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Antonio Eiras Roel

Editor

La emigración española
a Ultramar, 1492-1914

tabapress
-Grupo Tabacalera-
. LA EMIGRACION DE NAVARROS y VASCONGADOS
AL NUEVO MUNDO Y SU REPERCUSION EN
LAS COMUNIDADES DE ORIGEN

Valentín Vázquez de Prada Vallejo


Juan Basca Amores Carredano

Universidad de Navarra
Introducción

1. Con esta ponencia pretendemos resumir el estado de la cuestión en lo que se refiere a esa pecu-
liaridad de la emigración vasco-navarra al Nuevo Mundo, de paso que suscitamos algunos interrogantes
que nos han surgido, y posibles líneas de investigación. No se trata, en modo alguno, de un estudio siste-
mático sobre tema tan amplio y con tan variadas repercusiones.
2. La emigración vasca y navarra a América se singulariza tanto por su elevado volumen en relación
al total de emigrantes y, sobre todo, respecto al peso demográfico de estas dos regiones en el conjunto penin-
sular, como por las características de su asentamiento en los territorios de acogida.
Las razones por las que el vas(O-Iiavarro marcha a América, lo mismo en el siglo XVII que en el
XIX, se asemejan a las del resto de la emigración española, pero también se dan en esas causas matices
peculiares.
Pero quizá sea oportuno, antes de seguir adelante, precisar aquí el porqué hemos recogido en un
mismo grupo a los vascongados y a los navarros. Las razones son varias. La primera, que, aun salvadas
distancias institucionales -Navarra fue un Reino con sus instituciones propias hasta 1841- y peculiaridades
de sus habitantes -sólo en una parte de Navarra predomina la etnia y cultura vascas-, existe una afinidad
innegable que expresa perfectamente el término Euskalerría.
En segundo lugar, esta realidad de "proximidad" entre vascongados y navarros se tradujo, en la
emigración, en contactos y relaciones más estrechos que con otros grupos españoles.
En tercer lugar, durante la época colonial, algunas de las fuentes que se están trabajando, en alguna
manera, los aproxima. Me refiero a trabajos concretos que se realizan actualmente por miembros del Depar-
tamento de Historia Moderna de la Universidad de Navarra, en el Archivo diocesano de Pamplona, diócesis
que incluía hasta el siglo XIX la mayor parte de Guipúzcoa.
Por lo demás, resulta claro que en las provincias marítimas -Vizcaya y Guipúzcoa- se dan otras
condiciones diferentes no sólo de Navarra, sino de la provincia de Alava; ésta se asemeja más a la Navarra
media y meridional.

El flujo migratorio: su cuantificación

1. La cuantificación del flujo migratorio sigue siendo el principal problema para los investigadores,
incluso para los que estudian la segunda etapa de emigración, los siglos XIX Y XX, debido al retraso de

