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INTRODUCCION

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999


(CRBV) en su Preámbulo establece las normas o reglas a fin de establecer
una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y
pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide
los valores de la libertad, independencia, paz, solidaridad, bien común,
integralidad territorial, convivencia y el imperio de la ley.
Así mismo, la CRBV en el Título I Principios fundamentales Artículo 1
establece las bases del establecimiento como república fundamentada en
principios morales y valores de libertad, justicia, paz internacional, siguiendo
lineamientos del pensamiento de Simón Bolivar.
Además en el Artículo 2 también hace mención a la constitución del la
nación como estado democrático que defiende como valores superiores de
su ordenamiento jurídico y actuación a la vida, la libertad, justicia, igualdad,
solidaridad, democracia, responsabilidad social.
Es así como nos encontramos el vocablo valores desde nuestra carta
magna, hasta en lo más simple y elemental de la vida cotidiana.
Revisando la literatura, nos encontramos con que concepto de valor
aparece ya en doctrinas filosóficas antiguas. Fue muy común en la
antigüedad equiparar el ser verdadero con el valor. Para Platón, por ejemplo,
el verdadero ser: las ideas poseen la máxima dignidad y por ello son
valiosas.
En esta investigación se trataremos, el significado del termino valores,
además como herramientas asociadas al deber ser de una sociedad, una
persona y los requisitos necesarios para el cumplimiento de estos valores.
LOS VALORES
La axiología (< griego άξιος ['valioso'] + λόγος ['tratado']) o filosofía de
los valores, es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza de los valores
y juicios valorativos. El término axiología fue empleado por primera vez por
Paul Laupie en 1902 y posteriormente por Eduard Von Hartman en 1908.
La axiología no sólo trata en su mayoría intelectual y moral de los
valores positivos, sino también de los valores negativos, analizando los
principios que permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando
los fundamentos de tal juicio. La investigación de una teoría de los valores ha
encontrado una aplicación especial en la ética y en la estética, ámbitos
donde el concepto de valor posee una relevancia específica. Algunos
filósofos como los alemanes Heinrich Rickert o Max Scheler han realizado
diferentes propuestas para elaborar una jerarquía adecuada de los valores.
En este sentido, puede hablarse de una ‘ética axiológica’, que fue
desarrollada, principalmente, por el propio Scheler y Nicolai Hartmann.
Desde el punto de vista ético, la axiología es una de las dos principales
fundamentaciones de la Ética junto con la deontología.
Entre los muchos antecedentes de teorías sobre el valor, podemos
aducir a Nietzsche y su “transvaloración” donde ya se descubre el valor como
fundamento de las concepciones del mundo y de la vida. Marx también basa
buena parte de sus análisis socioeconómicos en el concepto de valor y
plusvalía. Por último, otra corriente preparatoria de la “teoría de los valores”
es el utilitarismo.
La “teoría de los valores” como disciplina filosófica relativamente
autónoma surgió en los siglos XIX y XX con autores como Brentano y
Lessing. Siguiendo esta línea se destacan por influencia Max Scheler o
Hartmann, de lo que se deduce la relevancia germánica en la corriente.
CONCEPTO
Scheler indica que todas las teorías existentes hasta entonces se
dividen en tres tipos:
a) Teoría platónica del valor: El valor es absolutamente independiente
de las cosas y está situado en una esfera metafísica y aun mitológica. Los
valores son entidades ideales, existentes, perfecciones absolutas
b) El nominalismo de los valores: El valor es relativo al hombre y está
fundado en la subjetividad (agrado-desagrado; deseo-repulsión)
c) Teoría de la apreciación: Una mezcla de a) y b). Niega como el
nominalismo la independencia de los valores pero a diferencia de éste afirma
que el valor reside en la apreciación de algo como valioso.
Scheler no admite ninguna de estas teorías, pues busca una “axiología
pura” o una “teoría pura de los valores”, similar a la “lógica pura”: los valores
son captados por una intuición emotiva, distinta de una mera captación
psicológica. Frente a Kant, Scheler afirma la primacía del valor sobre el
deber. Y, según él, nos hallamos rodeados por un cosmos de valores que no
producimos, sino que tenemos que reconocer y descubrir.
Estos valores se caracterizan por:
a) El valor es un nuevo tipo de ser: no es el ser real ni el ideal, sino el
ser valioso.
b) Los valores son objetivos: no dependen de las preferencias
individuales sino que se mantienen más allá de toda apreciación.
c) Los valores se presentan siempre frente a un aspecto negativo:
belleza-fealdad.
d) Son totalmente independientes de la cantidad, por eso no pueden
establecerse relaciones cuantitativas entre actos valiosos.
e) Puede establecerse una jerarquía entre los valores.

Valores Asociados Al Deber Ser La Sociedad


La ética es una disciplina filosófica que ha sido caracterizada como una
“ciencia del deber ser”. Muchos autores ha distinguido dos grandes sectores
de la realidad: el ser y el deber ser. El mundo del ser se refiere a lo que es de
fijo, a lo que acontece en la realidad fenoménica, independientemente de
nuestra voluntad y nuestro obrar. Se trata del mundo de la naturaleza, donde
todo acontece por necesidad. Así según esta concepción, en la naturaleza
impera la explicación casual: a determinadas causas corresponde
determinados efectos; por ejemplo si yo arrojo un objeto (por ejemplo un
libro) éste caerá inevitablemente al suelo; si no me alimento enfermare.
Pero, al lado de este mundo regido por la necesidad, por las
regularidades fenoménicas, por los encadenamientos causales, es posible
hablar de un mundo donde reina la libertad humana, donde las cosas no
suceden en forma necesaria, sino por la plena voluntad del hombre. Se trata
entonces del mundo del deber ser a partir del cual se establecen las bases
de la conducta moral, ya que solamente los actos libres, voluntarios y
autónomos son los que pertenecen al mundo moral.
En este ámbito del deber ser es donde se ha instalado la ética, la cual
descansa en la libertad humana. La libertad, es la condición de posibilidad de
la conducta moral y de la ética.
De la conducta moral, en cuanto a los actos libres y consientes de los
individuos en la sociedad; y de la ética cuanto a los actos libres y consientes
de los individuos en la sociedad; y de la ética, en cuánto a la reflexión sobre
la validez universal de dichos actos.

