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ASIGNATURA

DESARROLLO SOCIAL Y CONTEMPORANEO

NRC: 4343

NOMBRE DEL TEMA

Actividad # 10 – ALTERNATIVAS AL DESARROLLO Y MOVIMIENTOS SOCIALES


LATINOAMERICANOS

PRESENTADO POR:

FRANCY LORENA CASTELLANOS GONZALEZ ID: 000675551

PRESENTADO A:

MARÍA AUXILIADORA MOLINA ACUÑA

CUCUTA - NORTE DE SANTANDER

7 DE NOVIEMBRE DE 2019
PREGUNTAS DINAMIZADORAS

1. ¿Por qué surge el movimiento social o colectivo?

RESPUESTA:

Los movimientos sociales surgen como respuesta a oportunidades para la acción colectiva que el
medio ofrece, pero es necesario apuntar también que su desarrollo se ve firmemente determinado
por sus propias acciones. Unas acciones que según estudiosos (Tilly, 1978) se escriben y se
transmiten culturalmente.

En base a ello existe una escuela que analiza los movimientos sociales a partir de la forma en que
estos intervienen. Para esta escuela la acción colectiva forma parte de la cultura pública de una
sociedad donde cada grupo tiene una historia- y una memoria – propia de la acción colectiva, es
decir, como una especie de abanico de formas familiares de acción conocidas tanto los activistas
como por sus oponentes. Estas formas de acción, que son productos culturales que evolucionan
lentamente, se han calificado como el “repertorio de confrontación”.

En el pasado la mayor parte de a formas de acción colectiva estaba vinculada a grupos y a


determinadas situaciones conflictivas, pero con la creciente difusión de la información se produjo
un cambio radical: se empezaron a difundir y a extender determinadas rutinas de acción colectiva y
estas de empezaron a aplicar a gran variedad de situaciones, aportando convenciones que ayudaron
a los movimientos sociales a aglutinar grupos grandes y dispares.

2. ¿Qué interés o luchas defienden?

RESPUESTA:

Según Matí Puig, los movimientos sociales son expresiones que se consolidan con el principal
objetivo de generar acciones de cambio frente a un tema específico. Quienes hacen parte de éstos,
comparten un objetivo en común: buscan alcanzar por medio de acciones no convencionales que
poseen continuidad y un alto nivel de integración simbólica. Así mismo, estos movimientos buscan
conseguir aliados influyentes que faciliten la posibilidad de acceder a los niveles gubernamentales y
alcanzar sus objetivos.

En América Latina desde finales del siglo XIX estos movimientos han tomado fuerza, dado el
descontento político, económico y social que ha caracterizado la región. Hoy por hoy, dichos
movimientos toman más fuerza y legitimidad por los gobiernos democráticos que permiten su
existencia como también por sus integrantes provenientes de distintos sectores que agregan
legitimidad y poder.

3. ¿Cuáles son sus principales desafíos?

RESPUESTA:
Los desafíos o retos de movimientos sociales se pueden agrupar en 4 ideas:

 El reto de la democracia, de repartir el poder: En las primeras etapas de la sociedad


industrial se consolida una estructura social de nítidas diferencias entre clases sociales muy
homogéneas y enfrentadas. La desigualdad en el acceso a los recursos y la explotación
económica permiten con relativa facilidad establecer repertorios de confrontación que se
proyectan en marcos de acción colectiva. Las clases subalternas, especialmente la clase
obrera, generan movimientos sociales (la clase para sí) y organizaciones de vanguardia con
vocación de dirigir el movimiento a la toma del poder político. Los partidos políticos de
vanguardia representa a grosso modo un itinerario de la institucionalización de los
movimientos en la etapa de modernización. En la medida que los cuadros dirigentes del
movimiento se transformaban en cuadros dirigentes del poder, sus posiciones sociales eran
transformadas, ocurriendo lo mismo, inevitablemente, con sus psicologías individuales
(Wallerstein, 2005: 277). Así la orientación hacia el poder hace de los dirigentes
profesionales especializados que inhabilitan a los demás en la toma de decisiones.

