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D ELITO

sociedad
R *stadceicnciasSocialcs

"El Imperio de La Ley"


Delito, Estado y Sociedad
en la era Rosista

T radicionalmente la era de Rosas


Ricardo D. Salvatore
Instituto Di Tella - Buenos Aires
ha sido considerada como un
período de dudosa legalidad.' La
"Restauración de las Leyes", frase utili-
zada por los federales de este período
para encapsular uno de los logros más
notables del dictador, aparece en nues-
tra historiogra fía cargada de apreciacio-
nes irónicas, relegada a lo propagandís-
tico, y desvestida de todo carácter des-
criptivo-explicativo acerca del período.
El período es presentado como carente

1. Pocos son los estudios recientes sobre el proble-


ma que aquí se trata: la legitimidad del modelo
punitivo durante el período rosista. Entre ellos
merecen destacarse: Richard Slatta, "Rural
Criminality and Social Conflict in Nineteenth-
Century Buenos Aires Province," Hispanic
American Historical Review, (30:3 (1980), 450-472;
Mark D. S zuchman, Mark D. "Disorder and Social
Control in Buenos Aires 1810-1860," Journal of
Interdisciplinary History, 15:1 (1984), 83-110; y
Richard Slatta y Karla Robinson, "Continuities in
Crime and Punishment. Buenos Aires, 1820-50,"
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de justicia, la ley como un espacio de grado de legitimidad dentro del sistema


arbitrariedad al servicio del dictador o de diferenciaciones creados por la so-
como una herramienta de poder en ma- ciedad y el estado de la época. Mi inten-
nos de la clase estanciera. Los relatos ción no es revestir de una legitimidad
sobre el terror de estado, la persecución póstuma al estado autocrático rosista sino
de los unitarios, las arbitrariedades de examinar hasta qué punto la evidencia
los jueces de paz y la violencia del siste- disponible (en particular, los documen-
ma de reclutamiento han obscurecido y tos que reflejan la contestación al siste-
li mitado toda consideración desapa- ma) permite establecer una relación (o
sionada del sistema legal y de la legiti- al menos una serie de resonancias) entre
midad del sistema judicial en este perío- la cultura de la campaña bonaerense y el
do. Trato en este ensayo de complicar aparato jurídico-policial rosista. Esto exi-
esta visión, sugiriendo que el sistema de ge revisar primero el dispositivo legal,
legalidad y de los dispositivos discipli- policial y punitivo del estado rosista,
narios del estado rosista tenían a lgu n analizar luego las contravenciones a la
norma legal en relación a las demandas
por justicia derivadas de ciertos conflic-
in The Problem of Order in Changing Societies,
tos sociales, y ponderar finalmente los
Johnson, L.L., ed. (Albuquerque, NM: University momentos de cooperación de diversos
of New Mexico Press, 1990), 18-45. Szuchman agentes sociales con aquel dispositivo.
encuentra para la ciudad de Buenos Aires, una
creciente preocupación por el problema del orden
a la vez que una eleva indulgencia en la aplicación
de la ley. La observancia de la ley, sin embargo, no
La Ley y los castigos
es enteramente arbitraria; obedece a prácticas y
tradiciones que privilegian la autonomía barrial.
Slatta presenta a la legislación del período 1810-
El 'imperio de la ley', es decir, el
1865 como un instrumento de la clase estanciera conocimiento y efectiva aplicación del
para criminalizar las acciones de la clase gaucha.
Su ensayo, basado en una perspectiva de conflicto
dispositivo legal por los gobernados, fué
de la cuestión criminal, enfatiza más allá de lo uno de las preocupaciones centrales del
creíble la persecución de la vagancia como centro
de la política criminal despues de 1810 y la efecti-
gobierno de Rosas. Retornar al orden y
vidad del sistema punitivo en su conjunto. El tranquilidad a los pueblos y "sujetar" a
artículo de Slatta-Robinson argumenta la conti-
nuidad de las prácticas de la justicia del crimen.
los paisanos a las normas legales reque-
entre Rivadavia y Rosas -restando toda legitimi- ría una constante tarea de información y
dad a ambas. Una visión diferente puede encon-
trarse en el libro de John Lynch, Argentine
difusión. Era preciso primero, que los
Dictator. Juan Manuel de Rosas, 1829-1852 agentes de aplicación (los jueces de paz)
(Oxford: Clarendon Press, 1981), pp. 169-171, don-
de el sistema judicial rosista se presenta como
comprendieran el significado de las nor-
ilegítimo debido a la usurpación del gobernador de mas legales así como la importancia de
funciones propias de la institución judicial. Un
estudio más antiguo, Benito Díaz, Juzgados de
su cumplimiento. Para ello, las disposi-
Paz de Campaña de la Provincia de Buenos Aires ciones debían repetirse, escribirse, man-
(1821-1854) (La Plata: Universidad Nac de la
Plata, 1959), no profundiza en el análisis de la
tenerse presentes en la memoria. Al fin
legitimidad del sistema, presentando, sin embar- de cada cuatrimestre, los jueces de paz
go, valiosa evidencia acerca de las dificultades de
aplicación de la ley en la campaña.
remitían al dictador "Partes de Noveda-
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des" en donde reportaban el fiel cumpli- nistrativo, esencial para el funcionamien-


miento de todos y cada uno de los "Su- to de un gobierno centralizado y buro-
periores Decretos", copia repetitiva de crático: normas sobre el encabezamien-
todas las disposiciones que sólo puede to de oficios, uso de papel sellado, remi-
comprenderse en relación a este afán sión de informes periódicos, levanta-
pedagógico del dictador. Pero también miento de inventarios, nombramientos
era necesario que la ley fuese aprehen- de alcaldes y tenientes alcaldes, sueldos
dida por los paisanos. Para esta masa y raciones de la partida de policía, etc.
iletrada, las reiteradas 'reconvenciones' Otras regulan las contribuciones de los
(pre-avisos) acerca del estatuto legal no particulares al estado y el cuidado de los
eran suficientes, se requería otra peda- bienes públicos: los derechos de corra-
gogía: los castigos ejemplares (las eje- les y pontazgos, las patentes para pulpe-
cuciones, el cepo, los presos transporta- rías, comercios y propietarios de carre-
dos con grillos en sus manos). Estos tas, la contribución directa, la prohibi-
servirían para crear el temor a la ley ción de uso de 'caballos patrios', el ma-
entre los paisanos así como arraigar en- nejo de las invernadas y caballadas del
tre ellos la idea de una relación necesa- estado, el manejo de los bienes de muer-
ria entre delito y castigo. tos intestados, etc. Los jueces de paz
La ley que se intentaba inculcar -una son los encargados de registrar la pro-
colección abigarrada de leyes, decretos, piedad privada y de velar que la clase
circulares y notas sobre los más diver- propietaria cumpla sus compromisos con
sos aspectos del gobierno y policía de la el estado, pero también tienen a cargo el
campaña- abarcaba todos los aspectos manejo de la incipiente 'economía pú-
de la vida de la campaña: las relaciones blica' ligada a las necesidades de ejérci-
con el gobierno central, las finanzas pú- to. En este sentido, resulta curioso que
blicas, la producción y el comercio, el la principal contribución de los propie-
reclutamiento militar, el delito, las cos- tarios al estado militar, los 'auxilios' en
tumbres, la religión, y la política. Los vacunos y caballos para el ejército, no
"Partes de Novedades" reflejan la am- fueran objeto de regulación alguna.
plitud y diversidad de las atribuciones Un tercer grupo de normas tiende a
de los jueces de paz en esta vasta em- encausar hacia la legalidad la produc-
presa reguladora. Las tareas propias de ción, comercio y transporte de ganado
la justicia correccional y penal apare- (prohibición de matanza de yeguas, obli-
cían ligadas a intervenciones policiales, gatoriedad de marcas, registro de
administrativas, culturales e ideológicas acarreadores de ovejas, etc.) con el fin
cuya características fundamentales eran de evitar fraudes y robos y hacer más
la falta de organización y la ubicuidad. segura la propiedad semoviente. A tra-
Revisemos la naturaleza de estas dis- vés de la marcación obligatoria del ga-
posiciones. Algunas de estas normati- nado y del control de marcas en los
vas proponen un ordenamiento admi- caminos y corrales, el estado trata de
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arraigar la propiedad no sólo como un y San Pedro.


sistema de derechos y obligaciones sino Un quinto grupo de disposiciones
también como un sistema de signos que propendían a la represión del delito con-
todo paisano debe aprender a leer y dis- tra el estado por excelencia: la deserción
tinguir. Junto a estas normas aparecen o la evasión del servicio militar. Los
otras que reprimen el 'comercio ilícito': jueces de paz debían vigilar constante-
las pulperías volantes, los comercios cer- mente los caminos, arrestando y remi-
canos a los campamentos indios y de tiendo a Santos Lugares a todos aque-
caza de nutrias y avestruces. Eliminan- llos sospechosos de ser desertores. Con
do los puntos que hacían posible la cir- fines militares se imponía así requisitos
culación de objetos robados, el estado de documentación a los paisanos; quie-
trata de hacer más difícil el robo de nes no portaban sus documentos de baja
ganado y cueros, y de limitar, a su vez, o sus papeles de enrolamiento eran sos-
las posibilidades que los paisanos tenían pechados de evadir el servicio. Periódi-
para ganarse la vida fuera del trabajo camente los jueces de paz remitían al
asalariado. ejército 'contingentes' de nuevos reclu-
Otras normativas proponen una re- tas (`levas') así como jóvenes para trom-
gulación minuciosa de la vida pública y pas, pitos, y cornetas. Además, coopera-
de las costumbres de los pueblos; los han con las tareas de enrolamiento en
jueces de paz deben intervenir para ga- las milicias, asignaban 'servicios pasi-
rantizar el orden y la moralidad en bau- vos' (acarreos de ganado, chasques, cui-
tismos, sepelios, juegos, reuniones pú- dado de caballos) a los vecinos y acor-
blicas y festividades religiosas. Estas daban beneficios (exenciones impo-
normas, junto a las prohibiciones de dis- sitivas, alimentos gratuitos, tierras) a los
tintos juegos de azar sancionados por veteranos en campana y sus familias.
gobiernos anteriores a Rosas, constitu- Mediaban así la relación entre los paisa-
yen un intento de regular el tiempo de nos y el estado, una relación centrada en
ocio de los paisanos. Para evitar desór- los servicios militares y justificada a ni-
denes, se ilegaliza la portación de cuchi- vel ideológico en la defensa de la 'causa
llos, se prohiben las reuniones alrededor federal'.
de los velorios, se reprime la práctica de Finalmente, había normas de control
perseguir al padrino después de un bau- político-ideológico -como el decreto que
tismo para pedirle dinero y se prohiben impedía nombrar tenientes alcaldes no
los juegos de carnaval. Algunas de estas federales, o la comunicación que hacía
normas son de neto corte religioso. Se obligatorio el uso de la divisa punzó, o
ordena mantener cerradas las pulperías las circulares que ordenan levantar un
durante las misas, se hace obligatorio padrón de mujeres unitarias o confiscar
para las autoridades el rezar diariamente los bienes de los unitarios emigrados.
el rosario, se encarga al juez de paz la Aquí la violencia del estado se dirigía a
organización de las fogatas de San Juan eliminar, expatriar, y empobrecer a un
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grupo reducido de oponentes propieta- profundo, más general, más minucioso.


