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Proyecto o
Proyecto o
AUTORES:
Macias Macias Andy Ariel
Moreira Pacheco Marvin
Loor Rosado Jorgi Leonardo
López Cedeño Marcelo Rubén
López Moreira José
DOCENTE:
ING. MANUEL CORDOVA
NIVEL:
DECIMO “B”
PERIODO ACADÉMICO
OCTUBRE DE 2019 – FEBRERO DE 2020
El fracking, o fractura hidráulica, es una técnica que se usa para extraer gas natural de las
rocas sedimentarias de grano fino o muy fino, porosas, en las cuales es más fácil extraer el
gas. Para ello, se realizan cientos de pozos en amplias zonas, y se inyecta a través de una
tubería reforzada con cemento agua a presión, junto con algunos agentes químicos en su
mayoría tóxicos. Esta agua fractura la roca, liberando el gas atrapado en su interior, que a su
vez asciende por el mismo pozo hasta una zona de almacenamiento. Esta técnica ha sido
practicada durante 65 años, y es muy controvertida dado el alto impacto que tiene en el
terreno, así como diversos tipos de contaminación. Se presenta esta técnica como otra opción
a las energías renovables, lo cual la hace más polémica.
OBJETIVO GENERAL
Investigar sobre la técnica para extraer gas y petróleo denominada fracking
OBJETIVO ESPECIFICO
Investigar este método en territorio ecuatoriano
Conocer los peligros que puede generar este método
Investigar la situación que tiene esta técnica en otro país
MARCO TEÓRICO.
¿Qué es el fracking?
El fracking es un método de extracción de gas y petróleo que consiste en someter a una fuerte
tensión el subsuelo para fracturar la roca y recopilar el combustible.
El fracking o fractura hidráulica es un método no convencional de obtener gas, es decir, no
consiste en la perforación de una gran bolsa de gas, que una vez penetrada libera el
combustible hacia la superficie gracias a la diferencia de presión. En este caso se trata
de extraer pequeñas concentraciones dispersas de hidrocarburos (también puede hacerse
con el petróleo). Para hacerlo se realiza una perforación vertical de cuatro o cinco kilómetros
y después se introduce agua mezclada con productos químicos para fracturar el sustrato
rocoso, filtrándose el combustible hacia el conducto.
La escasez lleva tiempo rondando el mercado de la energía y especialmente acuciante es la
tendencia en lo que se refiere a los hidrocarburos. Las reservas de petróleo y de gas natural
se reducen año a año, pese al descubrimiento de algunos nuevos yacimientos. Una de las
soluciones que se han aplicado para contrarrestar este escenario es el fracking.
Se denomina también fractura hidráulica y tiene su origen a mediados del siglo XIX, cuando
los primeros explotadores de petróleo forzaban al sustrato rocoso para que manara el oro
negro. Pero no fue hasta finales de los años 40 del siglo pasado cuando se sentaron las bases
de esta técnica, que incluía el uso de agua para fracturar la roca. En las últimas décadas
este método de extracción se ha expandido en Estados Unidos y más recientemente muchos
países están empezando a utilizarlo.
El procedimiento para extraer el gas de esquisto o pizarra, también llamado shale gas,
consiste en llegar a la zona donde se encuentra el gas disperso, a través de una perforación
en la corteza terrestre. Cuando se alcanza la profundidad suficiente se empieza a perforar
en horizontal, con el fin de abarcar la mayor cantidad de roca posible.
Una vez hecho esto se bombea a través de la perforación agua a gran presión con productos
químicos disueltos. La tensión a la que se somete el sustrato rocoso hace que éste se
quiebre. Por las grietas recién creadas se filtrará el gas que volverá a la superficie
mezclado con el agua.
Esta técnica permite obtener gas o petróleo donde hace unos años no habría ningún
yacimiento que explotar, pero las implicaciones que tiene para el medio ambiente han
señalado al fracking como una práctica dañina. Por un lado, los productos químicos que
van mezclados con el agua contaminan la zona, mientras que la fractura de la roca libera
elementos tóxicos, como el plomo, que son arrastrados a la superficie junto con el gas.
Aparte de este perjuicio, para que la extracción de gas salga rentable en una zona es necesario
hacer varias perforaciones, pues cada una cubre un área relativamente reducida. Según un
documento de Greenpeace, la separación entre los pozos está entre los 0,6 y los 2 kilómetros,
con lo que a veces se abren cientos de ellos y se cree que su funcionamiento puede generar
mini terremotos en el lugar. (Bejerano, 2014)
Este proceso conlleva una serie de impactos ambientales, algunos de los cuales aún no están
plenamente caracterizados o comprendidos, entre ellos contaminación de las aguas
subterráneas, contaminación atmosférica, emisión de gases de efecto invernadero (metano),
terremotos (sismicidad inducida), contaminación acústica e impactos paisajísticos. Además
de estos impactos, también se debe tener en cuenta los relacionados con el tráfico de
camiones para transportar el gas extraído, el consumo de agua y la ocupación del territorio.
