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Introducción ai tema
1. P L A N T E A M IE N T O DE IN T E R R O G A N T E S
i En una perspectiva filosófica, Scholz (1991); Barck (1990); M üller (5997); Hoffmann
(1997); Recki y Wiesing (1997); W iesing (1997); Brandt (1999), y Steinbrermer-
W inko (1999). En una perspectiva más histórica, Barasch (1992) y M arín (1993).
Si se elige una aproxim ación antropológica, com o se sigue en esta obra,
se en cu en tra u no con un nuevo problem a en la ob jeción de que el estu
d io de la an trop olo gía se refiere ai ser humano, y no a las im ágenes. Esta
ob jeción dem uestra precisam ente la necesidad de lo que cuestiona. L os
h o m b re s y las m u jeres aíslan d en tro de su a c tiv id a d v isu a l, que esta
blece los lincamientos de la vida, aquella unidad sim b ólica a la que lla
m am os im agen. La d u plicid ad del sign ificad o de las im ágenes intern as y
externas n o puede separarse del concepto de im agen, y justam ente p o r
ello trastorn a su fundamentación antrop ológica. U na im agen es m ás que
un p ro d u c to de la p erce p ció n . Se m an ifiesta c o m o re su lta d o de u na
sim b o liza c ió n p erso n al o colectiva. T o do lo que p asa p o r la m irad a o
frente al o jo in terio r p u ed e entenderse así co m o una im agen, o tran s
form arse en un a im agen. D ebid o a esto, si se considera seriam ente el co n
cepto de im agen, únicam en te puede tratarse de un concepto an tro p o ló
gico. V ivim os con im ágenes y entendem os el m u n d o en im ágenes. Esta
relación viva con la im agen se extiende de igual form a a la p rod u cción
física de im ágenes que desarrollam os en el espacio social, que, p o d ría
m o s decir, se v in c u la con las im ágen es m en tales com o u n a p regu n ta
con una respuesta.
El discurso de la antropología no se restringe a un tema determ inado,
sino que expresa el anhelo de una com prensión abierta, interdisciplinaria
de la im agen. L o m ism o puede decirse en lo que respecta a una tem pora
lidad distinta a la que estipulan los m odelos históricos evolucionistas. El
cuerpo enfrenta siem pre las m ism as experiencias, com o tiem po, espacio
y m uerte, que ya hem os captado a p rio ri en im agen. D esde la perspectiva
antropológica, el ser hum ano no aparece com o am o de sus im ágenes, sino
-a lg o com pletam ente d istin to - com o “ lugar de las im ágenes” que tom an
posesión de su cuerpo: está a m erced de las im ágenes autoengendradas,
4 Debo este concepto, con su polém ica en contra de una metafísica de la imagen,
a ¡as conversaciones con P. Weibel. Cf. también Seitter (1997).
; Stiegler (1996:182).
6 Véase Schiosser (19 9 3:119 y s.) respecto de A. Schopenhauer, Parerga
und Paralipomena (1851: § 209). El idealismo alemán legó una fuerte tradición
en ei concepto de imagen.
A quí se constituye tam bién com o el missing link, pues el m edio, en prim er
término, nos coloca ante la posibilidad de percibir las im ágenes de tal m o d o
que no las confundim os ni con los cuerpos reales ni con las m eras cosas. La
distinción entre imagen y m edio nos aproxim a a la conciencia del cuerpo.
Las im ágenes del recuerdo y de la Fantasía surgen en el propio cuerpo como
sí fuera un medio portador viviente. C o m o es sabido, esta experiencia sus-
citó la distinción entre m em oria [Gedachtnis], com o archivo de imágenes
propio del cuerpo, y recuerdo [ErinnerungJ , com o producción de im áge
nes propia del cuerpo/ En los textos antiguos, los m edios de la im agen siem
pre dejaron sus huellas en aquellos casos en ios que las imágenes fueron suje
tas a prohibición m aterial, con el fin de proteger de las falsas im ágenes las
im ágenes internas dei espectador. E n concepciones m ágicas, p o r el contra
río, encontram os la reveladora praxis de consagrar a los m edios de la im a
gen para su uso en un lugar aislado, transformando,- en p rim er lugar, una
sustancia en un m edio a través de un ritual (p. 197).
En el m edio de las im ágenes reside una doble relación corporal. La an a
logía con el cuerpo surge con un p rim er sentido a partir de que concebi
m os los m edios portadores com o cuerpos sim bólicos o virtuales de las im á
genes. En un segundo enfoque surge a partir de que los m edios circunscriben
y tran sfo rm an nuestra p ercepción corporal. Ellos dirigen nuestra expe
riencia del. cuerpo m ediante el acto de la observación [Betm chtung] en la
m edida en que ejercitamos según su m odelo la propia percepción del cuerpo
y su enajenación [Entáusserung]. C o n m ucha m ejor disposición recon o
cem os entonces aquí una analogía para las im ágenes que hem os recibido.
Esto es válido incluso p ara los m edios de im agen electrónicos, que se p re
cian de la d escorporización de las im ágenes. La negación telem ática del
espacio, que en cierto m od o proporciona alas a nuestro cuerpo, responde
a la m ism a tendencia. Pues la descorporización no es otra cosa que una
experiencia corporal de un nuevo tipo, que ya cuenta con paralelos h istó
ricos (p. 119). C on todo, el cuerpo virtualizado o globalizado proporciona
esta extensión de su percepción sólo m ediante sus órganos corporales.
El enfoque m edial de las im ágenes trae de regreso a nuestro cuerpo -q u e
en num erosas variantes de la semiótica, fue intendonah nen te sacado del
ju e g o - com o sujeto m edial de la discu sión.8 La teoría de los signos form a
7 Fleckner (19.95), con una selección de textos acerca de la teoría de la mem oria.
Cf. también los trabajos de A. y J. Assm ann (1993) sobre este tema y, en relación
con la teoría de Platón, Dárm ann (1995:19 y ss.).