rios, los unitarios, sin alterar en demasía Trató de consolidar la propiedad y de
el 'orden' de la campaña. A nivel local, encausar las múltiples transacciones de
los jueces de paz eran responsables de la campaña hacia el comercio de lo pro-
mantener la 'adhesión' de los vecinos al pio y lo registrado, es decir, hacia un
sistema federal, la que se demostraba a orden propietario. Privilegió la repre-
través de ritos, festividades, símbolos y sión de la deserción, como una necesi-
expresiones. El 'orden' de la campaña dad de un estado construído en base a
era entendido como un orden 'federal'. objetivos militares y políticos (el triunfo
Esta abigarrada y diversa legislación de la 'causa federal', la preservación de
carecía de orden. La inexistencia de có- la independencia nacional). -Documen-
digos penales y correccionales impedía tó - a los paisanos, haciendo obligatorio
una separación clara entre delito, con- el uso de 'papeletas' de enrolamiento y
travención, y otros tipos de ilegalidades conchavo, pasaportes y bajas. Y, a nivel
y permitía cierta flexibilidad a las nor- local, trató de llevar tranquilidad y or-
mas. Algunas de estas normas fueron den mediante un minuciosos control de
dictadas por Rosas mientras que otras las costumbres.
habían sido heredadas de los gobiernos El orden rosista, en su parte penal,
anteriores. En especial, Rosas heredó del incluía una alta dosis de indeterminación.
período Riva da viano una legislación Llama notablemente la atención la au-
orientada hacia el control del ocio y del sencia de directivas acerca de como pe-
crimen, el reclutamiento de paisanos para nar las violaciones de la ley. Esto se
el ejército y la modernización de las debía en parte a que el dictador reserva-
relaciones de trabajo mediante contra tos ba para sí la evaluación y condena de
escritos.2 Los pilares de la legislación los casos penales, pero también a la ne-
que afectaría a la masa campesina du- cesidad de dotar de flexibilidad a la apli-
rante el período rosista -las leyes de va- cación de la ley en la campaña. Además
gos, pasaporte, y de contrato de trabajo- de informar los casos penales -los que
provenían del régimen anterior. El invariablemente eran remitidos a dispo-
"Restaurador de las Leyes" sólo hizo sición de Rosas- los jueces de paz tenían
más efectivo su cumplimiento. amplias atribuciones para sustanciar, es-
Al desordenado cuerpo legal hereda- cuchar y juzgar casos menores, correc-
do, Rosas adicionó una serie de decre- cionales, los 'alborotos', borracheras,
tos, circulares, y notas destinados a or- insultos, peleas sin consecuencias, pe-
denar la campaña, en un sentido más queñas 'raterías' y otras ofensas que
afectaban la 'tranquilidad y el orden' de
los pueblos. En estos casos los jueces
aplicaban sus propios criterios para punir:
2. La obligatoriedad de las "contratas" de trabajo sometían a los reos a unos pocos días de
había sido impuesta por el decreto de julio de 1823.
B. Díaz, Juzgados de paz de campaña, pp. 104-106. prisión, los hacían recoger las cosechas
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o trabajar en la construcción del templo, sus 'destinos', decididos por el dictador,


o simplemente los azotaban o los po- reflejaban los requerimientos de la gue-
nían un tiempo en el cepo.' rra. La justicia local, por otra parte, no
Las demás ofensas, los robos, heri- parecía tan arbitraria; se ocupaba de "pa-
das, homicidios, deserciones, transitar cificar" y "ordenar" la campaña con pe-
sin documentos, y la 'vagancia' eran nalidades más variadas y atenuadas. Eran
reprimidos casi sin excepción con un éstos dos ejercicios disciplinarios dife-
`destino' en el servicio de armas (com- rentes: uno se orientaba a imponer por
plementado con un período 'de espera' la fuerza la 'contribución' que los ciu-
en prisión). Todos eran considerados dadanos debían al estado guerrero, el
`crímenes graves' y sus penalidades re- otro trataba de consolidar un orden ba-
sultaban similares: de dos a cinco años sado en la propiedad, las buenas cos-
de servicio para los primerizos y de cin- tumbres, y el respeto de la ley. La ley en
co a 10 años de recarga de servico, más ambos casos opera a través de la visibi-
azotes, para los reincidentes. Para aque- lidad del castigo. Veamos sino la ejecu-
llos desertores y asesinos incurables, ción de un desertor-homicida en 1838,
reincidentes múltiples, Rosas reservaba un caso extremo del ejercicio del poder
la pena máxima: la ejecución y colgado central para `reordenar' la vida de la
en plaza pública. Aparte de estas dife- campaña:
rencias, no existía una gradación de los Escribe Rosas: "Vista la presente cau-
delitos y sus penas; un ladrón de una res sa: en virtud de los enormes delitos co-
recibía la misma condena que un asesi- metidos por el Desertor Manuel Butiérres
no o un desertor. (alias Gorrita) queda condenado a la pena
Funcionaba así una justicia dual, lo- ordinaria de muerte, debiendo ser pues-
cal/central, impregnada a la vez por atri- to mañana en capilla en el cuartel de la
butos antiguos y modernos. Por un lado Convalecencia y fusilado en dicho cuar-
la justicia central estaba definitivamente tel el sábado veinte del corriente, con-
marcada por objetivos militares. En pe- forme a ordenanza, previos los auxilios
ríodos de campañas militares, justos y espirituales y cortándosele después de
pecadores eran enrolados con excusas muerto el brazo derecho será remitido
varias (delitos existentes o imputados); por el Jefe de Policía al Juez de Paz de
Arrecifes para que sea colgado un día
en un palo en el medio- de la plaza del
3. El juez de paz de Navarro consigna en su Pueblo del partido. -4
informe de noviembre-diciembre de 183(3 los Dos códigos aparecen aquí en fun-
siguentes casos de corrección: Nov 18, Marcelino
Perez, preso por corrección a pedido de su patrón, cionamiento: el del espectáculo y el de
puesto en libertad al día siguiente; Nov 19, Pablo
Juarez, preso por corrección, se lo puso a limpiar
el atizo de la iglesia, después puesto en libertad;
Nov 20, Juan Silvestre Salvella, preso por embria-
guez, puesto en libertad al día siguiente. AGN X 4. Gral Edecán a JP Arrecifes, Bue As, Ene 17
21-4-4. 1838, AGN X 20-9-7.
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ante la ley. 5 La dualidad entre la justicia ba el proceso con testigos y pruebas,