Bien Común.
“Por Bien Común se ha de entender el conjunto de aquellas
condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus
miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección. […] afecta
a la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aun por
la de aquellos que ejercen la autoridad” (CIC, n. 1906; cfr. GS, n. 26,1; 74, 1;
cfr. MM, n.65; cf. PIO XII, Radiomensaje Navidad 1942 Con sempre nuova
(24-XII-1942): AAS 35 (1943) 13).
Conjunto de condiciones de la vida social: estructuras, libertad, orden,
seguridad, educación, empleo, salud (perfeccionamiento físico y espiritual),
justicia, familia, vivienda, religión (el hombre tiene una dimensión
sobrenatural que es preciso desarrollar);
Asociaciones y cada uno de sus miembros: integrantes de la sociedad
agrupados o individualmente;
Comporta tres elementos esenciales:
1 Respeto a la persona en cuanto tal. En nombre del Bien Común, las
autoridades están obligadas a respetar los derechos fundamentales e
inalienables de la persona humana. La sociedad debe permitir a cada uno de
sus miembros realizar su vocación. En particular, el Bien Común reside en
las condiciones de ejercicio de las libertades naturales que son
indispensables para el desarrollo de la vocación humana: “derecho a actuar
de acuerdo con la recta norma de su conciencia, a la protección de la vida
privada y a la justa libertad.
2 Bienestar social y desarrollo del grupo mismo. El desarrollo es el
resumen de todos los deberes sociales. Ciertamente corresponde a la
autoridad decidir, en nombre del Bien Común, entre los diversos intereses
particulares; pero debe facilitar a cada uno lo que necesita para llevar una
vida verdaderamente humana: alimento, vestido, salud, trabajo, educación y
cultura, información adecuada, derecho a fundar una familia.
3 Implica “paz”, es decir, estabilidad y seguridad de un orden justo.
Supone, por tanto, que la autoridad garantiza por medios honestos, la
seguridad de la sociedad y la de sus miembros. El Bien Común fundamenta
el derecho a la legítima defensa individual y colectiva.
En definitiva son cuatro los elementos que constituyen el Bien Común:
1.- Las condiciones sociales de paz, justicia y libertad; 2.- Un conjunto de
bienes materiales, educativos, religiosos; 3.- Equidad en el reparto de esos
bienes; y 4.- Una adecuada organización social.
Características del Bien Común
1 Es objetivo: Es uno de los principios que rigen la vida social que es
preciso tener siempre presente. Es también uno de los conceptos más
desgastados y ambiguos, pues se lo confunde con bienestar, o calidad de
vida -visión ampliada del bienestar-. Pero estos conceptos centran el fin de la
sociedad en el individuo autónomo y nada tienen que ver con el concepto de
Bien Común.
2 Deriva de la naturaleza humana: El concepto de Bien Común “está
íntimamente ligado a la naturaleza humana. Por ello no se puede mantener
su total integridad más que en el supuesto de que, atendiendo a la íntima
naturaleza y efectividad del mismo, se tenga siempre en cuenta el concepto
de la persona humana”.
No es la suma de los bienes individuales, tampoco la sociedad es la
mera suma de los individuos. La sociedad es necesaria para que la persona
se realice como tal, y debe presentar una serie de condiciones que hagan
posible el desarrollo simultáneo de la persona y de ella misma, hacia la
perfección que se dará histórica y culturalmente. No hablamos aquí de unas
condiciones mínimas de desarrollo, ni de algo necesariamente material
(aunque lo material forma parte de la “integridad” del desarrollo humano).
Hablamos de condiciones de posibilidad.
3 Redunda en provecho de todos: “El Bien Común está siempre
orientado hacia el progreso de las personas: ‘el orden social y su progreso
deben subordinarse al bien de las personas y no al contrario’ [...]. Este orden
tiene por base la verdad, se edifica en la justicia, es vivificado por el amor”
En cuanto a la subordinación a las exigencias del Bien Común, las
personas “deben proceder necesariamente sin quebranto alguno del orden
moral y del derecho establecido, procurando armonizar sus derechos y sus
intereses con los derechos y los intereses de las demás categorías
económicas profesionales, y subordinar los unos y los otros a las exigencias
del Bien Común” aunque en grados diversos, según las categorías, méritos y
condiciones de cada ciudadano. Por este motivo, los gobernantes han de
orientar sus esfuerzos a que el Bien Común redunde en provecho de todos,
sin preferencia alguna por persona o grupo social determinado. No se puede
permitir en modo alguno que la autoridad civil sirva al interés de unos pocos,
porque está constituida para el Bien Común de todos.
Sin embargo, razones de justicia y de equidad pueden exigir, a veces,
que los hombres de gobierno tengan especial cuidado de los ciudadanos
más débiles, que pueden hallarse en condiciones de inferioridad, para
defender sus propios derechos y asegurar sus legítimos intereses” “Todo
grupo social debe tener en cuenta las necesidades y las legítimas
aspiraciones de los demás grupos”
La sociedad se ordena a la persona, “en consecuencia, el bien de la
persona está por encima (es la razón de ser) del Bien Común. Pero el
hombre, como individuo, se ordena al Bien Común: el Bien Común está por
encima del bien individual. El bien de la persona no se alcanza sino en su
trascenderse en la búsqueda del Bien Común”
Sencillamente, no pueden oponerse Bien Común y bien de la persona:
la persona que se cierra en su individualidad frustra su propio bien, a la par
que frustra la posibilidad de la consecución del bien de los demás.
“El Bien Común de un grupo social es pues el fin común por el cual los
integrantes de una sociedad se han constituido y relacionado en ella. Ese
Bien Común tiene como característica distintiva el hecho de que por su
propia naturaleza es esencialmente participable y comunicable a los
integrantes del grupo social”
4 Abarca a todo el hombre: “Abarca a todo el hombre, es decir, tanto a
las exigencias del cuerpo como a las del espíritu. De lo cual se sigue que los
gobernantes deben procurar dicho bien por las vías adecuadas y
escalonadamente, de tal forma que, respetando el recto orden de los valores,
ofrezcan al ciudadano la prosperidad material y al mismo tiempo los bienes
del espíritu”. “Abarca todo un conjunto de condiciones sociales que permitan
a los ciudadanos el desarrollo expedito y pleno de su propia perfección”
5 Obliga al Estado: La razón de ser de cuantos gobiernan radica por
completo en el Bien Común. De donde se deduce claramente que todo
gobernante debe buscarlo, respetando la naturaleza del propio Bien Común y
ajustando al mismo tiempo sus normas jurídicas a la situación real de las
circunstancias.
Siendo superior al interés privado, es inseparable del bien de la
persona humana, comprometiendo a los poderes públicos a reconocer,
respetar, acomodar, tutelar y promover los derechos humanos y a hacer más
fácil el cumplimiento de las respectivas obligaciones. Por consiguiente, la
realización del Bien Común puede considerarse la razón misma de ser de los
poderes públicos, los que están obligados a llevarlo a cabo en provecho de
todos los ciudadanos y de todo hombre -considerado en su dimensión
terrena-temporal y trascendente- respetando una justa jerarquía de valores, y
los postulados de las circunstancias históricas
Si toda comunidad humana posee un Bien Común que la configura en
cuanto tal, la realización más completa de este Bien Común se verifica en la
comunidad política. Corresponde al Estado defender y promover el Bien
Común de la sociedad civil, de los ciudadanos y de las instituciones
intermedias.
6 Obliga al ciudadano: Todos los individuos y grupos intermedios tienen
el deber de prestar su colaboración personal al Bien Común. De donde se
sigue la conclusión fundamental de que todos ellos han de acomodar sus
intereses a las necesidades de los demás, y deben enderezar sus
prestaciones en bienes o servicios al fin que los gobernantes han
establecido, según normas de justicia y respetando los procedimientos y
límites fijados por el gobierno.
Actualmente al no afrontarse con frecuencia los problemas sociales
“según criterios de justicia y moralidad”, sino de acuerdo con criterios
económicos e ideológicos, “se está perdiendo en la sociedad la capacidad de
decidir según el Bien Común; y esto está provocando, en el individuo, una
creciente incapacidad para encuadrar los intereses particulares en una visión
coherente del Bien Común” .
Principios morales del Bien Común
1 Bien particular y Bien Común no se contraponen
No puede haber contraposición entre el bien particular y el Bien
Común. Este es un principio básico de la antropología que explica el ser del
hombre en la singularidad del individuo y en la dimensión social de la
persona.
El conflicto se presenta en la vida práctica cuando se trata de
armonizar la esfera privada y la esfera pública o en los casos en los que
entran en colisión los derechos personales con las exigencias de la sociedad.
Cuando se presentan esos dos conflictos la solución no viene por la
simplificación de anular una dimensión del hombre, sino por el esfuerzo de
salvar las dos. Contraponer bien particular - bien público es optar por una
antropología insuficiente y es poner los cimientos de un desorden social.
Esta afirmación no va en contra de la disputa acerca de la primacía del Bien
Común, puesto que es una discusión en el terreno teórico. Aún en esos
casos no debe haber contraposición, puesto que incluso el Bien Común debe
respetar la ley natural que rige la conducta singular del individuo.
Aunque es importante que se reconozcan los derechos individuales, no
debemos hacerlo a expensas del equilibrio que se debe alcanzar entre los
derechos individuales y los derechos de todos a vivir juntos en comunidad. Si
pensamos en el equilibrio como en una balanza, debemos sopesar
igualmente los derechos individuales y los derechos de toda la comunidad.
Tenemos leyes de tráfico no porque un individuo tenga derecho a
conducir lo más rápidamente posible sino porque, si no se reglamentan los
derechos de los individuos, las carreteras serían un caos, por no decir una
catástrofe. Por consenso común, hemos convenido parar cuando el semáforo
está en rojo y permitir que el tráfico se mueva cuando está en verde.
Renunciamos en cierto sentido al ejercicio de un derecho individual
para que se puedan ejercitar los derechos de todos en armonía y paz.
2 Igualdad de los particulares ante el Bien Común
Los ciudadanos situados en el mismo plano, no pueden ser
privilegiados frente a otros, ante el Bien Común y en la misma escala de
valores. Este principio condena el tráfico de influencias y mantiene la
igualdad de todos los ciudadanos ante a ley. "Los partidos políticos deben
promover todo lo que crean que es necesario para el Bien Común; pero
nunca es lícito anteponer el propio interés al Bien Común".
3 Limitaciones de los derechos de los ciudadanos ante las demandas
del Bien Común
No confundir el Bien Común con un bien colectivo, puesto que el
primero mira por igual al individuo que a la colectividad, pero en ocasiones el
Bien Común demanda que el bien particular, ceda ante las exigencias de la
colectividad. "Quedando siempre a salvo los derechos primarios y
fundamentales, como el de la propiedad, algunas veces el Bien Común
impone restricciones a estos derechos". En este último caso el propietario
debe ser recompensado convenientemente.
4 Gradualidad en la aplicación del Bien Común
Debe redundar en beneficio del conjunto de los ciudadanos, pero no del
mismo modo ni en el mismo grado. Han de ser beneficiados los más débiles
y los más necesitados. Un trato por igual puede comportar una grave
injusticia. Cierto igualitarismo social puede comportar una injusticia social
generalizada.
5 El Bien Común abarca a todo el hombre
No se concreta sólo en los bienes económicos, sino en la riqueza de la
persona, las necesidades de la familia y en el bien de las sociedades
intermedias.
Educación
La discusión sobre el tema de los valores es sumamente amplia y
compleja, más aun cuando el campo de debate es el terreno educativo, pues
son precisamente los valores los que signan la voluntad de enseñar de los
seres humanos. Cada cultura, sociedad o individuos esta influido o
impregnado por una carga de valores que -conciente o inconscientemente-
condicionan la vida actuante del individuo bajo determinadas formas o
patrones culturales.
Los valores varían conforme al contexto, la historia y los intereses que
legitiman, éstos no son inmanentes en el tiempo, cambian conforme lo hacen
las relaciones entre los hombres. Tal como señala Carr, (1997:79) El hombre
civilizado, lo mismo que el hombre primitivo, es moldeado por la sociedad, y
de modo tan real y efectivo como moldea él la sociedad en que vive. En
pocas palabras, vivimos en un ambiente social, donde el aire que respiramos
esta constituido por valores.
La naturaleza humana ha mudado tanto, de país a país y de un siglo a
otro, que es difícil no considerar los valores como fenómeno histórico, al que
configuran las condiciones y convenciones sociales imperantes (Carr,
1997:79). La magnitud de la agrupación humana y su densidad define
determinados valores. La sociedad como totalidad (mundo) tiene sus valores
(Derechos Universales del Hombre) y sus sistemas parciales tienen los
suyos, dependiendo de la naturaleza de la actividad que los agrupe, así, para
el gremio de médicos privaran unos valores que son distintos a los del
gremio de maestros, o al gremio de transportistas, o a los partidos políticos,
asociaciones civiles, etc. Los valores se tiñen de contenidos, entonces
tenemos valores “familiares”, “científicos”, “constituciones”, “partidistas”,
“universitarios”, infinitamente podemos hacer así una larga lista, pero la idea
de comunidad vital nos agrupa en un solo conjunto: la sociedad; y de esta: la
venezolana, Latinoamérica, mundial. etc.
Cuando hablamos de educación y de educación en valores estamos en
presencia de una misma realidad. La educación forma el carácter, mental y
moral del individuo (Dewey, 1995), es por ello que la educación es
esencialmente un proceso de educación en valores. (Dewey, 1995; Payá,
1997; Savater, 2003; Bertone, 2003). Cuando nacemos comienza el mundo a
obrar en nosotros, y pasamos de ser unidades biológicas a unidades sociales
lo que implica desarrollar la humanidad en el ser humano (Savater, 2003). En
este proceso de vida se configura la humanidad del hombre bajo
determinados efectos sociales, culturales e históricos. La formación en
valores, precede de la vida social y de la acción escolar, esta socio
construcción -reconstrucción y organización- de la vida social es un proceso
permanente de selección entre distintas opciones de vida y sus formas de
interpretación.
Pero si los valores esta presente en todo y la educación es vida
(Dewey), porqué hablar de educación en valores, cuando la educación es
esencialmente –ya sea que lo reconozca explícitamente o lo encubra- un
proceso de educación en valores (Savater, 2003; Bertone, 2003). La
comunidad mundial se ha avocado a dar respuestas a este problema. Un
siglo XX muy agitado nos impone muchas reflexiones con miras a construir
un futuro mas tolerable entre los hombre. El tema educativo cobra fuerza en
las agendas pro y anti globalización, fomentar la universalización de la
educación es una estrategia de minimizar las brechas sociales, y se ha
constituido en uno de los mecanismos sociales más eficiente para generar
inclusión social.
Con ello no queremos caer en el optimismo pedagógico, pero el
aspecto educativo -en estos tiempos de decadencia- cobra forma como
opción política de inclusión social, y sino demos un vistazo a las actividades
desarrolladas por organismos como la UNESCO, la OEI, esto sin contar con
la cantidad de reformas educativas emprendidas por los estados por una
mejorar de la educación.
Algunas consideraciones básicas sobre la definición de “valores
El valor como esquema de comportamiento que define lo bueno y lo
malo como parte de la búsqueda de la felicidad del ser humano (Rodríguez,
2004:14). Los valores lo expresamos en la convicción razonada de que algo
es bueno o malo, interiorizado se convierte en normas y pautas de
comportamiento.
Los valores expresan sistemas de "conciencias", rigen nuestra mente y
configuran o explican nuestras acciones. Es más viable saber los valores de
una persona por las acciones que realiza que por las declaraciones de virtud
o malicia que pueda expresar, los valores se constituyen en conductas
orientadoras (Guédez, 2001). El valor no es, pero vale, con ello Payá (1997)
ilustra con claridad meridiana que los valores existen en la acción, interés y
la voluntad de las acciones humanas. Son las abstracciones más concretas
de la vida social.
Algunos autores llega a confundir valores con el concepto del cultura.
Aunque están íntimamente vinculados con la cultura, los valores implican
determinaciones culturales que pone de manifiesto su significación positiva o
negativa para este en particular y para la sociedad. (Añorga y otros, s/f).
Desempeña el papel de puntos de referencia diaria con la actividad
mental o social y en la determinación del sistema de relaciones practicas
entre los hombres en su medio y con él, consigo mismo, en su realización
humana (Añorga y otros, s/f). Un valor no es simplemente una preferencia,
sino una preferencia que se cree y/o se considera justificada, ya sea
moralmente, como fruto de un razonamiento o como consecuencia de un
juicio estético, aunque por lo general se compone de dos o tres de estos
criterios o de la combinación de ellos. (Kohlberg, L y Turiel, E. 1981, citado
por Ramos). Los valores también esta ligados a la sociedad y la política.
Cada sociedad "conviene" determinado arreglo entre los hombre con la
finalidad de lograr la convivencia social. Los valores impregnan tales
relaciones, éstos se constituyen en formulas de relación entre los hombres,
que es expresión y elemento constitutivo del sistema político bajo los cuales
los hombres configuran las estructuras de poder de la sociedad. Los valores
no son "neutrales" expresan creencias y pautas de conducta que estructuran
y legitiman determinados sistemas políticos, incluso, formas de gobierno.
Política y valores van de la mano, pues son expresiones de las formas como
los hombre dirimen su problemas de existencia.
Ante la idea que de los valores es producto de la vida social, qué son
los valores. En un sentido muy amplio, podemos aventurarnos a definir
-provisionalmente- los valores como atribución de significados a las “cosas”,
“conductas” y “relaciones” que rigen la experiencia humana. La gama de
sentido que le damos a los elementos que “nos rodean” y que de alguna
manera define las pautas bajo las cuales interactuamos con ellos. Es muy
probable que si no conocemos el significado de las cosas -el sentido que
tiene para el hombre- no comprenderemos su valor para la existencia
humana y la vida social.
Cuando se incurre en el campo y la reflexión sobre los valores,
entramos a área disciplinar que se ha venido constituyendo sobre la base de
la reflexión de los móviles de las acciones de los hombres: la axiología. Ésta
es una disciplina consagrada a descubrir y analizar los valores, sus principios
y fundamentos con respecto a las accione humanas. La Axiología cobra
forma dentro del ámbito de las ciencias humanas –junto a la ética- como
expresión de las necesidades de comprender e interpretar las acciones
humanas con respecto a sus significados e interpretación de los mismos con
respecto a su entorno sociocultural. Los inicios de la axiología como
disciplina se remontan a la segunda mitad del siglo XVIII, pero no es sino
hasta la segunda mitad del siglo XIX donde adquiere mayor forma en el
discurso filosófico. (Payá, 1997:37)
La axiología como disciplina que se ocupa del estudio de los valores en
cuanto a sus relaciones, jerarquizaciones, clasificaciones conforme sus
materializaciones y significados para el individuo y la sociedad. Existe una
gama de clasificaciones y jerarquizaciones sobre los valores, así tenemos
valores objetivos y valores subjetivos, valores positivos y valores negativos,
valores y antivalores, valores morales, etc.
Los valores también implican “principios”, entendiendo a estos
principios como pautas universales y permanentes de desarrollo, que se
aceptan como verdad. Máximas, preceptos y reglas de conducta, los
principios son los elementos fundamentales de cualquier cosa; son verdades
o ideas que sirven de fundamento a otras verdades y razonamientos. Son las
reglas por las que cada cual se rige. En definitiva, son el origen del algo que
no tiene precedente, ni simple razonamiento, pero que se constituyen en
referentes de la acción humana.
Los Valores y la Educación Escolar Venezolana
Cómo educar en valores cuando sabemos que la influencia educativa
de la escuela es más restringida que el efecto educativo de la sociedad como
totalidad en el individuo. La educación es el efecto amplio de las fuerzas de
la sociedad actuando sobre la persona, la escuela apenas cubre un espectro
de toda esa fuerzas, qué valores que deben fomentarse en la educación -
escolar venezolana. Esta es una pregunta que ha invadido la mente de
muchas personas involucrados o no con la cuestión educativa.
El tema de los valores ha estado presente a lo largo de la historia de la
educación venezolana. Cada proyecto educativo que se ha sucedido
históricamente, ha exteriorizado formalmente, valores consecuentes con las
circunstancias sociales, económicas, y particularmente, de las distintas
formas de Estado y regímenes políticos, cuya dinámica configura una
particular racionalidad conforme a los intereses de los grupos de poder
orquestados en la estructura de gobierno. Eso desde la consideración
“oficial” de los valores en la escuela venezolana, pues faltaría enumerar una
larga lista de valores que la sociedad venezolana posee como totalidad
compleja, y que llega a la orilla de la escuela como olas del mar. Eso que
muchos llaman currículo oculto, pero que en la realidad no es más que la
expresión de los seres humanos y su comunidad de vida, como seres que
piensan y actúan tanto en la sociedad como totalidad y en la escuela como
expresión de ésta.
La educación en valores adquiere forma explicita en la educación
básica en la Reforma de la Educación Venezolana impulsada en la década
de los '90 como una alternativa para superar los problemas mas relevantes
que el sistema educativo actual no ha logrado resolver: una educación que
ha ignorado la naturaleza pluridimensional del desarrollo humano y
intentando controlar la conducta con modelos simplistas muy reducidos,
dejando por fuera la complejidad y riqueza de la dinámica humana. (ME,
1998). La formula de incorporación explicita de los valores en la escuela
venezolana, por lo menos en el nivel de educación básica fue por la vía de
una estrategia curricular llamada ejes transversales. En otros niveles del
sistema escolar el tema de los valores sigue estando implícito en los
contenidos de la enseñanza, muchas de las veces esta concentradas en
asignaturas, caso de la Educación Media, Profesional y Diversificada y en la
Educación Superior.
Esto nos lleva a las preguntas pedagógicas necesarias: quien decide
que valores enseñarse, para que enseñarse esos valores y como enseñar
tales valores. Incluso cómo articular la educación en valores en la escuela
venezolana. La frondosidad de valores que imperan en la configuración del
proyecto educativo nacional, cómo las sociedades -en particular la
venezolana- han logrado aflorar los valores en la educación, particularmente,
en el currículo de su educación básico. El análisis de los valores en la
escuela debe considerarse los asignados socialmente (valores objetivos)
derivado de los planes normativos desde los cuales se configuran los fines
de la institución escolar; los valores propios de la escuela (valores
institucionales) y los valores de los actores educativos (valores subjetivos)
La actual estructura del sistema educativo esta configurada para
proyectar determinados valores sociales. Jerarquizando los distintos
lineamientos y políticas que configuran el proyecto educativo nacional
tenemos que identificar los valores instituidos en la normativa legal vigente.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), la LOE
(2009), son realidades legislativas que signan la educación venezolana y en
particular a la escuela nacional, expresan los valores fundamentales de
nuestro Proyecto Educativo Nacional, en ello se incorpora el fomento de la
libertad, independencia, igualdad, justicia y paz internacional, basada en la
doctrina de Simón Bolívar, el Libertado.
La Ley Orgánica de Educación vigente establece que la educación
promoverá: el pleno desarrollo de la personalidad, la formación de un hombre
sano, culto, critico, democrático, justo, libre, participativo, en correspondencia
con los valores de la identidad nacional, tolerante, que favorezca la
convivencia y fomente la paz entre los pueblos. También se señala el
desarrollo de la conciencia ciudadana para la conservación, defensa y
mejoramiento del ambiente; sobre los medios de comunicación establece
que estos apoyaran el proceso educativo, igualmente se prohíbe la difusión
de elementos que produzcan terror en los niños, inciten el odio, a la
agresividad, la indisciplina, deforme del lenguaje y atente con los sanos
valores del pueblo venezolano, la moral y las buenas costumbres. Los
distintos proyectos educativos que se han preescrito desde 1999 a la fecha
han destacado los valores bolivarianos como eje fundamental de los valores
ha enseñar en la escuela básico.
En el ámbito concreto del centro escolar y del aula en particular, cómo
desplegar la enseñanza de los valores. Cada acto de enseñanza se
despliega desde un modelo de interacción pedagógica. La enseñanza de los
valores en el centro escolar y en el aula va a depender del enfoque de
educación en valores que se conciba (Vasco, 1996) y del modelo de
educación en valores que organice la actividad educativa (Paya, 1997). Así
encontraremos diferentes prototipos de educación en valores que orientan el
proceso de construcción de la persona moral. Cada acto de enseñanza se
despliega desde un modelo de interacción pedagógica.
Todo valor y su enseñanza deben partir de un principio o un criterio con
arreglo a fin, es decir, un valor con criterio argumentable que pudiera
fundamentar un valor en la escuela, no solo como acto de enseñanza, sino
como principio de la actividad de la escuela como comunidad de vida.
(Dewey, s/f) Tal vez sea este el primer valor: asumir a la escuela como
comunidad de vida. Tal como lo plantea Ramos (2002:69) educar en valores
es tarea profunda que tiene como elemento esencial en primer lugar, la
vivencia. Se enseñan lo que se sabe, pero se educa por lo que se vive.
Además de las vivencias, se requiere en segundo lugar, tener claro
conceptualmente lo que se quiere hacer; y como tercer requisito, estar
preparado metodológicamente.
Todo valor y su enseñanza deben partir de un principio o un criterio con
arreglo a fin, es decir, un criterio argumentable que pudiera fundamentar un
valor en la escuela, no solo como acto de enseñanza, sino como principio de
la actividad de la escuela como comunidad de vida. Para educar en valores,
es necesario interiorizar los contenidos esenciales a su marco referencial.
(Ramos, 2002:67) Esta idea nos permitiría construir un referente que tenga la
posibilidad de constituirse en una moralidad universalmente validad para los
actores educativos. Conforme los valores que comulgamos –implícita o
explícitamente- se expresa determinado modelo de enseñanza, así Vasco
(1996) identifica tres enfoques en la enseñanza de valores:
1.- El enfoque de transmisión cultural. Desde este enfoque se
dependen dos dimensiones, por un lado los valores morales pueden
enseñarse directamente de la cultura. Cada cultura tiene sus sistemas de
valores que deben ser transmitidos de generación en generación. Forman
parte de su constitución genético-cultural. La segunda dimensión hace
énfasis en el hecho de que se asume los valores como dogma. Desde esta
perspectiva la enseñanza en valores es un acto de adoctrinamiento, los
valores son los que son y no hay espacio a duda y reflexibidad sobre los
mismos. Los valores y su enseñanza es un acto de formación en los dogmas
del grupo.
2.- El enfoque de clasificación de valores, desde este enfoque no se
pone tanto acento en el contenido de los valores, sino en el proceso mismo
de valoración, es decir, se basa en una serie de estrategias encaminadas a
que las personas hagan consiente lo que valoran y lo asumen plenamente.
No existe ningún criterio que permita emitir un juicio moral, todos los
valores están “clasificados” en un mismo nivel.
3.- El enfoque de basado en principios, en el cual se propone una
formación moral con arreglo al criterio que he aceptado como fundamental.
Desde este enfoque se propone que aceptar un valor es el resultado de un
proceso racional. Los principios que sustentan los valores morales son
asumidos argumentada mente.
Ante tantos valores consagrados en nuestro proyecto educativo
nacional, qué valores fomentar en la educación escolar venezolana. El acto
pedagógico en la escuela venezolana debe fomentar los valores de Respeto,
Tolerancia, Solidaridad y Empatía, en el marco de las búsquedas de la
Libertad y la Democracia. Estos son base de la interacción social en el
ambiente aula.
El proyecto educativo nacional asigna una amplia responsabilidad a la
escuela en el fomento considerados esenciales para el desarrollo de
ciudadano venezolano. Con miras a fortalecer tal ciudadanía, en el ámbito
educativo escolar fomentar el Respecto es dar cabida al reconocimiento de
"si mismo" frente a los "otros" desde sus particularidades e identidades, no
como sujetos "distintos" sino "diferente". El respeto trasciende todo los
ámbitos, cognitivos, afectivos y moral, y se constituye en una voluntad del
espíritu hacia la apertura, la discusión y la Tolerancia, y en su sentido más
amplio al respecto de los Derechos Humanos.
Generar un clima de Tolerancia es aceptar la diversidad de ideas,
parecer y acciones, siempre y cuando no atenten con el respeto. Esta
íntimamente ligados, incluso es una condición de la tolerancia la presencia
del respeto en el aula. La tolerancia permita desplegar un trabajo
cooperativo, basado en el respeto a las normas y el la diversidad.
Los valores enunciados anteriormente nos abren paso al valor de la
solidaridad, no como copiarme el trabajo del compañero, sino desde el
fomento del compartir información, reconocimiento de las capacidades y
cualidades personales, para desde allí estimular el crecimiento personal. La
solidaridad se manifiesta cuando el individuo se sensibiliza ante el dolor
ajeno y los problemas de la comunidad, colabora con las actividades
desplegadas en el ámbito escolar de forma autónoma, con plena voluntad
frente a su responsabilidad.
El valor de la empatia integra aspectos de los anteriores, y cumple una
función integradora. La empatía se relaciona con la capacidad que tiene el
individuo para ante determinada situación colocarse en los "zapatos" del otro,
esto con la idea de buscar comprender sus acciones y motivaciones, no bajo
la idea de justificación, sino de entendimiento. Entender el origen de nuestras
motivaciones es asumir con empatía la búsqueda de reconocimiento en el
otro.

Trabajo
Trabajar es solo el primer paso, hacerlo bien y con cuidado en los
pequeños detalles es cuando se convierte en un valor.
Alguna vez un cómico dijo "Tan terrible es el trabajo que hasta pagan
por hacerlo", sin embargo el trabajo es un valor fundamental.
Cuando alguien se refiere a nosotros por “ser muy trabajadores” nos
sentimos distinguidos y halagados: los demás ven en nosotros la capacidad
de estar horas y horas en la escuela, en la casa o en la oficina haciendo
“muchas cosas importantes”. Efectivamente esa puede ser la razón, pero
existe la posibilidad de carecer de un sistema de trabajo que nos lleva a
“trabajar” más tiempo de lo previsto. Esto se identifica con claridad cuando
iniciamos varias tareas y sólo terminamos algunas, generalmente las menos
importantes (las que más nos gustan o se nos facilitan), además de ir
acumulando labores que después se convertirán en urgentes.
La laboriosidad significa hacer con cuidado y esmero las tareas,
labores y deberes que son propios de nuestras circunstancias. El estudiante
va a la escuela, el ama de casa se preocupa por los miles de detalles que
implican que un hogar sea acogedor, los profesionistas dirigen su actividad a
los servicios que prestan. Pero laboriosidad no significa únicamente "cumplir"
nuestro trabajo. También implica el ayudar a quienes nos rodean en el
trabajo, la escuela, e incluso durante nuestro tiempo de descanso; los padres
velan por el bienestar de toda la familia y el cuidado material de sus bienes;
los hijos además del estudio proporcionan ayuda en los quehaceres
domésticos.
Podemos, fácilmente, dar una apariencia de laboriosidad cuando
adquirimos demasiadas obligaciones para quedar bien, aún sabiendo que no
podremos cumplir oportunamente; también puede tomarse como pretexto el
pasar demasiado tiempo en la oficina o la escuela para dejar de hacer otras
cosas, como evitar llegar temprano a casa y así no ayudar a la esposa o a
los padres.
Al crear una imagen de mucha actividad pero con pocos resultados se
le llama activismo, popularmente expresado con un “mucho ruido y pocas
nueces”. Es entonces cuando se hace necesario analizar con valentía los
verdaderos motivos por los que actuamos, para no engañarnos, ni pretender
engañar a los demás cubriendo nuestra falta de responsabilidad.
La pereza es la manera común de entender la falta de laboriosidad;
las máquinas cuando no se usan pueden quedar inservibles o funcionar de
manera inadecuada, de igual forma sucede con las personas: quien con el
pretexto de descansar de su intensa actividad -cualquier día y a cualquier
hora- pasa demasiado tiempo en el sofá o en la cama viendo televisión
“hasta que el cuerpo reclame movimiento”, poco a poco perderá su
capacidad de esfuerzo hasta ser incapaz de permanecer mucho tiempo
trabajando o estudiando en lo que no le gusta o no le llama la atención.
Para ser laborioso se necesita estar activo, hacer cosas que traigan
un beneficio a nuestra persona, o mejor aún, a quienes nos rodean: dedicar
tiempo a buena lectura, pintar, hacer pequeños arreglos en casa, ayudar a
los hijos con sus deberes, ofrecerse a cortar el pasto... No hace falta pensar
en grandes trabajos “extras”, sobre todo para los fines de semana, pues el
descanso es necesario para reponer fuerzas y trabajar más y mejor. El
descanso no significa “no hacer nada”, sino dedicarse a actividades que
requieren menor esfuerzo y diferentes a las que usualmente realizamos.
Podemos establecer pequeñas acciones que poco a poco y con
constancia, nos ayudarán a trabajar mejor y a cultivar el valor de la
laboriosidad:
- Comenzar y terminar de trabajar en las horas previstas.
Generalmente cuesta mucho trabajo, pero nos garantiza orden para
poder cubrir más actividades.
- Establecer un horario y una agenda de actividades para casa,
en donde se contempla el estudio, el descanso, el tiempo para cultivar las
aficiones, el tiempo familiar y el de cumplir las obligaciones domésticas o
encargos.
- Terminar en orden y de acuerdo a su importancia todo lo
empezado: encargos, trabajos, reparaciones, etc.
- Cumplir con todos nuestros deberes, aunque no nos gusten o
impliquen un poco más de esfuerzo.
- Tener ordenado y dispuesto nuestro material y equipo de
trabajo antes de iniciar cualquier actividad. Evitando así poner pretextos
para buscar lo necesario y la consabida pérdida de tiempo e interés.
- Esmerarnos por presentar nuestro trabajo limpio y ordenado.
Cuando nos decidimos a vivir el valor de la laboriosidad adquirimos la
capacidad de esfuerzo, tan necesaria en estos tiempos para contrarrestar la
idea ficticia de que la felicidad sólo es posible alcanzarla por el placer y
comodidad, logrando trabajar mejor poniendo empeño en todo lo que se
haga.