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aplicación del control estadístico y la imprecisión de los datos oficiales. La cuantificación está en relación
directa con las fuentes y éstas unas veces faltan y otras presentan múltiples dificultades para un tratamiento
riguroso.
Esto es especialmente claro por lo que respecta a la primera etapa, la época colonial. Magnus M6rner,
en un conocido artículo!, expuso los límites de los resultados realizados hasta entonces, de paso que ofrecía
sus propias estimaciones. Pero existe un cierto acuerdo en aceptar como más fiables las cifras que publicó
Boyd-Bowman2 : según este autor, los vascos, entendidos en sentido amplio, alcanzaron un 6% del total
de emigrantes en los primeros 15 años de la colonización, el mismo porcentaje que los procedentes de las
dos Castillas o de Extremadura, regiones con más población. y si nos fijamos en otros datos más concretos
que aparecen en la misma obra, encontramos proporciones entre el 8 y el 16% de vascos en los núcleos
urbanos más poblados de esos primeros decenios, lo que indica ya un primer rasgo significativo que persis-
tirá en el futuro: la preferencia del vasco-navarro por el asentamiento urbano.
Durante la etapa de la conquista y primera colonización del continente, los vascos sobresalen, como
es bien conocido, en la expansión hacia el norte del virreinato novohispano; la fundación y primeros estable-
cimientos de Zacatecas, Nueva Vizcaya, Nuevo León, Santa Fe de Nuevo México y la exploración de las
costas californianas van unidas a personajes como Cristóbal y Juan de Oñate, Juan de Tolosa, Diego y Fran-
cisco de !barra, Francisco de Urdiñola, Martín de Zavala y Sebastián Vizcaíno. Asimismo, los primeros
obispos de México (Zumárraga) y Oaxaca (Mendieta) encabezan una larga lista de notables eclesiásticos
vascos en la Nueva España del XVI.
2. Algunos datos que proporciona M6rner en el artículo citado sugieren que la emigración vasco-
navarra debió intensificarse en el siglo XVII. Otros autores, como W. Borah3, parecen confirmar esta opinión.
Esto se corresponde con los primeros resultados de los trabajos en curso de realización aludidos. Las auto-
ridades locales se quejan de que: "en 1640, de cuatro partes de gent~s de Vizcaya, las tres son de mujeres,
por los muchos hombres que salen y no vuelven,,4. Durante este siglo, los altos costes del transporte, la
inseguridad de la navegación -de hecho se reduce drásticamente en la segunda mitad- y el criterio restrictivo
de la Corona, parecen sugerir un retroceso emigracional; sin embargo, esos mismos factores bien pudieron
fomentar los viajes ilegales, a juzgar por la reiteración y agravamiento de las penas para los emigrantes
clandestinos. .
Podemos aceptar esta hipótesis, muy probáble, por la mayor facilidad para obviar los trámites
oficiales, amparados en la franquicia de que gozaban en sus actividades marítimo-comerciales; la R.e. de
27 de enero de 1582 daba preferencia a las naos vizcaínas en la Carrera de Indias y a los vizcaínos para
ir como maestres. Y, además, por la mayor dificultad que para ejecutar el control tenían las autoridades
sevillanas. Algunos datos pueden confirmar indirectamente esta hipótesis, como el que en 1689 la segunda
comunidad española más numerosa en la ciudad de México fueran los vascos, por detrás de los andaluces
y muy por delante de los montañesess.
El declive de la construcción naval y de la actividad de las ferrerías, así como de la pesca y

1 MORNER, M. (1975): "La emigración española al Nuevo Mundo antes de 1810. Un informe del estado de la investigación",
en Anuario de Estudios Americanos, XXXII, Sevilla, págs. 43-131.
2 BOYD-BOWMAN, P.: Indire geobiográfico de cuarenta mil pobladores de América en e/'Siglo XVI. (Bogotá 1964, México 1977).
3 BORAH, W. (1970): "Latin America, 1610-1660", en The Nw Cambridge Modern History, IV, Cambridge, pág. 715.
4 Cito en NADAL OLLER, J. (1976): La población española (Siglos XVI a XX). Barcelona, pág. 63.
5 EUGENIO MARTINEZ, Mª A. (1983): "México", en Historia General de España y América, t. XI, 1, Rialp, Madrid, pág. 464.