local y la central esconde una escición fiscal y defensor presentaban sus alega-
mayor entre la visibilidad de algunos tos y un juez dictaba la sentencia. La
castigos y la invisibilidad de otros. Aquí presencia de un mecanismo judicial un
la didáctica popular del espectáculo se tanto independiente del poder del dicta-
complementa con el temor de lo oculto: dor y de su maquinaria de guerra plan-
un tiempo indefinido de prisión de San- tea numerosos interrogantes al historia-
tos Lugares y una sentencia muchas ve- dor: ¿Quiénes eran los benefiarios de
ces arbitraria y desproporcionada aguar- este sistema? ¿Por qué escapaban estos
daba a todos los presos remitidos desde casos a la supervisión central? ¿Cómo
la campaña. Mientras que la justicia lo- se mantenía el rigor de proceso a falta
cal (orden vecinal y propietario) apare- de códigos? ¿Se trata de una anomalía
ce inmediata, previsible, y visible, la jus- dentro del sistema, de un simulacro de
ticia central (el poder autocrático, la ma- justicia, ideado para obscurecer la arbi-
quinaria guerrera) se presenta como algo trariedad del estado autocrático?
arbitrario, oculto, impredecible. Es que En esta etapa de mi investigación no
el estado rosista combina los atributos tengo respuestas para la mayoría de es-
del antiguo régimen -el absolutismo, la tas preguntas. Puedo esbozar en cambio
centralización del poder- con atributos una hipótesis de trabajo que permitiría
bien modernos, republicanos -la predic- interpretar la compleja maquinaria de
tibilidad y visibilidad de la pena, el prin- una justicia que, operando en un perío-
cipio de igualdad ante la ley y la espe- do de fuertes tensiones sociales, de for-
cialización del poder punitivo. mación del estado, y de guerras recu-
Por ello, el sistema de delitos y pena- rrentes, debía reconstruir un orden so-
lidades construído por Rosas no encaja cial y legitimarlo con argumentos repu-
bien en ningún 'modelo punitivo'. Jun- blicanos. El sistema judicial rosista no
to con esta compleja y a veces confusa estaba fundado en arbitrariedad y capri-
justicia 'dual' (local-central), operaba un cho sino en la ley. Aunque carente de
sistema judicial 'moderno' con asiento código y segmentado en varias compo-
en la Capital. Algunos casos de homici- nentes, era un sistema de normas
dio, robo, violaciones, injurias, etc. Se- instrumentado a través de sumarios, pre-
guían un curso totalmente distinto al sentaciones, denuncias, alegatos y prue-
descripto anteriormente. Se iniciaba un bas. Ciertamente, algunos procesos eran
sumario policial, se elevaba el caso a un más sumarios y desprolijos que otros
juez de primera instancia, se sustancia- (en especial la justicia local dejaba un
amplio margen para el equívoco o la
malicia) pero pensar que estos mecanis-
mos carecían de legalidad sería un error.
5. Sobre modelos punitivos veáse Michel Foucault, Los jueces de paz, simples brazos
Discipline and Punish (New York: Vintage, 1979),
especialmente pp. 126-31. ejecutores del poder central, deben se-
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guir un proceso: deben interrogar a los Existen para ellos escenarios donde co-
reos, pedir documentos, llenar formula- tejar el texto de la ley con las prácticas
rios, remitir los reos con sus 'clasifica- sociales y obtener resultados a través de
ciones', levantar sumarios si fuesen so- un proceso jurídico.
licitados (son muy comunes en casos de
homicidio y en casos de deserción). Si Los delitos y las resistencias
no cumplen con estas formalidades, o si
olvidan alguna información, Rosas no Los arrestos y procesos judiciales re-
se cansa de recordarles. La prisión de flejan tanto la política criminal del esta-
Santos Lugares, un lugar oculto y temi- do como las ilegalidades que la socie-
do, sirve de escenario a nuevos interro- dad produce. El mundo del delito resul-
gatorios que complementan el proceso. ta así un cruce entre los intentos disci-
Allí los varios edecanes tratan de obte- plinarios 'desde arriba' y las múltiples y
ner mayor información del reo acerca variadas resistencias y tensiones que ca-
de los delitos que interesan más al esta- racterizan las relaciones sociales en un
do (la deserción, la resistencia a las le- determinado contexto histórico. Si la
yes y a las autoridades, el robo como compleja maquinaria de la justicia rosista
medio de vida, el desinterés por la causa privilegió la persecución de ciertos deli-
federal). Allí los 'peones de campo', la tos -la deserción, el robo de ganado, y
mayoría de los que llegan a esta prisión, los "indocumentados"- es porque en al-
tienen oportunidad de mejorar sus his- guna medida existían tensiones que,
torias a fin de congraciarse con la auto- `desde abajo', reproducían estas ilega-
ridad y aliviar sus 'destinos' o senten- lidades, a pesar de la labor pedagógica
cias. En estos interrogatorios se 'prue- del cepo, las ejecuciones, y las traumá-
ba' no tanto el delito cometido sino la ticas experiencias de los 'destinados'.
adhesión y servicios del paisano a la Una visión a vuelo de pájaro del mundo
causa federal. Mientras que los jueces del delito puede ayudarnos a compren-
de paz han prejuzgado al reo con frases der los conflictos de este período.
tales como "vago, malentretenido, y pe- a) Homicidios, heridas y violacio-
leador" (una evaluación de la poca con- nes. A pesar de los relatos dejados por
tribución del reo al orden y tranquilidad viajeros y estadistas, la campaña bonae-
de la campaña), los edecanes de Rosas rense no se muestra como un espacio
prestan atención a la razón militar y po- particularmente violento. Los -delitos de
lítica del estado rosista. Para algunos sangre" constituyen una proporción me-
pocos agraciados, tal vez individuos ur- nor de las ofensas -con amplitud le so-
banos o, en general, aquellos con capa- brepasan los arrestos por deserción, por
cidad económica y vinculaciones socia- transitar sin documentos, y por diversas
les como para hacer oir sus voces en los clases de robo. Es cierto que se suscitan
juzgados, la justicia opera sin el peso de numerosas peleas en las pulperías, que
estos dos imperativos disciplinarios. los paisanos son muy sensibles a los
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`insultos' y que la ingesta de alcohol siones contra los negros son tan comu-
contribuye a acelerar los desenlaces de nes como diversas: amos que maltratan
estas discusiones. Pero, la violencia de a sus esclavos, señoras que se creen con
algunas peleas no puede explicarse sim- derecho a golpear a los esclavos de otros,
plemente por la embriaguez, el insulto partidas para cazar a esclavos prófugos.
fácil o la costumbre de dirimir cuestio- Y en la ciudad continúa utilizándose la
nes mediante el cuchillo. Cárcel Pública para "corregir" a pedido
Antes de atribuir la violencia a la del amo a las morenas desobedientes.
`cultura gaucha' es necesario considerar No es sorprendente entonces que las pul-
el sustrato conflictivo (y el sistema de perías de la campaña registren pleitos y
derechos en discusión) de donde deri- muertes de morenos. Esta violencia tie-
van muchas de estas peleas. En primer ne los mismos orígenes que aquellas
lugar, sabemos que muchos de estos in- agresiones: la declinación misma de la
cidentes comienzan con referencias que esclavitud y la adquisición de derechos
son interpretadas como burlas o insul- políticos y económicos por parte de los
tos, palabras que hacen alusión al ori- negros. En este período, los esclavos
gen provincial, la raza o las simpatías que han prestado servicios militares re-
políticas de los contendientes. Algunos claman su libertad, compiten en los em-
morenos envueltos en peleas a cuchillo pleos rurales con los criollos y no admi-
con criollos confiesan haber sacado el ten más el trabajo impago o los antiguos
arma para impedir se 'hablara mal' de castigos. Muchos recurren a la justicia
los negros.6 Fuera de la pulpería las agre- para hacer valer testamentarias u otros
compromisos de manumisión, para re-
clamar la libertad de ganar salarios o
para poner fin a los abusos de sus amos.'
6. Un caso puede ilustrar el tipo de tensiones
raciales que se presentan en la campaña. En
Arrecifes en enero 1837 el esclavo Agustín Pereyra
es arrestado y remitido a Rosas por haber herido
con cuchillo a su empleador. Pereyra pertenece a 7. Es el caso de la Sra de Manuel Gaete, quien en.
una señora que lo había colocado con.un vecino del 1824 reclama la propiedad del esclavo José Igna-
partido para realizar tareas de campo. Al concluir cio. "Mi esclavo -dice- me ha negado su servidum-
el contrato, el esclavo quizo que se le pagara su bre"; sin esperar a pedir su libertad de su ama, "el
salario, y al negarse el patrón y a su vez querer se ha declarado libre". Su antiguo amo Francisco
azotarlo, sacó el cuchillo y lo enfrentó. El vecino Alzúa, padre de la Sra. de Gaete, había otorgado
naturalmente lo demandó por heridas, pero no una promesa de libertad al esclavo José Ignacio en
llevó las de ganar. El esclavo, ayudado por un compensación por sus servicios durante su enfer-
apoderado, argumentó en el sumario que tenía medad y vejez, dejándole al morir como heredero
pleno derecho a recibir sus salarios y también a la de sus bienes. Ahora, en posesión de una estancia,
legítima defensa ("de que gozan todos los hom- el moreno José Ignacio se niega a servir a la hija de
bres", reza el expediente). Rosas considera que el su amo, a pesar de haber estado entregando parte
tiempo de prisión ya sufrido es suficiente y ordena de sus jornales a ésta durante un tiempo. La
que el esclavo vuelva con su ama -es decir, a su Cámara de Apelaciones, finalmente falla en favor
situación de asalariado. Este caso ilustra la defen- de José Ignacio. Instancia promovida por D. Ma-
sa de un derecho ganado de antemano, el derecho nuel Gaete s/ derecho a un esclavo llamado Ignacio
a obtener su subsistencia vendiendo su fuerza de perteneciente a su Esposa, Fca Alzúa, AHPBA,
trabajo. Ene-16-1837, Sumario (Agustin Pereyra), Cámara Apelaciones, Civil Prov. Leg. 5, 5.1.5.7
AGN X 20-9-7. (1824).
El Imperio de la Ley. Delito, Estado y Sociedad en la era Rosista. 103

Otros simplemente se niegan a trabajar rurales.' Otras veces salarios impagos o


o huyen hacia la campaña, donde su la prohibición de traer mujeres a la es-
libertad de movimientos es mayor y pue- tancia son los detonantes de las peleas.
den ganar buenos salarios (es coman Algunas de estas tensiones encuentran
ver esclavos actuando como capataces resolución violenta dentro de las estan-
de estancia). Todo ésto hace propicio un cias. 10 Más frecuente es, sin embargo,
ambiente de exacerbadas tensiones ra- que el peón recurra a un ambiente más
ciales.8 neutral, la pulpería, para saldar viejos
En segundo lugar, notamos que la abusos. O, también, que tome venganza
violencia se ejerce no sólo entre pares o en los bienes del hacendado. Son comu-
contra la autoridad -como supone el mito nes las matanzas de animales, el robo de
del 'gaucho malo'- sino contra víctimas ropa, aperos y cueros en compensación
que son patrones, peones, o compañeros por salarios impagos o malos tratos»
de trabajo de los victimarios. Las agre- Aunque poco frecuentes, existen ca-
siones de peones o capataces contra sus sos de peones o capataces que recurren
patrones adquieren especial significa- a la justicia para obtener el pago de
ción, pues ellas nos revelan las dificulta- salarios vencidos. Es el caso del capataz
des que tienen los empleadores para im-
poner obediencia, laboriosidad, y per-
manencia a un peonaje demasiado inde- peón Manuel Mosquito. El hacendado había des-
pedido días antes al peón y éste volvió a la estancia
pendiente. Contratos cortos impiden al por su paga; una vez arreglada las cuentas, el peón
patrón obtener un disciplina miento ade- le pidió carne (un complemento usual del salario)
y mientras estaba ayudando a desgrasar el ani-
cuado de su mano de obra y por ello mal, se suscitó una disputa. El patrón recriminó al
surgen tensiones acerca de cómo y en peón por no hacer el trabajo bien y éste se disgustó
("siempre andaba poniendo reparo a lo que el
qué tiempo deben realizarse las tareas hacía") y lo atacó con un eje de carreta. El patrón
lo mató con un cuchillo. Sumario indagatorio con-
tra Guillermo Aguero, 1838, Lobos, AGN X 21-1-
7.
8. Los dueños de esclavos responden a estas de-
mandas de libertadpersonaly de trabajo por parte 10. José Paulino Villalón, peón de chacra, había
de sus 'criados' de forma variada: algunos se ven asesinado a su patrón Ignacio González respuesta
obligados a trasladar a sus esclavos del campo o la a sus malos tratos. Al huir se llevó al mulatillo
ciudad o viceversa, otros se ven obligados a otor- criado Félix, con la promesa de emplearlo en la
gar 'papel de venta' a aquellos servidores rebeldes ciudad en alguna atahona o en el reparto de leche.
y aceptar descuentos sustanciales en el precio de Fue mandado ejecutar por Rosas en 1838, el joven
venta, otros aceptan convenios que incluyen algu- liberto recibió 100 azotes y debió presenciar el
na forma de "hiring-out" (trabajo asalariado del fusilamiento. San Nicolás, Abr 27, 1838, Sumario,
esclavo) junto con promesas de libertad. Ver: AGN X-21-7-1.
Demana puesta por Domingo Biscaya c/ Francisco
Freytas sobre redhibitoria de una esclava, AHPBA, 11. Juan Jos e Burgos y Cos me Serrano, peones de
Camara Apelaciones, Civil Prov. Leg. 1, 5. 1. 1.5 una estancia del partido de Monte, fugaron de-
(1809); y Petrona de la Rosa el Petrona Chavez s/ biendo a sus patrones y con ropa robada, en enero
redhibioria de una esclava, AHPBA, Camara Ape- de 1848. JP de Las Flores a JP Fte Azul, Las Flores,
laciones, Civil Prov. Leg. 1, 5.1.12 (1814). Ene 10, 1848, AHPBA, Juzg Paz, Z.Este, 39-4-38.
Inocencio Ibarra, un santiagueño residente en
9. En Lobos, 1838, el hacendado Guillermo Aguero San Nicolás fue aprehendido en septiembre de
comparece a declarar por haber dado muerte a su 1830 por su patrón Diego Castro por haberle
104 Ricardo D. Salvatore