 El reto de redistribuir la economía y el trabajo: La dimensión económica se sitúa en el


desafío de la superación de la explotación económica (del hombre por el hombre). Los
efectos deshumanizadores (la alienación) provocados por la división social del trabajo en un
marco de desigualdad y el cuestionamiento sobre el procedimiento de la obtención y
distribución de la plusvalía en el proceso de producción, no dejan de obtener una
significativa centralidad en la agenda de los movimientos sociales. La contradicción capital-
trabajo, indudablemente sigue siendo, quizá, la más importante de las dimensiones en cuanto
a los efectos que provoca el modelo neoliberal. Una expresión de la creciente contradicción,
en palabras de José Luis Coraggio (1999), es «la incapacidad del modelo económico
imperante para asignar recursos de uso social en magnitudes suficientes y a la vez sostener
el proceso de acumulación capitalista.» Especialmente paradigmático representa la
aplicación de la receta neoliberal en los países en vías de desarrollo, donde su despliegue ha
mostrado su carácter marcadamente ideológico, basado en un individualismo antropológico
carente de cualquier eficacia productiva. «El Neoliberalismo no sólo es una ideología del
egoísmo privado, es también una práctica arcaica de las relaciones de producción puesto que
no ve (y no puede reconocer) que hoy el valor es sólo un producto de la sociedad entera
puesta a trabajar» (Negri; Cocco, 2006: 69).

Obviando determinismos economicistas, parece que la construcción de un nuevo paradigma,


como el que se esfuerzan en construir esa conjunción de múltiples subjetividades
representadas por los nuevos movimientos sociales, precisa de una paulatina ocupación del
espacio de la esfera económica como para forzar unas nuevas relaciones económicas que
sean capaces de cohabitar con el capital y, sobre todo, que sean capaces de ir sustituyéndolo.
La consecución de un nuevo paradigma, al igual que ocurrió con la construcción del
paradigma del capital (el cual cohabitó con el feudalismo durante prácticamente todo el
segundo milenio) implica, en primer lugar, que las transformaciones necesarias precisan de
la construcción de una base productiva alternativa capaz de ir implantando otras relaciones
económicas y laborales, que en el contexto de la globalización tendría que orientarse a
obtener una cierta autonomía económica de los ámbitos locales respecto de las dinámicas
globales, y tendría que establecer nuevos equilibrios entre las diversas economías. En
segundo lugar, se precisa de una desmercantilización del ámbito productivo, «solamente a
través de la vinculación entre la gestión democrática de la apropiación social y el
‘adelgazamiento’ del mercado, la ley del valor y del asalariado es como será posible una
verdadera transformación de la economía, y no apenas una nueva administración avanzada
implementada por un capitalismo renovado»( Chesnais; Serfate; Udry, 2005: 286).

En este sentido, considerando la existencia de una economía de la diversidad (Economía


Pública, Economía de Mercado, Economía Popular y Economía Social), el desequilibrio
vendría establecido por la dominancia de la Economía de Mercado cada vez más
frecuentemente promovida y apoyada desde la Economía Pública, por ejemplo, a través de
las privatizaciones. El reto de los movimientos sociales se encuentra precisamente en
trabajar por el desarrollo de la Economía Popular y de la Economía Social, de tal modo que
la estrategia debe encaminarse a que la Economía Pública se reoriente a promocionar e
imbricarse con la Economía Popular, dignificándola, y a la Economía Social y Solidaria. En
el caso de la Economía Popular, gracias a la cual sobrevive la mayoría de la población en los
países del Sur, el desafío se encuentra en articular y movilizar la producción, dicho de otro
modo, organizar y repolitizar a la economía informal motivando una reapropiación del
proceso productivo por parte de la propiedad social (Chesnais; Serfati; Udry, 2005) que
permita un nuevo modelo de desarrollo que se fundamente en una producción socialmente
útil y responsable ambientalmente.

 El reto de hacer respetar la naturaleza


La dimensión ambiental se sitúa en el desequilibrio derivado de la distancia sujeto-objeto, de
la contradicción hombre-naturaleza. Aparece la necesidad de resolver el desajuste producido
sobre la gestión de los recursos renovables sobre la base de dos principios básicos del
desarrollo sostenible: por una parte, que el nivel de explotación de los recursos no exceda la
capacidad del nivel de regeneración natural de los ecosistemas (rendimiento sostenido). De
otro lado, que los niveles de emisión de residuos no excedan o sean equivalentes a las
capacidades de asimilación natural por parte de los ecosistemas receptores de dichos
residuos. Las capacidades de regeneración o reposición, y de asimilación o absorción, deben
considerarse capital natural, y el fracaso en el mantenimiento de dichas capacidades debe
considerarse consumo de capital natural y, por tanto, no sostenible (Daly, 1989). Desde esta
perspectiva se fija la vinculación de los sujetos y de las organizaciones sociales al territorio,
a la vez que se desarrolla una conciencia sobre los efectos del modelo económico
productivista.