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navegación durante ese siglo ¿no podían hacer pensar también en un crecimiento del flujo vasco hacia
América?
Hasta el momento no disponemos de nuevos estudios cuantitativos fiables, pero es de esperar que
en los años inmediatos, cuando vean la luz las pacientes investigaciones que se están llevando a cabo, tenga-
mos resultados más significativos, si bien nunca definitivos. Por tanto, en este aspecto, hemos de confor-
mamos, más que con cifras cuantitativas precisas, sobre todo para la etapa colonial, con estimaciones relativas
en porcentajes.
3. Lo que sí es seguro es que esta emigración se hace más intensa en el siglo XVIII, cuando aumentan
las posibilidades tanto comerciales como de hacer carrera en la burocracia, como consecuencia de las reformas
de los gobiernos ilustrados. Al igual que en España, la administración indiana manifiesta, al menos ya d~sde
el siglo xvn 6, una clara preferencia pOr la designación de navarros y vascongados para los puestos que
requerían una mayor confianza y preparación técnica, como eran los de la Real Hacienda; confianza a la
que entonces respondieron con una absoluta fidelidad; los ejemplos se podrían multiplicar.
La presencia de vascongados y navarros crece ostensiblemente en Lima y en Méxic07; además,
se desarrollará con fuerza, desde principios del siglo, en otras zonas donde hasta entonces esa presencia
era minoritaria, como Chile, Venezuela o el Río de la PlataS.
Los navarros aparecen en este siglo citados expresamente en las fuentes. Además de estar situados
en los puestos de gobierno en América, llegan a constituir nada menos que el 13% de los matriculados
en el Consulado gaditan09• Esto último facilitaría, sin duda, un aumento de la emigración navarra, como
parecen mostrar los primeros resultados de las investigaciones que se están realizand01o • Gerónimo de
Ustáriz, en su famoso tratado Theoría y práctica de comercio y de marina (1724, 1742), pone en segundo lugar,
de entre las provincias que en esos momentos enviaban más gente a América, a Navarra, por detrás sola-
mente de Cantabria, entendida como Santander, Vizcaya y Gu!púzcoa.
Las investigaciones antes citadas se están haciendo sobre fuentes poco utilizadas hasta ahora, como
son los archivos notariales, los provinciales, municipales y los diocesanos, que conservan, por ejemplo,
abundantes series de expedientes sobre limpieza de sangre de los que pretenden emigrar.
Señalemos también que la mayor libertad de navegación y comercio en el XVIII, iniciada con los
navíos de registro y aumentada con el régimen de libre comercio, multiplica las dificultades para cuantificar
el flujo migratorio, partiendo de fuentes oficiales, precisamente en la época en la que debió crecer más;
por otra parte, debieron ser más frecuentes que antes los retornos y los viajes estrictamente comerciales.
Por ello, el análisis sistemático de las fuentes citadas proporcionará datos significativos, pero difícilmente
un número, siquiera aproximado, del flujo migratorio.
4. La emigración vasca y navarra a América alcanza un volumen inusitado a partir de 1850, formando
parte del masivo traslado de población europea al nuevo continente, que se produce entre esa fecha y 1930.
Como es conocido, este hecho está motivado por la diferencia de oportunidades entre una Europa
superpoblada -con un excedente de mano de obra campesina que no puede absorber la incipiente revolución

6 ISRAEL,}.l. (1980): Razas, clases sociales y vida política en el México colonial, 1610-6701, México, pág. 73.
7 BRADING, D.A. "Los españoles en México hacia 1792", en Historia Mexicana, vol. XXIII, nºl, México, págs. 126-144.
8 EUGENIO MARTINEZ, Mª A. (1983): "Población", en Historia General de España y América, t. XI, 1, Rialp, Madrid, pág.
143.
9 DIAZ RNERA, J. B. (1988): El Consulado de Cádiz, matrícula de comerciantes, 1730-1823. Cádiz.
10 Vid. la comunicación presentada en esta misma Reunión por ARAMBURU ZUDAIRE, J. M. Y USUNARIZ GARAYOA,
J. M., La emigración de navarros y guipuzcoanos hacia el Nuevo Mundo durante la Edad Modema: fuentes y balance de resultados.
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industrial- y los nuevos territorios -especialmente las tierras templadas suramericanas y el Oeste de Norte-
américa-, necesitados de mano de obra cualificada para su expansión económica. Como respondiendo a
esta doble necesidad, a uno y otro lado del Atlántico se produce un cambio radical de las políticas emigra-
cionistas.
Para cuantificar este nuevo flujo, aunque se dispone de muchos más datos, las dificultades no son
menores que en la etapa preestadística. Se cuenta con series oficiales más seguras a partir de 1850, a un
lado y otro del Atlántico, pero no suficientes al menos hasta 1882 en España, cuando comienza a elaborarlas
de modo sistemático el recién creado Instituto Geográfico y Estadístico.
Ciñéndonos a nuestro ámbito geográfico, de 1830 a 1880, contamos con algunos estudios parciales
realizados sobre los datos que proporcionan los archivos notarialesl l . Pero resultan más interesantes para
determinar las características de la emigración que el volumen de la misma. No obstante, parecen indicar
con claridad que el carácter masivo de ese flujo se inicia ya en este periodo, con lo cual podemos aventurar
la hipótesis de que la región a que nos referimos, especialmente en su zona marítima, se anticipa a la emi-
gración masiva del resto de España. O, quizá, fuera mejor decir que, como nunca se ha interrumpido, en
los periodos más propicios para las salidas se observa más claramente. Así, en el caso del valle navarro
del Baztán, estudiado por C. Idoate, destaca la intensidad del fenómeno migratorio: durante este periodo,
alrededor de 1.600 personas, de una población estable de 8.500, salen para América.
Para el periodo de 1882 a 1930 las fuentes oficiales españolas, según el cuadro que ofrece J. Nadal12,
dan un total de 1.042.775 emigrantes; sin embargo, para el mismo periodo, las estadísticas de los países
receptores hablan de tres millones y medio. Aparte de los defectos que se han detectado en estas últimas-
como las duplicaciones- parece claro que muchos pasaron ilegalmente y otros lo hicieron con carácter
temporal.