Hilario Corvalán de Chascomús, quien justicia. Son frecuentes los casos de rap-
en 1823 llevó al juzgado a su patrón tos de mujeres jóvenes, una forma de
don Ramón Martínez de Carmona, de- acelerar la resolución de romances difí-
mandando cobro de pesos y malos tra- ciles que deviene a veces en violaciones
tos cuando aquél fue a cobrarle. Los o maltratos.13 Denuncian casos de viola-
argumentos con que este capataz inter- ciones a viudas o a esposas de veteranos
peló a la justicia y al estanciero son en tiempos de campañas, casos de estu-
reveladores de un orgullo por el trabajo, pro contra niñas campesinas, así como
de una consciencia del salario como un situaciones de inducción materna a la
derecho adquirido, y de la ubicuidad del prostitución." En la frontera, la escasez
principio de igualdad ante la ley entre de mujeres jóvenes conduce a la prácti-
los trabajadores rurales, atributos que ca, corriente entre los soldados, de
-
nuestros historiadores se han empeñado distribuirse -chinas después de cada
en desconocer.' 2 asalto a las tolderías. También hay vio-
Las agresiones contra las mujeres, lencia en el trabajo, sobre todo en las
aunque no exclusivas de este período, relaciones entre patronas y sirvientas,
5
adquieren mayor visibilidad en esta épo- muchas de éstas esclavas o libertas.'
ca por la contestación que éstas hacen Pero tal vez lo más común en los pape-
del ideal patriarcal en el terreno de la les policiales y judiciales es que el espo-
so ebrio "estropee" a la esposa o que el
padre -corrija - a su hija usando todo

robado en diferentes ocasiones: la primera vez,


nueve cueros de carnero, un freno con riendas y
cabezadas, un pellón forrado en lienzo y un
maneador nuevo de lonja con argolla amarilla; la
segunda vez, siete cueros de nutria, un bozal con 13. En Navarro, en 1845, cuatro santiagueños
maneador trensado y un caballo; la tercera vez, un roban una joven de 17 años llamada Manuela
recado y carona de suela, una sábana de bramante Larrete a fin de entregarla a su amante Luis
y una cincha completa. Domingo Castro, San Ni- Sayavedra, pero antes de entregarla la joven es
colás, Jul 16, 183(3, AGN X 21-7-1. violada por los cuatro y duramente golpeada.

12. "Pido sea castigado según la ley, pues no me 14. En 1842 el cabo Rufino Alarcón de la invernada
considero seguro si queda impune su delito", dice de caballos de Quilmes entró_ en las casas de Luisa
en su presentación. El capataz considera, con Godoy y de Carlota Arce, ambas esposas de vete-
razón, que los apremios ilegales no corresponden ranos en campaña con el ejército de Vanguardia,
a las relaciones laborales entre ciudadanos libres. e intentó violarlas. Las mujeres (incluyendo una
Y, por otra parte, confía en la justicia. En el relato tercera esposa de veterano de visita en casa de
de un ►t estigo, el capataz habría dicho a su patrón: Arce) se defendieron y evitaron el desenlace. Ro-
"Usted es el que me insulta porque es Dn Ramon sas castigó esta contravención con un poco más de
Carmona, yo vengo a pedirle lo que es mi sudor y un mes de prisión. Alc del cuartel 5 al JP Manuel
mi trabajo, si no me quiere pagar no me pague, que G López, Quilmes, Jun 2, 1842, AGN X 21-4-6.
para eso hay Jueces que nos compongan, yo no
tengo ninguna arma para pelear aún mi cuchillo 15. Se conoce un caso, en San Nicolás, 1838, en que
vea Usted que está a los pies de los Caballos". Este el capataz de un horno de ladrillos (Juan L. Valdés)
juicio llegará hasta la Cámara de Apelaciones de mató a ladrillazos a su conchavada (Petrona
la provincia. Criminal c/ Ramon. Carmona por Espinoza) tratando de que aumente su productivi-
insultos a Hilario Corvalán pistola en mano, dad. JP de San Nicolas JA Fig-ueredo, San Nicolas,
AH PBA, Camara de Apelaciones, 7.2.99.16 (1823). Dic 1, 1838, AGN X 21-7-1.
El Imperio de la Ley. Delito, Estado y Sociedad en la era Rosista. 105

tipo de instrumentos (rebenques,


16
sables, reiterados malos tratos es sintomático
palos, cuchillos, etc.). de las posibilidades abiertas a las muje-
Pero, a diferencia del período ante- res, aún las de menores ingresos, para
rior, mayor número de violaciones y es- contestar el poder masculino.
tupros son denunciados a la justicia y, b) Delitos contra la propiedad. El
en algunas instancias, los maltratos de robo de ganado constituye, junto con las
los esposos o amantes no quedan deserciones y el transitar sin documen-
impúnes; las mismas mujeres se defien- tos, uno de los delitos más frecuentes en
den con cuchillos, rebenques, y otras la campaña. Los jueces de paz, por acu-
armas.'7 Es que las mujeres campesinas sación de vecinos o por propia iniciati-
o de clase baja han comenzado a contes- va, arrestan a individuos ``perjudiciales"
tar la violencia del hombre en el terreno queviven del ganado ajeno y los remi-
doméstico y en los juzgados. En estos ten para el servicio de armas.19 La im-
últimos, el antiguo derecho del hombre portancia creciente del abigeato es,
de -corregir - a su hija o esposa comien- en parte, un producto de las tensiones
za a ser contrarrestado por argumentos creadas por el pobla miento y apropia-
de ciudadanía, propiedad, y civiliza- ción de nuevas tierras (la confusa proli-
- 8
eh111.' El caso de una morena que con- feración de marcas y las dificultades de
sigue poner en exilio a su esposo por separar el ganado dan lugar a innumera-
bles disputas entre vecinos), pero tam-
bién, una resultante de la acción del es-
tado. La obligatoriedad de las marca-
1(3. El peón santiagueño Meregildo Quiroga fue
arrestado en Ranchos en 1845 por haber "estro- ciones y guías, la apropiación por parte
peado malamente" a su esposa con un palo. Como del ejército de los caballos sin marca
otros presos, fue enviado a Santos Lugares con
una barra de grillos. JP de Ranchos a Rosas, ("caballos patrios"), el efecto de las cam-
Ranchos, Mar 8, 1845, AGN X 21-5-2.

17. Algunas violaciones a mujeres son denuncia-


das por sus esposos (caso de un labrador 'inglés'
cuya esposa fué violada por dos muchachos: Alc del
del no. 2 al JP de San Vicente, San Vicente, Jun bién que esos tratos no son propios de hombre
14, 1844, AHPBA, Juzg Paz, 39-4-37), pero tam- civilizado, sus métodos son bárbaros como los de
bién por las propias víctimas, especialmente si se los indios. En vano busca el suegro la complicidad
trata de violaciones no consumadas (caso de del fiscal, éste también considera bárbaro el casti-
Florentina Amaya, una vecina de San Nicolás, go de mujer. Domingo Martínez contra Gavilo
atacada por`un tal Gómez': Jefe de Policía Victorica Coller y Benito Cardalda sobre golpes a su esposa
a Rosas, Bue As, Ene 28, 1837, AGN X 21-7-1; o el Josefa Cardalda, AHPBA, Juzgado del Crimen,
de Aguilina Maldonado, vecina de Quilmes, ataca- 41-1-148-52 (1850).
da por un desconocido, a pesar de su evidente
embarazo: JP y Comisario de Quilmes a Gral 19. Esta aserción bastante estricta de los derechos
Edecán M Corvalan, Quilmes, Abr 7,1842, AGN X de propiedad a nivel local (orientada a edificar una
21-1-5). En los casos de estupro las denuncias las comunidad de 'vecinos honestos') se compadece
realiza generalmente la madre. mal con la tolerancia del robo en la frontera. Los
`indios amigos' y los 'indios del desierto' persisten
18. En 1850 Domingo Martínez lleva a juicio a su en sus apropiaciones de ganado ajeno con la
suegro por azotar a su esposa, argumentando no anuencia de jueces de paz, comandantes de fron-
sólo que su esposa es "hija emancipada" sino tam- tera y el propio Rosas.
106 Ricardo D. Salvatore

