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¿QUÉ MEMORIA DEL TERRORISMO ETARRA ESTAMOS CONSTRUYENDO?

Author(s): ROGELIO ALONSO


Source: Cuadernos de Pensamiento Político, No. 50 (Abril/Junio 2016), pp. 69-80
Published by: FAES, Fundacion para el Analisis y los Estudios Sociales
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/44136800
Accessed: 29-12-2018 04:11 UTC

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ESPAÑA

ROGELIO ALONSO

¿QUÉ MEMORIA DEL TERRORISMO


ETARRA ESTAMOS CONSTRUYENDO?

tuaciones pasadas que permanecen en la mente; la facultad psíquica


La tuaciones a através
travésmemoria
de la cual dese retiene
pasadasylarecuerda
es cual lael relación se quey retiene
pasado. ¿Cómo qué me-permanecen de y recuerdos, recuerda en la de el mente; pasado. imágenes la ¿Cómo facultad de hechos y qué psíquica o me- si-
moria estamos construyendo sobre el terrorismo de ETA después de dé-
cadas de violencia? La memoria, la denominada "batalla del relato", son
términos que se prodigan hoy al aludirse a los retos de la sociedad espa-
ñola tras el cese de la campaña terrorista. A menudo se subraya la impor-
tancia de construir esa memoria que impida que los terroristas reescriban
la historia sobre lo sucedido y que se reproduzca la legitimación del terro-
rismo. ¿Están teniendo éxito en esa tarea los terroristas o sus víctimas? La
obra del psicólogo Stanley Cohen nos ayuda a responder a este impor-
tante interrogante.

En su iluminador ensayo States of Denial (Estados de negación)1, Cohen


analizó los mecanismos a través de los cuales se niegan atrocidades y vio-
laciones de derechos humanos. Detalla asimismo procesos de neutraliza-
ción y transferencia de culpa utilizados para negar y difuminar la

Rogelio Alonso es director del Màster Universitario en Análisis y Prevención del Terrorismo, Univer-
sidad Rey Juan Carlos.
1 Stanley Cohen, States of Denial. Knowing about Atrocities and Suffering. Londres: Polity, 2001.

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responsabilidad por los crímenes cometidos en diferentes contextos geo-


gráficos y políticos, el apoyo a esas brutalidades o la pasividad e indife-
rencia ante ellas. Incluye entre esos métodos de distanciamiento moral para
justificar actos de violencia como el terrorismo, la utilización de un len-
guaje eufemistico y distorsionador de la realidad o la deshumanización de
las víctimas. Aunque el autor no estudió la violencia etarra, todos esos me-
canismos son aplicables al terrorismo de ETA2, como también lo son los
tres tipos de negación que Cohen definió para minimizar los efectos y con-
secuencias de la violencia en otros contextos y que de forma preocupante
también se observan actualmente en España. Así ocurre al analizar las es-
trategias encaminadas tanto a legitimar como a deslegitimar el terrorismo
etarra. Es en ese decisivo duelo en el que se aprecian estas negaciones en
las que no solo incurren quienes justifican el terrorismo, sino también en
algunas ocasiones los propios demócratas.

La primera de esas negaciones es la denominada negación "literal" que


rechaza que el crimen sucediera. Negar totalmente el terrorismo etarra re-
sulta complejo, ya que los centenares de asesinados tienen caras, nombres
y apellidos. De ahí la relevancia de recordar sus rostros, sus historias, su
dolor, su sufrimiento, la tristeza, la valentía, las preciosas vidas truncadas
de tantas víctimas, la belleza de todos esos seres humanos cruelmente ase-
sinados. Las imágenes televisivas o fotográficas del pasado, los testimonios
de sus protagonistas, nos devuelven esa humanidad que el terrorista in-
tentó destruir, los sentimientos de entonces. Por eso, y porque las víctimas
del terrorismo se cuentan por miles, resulta complicado negar su existen-
cia aunque ETA pretenda "desactivarlas", como desea.