8 La discusión sobre ¡os m edios se encuentra aún m uy fragmentada. Cf'. al respecto
los trabajos de Rótzer (1991); McLuhan (1996); Reck (1996); Faulstich {1997 y
t.998); Bredekam p (1997); Boehm (1999), y Spieim am i-W iiiter (1999). En relación
p arte de las co n trib u cio n es en el cam p o de la ab stracció n debidas a la
M odernidad, pues separó el m undo de los signos del m undo del cuerpo,
en el sentido de que los signos se encuentran en casa en el sistem a social
y están basados en una convención,9 Se dirigen a una percepción cogni-
tiva, en vez de a una percepción sensorial, relacionada con el cuerpo: incluso
las im ágenes se reducen en este caso a signos icónicos. La sim etría éntrelos
signos lingüísticos y visuales (tam bién la prim acía del lenguaje com o sis
tem a de transm isión) es elem ental para la sem iótica. Si bien Ernst G om -
brich adm itió en su ensayo estructuralista que las im ágenes “ p ro p o rcio
n a n in fo rm a c io n e s que no p u ed en ser d eco d ificad as de n in gu n a otra
m anera”,10 esta form u lación m uestra de m od o extrem adam ente claro la
restricción funcionalista a la que se som ete el concepto de im agen. Algo
sim ilar sucede con la diferencia entre im agen y m edio, que en la sem ió
tica se queda dem asiado corta del lado de la im agen. Solam ente un en fo
que antropológico puede devolver su lugar al ser hum ano, que se experi
m enta co m o m ed ial e igu alm ente actúa de m an era m ed ial. En esto se
distingue tam bién de las teorías de los m edios y de los análisis técnicos que
no conciben al ser hum ano com o usuario, sino sólo com o inventor de nue
vas técnicas.
con ei cuerpo com o una parte determinante del yo, cf. M erleau-Ponty (1965:178
y ss., y 1984 :13 y ss.).
9 Al respecto, Eco (1972); Scholz (i9 9i),ySchafer-W im m er (1999). Cf. Kaemmerfing
(1979); ¡[versen (1986); Mayo (i99o),ySchapiro,ers Boehm (1994: 253 y ss.).
10 Gom brich (1999: 50 yss.).
sidad científica en torno de fenóm enos ópticos. La renovada teologización
de la im agen en la Reform a sim plem ente p rom ovió es te desarrollo. Se ad ju
dicó, entonces, la retórica de la im agen a la historia del arte. La historia
del arte, a su vez, historizó con pasión el concepto de im agen. La estética
filosófica desvió ia atención del artefacto para concentrarse en la abstrac
ción del concepto de im agen, m ientras que la psicología investigó la im a
gen com o construcción del espectador en la teo ría de la Gestalt. Las téc
nicas m odernas de la im agen proporcion aron el m aterial p ara la historia
de su desarrollo, de la cual su rgieron im pu lsos im portantes para la te o
ría de los m edios. De esta form a, ia com petencia quedaba d ividid a en d is
tintas disciplinas.
¿Qué aspecto podría tener entonces en la actualidad un discurso acerca
de la im agen y de lo que constituye la cualidad de la im agen? El antiguo
concepto de ico n olo gía aú n aguarda que se le otorgu e un sen tido c o n
tem poráneo. Cuando E rw in Panofsky lo volvió fructífero para la historia
del arte, lo restringió nuevam ente a las alegorías de im ágenes del Renaci
m iento, que se pueden interpretar p o r m edio de textos históricos, con lo
cual se desvía su sentido. Es distinto h ablar de significados en im ágenes
que pueden hacerse legibles de m an era sim ilar a un texto, que tom ar com o
tem a el significado que las im ágenes recibían y tenían en esa sociedad en
particular.” W. J. T. M itchell ha puesto nuevam ente en uso el térm ino ico
nología en su libro que lleva el m ism o título. Por iconología entiende u n
m étodo para dejar de explicar las im ágenes m ediante textos, y distinguir
las de los textos. Su iconología crítica, com o la ha llam ado, no distingue entre
im ágenes y la visual culture com o concepto rector. Quizá pretendió in tro
ducir esta distinción en u n segundo libro, al que tituló Picture theory. En él
establece las diferencias entre pictures e images, algo que es im posible para
nosotros, pues en alem án llam am os de igual m anera al cuadro [Bild] co l
gado en la pared y a la im agen [Bild] que contiene. Desde la perspectiva
de M itchell, pictures son im ágenes físicas, “objetos [concretos] de la repre
sentación que hacen que ias im ágenes se m anifiesten”. Yo p referiría hablar
de m edios para encontrar un térm ino p a r a la corporización de las im áge
nes. M itchell m enciona los “ visual and verbal media” sobre todo en refe
rencia a las bellas artes y a 3a literatura.12 Así, el interrogante elemental acerca
de la im agen aún debe ser esclarecido.
En la ciencia del arte, la im agen estaba sum am ente restringida a su carác
ter artístico, por lo que fue clasificada dentro de la historia de las form as
16 Cassirer (1923-1929}. Véase también Cassirer (19 23:11 y ss.). En relación con Cassirer,
véanse Schilp (1966) y el volum en Science in context 12.4 (1999) dedicado a Cassirer.
17 Cf. ia nota 6.
cu erpo hum ano, cuya sustancia o rg á
nica no puede ser transferida a im áge
nes artificiales. Por eso nos espantan los
m uñecos que aparentan estar vivos, que
se apartan de la indudable d iferencia
entre cuerpo e im agen, com o podría ser
la de esculturas de p ied ra o de bronce
(figura 1.2). Lo que en el m undo de los
cuerpos y de las cosas es su material, en
el m undo de las im ágenes es su medio.
Puesto que una imagen carece de cuerpo,
ésta requiere de un m edio en el cual
pueda corporizarse. Si rastream os las
im ágenes hasta el m ás antiguo culto a
los m uertos, en con trarem os la p raxis
social de otorgarles en piedra o en barro
un m edio duradero, que era intercam
biado por el cuerpo en descom posición
del d ifu n to .18 La antítesis de fo rm a y
m ateria, que fue elevada a ley en el arte,
tiene sus raíces en la diferen cia entre
m edio e imagen.
La p rotección del concepto de arte
excluyó ya desde el Renacim iento cual
quier reconocim iento de im ágenes que
tuvieran un carácter artístico incierto.
