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ESTRUCTURA ÓPTICA DEL OJO

Importancia de los sentidos

EL HOMBRE, al igual que la mayoría de los animales, cuenta con el


sentido de la vista. Otros sentidos son el olfato, el oído, el gusto,
el tacto y el equilibrio. Todos ellos son necesarios para poder
llevar a cabo una vida plena y productiva; sin embargo, la
ausencia o el mal funcionamiento de alguno tiene muy distintas
repercusiones en el individuo. En otras palabras, es muy
diferente la valoración de uno u otro de los sentidos. Es difícil
imaginar la vida de un individuo que no se ubica en el espacio,
que no tiene capacidad de saber en qué posición están sus
brazos y sus piernas, que percibe el mundo que lo rodea en
constante movimiento y que no puede mantenerse en ninguna
posición. Quienquiera que haya tenido un vértigo prolongado
puede atestiguar la sensación de desamparo e impotencia totales
ante esta situación. Muy distinta trascendencia tiene, por
ejemplo, la anosmia o ausencia de olfato, ya que quien la padece
vive en un mundo sin olores y si bien esta situación es muy
molesta, no es tan incapacitante como la pérdida de equilibrio.

La falta de equilibrio, olfato, gusto o tacto son raras, por lo que


no se piensa mucho en ellas. No es el caso de los trastornos de
refracción, los cuales son sumamente frecuentes. Se presentan a
cualquier edad y abarcan una gran variedad de alteraciones que
van desde una visión levemente defectuosa hasta una
francamente deficiente. Esta última es incapacitante y en caso
de presentarse produce una carga emocional importante. Como
si esto no fuera suficiente, la presbicia o vista cansada (visión
cercana defectuosa del adulto) es una condición irrenunciable,
que todo adulto sufre después de la cuarta década de la vida.
Lectura, escritura, trabajo fino de todo tipo se ven seriamente
entorpecidos por esta situación que, hasta la fecha, la
humanidad entera ha tenido que soportar por no poder evitarla.
Para el adulto y el anciano, renunciar a los lentes es renunciar al
mundo visual inmediato. Si a lo anterior agregamos que el
promedio de vida ha aumentado sustancialmente, por lo cual
más personas tienen la posibilidad de ser adultos y ancianos y
que la vida moderna requiere cada vez más de una adecuada
visión cercana, no es difícil concluir que la presbicia es un
problema universal.

Todo lo anterior ha hecho que, de los órganos de los sentidos,


sea la visión la que haya recibido mayor atención por parte de
los médicos. En las ciencias, si se pretenden corregir los errores
es imprescindible conocer a fondo el sustrato, es decir, las
condiciones y mecanismos por los cuales dichos errores se
presentan. Por lo tanto, es necesario conocer qué es y cómo
funciona el sistema visual para poder pretender corregir o evitar
sus alteraciones, defectos o limitaciones.

Los primeros estudios sobre los ojos y su relación con el cerebro


se remontan a los trabajos de Alcméon de Crotona en el
siglo VI a. C. Probablemente, Herófilo de Alejandría (300 a. C.)
fue quien describió por primera vez la retina. A partir del
Renacimiento surgen los grandes anatomistas y con ello el
conocimiento del sistema visual se profundiza. Con la aparición
de los microscopios en el Barroco, la estructura del sistema
visual en general y del ojo en particular va cediendo
paulatinamente sus secretos. En cuanto al funcionamiento óptico
del ojo, no podemos dejar de mencionar el famoso Handbuch der
Physiologischen Optik del berlinés Hermann von Helmholtz
(1821-1894) y los trabajos del sueco Allvar Gullstrand (1862-
1930).

Semejanzas entre el ojo y la cámara fotográfica

La visión, o sentido de la vista, es una función sumamente


compleja, en la que intervienen numerosas estructuras. Para las
personas en general, ojos y visión son sinónimos. Este concepto
es erróneo, ya que los ojos son sólo parte de un amplio sistema
que se extiende a la porción más posterior del cerebro.

Si analizamos las obras de divulgación científica vemos que


tradicionalmente el ojo se ha comparado a una cámara
fotográfica. La comparación es afortunada ya que ambas
estructuras tienen amplias semejanzas.

Figura 1. Semejanzas entre el ojo y la cámara fotográfica.

Detengámonos momentáneamente en la figura 1 y comparemos


los componentes ópticos del ojo y de la cámara fotográfica.
Indudablemente, lo primero que llama la atención es que forma
y tamaño son distintos. Ello no debe extrañarnos, ya que existe
una gran variedad de cámaras y, si bien estamos acostumbrados
a los formatos de uso familiar, las hay de todos tipos y tamaños,
según sus aplicaciones y campos de utilización.

La lente de la cámara y la córnea del ojo cumplen objetivos


semejantes. Ambas son lentes positivas cuya función es la de
hacer que los rayos de luz que inciden en ellas enfoquen en un
solo punto, película fotográfica o retina respectivamente. Para
que córnea y lente trabajen en forma óptima deben ser
perfectamente transparentes y tener las curvaturas adecuadas.
De no ser así, la imagen proporcionada será defectuosa o no
enfocará en el sitio debido.