2 Es revelador que al inicio de su libro Cohen cite a Georges Orwell y su célebre Notes on Na-
tionalism : "All nationalists have the power of not seeing resemblances between similar sets of
facts... The nationalist not only does not disapprove of atrocities committed by his own side,
but he has a remarkable capacity for not even hearing about them.... In nationalist thought
there are facts which are both true and untrue, known and unknown. A known fact may be so
unbearable that is habitually pushed aside and not allowed to enter into logical processes, or
on the other hand it may enter into every calculation and yet never be admitted as a fact, even
in one's own mind... Every nationalist is haunted by the belief that the past can be altered

If one harbours anyewhere in one's mind a nationalistic loy


in a sense known to be true, are inadmissible". Cohen, St

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Ese es el motivo por el que la organización terrorista y otras formaciones


nacionalistas utilizan otros tipos de negación con las que ocultar las verda-
deras causas del terrorismo etarra, su contexto real, su motivación política, así
como su inspiración y finalidad nacionalista De acuerdo con la conceptuali-
zation aportada por Cohen, la negación "interpretativa' acepta que el crimen
sucedió, pero niega la interpretación convencional sobre esa atrocidad. Me-
diante este tipo de negación se justifica el terrorismo etarra como necesario
e inevitable, o como una violencia más en un imaginario conflicto entre el
pueblo vasco y el Estado español, una entre múltiples violencias. Esa mani-
pulación histórica presenta el terrorismo etarra en una distorsionadora equi-
distancia con la violencia legítima del Estado, niega que ETA carezca de
legitimidad para arrogarse la representatividad de un pueblo, y convierte a
las víctimas en una mera e inevitable derivación del denominado "conflicto".
De ese modo el terrorismo etarra aparece como la consecuencia de ese "con-
flicto" que justifica lo injustificable, y no como la causa principal del mismo.

Además de la negación "literal" y de la "interpretativa", es posible arti-


cular una tercera forma de negación con el fin de neutralizar y subestimar
los efectos de las atrocidades cometidas. La negación "implicatoria" acepta
que el crimen sucedió y también la interpretación convencional del mismo.
Sin embargo, niega las implicaciones políticas, sociales, psicológicas, e in-
cluso morales del terrorismo. En este tipo de negación incurre una parte
del nacionalismo vasco pero también, de forma sorprendente, incluso ac-
tores democráticos que han sufrido el terrorismo.

Este tipo de negación resulta particularmente útil para negar el signifi-


cado político de las víctimas, su verdad objetiva. Esta, como ha explicado
Joseba Arregi, no reside en las creencias políticas que ellas tenían antes de
ser asesinadas, ni en las opiniones políticas de los familiares de las víctimas
o de las asociaciones que las representan, sino en las intenciones de quien
las asesinó. Las víctimas de ETA han sido seleccionadas y asesinadas con
una intención política: la de conseguir la independencia de Euskal Herria
e imponer el proyecto político totalitario de ETA.

Los asesinatos de ETA perseguían imponer un determinado proyecto


político nacionalista y estuvieron motivados por una discriminación ideoló-

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gica. El carácter político del terrorismo etarra no es un atenuante, sino un


agravante que exige una rendición de cuentas por parte de quienes han per-
petrado y justificado la violencia. Sin embargo, el Estado ha llegado a exi-
mirles de tan importante responsabilidad negando en ocasiones las serias
implicaciones políticas y sociales del terrorismo. Así ocurrió, por ejemplo, al
aceptar la coacción terrorista en relación con la autovía de Leizarán o la pa-
ralización de la central de Lemóniz, o al negociar con ETA contrapartidas
políticas a cambio de treguas, o cuestiones como la derogación de la deno-
minada "doctrina Parot", o la legalización de los herederos de Batasuna, o la
excarcelación de etarras como Bolinaga o De Juana Chaos, como hicieron
y consintieron políticos de los principales partidos políticos españoles.