Inclusión
Los valores orientan y muestran las conductas sociales, y pueden
explicar sus cambios.
Ahora bien ¿cómo se construye un valor social? ¿cómo logramos que
la inclusión sea un valor social? ¿cómo haremos para pasar de la retórica a
la acción y al cambio?
Es indudable que el capitalismo y en especial el empleo han mostrado
con gran énfasis sus características exclusógenas a partir de la década de
los 80. Momento en el cual, el término inclusión es utilizado más
ampliamente.
Anteriormente hablábamos de pobreza o de pobres, pero para evitar
una visión tan economicista del término, Europa en principio pero luego el
resto de los países, fuimos reemplazando paulatinamente „Ÿen gran parte„Ÿ
los términos pobreza y riqueza por exclusión e inclusión o integración,
respectivamente.
Con estos términos se puede percibir que no sólo se habla de un tema
económico, sino de un proceso.
Por consiguiente no hablamos de inclusión sólo en términos
económicos, sino como un proceso que se asienta sobre tres pilares. El pilar
social, en forma de red, que contiene los afectos (grupos, familia,
asociaciones civiles, etc.), el pilar gubernamental cuya función es brindar
protección social (leyes, subsidios, educación, etc.) y el tercer pilar que se
refiere al ámbito productivo más específicamente al trabajo.
Algunos colectivos pueden estar excluidos de los tres pilares.
Pensemos, por ejemplo, en las personas con discapacidad que algunas
veces se encuentran expuestas a leyes que no se cumplen o protecciones a
las cuales no acceden como la educación, algunos otros tienen una historia
familiar de abandono, y las estadísticas demuestran que el 80% están
desempleados. Seguramente ya habrá adivinado que atravesando los tres
pilares, está nuestro sistema de valores.
Por lo tanto, construir el valor social de la inclusión no es una tarea
sencilla. La exclusión es un factor estructural por lo tanto la estrategia de
inclusión, debe estar en las políticas públicas, en las redes sociales, y
también a nivel individual.

Unidad.
La unidad es armonía entre las personas de un grupo. La unidad se
mantiene al concentrar energía y dirigir el pensamiento, al aceptar y apreciar
el valor de la rica indumentaria de los participantes y la contribución única
que cada uno puede hacer y al permanecer leal no sólo el uno al otro sino
también a la tarea.
La unidad se construye a partir de una visión compartida, una
esperanza anhelada, un fin altruista o una causa para el bien común. La
unidad da sustento, fuerza y valor para hacer que lo imposible se haga
posible. Junto con la determinación y el compromiso, la unidad hace que la
tarea más difícil parezca fácil.
La estabilidad de la unidad proviene del espíritu de igualdad e
identidad, de los valores nobles personificados en los principios universales
fundamentales. La grandeza de la unidad es que se respeta a todos. La
unidad crea la experiencia de cooperación, aumenta el fervor y el entusiasmo
por la tarea y hace que el ambiente sea poderoso y facilitador.
Una reunión carece de unidad mientras no haya armonía dentro del
propio ser y entre las personas del grupo. Así como un músico necesita
ensayar a solas con su instrumento antes de formar parte de una orquesta
sinfónica, la persona necesita soledad para estar en contacto con su
capacidad, su potencial y su especialidad antes de unirse al grupo. Para que
haya eficiencia individual, se necesita que haya claridad y limpieza en las
motivaciones e intenciones. Mirar hacia el interior ayuda a armonizar
pensamientos, palabras y acciones. La persona puede entonces adaptarse
según sea necesario. Esta integración personal mantiene al individuo
“sintonizado”.
La orquesta crea consonancias de sonido gracias a la combinación de
las distintas cadencias rítmicas de cada uno de sus instrumentos. De la
misma manera, un grupo se vuelve dulcemente armonioso cuando cada
persona adopta el poder de acomodar las capacidades y especialidades de
los demás; las entona con el propio ser, y luego se combina con la orquesta.
La unidad se mantiene al concentrar energía para dirigir el pensamiento, al
aceptar y apreciar el valor del conjunto de participantes y la contribución
única que cada uno puede apuntar, y permanecer leal no sólo uno al otro
sino también a la tarea. Este enfoque positivo construye gradualmente un
“crescendo” a medida que se experimenta la unidad en la diversidad; y como
la unidad inspira un compromiso personal más fuerte y un logro colectivo
mayor, ¡se pueden crear tanto la danza como la música!
Causas de la falta de unidad
Una muestra de descortesía puede causar una ruptura en la unidad.
Interrumpir a los demás, criticarlos de forma destructiva y prolongada,
vigilarles o controlarles son acordes estridentes que golpean duramente los
vínculos y las relaciones. El ego y la inferioridad producen sonidos
disonantes. Esta disonancia puede escucharse fácilmente o de forma muy
sutil, y se puede encontrar desde el dilatarse en las debilidades de los demás
y en la sed de ser reconocido hasta en los celos, la inseguridad y las dudas.
A veces, por detalles insignificantes, las personas se vuelven agresivas, se
disgustan, se enojan o se ponen violentas; entonces se desintegran en
pequeños grupos, provocando oposición y conflictos. Después se hace
esencial volver a afinarse.
Una necesidad humana básica es el sentimiento de pertenencia, de
formar parte de un todo unificado. La gente no quiere permanecer aislada,
sin pensar en el mundo que los rodea. También es muy humano interesarse
en otras personas y otras culturas así como tener un profundo sentimiento de
compasión por el sufrimiento e injusticias que se infringen a los demás. Por
tanto, forma parte del instinto humano el querer estar juntos y formar
agrupaciones naturales o estructurar reuniones que proporcionen una
plataforma común para hablar unos con otros. De esta forma, la gente
aprende a conocerse, a comprenderse y a ayudarse mutuamente. Esto es
válido tanto para los individuos como para las naciones. Consciente o
inconscientemente, elegimos estar juntos para actuar juntos.
Hoy en día, nuestra curiosidad se satisface con la ayuda de la
televisión y los medios de comunicación, porque nos traen a las personas y
culturas de todo el mundo a la mismísima sala de estar de nuestra casa. Si
esto no es suficiente para algunos, ¡viajar puede darnos experiencias
directas! La humanidad puede enorgullecerse de sus virtudes y de su
ingenuidad. Sin embargo, junto a todo lo bueno, la humanidad es igualmente
culpable de sus vicios. Cuando se ven a los hermanos como “enemigos”, la
energía vital se dirige de manera equivocada y el hogar de la unidad se
estremece constantemente. Como resultado, la humanidad no ha podido
sostener la unidad en contra de los enemigos comunes: las guerras civiles,
los conflictos étnicos, la pobreza, el hambre y la violación de los derechos
humanos.
El foco interno
Para crear unidad en el mundo hay que comenzar por cambiar la
conciencia individual. Esto requiere que el intelecto humano se aleje del
conflicto y la confusión —de manera progresiva durante un cierto lapso—
para concentrarse en direcciones positivas. Tal foco interno no aísla al
individuo, al contrario, hace lo opuesto: lo acerca a los demás, y en este
acercamiento, en esa humanidad compartida, hay una fuerza colectiva para
explorar y sostener una transformación fundamental y constructiva.

Identidad
La identidad no debe ser entendida como dada una vez y para siempre
ni como una suma pasiva de roles a lo largo de toda la vida de las personas;
es en cambio una negociación interactiva y significativa. De esta manera los
agentes humanos dotados de entendimiento, voluntad y deseo son capaces
de obrar de forma reflexiva (Giddens, 1986), y por ello participan
recursivamente de la construcción material y simbólica de sí y de las
estructuras dentro de las cuales se da el proceso social de atribución de
identidad.
La identidad, tomando la definición de Claude Dubar (2000b), es una
construcción/reconstrucción entre dos procesos y dimensiones de las
personas: lo biográfico y lo relacional. El sujeto construye su identidad a
partir de una transacción interna al individuo, delineando “qué tipo de
persona uno quiere ser” en correspondencia con su biografía; y una
transacción externa entre el individuo y las instituciones y grupos a los que
pertenece, a través de la cual se perfila “qué tipo de persona uno es”, y con
ello a qué definición oficial corresponde.
De esta manera y a través del conjunto de representaciones sociales
que conforman por un lado el acto de pertenencia y por otro el de atribución,
el sujeto edifica en una misma identidad dos dimensiones de sí: la identidad
para sí y la identidad para otro. Ambos aspectos de la identidad son
inseparables y se construyen en un proceso continuo en el que el sujeto y su
entorno se entre-trascienden y determinan.
La distinción entre lo biográfico-personal y lo relacional-social, debe
comprenderse solamente en un plano analítico. La identidad es el resultado
contingente de la articulación de esas dos dimensiones, realizada en el plano
del discurso. Es decir, dicha articulación, se procesa en el nivel simbólico de
las representaciones. Y por ello, éstas resultan ser un emergente privilegiado
para el estudio de la identidad.
La identidad, retomando a Dubar (2000b), es el “resultado a la vez
estable y provisorio, individual y colectivo, subjetivo y objetivo, biográfico y
estructural de los diversos procesos de socialización que conjuntamente
construyen a los individuos y definen a las instituciones”6. La identidad
personal se vincula con la capacidad de las personas de diferenciarse de los
demás y ser, por ello, únicas e irrepetibles. La identidad grupal, en cambio,
nos hace partícipes de la sociedad e influenciables por los procesos
históricos de índole política, cultural y económica.
La dimensión relacional, es decir, la “identidad para otro”, es ineludible
en un estudio sobre identidad, porque esta última está vinculada a la
incesante búsqueda de reconocimiento: el otro es fundante desde las etapas
más tempranas de la vida.
Las identidades se nutren constantemente de identificaciones que
cimientan la subjetividad, y con ello construyen microscópicamente las
prácticas de cada persona. Las fuentes significativas e identificatorias de la
subjetividad pueden ser múltiples, es decir, existe un abanico de discursos
interpelantes que materializan actos permanentes de atribución a los sujetos.
La familia, como instancia más temprana, provee las identificaciones
primarias, que estarán seguidas por otras que emanan de posteriores
marcos referenciales presentes a lo largo de toda la vida, como el grupo
generacional, el grupo étnico, la formación escolar, la pertenencia política, la
comunidad o barrio, la religión, el género y el espacio de trabajo.
Debido a la mencionada multiplicidad de interpelaciones, la identidad
no se compone de elementos armónicos, sino que está interceptada por
prácticas y discursos diferentes o antagónicos7. Pero, precisamente porque
las identidades son construidas también a partir del discurso, es necesario
entenderlas como producidas en espacios institucionales e históricos
específicos (Hall, 1997), que es imprescindible atender en cualquier análisis.
Emergen del juego de diferentes modalidades de poder, de procesos de
exclusión y de diferenciación, pero también de las diferentes estrategias de
reacción e interpretación por parte de los sujetos. Por eso son parte de un
proceso de construcción y reconstrucción inagotable, en el que las personas
no pierden su papel activo y protagónico.
Diferenciación, identificación y reconocimiento son momentos
inseparables y articulaciones del proceso de construcción de identidad, y
están situados en el seno de la experiencia conflictual y social de las
relaciones humanas (Sanselieu, 1988).
Como ya mencionamos, el mundo del trabajo fue un lugar fecundo
donde las identificaciones generadas a partir de diferenciaciones estables en
el mercado laboral, contribuyeron a establecer un firme reconocimiento de
los sujetos y de su valor social.
La distinción entre lo biográfico-personal y lo relacional-social, debe
comprenderse solamente en un plano analítico. La identidad es el resultado
contingente de la articulación de esas dos dimensiones, realizada en el plano
del discurso. Es decir, dicha articulación, se procesa en el nivel simbólico de
las representaciones. Y por ello, éstas resultan ser un emergente privilegiado
para el estudio de la identidad.
La identidad, retomando a Dubar (2000b), es el “resultado a la vez
estable y provisorio, individual y colectivo, subjetivo y objetivo, biográfico y
estructural de los diversos procesos de socialización que conjuntamente
construyen a los individuos y definen a las instituciones”6. La identidad
personal se vincula con la capacidad de las personas de diferenciarse de los
demás y ser, por ello, únicas e irrepetibles. La identidad grupal, en cambio,
nos hace partícipes de la sociedad e influenciables por los procesos
históricos de índole política, cultural y económica.
La dimensión relacional, es decir, la “identidad para otro”, es ineludible
en un estudio sobre identidad, porque esta última está vinculada a la
incesante búsqueda de reconocimiento: el otro es fundante desde las etapas
más tempranas de la vida.

Paz
Un valor fundamental para las personas, las familias y las naciones
¿Cómo puede cultivarse este valor desde nuestro interior? Vivir la fraternidad
y la armonía entre los seres humanos son los ideales de paz que más se
predican, en contraposición al desastre, la guerra y a todo género de
conflictos. Pero la paz no comienza desde fuera, sino desde dentro. No
depende de las decisiones de altos funcionarios sino de lo que llevamos en
el interior.
La paz es un valor que suele perderse fácilmente de vista. Cuando una
nación entra en conflicto con otra y tenemos que vivir sus consecuencias o
cuando en la familia los problemas o pleitos comienzan a surgir comenzamos
a apreciar el valor que tiene la paz.
La paz puede verse a nivel internacional o a nivel personal, pero en
cualquier perspectiva debemos entender que no surge como producto de un
"no meterse con nadie", con un dejar hacer a los demás para que me dejen
"vivir en paz". La calma y tranquilidad tampoco se da, necesariamente, como
producto de convivir con personas afines.
Las dificultades entre los seres humanos suele ser algo común. Quien
no sabe vivir en paz generalmente lo identificamos como una persona
conflictiva porque:
- Es imposible llegar a un acuerdo, aunque sea pequeño y de
poca importancia.
- Tiene una marcada tendencia a buscar en las palabras y
actitudes un doble propósito, normalmente negativo.
- Se siente aludido y agredido ante cualquier circunstancia, y más
si esta en contra de sus intereses.
- Busca por todos los medios "salirse con la suya" aunque este
equivocado.

- En el trabajo o los negocios crea dificultades inexistentes.


- Discute con facilidad.
Vivimos en una época en la que se habla mucho de armonía y paz
interior. Sin embargo pocos mencionan que una de las mejores formas de
alcanzar estos ideales es mediante el espíritu de servicio hacia los demás.
La paz es el fruto de saber escuchar, de entender las necesidades ajenas
antes de las propias.
Mucho de la paz que podamos vivir con los demás radica en nuestra
forma de expresarnos. En algunos momentos tenemos el impulso de hacer
notar los errores de nuestros interlocutores sin saber todo lo que tienen que
decir, provocando discusiones y resentimientos. Expresar nuestro punto de
vista en el momento oportuno, facilita la comunicación y aumenta las
posibilidades de superar las dificultades, pues ambas partes se sienten
escuchadas.
Del mismo modo ocurre cuando se hace necesaria la corrección de una
actitud: el disgusto nos mueve a reprender en el momento sin medir las
palabras que utilizamos. ¿Cuántas veces nos hemos arrepentido por la
excesiva dureza que tuvimos con nuestros subalternos, hijos o compañeros?
La pérdida de la paz interior consecuente, se debe a la intolerancia e
incomprensión que mostramos, generando una imagen negativa y tal vez
altanera de nuestra persona. Por eso es importante pensar con serenidad
antes de tomar cartas en el asunto.
Una de las grandes fuentes de la paz, o de la guerra, está en la familia.
Los esposos deben ser conscientes que al crear el vínculo conyugal, se
comienza a dar la fusión de distintas costumbres y formas de pensar. El arte
de convivir, olvidarse del afán de dominio y buscar el justo medio entre las
diferencias, trae la armonía como consecuencia. En otras palabras: es
necesario aprender a conversar y obtener propósitos de mejora concretos
que beneficien a todos en la familia.
En cuanto a la paz familiar, no olvidemos que todas las actitudes de los
padres se reflejan en los hijos, por eso es importante:
- No discutir o quejarse de los demás delante de ellos;
- Saber sonreír aún en las dificultades;
- Evitar que todos sufran las consecuencias de nuestro mal
humor;
- Enseñar a disculpar;
- Crear las condiciones para hacer agradables todos los
momentos de convivencia.
De igual manera, en las relaciones de amistad debe procurarse la
buena convivencia. En una reunión de amigos que ven un partido de fútbol
es fácil ver discusiones que comienzan sobre la decisión que tuvo el árbitro
en alguna jugada. En pocos minutos puede crecer la molestia, la palabrería
descuidada y al cabo de pocos minutos: fin de la reunión. A veces la paz es
así de frágil.
Como en todos los valores, se requiere la iniciativa personal para lograr
vivirlos. La paz interior surge como un producto del conocimiento propio:
aprender a dominar nuestro egoísmo y el deseo de tener siempre la razón;
saber escuchar y comprender las debilidades propias y ajenas. Pero sobre
todo: pensar en los demás siempre. Cuando esto ocurre conciliamos la paz
con nosotros mismos y con nuestros semejantes.

Igualdad
Generalmente es admitido que valores como la libertad, la justicia, la
paz, el respeto o la solidaridad tienen un carácter universal; de manera que
además de considerarse indispensables, se constituyen en los pilares
básicos de todas las sociedades democráticas
No obstante, no todos tienen el mismo protagonismo, y no todos son
asimilados o interiorizados igualmente. Para ilustrarlo baste recordar la
virulenta reacción de ciertos grupos sociales ante la aprobación, por ejemplo,
de leyes que regulan la igualdad de derechos de las personas con diferente
orientación sexual o el problema que aparece en los países desarrollados
ante la llegada más o menos masiva de inmigrantes y la reacción de rechazo
que, tarde o temprano, muestran algunos sectores de la sociedad: si bien la
solidaridad o el respeto son aceptados como deseables, la realidad muestra
sin duda la doble moral con la que dichos valores son entendidos, cuando de
vivirlos o hacerlos realidad se trata.
Otra interpretación posible de esta situación, sería identificar la
evidente diferencia entre la importancia otorgada a unos valores y otros, con
la existencia de una jerarquización entre ellos. Así, si bien hablamos de
grandes valores, universales y atemporales, encontramos diferentes modos
de priorizarlos e, incluso, de interpretarlos, ya sea en función del contexto
social, cultural, político o religioso.
Así, hay valores que están sólidamente asentados en el pensamiento y
en las creencias de la mayoría de las personas y su ausencia es considerada
una grave carencia personal o un gran problema social. Por otra parte,
existen otros que no están tan asentados, por decirlo de otra manera, son
valores cuya ausencia, o bien es aceptada, o bien es asumida con tolerancia
o, quizá, con cierta resignación. Mientras que la Igualdad entre las personas
de distinta raza, religión o condición social responde a un derecho también
universal, sabemos que cuando de la Igualdad entre mujeres y hombres se
trata, la realidad muestra severas diferencias que, invariablemente, aparecen
entre las mujeres y hombres sean de diferente raza, religión o condición
social. Podríamos decir que la desigualdad por razón de sexo tiene un
carácter que trasciende cualquier otra categorización humana. Obviamente,
el carácter de la marginación

Interculturidad
La interculturalidad se refiere a la interacción entre culturas, de una
forma respetuosa, donde se concibe que ningún grupo cultural está por
encima del otro, favoreciendo en todo momento la integración y convivencia
entre culturas. En las relaciones interculturales se establece una relación
basada en el respeto a la diversidad y el enriquecimiento mutuo; sin embargo
no es un proceso exento de conflictos, estos se resuelven mediante el
respeto, el diálogo, la escucha mutua, la concertación y la sinergia. Es
importante aclarar que la interculturalidad no se ocupa tan solo de la
interacción que ocurre, por ejemplo, entre un chino y un boliviano, sino
además la que sucede entre un hombre y una mujer, un niño y un anciano,
un rico y un pobre, un marxista y un liberal, etc.
Por supuesto, la interculturalidad está sujeta a variables como:
diversidad, definición del concepto de cultura, obstáculos comunicativos
como la lengua, políticas poco integradoras de los Estados, jerarquizaciones
sociales marcadas, sistemas económicos exclusionistas, etc.
Es decir que la interculturalidad se ha utilizado para la investigación en
problemas comunicativos entre personas de diferentes culturas y en la
discriminación de etnias, principalmente.
Otros ámbitos de los estudios interculturales son aplicados en el ámbito
de la educación, los estudios de mercado y su aplicación en el diseño de
políticas en Salud.
Según Almaguer, Vargas y García (2007), la interculturalidad del siglo
XXI tiene referentes precisos en los modelos de comunicación de masas en
los Estados Unidos en la década de los 50´s, los modelos de comunicación
intercultural y migración en España y la integración Europea, cuyo principal
teórico es Miquel Rodrigo Alsina, investigador de la comunicación en la
Universidad Autónoma de Barcelona. Otro elemento presente en los modelos
y los procesos de gestión intercultural, son los desarrollados por los pueblos
indígenas en Nicaragua de la Costa Atlántica, la lucha de los pueblos
Mapuches en Chile y las poblaciones indígenas en Bolivia, que bajo un
enfoque intercultural autonómico han sido planteados por estudiosas como
Myrna Cunninham y Alta Hooker. Según el sociólogo y antropólogo Tomás R.
Austin Millán "La interculturalidad se refiere a la interacción comunicativa que
se produce entre dos o más grupos humanos de diferente cultura.
Si a uno o varios de los grupos en interacción mutua se les va a llamar
etnias, sociedades, culturas o comunidades es más bien materia de
preferencias de escuelas de ciencias sociales y en ningún caso se trata de
diferencias epistemológicas".
Otras variables a las que se expone son: insercción e integración, en la
primera se asume la presencia física de las personas a un determinados
espacio donde prevalece la cultura dominante o mayoritaria, en el segundo
caso, no solo se acepta sino que entra en juego la disposición a interactuar
de manera intelectual, psicológica, y cultural al no solo dar por aceptada a la
nueva cultura, además disponerse a conocerla, respetarla y aprender de ella
en interacción mutua entre las mayorías y minorías culturales, dando como
resultado un proceso intercultural (entre culturas).
Una de las posiciones sobre la interculturalidad es planteada desde el
seno de las teorías críticas, y es ver a la interculturalidad como movimiento
social. Gunter Dietz plantea que los movimientos que inicialmente se
llamaron multiculturales pretendían reivindicar derechos, se puede mencionar
entre ellos a las movilizaciones de los años 60 de los grupos de chicanos,
afroamericanos, gays y feministas de Estados Unidos.