Detras de la lente fotográfica se halla el diafragma, que no es


otra cosa que un dispositivo que regula la cantidad de luz. Es
sabido que las películas fotográficas tienen distintas
sensibilidades (ASA) a la luz. Esta sensibilidad es función directa
del tipo de emulsión con la que están fabricadas, por lo cual las
que son poco sensibles (números de ASA bajos) requieren
tiempos de exposición prolongados y gran cantidad de luz,
mientras que las altamente sensibles (números de ASA
elevados) requieren poca luz y tiempos de exposición breves. Si
el obturador regula el tiempo de exposición, el diafragma
controla la cantidad de luz que debe llegar a la película. Existen
incluso películas fotográficas sensibles a radiaciones no visibles
por el ojo humano, como los rayos X o las radiaciones
infrarrojas. A diferencia de la película fotográfica, la retina
cuenta con una sensibilidad luminosa muy reducida (limitada
sólo al espectro visible). En el ojo, el iris, estructura muscular
perforada en su centro (pupila), es el responsable del control de
la luz. Así, a poca luz, el iris se dilata creando una pupila muy
grande, mientras que si la luz es intensa el iris se contrae
cerrando al máximo la pupila.
Figura 2. Acomodación.

Acomodación

Un proceso de suma importancia desde el punto de vista óptico


es la capacidad de enfoque o acomodación. Pasemos brevemente
a la figura 2 para entender este proceso. Al diseñar una cámara
fotográfica el poder y la posición de la lente deben calcularse de
tal suerte que los rayos paralelos de luz que la incidan enfoquen
exactamente sobre la película fotográfica. En tal caso decimos
entonces que el sistema está en foco. Sin embargo, si la fuente
de luz se acerca a la cámara, los rayos de luz ya no son paralelos
sino divergentes, por lo que la lente, cuyo poder es fijo, ya no
puede traerlos en foco a la misma distancia sino detrás de la
película fotográfica, tanto más lejos de ella cuanto más cerca
esté el objeto por fotografiar. El sistema está entonces fuera de
foco. En este caso, basta con alejar la lente de la película
fotográfica la distancia necesaria para que el foco caiga
nuevamente sobre la película. El sistema está nuevamente en
foco. En las cámaras fotográficas esto se logra mediante un
fuelle, un sistema de cremallera o un sistema de tornillo que
permiten alejar la lente de la película. Con estos sistemas la
cámara fotográfica cuenta con la posibilidad de enfocar la
imagen.

En el ojo, el proceso de enfoque existe aunque el mecanismo es


distinto. Inmediatamente detrás del iris se encuentra una
estructura en forma de lente biconvexa (lupa) llamada cristalino.
Este cristalino es, al igual que la córnea, perfectamente
transparente pero, a diferencia de ella, es sumamente elástico
en condiciones normales. En toda su periferia el cristalino está
sujeto al ojo por unas fibrillas conectadas a un músculo circular
(músculo ciliar). Cuando el cristalino está en reposo el sistema
óptico del ojo que corresponde a la suma óptica de los poderes
de la córnea y del cristalino hace que el ojo esté enfocado al
infinito, es decir, a la visión lejana. Cuando el objeto se acerca,
los rayos luminosos que llegan al ojo ya no son paralelos sino
que paulatinamente se hacen cada vez más divergentes, por lo
que el ojo tiene que modificar su fuerza en el músculo ciliar para
poder enfocarlos en la retina. Como ya se mencionó, en la
cámara esto se obtiene alejando la lente de la película
fotográfica. En el ojo, el mismo resultado se obtiene modificando
las curvaturas del cristalino, es decir, haciéndolo más y más
convexo conforme el objeto observado se acerca. Para ello el
músculo ciliar se contrae relajando la tensión a la que está
sometido el cristalino, y éste se abomba aumentando por
consiguiente su poder óptico. A este fenómeno se le conoce
como acomodación y es el que nos permite poder ver con nitidez
los objetos cercanos.

Fijación de la imagen

Volvamos nuevamente a la figura 1. En la cámara fotográfica la


imagen del objeto llega a la película y se imprime en ella, es
decir, ocasiona cambios físicos y químicos en la emulsión, que
serán tratados ulteriormente en el laboratorio para dejar fija en
el celuloide de la diapositiva o en el papel la imagen fotografiada.
En el ojo, el equivalente de la película es la retina. La retina
recibe entonces la imagen en foco gracias a las propiedades
ópticas de la córnea y del cristalino, con la intensidad luminosa
óptima determinada por el iris. Esta imagen se "fija" en la retina,
ocasionando cambios físicos y químicos. La gran diferencia es
que esta imagen es transformada por la retina en impulsos
químicos y eléctricos que viajarán posteriormente hasta los
centros visuales del cerebro para hacer que la imagen sea "vista"
por el individuo. De esto nos ocuparemos más adelante.

