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sociedad
R *stadceicnciasSocialcs
guir un proceso: deben interrogar a los Existen para ellos escenarios donde co-
reos, pedir documentos, llenar formula- tejar el texto de la ley con las prácticas
rios, remitir los reos con sus 'clasifica- sociales y obtener resultados a través de
ciones', levantar sumarios si fuesen so- un proceso jurídico.
licitados (son muy comunes en casos de
homicidio y en casos de deserción). Si Los delitos y las resistencias
no cumplen con estas formalidades, o si
olvidan alguna información, Rosas no Los arrestos y procesos judiciales re-
se cansa de recordarles. La prisión de flejan tanto la política criminal del esta-
Santos Lugares, un lugar oculto y temi- do como las ilegalidades que la socie-
do, sirve de escenario a nuevos interro- dad produce. El mundo del delito resul-
gatorios que complementan el proceso. ta así un cruce entre los intentos disci-
Allí los varios edecanes tratan de obte- plinarios 'desde arriba' y las múltiples y
ner mayor información del reo acerca variadas resistencias y tensiones que ca-
de los delitos que interesan más al esta- racterizan las relaciones sociales en un
do (la deserción, la resistencia a las le- determinado contexto histórico. Si la
yes y a las autoridades, el robo como compleja maquinaria de la justicia rosista
medio de vida, el desinterés por la causa privilegió la persecución de ciertos deli-
federal). Allí los 'peones de campo', la tos -la deserción, el robo de ganado, y
mayoría de los que llegan a esta prisión, los "indocumentados"- es porque en al-
tienen oportunidad de mejorar sus his- guna medida existían tensiones que,
torias a fin de congraciarse con la auto- `desde abajo', reproducían estas ilega-
ridad y aliviar sus 'destinos' o senten- lidades, a pesar de la labor pedagógica
cias. En estos interrogatorios se 'prue- del cepo, las ejecuciones, y las traumá-
ba' no tanto el delito cometido sino la ticas experiencias de los 'destinados'.
adhesión y servicios del paisano a la Una visión a vuelo de pájaro del mundo
causa federal. Mientras que los jueces del delito puede ayudarnos a compren-
de paz han prejuzgado al reo con frases der los conflictos de este período.
tales como "vago, malentretenido, y pe- a) Homicidios, heridas y violacio-
leador" (una evaluación de la poca con- nes. A pesar de los relatos dejados por
tribución del reo al orden y tranquilidad viajeros y estadistas, la campaña bonae-
de la campaña), los edecanes de Rosas rense no se muestra como un espacio
prestan atención a la razón militar y po- particularmente violento. Los -delitos de
lítica del estado rosista. Para algunos sangre" constituyen una proporción me-
pocos agraciados, tal vez individuos ur- nor de las ofensas -con amplitud le so-
banos o, en general, aquellos con capa- brepasan los arrestos por deserción, por
cidad económica y vinculaciones socia- transitar sin documentos, y por diversas
les como para hacer oir sus voces en los clases de robo. Es cierto que se suscitan
juzgados, la justicia opera sin el peso de numerosas peleas en las pulperías, que
estos dos imperativos disciplinarios. los paisanos son muy sensibles a los
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`insultos' y que la ingesta de alcohol siones contra los negros son tan comu-
contribuye a acelerar los desenlaces de nes como diversas: amos que maltratan
estas discusiones. Pero, la violencia de a sus esclavos, señoras que se creen con
algunas peleas no puede explicarse sim- derecho a golpear a los esclavos de otros,
plemente por la embriaguez, el insulto partidas para cazar a esclavos prófugos.
fácil o la costumbre de dirimir cuestio- Y en la ciudad continúa utilizándose la
nes mediante el cuchillo. Cárcel Pública para "corregir" a pedido
Antes de atribuir la violencia a la del amo a las morenas desobedientes.