Justicia
La justicia es aquel conjunto de normas y reglas que permiten regular
las conductas entre las personas, permitiendo, avalando, prohibiendo y
limitando ciertas conductas o acciones en el actuar humano o con las
instituciones, sin embargo, es a partir de las ciencias del derecho, que resulta
bastante complejo lograr una definición única en torno a este concepto, ya
que esta depende de múltiples factores, además, existen tantas definiciones
como autores, ya que la justicia depende de un contexto en particular, donde
se desarrollan experiencias, circunstancias y situaciones bastante diversas,
sin embargo, cada una de estas definiciones hace que salgan a la luz valores
como la libertad, la verdad, la paz y la democracia.
El problema en torno a la justicia es algo que se ha encontrado
presente a lo largo de toda la historia, de este modo, el mismo Aristóteles ya
intentaba definirla, dividiéndola en lo llamado Ley Particular, o ley de la polis,
y la Ley Común, aquella que esta presente en la naturaleza.
La justicia no solo hace referencia al conjunto de normas impuestas a
una sociedad, sino que implica también la equidad entre sus miembros,
estableciendo así, por ejemplo, la partencia (haber reconocido a un
derechohabiente, o pertenencia en términos populares) por derecho de
ciertas cosas. Como vemos se trata de un concepto que implica equidad,
pero por sobre todo, ética.
Como se mencionaba anteriormente, la justicia y “lo justo” varía de
persona a persona, lo que permite que, en la vida cotidiana, existan
diferencias entre aquello que un padre y un hijo consideren justo en torno a
determinada situación. Lo mismo sucede con los sistemas judiciales
presentes en cada Estado o nación en particular, donde no todos los
ciudadanos se encuentran de acuerdo con los dictámenes de los jueces ante
ciertas situaciones de conflicto, sobretodo, cuando la resolución, en lo
personal, no nos favorece e implica, en algunos casos, incluso, el pago de
multas o la privación de la libertad.
Soberanía
La soberanía es un concepto que se define en torno al poder y se
comprende como aquella facultad que posee cada estado de ejercer el poder
sobre su sistema de gobierno, su territorio y su población. Lo anterior hace
que, en materia interna, un estado, junto a la autoridad en ejercicio, sean los
que se encuentran por sobre cualquier otra entidad.
Este concepto surge en la Europa del siglo XVI y XVII cuando se
comienza la búsqueda de fundamentos laicos para basar el surgimiento de
los nuevos estados nacionales. Se adopta este término proveniente de la
palabra “soberano” que se refiere a la inexistencia de control, pero se define
también como aquel jefe a cargo de un Estado monárquico. Dado lo anterior,
la soberanía es un concepto que se desarrolla en el ámbito político.
La soberanía se puede considerar en dos aspectos diferentes, uno
interno y otro externo. En su modo interno, la soberanía hace alusión al
poder definido anteriormente, el que se relaciona con el poder de un
determinado Estado sobre su territorio y su población. Por otra parte, el
carácter externo hace referencia a la independencia que tiene un Estado del
poder que ejerce otro, en un territorio y población diferentes, en otras
palabras, un Estado en particular es soberano mientras no dependa de otro
Estado.
Por otra parte, la soberanía se puede comprender desde dos
perspectivas, una jurídica y una política. La soberanía jurídica es aquella a
través de la cual un Estado puede tomar contacto con el mundo, con lo
internacional, a través de su participación en diferentes organizaciones
internacionales, tratados, pactos y compromisos diplomáticos, entre otros.
La soberanía política es aquella que hace alusión a poder del Estado
de imponer todo aquello que le parezca necesario. Aunque se piense que
cada Estado ejerce su soberanía jurídica y política, no es así en todas las
naciones. Existen casos en los que el Estado puede tener la soberanía
jurídica, sin embargo, su soberanía política depende de los dictámenes de
otras naciones en cuanto a su desarrollo social, político y económico.

Equidad
La Equidad es un valor de connotación social que se deriva de lo
entendido también como igualdad. Se trata de la constante búsqueda de la
justicia social, la que asegura a todas las personas condiciones de vida y de
trabajo dignas e igualitarias, sin hacer diferencias entre unos y otros a partir
de la condición social, sexual o de género, entre otras.
El término equidad proviene de la palabra en latín “aéquitas”, el que se
deriva de “aequus” que se traduce al español como igual. De este modo, la
equidad busca la promoción de la valoración de las personas sin importar las
diferencias culturales, sociales o de género que presenten entre si.
La importancia de la equidad toma especial importancia a partir de la
constante discriminación que diferentes grupos de personas han recibido a lo
largo de la historia. Un claro ejemplo de aquello es la discriminación contra la
mujer en el ámbito laboral y social, lo que ha impulsado la creación de
diferentes organizaciones, tanto a nivel gubernamental como independiente,
las que se hacen cargo de situaciones como esta y luchan contra ellas a
diario. Sucede también que en muchas naciones se discrimina a aquellas
personas provenientes de otras culturas, marginándolos de la sociedad, y
limitando así en forma dramática las posibilidades de surgir y desarrollarse.
No cabe duda de la falta de equidad en el mundo, ya que ejemplos
como los anteriormente mencionados existen por millones. Sin embargo, lo
más importante es que cada persona, a partir de su propia intimidad y
cotidianeidad ponga en práctica la equidad, valorando a cada persona sin
tener en cuenta su condición social o sexual, su cultura, su apariencia o su
religión, ya que todos los seres humanos se merecen respeto y el ser
considerados como tal, teniendo el derecho a acceder a condiciones de vida
dignas, en todo el espectro que ésta incluya.
Libertad
La libertad es un concepto que hace referencia a muchos aspectos de
la vida humana. Comúnmente se le define como aquella facultad natural que
posee el ser humano de poder obrar según su propia voluntad. También es
posible comprender la libertad como aquel estado en el que el hombre no
está siendo esclavizado ni preso por otro. Se trata de un concepto que hace
alusión a aquellos aspectos relacionados con la independencia, con la
licencia para realizar aquello que se estime adecuado o conveniente.
Etimológicamente la palabra viene del latín "liber", lo que se interpreta
como "persona cuyo espíritu de procreación se encuentra activo", esto
derivado del significado que tiene la incorporación del hombre a la sociedad
al alcanzar su madurez sexual, para que comience a asumir
responsabilidades. Si bien este dato aporta luces sobre el origen de la
palabra, no satisface como explicación de este importante valor humano.
El concepto de libertad es algo que a lo largo de la existencia humana
nos ha hecho reflexionar en múltiples sentidos, siendo uno de los temas
fundamentales de la filosofía. Lo anterior, debido a que muchas veces, el
hacer siempre aquello que deseamos nos lleva por el camino equivocado, lo
que a fin de cuentas, puede terminar por esclavizarnos a algo (no se debe
confundir libertad con el libertinaje). Por lo tanto, la libertad de obrar según la
propia voluntad puede terminar por hacernos perder la tan deseada libertad.
También para algunas corrientes de la filosofía, la libertad tiene relación
con la autonomía, que se entiende como la dimensión de la razón que
permite al ser humano pensar dándose normas a si mismo sin que medie
autoridad alguna (definición que impulsó el filósofo Immanuel Kant), lo que
conlleva a la responsabilidad personal y social.
Otro de los problemas y contradicciones con los que se enfrenta la
libertad guarda relación con la necesidad de normar la vida humana en el
mundo. Todas las naciones y sociedades formadas sobre el planeta poseen
leyes y normas que rigen el comportamiento humano; podría pensarse por
esto que no poseemos libertad alguna. Pero cabe preguntarse por la forma
que adquiriría la vida en sociedad si no existiesen dichas normas y pautas de
conducta.
Ahora veamos citas y definiciones interesantes sobre lo que es la
libertad para la filosofía:
Rene Descartes: "...consiste solamente en que, para afirmar o negar,
perseguir o evitar, las cosas que el entendimiento nos propone, obramos de
manera tal que no sentimos que ninguna fuerza fuerce."
Spinoza: "...es libre lo que existe únicamente por necesidad de su
naturaleza y solo por ella se determina la acción".
Para Aristóteles, la libertad está ligada a la capacidad de decidir por si
mismo en el ser humano, y estaba ligada a la moral.
Según San Agustín, la libertad consiste en la realización efectiva del
bien, para alcanzar la beatitud.
Para Hegel, el concepto es fundamentalmente la libertad de la idea.
Según Henri Bergson, la libertad es la capacidad de la conciencia de
regirse por sus propia naturaleza, independiente de las leyes y fenómenos de
la naturaleza.
Como es posible de intuir, la libertad es un concepto abstracto de muy
difícil definición, y que además, en el intento por hacerlo, el ser humano se
ha encontrado frente a múltiples paradojas. Es debido a esto, que a modo
muy personal, la libertad puede sólo comprenderse a partir de aquello que no
es. En otras palabras, es sólo posible definirla según su contexto y las
condiciones en las que se da, ya que en la mayoría de los casos, sólo se
puede hacer uso de ella en función de las opciones, siempre limitadas que se
nos presentan.

Convivencia
Los estudiosos e investigadores han comprobado, desde la psicología
a la fisiología, desde la sociología a la medicina, que la convivencia es uno
de los factores más trascendentes, no sólo para el bienestar y la felicidad,
sino para el sostenimiento de la salud total. Los enfoques psicosomáticos y
holísticos, no tienen sobre esto, ninguna duda.
La convivencia es una forma de vivir que debemos escoger desde muy
jóvenes. Para la convivencia positiva es necesario el respeto, el amor, entre
otros, debemos tolerar costumbres de otras personas.
': 'El ser humano, tiene dos necesidades sociales básicas: la necesidad
de una relación íntima, estrecha con un padre o un cónyuge y la necesidad
de sentirse parte de una comunidad cercana e interesada por él. Somos
fundamentalmente animales grupales y nuestro bienestar es mucho mayor
cuando nos encontramos en un ambiente armónico, en el cual vivimos en
estrecha comunión.'
La investigación ha mostrado que cuando estamos solos estamos más
predispuestos a sufrir accidentes, enfermedades mentales, suicidio y un
amplio espectro de enfermedades. Para la supervivencia es indispensable la
independencia y la autoconfianza, pero en el discurrir de nuestra vida no
podemos prescindir del apoyo y de la compañía de los otros.
Como señalan ciertos exponentes del existencialismo no puede haber
un "yo", sin un "tú". Esta interdependencia social es mucho más que un
abstracto concepto filosófico, constituye una necesidad humana fundamental.
Es la condición de relacionarse con las demás personas a través de
una comunicación permanente fundamentada en afecto y tolerancia que
permite convivir y compartir en armonía en las diferentes situaciones de la
vida.
Estos factores (desorganización social, débiles vínculos familiares y
soledad emocional) también participan en el desarrollo del cáncer, como fue
demostrado por investigadores de la Universidad de Rochester, quienes
encontraron que una alta proporción de pacientes de cáncer son rígidos,
solitarios y poco demostrativos. Rehúsan el contacto emocional con otros y
logran ocultar exitosamente sus sentimientos de tal modo que nunca se
muestran abiertamente afectuosos ni definidamente enojados.
Para sentirnos felices necesitamos amigos. Sin ellos todos también
caemos fácilmente en la apatía, en la inactividad o en la depresión crónica.
Esto explica los estrechos vínculos entre el suicidio y la alienación social,
demostrados por primera vez por el sociólogo francés Émile Durkheim en su
clásico libro El suicidio, publicado en 1897.
Durkheim analizó todos los factores que podían llevar a una persona a
quitarse la vida –tales como enfermedades, pérdidas personales y
dificultades económicas –pero concluyó que el determente principal era lo
que describió como “cohesión social”. Las personas que se sentían parte de
un grupo estrechamente unido tenían menor probabilidad de cometer
intentos de suicidio que quienes estaban más aislados.
El efecto terapéutico de la cohesión social sobre el individuo se ha
confirmado mediante diversos estudios, en especial el que fuera realizado a
lo largo de nueve años entre 100000 residentes de Alameda County en
California.
Este estudio tenía la finalidad de identificar los factores tanto físicos
como psicosociales que otorgan protección contra las enfermedades y la
muerte prematura. Además de evaluar la importancia de factores de riesgo
reconocidos como fumar, la falta de ejercicio y la obesidad, los
investigadores también estudiaron la importancia de cuatro factores
psicosociales: estado civil, redes de amistades, pertenencia a una iglesia y
participación en organizaciones comunitarias.
Cada uno de ellos resultó ser un importante determinante de la salud.
Tanto que los individuos no casados que tenían pocos amigos y no estaban
vinculados con una iglesia o un grupo comunitario tenían una tasa de
mortalidad por todas las causas que era entre dos y cinco veces superior a la
de aquellos que tenían una red bien desarrollada de amistades y relaciones.
Una de las formas más usuales en que se verifica la convivencia, es la
familia. Unidad básica de la vida social o comunitaria.
En el pasado, y especialmente dentro de ciertas tradiciones de etnias
occidentales, la familia era un núcleo amplio, que no sólo abarcaba a marido
y mujer, e hijos. Comprendía también, en grado no poco frecuente, a los
abuelos. A veces, algún otro familiar.
Poco a poco, y a medida que nos acercamos al presente, la familia ha
ido adoptando la estructura nuclear, alimentada por los componentes
esenciales de marido y mujer e hijos.
En la actualidad, no es infrecuente que haya roces entre los
progenitores y los hijos. Al llegar a la pubertad, por razones psicofisiológicas,
y fundamentalmente sociales, los adolescentes entran en conflicto con la
paternidad, en sentido amplio. Lo social alimenta valores no siempre
coincidentes con los que imperan en el núcleo familiar. En ese orden pueden
darse conflictos. El natural deseo de emancipación de la adolescencia está
en los tiempos actuales, y ya desde antes de la entrada en el siglo XXI, en
choque a veces continuo entre jóvenes y padres. Con frecuencia se hace
necesaria la intervención de un terapeuta familiar.
El otro gran problema de la familia, que se ha ido acentuando
progresivamente, es el del ajuste en la convivencia entre el marido y la
mujer.
Ejes de la familia. La creciente intervención de la mujer en el mundo del
trabajo, el cambio de los roles femeninos en el ámbito social, la
emancipación creciente de la mujer de su sujeción al hombre y de los
esquemas sexuales por la revolución sexual, han tornado cada vez más
compleja la vida en común. Se necesita de la convivencia por todo lo
antedicho en este artículo, pero la ejecución de la misma, en el marco de la
familia, la ha tornado con frecuencia ríspida. Los niveles de tolerancia ante
las diferencias no fueron tal vez nunca fuertes, pero la dependencia de la
mujer en grupos patriarcales del pretérito, la llevaban a un sometimiento y a
un ajuste dependiente y forzado. Tal cosa hoy no se verifica, y la disolución
de parejas se ha ido incrementando.
Separaciones y divorcios, son hoy un lugar común. Como también las
infidelidades sexuales por ambos cónyuges. Los pactos contractuales
explícitos o tácitos que implica un matrimonio, sea civil o religioso, ya no son
respetados como antaño. Y ello conduce a conflictos crecientes, a
desencuentros, a pasivas tolerancias en donde el amor y el profundo afecto
ya no cuentan. Tolerancias que son movidas tan sólo por la costumbre o la
forzada aquiescencia mutua en razón de la presencia irrecusable de hijos.
De este modo, la terapia familiar, a la que no siempre se apela, ha sido
una especialidad de la psicología en progresivo auge. Como también lo ha
sido la bibliografía psicológica de autoayuda, en estas precisas cuestiones.
Como nunca, tal vez antes, el "arte de la convivencia" se ha hecho
indispensable, para que lo que conforma una necesidad del hombre sea
compatible con los moldes socio-históricos en que los individuos deben
moverse y desarrollar sus vidas. Todo esto es muy importante saber para así
mismo darnos cuenta que clases de familia y amigos tenemos y así mismo
no confiar en ellos.

Valores Asociados al Deber Ser de la Persona.


Honestidad.
Es aquella cualidad humana por la que la persona se determina a elegir
actuar siempre con base en la verdad y en la auténtica justicia (dando a cada
quien lo que le corresponde, incluida ella misma).
Ser honesto es ser real, acorde con la evidencia que presenta el mundo
y sus diversos fenómenos y elementos; es ser genuino, auténtico, objetivo.
La honestidad expresa respeto por uno mismo y por los demás, que, como
nosotros, "son como son" y no existe razón alguna para esconderlo. Esta
actitud siembra confianza en uno mismo y en aquellos quienes están en
contacto con la persona honesta.
La honestidad no consiste sólo en franqueza (capacidad de decir la
verdad) sino en asumir que la verdad es sólo una y que no depende de
personas o consensos sino de lo que el mundo real nos presenta como
innegable e imprescindible de reconocer.
Lo que no es la honestidad:
- No es la simple honradez que lleva a la persona a respetar la
distribución de los bienes materiales. La honradez es sólo una consecuencia
particular de ser honestos y justos.
- No es el mero reconocimiento de las emociones "así me siento" o "es
lo que verdaderamente siento". Ser honesto, además implica el análisis de
qué tan reales (verdaderos) son nuestros sentimientos y decidirnos a
ordenarlos buscando el bien de los demás y el propio.
- No es la desordenada apertura de la propia intimidad en aras de "no
esconder quien realmente somos", implicará la verdadera sinceridad, con las
personas adecuadas y en los momentos correctos.
- No es la actitud cínica e impúdica por la que se habla de cualquier
cosa con cualquiera… la franqueza tiene como prioridad el reconocimiento
de la verdad y no el desorden.
Hay que tomar la honestidad en serio, estar conscientes de cómo nos
afecta cualquier falta de honestidad por pequeña que sea… Hay que
reconocer que es una condición fundamental para las relaciones humanas,
para la amistad y la auténtica vida comunitaria. Ser deshonesto es ser falso,
injusto, impostado, ficticio. La deshonestidad no respeta a la persona en sí
misma y busca la sombra, el encubrimiento: es una disposición a vivir en la
oscuridad. La honestidad, en cambio, tiñe la vida de confianza, sinceridad y
apertura, y expresa la disposición de vivir a la luz, la luz de la verdad.