Esta exclusión era válida para imágenes de cera, m áscaras funerarias y diver
sas figuras votivas híbridas, com o lo dem ostró Georges D id i-H u berm an
m ediante el caso de la historiografía del arte del artista del Renacim iento
G io rg io Vasari.19 E! dom inio de la im agen de m uertos en la cultura occi
dental cayó com pletam ente bajo la som bra del discurso del arte, por lo cual
en todas partes en la literatura de investigación se encuentra un o con m ate
rial sepultado, o con el obstáculo de barreras de pensam ien to que ju sto
cuando se las quiere franquear pierden su conciencia de culpa. La d icoto
m ía entre la historia del arte y la de las im ágenes se agudizó com pletam ente
con la form ación de la historia académ ica del arte del siglo x ix , que m an
tuvo su distancia respecto de los nuevos m edios de la im agen, com o la foto-
3. LA P O LÉM IC A A C T U A L EN C O N TR A D E L A S IM Á G E N E S
La historia de las im ágenes ha sido siem pre tam bién una historia de los
m edios de la im agen. La interacción entre im agen y tecnología sólo puede
entenderse si se la observa a la luz de las acciones sim bólicas. La p rod u c
ción de im ágenes es ella m ism a un acto sim bólico, y por ello exige de n oso
tros una m anera de percepción igualm ente sim bólica que se distingue nota
blemente de la percepción cotidiana de nuestras im ágenes naturales. Las
im ágenes que fundam entan significados, que com o artefactos ocupan su
lugar en cada espacio social, llegan al m u nd o com o im ágenes m ediales. El
m edio p ortador les proporciona u na superficie con un significado y una
form a de percepción actuales. D esde las m ás antiguas m anufacturas hasta
los distintos procesos digitales, han estado supeditadas a requerim ientos
técnicos. Son estos requerim ientos los que en p rim er térm ino ponen sobre
el tapete sus características m ed iales, con las cuales, por o tra parte, las
23 Cf. al respecto Augé {1997a: 125 y ss., especialmente pp. 155 y ss., “ Du narratif au
tout ík tio n n el” ).
24 Derrida (19 9 6 :11 y ss.), acerca de la distinción en tre1' artefactmlité” y
“ artevirtualíté”.
percibim os. La escenificación en un m edio de representación es lo que fun
dam enta p rim ord ialm en te el acto de la percepción. El esquem a de tres
pasos que aquí esbozo es fundam ental para la función de la im agen desde
una perspectiva antropológica: im agen —m edio - espectador, o im agen -
aparato de im ágenes - cuerpo vivo (donde éste debe ser entendido com o
cuerpo m edial o "m edializado” ).
En el discurso actual, por el contrario, las im ágenes o bien se debaten
en un sentido tan abstracto que parecen existir desprovistas de m edio y
carentes de cuerpo, o bien se confunden sim plem ente con sus respectivas
técnicas de im agen.25 En un caso se reducen al m ero concepto de im agen,
en el otro a la m era técnica de ía imagen. A este dualism o contribuyen nues
tras ideas acerca de las im ágenes interiores y exteriores. A unas podem os
describirlas com o im ágenes endógenas, o propias del cuerpo, m ientras que
las otras necesitan siem pre prim ero un cuerpo técnico de la im agen para
alcanzar nuestra m irada. Sin em bargo, no es posible entender estas dos
m od alid ad es -im ágen es del m undo exterior e im ágenes in te rn a s- en el
m arco de esta dualidad, pues ésta sólo prosigue la antigua oposición entre
espíritu y m ateria.16 Si bien en el concepto imagen radica ya ei doble sig
nificado de im ágenes interiores y exteriores, que únicam ente en el pensa
m iento de ia civilización occidental entendem os tan confiadam ente com o
dualism o, las im ágenes m entales y físicas de una época determ inada (los
sueños y los iconos) están interrelaclonadas en tantos sentidos, que sus
com ponen tes d ifícilm ente pueden separarse, y esto sólo en un sen tido
estrictam ente m aterial. La p rod u cció n de im ágenes ha ten ido siem pre
p or efecto una estandarización de las im ágenes individua!es, y p or su parte
las creó a partir del m undo de im ágenes contem poráneo de sus observa
dores, el que sólo entonces hizo posible el efecto colectivo.17
La cuestión de la representación interna y externa se plantea en la actua
lid a d en la n eu ro b io lo gía, que u b ica la “ rep resentación in te rn a ” (O la f
Breidbach) en el aparato perceptivo, y ve alm acenada la experiencia dei
m undo esencialm ente en la estructura neurona! propia del cerebro.38 En
el contexto de las ciencias de la cultura puede plantearse la m ism a cues
tión, aunque aquí se trata de un interrogante acerca de la relación de inter
cam bio entre la producción de im ágenes mentales y la producción de im á
29 Elkins (1996; 553 y ss.). Cf. Jones-G allison (1998); Weibei (1995:34 y ss.).;
Breidbach-Clausberg (1999), con num erosas contribuciones metodológicas,
y Sachs-Hom bach y Rehkamper (1998).
30 Esta situación ya había preocupado a Platón (Dárm ann, 1995), quien se decidió
por el medio vivo, aquel que puede acordarse de sí m ism o, en contra de los
medios m uertos de la escritura y la pintura. Véase al respecto el ensayo “ Imagen
y muerte” en este libro, sección 8: “ La crítica de Platón a las imágenes’’
p ara las im ágenes d igitales, cuya estru ctu ra abstracta los espectadores
traducen en percepción corporal. La im presión de la im agen que recibi
m os a través del m edio alm acena la atención que Ies dedicam os a las im á
genes, puesto que un m edio no solam ente tiene una cualidad físico-téc
nica, sin o tam b ién u na fo rm a tem po ral h istó rica. N u estra p ercep ción
está sujeta al cam bio cultural, a pesar de que, desde los tiem pos m ás rem o
tos im aginables, nuestros órganos sensoriales no se han transform ado. A
este hecho, contribuye de m anera determ inante la historia m edial de las
im ágenes. De esto se deriva el postulado fundam ental de que los m edios
de la im agen no son externos a las imágenes.