La cercanía de algunas de esas cesiones condiciona la forma de afron-


tarlas y recordarlas determinando, por tanto, cómo se insertarán en la me-
moria que se desea construir sobre el terrorismo. "Aviso a los que quieren
un relato de vencedores y vencidos: el que convenza, vencerá". Esa era la
advertencia del diario Gara el 2 de octubre de 2011. Lo cierto es que la
forma en la que se produjo la legalización de los sucesores de Batasuna
evidencia que los representantes políticos de ETA convencieron a muchos
demócratas de la necesidad de aceptar el chantaje terrorista -legalización
a cambio de la promesa de un cese del terrorismo-, y de mentir a la so-
ciedad -en el discurso público se instaba la ¡legalización mientras en pri-
vado se negociaba su legalización y el marchamo de legalidad para tal
decisión mediante una sentencia del Tribunal Constitucional que iba en
contra de toda su jurisdicción anterior-. Por ello, porque los radicales con-
vencieron, se puede decir que vencieron en esa significativa y simbólica
batalla política, a pesar de la debilidad operativa que las eficaces políticas
antiterroristas coactivas habían logrado.

Una eficaz campaña de comunicación orquestada por el Gobierno de Ro-


dríguez Zapatero favoreció la legalización de partidos sucesores de Batasuna
en contra de la propia jurisprudencia anterior del Tribunal Constitucional3, y

3 Pablo Fernández de Casadevante, "La legalización de Bildu y Sortu: una decisión judicial con-
trovertida", Trabajo de Fin de Màster presentado para la obtención del Màster Universitario en
Análisis y Prevención del Terrorismo, Universidad Rey Juan Carlos, 2014.

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del criterio contrario del Tribunal Supremo. El magistrado Manuel Aragón,


que expresó su discrepancia con su voto particular en contra, la calificó como
"un grave error de la democracia y del Estado", una decisión que le "aver-
gonzaba"4. Políticos y periodistas contribuyeron a blanquear a formaciones
que, en contra de lo que la ley exigía, rechazaron incluir en sus estatutos una
condena inequívoca del terrorismo etarrá. La duplicidad y ambigüedad del
discurso gubernamental en relación con la legalización de Bildu y Sortu per-
mitió la inutilización de una de las más eficaces medidas contra la banda per-
mitiéndole su vuelta a las instituciones. A pesar de que desde algunos ámbitos
se ha insistido en que la denominada "izquierda abertzale" asumió la legali-
dad para poder participar en política, resulta cuestionable que así fuera. Los
representantes políticos de ETA burlaron la ¡legalización sin tener que con-
denar a la organización terrorista, requisito que fue ignorado y que, por lo
tanto, obliga a extraer conclusiones sobre la implícita legitimación de la vio-
lencia que ello supone. La histórica sentencia del Tribunal Europeo de De-
rechos Humanos que en 2009 avaló la ¡legalización de Batasuna por parte de
la justicia española recordaba que "la legitimación de las acciones terroristas
o la exculpación o minimization de su significado antidemocrático y de la
violación de derechos fundamentales que comportan puede llevarse a cabo
de modo implícito"5.

Muchos de quienes abogan por construir una memoria deslegitimadora


del terrorismo ignoran precedentes como estos que resultan determinan-
tes para tan necesario cometido. ¿Cómo es posible reconciliar el signifi-
cado político de las víctimas con la presencia en las instituciones
democráticas de quienes todavía legitiman la sistemática violación de los
derechos humanos con el fin de imponer un determinado proyecto polí-
tico nacionalista? ¿Cómo deben depurarse las responsabilidades políticas de
quienes han justificado y todavía justifican el asesinato para imponer unos
objetivos políticos nacionalistas excluyentes? ¿Cómo puede recuperarse el
terreno cedido ante quienes tan injustamente han sido recompensados por

4 Manuel Aragón, "La legalización de partidos políticos que no condenan el terrorismo", Semi-
nario celebrado en la Universidad Rey Juan Carlos, Madrid 16/04/2015.
5 Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Sección Quinta, Asunto Herri Batasuna y Batasuna c.
España, Demanda n° s 25803/04 et 2581/04), 30 de junio de 2009, para. 21.