`cultura gaucha' es necesario considerar No es sorprendente entonces que las pul-
el sustrato conflictivo (y el sistema de perías de la campaña registren pleitos y
derechos en discusión) de donde deri- muertes de morenos. Esta violencia tie-
van muchas de estas peleas. En primer ne los mismos orígenes que aquellas
lugar, sabemos que muchos de estos in- agresiones: la declinación misma de la
cidentes comienzan con referencias que esclavitud y la adquisición de derechos
son interpretadas como burlas o insul- políticos y económicos por parte de los
tos, palabras que hacen alusión al ori- negros. En este período, los esclavos
gen provincial, la raza o las simpatías que han prestado servicios militares re-
políticas de los contendientes. Algunos claman su libertad, compiten en los em-
morenos envueltos en peleas a cuchillo pleos rurales con los criollos y no admi-
con criollos confiesan haber sacado el ten más el trabajo impago o los antiguos
arma para impedir se 'hablara mal' de castigos. Muchos recurren a la justicia
los negros.6 Fuera de la pulpería las agre- para hacer valer testamentarias u otros
compromisos de manumisión, para re-
clamar la libertad de ganar salarios o
para poner fin a los abusos de sus amos.'
6. Un caso puede ilustrar el tipo de tensiones
raciales que se presentan en la campaña. En
Arrecifes en enero 1837 el esclavo Agustín Pereyra
es arrestado y remitido a Rosas por haber herido
con cuchillo a su empleador. Pereyra pertenece a 7. Es el caso de la Sra de Manuel Gaete, quien en.
una señora que lo había colocado con.un vecino del 1824 reclama la propiedad del esclavo José Igna-
partido para realizar tareas de campo. Al concluir cio. "Mi esclavo -dice- me ha negado su servidum-
el contrato, el esclavo quizo que se le pagara su bre"; sin esperar a pedir su libertad de su ama, "el
salario, y al negarse el patrón y a su vez querer se ha declarado libre". Su antiguo amo Francisco
azotarlo, sacó el cuchillo y lo enfrentó. El vecino Alzúa, padre de la Sra. de Gaete, había otorgado
naturalmente lo demandó por heridas, pero no una promesa de libertad al esclavo José Ignacio en
llevó las de ganar. El esclavo, ayudado por un compensación por sus servicios durante su enfer-
apoderado, argumentó en el sumario que tenía medad y vejez, dejándole al morir como heredero
pleno derecho a recibir sus salarios y también a la de sus bienes. Ahora, en posesión de una estancia,
legítima defensa ("de que gozan todos los hom- el moreno José Ignacio se niega a servir a la hija de
bres", reza el expediente). Rosas considera que el su amo, a pesar de haber estado entregando parte
tiempo de prisión ya sufrido es suficiente y ordena de sus jornales a ésta durante un tiempo. La
que el esclavo vuelva con su ama -es decir, a su Cámara de Apelaciones, finalmente falla en favor
situación de asalariado. Este caso ilustra la defen- de José Ignacio. Instancia promovida por D. Ma-
sa de un derecho ganado de antemano, el derecho nuel Gaete s/ derecho a un esclavo llamado Ignacio
a obtener su subsistencia vendiendo su fuerza de perteneciente a su Esposa, Fca Alzúa, AHPBA,
trabajo. Ene-16-1837, Sumario (Agustin Pereyra), Cámara Apelaciones, Civil Prov. Leg. 5, 5.1.5.7
AGN X 20-9-7. (1824).
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Hilario Corvalán de Chascomús, quien justicia. Son frecuentes los casos de rap-
en 1823 llevó al juzgado a su patrón tos de mujeres jóvenes, una forma de
don Ramón Martínez de Carmona, de- acelerar la resolución de romances difí-
mandando cobro de pesos y malos tra- ciles que deviene a veces en violaciones
tos cuando aquél fue a cobrarle. Los o maltratos.13 Denuncian casos de viola-
argumentos con que este capataz inter- ciones a viudas o a esposas de veteranos
peló a la justicia y al estanciero son en tiempos de campañas, casos de estu-
reveladores de un orgullo por el trabajo, pro contra niñas campesinas, así como
de una consciencia del salario como un situaciones de inducción materna a la
derecho adquirido, y de la ubicuidad del prostitución." En la frontera, la escasez
principio de igualdad ante la ley entre de mujeres jóvenes conduce a la prácti-
los trabajadores rurales, atributos que ca, corriente entre los soldados, de
-
nuestros historiadores se han empeñado distribuirse -chinas después de cada
en desconocer.' 2 asalto a las tolderías. También hay vio-
Las agresiones contra las mujeres, lencia en el trabajo, sobre todo en las
aunque no exclusivas de este período, relaciones entre patronas y sirvientas,
5
adquieren mayor visibilidad en esta épo- muchas de éstas esclavas o libertas.'