V o lvem o s a en con trarn o s con el tem a de la p ercepción m edial en el
antiguo debate sobre el surgim iento de las im presiones de los sentidos,
que dejaban la huella de todas las cosas em píricas en nuestra m irada. A ris
tóteles se ocupó de este tem a cuando quiso oponerse a cierta antigua d o c
trin a según la cual se trataba de partículas m ateriales que se desprendían
de las cosas y p en etrab an en nu estros ojos. Para ello p ro p u so la tesis,
cuya influencia posterior sería m uy am plia, de que las im ágenes vistas son
percibidas com o form as puras a las que la m irad a despoja de su m ateria
lidad. Esta tesis establece ya el dualism o que separa a las im ágenes exter
nas de las in tern as, co m o si tod os los puentes q u e las u n ían h u b ieran
sido dem olid os. C o n esto, al m ism o tiem po, se d ejó de prestar atención
a las relaciones entre percepción corporal y percepción en im agen. A p a r
tir de entonces, los m edios, en los cuales surgen las im ágenes y desde los
cuales las im ágenes tienen efecto, fu eron con siderados com o un a im p u
reza del concepto de im agen, y por ello se les dejó de prestar una aten
ción especial,31
En la praxis, cada m edio se aproxim a a la tendencia ya sea de referirse
a si m ism o , o bien, p o r el con trario, de ocultarse en la im agen. C uanto
m ás nos concentram os en el m edio de una determ inada im agen, m ás entre
vemos una función de alm acenam iento, y nos distanciam os. Por el con tra
rio, su efecto sobre nosotros se increm enta cuanto m enos tom em os co n
ciencia de su participación en la im agen,com o si la im agen existiera debido
a su prop ia potencia. La am bivalencia entre im agen y m edio consiste en
que sus correspondencias se replantean nuevam ente para cada caso co n
creto con una m ultiplicidad casi ilim itada. El p od er de la im agen es ejer
cido p or las instituciones que disponen de las im ágenes a través del m edio
actual y de su atractivo: con ei m edio, lo que se p rom ueve es la im agen
31 Aristóteles, Parva Naturalia (Peri Aistheseos) , en Aristotle (1936; 215 y ss.). Cf. al
respecto Cassirer (1922: 20 y ss.),“ Der B egriff der symbolischen Form...”.
que se pretende inculcar a los recepto
res. La seducción de Jos sen tidos a tra
vés de la fascinación del m edio es en la
actualidad una fascinación tecnológica .
Siem pre se habló de éi cuand o se p re
tendía ilu stra r ai e sp ectad o r sobre el
poder ciego de las im ágenes, con io cual
se reducen a la materia muerta de sus m e
dios (p. 42). C uando en la vida pública
las imágenes tenían un efecto pernicioso
o prom ovían ideas falsas, se pretendió
sustraerlas del control de los m edios que
ejercía la parte contraria: si se las d es
truía, sólo era posible d estruir los m e
dios en los que habían sido realizadas.
F ig u r a 1,3 . M onum ento fúnebre
Sin ningún m ed io, las im ágenes d eja que muestra tas huellas de la
ban de estar presentes en el esp acio torm enta sobre las imágenes,
Catedral de Münster,
social (figura 1.3).
5. LA A N A LO G ÍA EN TR E C U ER P O S Y M EDIO S
estovo p arad o frente a esa pared y que dejó ahí una im agen indexal en el
sentido de la fotografía.38
Los cuerpos se hacen evidentes en la luz tam bién por el hecho de que en
ellos m ism os se form an sombras (figura 1.7). De acuerdo con su manera de
m anifestarse, la luz y Sa som bra son incorpóreas (no me estoy refiriendo aquí
a las leyes de la física). Y sin embargo, con su ayuda percibim os cuerpos en
su extensión. Son en cierto m odo medios naturales de la m irada. Leonardo
da Vinci se ocupó en sus escritos de las paradojas que existen entre el cuerpo
y su percepción por parte nuestra. “ La som bra es el m edio a través del cual
los cuerpos m anifiestan su form a,” A dvirtió tam bién la circunstancia de
que las som bras siguen a los cuerpos a todos lados, y que sin embargo se sepa
ran del cuerpo en el contorno.39 La pintura de sombras griega (esquiagrafia)
fue celebrada com o una invención que perm itía traducir el ser del cuerpo
por la apariencia de la imagen. La fotografía m oderna captura el cuerpo en
el rastro de la luz de m anera sim ilar a com o en la Antigüedad lo había hecho
el dibujo de contornos en el rastro de las som bras (p. 228).
Las superficies de 1a proyección tam bién pueden abogar en contra del
cuerpo. La pintura cristiana señaló su contradicción con la plástica trid i -
45 Kerckhove (1995: 45 y ss.). Cf. también Dencker (1995); Kiltler eí al. (1994);
M cLuhan (1962), yVattimo-W elsch (1997).
46 M cLuhan {1964 y 1996), respecto de esta mirada hacia ios medios.
(Clee, lo q ue no es posible cop iar sino q u e tiene que ser hecho visib le por
medio de un nuevo tipo de im ágenes. En esta categoría entran los proce
dimientos para obtener im ágenes de las ciencias natu rales. Sin em bargo,
esta d ep en d en cia de los m ed io s técn ico s d esata u n a crisis tan to en ia
conciencia del cuerpo com o en el trato con im ágenes. N os arm am os con
prótesis visuales para que sean aparatos los que d irijan nuestra p ercep
ción. .En la experiencia con im ágenes aparece una abstracción sem ejante
a ia de la experiencia dei cuerpo: se im pone a través de la experiencia de
una interm ediación técnica sobre ia q u e no tenem os ya control co rp o
r a l A lgo sim ilar es válido para la p rod u cció n de im ágenes de los m edios
masivos. Le adjudicam os m ayor autoridad que a la experiencia propia con
el m undo. A h ora el m undo sólo es accesible a través de los m edios, com o
lo dem ostró Susan Sontag con la fo to grafía.47 C o n esto ocu rre u n des
plazam iento de la experiencia trad icio n al de las im ágenes. Su m ediali-
dad atrae tanta atención, que ya no es posible reconocerla com o puente
entre im agen y cuerpo , sin o que parece tratarse de una au to exp resión
del m edio. Esto tiene com o consecuencia que la discu sión en to rn o de ia
percepción se ha vuelto m ás abstracta que la percepción m ism a, q u e aún
continúa ligada al cuerpo. s
En la actual historia técnica de los m ed ios, la producción de im ágenes
se describe en cierto m odo com o autom atism o de la técnica de los medios.