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la democracia a pesar de su legitimación del terrorismo? ¿Se confunden


deliberadamente los derechos de las víctimas, así como las obligaciones
del Estado hacia estas prometiéndoles cariño y solidaridad en lugar de ga-
rantizarles la verdad, memoria, dignidad y justicia que justamente recla-
man? ¿Qué memoria y qué relato se construye sobre el terrorismo cuando
destacados representantes políticos homenajean a las víctimas a la vez que
faltan a la verdad sobre la excarcelación de un terrorista como Josu Uri-
betxebarria Bolinaga, responsable de la tortura de José Antonio Ortega
Lara y del asesinato de los guardias civiles Mario Leal Vaquero, Pedro Gal-
nares Barrera y Antonio López Colmenero?

¿Qué memoria y qué relato se construye sobre el terrorismo cuando se


falta a la verdad sobre la ausencia de voluntad del Estado para evitar la
sentencia de Estrasburgo que supuso la derogación de la denominada "doc-
trina Parot" y la excarcelación de decenas de terroristas que, como de-
mostraron COVITE y el exmagistrado de dicha institución Javier Borrego,
pudo evitarse?6. La narrativa y la memoria de las víctimas que ya se está
construyendo, ¿busca solo conmover vaciando de contenido el significado
político de estas y el verdadero alcance del terrorismo? ¿Qué actitudes y
qué comportamientos más allá de la mera retórica deberían mostrar los
partidos democráticos frente a formaciones que se niegan a condenar la
historia de terror de ETA y a deslegitimar su violencia, minimizando así el
significado político de las víctimas? ¿Qué consecuencias tiene para las víc-
timas y el Estado español la rehabilitación social y política de quienes han
justificado los crímenes de ETA sin que se produzca la necesaria rendición
de cuentas requerida en una democracia?

Esa inmerecida rehabilitación que precedió a un considerable éxito elec-


toral de los partidos vinculados a ETA apenas es cuestionada hoy en una
sociedad que sufrió indistintamente el terrorismo y en la que se valora más

6 "Víctimas de ETA acusan al Supremo de anular doctrina Parot por órdenes Gobierno", El Con-
fidencial , 27 de octubre de 2014; "El TS establece el recurso de revisión como cauce para eje-
cutar las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos", http://www.poderiudicial.
es/cgpi/es/Poder-Judicial/Sala-de-Prensa/Notas-de-prensa/EI-TS-establece-ekecurso-de-revi-
sion-como-cauce-para-eiecutar-las-sentencias-del-Tribunal-Europeo-de-Derechos-Humanos: "El
juez Borrego dice que el fallo sobre la doctrina Parot era para liberar a una sola etarra", Abe
27 de noviembre de 2013.

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los días sin muertos que las consecuencias de cientos de asesinatos acu-
mulados durante años. A quienes recuerdan tan incómodo pasado se les
exige que dejen de lamentarse y, en definitiva, que nieguen las implicacio-
nes políticas, sociales y morales de esa tolerancia hacia los intolerantes que
todavía legitiman todos y cada uno de los crímenes cometidos. Se pide a
los ciudadanos que nieguen la relativización del terrorismo implícita a la
presencia en las instituciones democráticas de quienes se niegan a asumir
un principio tan básico como la condena de ETA. Mientras los demócra-
tas reivindican la derrota del terrorismo, aceptan la institucionalización de
un injusto ventajismo político y social, revelando por tanto un serio fra-
caso. La negación de ese fracaso se convierte en arma arrojadiza contra
quienes cuestionan el grave déficit democrático evidente en la aceptación
de una socialización política indulgente con el terrorismo.