ca por la contestación que éstas hacen Pero tal vez lo más común en los pape-
del ideal patriarcal en el terreno de la les policiales y judiciales es que el espo-
so ebrio "estropee" a la esposa o que el
padre -corrija - a su hija usando todo
12. "Pido sea castigado según la ley, pues no me 14. En 1842 el cabo Rufino Alarcón de la invernada
considero seguro si queda impune su delito", dice de caballos de Quilmes entró_ en las casas de Luisa
en su presentación. El capataz considera, con Godoy y de Carlota Arce, ambas esposas de vete-
razón, que los apremios ilegales no corresponden ranos en campaña con el ejército de Vanguardia,
a las relaciones laborales entre ciudadanos libres. e intentó violarlas. Las mujeres (incluyendo una
Y, por otra parte, confía en la justicia. En el relato tercera esposa de veterano de visita en casa de
de un ►t estigo, el capataz habría dicho a su patrón: Arce) se defendieron y evitaron el desenlace. Ro-
"Usted es el que me insulta porque es Dn Ramon sas castigó esta contravención con un poco más de
Carmona, yo vengo a pedirle lo que es mi sudor y un mes de prisión. Alc del cuartel 5 al JP Manuel
mi trabajo, si no me quiere pagar no me pague, que G López, Quilmes, Jun 2, 1842, AGN X 21-4-6.
para eso hay Jueces que nos compongan, yo no
tengo ninguna arma para pelear aún mi cuchillo 15. Se conoce un caso, en San Nicolás, 1838, en que
vea Usted que está a los pies de los Caballos". Este el capataz de un horno de ladrillos (Juan L. Valdés)
juicio llegará hasta la Cámara de Apelaciones de mató a ladrillazos a su conchavada (Petrona
la provincia. Criminal c/ Ramon. Carmona por Espinoza) tratando de que aumente su productivi-
insultos a Hilario Corvalán pistola en mano, dad. JP de San Nicolas JA Fig-ueredo, San Nicolas,
AH PBA, Camara de Apelaciones, 7.2.99.16 (1823). Dic 1, 1838, AGN X 21-7-1.
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pa ñas militares sobre el precio de caba- aquéllos que roban para su subsistencia
llos y yeguas, la creciente organización (los que carnean una vaca para asarla o
del mercado de la carne restringen el para extraer su cuero y venderlo), aqué-
acceso de los paisanos pobres a estos llos que toman al robo como una em-
recursos (vacas y caballos), antes libres presa (los que roban caballos o bueyes
o públicos. El estado rosista, empeñad() con el objeto de formar una tropilla para
en hacer respetar la propiedad semo- venderla en otro distrito o para conver-
viente, trata de eliminar las contraven- tirse en troperos), y aquéllos que roban
ciones antes toleradas (el carnear un ani- para facilitar un escape (el caso de la
mal orejano para alimentarse, el apro- mayoría de los desertores que se ven
piar el ganado sin marca conocida, el obligados a apropiarse de caballos y ape-
tomar prestado un caballo de refresco) y ros del ejército). La distinción es impor-
de "documentar" la tenencia, transpor- tante porque involucra diferentes pers-
te, y comercio de ganado (se necesitan pectivas y posiciones del habitante po-
ahora papeles para probar la propiedad bre de la campaña: desafiar la autoridad,
de todo semoviente). Esto produce una y desertar de trabajos impagos y de ma-
verdadera criminalización de las costum- los tratos, tratar de "amasar un capitalito"
bres. y convertirse vecino conocido y respe-
La respuesta a esta política puede tado, o simplemente sobrevivir.