pa ñas militares sobre el precio de caba- aquéllos que roban para su subsistencia
llos y yeguas, la creciente organización (los que carnean una vaca para asarla o
del mercado de la carne restringen el para extraer su cuero y venderlo), aqué-
acceso de los paisanos pobres a estos llos que toman al robo como una em-
recursos (vacas y caballos), antes libres presa (los que roban caballos o bueyes
o públicos. El estado rosista, empeñad() con el objeto de formar una tropilla para
en hacer respetar la propiedad semo- venderla en otro distrito o para conver-
viente, trata de eliminar las contraven- tirse en troperos), y aquéllos que roban
ciones antes toleradas (el carnear un ani- para facilitar un escape (el caso de la
mal orejano para alimentarse, el apro- mayoría de los desertores que se ven
piar el ganado sin marca conocida, el obligados a apropiarse de caballos y ape-
tomar prestado un caballo de refresco) y ros del ejército). La distinción es impor-
de "documentar" la tenencia, transpor- tante porque involucra diferentes pers-
te, y comercio de ganado (se necesitan pectivas y posiciones del habitante po-
ahora papeles para probar la propiedad bre de la campaña: desafiar la autoridad,
de todo semoviente). Esto produce una y desertar de trabajos impagos y de ma-
verdadera criminalización de las costum- los tratos, tratar de "amasar un capitalito"
bres. y convertirse vecino conocido y respe-
La respuesta a esta política puede tado, o simplemente sobrevivir.
verse a través de los arrestados, sus ar- El robo de ganado revela un doble
gumentos y métodos. Aunque la mayor juego de fuerzas. Ante la política de
parte de las apropiaciones de ganado marcar a fuego la propiedad semoviente,
ajeno ocurren dentro de la propia comu- los paisanos aprenden a contraherrar con
nidad de vecinos (pequeños criadores se hierros o palos y a falsificar guías y
roban unos a otros), estas contravencio- papeles de marcas. Sus argumentos de
nes son convertidas en delitos sólo cuan- "necesidad" sirven para contrarrestar el
do se traspasa un umbral de tolerancia - lenguaje de la propiedad, ahora susten-
sólo el robo reiterado causa indignación tado por vecinos y autoridades en espa-
y convierte al vecino en "perjudicial -. 2° cios creados por la justicia. Pero sus
Por ello, son los peones, transeúntes o resistencias no son orientadas sólo con-
desconocidos los que constituyen la ma- tra la propiedad, sino que sirven para
yoría de los arrestados. Entre éstos, de- desafiar el poder del estado militar y, en
bemos distinguir al menos tres tipos: algunos casos, para facilitar o acortar el
camino hacia la propiedad. Los deserto-
res que roban caballos del ejército y
carnean en el camino vacas ajenas son
ejemplos del primer tipo mientras que
20. Véase por ej., el sumario c/Anselmo Venteos, s/ los soldados que venden al pulpero cue-
robo de ganado, Lobos, Dic 12 183(3, AGN X 21-1- ros robados de las propias 'invernadas'
7; o el sumario c/Gaspar Aranda por robo de
ovejas, Bue As, Mar 18 1837, AGN X '21-1-7. del estado son ejemplos del segundo tipo
El Imperio de la Ley. Delito, Estado y Sociedad en la era Rosista. 107

21
de estrategia. medio de pago, de disfraz y de símbolo
El robo de ropa es segundo en im- de progreso material -su apropiación di-
portancia. El mismo revela por una par- recta por medio de los paisanos no pue-
te el creciente materialismo y afán de de separarse de la ambivalencia que ge-
lucirse de los paisanos, cuanto la conti- nera un estado que privilegia la unifor-
nuidad de la vieja tradición de "impre- midad del vestido (chiripá, calzconcillos
sionar" por medio de regalos.22 Los la- y bota de potro son tan parte de la iden-
drones desvalijan ranchos haciendo agu- tidad federal como la divisa punzó) y
jeros en las paredes, "escalan" los te- una economía que produce diferencia-
chos de pulperías, asaltan a lavanderas ciones de riqueza y estilos.
en las calles, o se llevan baúles de ropa El robo de ropa es también un terri-
de estancieros y comerciantes. Varios torio de la mujer trabajadora urbana.
son los objetivos de estos robos. Vender Son numerosos los casos de sirvientas
los efectos y procurar el dinero necesa- domésticas libres que roban a sus patro-
rio para el pago de vicios, cuentas de nes en retribución por salarios impagos
juego, caballos o sexo. Regalar a sus o por abusos físicos o verbales.24 Las
mujeres, co m p ro v nc ia nos, y camaradas esclavas, ante la evidente escacez de tra-
de campañas ponchillos, vestidos, baye- bajadoras, requieren de sus amas pro-
tas, o pañuelos de seda. O cambiar el mesas de libertad, mayor cantidad de
uniforme por ropa de paisano para faci- ropa, o alguna forma de salario -el robo
litar el escape y la reinserción en la vida de ropa se constituye así en un momen-
de los pueblos.23 Los desertores escon- to de esta negociación laboral. Es que
den su vieja ropa en los pajonales, la en una sociedad en transición hacia el
dejan con parientes, amigos, o ex-patro- mercado libre de trabajo, el "servicio" a
nes, e inician su deambular por la cam- la "clase decente" disminuye en calidad
paña. La ropa sirve en la campaña de y aumenta en precio. La creciente inci-
dencia de este tipo de delitos evidencia
las tensiones creadas por la erosión de la
esclavitud dentro del ámbito doméstico
21. Sobre las ilegalidades de los soldados veáse urbano.
Ricardo D. Salvatore, "Reclutamiento militar, c) La deserción. Para Rosas no hay
disciplinamiento y proletarización en la era de
Rosas", Boletín del Instituto de Historia Argenti-
na y Americana 'Dr E. Ravignani, no.5 (1992), pp.
34-35.

22. "Declaraciones de Toribio González y otros..."


AHPBA, Juzgado del Crimen (1835), 41-1-117-10. 24. Ver por ejemplo: "Criminal contra las morenas
María Antonia González, Juana Crespo y Cipria na
23. El joven desertor José Vivas, quien después de Rivarola por robo a Martina Villarruel" (1840),
escapar de Santos Lugares encontró trabajo en AHPBA, Juzgado del Crimen: 41-1-130-5; y "Cri-
una pulpería de Quilmes, fue visto por el alcalde en minal contra Dolores Ramirez por Robo de Pren-
el acto de esconder su uniforme entre los pajonales. das" (1829), 34-4-85-58; "Contra Fermina Cornejo
Juez de Paz Manuel G López, Quilmes, Sep 1841, por robo" AHPBA, Juzgado del Crimen, 38-1-235-
AGN X 21-4-6. 38 (1864).
108 Ricardo D. Salvatore

delito más grave que la deserción, y rea- su tiempo de servicio o que su trabajo
liza todo lo posible para reprimirlo. A para el estado ha sido "privatizado" por
pesar de ello, las desertores continúan algún juez de paz o comandante militar,
siendo numerosos y desafiantes. 25 Las y finalmente aquellos a quienes se ha
amenazas de ser ejecutados no los ame- denegado un "permiso para trabajar". 27
drentan, algunos cometen deserción has- Esta última causa resulta reveladora:
ta siete veces. Los soldados desiertan cuando sienten escacez de dinero o vi-
sus cuerpos, roban sus uniformes, arma- cios, los soldados piden permiso para
mentos y cabalgaduras, y emprenden un irse por unos meses, conchavarse, ganar
itinerario por los pueblos en busca de dinero y volver. Esto habla de la voca-
"abrigo". Las dificultades de encontrar ción de "jornalero" de muchos solda-
buenos protectores -debido justamente dos, de su reclamo a "ganarse la vida"
al funcionamiento de un sistema policial libremente como un derecho adquirido.
que controla los documentos de baja y Esta es tal vez la mejor evidencia del
las papeletas de enrolamiento- los lle- rechazo del campesino al trabajo impa-
van a algunos a tratar de cambiar de go.
identidad. Se establecen en una finca, d) Transitar sin documentos. Algu-
estancia o casa, cambian su nombre y se nos autores han considerado el arresto
hacen "conocidos" del lugar relacio- por falta de papeleta de conchavo como
nandose con policías, vecinos, y otros una clara evidencia de la colusión entre
lugareños. Guardar el secreto es esen- el estado y los estancieros para hacer
cial. En algunos casos, si son exitosos, trabajar a los peones. 28 Esto supone que
pueden permanecer hasta cinco años sin los que son arrestados por carecer de
ser descubiertos.26 documentos (papeletas de enrola-mien-
Las causas de las deserciones son to y conchavo, pases, pasaportes y ba-
múltiples, pero la mayor parte puede jas) son -vagos y mal entretenidos". En
agruparse en cuatro categorías: aquellos realidad, lo contrario es cierto. Una gran
que se van de sus batallones por malos cantidad de trabajadores (arrieros, pica-
tratos de sus oficiales, aquellos que se dores de carretas, acarreadores de ove-
sienten -desnudos - (quienes no han re- jas, migrantes en búsqueda de trabajo)
cibido los uniformes prometidos), aque-
llos que consideran que han cumplido

27. Este punto se encuentra desarrollado en Ri-


cardo D. Salvatore, "El mercado de trabajo en la
campaña bonaerense (1820-1860). Ocho inferen-
25. Un exámen preliminar de las motivaciones de cias a partir de narrativas militares", XIII Jorna-
los desertores y de las tensiones dentro de los das de Historia Económica, Mendoza, 2-4 setiem-
batallones puede encontrarse en "Reclutamiento bre de 1992.
militar, disciplinamiento y proletarización...", ya
citada. 28. Para una crítica de esta tesis, ver Ricardo D.
Salvatore, "Autocratic State and Labor Control in
26. Ver Inocencio Monsalvo (clasificación), 1849, the Argentine Pampas. Buenos Aires, 1829-1852",
AGN II 59-1-9. Peasant Studies, vol. 18, no. 4 (1991).
El Imperio de la Ley. Delito, Estado y Sociedad en la era Rosista. 109