Como reconocía un editorial del diario El Correo , una de las claves de


los éxitos electorales de los representantes políticos de ETA radicaba pre-
cisamente en "el regreso institucional de una izquierda abertzale que no
ha necesitado demostrar su carácter democrático, condenando o censu-
rando la trayectoria etarra, para acceder a su blanqueo legal"7. El elevado
coste político de semejante concesión lo resumía así Francisco Llera, di-
rector del Euskobarómetro de la Universidad del País Vasco: "Lo que ya
tiene garantizado [ETA] es la impunidad y el olvido de su pasado de san-
gre y terror, porque no parece que nadie vaya a exigirle rendir cuentas del
mismo, dándolo por cancelado con el éxito electoral e institucional de
Bildu, cual 'paloma de la paz'"8. Corroboraba ese análisis el historiador San-
tos Julia al asegurar que hoy hay partidos que difunden y socializan el dis-
curso de legitimación del terror hasta convertirlo en memoria social9.
Eduardo Uriarte resumía así los peligros de esta coyuntura: "En el con-
texto de la legalización de las formaciones sucesoras del MLNV, con su

7 "Elecciones más libres", El Correo , Editorial , 05 de diciembre de 2012.


8 "Las elecciones locales y torales de 2011: Bildu mueve el tablero y provoca una debacle so-
cialista", p. 116, Francisco J. Llera, Rafael Leonisio, Jonatan García y Sergio Pérez, Cuader-
nos de Alzate, número 44, 2011, pp. 85-117.
9 Citado en Eduardo Urlarte, Tiempo de canallas. La democracia ante el fin de ETA. Vitoria: Iku-
sager ediciones, página 356.

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muy activa presencia en Euskadi, con el disfrute de un eco mediático exa-


gerado difamatorio de la realidad, con la recepción social de gran parte de
sus propuestas por PNV y PSE, en este ambiente de eufórica conquista del
espacio democrático por el nacionalismo radical, es muy difícil el encau-
zamiento político de los problemas vascos"10. ¿Cómo corregir y contra-
rrestar esa memoria ya consolidada sobre la negación de las implicaciones
políticas y sociales del terrorismo?

Ese es el importante déficit del que se parte y el desafio que surge a la


hora de construir una memoria justa sobre el terrorismo etarra. Ese déficit
y ese desafio evidencian las importantes limitaciones de los esfuerzos que
se realizan en la construcción de dicha memoria, como puede despren-
derse de la siguiente declaración de María del Mar Blanco, presidenta de
la Fundación Víctimas del Terrorismo desde 2012, y hermana del conce-
jal del Partido Popular asesinado por ETA en 1997: "Es inmoral que go-
biernen quienes no condenaron la muerte de mi hermano"11. Ante tan clara
constatación del fracaso de los demócratas, resulta obligada la siguiente
pregunta: ¿qué se ha hecho por impedir esa inmoralidad?

La inacción ante tamaña inmoralidad niega las implicaciones políticas


y sociales derivadas del incumplimiento de principios democráticos bási-
cos. "ETA ya no mata", se aduce para justificar un pragmatismo benefi-
cioso política y socialmente para quienes han legitimado el terrorismo. Se
niega que ETA no solo ha perpetrado una violencia fisica, sino también
psicológica, cuyos efectos aún perduran en la sociedad. Se exige a los ciu-
dadanos que acepten como mal menor el relato legitimador y comprensivo
del terrorismo que impunemente reproduce el nacionalismo más radical.
Sirvan de ejemplo los actos propagandísticos de los presos y sus recibi-
mientos. La indignación que provocan pronto da paso a la resignación y
a la indiferencia. Durante el Gobierno de la X legislatura del Partido Po-
pular ha sido frecuente que se rehusara instar a la Fiscalía la prohibición de

10 Eduardo Uriarte, Tiempo de canallas. La democracia ante el fin de ETA. Vitoria: Ikusager edi-
ciones, página 357.
11 "Víctimas de ETA recuerdan a Miguel Ángel Blanco entre críticas a la presencia institucional de
Bildu", De/a, 18 de marzo de 2012.

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actos organizados por la propia ETA que evidentemente contribuyen a los


fines de una organización ilegal. Como hiciera también su predecesor, ese
Gobierno desplazó su responsabilidad hacia jueces convertidos a menudo
en chivos expiatorios. Esa actitud contemplativa se ha manifestado también
en la ausencia de exigencias al Partido Nacionalista Vasco, formación que
tanto invierte en negar las implicaciones políticas y sociales del terrorismo.