5. La última oleada de emigrantes responde a las facilidades otorgadas en Argentina y Uruguay


como consecuencia de la restricción de la emigración italiana desde 1911. Pero poco después estalla la
Primera Guerra Mundial, que señala el final de la masiva emigración vasca al nuevo continente, no solamente
por el conflicto sino, sobre todo, por factores internos de los países receptores: en Argentina ha terminado
la expansión de la primera revolución agrícola-ganadera y aparece el nacionalismo xenófobo; en los EE.UU.,
el otro gran foco receptor de la emigración vasca, la política de extensión de las reservas forestales y la
consiguiente lucha contra el pastoreo nómada -la actividad vasca por excelencia en el· Oeste de este país-
determina un descenso importante de la emigración que, sin embargo, reaparecerá con fuerza a partir de
1945. La I Guerra, por otro lado, supuso un fuerte crecimiento de la economía española y fomentó enor-
memente el contrabando fronterizo, de tanta importancia para la economía del Norte de Navarra.
Entre 1916 y 1930 el flujo migratorio alcanza todavía cifras significativas, aunque muy inferiores
a las de la etapa anterior. A partir deesa última fecha los gobiernos americanos se ven obligados a frenar
la inmigración, como consecuencia de la situación creada por la crisis del 29, que incluso obligó a muchos
a retornar. Los exiliados de la reciente guerra civil constituyen un nuevo contingente emigratorio notable
de estas regiones a América.

11 PILDAIN SALAZAR, Mª P. (1984): Ir a América. La emigración vasca a América (Guipúzcoa 1840-1870). San Sebastián; e
IDOATE IZQUIETA, C. (1989): Emigración navarra del Valle del Baztán a América en el s. XIX, Pamplona.
12 NADAL, J: Op. cit.
LA EMIGRACIÓN DE NAVARROS Y VASCONGADOS AL NUEVO MUNDO 137

Las causas

Tanto se ha hablado de este tema que convendría ponerse de acuerdo para llegar a un intento de clasificación.
En principio, nos parece acertada la terminología que usó M6rner en el citado artículo 13, donde se refiere
a unas "fuerzas de repulsión", que son las que motivan la salida del lugar de origen, y otras que llama
"de atracción", las que actúan desde el país receptor. En ambos casos podemos distinguir entre unos factores
de tipo estructural y otros más coyunturales; y aún podríamos matizar diferencias entre la época colonial
y la contemporánea; pero, para no complicar demasiado el cuadro, no lo haremos.

Fuerzas de repulsión, o factores internos en el país de origen. a) La conjunción de una alta densidad
de población, basada en un elevado índice de fertilidad y escasez de tierra disponible, tanto por la confi-
guración física del País como por las limitaciones impuestas por el sistema hereditario, que favorece al
único heredero. Algún autor recuerda, no obstante, que esa costumbre hereditaria se reduce a Guipúzcoa
y la zona montañosa de Alava, Vizcaya y de Navarra; pero en el resto (buena parte de Alava y la mayor
parte de Navarra) el escaso valor de la legítima habría servido precisamente para costear el pasaje a América,
al menos en el último siglo.
La presión demográfica, de carácter estructural, es admitida por todos y tienden a confirmarlo los
datos conocidos tanto para la Edad Moderna, cuando parece que la población vasca apenas sufrió los
desastres bioclimáticos y epidémicos que asolaron el resto de la península14, como para la época contem-
poránea, en la que el índice de crecimiento es el doble que el del conjunto de la población española; sin
embargo, una buena parte de este crecimiento se debe a la inmigración, sobre todo a partir de 1876, como
resultado del desarrollo económico que experimenta la zona; por ello, también para esta época habría que
determinar la validez del argumento de la presión demográfica.
b) La tradición marítimo-comercial explicaría la importante proporción cuantitativa vasca en la
emigración colonial. De hecho, al iniciarse la empresa americana, únicamente en el País Vasco y la cornisa
cantábrica existe una experiencia de navegación de altura, junto con unos pocos andaluces atlánticos; pero
vizcaínos, guipuzcoanos y cántabros contaban además con una tradición en la industria naval y metalúrgica;
industria que recibió, desde el primer momento, el apoyo real. Los navíos vascos y cántabros abastecieron
mayoritariamente la empresa colonizadora durante el XVI.
c) La resistencia del campesinado vasco-navarro a cualquier forma de trabajo dependiente o asala-
riado, que le integrara en el mundo servil o en el proletariado; dicho de forma positiva, la inclinación a
la independencia personal y económica, que se revela de modo general en el espíritu individualista, aven-
turero y emprendedor, y en la búsqueda de posibilidades en otros lugares.
d) La política o legislación del gobierno y de la Corona, alentadora de la emigración, de la que encon-
tramos claros ejemplos tanto para la llamada época Moderna como en la Contemporánea. Así -uno de los
muchos ejemplos que se podrían citar-la Instrucción Real de 1511 a los oficiales de la Casa de Contratación
para que, entre otras cosas, enviaran agentes a Vizcaya y a las demás regiones del Norte donde "hay gente
sobrada e las tierras son estériles, para que de allí vaya toda la más xente de travaxo por ser pueda"15.