son arrestados por los tenientes alcaldes convenidos o quienes, aún antes de fi-
en el momento mismo en que están tra- nalizar el aprendizaje, descubren que
bajando o buscando trabajo. No es una pueden obtener mejores salarios traba-
persecución al desocupado, sino un arres- jando en la campaña. 31 Aquellos maes-
to al ocupado o buscador de trabajo. Por tros que recurren a la justicia, resultan
lo común, se lo arresta porque no tiene decepcionados; una y otra vez, los jue-
documentos, porque no hay pruebas de ces favorecen la libertad de contratación
la identidad del transeúnte; ésto lo con- de los menores. Los propietarios de es-
vierte en sospechoso. Tal vez pueda clavos tienen también serias dificultades
-
safar" si no tiene contrato, pero difícil- para recuperar su propiedad: sus more-
mente evite el arresto si no puede pro- nos presentan promesas de libertad, di-
bar sus servicios a la causa federal -para cen que son libertos, se las ingenian para
el estado es más grave que rehuya el hacer dudar a los jueces de los derechos
servicio militar que su situación ocupa- del propietario. Es que la esclavitud ha
cional. Por ello, los paisanos transeúntes adquirido con el tiempo una naturaleza
contrarrestan las nuevas reglas y la nue- cuasi-contractual, los esclavos negocian
va supervisión de los caminos falsifi- su ida a la campaña o su ingreso al
cando pasaportes, cambiando de nom- trabajo asaladiado con sus amos. Los
bre, o inventando historias. 29 Son nota- peones, por el contrario, son buscados
bles la sagacidad y los recursos con que por sus patrones por incumplidores. Al-
los paisanos desafían al estado policial. gunos deben sumas importantes que se
e) Fugas de peones, menores y escla- les han adelantado en concepto de sala-
vos. Aunque menos frecuentemente, las rios; otros no han devuelto con su traba-
autoridades detienen menores y escla- jo los vicios y ropa adelantados. 32 Ni
vos que han escapado de sus respectivos peones ni patrones discuten la naturale-
señores. Casi sin excepción los menores za contractual de sus relaciones, sólo
y esclavos huyen de los malos tratos, difieren en los términos de los compro-
buscan en la campaña un ambiente para misos y las recompensas.
comenzar nuevas actividades o aventu- f) Otras ilegalidades y transgresio-
ras." En algunos casos se trata de apren-
dices de artesanos quienes escapan de
un maestro que no les paga los salarios 30. Es ilustrativo el caso del esclavo Félix Saavedra,
quien junto con su "amito", el menor Antonio
Flores, huyen del pueblo de Morón a la campaña
para evitar los malos tratos del padre de este
último y dueño del primero Miguel Flores. San
29. Uno de los delitos mayores es ser "desconoci- José de Arrecifes, Dic 20, 1836, (Sumario a Félix
do". Por ello algunos patrones colaboran con los Saavedra), AGN X 20-9-7.
cambios de identidad que favorecen el "avecina-
miento" de sus peones. Es el caso de Gregorio 31. Ver por ejemplo Sumario c/ Juan Aguilar,
Férnandez, cuyo patrón José Monteros trató de Lobos, 1832, AGN X-21-1-7.
hacerlo pasar por miembro de su familia. Gral
Edecán de SE a JP Quilmes, Santos Lugares, Mar 32. Ver"Cuenta del peón Macedonio Britos", Loma
25, 1842, AGN X 21-4-6. Verde, Jun 5 1844, AHPBA, JP Azul 39-1-2.
110 Ricardo D. Salvatore

nes. La campaña presenta, además de rrateniente sobre el peón, el del hombre


estos delitos mayores una serie de pe- sobre la mujer, el del blanco sobre el
queñas ilegalidades y transgresiones que negro, el de la "gente decente" sobre la
revelan el complejo proceso de resisten- "clase de peones de campo" o sobre la
cia y acomodación de los paisanos al clase sirviente. Pero, además de estos
nuevo orden propietario y policial. Hay ordenes y jerarquías en conflicto, el mun-
instancias de resistencia a la autoridad do del delito acusa la existencia y utili-
que atraviesan el cuerpo social: solda- zación por parte de agentes subalternos
dos que desafían el poder correccional de un marco de legalidad que, al tiempo
de sus oficiales, milicianos que se nie- que sirve de escenario para impugnar
gan a servir a los jueces de paz, peones las desigualdades e injusticias del régi-
que abandonan sus trabajos porque no men, legitima 'la ley' y a su defensor, el
pueden tolerar los insultos de sus patro- "Restaurador de las Leyes". Las nume-
nes, mujeres que cuestionan en los juz- rosas denuncias y peticiones que se en-
gados la autoridad de sus maridos, mo- cuentran en los archivos (la mayor parte
renos que reclaman igualdad ante la ley. de ellas dirigidas a Rosas) muestran que
Los insultos de las mujeres de color (la- el delito es sólo uno de los teatros de
vanderas, sirvientas, cocineras) a las expresión de aquellas tensiones y resis-
mujeres de la "clase decente" revelan tencias. La justicia, los mismos teatros
una defensa intensa por parte de las pri- creados por el estado (los sumarios e
meras del trabajo remunerado y de la indagatorias, las peticiones a Rosas, las
igualdad racial. La adopción de nom- presentaciones del Defensor de Pobres),
bres falsos, la compra de pasaportes pueden ser utilizados para reparar situa-
"trechos" y la continua mobilidad de los ciones injustas o para contradecir la ló-
peones y soldados desafiando los con- gica oficial.
troles de tránsito constituyen toda una
resistencia subterránea que resta legiti- El "imperio de la ley"
midad al orden documentario del estado
autocrático. Debemos ahora analizar en qué me-
El mundo del delito refleja así una dida el aparato de justicia del rosismo
multiplicidad de tensiones que desafían gozó de legitimidad.33 Se trata de inqui-
al intento ordenador de la justicia y po- rir los tipos de pasividades, complicida-
_
licía rosistas: conflictos que se producen
dentro del ámbito de la producción (las
estancias, saladeros, mataderos, tropas
33. Para Richard Slatta, no existió tal legitimidad:
de carretas) así como en los cuarteles "La así llamada criminalidad de la pampa provee
militares, en los hogares, y en los espa- evidencia de la ilegitimidad del sistema judicial-
cios públicos. Estos desafíos mues-tran policial de Argentina. El gobierno y sus leyes
fueron en general ignorados por gran parte de la
la contestación e inestabilidad de las je- población; el gobierno carecía de legitimidad en la
campaña." "Rural Criminality and Social
rarquías en cuestión: el dominio del te- Conflict...", p. 472.
El Imperio de la Ley. Delito, Estado y Sociedad en la era Rosista. 111

des, y nociones compartidas acerca de ponían a la economía de estancias, ya


la sociedad y de la justicia que hicieron sea por su incapacidad de neutralizar,
posible el funcionamiento por tan largo por medio de patronazgo y la "protec-
tiempo de un sistema punitivo que, en ción", el poder militar-judicial del esta-
gran parte, servía para alimentar una do o porque estaban convencidos que
maquinaria guerrera y un sistema políti- las ventajas del 'orden y tranquilidad'
co basados en la desigualdad y en la de la campaña superaban a aquellos in-
injusticia. La justicia rosista sin duda convenientes y pérdidas. Los pequeños
alienó a ciertos grupos sociales, creó es- productores, aunque más reticentes (son
pacios para el ejercicio arbitrario del po- ellos los que "abrigan" con mayor fre-
der y fué el vehículo de persecuciones cuencia a los desertores), por lo general
políticas implacables. Pero, por otro cooperaron con los jueces de paz en la
lado, contribuyó a difundir prácticas ju- "limpieza de la campaña" de vagos, de-
diciales que alimentaron la circulación sertores, y perjudiciales, legitimando así
de discursos acerca de la ley, de la pro- las razones del estado rosista.
piedad, del delito y de la justicia. Es Rosas persiguió a los que -abriga-
posible entonces, que parte de estos dis- ban - desertores con el mismo ahinco
cursos hayan sido absorbidos por pe- que mostró para con los desertores. Los
queños propietarios y habitantes pobres "abrigadores" eran cómplices de un de-
de la campaña. De ser así, la frase el lito grave contra el estado cuya toleran-
"imperio de la ley", usado muchas ve- cia amenazaba los cimientos mismos del
ces por los simpatizantes del rosismo poder rosista.' Por ello, cada vez que,
para presentar uno de los logros más por declaración de alguno de los presos
trascendentes del 'Ilustre Restaurador' - en Santos Lugares, se sabía o se sospe-
la 'restauración' de la ley y el orden- chaba que algún vecino había dado al-
dejaría de tener un valor meramente pro- bergue a un desertor, Rosas ordenaba la
pagandístico. instrucción del correspondiente suma-
Como hemos visto, la pieza central rio. Al final de cada orden de sumario,
del aparato de poder rosista, el sistema podía leerse una frase como la siguien-
de reclutamiento, fue fuertemente resis- te: -Además se llama seriamente la aten-
tida por los reclutas y los soldados (de- ción a Ud. sobre los que abrigan hom-
serción, evasión, cambio de identidad, bres de esta clase y del poco celo de
movilidad continua). Si esta resistencia
se hubiese extendido a la mayoría de los
hacendados es casi impensable que el
estado provincial hubiese podido llevar 34. En ocasión de la sublevación del sur (1839),
adelante tantas campañas militares Rosas encontró en la tolerancia de esta práctica de
albergar desertores en los partidos de Dolores y
exitosas. Esto, sin embargo, no ocurrió. Monsalvo, una de las explicaciones de porqué fue
Los estancieros debieron aceptar las res- fácil para los unitarios formar sus milicias y
revelarse. JP del Tuyú R Baudrix a Rosas, Tala de
tricciones y pérdidas que las levas im- los Anchorena, enero 8, 1840, AGN X 21-8-1.
112 Ricardo D. Salvatore

algunos alcaldes y tenientes que no cui- sino también en algunos casos blanquear
dan de llenar sus deberes en esta parte su pasado delictivo. En general, son pe-
del servicio, sin embargo de las repeti- queños productores, criadores o chaca-
das ordenes y decretos que tanto lo re- reros cuyo mayor capital consiste en co-
comiendan" -una advertencia que los nexiones locales que posibilitan a los
agentes del orden debían tomar seria- "abrigados" vivir y trabajar en paz. 37
mente." Estos sumarios contribuían a la Cuando los desertores buscan empleo
pedagogía de la ley: en ellos se recorda- en saladeros o estancias grandes, en-
ba al supuesto "abrigador" su obliga- frentan la posibilidad de ser denuncia-
ción de averiguar la procedencia del dos al juzgado. Para evitarlo, inventan
peón, requerir los documentos corres- historias acerca de bajas, licencias o in-
pondientes y, en caso de sospecha o dultos en el ejército o cambian de iden-
falta de documentación, presentarlo al tidad. 38
juzgado. De comprobarse el "abrigo", En segundo lugar, la política crimi-
las autoridades debían remitir presos a nal/reclutadora ros is ta no podía permi-
los encubridores, protectores o cómpli- tirse el lujo de hacer excepciones que
ces. 36 minaran la legitimidad de la norma le-
Los sumarios a "abrigadores" mues- gal. Aún en sus propias estancias o en
tran la conspicua ausencia de la figura las de sus parientes y amigos, Rosas
gran estanciero con poder para ofrecer demandaba que se aplicara la ley a
empleo a numerosos criminales y deser- rajatabla. Las relaciones nepóticas y las
tores. Los "abrigadores" son más bien amistades, aun cuando muy influyentes
padres, madres, tíos o hermanos de los en la vida en sociedad, en los negocios,
desertores -personas que no sólo pue- y en la política de la época, no podían
den ayudar al desertor a conchavarse, usarse para obtener "favores" que viola-

