Está en la página 1de 10

Configuración electrónica

Introducción
La disposición de los electrones en los átomos está sujeta a las reglas de la mecánica
cuántica. En particular la configuración electrónica viene dada por una combinación de
estados cuánticos que son solución de la ecuación de Schrödinger para dicho átomo.

Una de las restricciones de la mecánica cuántica no explícitamente metida en la ecuación de


Schrödinger es que cualquier conjunto de electrones en un mismo estado cuántico deben
cumplir el principio de exclusión de Pauli por
ser fermiones (partículas de espín sementero). Dicho principio implica que la función de
onda total que describe dicho conjunto de electrones debe ser antisimétrica.3 Por lo tanto,
en el momento en que un estado cuántico es ocupado por un electrón, el siguiente electrón
debe ocupar un estado cuántico diferente.

En los estados estacionarios de un átomo, la función de onda de un electrón en


una aproximación no-relativista los estados que son función propia de la ecuación de

Schrödinger en donde es el ha miltoniano mono electrónico correspondiente.


Para el caso relativista hay que recurrir a la ecuación de Dirac. Las funciones propias
obtenidas como solución de cualquiera de estas dos estaciones se denominan orbitales
atómicos, por analogía con la imagen clásica de electrones orbitando alrededor del núcleo.
Estos orbitales, en su expresión más básica, se pueden enumerar mediante cuatro números
cuánticos: n, l, ml y ms. Obviamente, el principio de exclusión de Pauli implica que no
puede haber dos electrones en un mismo átomo con los cuatro valores de los números
cuánticos iguales (porque entonces ocuparían el mismo orbital y eso está excluido por el
principio).

De acuerdo con la mecánica cuántica, los electrones pueden pasar de un orbital atómico a
otro ya sea emitiendo o absorbiendo un cuanto de energía, en forma de fotón. Esta
transición de un orbital a otro con diferentes energías explican diversos fenómenos de
emisión y absorción de radiación electromagnética por parte de los átomos.

Notación

Se utiliza en una notación estándar para describir las configuraciones electrónicas de


átomos y moléculas. Para los átomos, la notación contiene la definición de los orbitales
atómicos (en la forma n l, por ejemplo 1s, 2p, 3d, 4f) indicando el número de electrones
asignado a cada orbital (o al conjunto de orbitales de la misma subcapa ) como un
superíndice . Por ejemplo, el hidrógeno tiene un electrón en el orbital s de la primera capa,
de ahí que su configuración electrónica se escriba 1s1. El litio tiene dos electrones en la
subcapa 1s y uno en la subcapa 2s (de mayor energía), de ahí que su configuración
electrónica se escriba 1s2 2s1 . Para el fósforo (número atómico 15), tenemos:
1s2 2s2 2p6 3s2 3p3.

Para átomos con muchos protones, esta notación puede ser muy larga por lo que se utiliza
una notación abreviada, que tiene en cuenta que las primeras subcapas son iguales a las de
algún gas noble. Por ejemplo, el fósforo, difiere del argón y neón (1s2 2s2 2p6) únicamente
por la presencia de la tercera capa. Así, la configuración electrónica del fósforo se puede
escribir respecto de la del neón como: [Ne] 3s2 3p3. Esta notación es útil si tenemos en
cuenta que la mayor parte de las propiedades químicas de los elementos vienen
determinadas por las capas más externas.

El orden en el que se escriben los orbitales viene dado por la estabilidad relativa de los
orbitales, escribiéndose primero aquellos que tienen menor energía orbital. Esto significa
que, aunque sigue unas pautas generales, se pueden producir excepciones. La mayor parte
de los átomos siguen el orden dado por la regla de Madelung. Así, de acuerdo con esta
regla, la configuración electrónica del hierro se escribe como: [Ar] 4s2 3d6. Otra posible
notación agrupa primero los orbitales con el mismo número cuántico n, de tal manera que la
configuración del hierro se expresa como [Ar] 3d6 4s2 (agrupando el orbital 3d con los 3s y
3p que están implícitos en la configuración del argón).