De esta form a, la discusión en torno de las im ágenes se tran sform a preci
samente en lo opuesto en la filosofía o en la psicología, que han prestado
m enor atención a los m edios de la im agen, com o si n o tuvieran que ver
con los seres hum anos. Por últim o, las ciencias naturales, que sólo se ocu
pan del organism o vivo, ni siquiera han descubierto los aparatos de im á
genes en los que se sim bolizan las norm as históricas de la percepción. Así,
casi siem pre falta un aspecto im portante en el trián gu lo im agen-cuerpo-
medio. Por m otivos similares, aún no ha sido posible representar de manera
conjunta la p roducción del im aginario colectivo (de los m itos y los sím
bolos de una época) y la producción física (y artística) de imágenes, de m odo
que su m utua d ependencia en el sentido cu ltu ral y en el técnico de los
m edios se torne perceptible.48 E¡ cuerpo continúa siendo el eslabón en una
historia m edial de las im ágenes en la que aparecen ju ntos técnica y con
6. L A D IF E R E N C IA EN TR E IM A G EN Y M EDIO
50 El “ aquí y ahora” ha sido tratado sobre todo por Walter Benjam ín en relación
con la obra de arte y su aura, en donde distingue la m ovilidad de la m irada
m oderna. En el caso de ía im agen, com o espero m ostrar, la situación es distinta,
a saber, en el diálogo entre m edio y espectador, que es donde se establece un
"aquí y ahora”. En relación con la cuestión de la visibilidad y la palpabilidad,
véase M erleau-Ponty (19 8 6 :17 7 y ss.), así com o las referencias bibliográficas
de ia nota 8.
51 Belting (1990: 331 y ss. y 490).
está allá afuera. M ientras tanto, vem os incluso una transm isión en vivo
del m od o com o siem pre hem os m irado las im ágenes, pues ésta es p o rta
d o ra de u n a ausencia que en este caso rad ica en el esp acio, y no en el
tiem po. Sim ultáneam ente, intercam biam os idealm ente el lugar en el que
nos encontram os p or el lugar al que nos conducen las im ágenes. D e este
m odo, el a q u í y ahora se transform a en un allá y ahora donde sólo p od e
m os estar presentes si escapam os espiritualm ente de nuestro cuerpo. La
presencia y la ausencia aparecen entrelazadas de una nueva m an era, si
bien ésta sigue siend o una m od alid ad de im agen. En las im ágenes que
transm iten noticias de todo el m u nd o, el reportero, que se encuentra en
el lu gar de los hechos y que desde ahí nos habla, es el testigo ocular que
las hace verosím iles: de él perm anece una im agen fija intercalada cuando
se in terru m pe la transm isión de im ágenes, que le devuelve una im agen a
su voz. Sin em bargo, la ilusión de la transm isión en vivo term ina de in m e
diato cuando a los pocos m inutos se repite la m ism a secuencia de im á ge
nes, pues a pesar de todos los efectos de vida cuaja en un recuerdo m uerto.
La pantalla es el m edio dom inante en el que en la actualidad son p u es
tas las im ágen es p ara su m an ifestació n . Su tra n sm isió n en la p antalla
no es de n in gu n a fo rm a una sim p le altern ativa técnica. R égis D eb ray
ha puesto énfasis en la fu nción sim bólica de la tran sm isió n , que es co n
d u cid a en ia actu alid ad p o r intereses com erciales y p olíticos, y se op on e
de derecho a que et ejercicio pú blico del p od er sea aplicado al in o fe n
sivo con cepto de la com u n icación , com o sucede con eS in tercam bio de
co m u n icad o s.52 La transm isión ocu rre a través de un m edio concebido
p ara un a recep ció n lin eal que d irig e la p erce p ció n d el recep to r, c ir
cunstancia m u y conocida en la teoría de los signos. Pero esto se confirm a
m ás aun cu an d o no sólo nos p regu n tam os p o r una in fo rm ació n , sino
p o r el concepto de im agen que está teniendo una fu n ción activa. E x p e
rim entam os ias im ágenes únicam ente en su arreglo m edial, y sin em bargo
no las c o n fu n d im o s con el m ed io en el que las recibim os. N i siq u iera
M cL u h an preten d ió afirm ar esto con su frase tantas veces m alinterpre-
tada, The m édium i$ the message, p o r m u cho que haya vuelto a aplicar el
en foque h u m anista a ia cuestión de los m edios. C reem os con ob stin a
ción que en el m edio nos llegan im ágenes que tienen su origen del otro
lado del m edio. D e lo con trario sería im po sible com penetrarnos ta m
bién con im ágenes del arte antiguo, cuyos m ed ios en m odo algun o fu e
ron con ceb id o s p ara nosotros. El deseo de im ágenes es renovado cada
vez de tal m o d o p o r los m ed ios de cada m om en to - e llo s m ism os deben
su existencia a este deseo p erm an en te—, que p arecería tratarse del n aci
miento de nuevas im ágenes.
No es posible responder al interrogante antropológico en torno de la
imagen únicam ente con ei tem a de lo s m edios, ni tam poco presentarlo
en una historia tan sólidam ente docum entada corno en el caso de ia h is
toria de los m edios y las técnicas: esta cuestión rehuye toda claridad Tác
tica. Conocem os las transform aciones que experim entan las im ágenes en
los medios m ejor que a las im ágenes m ism as. La cuestión en torno de la
imagen conduce a las unidades sim bólicas de referencia a través de la.s cu a
les percibim os las im ágenes y las identificam os com o tales. Este trazado
de un límite entre aquello que es y aquello que n o es im agen ya está dado
en nosotros en la m em oria de im ágenes interior y en las im ágenes de la
fantasía. A hí tiene lugar un proceso de selección del que se desprenden
imágenes con una condensación y u na intensidad determ inadas. En el cau
dal de im ágenes de Ja actualidad, esta selección, que puede ser forzada a
través de técnicas de im agen m ediales, com o p o r ejem plo la publicidad,
es una reñida cuestión de influencia. La im agen fílm ica es la m ejor prueba,
para la fundam entación an tropológica de la cuestión de la im agen, pues
no surge ni en un lienzo ni en el espacio fírnico de la voz en off, sino en ei
espectador, m ediante asociaciones y recuerdos (pp. 94-95). Sin em bargo,
es posible aclarar tam bién la diferencia entre m edio e im agen con el ejem
plo del lenguaje, donde o tra vez se m an ifiesta de m anera distinta. Las
imágenes lingüisticas que em pleam os están sujetas a los requerim ientos
mediales del lenguaje, y sin em bargo están referidas a im ágenes icleaies,
que posee toda persona que se expresa a través del lenguaje. C o n ello, no
obstante, sim plifico las cosas.