verse a través de los arrestados, sus ar- El robo de ganado revela un doble
gumentos y métodos. Aunque la mayor juego de fuerzas. Ante la política de
parte de las apropiaciones de ganado marcar a fuego la propiedad semoviente,
ajeno ocurren dentro de la propia comu- los paisanos aprenden a contraherrar con
nidad de vecinos (pequeños criadores se hierros o palos y a falsificar guías y
roban unos a otros), estas contravencio- papeles de marcas. Sus argumentos de
nes son convertidas en delitos sólo cuan- "necesidad" sirven para contrarrestar el
do se traspasa un umbral de tolerancia - lenguaje de la propiedad, ahora susten-
sólo el robo reiterado causa indignación tado por vecinos y autoridades en espa-
y convierte al vecino en "perjudicial -. 2° cios creados por la justicia. Pero sus
Por ello, son los peones, transeúntes o resistencias no son orientadas sólo con-
desconocidos los que constituyen la ma- tra la propiedad, sino que sirven para
yoría de los arrestados. Entre éstos, de- desafiar el poder del estado militar y, en
bemos distinguir al menos tres tipos: algunos casos, para facilitar o acortar el
camino hacia la propiedad. Los deserto-
res que roban caballos del ejército y
carnean en el camino vacas ajenas son
ejemplos del primer tipo mientras que
20. Véase por ej., el sumario c/Anselmo Venteos, s/ los soldados que venden al pulpero cue-
robo de ganado, Lobos, Dic 12 183(3, AGN X 21-1- ros robados de las propias 'invernadas'
7; o el sumario c/Gaspar Aranda por robo de
ovejas, Bue As, Mar 18 1837, AGN X '21-1-7. del estado son ejemplos del segundo tipo
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de estrategia. medio de pago, de disfraz y de símbolo
El robo de ropa es segundo en im- de progreso material -su apropiación di-
portancia. El mismo revela por una par- recta por medio de los paisanos no pue-
te el creciente materialismo y afán de de separarse de la ambivalencia que ge-
lucirse de los paisanos, cuanto la conti- nera un estado que privilegia la unifor-
nuidad de la vieja tradición de "impre- midad del vestido (chiripá, calzconcillos
sionar" por medio de regalos.22 Los la- y bota de potro son tan parte de la iden-
drones desvalijan ranchos haciendo agu- tidad federal como la divisa punzó) y
jeros en las paredes, "escalan" los te- una economía que produce diferencia-
chos de pulperías, asaltan a lavanderas ciones de riqueza y estilos.
en las calles, o se llevan baúles de ropa El robo de ropa es también un terri-
de estancieros y comerciantes. Varios torio de la mujer trabajadora urbana.
son los objetivos de estos robos. Vender Son numerosos los casos de sirvientas
los efectos y procurar el dinero necesa- domésticas libres que roban a sus patro-
rio para el pago de vicios, cuentas de nes en retribución por salarios impagos
juego, caballos o sexo. Regalar a sus o por abusos físicos o verbales.24 Las
mujeres, co m p ro v nc ia nos, y camaradas esclavas, ante la evidente escacez de tra-
de campañas ponchillos, vestidos, baye- bajadoras, requieren de sus amas pro-
tas, o pañuelos de seda. O cambiar el mesas de libertad, mayor cantidad de
uniforme por ropa de paisano para faci- ropa, o alguna forma de salario -el robo
litar el escape y la reinserción en la vida de ropa se constituye así en un momen-
de los pueblos.23 Los desertores escon- to de esta negociación laboral. Es que
den su vieja ropa en los pajonales, la en una sociedad en transición hacia el
dejan con parientes, amigos, o ex-patro- mercado libre de trabajo, el "servicio" a
nes, e inician su deambular por la cam- la "clase decente" disminuye en calidad
paña. La ropa sirve en la campaña de y aumenta en precio. La creciente inci-
dencia de este tipo de delitos evidencia
las tensiones creadas por la erosión de la
esclavitud dentro del ámbito doméstico
21. Sobre las ilegalidades de los soldados veáse urbano.
Ricardo D. Salvatore, "Reclutamiento militar, c) La deserción. Para Rosas no hay
disciplinamiento y proletarización en la era de
Rosas", Boletín del Instituto de Historia Argenti-
na y Americana 'Dr E. Ravignani, no.5 (1992), pp.