El superíndice 1 de los orbitales ocupados por un único electrón no es obligatorio.4 Es


bastante común ver las letras de los orbitales escritas en letra itálica o cursiva. Sin embargo,
la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC) recomienda utilizar letra
normal, tal y como se realiza aquí.

Origen histórico

Niels Bohr fue el primero en proponer (1923) que la periodicidad en las propiedades de los
elementos se podía explicar mediante la estructura electrónica del átomo.5 Su propuesta se
basó en el modelo atómico de Bohr para el átomo, en el cual las capas electrónicas eran
órbitas electrónicas a distancias fijas al núcleo. Las configuraciones originales de Bohr hoy
parecen extrañas para el químico: al azufre se le asignaba una configuración 2.4.4.6 en vez
de 1s2 2s2 2p6 3s2 3p4.

Un año después, E. C. Stoner incorpora el tercer número cuántico de la teoría


de Sommerfeld en la descripción de las capas electrónicas, y predice correctamente la
estructura de capas del azufre como 2.8.6.6 Sin embargo, ni el sistema de Bohr ni el de
Stoner podían describir correctamente los cambios del espectro atómico en un campo
magnético (efecto Zeeman).
Principios de la materia

1-Ley de conservación de la materia


La ley de conservación de la materia, conocida también como ley de conservación de la
masa o simplemente como ley Lomonósov-Lavoisier (en honor a los científicos que la
postularon), es aquel principio de la química que plantea que la materia no se crea ni se
destruye durante una reacción química, sólo se transforma.

Esto significa que las cantidades de las masas involucradas en una reacción determinada
deberán ser constantes a lo largo de la misma, es decir, no habrán cambiado en sus
proporciones cuando la reacción culmine, aunque sí se pueden haber transformado.

Este principio fundamental de las ciencias naturales fue postulado por dos científicos de
manera simultánea e independiente: el ruso Mijaíl Lomonósov en 1748 y el francés Antoine
Lavoisier en 1785. Llama la atención que esto ocurriera antes del descubrimiento
del átomo y la postulación de la teoría atómica, con la cual es mucho más sencillo explicar
e ilustrar el fenómeno.

La excepción a la regla la constituyen las reacciones nucleares, en las que es


posible convertir masa en energía y viceversa, pudiendo “crearlas” y “destruirlas” a
conveniencia, aunque realmente se esté transformando materia en energía y viceversa.
Junto a la equivalencia entre masa y energía, la ley de la conservación de la materia fue
clave para la comprensión de la química contemporánea.

2. Antecedentes de la Ley de conservación de la materia


La química de aquellos años entendía los procesos de reacción de manera muy distinta a la
actual, en algunos casos llegando a afirmar lo contrario a lo que plantea esta ley.

Los experimentos de Robert Boyle en el siglo XVII, pesando distintos metales antes y
después de dejarlos oxidar, atribuía el cambio en el peso a la ganancia de materia,
ignorando que el óxido significaba la extracción de átomos de oxígeno del aire por parte del
metal.

3. Descubrimiento de la Ley de conservación de la materia


Las experiencias que llevaron a Lavoisier al descubrimiento de este principio tienen que ver
con uno de los principales intereses de la química de la época, como fue la combustión.
Calentando diversos metales, el francés se dio cuenta de que éstos ganaban masa al
calcinarse si se dejaban expuestos al aire, pero que su masa permanecía idéntica si estaban
en envases cerrados.

Así, dedujo que esa cantidad extra de masa provenía de algún lado, y pudo proponer su
teoría de que no era creada, sino tomada del aire. Por ende, en condiciones controladas,
puede medirse la cantidad de masa de los reactivos antes del proceso químico y la cantidad
de masa posterior, debiendo ser necesariamente idénticas, aunque ya no lo sea la naturaleza
de los productos.

4. Ejemplo de la Ley de conservación de la materia


Un perfecto ejemplo de esta ley lo constituye la combustión de hidrocarburos, en la que
puede verse al combustible arder y “desaparecer”, cuando en verdad se habrá transformado
en gases invisibles y en energía liberada.