Ya en 2007 Aurelio Arteta advertía: "Lo que más temo del fin de ETA,
cuando venga, es que triunfe la simplona y cómoda creencia de que sin
atentados ya todo es admisible. Es decir, que lo único malo de todo este
horror han sido los medios terroristas, pero no los fines nacionalistas"12. El
llamado "Plan de Paz" del Gobierno vasco busca consolidar una manipu-
ladora narrativa sobre lo que la violencia ha supuesto; un relato indulgente
con el terrorismo nacionalista de ETA y con quienes lo justifican. Mientras
el Estado apela a la construcción de la memoria y a la "batalla por el re-
lato" de años de terror, avanza el Gobierno vasco en su estrategia de ocul-
tamiento de las verdaderas causas de la privación de paz y libertad en la
sociedad vasca: el desafio terrorista a la Constitución y al Estatuto de au-
tonomía, o sea, al marco democrático que todo el nacionalismo ha desle-
gitimado. El Gobierno español ha eludido contrarrestar con determinación
esa estrategia que niega la etiología y los efectos del terrorismo, que cues-
tiona sutil pero insistentemente la Transición democrática, los cimientos
mismos de la democracia, contribuyendo así a diíuminar el verdadero sig-
nificado de ETA.

Otros gestos políticos contribuyen a ello quedando pronto en el olvido a


pesar de sus repercusiones, como ilustran un par de ejemplos. En la memo-
ria de muy pocos queda ya aquella simbólica y reveladora reunión del pre-
sidente del Gobierno Mariano Rajoy en febrero de 2014 con el lehendakari,
días después de que el PNV se manifestara con la izquierda nacionalista ra-
dical en Bilbao tras la prohibición judicial de una manifestación a favor de los
presos etarras. Así recompensaba el Gobierno la deslealtad del nacionalismo
gobernante. También se pierde en la memoria la simbólica y reveladora

12 Entrevista a Aurelio Arteta, ABCD de las Artes y las Letras, Abe, 3 de marzo de 2007.

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inacción del Gobierno español ante los autodenominados "verificadores" a


los que el mismo Urkullu respaldó en febrero y marzo de 2014, cuando las
víctimas forzaron su comparecencia en la Audiencia Nacional tras reunirse
el dirigente nacionalista con quienes se esfuerzan en defender la agenda de
la organización terrorista. De forma reveladora dirigentes nacionalistas elo-
giaron la dejación del Gobierno español al dejar hacer su trabajo a los "veri-
ficadores" mientras las víctimas le ponían en evidencia.

En este contexto resumido en las líneas precedentes resulta legítimo in-


terrogarse sobre los objetivos y alcance del Centro Memorial para las Víc-
timas del Terrorismo anunciado por el Gobierno en la legislatura que ahora
se extingue. La lectura del Informe de la Comisión de Expertos para la defini-
ción del Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo y el "discurso
cronológico en torno a ETA" que establece, evidencia un determinado tipo
de memoria cuestionable en algunos aspectos13. Uno de los expertos, Jo-
seba Arregi, se ha interrogado también sobre cómo quedará plasmada en
esa memoria que el centro desea construir una idea central de una memo-
ria justa: el significado político de las víctimas del terrorismo. Sobre esta
cuestión él mismo planteaba la siguiente opinión en el informe referido
presentado a comienzos de 2015:

"Para que las víctimas puedan dar ese paso del duelo público al duelo privado se
deben dar, sin embargo, determinadas condiciones. Entre ellas la más importante
es que exista una garantía pública de que el proyecto político que sirvió para asesi-
nar a sus allegados no será el eje sobre el que se defina el futuro político de la so-
ciedad vasca, de Euskadi. Esta garantía la deben dar los partidos políticos
democráticos y debe quedar articulada de forma institucional -por ejemplo en una
posible reforma del Estatuto de Autonomía-. (. . .) Constato que en estos momen-
tos en la sociedad vasca esta garantía no existe, no está al menos explicitada y ar-
ticulada, y ni siquiera percibo un debate sobre su adecuación y su posibilidad"14.