37. El desertor tendía a ir a lugares alejados,


35. Incluida en el caso de Eusebio Acosta, un donde creía que no sería perseguido (muchos
trompa desertor de Cañuelas a quien sus padres manifiestan estar en camino al Sur, otros reflejan
ayudó a conchavarse en una estancia. Juzgado de en sus historias el mito, bastante esparcido apa-
Paz, Cañuelas, sept. 14. 1844, AGN, X 20 10 5. rentemente, que las estancias de Rosas y de su
sobrino en Azul, ofrecían empleo a desertores), o
36. En enero de 1837, Manuel Pereyra, un peque- en su defecto, a buscar la protección de amigos o,
ño criador de Ensenada, fué arrestado en Ensena- más frecuentemente, familiares.
da y remitido a la Cárcel Publica por no haber dado
parte a las autoridades acerca de un hombre que 38. Es el caso de Juan Garay, tambor desertor de
se hospedó en su casa. Los vecinos mismos denun- la Cia Infantería Escolta remitido por el JP de
ciaron el hecho, sospechando que uno de sus Quilmes a Santos Lugares. Para persuadir a su
huespedes Nicolás Tijera había sido uno de los empleador, el saladerista Francisco Po/tela, que
ladrones que asaltaron la casa de don Francisco lo empleara, dijo que la misma Manuelita Rosas lo
Lozano. Tijera resultó ser además un desertor. había indultado. Gral Edecán de SE a JP Quilmes,
Juzg Paz de Ensenada, Sumario Criminal c/Nicolas Santos Lugares, Ago 16 y Sep 9, 1841, AGN X 21-
Tisera, 1836, AGN X-21-1-5. 4-6.
El Imperio de la Ley. Delito, Estado y Sociedad en la era Rosista. 113

39
ran sistemáticamente la ley. Tradicio- res servicios a la causa federal, Felipe
nalmente, los historiadores de este pe- Escurra se negó a esta requisitoria, di-
ríodo han sobre-estimado el poder terri- ciendo que el ya había reprendido a su
torial del hacendado, creando la falsa ayudante, y que el juez de paz no tenía
imagen que la justicia hacía oídos sor- autoridad para "atropellar" su casa, ex-
dos a lo que ocurría dentro de la estan- traer sus peones y molestar a sus capata-
cia o que las partidas y los jueces de paz ces. El juez de paz tomó por la fuerza la
no osarían entrar en el dominio del es- vivienda, arrestó a Escurra, y lo sometió
tanciero a reclamar un desertor o un al interrogatorio de costumbre. Entre
prófugo de la justicia. Este ideal de pro- otras cosas, le preguntó en un tono
pietario feudal a salvo de la intromisión didáctico y retórico, -Si no sabe que
de las autoridades locales, está lejos de todo ciudadano respeta y tiene que res-
la verdad. petar las Leyes vigentes y Autoridades
Veamos un ejemplo que contradice legítimamente constituídas"; Escuna sólo
las ideas heredadas acerca de la justicia pudo responder que sí. Le preguntó a
en este período. Un sobrino de Rosas, renglón seguido si al resistirse a la or-
Felipe Escurra, entró en problemas con den de entregar al peón Rodriguez no
el juez de paz de Chivilcoy, Lázaro estaba desafiando directamente a la ley;
Molina por proteger un supuesto delin- Escurra nuevamente tuvo que darle la
cuente. Molina, tratando de esclarecer razón.
el caso de un rapto de una "joven de Enviado a prisión y embargados sus
familia" había pedido a Escurra le remi- bienes, Felipe Escurra envió una peti-
tiese a su ayudante Carmen Ramírez para ción de clemencia al gobernador, su tío,
una indagatoria." Tal vez alentado por por intermedio de su hija pequeña. Al
sus relaciones familiares y sus anterio- mismo tiempo intercedieron por él su
madre (quien escribió a Manuelita
pidiento el favor de Rosas) y su esposa
(quien se apeló directamente a la bon-
39. Preso en Santos Lugares en 1841, el miliciano dad del dictador), sin demasiados resul-
desertor del tercer regimiento Fortunato Peralta tados. Rosas hizo lugar al desembargo
declaró que había estado seis meses conchavado
por el capataz Juan Décima para trabajar en de sus bienes, pero no dispuso la liber-
Camarón Chico, una de las estancias de Don
Nicolás Anchorena, amigo personal y aliado polí-
tad de Felipe hasta seis meses más tarde,
tico indiscutible de Rosas. Ante esta violación de la cuando la salud del preso había deterio-
ley, Rosas ordenó la instrucción del correspon-
diente sumario. El caso volvió al juzgado de paz de
Pila, donde se tomó declaraciones al capataz Juan
Décima. Este dijo que jamás había conocido al
citado miliciano. Tal vez, Peralta mintió para
implicar a otros, o quizá Décima quiso salvar su
propia cabeza denegando el hecho. Lo importante
es que la amistad entre Rosas y Anchorena no se 40. Oficio de Justicia sobre la Desobediencia, Re-
usó como argumento en este proceso. Gral Edecán sistencia y Falta de respeto del Ciudadano D
a JP Pila D Manuel Morillo, Stos Lugares, Jul 31, Felipe Ma de Escurra..., Chivilcoy, Abr 10, 1848,
1841. AGN X 21-3-7. AGN X 21-1-1.
114 Ricardo D. Salvatore

rado de forma alarmante. Esta actitud tares y vecinos que de las irrupciones
de Rosas sirvió para reafirmar las creen- violentas y las amenazas. Casos como el
cias del juez de paz en el 'imperio de la del patrón Pedro A Cardozo, quien sa-
ley': -Sr. -escribió a Terrero- el vulgo biendo que el ejército estaba reclutando,
que con sus dichos había sido escandali- llevó a sus dos peones a que presentaran
zado, hoy está convencido de que el su papeleta de enrolamiento al juzgado
Excmo. Sr. Gobernador, su tío, en el de Monte (1834), o como el del Coronel
mero hecho de tenerle detenido, como Juan José Arana, quien envió todos los
hasta ahora lo tiene, corrigió y corrige el peones de su estancia "La Armonía" a
mal donde y en quien quiera que sea el presentarse a Rosas para el servicio en
perpetrador". preparación de la batalla de Caseros
En tiempos de guerra, cuando la usual (1851) dan cuenta de este tipo de cola-
subordinación de las autoridades milita- boración.42 De manera similar, los veci-
res a las civiles se inviertía, los -comi- nos cooperaban con el juez de paz de-
sionados- militares enviados por Rosas nunciando a sospechosos y presuntos
para aprehender desertores causaban fre- malhechores, arrestando 'in fraganti' a
cuentes resquemores entre los estancie- los delincuentes, y luego testificando en
ros. En 1836 se quejaba el juez de paz los sumarios. Por lo general, era el juez
de Monsalvo que estos comisionados y sus tenientes alcaldes quienes reco-
"no respetan capataces, ni peones aún rrían los campos y caminos en busca de
cuando tengan papeletas de contrata au- desertores, ladrones, y asesinos. Pero,
torizada por el Juez de Paz y Comisario una vez arrestado, eran los testimonios
del Partido, o papeleta de enrolamiento de los vecinos los que reafirmaban el
en la La queja del juez de paz `carácter criminal' del preso. En estos
remarca la violación de estos cazadores testimonios la "pública voz y fama" acer-
de desertores de ciertos preceptos lega- ca del reo tomaba precedencia sobre su
les (los capataces y peones con contrata responsabilidad en un hecho delictivo.
y papeleta no deberían ser molestados) Los vecinos, al calificar al reo como un
pero, a la vez, pone en evidencia el limi- personaje "vago", "perjudicial -, "saltea-
tado poder territorial de los estancieros, dor", "peleador", o simplemente -des-
cuyas estancias eran penetradas cons- conocido- separaban al inculpado de su
tantemente por estos agentes. propia comunidad, a la que concebían
La fuerza de la ley, sin embargo, como honesta, pacífica y obediente de
dependía en mayor medida de la coope-
ración de estancieros, autoridades mili-

42. Bs As, Nov 8, 1834, AHPBA, Juzg Paz, Z.Este,


39-4-37; Jefe Div Norte Cnel JJ Arana a JP de
41. JP de Monsalvo a Rosas, Dolores, Dic 8 183(3, Ensenada Martin Peñalva, Bs As, Dic 8, 1851,
AGN X 21-1-2. AGN, X-21-1-5.
El Imperio de la Ley. Delito, Estado y Sociedad en la era Rosista. 115

la ley." común en muchos historiadores, de la


Las denuncias por abusos de autori- total arbitrariedad del sistema de justicia
dad también indican este apego a la ley ros is ta
por parte de aquellos que se considera- Es que últimamente la justicia rosista
ban "vecinos honrados". En diciembre reposaba en un sistema de valores com-
de 1837, María Isabel Arriola peticionó partido por aquellos pequeños propieta-
a Rosas por la libertad de su esposo rios que formaban el corazón de las po-
Juan Esteban Vázquez, un vecino de blaciones estables de la pampa. Este sis-
Guardia de Luján injusta mente arresta- tema de valores privilegiaba el trabajo
do por el juez de paz. Movido por de- honesto sobre el robo, afirmaba la nece-
nuncias de otros vecinos así como por sidad de contribuir al estado federal en
enemistad personal, el juez de paz había sus requisitorias de ganado, soldados, y
atribuído un robo de reses a Vázquez, servicios personales, favorecía a los
-
había utilizado apremios ilegales para avecinados- por sobre los -desconoci-
obtener el falso testimonio de su peón, y dos- y definía los atributos de un "buen
había sometido al propio Vázquez a una vecino" (el pago puntual de las deudas,
golpiza. Este "honesto criador" -denun- los buenos modales, la sobriedad o la
ció la mujer- soportó este ultraje pen- "buena bebida"). Los pequeños criado-
sando que Rosas castigaría al juez de res y labradores aspiraban a la acumula-
paz, un agente del orden "que tenía la ción de una modesta riqueza (defendían
obligación de respetar las Leyes y todas su "capitalito" en animales y semente-
las demás garantías que éstas acuerdan". ras) y, por ello, eran capaces de iniciar
El lenguaje de esta peticionante -su interminables disputas acerca de marcas
interpelación a los conceptos de igual- y la propiedad de unas cuantas vacas u
dad ante la ley y de universalidad de la ovejas. Como su progreso dependía del
norma legal- resta validez al supuesto, control que hacía el estado de aquellos
individuos "perjudiciales" acostumbra-
dos a vivir del ganado de otros, eran
defensores constantes del "orden y la
43. En 1835 por ejemplo, a petición de los vecinos, tranquilidad" y estaban dispuestos -siem-
el comisionado Oliveros hizo arrestar a Faustino pre que ésto no implicase la total des-
Nievas. Se lo acusaba de una multitud de ofensas,
intento de rapto de mujer, embriaguez y desorden, atención de sus intereses privados- a ser-
peleador, mal pagador, etc. Uno de los vecinos vir en puestos de capitanes de milicia,
declaró "que es pública voz y fama ser el Nievas un
foragido, un vago, un mal entretenido y un hombre jueces, y tenientes alcaldes para soste-
per judicial". Otro recordó como Nievas había echa- ner aquellos valores. La ley no tenía
do abajo la puerta de su casa con un hacha por
negarse a despacharle bebida. Otro dijo que robó para ellos un valor vacío. Significaba la
a cara abierta a los vecinos. Antes del proceso, los continuidad de su estilo de vida, de sus
vecinos habían condenado el proceder de Nievas
como falto de modales, deshonesto, y violento, en
posibilidades de ascenso económico y
suma, no perteneciente a la comunidad de vecinos . últimamente, un elemento clave para
Sumario contra Faustino Nievas, San Nicolás,
Jun 1, 1835, AGN X 21-7-1.
definir su identidad. Los -honestos ve-
116 Ricardo D. Salvatore