34-35.
delito más grave que la deserción, y rea- su tiempo de servicio o que su trabajo
liza todo lo posible para reprimirlo. A para el estado ha sido "privatizado" por
pesar de ello, las desertores continúan algún juez de paz o comandante militar,
siendo numerosos y desafiantes. 25 Las y finalmente aquellos a quienes se ha
amenazas de ser ejecutados no los ame- denegado un "permiso para trabajar". 27
drentan, algunos cometen deserción has- Esta última causa resulta reveladora:
ta siete veces. Los soldados desiertan cuando sienten escacez de dinero o vi-
sus cuerpos, roban sus uniformes, arma- cios, los soldados piden permiso para
mentos y cabalgaduras, y emprenden un irse por unos meses, conchavarse, ganar
itinerario por los pueblos en busca de dinero y volver. Esto habla de la voca-
"abrigo". Las dificultades de encontrar ción de "jornalero" de muchos solda-
buenos protectores -debido justamente dos, de su reclamo a "ganarse la vida"
al funcionamiento de un sistema policial libremente como un derecho adquirido.
que controla los documentos de baja y Esta es tal vez la mejor evidencia del
las papeletas de enrolamiento- los lle- rechazo del campesino al trabajo impa-
van a algunos a tratar de cambiar de go.
identidad. Se establecen en una finca, d) Transitar sin documentos. Algu-
estancia o casa, cambian su nombre y se nos autores han considerado el arresto
hacen "conocidos" del lugar relacio- por falta de papeleta de conchavo como
nandose con policías, vecinos, y otros una clara evidencia de la colusión entre
lugareños. Guardar el secreto es esen- el estado y los estancieros para hacer
cial. En algunos casos, si son exitosos, trabajar a los peones. 28 Esto supone que
pueden permanecer hasta cinco años sin los que son arrestados por carecer de
ser descubiertos.26 documentos (papeletas de enrola-mien-
Las causas de las deserciones son to y conchavo, pases, pasaportes y ba-
múltiples, pero la mayor parte puede jas) son -vagos y mal entretenidos". En
agruparse en cuatro categorías: aquellos realidad, lo contrario es cierto. Una gran
que se van de sus batallones por malos cantidad de trabajadores (arrieros, pica-
tratos de sus oficiales, aquellos que se dores de carretas, acarreadores de ove-
sienten -desnudos - (quienes no han re- jas, migrantes en búsqueda de trabajo)
cibido los uniformes prometidos), aque-
llos que consideran que han cumplido
son arrestados por los tenientes alcaldes convenidos o quienes, aún antes de fi-
en el momento mismo en que están tra- nalizar el aprendizaje, descubren que
bajando o buscando trabajo. No es una pueden obtener mejores salarios traba-
persecución al desocupado, sino un arres- jando en la campaña. 31 Aquellos maes-
to al ocupado o buscador de trabajo. Por tros que recurren a la justicia, resultan
lo común, se lo arresta porque no tiene decepcionados; una y otra vez, los jue-
documentos, porque no hay pruebas de ces favorecen la libertad de contratación
la identidad del transeúnte; ésto lo con- de los menores. Los propietarios de es-
vierte en sospechoso. Tal vez pueda clavos tienen también serias dificultades
-
safar" si no tiene contrato, pero difícil- para recuperar su propiedad: sus more-
mente evite el arresto si no puede pro- nos presentan promesas de libertad, di-
bar sus servicios a la causa federal -para cen que son libertos, se las ingenian para
el estado es más grave que rehuya el hacer dudar a los jueces de los derechos
servicio militar que su situación ocupa- del propietario. Es que la esclavitud ha
cional. Por ello, los paisanos transeúntes adquirido con el tiempo una naturaleza
