales y los artistas paña respecto a «la cuestión euro- mo, 9-12 de junio de 1964, con la
contemporáneos para afianzar su pea» durante el franquismo, véase intervención de Carl Nordenfalk
hegemonía en Europa—, Estados R. Martín de la Guardia (2015), dirigido a Hendrik Jan Reinink,
Unidos y la Unión Soviética fir- El europeísmo: Un reto permanen- director de Relaciones Culturales
maron un acuerdo de intercambio te para España, Madrid, Cátedra, Internacionales de los Países Bajos
cultural en 1958, conocido como p. 261-302. y presidente del Comité, Estras-
Europa y el Barroco por los viejos caminos de la unidad LOCVS AMŒNVS 16, 2018 295

burgo, 25 de junio de 1964. Junto a así como de Tesoros del Ermitage Culture, Heritage and Landscape
la documentación relativa a la (1981) en el Museo del Prado. (CDCPP) of the Council of Euro-
exposición, se conservan fotogra- pe, CDCPP-Bu(2015)26, Rethin-
fías de la inauguración y otras del 114. G. Junoy (1979), La coopera- king Council of Europe Art Exhi-
rey de Suecia, solo o acompaña- ción intergubernamental cultural y bitions: Towards a revised concept,
do por Nordenfalk, posando ex educativa en el marco del Consejo 23-24 noviembre 2015, Estrasbur-
profeso con algunas de las piezas de Europa. 1949-1978, Madrid, go; 10th meeting of the Bureau of
enviadas por el Prado. Al parecer, Ministerio de Educación y Ciencia, the CDCP. CDCPP-Bu(2016)6,
fue Salas quien le pidió fotografías p. 11-12, 292. Council of Europe Art Exhibitions:
del evento y, sobre todo, en la que Towards a new concept, 14 marzo
se viesen los préstamos del museo. 115.  J. M. Sierra Nava (1957), El 2016, Estrasburgo, en <http://
Carta de C. Nordenfalk, director Consejo de Europa, op. cit., www.coe.int/en/web/cdcpp-com-
del Museo Nacional de Estocol- p. 4. Véase T. Davis y D. Mar- mittee/bureau>; 5th Session of the
mo, a X. de Salas, subdirector del dell (2004), 50 years of Council CDCPP, Estrasburgo, 13-15 junio
Museo del Prado y delegado de of Europe Art Exhibitions / 50 ans 2016. CDCPP(2016)9, Council of
España en el Comité Organizador, d’expositions d’art du Conseil de Europe Art Exhibitions. Towards
Estocolmo, 10 de agosto de 1966. l’Europe, Estrasburgo, Council of a new concept and initiative: «We,
Europe / Conseil de l’Europe, y J. the others», en <http://www.coe.
109. F. Haskell (1966), «‘Christi- Brunner (2010), «Le Conseil de int/en/web/cdcpp-committee/
na Queen of Sweden’…», op. cit., l’Europe…», op. cit., p. 172-174.  meetings> (consulta: 20 septiembre
p. 494-499. 2016).
116. V. Obaton (1997), La promo-
110. F. Haskell (2002), El museo tion…, op. cit., p. 93-95. 120.  «Lessons from history for the
efímero: Los maestros antiguos y el Brexiters», The Guardian (24 de
auge de las exposiciones artísticas, 117. G. Magalhães (2016), Los mayo de 2016).
Barcelona, Crítica, p. 205. españoles, Barcelona, Elba, p. 15-
16. 121.  «National Gallery hopes
111. J. Pope-Hennessy (1991), for “business as usual” after
Learning to look, Londres, Heine- 118.  Sobre esta exposición y las Brexit vote», BBC News, 30 de
mann, p. 145. implicaciones metodológicas de su junio de 2016, en <http://www.
planteamiento, véase A. Alisauskas bbc.com/news/entertainment-
112. Ch. Cimoli (2007), Musei (2014), «Art History and Geo- arts-36673914> (consulta: 20 sep-
effimeri…, op. cit., p. 22-23. Politics in an (Un-)Divided Euro- tiembre 2016).
pe», Critique d’Art, 43, en <http://
113.  AMNP, caja 25, leg. 17.36. critiquedart.revues.org/15332> 122.  El País (15 de septiembre de
Documentación generada por el (consulta: 13 agosto 2017). 2016).
citado acuerdo y el préstamo de las
obras. Fotografías de las salas de la 119.  9th Meeting of the Bureau 123. G. Magalhães (2016), Los
exposición en Leningrado y Moscú, of the Steering Committee for españoles, op. cit., p. 16.

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