Las im ágenes de las que intento h ab lar parecen poseer u n a determ i
nada resistencia en contra del cam bio h istórico de los m edios, al que se
adaptan tran sfo rm án d o se. C iertam en te, sólo continú an vivas debido a
estas tran sfo rm acio n es, en las que encuen tran su m odo de representa
ción actual,“ Desde D eleuze es sabido q u e no es lo real lo que se debe con
traponer a lo virtu al, sino m ás bien lo actual en el nom bre de algo real
de lo que p articipan las im ágenes.” 53 L o actual y lo real son casi sin ó n i
m os en el caso de la verdad an alógica que ad scrib im o s a las im ágenes.
Pero precisam ente esta actualidad, q u e los nu evos m edios generan cada
vez, nunca será del todo ju sta con las im ágenes. N o es posible reducir el
sentido de las im ágenes a su sentido actual, puesto que todavía las refe
rim o s esp o n tán eam en te a c u estio n es a n tro p o ló g ic a s fu n d am en tales.
D e lo con trario no p od ríam os a p ro p iam o s de im ágenes a las que les a tri
b u im o s u na fuerza sim b ólica en m ed ios antiguos de la m ism a m an era
com o lo hacem os con los m ed ios contem p oráneos. La fascinación p o r
im ágenes ajenas, provenientes de otra época o de una cu ltu ra lejana, sólo
es com pren sible para nuestra p rop ia im agin ación a causa de esta e xp e
rien cia inesperada.
Q uizá pueda decirse que las im ágenes se parecen a nóm adas, que cam
biaron sus m od o s con las culturas h istó ricas; de acu erd o con esto, las
im ágenes habrían em pleado los m edios de cada época com o estaciones
en el tiem po (véase tam bién la p. 264 en lo referente a la fotografía). A
lo la rg o de la sucesión de m edios, el teatro de las im ágenes se restaura
una y otra vez. Éste obliga a los espectadores a aprender nuevas técnicas
de p ercepción, con el fin de reaccionar a las nuevas form as de rep resen
tación. Por ejem plo, la con tro vertid a sob rep ro d u cción de im ágenes en
la actu alid ad seduce a nuestros órganos visuales afortu nadam en te en la
m ism a m edida en que los paraliza o los inm un iza en su contra. El ace
lerado ritm o con el que recibim os las im ágenes para verlas se com pensa
con su d esap arició n ju sto al m ism o ritm o. Las im ágenes a las que a tri
b u im o s un sign ificad o sim bólico en nuestra m em oria corporal son dis
tintas de aquellas que con su m im os y olvid am os. Si se nos concede u b i
car en el cu erp o el sujeto que som os n osotros m ism os com o el lugar de
las im ágenes (pp. 6 0 -6 1), puede decirse entonces que el cu erpo p erm a
nece com o un a piéce de résistance en contra de las m areas de los m edios
que, en las d ifíciles circunstancias actuales, astutam ente parece desaju s
tarse a causa de la in u n d ació n de im ágenes.
La relación entre im agen y m edio constituye una dim ensión crítica en
la lucha de fuerzas por el im perio de las im ágenes o por someterlas. La polé
m ica que las im ágenes han desatado en tiem pos históricos ha m ostrado
siempre de m anera sensible esta relación. C uan do se les reprochó a las im á
genes no ser nada m ás que una superficie ciega, los m ovim ientos ico n o
clastas definían a los m edios de la im agen m ateriales com o m uertos que
falseaban las im ágenes, o bien les arrebataban la vida. Si Sos críticos estaban
orientados a intereses espirituales, entonces sólo deseaban ver m edios inser
vibles en el m undo de los materiales y de las técnicas. Si estaban orientados
p or intereses políticos, entonces se denunciaba que los opositores id eoló
gicos hacían m al uso de las im ágenes para sus propios fines o difundían en
los m edios im ágenes falsas.54 Se dem ostrará que la m ayoría de ¡as veces la
7. LA IM A G EN EN EL CUERPO
La máscara
La cuestión de im agen y m edio nos conduce nuevam ente al cuerpo, que
no sólo ha sido y continúa siendo un lugar de las imágenes por la fuerza
ele su im aginación, sino tam bién un p ortador de im ágenes a través de su
apariencia exterior. El cuerpo pintado que encontram os en las llam adas cul
turas prim itivas es en este sentido el testim onio m ás antiguo. Cuando deci
m os que nos disfrazam os [maskieren], o enm ascaram os, el m ism o térm ino
idiom ático refiere que nos colocam os una m áscara, incluso cuando no se
trata específicam en te de una m áscara facial, sino de alguna vestim enta
llam ativa que no se corresponde con el patrón com ún. La m áscara es un
p a rsp ro toto de la transform ación de nuestro propio cuerpo en una im a
gen. Pero cuando producim os una im agen en y con nuestro cuerpo, no se
trata de una im agen de este cuerpo. M ás bien, el cuerpo es el p ortado r de
la im agen, o sea un m edio portador. La m áscara proporciona al respecto
nuevam ente la idea m ás concreta. Se la coloca en el cuerpo, ocultándolo
en la im agen que de él m uestra. Intercambia, al cuerpo p or una im agen en
la que lo invisible (el cuerpo portador) y lo visible (el cuerpo W la-m a n i
festación) conform an una unidad medial (pp. 189-190).57
tos aparatos de imágenes capaces de representar personas interrumpen
esa unidad somática, al intercambiar el cuerpo por algún medio portador
a r tific ia l, con lo que se establece una ruptura física entre éste y su imagen.
l o que en un caso se manifiesta en el cuerpo mismo, en el otro caso se
delega a cuerpos técnicos a los que llamamos medios. En esta transposi
ción surge, como es Silbido, el déficit del enmudecimiento. Toda corpori-
zación en portadores técnicos/inorgánicos (estatuas, pinturas, fotos, etc.)
pierde la vida del medio natural, y por ello requiere de una animación, que
era rilualizada en las prácticas mágicas, pero que también se practica en
la actualidad a través de la empatia y la proyección. Las imágenes en movi
miento y Ja animación 3D son procedimientos tecnológicos para simular
en imagen la vida de los cuerpos.