El interior del ojo

Finalmente debemos agregar algunas palabras sobre la caja de


la cámara fotográfica o el ojo en sí. Al colocar el rollo fotográfico
dentro de la cámara hemos visto que la caja de ésta es negra
por dentro. Ello tiene como finalidad evitar que la luz que entra a
ella produzca reflejos e imágenes parásitas que se imprimirían
también sobre la película. El ojo, al igual que la cámara, es negro
por dentro. Existe sin embargo una gran diferencia. El interior de
la cámara está lleno de aire mientras que el interior del ojo
contiene en su mayor parte un gel transparente (humor vítreo)
que ocupa todo el espacio comprendido entre el cristalino y la
retina, y un líquido igualmente transparente (humor acuoso) que
llena la pequeña cavidad comprendida entre el cristalino y la
córnea.

En resumen, vemos que cámara fotográfica y ojo son similares


ya que ambos cuentan con un sistema óptico potente que
permite hacer converger los rayos de luz (lente vs. córnea y
cristalino); un sistema de enfoque (fuelle o
similar vs. acomodación por el cristalino); un sistema regulador
de la cantidad de luz (diafragma/obturador vs. iris) y un sistema
de registro de la imagen (película vs. retina).

Más adelante veremos que si el fotógrafo tiene problemas para


obtener fotografías de buena calidad, el ojo tiene igualmente
problemas para proporcionar imágenes de buena calidad sobre la
retina. Estos problemas se conocen con el nombre genérico de
trastornos de refracción o ametropías.

VÍAS Y CENTROS VISUALES

En el inciso anterior comparamos al ojo con una cámara


fotográfica, lo que nos permitió obtener una idea clara de cómo
funciona un ojo desde el punto de vista óptico. Claro está que
esta descripción es sumamente simplista, ya que, como podrá
imaginar el lector, las cosas no son tan sencillas como parecen.
A pesar de ello y siendo nuestro objetivo la divulgación,
consideramos que lo expuesto cumple perfectamente su
objetivo.

Semejanzas entre el sistema visual y un sistema de vídeo

Siguiendo con las comparaciones, veamos ahora ya no la cámara


fotográfica y el ojo, sino el sistema visual completo. El hombre
no ve con los ojos sino a través de los ojos. El ojo es
simplemente la primera etapa de un sistema sumamente
complejo. La visión es una función del sistema nervioso central,
es decir es una función cerebral. Para explicar este punto
recurriremos a una nueva comparación.

Imaginemos ahora que en lugar de contar con una cámara


fotográfica, tenemos una cámara de vídeo. El vídeo, como el
cine, registra el movimiento, por lo que se parece más al ojo ya
que éste además de registrar forma, tamaño y color, registra el
movimiento. Con nuestra cámara de vídeo registramos una
escena familiar cualquiera, por ejemplo, la fiesta de cumpleaños
de uno de nuestros hijos. Si no cometimos errores al filmar y la
cámara de vídeo funciona adecuadamente, tendremos
registradas en la cinta las imágenes de la fiesta. Hasta aquí los
hechos son semejantes a lo expuesto para la cámara fotográfica.
Sin embargo, para tener acceso a la información, es decir, para
ver el vídeo, necesitamos de otro equipo. Analicemos ahora la
figura 3. Para ver el vídeo es necesario llevar la información
registrada en la cinta a una videocassetera en donde se procesa
la información y se envía a un monitor (aparato de televisión)
que traduce esta información en imagen. Sólo contando con el
equipo completo podremos ver las imágenes de la fiesta.
El sistema visual es en todo semejante al anterior. El ojo
corresponde a la cámara de vídeo.

Figura 3. Semejanzas entre el sistema visual y un sistema de vídeo.

Los nervios ópticos transportan, en forma codificada, toda la


información registrada en la retina a los centros analizadores del
sistema nervioso en el cerebro para que el sujeto pueda ver lo
que registran sus ojos. De esta forma, los centros nerviosos
corresponden a la videocassetera y al monitor. El sistema visual
cuenta además con otras conexiones dentro del mismo sistema
nervioso que amplían enormemente sus potencialidades,
permitiendo al individuo interpretar la información recibida,
conectando ésta con la información de otros sistemas
sensoriales, con la memoria, etcétera.

Las vías visuales son entonces los nervios que parten del ojo
llevando la información visual a los centros cerebrales, y los
centros visuales son aquéllos localizados en la corteza occipital
del cerebro y son los encargados de decodificar la información y
traducirla en una percepción visual que el individuo pueda
interpretar.

En resumen, podemos decir que la visión es una función


compleja en la que intervienen los órganos receptores de las
imágenes (los ojos), un sistema que transporta la información
(las vías visuales o nervios ópticos) y un centro de análisis de la
información en el cerebro. Este sistema no está aislado sino que
cuenta con múltiples conexiones con otros centros del sistema
nervioso, permitiendo así que la visión forme parte activa e
importante de la actividad cerebral del hombre.

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