Cooperación.
La cooperación consiste en el trabajo en común llevado a cabo por
parte de un grupo de personas o entidades mayores hacia un objetivo
compartido, generalmente usando métodos también comunes, en lugar de
trabajar de forma separada en competición.
En biología se da en la simbiosis; es como decir el mutualismo
biológico, diferenciándose en un mutualismo es necesario obrar mutuamente
para un mismo fin en beneficio mutuo.
El dilema del prisionero
Incluso si todos los miembros de un grupo se benefician de la
cooperación, el propio interés puede no favorecer la cooperación. El dilema
del prisionero codifica este problema y ha sido objeto de mucha
investigación, tanto a nivel teórico como experimental.
Curiosamente, este y otros resultados en economía experimental
muestran que los humanos frecuentemente actúan de forma más cooperativa
de lo que dictaría el simple interés personal. Una posible razón para ello es
que en una situación de dilema del prisionero repetida en el tiempo hace que
la no cooperación se castigue más, y que se premie mas la cooperación de
lo que podría sugerir el problema original. Se ha sugerido que este es un
posible mecanismo para explicar la evolución de emociones complejas y
comportamiento social en animales superiores.
Hay cuatro condiciones esenciales que tienden a ser necesarias para
que surja un comportamiento cooperativo entre dos individuos:
 Una superposición de deseos
 Una probabilidad de futuros encuentros con el mismo individuo
 Recuerdos positivos de anteriores encuentros con ese individuo
 Un valor asociado con futuros resultados

Cooperación y competición
La cooperación es la antítesis de la competición; sin embargo, puede
darse la situación en que un grupo se organice sobre la base de la
cooperación entre sus miembros pero con la finalidad de competir con otros
grupos.
A nivel social, la cooperación humana en áreas como la agricultura y la
construcción puede tomar la forma de cooperativas, o, alternativamente,
negocios tradicionales. Mucha gente apoya la idea de que la cooperación es
la forma ideal de gestión de los asuntos humanos. Sin embargo, ciertas
formas de cooperación son consideradas ilegales en numerosos países. No
solo en el caso trivial de personas o grupos que cooperan para la comisión
de delitos, sino también desde la perspectiva del comercio, en el caso de
actividades de cooperación para alterar el acceso a recursos, o su precio
(por ejemplo, el cartel).
Se han sugerido varios mecanismos para explicar la aparición de
cooperación entre humanos o en sistemas naturales.
El efecto de mercado
Este modelo se basa en el hecho de que en muchas situaciones existe
una relación inversa entre la eficiencia obteniendo un recurso concreto y la
cantidad de ese recurso que uno puede obtener de forma activa. En esta
situación, le resulta más rentable a cada individuo o entidad especializarse
en producir un recurso concreto y obtener los demás recursos mediante
comercio. Esta situación puede aplicarse a entornos con dos o más
productores, de forma independiente o en competencia con otro productor o
conjunto de productores.
El efecto de mercado también se aprecia en sistemas naturales; existen
numerosos ejemplos en el mundo de los simios, los peces limpiadores, etc.
Como ejemplo sencillo y aplicado a sociedades humanas tendríamos
modelos basados en comercio internacional, por ejemplo el mercado del
petróleo. Los países árabes controlan la producción de grandes cantidades
de petróleo, pero necesitan tecnología de países occidentales para poder
extraerlo. La solución pasa por la cooperación a través del comercio.

Originalidad
Toda obra original es valiosa, sobre todo si pensamos en algunas
esculturas y pinturas, cualquier copia tendrá algunos rasgos que la hacen
diferente e imperfecta de acuerdo al original. Por el hecho de existir y poseer
unas características y cualidades propias, todos somos "originales", pero no
quiere decir que somos personas "de una pieza", íntegros, es decir,
auténticos.
El valor de la autenticidad le da a la persona autoridad sobre sí mismo
ante sus gustos y caprichos, iniciativa para proponerse y alcanzar metas
altas, carácter estable y sinceridad a toda prueba, lo que le hace tener una
coherencia de vida.
El deseo de superación siempre será bien visto, pero con relativa
frecuencia perdemos tiempo en querer ser precisamente lo que no somos:
porque en ocasiones gastamos más de lo que tenemos para dar la
apariencia de un muy buen trabajo o una mejor posición económica, no se
diga en el modo de comportarse o de vestir según el círculo social al que
queremos pertenecer; copiar el estilo de hablar elocuente o gracioso que
utiliza otra persona, o la tendencia a participar activamente en
conversaciones como conocedor y erudito, sin tener el mínimo conocimiento.
En resumidas cuentas, esta manera de ser se debe a la falta de aceptación
de sí mismo.
En ocasiones la auto-aceptación se hace más difícil por lamentarnos de
lo que no tenemos. En distintos momentos y circunstancias personas han
dicho: "si hubiera nacido en una familia con mejor posición económica, otra
cosa hubiera sido"; "si yo tuviera las cualidades que (aquel) tiene..."; "si
hubiera tenido la posibilidad de una mejor educación..."; "si se me hubiera
presentado esa oportunidad..." ¿No es también una pérdida de tiempo de la
que hablamos al principio?
Pensar y analizar lo que somos, nos lleva a encontrar pequeñas -e
incluso grandes- incongruencias en nuestra persona: si nos dejamos llevar
por la opinión general de las personas que frecuentamos, es posible entrever
una conducta mecánica, y tal vez contraria a nuestros valores. ¿Cuántas
veces callamos nuestro punto de vista por temor a quedar mal y ser
relegado? Se ha visto a personas entrar casi "de incógnitos" a la iglesia, por
temor a verse sorprendido por alguno de sus conocidos que pase en ese
momento por ahí. Una persona congruente reacciona, opina y actúa siempre
de acuerdo a sus convicciones y su formación.
Reflexionar sobre lo que queremos ser, debe ir acompañado de
propósitos con metas alcanzables. ¿Qué hace la persona que es excelente
conversador?, se da tiempo para leer, para informarse, para aprender a
contar anécdotas. ¿Cómo es que aquel compañero de trabajo es tan
eficiente?, estudió, profundizó y aprendió aquellos temas que eran de su
particular interés, además de una autodisciplina que lo hace realizar las
cosas con orden. ¿Por qué un amigo es capaz de interpretar cualquier
melodía que le piden en una reunión? Seguramente aprendió música y
dedica tiempo suficiente para practicar. Toda persona que posee una serie
de características distintivas, ha puesto empeño y esfuerzo en lograr "lo que
quiere ser".
Para ser auténticos hace falta algo más que copiar partes de un
modelo, como si quisiéramos adueñarnos de una personalidad que no nos
pertenece, o peor aún, pasar la vida esperando "la gran oportunidad" para
demostrar lo que somos y lo que podemos lograr. Las experiencias, el
conocimiento y la lucha por concretar propósitos de mejora, hacen que con el
tiempo se vaya conformando una personalidad propia.
¿Qué hacer entonces para ser auténticos?
- Evitar la mentira y la personalidad múltiple. Ser el mismo siempre,
independientemente de las circunstancias.
- Luchar contra la vanidad. Que nos lleva a elevarnos por encima de lo
que somos para cubrir nuestras flaquezas o exaltar nuestras cualidades. Vivir
de acuerdo a nuestra posibilidades, evitando lujos fuera de nuestro alcance.
- Prepararnos para adquirir aquellas destrezas o habilidades que nos
hacen falta para el trabajo o para sacar adelante a la familia.
- Cooperación y comprensión para evitar el deseo de dominio sobre los
demás, respetando sus derechos y opiniones.
- Ser fieles a las promesas que hemos hecho, de esta manera, somos
fieles con nosotros mismos.
- Cumplir responsablemente con las obligaciones que hemos adquirido
en la familia o el trabajo.
- Hacer a un lado simpatías e intereses propios, para poder juzgar y
obrar justamente.
- Esforzarnos por vivir las leyes, normas y costumbres de nuestra
sociedad.
- No tener miedo a que "me vean como soy". De cualquier manera,
mientras no hagamos algo para cambiar, no podemos ser otra cosa.
La autenticidad da a la persona una natural confianza, pues con el paso
del tiempo ha sabido cumplir con los deberes que le son propios en el
estudio, la familia y el trabajo, procurando perfeccionar el ejercicio de estas
labores superando la apatía y la superficialidad, sin quejas ni lamentaciones.
Por la integridad que da el cultivo de este valor, nos convertimos en personas
dignas de confianza y honorables, poniendo nuestras cualidades y aptitudes
al servicio de los demás, pues nuestras miras van más allá de nuestra
persona e intereses.

Dignidad
La dignidad hace referencia al valor inherente al ser humano en cuanto
ser racional, dotado de libertad y poder creador, pues las personas pueden
modelar y mejorar sus vidas mediante la toma de decisiones y el ejercicio de
su libertad. La dignidad se explica en buena medida por la "autonomía"
propia del ser humano, como vieron ya Platón, Pico della Mirandola y Kant,
pues sólo el que sabe y puede gobernarse a sí mismo, según un principio
racional, resulta "señor de sus acciones" y en consecuencia, al menos
parcialmente, un sujeto libre; al regular su comportamiento según normas
propias, según el significado etimológico de la voz griega 'auto-nomía', ya no
es un mero súbdito, ya no está bajo el dictado de otro, sino que es un
ciudadano.
Entendemos que esa autonomía o dignidad es sólo un "potencial de
emancipación" respecto a las necesidades e imposiciones naturales o
sociales y en la historia universal del género humano. La dignidad debe ser
intocable y respetada por los estados.
La educación juega aquí un papel esencial, puesto que el auténtico
ejercicio de la libertad, más allá de la arbitrariedad del comportamiento
salvaje, exige la formación de la inteligencia y de la voluntad, facultades
específicas del espíritu humano. Lógicamente, el presupuesto es el de la
existencia de cierto grado de libertad posible en el ser humano y la negación
de un determinismo radical.
La universalización o globalización, de la dignidad es un presupuesto
para la consecución de una verdadera emancipación y pacificación moral de
la humanidad: el ser humano, varón o mujer, niño o anciano, enfermo o sano,
religioso o ateo, malvado o benevolente, blanco o negro... es "siempre
digno", porque puede decidir qué ser, porque no es sólo lo que es, sino
también sus aspiraciones y proyectos personales. Incluso al ser más abyecto
hay que reconocerle la posibilidad de ser otra cosa que lo que es.
Así, la vida humana es respetable siempre porque puede ser algo más
que vida, vida con sentido, o sea, biografía.
Dignidad significa "calidad de digno". Deriva del adjetivo latino
dignus,se traduce por "valioso"; es el sentimiento que nos hace sentir
valiosos, sin importar nuestra vida material o social Premisa "Más triste que
no tener dignidad, es no apoyar o criticar a quienes la defienden.
La dignidad se basa en el reconocimiento de la persona de ser
merecedora de respeto, es decir que todos merecemos respeto sin importar
cómo seamos. Al reconocer y tolerar las diferencias de cada persona, para
que ésta se sienta digna y libre, se afirma la virtud y la propia dignidad del
individuo, fundamentado en el respeto a cualquier otro ser. La dignidad es el
resultado del buen equilibrio emocional.
A su vez, una persona digna puede sentirse orgullosa de las
consecuencias de sus actos y de quienes se han visto afectados por ellos, o
culpable, si ha causado daños inmerecidos a otros. La misma dignidad que
nos pone por encima de la naturaleza, pues podemos transformarla también
en nosotros mismos, contenerla, regularla, nos hace responsables. Un
exceso de dignidad puede fomentar el orgullo propio, pudiendo crear la
sensación al individuo de tener derechos exclusivos (privilegios).
La dignidad refuerza la personalidad, fomenta la sensación de plenitud
y satisfacción.
Es el valor intrínseco y supremo que tiene cada ser humano,
independientemente de su situación económica, social y cultural, así como
de sus creencias o formas de pensar.
El ser humano posee dignidad por sí mismo, no viene dada por factores
o individuos externos, se tiene desde el mismo instante de su nacimiento y
es inalienable.
A la misma mujer, a pesar de los logros obtenidos en sus derechos,
todavía en muchos lugares se le sigue considerando de rango inferior con
respecto al hombre y por lo tanto con menor dignidad.
Para justificar la esclavitud se decía que el esclavo no era persona
humana, sino un objeto, al igual que judíos, gitanos y homosexuales durante
el nazismo. En la época del colonialismo, se decía lo mismo del indio, que no
tenía alma y por lo tanto no poseía dignidad humana. Es constante en la
historia de la humanidad negar la dignidad humana para justificar y
justificarse en los atentados contra ella.

Honestidad
La honestidad es una cualidad de calidad humana que consiste en
comportarse y expresarse con coherencia y sinceridad (decir la verdad), de
acuerdo con los valores de verdad y justicia. Se trata de vivir de acuerdo a
como se piensa y se siente. En su sentido más evidente, la honestidad
puede entenderse como el simple respeto a la verdad en relación con el
mundo, los hechos y las personas; en otros sentidos, la honestidad también
implica la relación entre el sujeto y los demás, y del sujeto consigo mismo.
Dado que las intenciones se relacionan estrechamente con la justicia y
se relacionan con los conceptos de "honestidad" y "deshonestidad", existe
una confusión muy extendida acerca del verdadero sentido del término. Así,
no siempre somos concientes del grado de honestidad o deshonestidad de
nuestros actos. El autoengaño hace que perdamos la perspectiva con
respecto a la honestidad de los propios actos, obviando todas aquellas
visiones que pudieran alterar nuestra decisión.
En la filosofía occidental, Sócrates fue quien dedicó mayor esfuerzo al
análisis del significado de la honestidad. Posteriormente, dicho concepto
quedó incluido en la búsqueda de principios éticos generales que justificasen
el comportamiento moral, como el Imperativo categórico de Kant o la teoría
del consenso de Jürgen Habermas.
La honestidad según Confucio
La honestidad es uno de los valores y componentes más importantes
de una personalidad saludable, si entendemos por esta la capacidad de
obrar el bien en todas las distintas relaciones y actividades que las personas
sostienen.
En su nivel más superficial, Li: todas aquellas acciones realizadas por
una persona objeto de construir la sociedad ideal, y destinadas a cumplir sus
deseos, ya sea a corto plazo (mal) o a largo plazo (bien). Admitir que se
busca la gratificación inmediata, con todo, puede contribuir a transformar un
acto malo en uno peor, del mismo modo que ocultar las intenciones a largo
plazo puede empeorar una buena acción. Un principio fundamental en esta
teoría es la de que una buena persona debe mostrar sus sentimientos
sinceramente en su rostro, de forma que facilite la coordinación de todos en
la consecución de mejoras a largo plazo.
Esta sinceridad, que abarca incluso a la propia expresión facial, ayuda
a lograr la honestidad con uno mismo, y a que las actividades humanas
resulten más predecibles, amigables y placenteras. En esta primera versión,
la honestidad se logra buscando únicamente el propio beneficio.
En un nivel más profundo que el Li se encuentra el Yi, o la bondad. En
este nivel no se persigue ya el propio interés, sino el principio moral de la
justicia, basado en la reciprocidad. También aquí es importante el aspecto
temporal de las acciones, pero en este caso como lapso de tiempo. Así, por
ejemplo, dado que los padres dedican los tres primeros años de vida de sus
hijos sólo a cuidarlos, los hijos deben guardar luto los tres primeros años tras
la muerte de los padres. En este nivel uno es honesto acerca de sus propias
obligaciones y deberes, incluso cuando no hay nadie que los juzgue o que se
vea inmediatamente afectado. Esta parte del código moral se relaciona con
el culto a los antepasados, que Confucio hizo normativo.
El nivel más profundo de honestidad es el Ren, desde el cual surgen el
Yi y por tanto también el Li. La moral de Confucio se basa en la empatía y la
comprensión de los demás, lo que requiere una autocomprensión previa, de
la que nacen las normas morales, más que de un código ético previo,
otorgado por alguna divinidad. La versión confucionista del Imperativo
categórico consistía en tratar a los inferiores como te gustaría que tus
superiores te tratasen a ti. La virtud se basa en la armonía con los demás, y
en la aceptación de que en algún momento de nuestras vidas todos estamos
a merced de otras personas. La honestidad consiste por lo tanto en ponerse
en el lugar hipotético de la propia vida futura, y la de las generaciones
pasadas y venideras, y elegir no hacer o decir nada que pueda mancillar el
honor o la reputación de la familia.
En parte debido a una comprensión incompleta de estas nociones más
profundas de honestidad en Occidente, es común en determinadas culturas
de Asia denominar "bárbaros" a aquellos que no las conocen y las cumplen.
Pese a que en ocasiones ciertas culturas asiáticas implican unos niveles de
ambigüedad y paciencia casi intolerables para un occidental, esto se debe a
un intento de salvaguardar la honestidad por encima de todo: desde su punto
de vista, dar una respuesta positiva o negativa a una pregunta sobre la cual
no se dispone de suficiente información sería tan deshonesto como mentir.
Así pues, forzar al interlocutor a comprometerse con una respuesta sobre la
que honestamente tiene dudas es un comportamiento considerado poco
cortés en la tradición asiática.

Perseverancia
Es tiempo de que los buenos propósitos se vuelvan realidad.
Normalmente a principios de año comenzamos nuestra lista de "buenos
propósitos". El final de un ciclo nos impulsa reflexionar sobre nuestras
virtudes y defectos, hasta el punto de tomar una resolución firme y realizar
cambios. Todos sabemos cuán efímeros son esos propósitos, y que no
pasarán ni siquiera un par de semanas antes de que se olviden. Sin
embargo, esto no solo ocurre en año nuevo, puede ocurrirnos en nuestras
vidas en muchos aspectos.
La perseverancia es hermana de la fortaleza. Con frecuencia en
muchos aspectos de la vida, existe una verdadera lucha. Desde la escuela,
el "aguantar" a un jefe lleno de defectos, tener una novia o un novio que hace
cosas que nos desagradan, tener un marido o una esposa que a veces nos
rompe los nervios y muchos otros momentos de la vida son difíciles. Desde
pequeñas crisis hasta grandes huracanes, la vida nos depara un hecho
innegable: la vida es hermosa, pero no necesariamente sencilla.
Si somos como un barquito de papel, la menor llovizna nos hunde
irremediablemente. Hace falta la fortaleza.
La perseverancia es un esfuerzo continuado. Es un valor fundamental
en la vida para obtener un resultado concreto. Existen muchos matices al
vivir la perseverancia: existen aquellos que son necios irremediables, y otros
que son veletas que cambian de rumbo. Estos últimos, tienen grandes
problemas.
Siempre es emocionante iniciar algo: existe una gran ilusión, sueños y
esperanzas. Ese "algo" puede ser un nuevo trabajo, vivir en una nueva
ciudad, conocer a una persona que potencialmente puede ser nuestra pareja,
un nuevo proyecto de trabajo. Sin embargo, fácilmente comenzarán a existir
resistencia y problemas. En el nuevo trabajo, comenzaremos a conocer
gente que no nos agrada, o las exigencias podrán ser agotadoras, al vivir en
una nueva ciudad tal vez la gente no nos acepte fácilmente por nuestro
acento o nuestra costumbres, tras el "enamoramiento" inicial, comenzamos a
descubrir que esa persona ideal no lo es tanto y que en su personalidad hay
aspectos que pueden rayar en lo insoportable.
Si una persona abandona un trabajo porque su jefe no le agrada, tras
cambiarse de ciudad decide regresar a su lugar de origen porque el hicieron
el feo por su acento, si abandonamos a la pareja porque "no es perfecta",
entonces estamos ante la falta de perseverancia, y en el fondo siempre
existe un sentimiento en el corazón: el de haber sido derrotado, vencido y el
no haber luchado por algo que valía la pena.
El combustible para que la perseverancia pueda moverse largamente
es el de la visión de largo plazo y la profundidad. Los seres humanos somos
hedonistas, es decir, preferimos el bien inmediato. Una persona puede
utilizar una droga porque en el momento de administrársela a su cuerpo
percibe sensaciones que le gustan, pero no le importa que su cuerpo se
dañe en el largo plazo. Esa miopía provoca que hagamos grandes tonterías
en nuestras vidas por obtener satisfacción instantánea. El punto es que con
la perseverancia, debemos tener la fortaleza de no dejarnos llevar por lo fácil
y lo cómodo, a cambio de obtener algo más grande y mejor en el futuro. Si
vemos la vida con superficialidad entonces nos dejaremos llevar por las
cosas inmediatas.
Cuando hablamos de perseverancia, valdría la pena tomar un papel y
ver nuestros propósitos de año nuevo. El problema con los propósitos es que
siempre decimos el "qué" pero nunca el "cómo". Por otro lado, a veces no
conocemos a fondo nuestras capacidades (o falta de ellas) para poder
establecer objetivos que realmente podamos alcanzar.
La lista de año nuevo, y cualquier propósito que emprendamos (una
relación afectiva, un trabajo, un cambio de residencia), debería estar
acompañado de un recuento de los medios con los que vamos a lograr ese
trabajo. Si queremos arreglar una cañería rota, necesitaremos herramientas,
y sería muy bobo desalentarnos porque no pudimos llegar hasta la cañería
por el muro con las uñas ¡Hacen falta herramientas! Esas herramientas son
nuestras habilidades, circunstancias, posibilidades y conocimientos. ¿Cómo
aplico mis habilidades, circunstancias, posibilidades y conocimientos para
que mi relación de pareja sea estable? ¿Cómo intervienen mis posibilidades
en ese nuevo trabajo? ¿Qué se hacer bien y mal?
La perseverancia requiere sentido común. A cambio de contar con el
valor de la perseverancia obtendremos el gozo de luchar por lo que
queremos. Tal vez no lo logremos de inmediato, incluso tal vez no logremos
algo en el final, sin embargo es importante disfrutar el camino. La
perseverancia brinda estabilidad, confianza y es un signo de madurez.
A veces nos olvidamos de la sabiduría popular, pero no sería mala idea
reflexionar solo un momento el viejo refrán El que persevera alcanza.