Así la percepción y convicción frente a las situaciones que se viven y que se evidencian
como insostenibles para intereses propios o ajenos, y que son provocadas por agentes
externos poderosos (poderes, instituciones, élites políticas y económicas) es lo que está
motivando una acción colectiva que persigue objetivos de transformación de esas
situaciones. Esta perspectiva se ve reforzada en un marco de «sociedad del riesgo» donde la
inteligencia ha puesto de relieve la amenaza que el proyecto productivista y despilfarrador
del Neoliberalismo global supone para la humanidad (cambio climático, inseguridad
alimentaria, pobreza, crisis energética, enfermedades globales, agujero de ozono, lluvias
ácidas, inseguridad nuclear, etc.) haciendo de los diversos intereses particulares una
comunidad de interés en la defensa de la propia humanidad y del planeta.

Los nuevos movimientos sociales conectan directamente con la idea de democracia


ambiental (Pleff, 1994) y su consecución es un desafío central para la acción colectiva. La
implicación de los ciudadanos en la resolución de la crisis ambiental es crucial en la medida
que la descentralización de los procesos, la comunicación entre los agentes sociales y la
participación de los ciudadanos llevan a un devenir consciente sobre las responsabilidades
de cada cual. El comercio justo y el consumo responsable, por ejemplo, no son posibles sin
ese devenir consciente. La democracia ambiental se fundamenta, por tanto, en la
participación directa de los productores y de la ciudadanía en la gestión de sus recursos
ambientales (el patrimonio común es mundial) y su construcción es ecosistémica, es decir,
es por definición reticular. Estas iniciativas, en suma, al reconocerse en el medio social y el
entorno físico, se colocan en una posición preferencial para afrontar actividades sociales y
ambientales de responsabilidad pública y de defensa de los intereses generales de las
comunidades locales. La aproximación entre la producción y el consumo ayudan a
desarrollar dinámicas de eficiencia energética y de calidad de vida, sin comprometer la
eficacia productiva.

 El reto de reconocer las otras culturas: generar reciprocidad y confianza intercultural:


Los impactos del proceso globalizador han generado tanto enfrentamientos entre culturas
como repliegue y auto-cierre defensivo de las culturas más periféricas sobre las que se han
despertado sentimientos de amenaza y actitudes endogámicas. El intercambio desigual, el
fenómeno migratorio, el etnocentrismo occidental que provoca el refuerzo del etnocentrismo
en las culturas agraviadas y la consolidación de los procesos de exclusión social representan
graves problemas para el desarrollo del sujeto ético y suponen la puesta en escena del anti-
sujeto que utiliza la violencia y la crueldad como respuesta identitaria particularista
(Touraine, 2005: 172).

4. ¿Cómo distinguir los movimientos sociales de otro tipo de movilización o propuesta social?

RESPUESTA:

Características de los movimientos sociales

No existe un consenso universal sobre las características de un movimiento social. Esto se debe a la
gran cantidad de tipos que existen y a las diferencias entre sus objetivos, métodos y contextos
históricos.
Sin embargo, algunos teóricos que han tratado de definir las características más importantes de los
movimientos sociales han destacado las siguientes:

 Acción colectiva
Los movimientos sociales implican un esfuerzo común de un gran grupo de personas, pero
para que exista un movimiento social este esfuerzo debe prolongarse en el tiempo y ser
capaz de despertar el interés de un grupo cada vez mayor de ciudadanos.
 Naturaleza temporal
Todos los movimientos sociales pasan por una serie de fases similares, desde su aparición
hasta que se disuelven. Estas fases son las siguientes: creación, crecimiento del movimiento,
resultados (tanto positivos como negativos) y disolución del mismo.

Por lo tanto, una vez que un movimiento social ha conseguido sus objetivos —o por el
contrario, ha desistido de intentar lograrlos— este tenderá a desaparecer de forma orgánica.

 Orientados al cambio social


Los movimientos sociales tienen como principal objetivo conseguir un cambio en la
sociedad, ya sea en una parte específica o en el conjunto.