Por ejemplo, al quemar metano (CH4) tendremos la siguiente reacción, cuyos subproductos
serán gaseosos e invisibles, pero de una cantidad de átomos idéntica:
Propiedades de la materia
Las propiedades de la materia pueden ser generales o específicas. Las propiedades
generales de la materia son aquellas características comunes a todos los cuerpos como lo
son:

 Masa: cantidad de materia que contiene un cuerpo.

 Volumen o extensión: espacio que ocupa un cuerpo.

 Peso: la fuerza que ejerce la gravedad sobre los cuerpos.

 Porosidad: espacio que existe entre las partículas.

 Inercia: característica que impide a la materia moverse sin intervención de una


fuerza externa.

 Impenetrabilidad: propiedad de que un cuerpo no pueda usar el espacio de otro


cuerpo al mismo tiempo.

 Divisibilidad: capacidad de la materia dividirse en partes más pequeñas.

Es importante recalcar que la materia y sus propiedades estarán siempre afectadas por las
fuerzas gravitatorias del medio en que se encuentran y por la fuerza de atracción entre las
moléculas que la componen.

Las propiedades específicas o extensivas de la materia son las características que


diferencian un cuerpo de otro y son agrupadas en:
 Propiedades físicas: son aquellas que definen la estructura medible del objeto como,
por ejemplo, el olor, la textura, el sabor, el estado físico, etc.

 Propiedades químicas: son las propiedades que cada sustancia tiene con respecto a
otras sustancias con la habilidad de crear otras nuevas como, por ejemplo, la
combustibilidad, la oxidación, la reactividad, la afinidad electrónica, entre otros.

Principios básicos de la energía


A medida que el ser humano ha ido comprendiendo tales principios, la obtención y
utilización de la energía ha sido más eficaz, alcanzando notables adelantos.

La energía se encuentra en constante transformación. Por ejemplo, parte de la electricidad


que utilizamos en nuestros hogares proviene de centrales hidroeléctricas: la energía
potencial gravitatoria del agua contenida en una represa es transformada en energía cinética
cuando el agua se pone en movimiento. Luego, mediante un alternador, dicha energía se
transforma en energía eléctrica.

Cuando un artefacto eléctrico, como un ventilador, se encuentra en funcionamiento, la


energía eléctrica se transforma en energía de movimiento, en energía sonora y en energía
calórica. Esto último se puede comprobar al poner la mano cerca del motor.

La energía experimenta una serie de transformaciones que se explican mediante los


siguientes principios:
La energía se conserva
La energía total –que es la suma de todas las formas de energía– es la misma antes y
después de cada transformación, independiente de la cantidad de cambios que experimente
y de la rapidez con que estos se realicen.

La energía se degrada
Aunque la energía se conserva en los diferentes cambios que experimenta, una parte de ella
siempre se transforma en energía menos útil, como calor o sonido. Por ejemplo, cuando
utilizamos una ampolleta, la energía eléctrica se transforma en energía lumínica y calórica.
Sin embargo, esta última forma de energía no es aprovechada de manera útil, sino que se
pierde o disipa.

En el diagrama superior se representa el principio de conservación de la energía. Allí se


puede observar que la energía disponible de un sistema se transforma, por una parte, en
energía útil, y por otra, en energía degradada.

La energía y sus características

Propiedades de la energía
La energía presenta las siguientes propiedades:

- Se conserva: no se crea, ni se destruye.


- Se transforma: se presenta de muchas formas y puede cambiar entre ellas.
- Se traspasa: puede pasar de un cuerpo a otro.
- Se degrada: una vez que se utiliza, ya no se puede aprovechar.

Tabla periódica de los elementos


La tabla periódica de los elementos es una disposición de los elementos químicos en forma
de tabla, ordenados por su número atómico (número de protones),1 por su configuración de
electrones y sus propiedades químicas. Este ordenamiento muestra tendencias periódicas,
como elementos con comportamiento similar en la misma columna.