Humildad.
La humildad es un valor que consiste en conocer las propias
limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. El término
proviene del vocablo latino humilĭtas.
Podría decirse que la humildad es la ausencia de soberbia. Es una
característica propia de los sujetos modestos, que no se sienten más
importantes o mejores que nadie pese a sus logros. Por ejemplo: “El
campeón del último Grand Slam de la temporada mostró su humildad al
pelotear durante más de dos horas con los niños que se habían acercado al
estadio”, “La estrella de Hollywood hizo gala de su humildad al saludar a
cada uno de los presentes”, “La humildad no es una característica propia de
este cantante, quien siempre critica a sus pares”.
Las religiones suelen asociar la humildad al reconocimiento de la
superioridad divina. Todos los seres humanos son iguales ante los ojos de
Dios y deben actuar en consecuencia. Para el budismo, la humildad es la
conciencia respecto al camino que se debe seguir para liberarse del
sufrimiento.
Desde la filosofía, Immanuel Kant afirma que la humildad es la virtud
central de la vida ya que brinda una perspectiva apropiada de la moral. Para
Friedrich Nietzsche, en cambio, la humildad es una falsa de virtud que
esconde las decepciones que una persona esconde en su interior.
Más allá de las diferencia de concepto, las personas suelen compartir
su visión sobre la humildad como la característica que lleva a la gente a
realizar una acción sin proclamar sus resultados. Esto quiere decir que, si un
hombre juega bien al fútbol y es humilde, no debe presentarse ante los
demás como el “mejor jugador” o “el jugador que siempre logra marcar la
diferencia gracias a su talento”, por ejemplo.

Sensibilidad
El valor de la sensibilidad reside en la capacidad que tenemos los seres
humanos para percibir y comprender el estado de ánimo, el modo de ser y de
actuar de las personas, así como la naturaleza de las circunstancias y los
ambientes, para actuar correctamente en beneficio de los demás. Además,
debemos distinguir sensibilidad de sensiblería, esta última siempre es
sinónimo de superficialidad, cursilería o debilidad.
Sin embargo, en diferentes momentos de nuestra vida cotidiana hemos
buscado afecto, comprensión y cuidados, y a veces no encontramos a esa
persona que responda a nuestras necesidades e intereses. ¿Qué podríamos
hacer si viviéramos aislados? La sensibilidad nos permite descubrir en los
demás a ese “otro yo” que piensa, siente y requiere de nuestra ayuda.
Ser sensible implica permanecer en estado de alerta de todo lo que
ocurre a nuestro alrededor, va más allá de un estado de animo como reír o
llorar, sintiendo pena o alegría por todo.
No es blando el padre de familia que se preocupa por la educación y
formación que reciben sus hijos; el empresario que vela por el bienestar y
seguridad de sus empleados; quien escucha, conforta y alienta a un amigo
en los buenos y malos momentos. La sensibilidad es interés, preocupación,
colaboración y entrega generosa hacia los demás.
No obstante, las personas prefieren aparentar ser duras o insensibles,
para no comprometerse e involucrarse en problemas que suponen ajenos a
su responsabilidad y competencia. De esta manera, las aflicciones ajenas
resultan incómodas y los padecimientos de los demás molestos, pensando
que cada quien tiene ya suficiente con sus propios problemas como para
preocuparse de los ajenos. La indiferencia es el peor enemigo de la
sensibilidad.
Lo peor de todo es mostrar esa misma indiferencia en familia, algunos
padres nunca se enteran de los conocimientos que reciben sus hijos; de los
ambientes que frecuentan; las costumbres y hábitos que adquieren con los
amigos; de los programas que ven en la televisión; del uso que hacen del
dinero; de la información que reciben respecto a la familia, la moda, la
religión, la política... todas ellas son realidades que afectan a los adultos por
igual.
Actuando de esta manera, se pierde la posibilidad de construir un futuro
diferente. Puede parecer extraño, pero en cierta forma nos volvemos
insensibles con respecto a nosotros mismos, pues generalmente, no
advertimos el rumbo que le estamos dando a nuestra vida: pensamos poco
en cambiar nuestros hábitos para bien; casi nunca hacemos propósitos de
mejora personal o profesional; trabajamos sin orden y desmedidamente;
dedicamos mucho tiempo a la diversión personal.
En este sentido, la vida marcada por lo efímero y el placer inmediato o
dejarse llevar por lo más fácil y cómodo, es la muestra más clara de
insensibilidad hacia todo lo que afecta nuestra vida. Reaccionar frente ante
las críticas, la murmuración y el desprestigio de las personas, es una forma
de salir de ese estado de pasividad e indiferencia, para crear una mejor
calidad de vida y de convivencia entre los seres humanos.
Debemos emprender la tarea de conocer más las personas que nos
rodean: muchas veces nos limitamos a conocer el nombre de las personas,
incluso compañeros de trabajo o estudio, criticamos y enjuiciamos sin
conocer lo que ocurre a su alrededor: el motivo de sus preocupaciones y el
bajo rendimiento que en momentos tiene, si su familia pasa por una difícil
etapa económica o alguien tiene graves problemas de salud. Todo sería más
fácil si tuviéramos un interés verdadero por las personas y su bienestar.
En otro sentido, vivimos rodeados noticias y comentarios acerca de los
problemas sociales, corrupción, inseguridad, pobreza, distribución de la
riqueza de manera desigual etc... estas cuestiones progresivamente las
naturalizamos, dejamos que formen parte de nuestra vida sin intentar
cambiarlas, dejamos que sean otros quienes piensen, tomen decisiones y
actúen para solucionarlos. La sensibilidad nos hace ser más previsores y
participativos, pues no es correcto contemplar estos problemas creyendo que
somos inmunes y que no nos afectarán.
Por el contrario, la sensibilidad nos hace despertar hacia la realidad,
descubriendo todo aquello que afecta en mayor o menor grado al desarrollo
personal, familiar y social. Con sentido común y un criterio bien formado,
podemos hacer frente a todo tipo de inconvenientes, con la seguridad de
hacer el bien poniendo todas nuestras capacidades al servicio de los demás.

Desprendimiento
Es un valor, cuya función principal es enseñarnos a utilizar
correctamente nuestros bienes y recursos evitando apegarse a ellos, los
cuales muchas veces pueden llegar a estar al servicio de los demás. El
desprendimiento definitivamente, nos educará para no girar en torno de las
cosas materiales y pongamos el corazón en las personas.
Dos cuestiones fundamentales en este valor, son superar el egoísmo e
indiferencia al que acostumbramos a dejarlos como parte de nuestro ser.
Para ello debemos reconocer que todos tenemos necesidades y en algunos
casos, carencias. Lo bueno es dejar de lado, todo lo que nos hace ser
indiferentes, para colaborar en el bienestar de los demás.
La importancia que le cedemos a las cosas, el uso que hacemos de ella
y la intención que tenemos para ponerlas al servicio de los demás, son
algunos aspectos que hacen al valor del desprendimiento.
Los esfuerzos que hacemos a diario para poseer todo aquello que
soñamos… son muchas veces bienes materiales, que nos crean una falsa
ilusión y al cual pretendemos darle el valor de cubrir con nuestro vacío
interior. Por ello, no dejemos que estas simples cosas se conviertan en los
afectos en el orden principal, dejando de lado a las demás personas y su
bienestar.
Debemos tener en cuenta, que el cuidar de nuestras cosas y el buen
uso que hacemos de ellas, no tienen nada que ver con el afecto denominado
apego a las cosas materiales. Y justamente se origina en los recuerdos y el
valor económico que generó la adquisición de los mismos.
Justamente, el desprendimiento es el valor que nos ayuda a superar el
aprecio y el sentimiento de posesión y exclusividad hacia determinadas
cosas, para ofrecerlos gratamente a los demás.
Este valor, cabe aclarar muchas veces se presta a confusión con el
solo hecho de deshacernos de todo aquello que no utilizamos y no lo
pensamos volver a manipular. Pero esa actitud, lo único que hace es
manifestar hacia la persona que lo recibe, poco respecto por parte nuestra.
Otra cuestión a tener en cuenta, es que este valor se centra en otros
recursos más allá de los materiales. Por ejemplo: son importantes los
momentos que brindamos en cuanto a nuestros conocimientos, cualidades y
habilidades; hacia las otras personas. Pero siempre ello implica dejar de lado
nuestro tiempo de ocio y descanso, preferencias y comodidades, para ayudar
a quien lo necesite.
Por ello, consideramos que el desprendimiento es una entrega
totalmente generosa de lo que posemos y que por ende no tiene medida
para su cumplimiento. Ejemplos de este valor podrían ser siempre de
acuerdo a tus posibilidades, el cumplimiento en distintas obras de
beneficencias, enseñar y aprender de todo lo que sabes hacia los demás,
regalar cosas a las cuales considerar que son un apego, decir sí aunque te
cueste cuando te pidan algo prestado, entre otras cosas.
En pocas palabras, este valor nos ayuda a nosotros y por ende
sociedad en su conjunto, ya que nos permite crecer como personas siendo
más bondadosas y generosas. A su vez sentiremos que todos nuestros
círculos íntimos (amigos y familiares) mejoraran relacionalmente y nos hará
personas más actuantes desde el corazón.

Pertinencia
El término pertenencia es aquel que hace referencia a la acción de
pertenecer, de formar parte de o de ser poseído por alguien. El verbo
pertenecer en sí significa al mismo tiempo integrar algo o ser parte de algo
así como también ser posesión de otro, es decir, corresponder a sus órdenes
o mando. Sin embargo, el término pertenencia es normalmente relacionada
con la primera de las dos acepciones que tienen que ver con la idea de
sentirse parte de algo, de algún fenómeno o circunstancia, de algún grupo de
personas o de algún espacio.
La pertenencia aparece por lo general relacionada con la noción de
origen y la de procedencia. Ambas nociones son las que hacen que una
persona (o hasta un animal) pueda sentirse parte de un grupo de pares de
acuerdo a su origen, al lugar o al grupo en el que nació. De tal modo, el
sentimiento de pertenencia a un lugar, a una comunidad se da a partir de la
convivencia diaria en tal espacio y del compartir significados, símbolos,
tradiciones, acciones y formas de pensar con todos los restantes miembros.
En el caso de los animales, el sentimiento de pertenencia se limita a la
manada a la que se pertenece. El animal que es abandonado o despreciado
por su manada es sin dudas un animal que pierde parte de su ser.
En el caso del ser humano, obviamente, la noción de pertenencia se
vuelve mucho más compleja y traspasa el sentido del instinto. El ser humano
es quien crea su propio grupo social y todo los fenómenos sociales,
culturales y físicos que tienen lugar en él son los que unen a todos sus
miembros y los hacen sentir parte de ese todo, pero no de otro grupo.
La pertenencia está especialmente ligada en la actualidad a la idea de
nación ya que esta es la más clara representante de un grupo social con el
cual uno puede compartir el territorio, el sistema político, la historia, el
lenguaje, las tradiciones y las diferentes formas de sentir.

Disciplina
La disciplina es la capacidad de actuar ordenada y perseverantemente
para conseguir un bien. Exige un orden y unos lineamientos para poder
lograr más rápidamente los objetivos deseados, soportando las molestias
que ésto ocasiona.
La principal necesidad para adquirir este valor, es la auto exigencia; es
decir, la capacidad de pedirnos a nosotros mismos un esfuerzo "extra" para ir
haciendo las cosas de la mejor manera. El que se sabe exigir a sí mismo se
hace comprensivo con los demás y aprende a trabajar y a darle sentido a
todo lo que hace. La disciplina es indispensable para que optemos con
persistencia por el mejor de los caminos; es decir, por el que nos va dictando
una conciencia bien formada que sabe reconocer los deberes propios y se
pone en marcha para actuar.
Explicar qué es la disciplina resulta muy difícil, ya que su significado ha
variado en función del cómo, dónde y en qué tiempo se ha aplicado, por ello
su concepto conlleva elementos morales, éticos, de sumisión, a veces de
subordinación, y de control de la conducta por medio de la razón, de la
conciencia, de la motivación o la limitación.
La palabra disciplina se utilizó en las civilizaciones antiguas, como en
Grecia y Roma, para designar el arte de instruir a los hombres de guerra y de
someterlos al servicio militar inculcando el respeto y sumisión al que
mandaba.
Este valor es fundamental y básico para poder desarrollar muchas otras
virtudes, sin la disciplina es prácticamente imposible tener fortaleza y
templanza ante las adversidades que se presentan día a día.
La disciplina es el valor de la armonía, porque todo guarda su lugar y
su proporción. Los seres humanos debemos tender a nuestra propia armonía
de ser, pensando, y actuando siempre en relación a un buen fin. Para
conquistar este valor hay que empezar por aprovechar nuestra necesidad de
orden en las casas y para ello hay que tenerles un lugar a cada cosa y
mantenérselo por medio de la disciplina, poner siempre allí esas cosas.
LA DISCIPLINA EN LA EDUCACIÓN
Hay varias formas de disciplina pero por lo general la disciplina es un
comportamiento humano, el cual es como una cierta libertad que rige ciertas
leyes o reglas de una u otra forma.
En una institución educativa, la disciplina puede ser expresada como
un comportamiento en el cual el alumno se rige a las leyes del respeto hacia
el profesor y con y para los compañeros del aula.
Si tomamos en cuenta lo antes expresado en los textos, tenemos como
resumen que la disciplina en el curso es la forma por la cual el estudiante en
cierta forma "entrega" respeto al profesor y los compañeros, aunque más se
da el caso hacia el profesor ya que la disciplina la hace el curso entero y por
lo tanto tenemos que la INDISCIPLINA ES LA FALTA DE DISCIPLINA por la
cual se lleva a la violación de la regla de oro que es dar respeto y atención al
educador en la institución.
La disciplina se da por diferentes factores como lo son el medio
ambiente y la presión que sufren los educados y es así como la disciplina e
indisciplina son propiedades exclusivas de los educados, ya que se supone
que dichos elementos son hechos que "favorecen" al educador.
Una persona puede carecer de disciplina cuando se encuentra bajo una
cierta forma de libertinaje; tomemos en cuenta que la libertad de uno acaba
cuando comienza la del otro y es por eso que tanto el educador y el educado
se merecen respeto y por eso es a veces existe indisciplina debido a que el
educador sofoca la libertad del educando; así como hay casos en que el
educando abusa de su libertad ocasionando una violación a la libertad del
educador.
Por lo tanto, el educador como el educando se merecen respeto, que
en este caso pasaría a ser disciplina.
La disciplina es la entrega de lealtad a ciertas condiciones impuestas
por algo o alguien, la indisciplina es la deslealtad o irrespeto a esas
condiciones.
Para que haya disciplina en una institución educativa (que en este caso
pasaría a ser el aula de un curso) tanto el educador como el educando deben
respetar la libertad del otro y por lo tanto entre los dos deben tenerse un
mutuo respeto.
Probidad
Probidad es la cualidad que define a una persona íntegra y recta; a
alguien que cumple sus deberes sin fraudes, engaños ni trampas.
Ser probo es ser transparente, auténtico y actuar de buena fe. En este
sentido, la probidad expresa respeto por uno mismo y por los demás, y
guarda estrecha relación con la honestidad, la veracidad y la franqueza.
Ser honesto es una forma de sembrar confianza en uno mismo y en
aquéllos con quienes estamos en contacto. Cuando alguien es honesto, no
oculta nada y actúa con base en la verdad; esto transmite tranquilidad.
La probidad es también una cualidad aplicable a la persona honrada
que respeta el bien ajeno y lo que no le pertenece.
Como la probidad está asociada a la honestidad, la verdad y el respeto,
entre personas probas cualquier proyecto humano es más fácil de realizar
porque la confianza colectiva que esas cualidades transmiten, se transforma
en una fuerza de inmenso valor. De ese modo, la probidad fortalece la vida
en comunidad.
En el ejercicio de lo público, y en especial en el manejo de los recursos
colectivos, la probidad es un valor imprescindible. Este valor debe estar
acompañado por la transparencia, fortaleciendo los mecanismos de rendición
de cuentas, las veedurías y el control ciudadano.
De hecho, es preciso que en la administración distrital todos actuemos
siempre a sabiendas de que el Estado y los recursos que administramos son
de todos y para todos, y que los ciudadanos y ciudadanas no deben ser
ajenos a las decisiones sobre el manejo de lo que les pertenece.
En lo que respecta a la formulación y aplicación de las políticas
públicas, para hacer viable este valor es preciso que las políticas se orienten
a:
Fortalecer los mecanismos que garanticen la transparencia de la
gestión pública y el empleo de los recursos públicos única y exclusivamente
para el cumplimiento de las finalidades del Estado.
Garantizar la provisión de empleos públicos y la movilidad de los
servidores y servidoras con base en sus méritos, su vocación de servicio y su
compromiso con la realización del Estado Social de Derecho.
Perfeccionar los programas diseñados para garantizar imparcialidad,
igualdad de oportunidades y objetividad en los procesos de contratación.
Robustecer el control ciudadano a la gestión pública y los programas
de rendición de cuentas.
Capacitar a los habitantes de la ciudad respecto de sus competencias
ciudadanas, de modo que puedan ejercer sus derechos, mejorar el
cumplimiento de sus deberes e intervenir en los asuntos que los afectan.
Asegurar que la información transmitida a los ciudadanos sea veraz,
confiable, y ajena a todo propósito de manipulación ideológica o política.
Actuamos siempre con la convicción de estar haciendo las cosas de
manera correcta, clara e irreprochable, de tal modo que nuestras conductas
merezcan ser imitadas.
Mantenemos la coherencia entre lo que decimos, pensamos y
hacemos.
Construimos un ambiente organizacional que nos permita expresarnos
con franqueza y sinceridad, y relacionarnos sin manipulaciones de ninguna
índole.
Hacemos un uso honrado y efectivo de los recursos públicos puestos a
nuestra disposición, incluido el tiempo.
Contribuimos a crear un ambiente de confianza con los ciudadanos.
Publicitamos los servicios y los productos de las entidades sin crear
falsas expectativas y sin incurrir en engaños.
Establecemos relaciones fundadas en el acatamiento a las normas y en
tratos publicables con los usuarios y beneficiarios de nuestros productos y
servicios.
Suprimimos la parcialidad y el tráfico de influencias en el ejercicio de la
función pública.
Utilizamos la información proporcionada por los ciudadanos sólo para
los fines establecidos por las leyes.