cinos y productores" se diferenciaban toridad de los jueces de paz, ni los frau-


de los otros -los ambulantes, los vagos, des que cometían oficiales y suboficia-
los perjudiciales, los desertores- preci- les." El vasto campo de resistencias de
samente en su apego a la "legalidad" del peones y jornaleros a estas injusticias
estado rosista. así lo comprueba. Mi sugerencia apunta
Para los otros, es decir, para la ma- más bien a admitir la existencia de una
yoría de los que servían como milicianos lectura política por parte de los agentes
y soldados en los ejércitos rosistas, para subalternos de la campaña, que inter-
la masa de jornaleros y peones, la "lega- pretaba la 'causa federal' como la conti-
lidad" tenía dramáticas implicaciones y nuación de la causa de la independencia
por ello, no podían tener la misma inter- y como la defensa de un conjunto de
pretación que los pequeños productores derechos políticos y civiles.
afincados. Las leyes de conchavo, Diferencias de clase eran la base del
enrolamiento, y pasaportes habían he- sistema de reclutamiento rosista. La "cla-
cho más dificultosa su búsqueda de tra- se de peones de campo" recibía casi
bajo y su movilidad, incrementando los todo el peso de las levas para el ejército
poderes policiales del estado en su per- de línea, mientras que los vecinos pe-
juicio. Por otra parte, de los numerosos queños productores y con mayor razón
relatos militares que han dejado (a tra- los hacendados, una vez enrolados en
vés de sus clasificaciones) estos peones las milicias locales, estaban sujetos a
y jornaleros se obtiene que muchos ha- menores tiempos de servicio (cantones,
bían acudido, voluntariamente, al lla- destacamentos, arreos de ganado) y por
mado de las dos "restauraciones de las lo general, podían evadir los servicios
leyes" (1828-29 y 1833). Recordaban a más peligrosos y prolongados (las cam-
sus jefes, remarcaban su participación pañas al interior y la defensa de la fron-
en conocidas batallas, y algunos habían tera india). Ultimamente, la probabili-
conservado sus bajas y medallas. Proba- dad de ser llevado por la leva dependía
blemente, para estos reclutas pobres de de la apariencia personal y del afinca-
la campaña la - restauración- significase miento -aquellos que vestían chiripá, bota
más una reposición de las autoridades de potro, y calzoncillos y que además
electas y, por tanto, una rebelión contra resultaban ser "desconocidos" o "tran-
los "usurpadores" del poder legítimo seúntes" tenían asegurado un destino
(incluidos aquí los unitarios, los caudi- militar. Los hacendados, pequeños pro-
llos no porteños y los extranjeros inva- ductores y capataces, por el contrario,
sores) que una defensa de un determina-
do sistema legal. Adherir a esta inter-
pretación "política" de concepto de "res-
44. Tampoco debemos descartar la hipótesis que
tauración" no significaba respaldar las esta movilización representaba una adhesión a
múltiples injusticias creadas por el siste- ciertos jefes militares, a quienes los pobres de la
campaña habían aprendido a respetar en acciones
ma de reclutamiento, los abusos de au- de combate.
El Imperio de la Ley. Delito, Estado y Sociedad en la era Rosista. 117

tenían casi asegurada su excepción al sumario. En su opinión, el juez de paz,


servicio de línea. motivado por su rencor personal, había
La diferencia social creada por las cometido serios errores en el proceso.
prácticas del reclutamiento, sin embar- Su evidencia era pobre (el patrón podía
go, era contrarrestada por un discurso probar que la carne había sido remitida
que enfatizaba la igualdad ante la ley y por el desde otro puesto de estancia) y
la comunidad de intereses de las clases. sus métodos discutibles. El peón, por
Afianzar la confianza en la ley exigía otra parte, no era un delincuente. "Por
obscurecer la fácil asociación entre cla- su hombría de bien [y] su laboriosidad
se y justicia. Por lo general, patrones y ejemplar", Riquelme se merecía un me-
peones presentaban sus propios casos a jor trato por parte de la justicia. Aunque
la justicia, denunciándose mutuamente, raras, este tipo de complicidades entre
o no queriéndose comprometer por las clases, reflejan que existían nociones
declaraciones del otro. Pero en contados compartidas entre peones y patrones
casos, se daban presentaciones conjun- acerca de los límites a la autoridad judi-
tas que reflejaban ideas compartidas por cial y policial, acerca del valor de la ley
peones y patrones respecto del ideal de en las relaciones sociales.
justicia. La desordenada y contradictoria le-
Un caso muy interesante es el de gislación del período rosista, su aparato
Manuel Riquelme, un peón de estancia judicial y de policía, así como su com-
de Arrecifes, acusado injustamente de pleja pedagogía basada en la persuación,
robar carne (1837). 45 El peón escribió a la persecución y el castigo ejemplar pro-
su patrón (con una ortografía y una dujeron tanto resistencias como compli-
sintaxis desastrosa) narrándole lo suce- cidades. "La ley" (entendida como el
dido. Había sido arrestado con falsos conjunto de dispositivos jurídicos,
cargos, sus declaraciones no habían sido policiales y punitivos) no fue ni total-
tomadas en cuenta y, para colmo de ma- mente arbitraria, ni completamente
les, el juez de paz, usando la amenaza hegemónica. En parte debido a su doble
que lo colgaría en la plaza pública, ha- función (alimentar el poder del estado
bía obtenido de él la confesión a un guerrero/restaurar el orden en la campa-
delito que no cometió. Su patrón, Juan ña), estos dispositivos contribuyeron a
Antonio Linares, hizo entonces una pre- crear y exacerbar diferencias sociales
sentación a la justicia, narrando los mis- (propietarios vs no-propietarios, vecinos
mos sucesos y solicitando se labre un vs transeúntes) a la vez que permitieron
la articulación de un conjunto de de-
ma ndas 'desde abajo'. Crearon espacios
donde soldados, peones, mujeres de cla-
45. Manuel Riquelme a Juan A Linares, Arrecifes, se baja, morenos y otros agentes subal-
Sep. 6, 1837; y Juan Antonio Linares a Rosas, ternos podían expresar sus reclamos por
presentación, Bs. As., Sep. 10, 1837, AGN X 20-
9-7. salarios impagos, corrupción de las au-
118 Ricardo D. Salvatore

toridades, malos tratos, y otras injusti- no puede ser comprendido sólo como
cias, demandas que daban por supuesto un ejercicio de violencia sobre una 'cul-
el principio de igualdad ante la ley. Un tura marginal' victimizada. Construído
producto de la prédica rosista sin duda, en la confluencia entre la política crimi-
pero también una continuación del nal de un orden propietario y las de-
ideario de Mayo, este principio dió fun- mandas de peones, ex-esclavos, muje-
damento a la 'restauración y al estado res campesinas y pequeños propietarios,
rosista. esta colección de ilegalidades y contra-
El orden propietario, guerrero y venciones mostró sus dos facetas: la re-
documentado instaurado por el dictador sistencia y la legitimidad, la defensa del
no puede entenderse sin recurso al con- orden y la propiedad junto al derecho al
junto de complicidades, cooperaciones trabajo pago y a la subsistencia, la
y valores compartidos que permitieron ubicuidad del castigo corporal frente a
su funcionamiento y delimitaron el al- las demandas de autonomía individual y
cance de su 'legalidad'. Así también, el buen trato •
mundo del delito en la época de Rosas,
El Imperio de la Ley. Delito, Estado y Sociedad en la era Rosista. 99

la retribución. Por un lado, el cuerpo Es también el mensaje que tratan de


mutilado y muerto del delincuente debe imprimir los jueces de paz cuando po-
ser visto por los vecinos y los transeún- nen reos en el cepo, a la vista de vecinos
tes para que la efectividad de la ley se y transeúntes, o transportan prisioneros
haga evidente. Por otro lado, la violen- engrillados: para que sea efectivo el cas-
cia de la ley se concentra en al miembro tigo debe ser visible a los ojos del pue-
del delincuente que ha atentado contra blo. La visibilidad del castigo usada
la vida de otro ciudadano. (Este desertor como pedagogía para que el pueblo iden-
había asaltado una casa y matado a su tifique la necesaria relación entre delito
dueño, probablemente empuñando un y pena era, según Foucault, parte inte-
arma con el brazo derecho). El castigo grante del proyecto de los reformadores
de ambos delitos (deserción y homici- humanistas posteriores a la revolución
dio) se expresan con bastante claridad francesa (ideal que Foucault llama 'la
en el cuerpo colgado del delincuente. ciudad punitiva'). Curiosamente, el sis-
Este intento de imprimir el temor a la tema penal durante el período rosista
ley a un pueblo refractario a las normas presenta también este dispositivo.
por medio del castigo ejemplar parece Pero la justicia en la era rosista pre-
atravezar las distintas expresiones del senta características propias, a medio
poder. Es el mensaje que difunden las camino entre el antiguo modelo de es-
picas con las cabezas de los unitarios pectáculo y poder real y el moderno
paseadas por las calles de Buenos Aires. modelo de prisiones-fábricas e igualdad

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