Debido a la naturaleza de los cambios sociales, los movimientos suelen ir en contra de un


orden establecido, que se defenderá a sí mismo para tratar de mantener las costumbres,
tradiciones y formas de pensar contra las que luchan estos movimientos.

 Existencia de una ideología


Para que surja un movimiento social como tal es necesario que esté respaldado por una
ideología concreta. De otra manera, una manifestación o protesta se trataría tan solo de un
evento aislado, sin ningún tipo de proyección de futuro.

 Estructura y organización
Esta característica, aunque rebatida por algunos teóricos, es una parte importante de la
mayoría de los movimientos sociales de la historia.

Los movimientos sociales se distinguen de partidos y grupos en muchos rasgos entre los que cabe
destacar.

 Debilidad en su estructuración orgánica


 Su discurso generalmente es temático o transversal
 Su ámbito preferencia de intervención suele ser la política no convencional o contenciosa
 La naturaleza de los recursos no suelen ser mayoritariamente de carácter material si no de
carácter simbólico – como la cohesión emocional, la disciplina y el compromiso de sus
miembros.

5. ¿El movimiento social constituye una alternativa de desarrollo? ¿Por qué?

RESPUESTA:

Los movimientos sociales han logrado nuevas dimensiones alternativas al desarrollo. Por ejemplo,
se habla del desarrollo local que, si bien en su inicio fue impulsado por el Banco Mundial, ha sido
transformado por los movimientos sociales e incorpora el reconocimiento de las capacidades y
potencialidades que en las comunidades existen para forjar alternativas de mejoramiento en la
calidad de vida del colectivo poblacional. En los últimos años, ha tomado fuerza la propuesta de los
movimientos sociales, especialmente indígenas de Bolivia y Ecuador, que han propuesto un nuevo
paradigma de vivencia y convivencia que se asienta en la convivialidad, el respeto a la naturaleza, la
solidaridad, la reciprocidad, la complementariedad: el buen vivir. Éste es un sistema de vida que se
contrapone al capitalismo y al poder hegemónico.

Estos modelos alternativos al desarrollo conllevan al cambio de paradigmas hacia formas


democráticas más participativas de gestión política, administrativa y de control social. En este
sentido, se conjuga el espacio territorial, desde la construcción comunitaria de esos lugares de
convivencia acordes a sus identidades culturales. Esto implica que, como se da dentro del discurso
del desarrollo en general, no exista un único modelo para éstos: hay tantos modelos como
experiencias. Únicamente en un contexto de comunidades, se puede tomar conciencia del papel
vital para la continuidad del sistema, que cumplen las múltiples relaciones que se establecen entre
sus miembros.

El postdesarrollo, una opción desde los movimientos sociales

Los movimientos sociales, en oposición al desarrollo, han avanzado a romper con el “discurso del
desarrollo”, y a proponer la era del postdesarrollo que se refiere a:

a) La posibilidad de crear diferentes discursos y representaciones que no se encuentren tan


mediados por la construcción del desarrollo (ideologías, metáforas, lenguaje, premisas, etc.).

b) por lo tanto, la necesidad de cambiar las prácticas de saber y hacer y la “economía política
de la verdad” que define al régimen del desarrollo;

c) por consiguiente, la necesidad de multiplicar centros y agentes de producción de


conocimientos –particularmente, hacer visibles las formas de conocimiento producidas por
aquéllos quienes supuestamente son los “objetos” del desarrollo para que puedan
transformarse en sujetos y agentes;

d) dos maneras especialmente útiles de lograrlo son: primero, enfocarse en las adaptaciones,
subversiones y resistencias que localmente la gente efectúa en relación con las
intervenciones del desarrollo (como con la noción de “contra-labor”); y, segundo, destacar
las estrategias alternas producidas por movimientos sociales al encontrarse con proyectos de
desarrollo.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

 Movimientos Sociales Recuperado de. http://revistas.usal.es/index.php/1130-


2887/article/view/7413/7430
 Nuevos movimientos sociales: nuevas perspectivas, nuevas experiencias, nuevos desafíos.
Recuperado de http://habitat.aq.upm.es/boletin/n35/ajalg.html#10
 Características de los movimientos sociales. Recuperado de.
https://www.lifeder.com/movimiento-social/#Caracteristicas_de_un_movimiento_social
 Alternativas de desarrollo. Recuperado de. http://omal.info/spip.php?article4660

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