Rectitud
La rectitud, es la vocación esencial. los deberes relacionados con la
rectitud se enfocan en actividades relativas al mundo externo y aquellas
necesidades que conciernen nuestra parte interna.
el mundo externo lo experimentamos a través de los cinco sentidos, incluso
la mente esta involucrada en esta parte.
Mientras que el mundo interno trasciende a los organos de los sentidos
como: ojos, oido, gusto, tacto, olfato.
El mirar hacia fuera, lo podemos aprender de memoria. el mirar hacia
dentro es lo que se lleva en el corazón, sintiendo la plenitud, experimentando
bienaventuranzas.
Nosotros debemos saber ¿cómo tratar con los problemas de la vida
diaria?, tenemos que adquirir los conocimientos prácticos, a través de
nuestra propia conducta, pero; una conducta de acción correcta, ya que
somos los responsables de la forma en que vivimos. no podemos culpar a
nadie mas. cuando nuestra mentes, nuestros pensamientos, nuestras
miradas y comportamiento estén sostenidos en la rectitud lo cual significa
actuar de acuerdo con consciencia consciente, responsabilidad seremos
seres puros.
La rectitud, es el nivel físico en el ser humano, es el lindero, el limite
que la inteligencia impone a las pasiones, las emociones, los impulsos de
nosotros los seres humanos. explicar su importancia y su aplicación a la vida
diaria es tarea de los filósofos. ser un hombre o una mujer significa respetar
los limites. nosotros no nos desbocamos indómitamente y sin riendas, es
muy importante tener control y disciplina. rectitud, es aquello que nace del
corazón, que luego es expresado con palabras y que enseguida es puesto en
práctica.
La rectitud, es eterna, es la misma para todas partes, el lugar donde
nace la rectitud es en el corazón. lo que emana del corazón como una idea
pura al ser trasladado a la acción será llamado rectitud.
Si hay que decirlo de una manera:"haz a otro lo que deseas que te
hagan".
Tenemos que evitar actos que lastimarían a otros, si alguien te causa
felicidad, tu debes hacer aquellas cosas que causaran felicidad a otros.
cuando reconocemos que lo que otros hacen causaran dificultades y
nosotros hacemos las mismas cosas, eso es actuar incorrectamente; cuando
pensamos algo, decimos otras cosas y terminamos haciendo otras cosas
diferente a lo que pensamos y decimos eso no es acción correcta, es un
desequilibrio en nosotros.
Las cualidades como el sentido del deber, la fortaleza, respeto lealtad,
correcta utilización del dinero, tiempo, tener buen comportamiento, vida sana,
servicialidad, perseverancia, sencillez, cumplimiento de la palabra dada, son
subvalores de la acción correcta, forman el valor rectitud.
Cuando desarrollamos el poder de voluntad, tomaremos consciencia,
responsabilidad y canalizaremos el respeto con uno mismo, hacia los demás,
tambien con el medio ambiente y es entonces cuando el valor rectitud
despertará en nosotros habilidades como la de servir al prójimo.
La rectitud son los ojos del ser humano y son estos ojos la forma
misma de ver la vida y su verdadero proposito.
¿Qué es ser recto?...haz lo correcto, en el momento correcto, en el
lugar correcto y con el sentimiento correcto para obtener el resultado
correcto.
Corresponsabilidad
Hablar de corresponsabilidad es siempre controvertido, porque ¿Quién
nos va a decir cómo organizamos nuestra casa, nuestra vida familiar, etc.?
Cuando se habla de conciliar la vida laboral, familiar y personal, es fácil que
exista consenso, aunque este consenso sea más teórico que real, pero
hablar de corresponsabilidad es más complicado.
Alguien preguntaba en un foro en el que participo ¿se debe regular por
ley la corresponsabilidad? Es evidente que la vida privada no se puede ni
debe regular por medio de leyes, plantear así el tema de la
corresponsabilidad parece más un intento de desvirtuar el concepto que otra
cosa. Nadie va a venir a nuestra casa a decirnos quien debe fregar, lavar o
cómo organizar nuestro tiempo, pero lo que sí se puede y debe hacer desde
las administraciones es sensibilizar a la sociedad de las implicaciones que
tiene para todas/os el hecho de que la mayor parte del trabajo de cuidado de
la familia recaiga sobre las mujeres.
La corresponsabilidad supone que dos o más personas comparten la
responsabilidad de una tarea, en este caso las tareas domésticas. Es fácil
argumentar que es una cuestión de tiempo, que todo va cambiando, pero
cuando las mujeres se han incorporado al mercado laboral de forma
mayoritaria ¿Qué puede justificar que los hombres no asuman su parte en
las tareas domésticas?
Trabajar por la corresponsabilidad también se puede y debe hacer
desde las empresas. Vivimos en un mundo diverso, los cambios que en las
organizaciones se están produciendo indican que el mundo empresarial no
puede dejar de lado el talento femenino, la diversidad de género es una
necesidad que las empresas deben abordar para adecuarse a la realidad.
Por ello, las empresas que trabajan por ser socialmente responsables,
RSC, no pueden obviar las desigualdades de género. La diversidad de
género debe ser una estrategia de las empresas para reconocer que las
aportaciones de mujeres y hombres son igual de importantes, no se puede
excluir, sino que se debe incluir a todas y todos en la transformación de las
relaciones laborales.
Para lograrlo hay que dejar a un lado los estereotipos de género que
vinculan a las mujeres al trabajo de la casa, la responsabilidad del cuidado
debe compartirse. Los estudios sobre los tiempos que mujeres y hombres
dedican al trabajo doméstico ponen de manifiesto que siguen siendo las
mujeres quienes más horas dedican a esta tarea, pero hay un tema más
subjetivo y por lo mismo no fácilmente cuantificable ¿Quién tiene la
responsabilidad de “pensar” en lo cotidiano? , preparar la ropa para el
colegio, tener en cuenta si tienen un cumpleaños comprar el regalo, si la ropa
les queda pequeña.
La obligación del cuidado de hijas/os sigue recayendo en las mujeres.
Los estereotipos de género siguen condicionando a niñas y niños. Dice
Natasha Walter que “el determinismo biológico del siglo XXI funciona en este
sentido exactamente igual que el del siglo XIX, que advertía a las mujeres
que aspiraban al cambio que no estaban hechas para estudiar o esforzarse
físicamente”.

Reciprocidad
Las leyes sagradas de la hospitalidad funcionaron bastante bien
durante muchos siglos, hasta que el Dios de los cristianos relevó a Zeus en
la protección del peregrino, del pobre y del extranjero, y las cambió
sustancialmente; y pudieron funcionar, no tanto porque la religión y la
consiguiente presión social velaran por su cumplimiento, sino porque estaban
fundadas sobre el razonable principio de la reciprocidad: “hoy por ti, mañana
por mí”. Zeus, el valedor de los extranjeros, no exigía a los griegos que les
acogiesen gratis, sino que les dieran la hospitalidad al fiado, en la confianza
de que el extranjero, llegado el momento, sabría cumplir religiosamente.
Hubiese sido ocioso pedirles más a los griegos, porque unas normas
de conducta basadas exclusivamente en una altruista generosidad, no
hubiesen funcionado.
Vamos a precisar un poco más: el extranjero al que el griego concedía
la hospitalidad era un creyente, un correligionario; es decir alguien que tenía
a Zeus como garante de que la generosidad ejercida para con el peregrino,
no caía en saco roto. No era por tanto profundamente extranjero, sino que lo
era tan sólo un poco: era griego. Los extranjeros más auténticos eran
esclavos. Les costó entenderlo, pero al final comprendieron que no debían
hacerle la guerra al vecino, sino tenerlo como aliado; por eso las guerras se
trasladaron cada vez más lejos y los esclavos resultantes eran cada vez más
extranjeros, más ajenos.
Al establecer el paralelismo entre la cultura griega y la nuestra, es fácil
ver que el alma humana ha cambiado muy poco: los casos más sangrantes
de explotación inmisericorde se dan con los “más extranjeros”, con los
menos parecidos a nosotros: esos son los que están en la economía
sumergida, esos son los que más fácilmente caen víctimas de las mafias
instaladas en España para explotar a fondo tanta mano de obra hambrienta.
El deber de reciprocidad impone para con aquellos con quienes se
tienen contraídas deudas de hospitalidad (toda la América hispana está en
este caso) hacer todos los esfuerzos en dos direcciones: primera, que no
caigan en la esclavitud (hemos de llamar a las cosas por su nombre, y éste
es el que corresponde a muchos niveles modernos de explotación del
inmigrante, entre ellos el de la prostitución); y segunda, abrir al máximo las
puertas a aquellos con quienes se está en deuda. Y abrirlas al máximo no
significa abrirlas de par en par, porque es entonces cuando se entra en la
espiral de la esclavitud.
Recíprocus es un curioso adjetivo latino que se usa para calificar
aquello que va y vuelve. Recíprocum mare es el mar que fluye y refluye;
recíprocae voces son las voces que se repiten, las que nos devuelve el eco;
argumenta recíproca son los argumentos que rebotan, que se vuelven contra
quien los emplea; recíprocae vices pugnandi son las suertes del combate,
sus vicisitudes, que van en una dirección o en la contraria. Tenían también
los romanos el verbo reciprocare, con el que expresaban la acción de mover
o moverse algo hacia delante y hacia atrás; hacer ir y venir algo; empujar una
cosa con movimiento alternativo: telum recíprocans incidebat, avanzaba
blandiendo la lanza (moviéndola hacia delante y hacia atrás); cum nec
reciprocare ánimam sineret (ventus), como el viento ni siquiera dejaba
retomar aliento; ista sic reciprocantur ut... estas son tan correlativas que... (se
refiere Cicerón a proposiciones recíprocas). Y además del verbo, tenían el
sustantivo reciprocatio, que era el movimiento alternativo o recíproco, la
acción de ir y venir algo: reciprocatio talionum, la reciprocidad del talión (el
ojo por ojo); errantium síderum reciprocatio, el retorno de los planetas
(estrellas errantes) a su punto de origen.
Es de destacar que no tiene el latín clásico la reciprócitas (reciprocidad)
porque no llegaron al valor que nosotros le hemos dado de acción que
devuelve aquel que la recibe. La desinencia –idad le da valor iterativo, de
repetición o continuidad.

Desprendimiento
El valor del desprendimiento nos enseñará a poner el corazón en las
personas, y no en las cosas materiales.
El valor del desprendimiento consiste en saber utilizar correctamente
nuestros bienes y recursos evitando apegarse a ellos y, si es necesario, para
ponerlos al servicio de los demás.
El desprendimiento como valor se origina al reconocer que todos
tenemos necesidades y en algunos casos encontramos personas con
carencias. En cualquier situación debemos superar nuestro egoísmo e
indiferencia para colaborar en el bienestar de los demás, no importa si es
mucho o poco lo que hacemos y aportamos, lo importante es tener la
conciencia de ofrecer algo, de aportar. En la generosidad que requiere el
desprendimiento no cabe el ofrecer algo que nos sobra.
El valor del desprendimiento tiene que ver con varios aspectos, entre
ellos: la importancia que le damos a las cosas, el uso que hacemos de ellas y
la intención que tenemos para ponerlas al servicio de los demás.
En ocasiones vivimos y trabajamos sin descanso para poseer aquello
que tanto nos ilusiona (autos, joyas, ropa, aparatos, etc.) y nuestra vida se
mueve a ese compás, sin embargo si no tenemos cuidado puede llegar el
momento en que a pesar de la insatisfacción que nos produce llenarnos de
cosas, pretendemos que éstas llenen un vacío interior.
A veces en broma, pero muchas veces en serio hemos escuchado
decir de alguien: “quiere más a su coche que a (...)”, “ni se te ocurra tocar
sus (...) porque tendrás problemas”, “ni se lo pidas, jamás presta lo que
tiene”, “ todo su dinero lo ocupa para (...)”, etc., y todas ellas reflejan a una
persona con apego inmoderado por lo que tienen. Debemos recordar que en
el orden de los afectos, las personas y su bienestar ocupan el primer lugar
antes que nuestra persona misma o lo que poseemos.
Existen personas que materialmente ponen el corazón en las cosas
materiales. A veces por los recuerdos que evocan, pero en otras debido al
valor económico que tienen o simplemente por el trabajo que supuso
adquirirlos. A esta particular forma de afecto se le llama apego y de ninguna
manera se relaciona con el hecho de cuidar las cosas y hacer buen uso de
ellas.
Cuando nuestro aprecio es mayor por las cosas que por las personas,
nos parece absurdo compartir lo que tenemos, o en su defecto lo hacemos a
regañadientes. El desprendimiento supone un esfuerzo para superar ese
sentimiento de posesión y exclusividad de lo que poseemos para ofrecerlo
gustosamente a los demás.
No debemos confundir el desprendimiento con el hecho de
deshacernos de todo aquello que no utilizamos, que es inservible o se ha
convertido en un estorbo, esta actitud manifiesta poco respeto por la persona
que lo recibe, independientemente de su condición y situación actual. Somos
tan soberbios que consideramos un insulto recibir algo de segunda mano,
¿por qué los demás deben soportar lo que nosotros consideramos
desprecio?
Puede parecer que este valor se enfoca únicamente a objetos, pero
nuestros recursos van más allá de lo que se puede tocar, poseemos
conocimientos, cualidades y habilidades que muchas veces nos cuesta
trabajo poner a disposición de las personas, porque requiere prescindir de
nuestro descanso, gustos, preferencias y comodidades para llevarse a
efecto.
Nos sorprendemos con el médico que atiende enfermos sin cobrar
honorarios; personas que pasan los días trabajando en obras de caridad;
profesores que trabajan horas extras desinteresadamente; padres de familia
que se niegan gustos y diversiones personales para pensando en su familia;
lo más inaudito es que muchos de ellos no viven en una condición del todo
desahogada. El verdadero desprendimiento no tiene medida, sin calcular
cuánto es lo indispensable para cumplir, es una entrega generosa de todo,
Sí, de todo lo que tenemos.
Para vivir el desprendimiento puedes:
- Hacer una lista de las cosas que tiene y determinar cuales
realmente necesitamos y cuales son caprichos, vanidades, etc.
- Ayudar a una obra de caridad haciendo una aportación
significativa, de acuerdo con tus posibilidades.
- Enseñar a otros algo que sepas hacer bien (sin olvidar de
enseñarles los “secretos” que pudieras atesorar sobre el tema)
- Regala o dona un bien al que sientas que te has apegado.
- Procura decir más veces “si” cuando te pidan algo prestado sin
poner pretextos.
El valor del desprendimiento ayudará a nuestra sociedad al
convertirnos en personas más altruistas y generosas, brindará un mejor
ambiente en nuestras relaciones con amigos y familiares y nos convertirá en
personas que tienen el corazón puesto en el lugar correcto.

Consideración.
Respeto o reconocimiento es la consideración de que alguien o incluso
algo tiene un valor por sí mismo y se establece como reciprocidad: respeto
mutuo, reconocimiento mutuo. El término se refiere a cuestiones morales y
éticas, es utilizado en filosofía política y otras ciencias sociales como la
antropología, la sociología y la psicología.
El respeto en las relaciones interpersonales comienza en el individuo,
en el reconocimiento del mismo como entidad única que necesita que se
comprenda al otro. Consiste en saber valorar los intereses y necesidades de
otro individuo en una reunión.
Principio de respeto o autonomía de las personas
Este principio se basa en dos teorías ético-morales que dicen
textualmente:
1.- El respeto por la autonomía del individuo, que se sustenta
esencialmente en el respeto de la capacidad que tienen las personas para su
autodeterminación en relación con las determinadas opciones individuales de
que disponen.
2.- Protección de los individuos con deficiencias o disminución de su
autonomía en el que se plantea y exige que todas aquellas personas que
sean vulnerables o dependientes resulten debidamente protegidas contra
cualquier intención de daño o abuso por otras partes.
Este principio de autonomía sirvió como base de la bioética desde los
aspectos sociopolíticos, legales y morales aunque no para garantizar el
respeto de las personas en las transacciones médicas.
La consideración es un concepto central en ley común de contratos y
teoría del contrato: es valor pagado una promesa. La consideración es
necesaria para un contrato válido. Un ejemplo; Si usted firma un contrato con
un hombre, acordando comprar su coche para una cantidad de dinero, su
consideración es el coche, que él promete darle. Su consideración es el
dinero que usted paga el coche. Sin embargo, un refrán del contrato que él le
daría su coche para nada no sería válido por sí mismo, porque usted no le
está dando ninguna consideración. En términos básicos, el offeree (ese IS-IS
la persona que es ofrecida algo) debe dar algo de nuevo al contratista a
cambio de su promesa. Hay varias ediciones que se presentan de, qué
aparece ser, una doctrina absolutamente simple. Los puntos principales se
contornean abajo:
¿De qué valor debe la consideración estar?
La consideración debe suficiente pero no adecuado. El offeree ha
demostrado que la consideración aunque él da algo totalmente inútil y de
ningún valor al offerror. Esto es porque actúa como símbolo. Un ejemplo de
esto se ilustra en el caso de Chappell y el Co v Nestle (1960) donde fue
sostenido por el tribunal de apelación que 6 envolturas de la barra de
chocolate a cambio de un gramófono la compañía del chocolate de Nestle
ofrecían como parte de una promoción, era consideración válida para la
oferta de Nestle.
Un caso discutido más adelante en este artículo, Williams v Roffey y
Nicholls Bros (1991), aparece incluso permitir que la consideración sea algo
de el cual está de cualquier clase ventaja al offerror, en este caso el offerror
no que tiene que encontrar contratistas nuevos para realizar el trabajo sobre
el sitio de edificio él fue empleado. Muchos comentaristas han discutido
sobre qué constituye la consideración válida. Algunos tales como Trietel
discuten la consideración deben tener la cierta clase de valor económico
pero otro académico por ejemplo Atiyah discuta que toda la consideración
esté haciendo esté proporcionando a razón para que el contratista ponga
remite su oferta o promesa. Vea a Williams v Roffey abajo para la
elaboración adicional en esta área.
Se ha sostenido afecto o carencia de la molestia no constituya la
consideración. En v blanco Bluett (1853) 23 LJ 36 exes, fue sostenido que un
hijo no había demostrado la consideración para la promesa de su padre a las
deudas de la amortización debidas a él por el hijo, si el hijo debía parar el
quejarse por cómo el padre había distribuido su estado en el suyo.
Si una persona (demandante) había prometido no hacer cumplir una
demanda contra el contratista y esa demanda es legalmente válida, entonces
ésta puede ser consideración válida. Si prometen no afirmar una demanda
que es inválida en ley entonces esto no es ser consideración válida llevada a
cabo a menos que si el contratista original la cree para ser buena y tan hace
también a demandante. El cocinero v Wright (1861) vierte cierta luz y claridad
en esto. Los demandantes genuino creyeron que el demandado estaba bajo
obligación de reembolsarlos. El demandado los pagó eventual dispouted
suma pero realizado más adelante él estaba bajo ninguna obligación a y así
que discutió a demandante no había demostrado ninguna consideración
válida. La corte sostuvo eso porque el demandante genuino creído
desatendían una demanda válida en ley que habían demostrado que la
consideración y por otra parte el demandado había obtenido la ventaja de
convertirse deuda-libre. Esta ayuda la visión que debe haber una cierta clase
de ventaja al contratista.
¿Puede realizando un deber legal o contractual existente para ser la
consideración válida?
La respuesta a ambos éstos pregunta absolutamente simplemente es
no. Si A dice a B, le daré £100 si usted no me mata y B no mata a A, B no he
demostrado ninguna consideración a A para el £100 porque él está ya bajo
deber legal de no actuar de esta manera. Semejantemente, en la sala v
Bytham (1956) WLR 496, una madre y padre había terminado su relación. El
padre prometió pagar a la madre a cierta cantidad de dinero si ella mantuvo a
su niño feliz y sano. Fue sostenido por ella que hacía esto, ella no demostró
ninguna consideración para la promesa del padre porque ella estaba ya bajo
deber legal de actuar de la manera estipulada por el padre. Señor Denning
sin embargo, expresado su preocupación en las cortes decisión y vino a la
conclusión que sería absolutamente posible que la madre había ido más allá
de su deber legal.
La misma situación se presenta cuando B se realiza en una manera
que lo ya obligan legalmente a hacer tan. Un ejemplo de esto es el caso del
campo 1809) 2 317 de Stilk v Myrick (. Este caso tiene dos informes de la ley
y se ha aceptado desde entonces como caso de la consideración de la
compulsión no puesto que la duda fue echada sobre el caso por Williams v
Roffey. En Stilk, fue sostenido un equipo que no dieron derecho el miembro
de una nave a los salarios adicionales el capitán de la nave lo ofreció para
servir la nave de nuevo a su puerto casero después de 2 miembros del
equipo abandonó la nave en el Caribe. El análisis razonado de la corte era
que el miembro del equipo estaba ya bajo deber contractual existente.
Es importante mirar la situación de este principio desde Williams v
Roffey en 1991. Está claro que este caso está actuando como caso que eche
duda en muchos principios establecidos en el área de la consideración.
Discutirán Williams v Roffey más lejos abajo.