)-,n su análisis estructural de los ornamentos que aparecen de manera
muy simiiar en muy distintas culturas, el antropólogo Claude Lévi-Strauss
derivó del rostro la relación entre cuerpo y dibujo. La pintura está “ hecha
para el rostro, pero el rostro sólo surge a través cié ella”. Sólo por medio de!
enmascaramiento se transforma en el portador social de signos, cuya fun
ción ejecuta. La duplicación de numerosos patrones, que se repite por ejem
plo en recipientes o telas, se explica
a este respecto a partir de su fun
ción original como pintura para el
rostro (figura 1.11). En esta dupli
cación a ambos lados de un eje ver
tical (el eje del rostro) y de uno
horizontal (el eje de los ojos), una
representación de este tipo expresa
la existencia del cuerpo social en
el cuerpo biológico (figura -1.12).58
En este sentido, y en contra de su
sentido usual, el ornamento no es
adorno, sino una técnica medial al
servicio de la génesis de imágenes
del cuerpo. De esta forma, el cuer Fisura 1.11. Diseño para un jefe maorí
po es sustraído de la naturaleza e (según Lévi-Strauss).
57 Thevoz (1985); Deleuze y Guattari (1992: 229 y ss.), y Wysocki (1995). Cf. también
ias notas 58,60 y 61.
58 Lévi-Strauss (1978:168 y ss., y 1977:267 y ss-, especialmente pp. 278 y ss.).
in sertad o en u n orden sim b óli
co. En su reconstru cción social
adquiere una doble existencia,
com o m edio y com o im agen.
El cu erp o p articip a en esta
génesis de im ágenes de m an era
m últiple, pues no sólo es portador
de im agen, sino tam bién p rod u c
tor de imágenes, en el sentido de
que p o r propia m an o se ha tran s
form ado en imagen. El dibujo que
la m an o realiza durante ei p roce
d im ien to está vin c u lad o con el
cuerpo, pero al m ism o tiem po le
es antitético puesto que lo su b o r
d in a a u na im agen que in clu so
puede tener un orden geométrico.
Por eso fue posible tam bién sepa
rar del cuerpo esas im ágenes en m edios portadores independientes, com o
se expresa en el concepto de la abstracción. La plástica hum ana y el dibujo
h um ano se encuentran en una relación análoga con el cuerpo, pues una es
una copia del cuerpo, y la otra un patrón en un cuerpo. En su ensayo sobre
“ Ei n acim ien to de las im ágenes”, el an trop ólo go A n d ré L e ro i-G o u rh a n
clasificó las prim eras figuraciones hum anas del habla. Tam bién el lenguaje
lleva en si m ism o una carga doble: en el acto corporal, al hablar, y en el acto
social, en la com unicación entre cuerpos. Está ligado al cuerpo y es siste
m ático, p o r lo tanto abstracto. La voz genera el habla, la m an o el dibu jo o
la copia, en actos análogos de una exteriorización m edial, de m anera sim i
lar a com o el oído y el ojo fungen corno órganos m ediales de la recepción
de esas com unicaciones. Por eso existen correspondencias tem pranas entre
lenguaje e im agen. La escritura del lenguaje pertenece a otra etapa de la
evolución. En la escritura, al igual que en la im agen, participa la m ano, y
la escritura aparece com o im agen del lenguaje, com o un m edio secunda
rio en contraposición a la im agen m im ética y a su relato.59 Probablem ente
el llam ado ornam ento haya funcionado com o u n a especie de lenguaje avan t
la lettre, al fijar y transm itir un código social.
En el com plejo de relaciones entre cuerpo e im agen, la m áscara facial
requiere de atención especial, com o se 1a prestó Tham as M acho (figura 1.13).
Figura 1.13. M an Ray, N oir et blanche, 1926.
Su relación cam biante con el rostro no puede reducirse sim plem ente ai
estado de acuitam iento (rostro) 7 revelación (rostro nuevo o rostro de la
máscara). El rostro verdadero no es aquei que la m áscara oculta, sino aquel
que la m áscara sólo puede generar cuando se la considera verdaderam en te
en el sentido de una intención social.60 Por ello, la m áscara tam bién es eí
inicio de un d iscip lin am ien to del ro stro n atu ral, que se estiliza con la
apariencia de una m áscara para corresponder a la codificación plasm ada
en ella. A quí el procedim iento se da en dirección contraria a la del reem
plazo de la pintura corporal com o ornam ento libre. La encarnación de ia
máscara, en eí sentido que le da G eorges Bataille, consiste en la autorre-
presentación com o m áscara deí rostro sin m áscara, que en el proceso se
convierte él m ism o en m áscara, en u na máscara facial.
M acho se refiere en este sentido a los m ism o s cráneos de Jericó que
desem peñan un papel d eterm inante en m i ensayo relativo a “ Im agen y
muerte” (p, 186). Sí se reconstruyen en los cráneos reales, m ediante apli
caciones de m aterial y pintura, los rostros que se h an perdido p o r descom
posición, con ello surge entonces la disposición de un rostro que se vuelve
transm isible y m anipulabie com o signo social (figura 5.4). En consecuen-
d a , la im agen en el cuerpo conduce a¡ cuerpo vivo a com portarse de con -
ídrm tdad co n Jas im ágenes y a ser la e x p re sió n de una im agen centrada
en el rostro y e n lo s gestos de su m ira d a . I,o visible aquí no es el rostro
que tenem os, sino el rostro que hacemos, o sea una im agen, que com o tal
puede leerse sim bólicam ente. La transform ación dei rostro en m áscara, sin
em bargo, obliga al rostro a red ud r su mímica viva, cuyos cam bios de expre
sión com o m áscara se ven restringidos en favor de una expresión estable.