13 Sirvan de ejemplo los siguientes párrafos: "La aceptación de SORTU de la legalidad constitu-
cional abre la vía al desistimiento de ETA, reforzada por su debilidad operativa por la actuación
policial y la colaboración internacional"; "La creación de Sortu y la incorporación de Bildu a las
instituciones democráticas, incluso con responsabilidades de gobierno, plasman la apuesta de
los grupos abertzales por la vía política". Informe de la Comisión de Expertos para la definición
del Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo, 28 de enero de 2015, p. 49.
14 Explicaciones de Voto al Informe de la Comisión de Expertos para la definición del Centro para
la Memoria de las Víctimas del Terrorismo, 28 de enero de 2015, p. 2.

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¿Se limitará la memoria sobre el terrorismo a recordar las atrocidades,


a reivindicar la injusticia de los crímenes pero sin exigir la necesaria rendi-
ción de cuentas por ellos, esto es, negando las consecuencias políticas, so-
ciales, morales e incluso penales, del terrorismo? Y es que a muchas
víctimas también se les niega justicia para los crímenes sin resolver. Se ha
renunciado a exigir a los presos que colaboren con la Justicia para esclare-
cer tantos asesinatos impunes, como evidencia la vía Nanclares o el re-
greso de etarras a España alentado por el Ministerio del Interior durante
el Gobierno presidido por Mariano Rajoy, sin considerar si quiera su de-
claración como testigos en numerosos casos abiertos. Las elites políticas se
declaran conmovidas por el testimonio de las víctimas. Pero estas recla-
man algo más que retórica; exigen la determinación ahora ausente del Es-
tado para satisfacer sus justas reclamaciones. El Estado ofrece a cambio
iniciativas que en muchos casos resultan insuficientes y meramente estéti-
cas, pues la memoria también exige responder a las consecuencias políti-
cas, sociales y morales del terrorismo.

Esa voluntad parcial niega la verdadera magnitud del sufrimiento y de


la injusticia que implica el asesinato primero y la impunidad después. Todas
estas negaciones desmoralizan a las víctimas y debilitan a partidos demo-
cráticos que tras sufrir el terrorismo contemplan impotentes el fortaleci-
miento político de sus adversarios nacionalistas. Después de tanto
sufrimiento y tanta lucha durante tantos años, después de tantos éxitos de
los que sentirse orgullosos en la lucha contra el terrorismo, resulta inevita-
ble la decepción porque esa entrega no ha sido correspondida con la re-
compensa que las víctimas merecían. Una memoria justa no debe ignorar
ni puede anular esa dolorosa realidad por mucho que agrade ensalzar una
derrota sobre el terrorismo que, desgraciadamente, ha resultado incom-
pleta. Muchos demócratas sienten que la "derrota policial" de ETA no ha
sido complementada con una adecuada y contundente "derrota política" de
los terroristas, sentimiento que obedece a motivos objetivos reales, y no al
hecho de que no se haya repetido lo suficiente que ETA ha sido derrotada.

¿Es verdaderamente justa la memoria que celebra sin ambages la de-


rrota de ETA omitiendo sus carencias? ¿Es justa la memoria que desprecia
a aquellas víctimas que con toda legitimidad no logran sentir esa derrota

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CUADERNOS de pensamiento político

de ETA cuando son ellas, después de su enorme sacrificio personal, las que
más necesitarían celebrar un auténtico triunfo sobre el terrorismo que no
sea meramente retórico? Si por acción u omisión continúan negándose las
implicaciones políticas, sociales y morales de los crímenes de ETA y las
responsabilidades que de ellos se derivan, inevitablemente el asesinato será
un poco más comprensible y el terrorismo nacionalista menos culpable. Si
así ocurriera, ¿cuál será la memoria del terrorismo etarra? ¿Podremos sen-
tirnos satisfechos con ella?

PALABRAS CLAVE
España • ETA • Terrorismo • Víctimas • Relato • Memoria • Justicia • Dignidad

80 Abril / Junio 2016 «=s¿»faes


fundación para el análisis y los estudios sociales

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