contrarrestan las nuevas reglas y la nue- cuasi-contractual, los esclavos negocian
va supervisión de los caminos falsifi- su ida a la campaña o su ingreso al
cando pasaportes, cambiando de nom- trabajo asaladiado con sus amos. Los
bre, o inventando historias. 29 Son nota- peones, por el contrario, son buscados
bles la sagacidad y los recursos con que por sus patrones por incumplidores. Al-
los paisanos desafían al estado policial. gunos deben sumas importantes que se
e) Fugas de peones, menores y escla- les han adelantado en concepto de sala-
vos. Aunque menos frecuentemente, las rios; otros no han devuelto con su traba-
autoridades detienen menores y escla- jo los vicios y ropa adelantados. 32 Ni
vos que han escapado de sus respectivos peones ni patrones discuten la naturale-
señores. Casi sin excepción los menores za contractual de sus relaciones, sólo
y esclavos huyen de los malos tratos, difieren en los términos de los compro-
buscan en la campaña un ambiente para misos y las recompensas.
comenzar nuevas actividades o aventu- f) Otras ilegalidades y transgresio-
ras." En algunos casos se trata de apren-
dices de artesanos quienes escapan de
un maestro que no les paga los salarios 30. Es ilustrativo el caso del esclavo Félix Saavedra,
quien junto con su "amito", el menor Antonio
Flores, huyen del pueblo de Morón a la campaña
para evitar los malos tratos del padre de este
último y dueño del primero Miguel Flores. San
29. Uno de los delitos mayores es ser "desconoci- José de Arrecifes, Dic 20, 1836, (Sumario a Félix
do". Por ello algunos patrones colaboran con los Saavedra), AGN X 20-9-7.
cambios de identidad que favorecen el "avecina-
miento" de sus peones. Es el caso de Gregorio 31. Ver por ejemplo Sumario c/ Juan Aguilar,
Férnandez, cuyo patrón José Monteros trató de Lobos, 1832, AGN X-21-1-7.
hacerlo pasar por miembro de su familia. Gral
Edecán de SE a JP Quilmes, Santos Lugares, Mar 32. Ver"Cuenta del peón Macedonio Britos", Loma
25, 1842, AGN X 21-4-6. Verde, Jun 5 1844, AHPBA, JP Azul 39-1-2.
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algunos alcaldes y tenientes que no cui- sino también en algunos casos blanquear
dan de llenar sus deberes en esta parte su pasado delictivo. En general, son pe-
del servicio, sin embargo de las repeti- queños productores, criadores o chaca-
das ordenes y decretos que tanto lo re- reros cuyo mayor capital consiste en co-
comiendan" -una advertencia que los nexiones locales que posibilitan a los
agentes del orden debían tomar seria- "abrigados" vivir y trabajar en paz. 37
mente." Estos sumarios contribuían a la Cuando los desertores buscan empleo
pedagogía de la ley: en ellos se recorda- en saladeros o estancias grandes, en-
ba al supuesto "abrigador" su obliga- frentan la posibilidad de ser denuncia-
ción de averiguar la procedencia del dos al juzgado. Para evitarlo, inventan
peón, requerir los documentos corres- historias acerca de bajas, licencias o in-
pondientes y, en caso de sospecha o dultos en el ejército o cambian de iden-
falta de documentación, presentarlo al tidad. 38
juzgado. De comprobarse el "abrigo", En segundo lugar, la política crimi-
las autoridades debían remitir presos a nal/reclutadora ros is ta no podía permi-
los encubridores, protectores o cómpli- tirse el lujo de hacer excepciones que
ces. 36 minaran la legitimidad de la norma le-
Los sumarios a "abrigadores" mues- gal. Aún en sus propias estancias o en
tran la conspicua ausencia de la figura las de sus parientes y amigos, Rosas
gran estanciero con poder para ofrecer demandaba que se aplicara la ley a