Cada acto de m ím ica disuelve la im agen (y produce efím eras secuencias
de im ágenes), mientras que ta m áscara fija el rostro a una im agen única y
determinante. l!n esta contraposición, que M acho también refiere a la opo
sición entre m uerte y vida, se ofrece e! descifram iento de un concepto de
im ag en de un tipo com pletam ente general.61
Los cráneos de lenco guardan relación con las más antiguas m áscaras
de piedra que conocem os {p. ¡89)- Estas se prestaban tanto para ía rilua-
lizadóis del rostro vivo, com o para com cn-ar el rostro que de lo contrario
perdería a los difu ntos (figuras 5.9 y 5.10). A p esar de que ias m asca! as
fueron elaboradas para un cuerpo portador, fueron hechas de un m ism o
m aterial y pueden quitarse del cuerpo y contemplarse sin que por ello pier
dan su expresión. Por esto existe una relación entre m áscara y retrato, sobre
la que arrojan luz ios retratos de m om ias egipcios (p. 202). Las pinturas,
que en el m u nd o grecorrom ano recordaban a los difuntos, en Egipto eran
atadas a la m om ia frente al rostro en el m ism o lugar en el que hasta enton
ces la m áscara plástica h abía tenido su p osició n original (figu ra 5.21) (p.
191). Se pod ría llegar tan lejos com o entender todos los retratos com o m ás
caras que se volvieron independientes del cuerpo y que fueron transpues
tas a un nuevo m edio portador. De esta form a, tam bién es posible leer el
retrato de la M od ernidad com o m áscara del recuerdo y com o m áscara de
1a identidad social (p. 167), La representación dei sujeto está estrecham ente
ligada con la cuestión de la m áscara que porta, y por lo tanto con la de la
im agen que esa m áscara proyecta. La m áscara es p ortado ra de im agen y
m edio, en la m edida en que nuestra m irada ya no puede distinguirla de la
im agen que genera.
La pintura del cuerpo y la m áscara facial proporcionan finalm ente tam
bién una llave para los trasfondos de la relación con la m irada que m an
tenem os con im ágenes del tipo m ás diverso, af anim arlas in v o lu n taria
m ente. N os sen timos m irados por ellas. Este intercam bio de m iradas, que
en realidad es una operación unilateral del espectador, era en verdad un
in tercam bio de m irad as en que la im agen era generada p o r la m áscara
viviente o p o r el rostro pintado. A h í participaban en la im agen, así fuera
de m anera visible o invisible, los ojos de otra persona que se presentaba al
espectador e n im agen y q u e le devolvía la m irada. El recuerdo de esta exp e
riencia con la im agen es ap rop iad o com o correctivo de la m irad a en el
espejo. El estadio del espejo, según L acan , tien e en el sujeto el efecto de
una transform ación que se caracteriza por la adopción de una im agen. E l
sujeto se experim enta en este acto no sólo com o otro, sino que únicam ente
se convierte en sujeto m ediante el control exterior de la imagen que es capaz
de hacerse de sí mismo.6* Sin em bargo, en este caso se generaliza un co n
cepto m oderno de sujeto. En el intercam bio de m iradas con la m áscara y
con el rostro pintado se trataba, p o r el contrario, de un ritual que le oto r
gaba identidad social al espectador en su trato con los dioses, los antepa
sados u otros m iem bros de una com unidad. Por este m otivo, no es p o si
ble establecer un concepto de im agen con fundam entos antropológicos
sólo a partir de la m irada deí espejo. M ás bien, en este contexto, la m irada
del espejo ha servido p or su parte para el control social, para lo cual tom a
como m odelo las im ágenes de los roles establecidos.
8. LA IMAGEN DIGITAL
64 Por eso se lee con frecuencia la tesis de un “ más allá de la imagen”. Es evidente que
el concepto de imagen es poco confiable com o para encontrar consenso en su
utilización. Véase también la nota 66.
65 W ertheim (1999: 283 y ss.). Cf. también Gibson (1994}.
histórica que lo m odificaba continuamente. El m ism o M anovich debe adm i
tir, sin em bargo, que se in icia “ una nueva relación” “ entre cuerpo e im a
gen” en la videoinstalación, pues ésta em plea al cuerpo nuevam ente. Tam
bién admite que p o r lo general seguim os “ m irando una superficie plana y
rectangular, que en el espacio de nuestro cuerpo" se abre com o una ven
tana.66 La representación de la im agen continúa ligada a la pantalla. Alliez
ve en la im agen sintética la disolución de la clásica “conexión entre im a
gen, sujeto y objeto”. La “ dependencia on Eclógica de 3a imagen hacia el objeto”
en la reproducción fue, sin em bargo, sólo una variante en el universo de
las im ágenes históricas, y en m odo alguno la regla general. La fotografía
moderna ha desviado nuestra m irad a hacia un a historia de 3a im agen en la
que no se trataba de una sim ple reproducción de las cosas. A lliez concede
finalmente a la im agen digital la capacidad de “ m edirse con todas las im á
genes y de conectar a todas las im ágenes”. La “ im agen virtu al” (pero, ¿qué
es en realidad una im agen virtual?) nos haría conscientes, a fin de cuentas,
únicamente del “ reino virtu al” de las fantasías propias de nuestro cuerpo.67
La llam ada crisis del cuerpo establece, com o lo dem uestra Alliez, una
norma del cuerpo natural, que es, n o obstante, resultado de una fenom e
nología unilateral. A lgo sim ilar es válido para norm as com o lo real o la im a
gen, que igualm ente sólo pueden declararse norm as superadas con el fin de
rehuir de m anera efectista la situación actual. Esta estrategia es válida en
mayor m edida para lo analógico, de lo que se h a hecho festiva despedida,
com o si hubiese sido el único sentido de la p rod u cción de im ágenes. A l
mismo tiem po, nunca antes había h abid o tanta analogía (entre im agen y
mundo) com o en la fotografía m oderna. B elio u r se refiere a la analogía
como a una dim ensión que varía constantem ente, en la que se produce el
“potencial de sem ejanza y de representación”. D ado que la sem ejanza es por
su parle una idea, a lo largo de su historia ha sido definida una y otra ve2.
“ La naturaleza se expande por m edio de la analogía.” Aquello que era ana-
logizable, o bien « p rese n ta b le (y aqu ello que no lo era), estaría su p ed i
tado a una dinám ica histórica.68 Por ello, Beliour adm ite tam bién que nues
tro uso de las im ágenes digitales no está supeditado necesariam ente a su
estructura tecnológica. “ La im agen sintética tam bién perm anece ligada a
aquello que representa”,69y esto está a su vez ligado al usuario y a sus deseos
de im ágenes. Éstos abarcan desde im presion es sensoriales táctiles o una