Discernimiento
Discernimiento, es el "juicio por cuyo medio". ó "por medio del cual
percibimos y declaramos la diferencia que existe entre varias cosas". Lo que
implica tener "criterio", es decir; una norma, modelo de valores o principios
considerados una autoridad moral; como tradiciones, filosofías o preceptos;
culturales, sociales o religiosos; para conocer la consecuencia o
inconveniencia de las cosas. Por lo que se puede distinguir dos tipos de
discernimiento: 1) discernimiento bíblico y 2) discernimiento filosófico .
Discernimiento bíblico
Ya que el discernimiento exige tener un modelo de valores morales,
muchos utilizan la Biblia como "el criterio", para poder distinguir la diferencia
entre lo que es "bueno" y lo que es "malo", desde el punto de vista de Dios.
Considerada, una de las normas de "valores morales".
La palabra hebrea que con frecuencia se traduce “discernimiento”
(tevu‧náh) está relacionada con la palabra bi‧náh, traducida
“entendimiento”. Ambas aparecen en Proverbios 2:3, donde dice, según la
traducción (en inglés) de la Jewish Publication Society: “Si clamas por el
entendimiento y alzas tu voz por el discernimiento [...]”. Al igual que el
entendimiento, el discernimiento implica ver o reconocer un asunto, pero
resalta el llegar a distinguir los aspectos o componentes del mismo,
sopesando y evaluando cada uno a la luz de los demás. La persona que
compagina el conocimiento y el discernimiento controla lo que dice y es
sereno de espíritu.
A diferencia de los ‘faltos de corazón’, las personas de “discernimiento
amplio” guardan silencio cuando deben. No traicionan la confianza que se ha
depositado en ellas. (Proverbios 20:19.) Como saben que el habla
imprudente puede hacer daño, las personas que tienen discernimiento son
‘fieles en espíritu’. Son leales a sus compañeros de creencia y no divulgan
asuntos confidenciales que pudieran poner en peligro a estos.
Discernimiento filosófico
Para el objeto del discernimiento, la filosofía, puede establecer de
forma arbitraria un "patrón de conducta" que "ayudará" a distinguir que es
"bueno" y "malo" desde el punto de vista humano (prescindiendo de un Dios),
cuya norma de valores se basa en la acumulación del conocimiento basado
en la observación del comportamiento humano, sus motivaciones, y
pensamientos; o en la experiencia personal y/o social; a través de las fuentes
históricas reconocidas como fiables.

Responsabilidad
No es algo sencillo, pero si es factible de ser percibida en la vida
cotidiana, especialmente en su aspecto negativo. Puede definirse como una
obligación, moral o legal del cumplimiento de deberes. En otras palabras es
un signo de madurez, ya que el cumplimiento de una obligación implica
esfuerzos por realizarlos y el no lograrlo genera consecuencias.
De esta afirmación podríamos testificar que, otro concepto fundamental
tiene una implicancia directa con la responsabilidad. Ella es la confianza,
debido a que somos leales y tenemos fe en aquellas personas que cumplen
con lo que han prometido.
Gracias a la responsabilidad, podemos convivir tranquilamente en una
sociedad, desde todos sus ámbitos: familiar, amistoso, profesional o
personal. Por todo esto decimos que ella es un valor.
¿Qué es ser responsables? Actuar con responsabilidad implica asumir
las consecuencias de nuestras acciones y decisiones, tanto buenas como
malas. Además es tratar de que todos nuestros actos sean realizados de
acuerdo a una noción de justicia y de cumplimiento del deber en todos sus
sentidos, sin necesidad de que nos den una orden.
Sabemos que es difícil de alcanzar, pero la responsabilidad vale la
pena. Es un valor porque de ella depende la estabilidad de nuestras
relaciones. Y como todos los valores, es un cimiento para fortalecer nuestra
convivencia social y personal.
Siempre podemos hacer algo para mejorar nuestra responsabilidad;
como por ejemplo, reflexionar sobre todo lo que hacemos y nos
comprometemos, ya que debemos saber que las consecuencias reales de
ello influyen directamente sobre nosotros. Además debemos alcanzar de
manera estable y habitual que nuestras acciones concuerden con las
promesas y obligaciones realizadas.
Y algo fundamental a tener en cuenta, es ayudar o en otras palabras
educar a las personas que nos rodean, a que adquieran también este valor
de la responsabilidad para que todo funcione mucho mejor. Pero, ojo!! No
tomemos el camino mas sencillo, el de dejar pasar las cosas, porque eso
sería justamente caer en la irresponsabilidad de no cumplir con nuestro
deber. Debemos hacer de la responsabilidad un correcto aprendizaje.
El desarrollo de la capacidad de responder por los propios actos
(incluyendo aquellos que han sido involuntarios o accidentales), está
vinculado al logro de la autonomía personal que adquirimos desde niños, y a
la comprensión cabal de que existe una relación entre causas y efectos. Esto
se debe a que la maduración afectiva e intelectual desde esa etapa de
desarrollo, es en donde uno comienza a abandonar las conductas impulsivas
propias de la infancia y adquirir la posibilidad de reflexionar antes de actuar.
Asegurarnos de que todos podamos convivir armónicamente, es
nuestro deber, solamente nos obligamos a realizar todo lo que este a
nuestro alcance para lograrlo. Ello es así, ya que vivir la responsabilidad no
es algo cómodo, pero tampoco lo es el corregir a un irresponsable.
Sabemos que es difícil, pero es algo que vale la pena intentarlo. ¿Te
pusiste a pensar? Te preguntaras que, pero es simple. Si todos
colaboraríamos con un pequeño granito de arena en vivir y edificar la
responsabilidad, nuestra sociedad, nuestros países y nuestro mundo, serían
totalmente diferentes al que hoy poseemos.
Las pequeñas responsabilidades diarias, nos preparan de a poco para
ir asumiendo responsabilidades mayores. Si actuamos responsablemente,
logramos algo muy importante, que nos hace crecer: la confianza en
nosotros mismos, y la confianza de los demás. Actuar de esta forma, además
permite elegir con libertad, y actuar cada vez con mayor independencia y
seguridad en nuestras propias decisiones.

Compromiso
Comprometerse va más allá de cumplir con una obligación, es poner en
juego nuestras capacidades para sacar adelante todo aquello que se nos ha
confiado.
Una persona comprometida es aquella que cumple con sus
obligaciones haciendo un poco más de lo esperado al grado de
sorprendernos, porque vive, piensa y sueña con sacar adelante a su familia,
su trabajo, su estudio y todo aquello en lo que ha empeñado su palabra.
Todos tenemos compromisos de diversa índole y según el estado de la
persona (como padres de familia, hijos, trabajadores, estudiantes, etc.) Aún
así, hay personas que esperan exista un contrato, una promesa o una
ineludible consecuencia para saberse con un compromiso, como la
celebración del matrimonio, la firma en el contrato de trabajo, el inscribirse en
la escuela o el nuevo hijo que nacerá próximamente.
El hecho de aceptar formalmente un compromiso, hace suponer que se
conocen todos los aspectos, alcances y obligaciones que conlleva. La
realidad es que creemos cumplir a conciencia por ajustarnos a un horario,
obtener un sueldo, asistir a la escuela y estar un rato en casa. Casi siempre,
la falta de compromiso se debe a descuidos un tanto voluntarios, pero
principalmente a la pereza, la comodidad y al egoísmo.
No basta con cumplir con lo previsto, lo estipulado, lo obvio... todo
compromiso tiene muchas implicaciones, pensemos un instante en aquellos
que son los más importantes que tenemos:
Como padres de familia: No basta proporcionar los medios materiales,
los hijos necesitan que los padres les dediquen parte de su tiempo para
jugar, conversar y enseñar. ¿Cuántas veces hemos cancelado un
compromiso personal para estar con la familia? Normalmente sucede lo
contrario. Parte del compromiso de ser padres, implica buscar la amistad de
los hijos.
Como esposos: Partiendo de la fidelidad como indispensable, hace
falta avivar el amor y la comprensión: cuidar el aspecto personal como antes
de casarse; hacer pequeños obsequios: la flor, el dulce, el CD con la música
que más le gusta a la pareja; salir juntos al cine o a cenar; terminar una
pequeña riña con un beso y un abrazo... Y tantos y tantos detalles que
parecen olvidarse con el paso del tiempo
Como hijos: Además de la sinceridad, la obediencia, la ayuda en el
hogar y el esfuerzo en los estudios, ¿qué otra cosa haces? Los padres
también necesitan cuidados, detalles de cariño y pequeños servicios, los
cuales no piden y sin embargo, estarían muy agradecidos de recibirlos. Cabe
hacer un paréntesis en el ámbito escolar: estudiar todas las materias a
conciencia y con profundidad, entregando todo los trabajos solicitados,
independientemente del gusto y preferencia que se tenga.
Como trabajadores: Es muy significativo la forma en la que se vive el
horario (los extremos de rigurosa entrada y salida para cumplir, o en su caso:
los retrasos) ¿Das un poco más de tu tiempo si hace falta? No olvidar
procurar un ambiente amable y las buenas relaciones. Parte de nuestro
compromiso laboral es la actualización de conocimientos para el
perfeccionamiento profesional.
Como amigos: ¿Nuestras amistades son “utilitarias”?, es decir, si sólo
recordamos a los amigos cuando algo se nos ofrece. La amistad se cultiva,
es necesario llamar, buscar, enviar correo electrónico y visitar a las personas
con las que tenemos un mutuo afecto, estar pendientes de su bienestar
personal y familiar.
Como ciudadanos: Evitar la indiferencia, no podemos quejarnos de la
situación actual del país sin hacer algo para cambiarlo, se de be participar en
las elecciones, apoyar campañas que beneficien a todos: en el área de
salud, laboral, legislativa... lo peor que nos sucede es creer que poco
podemos hacer como si viviéramos aislados. Promover la seguridad, la
limpieza, la creación de lugares de sano entretenimiento y los servicios
básicos para el lugar donde vivimos, es una manera de comprometernos con
nuestra sociedad y nuestra nación.
En todos los casos existe la obligación grave de cuidar el buen nombre
de personas, instituciones y empresas con las que tenemos relación. Es un
tanto triste ver como un estudiante repudia su escuela, como las personas
prefieren y exaltan los beneficios que se dan en otro país, como se quejan de
su cónyuge con personas ajenas, anhelar por inconformidad el trabajo en
otra empresa o tener un jefe “a modo”.
¡Cuántos son los compromisos y cuántas cosas implican! Si parece
mucho, hemos vivido con los ojos cerrados a la responsabilidad y pensando
sólo en recibir beneficios, con el temor a dar más de nosotros mismos.
Seamos honestos, en esto no existe temor sino egoísmo.
La persona comprometida es generosa, busca como dar más afecto,
cariño, esfuerzo, bienestar... en otras palabras: va más allá de lo que supone
en principio el deber contraído. Es feliz con lo que hace hasta el punto de no
ver el compromiso como una carga, sino como el medio ideal para
perfeccionar su persona a través del servicio a los demás.

Solidaridad
Un valor que nos ayuda a ser una mejor sociedad y que no solamente
debe vivirse en casos de desastre y emergencia
Pensamos en la Solidaridad como una actitud que debemos asumir en
emergencias y desastres, sin embargo, la Solidaridad es una característica
de la sociabilidad que inclina al hombre a sentirse unido a sus semejantes y
a la cooperación con ellos.
Podemos manifestar esta unión y cooperación, cada vez que
procuramos el bienestar de los demás, participando en iniciativas que nos
impulsen a servirles, como puede ser la visita a los enfermos en un hospital,
haciendo colectas de ropa y alimentos para los más necesitados, en un
grupo que imparta educación en comunidades marginadas, colaborando en
campañas de cuidado y limpieza de calles y áreas recreativas de la
comunidad, en los momentos que auxiliamos a quienes son víctimas de
alguna catástrofe, es decir, prestando nuestros servicios en la creación de
mejores condiciones de vida.
No podemos reducir el concepto de Solidaridad a un simple servicio
extraordinario; el término "servicio", puede hacernos perder de vista otros
aspectos de la Solidaridad:
· En la empresa los dueños deben procurar pagar un salario justo a sus
trabajadores, de tal manera que les alcance para cubrir las necesidades
primordiales de su familia; también los trabajadores en la oficina, el taller, el
hospital, deben preocuparse por ayudar a sus colegas a desempeñar mejor
su labor, con consejos, orientaciones o simplemente enseñarlos a hacer
aquello que más se les dificulta.
· En el trabajo personal: poniendo alegría y empeño por hacerlo lo más
perfectamente posible, pues garantiza el progreso de la empresa y por
consiguiente el propio.
· Los educadores actualizando continuamente sus conocimientos, al
mismo tiempo que las técnicas de enseñanza, para garantizar un mejor
aprendizaje y aprovechamiento de los alumnos, además de ver en cada
educando a una persona en desarrollo y formación.
· En el hogar: dando un trato justo a los empleados que conviven
diariamente con nosotros y nos ayudan a tener una vida más agradable.
· El respetar las normas de vialidad al ir conduciendo, para garantizar la
seguridad de los peatones y automovilistas.
La solidaridad es la ayuda mutua que debe existir entre las personas,
no porque se les conozca o sean nuestros amigos, simplemente porque
todos tenemos el deber de ayudar al prójimo y el derecho a recibir la ayuda
de nuestros semejantes.
Qué agradable es el momento en que un desconocido se ofrece a
ayudarnos a cambiar el neumático averiado o levanta los objetos que han
caído de nuestras manos, son pequeños detalles de Solidaridad: servir a los
demás desinteresadamente, por el simple hecho de ser personas, porque
han descubierto la fraternidad.
Debemos descubrir y comprender que en cada lugar de trabajo y de
convivencia, las personas tienen algo interesante que aportar y que
enseñarnos; si aprendemos a interesarnos por el bienestar de las personas
estamos en condiciones de ayudarles y prestarles un mejor servicio.
Si queremos que algo mejore - el servicio de limpieza de las calles o la
educación que reciben los hijos en la escuela, por ejemplo -, debemos
decidirnos a tomar el problema en nuestras manos, tal vez el vecino tiene la
misma inquietud, y sólo le hacia falta con quien empezar a trabajar, con sus
medios y los nuestros... no esperemos que las cosas cambien por sí mismas.
Generalmente el bien común va planteando nuevas necesidades,
consecuentemente la labor no termina, pero se crea un ciclo en el cual se va
haciendo cada vez más efectiva la ayuda y participación de todos. En
resumidas cuentas, para vivir la Solidaridad se requiere pensar en los demás
como si fuera otro yo, pues no vivimos aislados y nuestros conciudadanos
esperan que alguien se preocupe por el bienestar y seguridad de todos, tal
vez de alguien como nosotros, como líderes emprendedores.
La problemática de los valores ha sido abordada sistemáticamente por
las ciencias sociales desde diversos ángulos, en tal sentido la Filosofía, la
Psicología, la Sociología y la Antropología se han dedicado a su estudio.
Por eso, no será prudente atenerse a las valoraciones de una disciplina
cuando abordemos este tema, sino hay que referirse a concepciones
abarcadoras que garanticen un marco teórico amplio.
El trabajo Los valores en las Ciencias Sociales recoge esta concepción,
su autora Silvia Vasquez plantea que el término valor fue usado inicialmente
para apuntar la valía de algo en el sentido económico de intercambio de
como concepto explícito tuvo en sus primeros tiempos diversos significados,
pero siempre muy relacionados con el campo de la economía política. Zaira
Rodríguez que considera que la teoría general de los valores dentro de la
filosofía marxista-leninista está aún por desarrollar, aunque en ella se aborda
el problema de los valores desde diversas perspectivas, tales como la teoría
del factor subjetivo, las consideraciones de la cultura, etc.
En su libro Filosofía: Ciencia y valor señala de la naturaleza específica
del conocimiento filosófico que es imprescindible la diferenciación de los
valores como valores de las cosas y los valores de la conciencia
Según José Ramón Fabelo Corzo “las crisis de valores por lo general
acompañan a las conmociones sociales que tienen lugar en los períodos de
transición de la sociedad (progresivos, regresivos o de reacomodamiento.
Se producen cuando ocurre una ruptura significativa entre los sistemas de
valores pertenecientes a las tres esferas o planos que siguen:
1. Los valores objetivos de la realidad social.
2. Los valores socialmente instituidos.
3. Los valores de la conciencia.
Los primeros como parte constitutiva de la realidad social; de esta
manera la actividad humana, sus tendencias, los objetos, fenómenos,
procesos y sujetos adquieren una u otra significación social, en la medida en
que favorece o no el desarrollo de la sociedad. Fabelo les llama sistema
objetivo de valores y lo considera como dinámico, cambiante y dependiente
de las condiciones histórico-concreto.
Los segundos como el reflejo de esa realidad en la conciencia de los
hombres. Está incluido en este grupo el sistema subjetivo de valores de los
individuos en dependencia del grado de correspondencia entre intereses
personales del sujeto con los intereses de la sociedad y también de las
influencias educativas y culturales.
Los terceros como el sistema de valores socialmente instituido y
reconocido oficialmente, que puede ser resultado de la generalización de una
de las escalas subjetivas existentes en la sociedad o la combinación de
varias de ellas.
CONCLUSION

Los valores son producto de cambios y transformaciones a lo largo de


la historia. Surgen con un especial significado y cambian o desaparecen en
las distintas épocas. Por ejemplo, la virtud y la felicidad son valores; pero no
podríamos enseñar a las personas del mundo actual a ser virtuosas según la
concepción que tuvieron los griegos de la antigüedad. Es precisamente el
significado social que se atribuye a los valores uno de los factores que influye
para diferenciar los valores tradicionales, aquellos que guiaron a la sociedad
en el pasado, generalmente referidos a costumbres culturales o principios
religiosos, y los valores modernos, los que comparten las personas de la
sociedad actual.
El concepto de valor abarca contenidos y significados diferentes y ha
sido abordado desde diversas perspectivas y teorías. En sentido humanista,
se entiende por valor lo que hace que un hombre sea tal, sin lo cual perdería
la humanidad o parte de ella. El valor se refiere a una excelencia o a una
perfección. Por ejemplo, se considera un valor decir la verdad y ser honesto;
ser sincero en vez de ser falso; es más valioso trabajar que robar. La práctica
del valor desarrolla la humanidad de la persona, mientras que el contravalor
lo despoja de esa cualidad. Desde un punto de vista socio-educativo, los
valores son considerados referentes, pautas o abstracciones que orientan el
comportamiento humano hacia la transformación social y la realización de la
persona. Son guías que dan determinada orientación a la conducta y a la
vida de cada individuo y de cada grupo social.
"Todo valor supone la existencia de una cosa o persona que lo posee y
de un sujeto que lo aprecia o descubre, pero no es ni lo uno ni lo otro. Los
valores no tienen existencia real sino adheridos a los objetos que lo
sostienen. Antes son meras posibilidades." (Prieto Figueroa, 1984, p. 186)
La visión subjetivista considera que los valores no son reales, no valen
en sí mismos, sino que son las personas quienes les otorgan un determinado
valor, dependiendo del agrado o desagrado que producen. Desde esta
perspectiva, los valores son subjetivos, dependen de la impresión personal
del ser humano. La escuela neokantiana afirma que el valor es, ante todo,
una idea. Se diferencia lo que es valioso de lo que no lo es dependiendo de
las ideas o conceptos generales que comparten las personas. Algunos
autores indican que "los valores no son el producto de la razón"; no tienen su
origen y su fundamento en lo que nos muestran los sentidos; por lo tanto, no
son concretos, no se encuentran en el mundo sensible y objetivo.
Es en el pensamiento y en la mente donde los valores se aprehenden,
cobran forma y significado. La escuela fenomenológica, desde una
perspectiva idealista, considera que los valores son ideales y objetivos; valen
independientemente de las cosas y de las estimaciones de las personas. Así,
aunque todos seamos injustos, la justicia sigue teniendo valor. En cambio,
los realistas afirman que los valores son reales; valores y bienes son una
misma cosa. Todos los seres tienen su propio valor.
En síntesis, las diversas posturas conducen a inferir dos teorías
básicas acerca de los valores dependiendo de la postura del objetivismo o
del subjetivismo axiológicos.
El proceso de valoración del ser humano incluye una compleja serie de
condiciones intelectuales y afectivas que suponen: la toma de decisiones, la
estimación y la actuación. Las personas valoran al preferir, al estimar, al
elegir unas cosas en lugar de otras, al formular metas y propósitos
personales. Las valoraciones se expresan mediante creencias, intereses,
sentimientos, convicciones, actitudes, juicios de valor y acciones. Desde el
punto de vista ético, la importancia del proceso de valoración deriva de su
fuerza orientadora en aras de una moral autónoma del ser humano.

REFERENCIAS
Fundación Héctor García. (2008) Los Valores [Documento en Línea].
Disponible en
http://www.proyectosalonhogar.com/diversos_temas/conoce_los_valore
s.htm [Consultado Nov, 02, 2010]

Hernández, G. (2009). Axiología jurídica. El problema de los valores en el


Derecho [Documento en Línea] Disponible en
http://www.monografias.com/trabajos69/axiologia-juridica-problema-
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[Consultado Nov, 02, 2010]

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