empleo a numerosos criminales y deser- rajatabla. Las relaciones nepóticas y las
tores. Los "abrigadores" son más bien amistades, aun cuando muy influyentes
padres, madres, tíos o hermanos de los en la vida en sociedad, en los negocios,
desertores -personas que no sólo pue- y en la política de la época, no podían
den ayudar al desertor a conchavarse, usarse para obtener "favores" que viola-
39
ran sistemáticamente la ley. Tradicio- res servicios a la causa federal, Felipe
nalmente, los historiadores de este pe- Escurra se negó a esta requisitoria, di-
ríodo han sobre-estimado el poder terri- ciendo que el ya había reprendido a su
torial del hacendado, creando la falsa ayudante, y que el juez de paz no tenía
imagen que la justicia hacía oídos sor- autoridad para "atropellar" su casa, ex-
dos a lo que ocurría dentro de la estan- traer sus peones y molestar a sus capata-
cia o que las partidas y los jueces de paz ces. El juez de paz tomó por la fuerza la
no osarían entrar en el dominio del es- vivienda, arrestó a Escurra, y lo sometió
tanciero a reclamar un desertor o un al interrogatorio de costumbre. Entre
prófugo de la justicia. Este ideal de pro- otras cosas, le preguntó en un tono
pietario feudal a salvo de la intromisión didáctico y retórico, -Si no sabe que
de las autoridades locales, está lejos de todo ciudadano respeta y tiene que res-
la verdad. petar las Leyes vigentes y Autoridades
Veamos un ejemplo que contradice legítimamente constituídas"; Escuna sólo
las ideas heredadas acerca de la justicia pudo responder que sí. Le preguntó a
en este período. Un sobrino de Rosas, renglón seguido si al resistirse a la or-
Felipe Escurra, entró en problemas con den de entregar al peón Rodriguez no
el juez de paz de Chivilcoy, Lázaro estaba desafiando directamente a la ley;
Molina por proteger un supuesto delin- Escurra nuevamente tuvo que darle la
cuente. Molina, tratando de esclarecer razón.
el caso de un rapto de una "joven de Enviado a prisión y embargados sus
familia" había pedido a Escurra le remi- bienes, Felipe Escurra envió una peti-
tiese a su ayudante Carmen Ramírez para ción de clemencia al gobernador, su tío,
una indagatoria." Tal vez alentado por por intermedio de su hija pequeña. Al
sus relaciones familiares y sus anterio- mismo tiempo intercedieron por él su
madre (quien escribió a Manuelita
pidiento el favor de Rosas) y su esposa
(quien se apeló directamente a la bon-
39. Preso en Santos Lugares en 1841, el miliciano dad del dictador), sin demasiados resul-
desertor del tercer regimiento Fortunato Peralta tados. Rosas hizo lugar al desembargo
declaró que había estado seis meses conchavado
por el capataz Juan Décima para trabajar en de sus bienes, pero no dispuso la liber-
Camarón Chico, una de las estancias de Don
Nicolás Anchorena, amigo personal y aliado polí-
tad de Felipe hasta seis meses más tarde,
tico indiscutible de Rosas. Ante esta violación de la cuando la salud del preso había deterio-
ley, Rosas ordenó la instrucción del correspon-
diente sumario. El caso volvió al juzgado de paz de
Pila, donde se tomó declaraciones al capataz Juan
Décima. Este dijo que jamás había conocido al
citado miliciano. Tal vez, Peralta mintió para
implicar a otros, o quizá Décima quiso salvar su
propia cabeza denegando el hecho. Lo importante
es que la amistad entre Rosas y Anchorena no se 40. Oficio de Justicia sobre la Desobediencia, Re-
usó como argumento en este proceso. Gral Edecán sistencia y Falta de respeto del Ciudadano D
a JP Pila D Manuel Morillo, Stos Lugares, Jul 31, Felipe Ma de Escurra..., Chivilcoy, Abr 10, 1848,