Agua:
• El proceso de fractura hidráulica consume enormes cantidades de agua. Se ha calculado que
se requieren entre 9.000 y 29.000 metros cúbicos de agua para las operaciones de un solo
pozo. Esto podría causar problemas con la sostenibilidad de los recursos hídricos incluso en
países de clima templado, y aumentar la presión del consumo de suministros en las zonas
más áridas.
• Se sabe muy poco de los peligros ambientales asociados con los productos químicos que se
añaden a los fluidos usados para fracturar la roca, productos que equivalen a un 2% del
volumen de esos fluidos. De hecho, en EE.UU. (el país con más experiencia hasta ahora,
aunque muy reciente, con estas técnicas), esos productos están exentos de la regulación
federal y/o la información sobre ellos está protegida debido a intereses comerciales. Se sabe
que hay al menos 260 sustancias químicas presentes en alrededor de 197 productos, y algunos
de ellos se sabe que son tóxicos, cancerígenos o mutagénicos. Estos productos pueden
contaminar el agua debido a fallos en la integridad del pozo y a la migración de contaminantes
a través del subsuelo.
• Entre un 15% y un 80% del fluido que se inyecta para la fractura vuelve a la superficie
como agua de retorno, y el resto se queda bajo tierra, conteniendo aditivos de la fractura y
sus productos de transformación. Entre las sustancias disueltas a partir de la formación
rocosa, donde está el gas durante el proceso de fractura, se encuentran metales pesados,
hidrocarburos y elementos naturales radiactivos.
• No se puede descartar una posible contaminación de los acuíferos subterráneos y de las
aguas superficiales debido a las operaciones de la fractura hidráulica y a la disposición de las
aguas residuales, ya sea a través de una planta de tratamiento de agua o directamente a las
aguas superficiales. Estos productos químicos pueden, por lo tanto, ser vertidos en los
acuíferos y fuentes de aguas subterráneas que alimentan los suministros públicos de agua
potable. Incluso pequeñas cantidades de hidrocarburos cancerígenos son perjudiciales para
los seres humanos.
En algunos casos, estas aguas residuales son mínimamente procesadas antes de ser vertidas
a las aguas que alimentan los suministros públicos, y a veces son retenidas en los estanques
que más tarde pueden verter estos productos químicos al medio ambiente.
Contaminación atmosférica:
• Se ha registrado benceno, un potente agente cancerígeno, en el vapor que sale de la "pozos
de evaporación", donde a menudo se almacenan las aguas residuales del fracking. Las fugas
en los pozos de gas y en las tuberías también pueden contribuir a la contaminación del aire y
a aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero. El gran número de vehículos que
se necesitan (cada plataforma de pozos requiere entre 4.300 y 6.600 viajes en camión para el
transporte de maquinaria, limpieza, etc.) y las operaciones de la propia planta también pueden
causar una contaminación atmosférica significativa si tenemos en cuenta los gases ácidos,
hidrocarburos y partículas finas.
La innovación es la puesta en práctica de ideas disruptivas que pueden llegar a alterar las
relaciones de poder económico y político. Tal es el caso de una técnica geo petroquímica
llamada ‘fracking’, con la cual EE.UU. ha alterado de forma dramática y amenazante los
precios de combustibles fósiles. Esto es especialmente cierto para países ajenos a la
innovación, como Ecuador. Si bien los precios están influenciados por variedad de factores,
es la relación entre demanda y oferta el determinante. El ‘fracking’ no ha hecho más que
alterar inusual e inesperadamente esta relación. Pero el ‘fracking’ es también ejemplo
dramático de la importancia que tiene la innovación en el destino de las naciones,
especialmente cuando esta es producto de una relación funcional entre industria y
conocimiento. George P. Mitchell, el padre del ‘fracking’, tenía un gusto especial por la
innovación y facilitó la incubación de ideas peligrosas y transgresoras entre sus empleados
más brillantes, dando como resultado el actual panorama económico que marcará el destino
de Ecuador para las siguientes décadas. Mientras tanto, Ecuador está ubicado en el puesto
119 de un total de 141 naciones en el ranking global de innovación del año 2015, establecido
por la Organización Mundial de Propiedad Intelectual y la Universidad de Cornell. Estamos
74 puestos por debajo de Colombia, 70 menos que Perú y 40 de Bolivia. Somos pésimos
innovadores. (Jarín, 2015)