13 MORNER, M.: Op. cit.


14 FERNANDEZ ALBADALEJO, P. (1975): Úl crisis del Antiguo Régimen en Guipúzcoa, 1766-1833: cambio económico e historia.
Madrid.
15 MORNER, M.: Op. cit., pág. 88.
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Unicamente en las épocas de crisis internas o externas, como durante el siglo XVII y en los primeros decenios
del XIX, se encuentran disposiciones oficiales contrarias a la emigración.
A partir de 1853 y hasta 1907 la legislación española elimina progresivamente todos los obstáculos
a la emigración; y la opinión pública de principios de siglo demuestra estar en consonancia con esa política,
en lo que parece una preocupación general por el desajuste que se produce entre el rápido crecimiento
vegetativo de la población y la incapacidad de la inicial revolución industrial para absorber la mano de
obra excedente16•
e) Aunque se ha de precisar aún la posible relación que tienen con el hecho migratorio, podemos
citar otras fuerzas que tendrían un carácter más coyuntural:
- el aumento del índice de crecimiento vegetativo de la población al mejorar la dieta alimenticia
con la introducción de nuevos cultivos, como el maíz, y de nuevos instrumentos de cultivo, como la laya17;
-la crisis de la construcción naval, de las ferrerías y del comercio desde, al menos, las décadas finales
del XVI;
- la pérdida de una buena parte de la actividad bacaladera a manos inglesas, durante el siglo XVIlI,
que podría explicar en parte, quizás, el aumento de la participación del capital vasco en las Compañías
comerciales;
- la incapacidad de la incipiente revolución industrial de la segunda mitad del XIX para absorber
el excedente de población;
- periodos de escasez y hambre, como los conocidos de 1690-95, 1708-18 ó 1846-47;
- la pérdida de tierras de pastoreo con el avance de las roturaciones en la primera mitad del XIX;
- el exilio voluntario por motivos bélicos e ideológicos, como se sabe que ocurrió, en algunos casos
concretos, al finalizar cada una de las guerras carlistas, y con la reciente guerra civil; así como la ancestral
resistencia del joven vasco a enrolarse en ejércitos que considera extranjeros;
- por último, algunos autores señalan la influencia que debió ejercer una arraigada tradición emi-
gratoria en determinadas poblaciones o comarcas; esto, aunque es difícil de medir, ayudaría a explicar que
persista la intensidad emigratoria en esas zonas en momentos en que la coyuntura, al menos en teoría,
no la favorecen.

Fuerzas de atracción debieron ser: a) La imagen idealiazada del destino, que es potenciada de forma
coyuntural por las noticias de expediciones victoriosas al inicio de l~ colonización, o de descubrimiento
de riquezas mineras -ya sean las de Zacatezas en 1546 o las de California a mediados del XIX-, o por el
regreso de indianos enriquecidos a su tierra natal.
b) Lá legislación poblacionista de las Repúblicas conservadoras del Cono Sur americano a partir
de 1853, fecha de la Constitución argentina en la que se incluye el firme propósito de favorecer la
inmigración.
c) Las mayores facilidades del transporte, sobre todo en la época contemporánea, debido a la paz
marítima de que goza el Atlántico, al desarrollo tecnológico y de los instrumentos de pago.
d) La existencia de parientes bien situados en tierra americana, que ofrecen posibilidades de trabajo
y una rápida inserción social en el nuevo país.