1841. AGN X 21-3-7. AGN X 21-1-1.
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rado de forma alarmante. Esta actitud tares y vecinos que de las irrupciones
de Rosas sirvió para reafirmar las creen- violentas y las amenazas. Casos como el
cias del juez de paz en el 'imperio de la del patrón Pedro A Cardozo, quien sa-
ley': -Sr. -escribió a Terrero- el vulgo biendo que el ejército estaba reclutando,
que con sus dichos había sido escandali- llevó a sus dos peones a que presentaran
zado, hoy está convencido de que el su papeleta de enrolamiento al juzgado
Excmo. Sr. Gobernador, su tío, en el de Monte (1834), o como el del Coronel
mero hecho de tenerle detenido, como Juan José Arana, quien envió todos los
hasta ahora lo tiene, corrigió y corrige el peones de su estancia "La Armonía" a
mal donde y en quien quiera que sea el presentarse a Rosas para el servicio en
perpetrador". preparación de la batalla de Caseros
En tiempos de guerra, cuando la usual (1851) dan cuenta de este tipo de cola-
subordinación de las autoridades milita- boración.42 De manera similar, los veci-
res a las civiles se inviertía, los -comi- nos cooperaban con el juez de paz de-
sionados- militares enviados por Rosas nunciando a sospechosos y presuntos
para aprehender desertores causaban fre- malhechores, arrestando 'in fraganti' a
cuentes resquemores entre los estancie- los delincuentes, y luego testificando en
ros. En 1836 se quejaba el juez de paz los sumarios. Por lo general, era el juez
de Monsalvo que estos comisionados y sus tenientes alcaldes quienes reco-
"no respetan capataces, ni peones aún rrían los campos y caminos en busca de
cuando tengan papeletas de contrata au- desertores, ladrones, y asesinos. Pero,
torizada por el Juez de Paz y Comisario una vez arrestado, eran los testimonios
del Partido, o papeleta de enrolamiento de los vecinos los que reafirmaban el
en la La queja del juez de paz `carácter criminal' del preso. En estos
remarca la violación de estos cazadores testimonios la "pública voz y fama" acer-
de desertores de ciertos preceptos lega- ca del reo tomaba precedencia sobre su
les (los capataces y peones con contrata responsabilidad en un hecho delictivo.
y papeleta no deberían ser molestados) Los vecinos, al calificar al reo como un
pero, a la vez, pone en evidencia el limi- personaje "vago", "perjudicial -, "saltea-
tado poder territorial de los estancieros, dor", "peleador", o simplemente -des-
cuyas estancias eran penetradas cons- conocido- separaban al inculpado de su
tantemente por estos agentes. propia comunidad, a la que concebían
La fuerza de la ley, sin embargo, como honesta, pacífica y obediente de
dependía en mayor medida de la coope-
ración de estancieros, autoridades mili-
toridades, malos tratos, y otras injusti- no puede ser comprendido sólo como
cias, demandas que daban por supuesto un ejercicio de violencia sobre una 'cul-
el principio de igualdad ante la ley. Un tura marginal' victimizada. Construído
producto de la prédica rosista sin duda, en la confluencia entre la política crimi-
pero también una continuación del nal de un orden propietario y las de-
ideario de Mayo, este principio dió fun- mandas de peones, ex-esclavos, muje-
damento a la 'restauración y al estado res campesinas y pequeños propietarios,
rosista. esta colección de ilegalidades y contra-
El orden propietario, guerrero y venciones mostró sus dos facetas: la re-
documentado instaurado por el dictador sistencia y la legitimidad, la defensa del
no puede entenderse sin recurso al con- orden y la propiedad junto al derecho al
junto de complicidades, cooperaciones trabajo pago y a la subsistencia, la
y valores compartidos que permitieron ubicuidad del castigo corporal frente a
su funcionamiento y delimitaron el al- las demandas de autonomía individual y
cance de su 'legalidad'. Así también, el buen trato •
mundo del delito en la época de Rosas,
El Imperio de la Ley. Delito, Estado y Sociedad en la era Rosista. 99