En palabras de Theodor Benfey, la tabla y la ley periódica «son el corazón de la química —


comparables a la teoría de la evolución en biología (que sucedió al concepto de la Gran
Cadena del Ser), y a las leyes de la termodinámica en la física clásica—».2
Tabla periódica moderna, con 18 columnas.
[Nota: Incluye los símbolos de los últimos cuatro nuevos elementos aprobados por la
IUPAC: Nh, Mc, Ts y Og (28 de noviembre de 2016)3].

Las filas de la tabla se denominan períodos y las columnas grupos. 4Algunos grupos tienen
nombres. Así por ejemplo el grupo 17 es el de los halógenos y el grupo 18 el de los gases
nobles.5 La tabla también se divide en cuatro bloques con algunas propiedades
químicas similares.6 Debido a que las posiciones están ordenadas, se puede utilizar la tabla
para obtener relaciones entre las propiedades de los elementos, o pronosticar propiedades
de elementos nuevos todavía no descubiertos o sintetizados. La tabla periódica proporciona
un marco útil para analizar el comportamiento químico y es ampliamente utilizada
en química y otras ciencias.

Dmitri Mendeléyev publicó en 1869 la primera versión de tabla periódica que fue
ampliamente reconocida. La desarrolló para ilustrar tendencias periódicas en las
propiedades de los elementos entonces conocidos, al ordenar los elementos basándose en
sus propiedades químicas,7 si bien Julius Lothar Meyer, trabajando por separado, llevó a
cabo un ordenamiento a partir de las propiedades físicas de los átomos.8 Mendeléyev
también pronosticó algunas propiedades de elementos entonces desconocidos que anticipó
que ocuparían los lugares vacíos en su tabla. Posteriormente se demostró que la mayoría de
sus predicciones eran correctas cuando se descubrieron los elementos en cuestión.

La tabla periódica de Mendeléyev ha sido desde entonces ampliada y mejorada con el


descubrimiento o síntesis de elementos nuevos y el desarrollo de modelos teóricos nuevos
para explicar el comportamiento químico. La estructura actual fue diseñada por Alfred
Werner a partir de la versión de Mendeléyev. Existen además otros arreglos periódicos de
acuerdo a diferentes propiedades y según el uso que se le quiera dar (en didáctica, geología,
etc).9
Se han descubierto o sintetizado todos los elementos de número atómico del 1 (hidrógeno)
al 118 (oganesón); la IUPAC confirmó los elementos 113, 115, 117 y 118 el 30 de
diciembre de 2015,10 y sus nombres y símbolos oficiales se hicieron públicos el 28 de
noviembre de 2016.3 Los primeros 94 existen naturalmente, aunque algunos solo se han
encontrado en cantidades pequeñas y fueron sintetizados en laboratorio antes de ser
encontrados en la naturaleza.n. 1 Los elementos con números atómicos del 95 al 118 solo
han sido sintetizados en laboratorios. Allí también se produjeron
numerosos radioisótopos sintéticos de elementos presentes en la naturaleza. Los elementos
del 95 a 100 existieron en la naturaleza en tiempos pasados pero actualmente no. 11 La
investigación para encontrar por síntesis nuevos elementos de números atómicos más altos
continúa.

Características de los elementos de la Tabla Periódica

Organización de los elementos de la tabla periódica


Al organizar la tabla periódica en orden creciente según el número
atómico, Moseley ordenó los elementos químicos formando columnas horizontales y
verticales. Cada una de esas columnas recibió una denominación.

 Columnas horizontales: los períodos, que son siete, indican la cantidad de niveles de
energía presentes en cada átomo de cada elemento químico.

 Columnas verticales: las familias o grupos, que son dieciocho, indican el subnivel
más energético de cada átomo de cada elemento químico. Las familias periódicas
pueden dividirse en familias A o familias B, siendo ocho familias A (familia de los
elementos representativos) y ocho familias B (familias de los elementos de
transición)

También podría gustarte