16FERNANDEZ DE PINEOO, E. (1988): Los movimientos migratorios vascos, en especial hacia América, en SANCHEZ
ALBORNOZ, N., comp. (1988): Españoles hacia América. La emigración en masa, 1880-1930, Madrid, págs. 105-123.
17 FERNANDEZ ALBADALEJO, P.: Op. cit., págs. 85-88.
LA EMIGRACIÓN DE NAVARROS Y VASCONGAOOS AL NUEVO MUNDO 139

Las características de la emigración vasco-navarra


En este apartado veremos una serie de aspectos que definen con más claridad la peculiaridad de la emi-
gración vasca en relación a la del resto de la península.
1. Tipología del emigrante: a) en cuanto a la edad y el sexo, los pocos datos de que se dispone
indican que el vasco emigrante suele ser mayoritariamente varón, bastante joven y soltero; si tomamos
como ejemplo el estudio realizado por C. Idoate para el Baztán, el 67% de los emigrantes tienen entre 15
y 25 años, y el 90% de los que salen en los dos primeros decenios son varones. En la época más reciente
llama la atención el número de adolescentes, muchas veces casi niños, que son enviados a los nuevos países;
pero esto, como el aumento de la emigración femenina -que llega a suponer el 30%, aproximadamente,
a partir de 1880- e incluso de unidades familiares casi completas, supone siempre la preexistencia en el
lugar de destino de un ambiente de acogida;
b) la cualificación profesional es distinta, por razones obvias, en la primera y en la segunda etapa.
Con la independencia desaparecen para los españoles -especialmente para los vascongados y una parte
de los navarros, que gozaban de hidalguía universal-las posibilidade~ de ocupar situaciones de privilegio;
a partir de entonces, el emigrante vasco es fundamentalmente un campesino-pastor; sin embargo, se ha
señalado también18 la elevada proporción de artesanos e industriales vascos de entre los que emigran
a partir de 1880; un caso específico es el de los pastores vascos que emigran al Oeste norteamericano.
2. Las características del viaje de los emigrantes contemporáneos han sido bien estudiadas, entre
otros, por Pildain Salazar y Carlos Idoate; quizás este último es más preciso en el análisis de los distintos
elementos, como pueden ser las agencias de transporte vasco-francesas, las distintas modalidades de pago
yel modo de actuar de los agentes de contratación que, como señala Pildain, solían ser de dos tipos: los
oficiales, representantes de las agencias, que actuaban legalmente, y los llamados enganchadores, enviados
o pagados por los gobiernos americanos y que no estaban bien vistos ni por las autoridades ni por el pueblo.
3. El destino elegido durante la época colonial parecen ser los núcleos urbanos más desarrollados-
capitales virreinales y puertos importantes- además de las zonas mineras de México y Alto Perú. En el
siglo XVIII se produce una mayor diversificación de la presencia vasca y navarra, paralela a la de la actividad
comercial, y así tendríamos que citar Venezuela, por la actividad de la Compañía Guipuzcoana de Caracas,
Chile y el Río de la Plata, pero sin que se modifique el modo de asentamiento urbano.
En los siglos XIX y principios del XX, de un 60 a un 70% de los emigrantes vascos se dirigen a los
países del Río de la Plata, y en mucha menos proporción a Cuba, México, Chile y Venezuela. Resulta llama-
tivo el número nada despreciable de vascos que marchan a Filipinas hasta su independencia y quizá no
han sido bien explicadas las causas del fenómeno: ¿Puede suponer una continuidad de los intereses mer-
cantiles y financieros de la Compañía Guipuzcoana transformada en la de Filipinas a finales del XVIII?
Mientras tanto, se está produciendo una emigración, exclusivamente vasca, a las tierras del Oeste
norteamericano; llegaron allí a partir de 1848, cuando se inicia la fiebre del oro en las tierras californianas,
procedentes al principio de Chile y de México pero enseguida también desde la península; este fenómeno

18 FERNANDEZ DE PINEDO, E.: Op. cit., págs. 119-120.

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ha sido muy bien estudiado por W.A. Douglass y J. Bilbao en su conocida obra19 •
4. La peculiaridad del asentamiento vasco-navarro en los nuevos países: a) La empresa colonial
pareció hecha a la medida de la idiosincrasia socio-profesional vasca ya su espíritu emprendedor; de hecho
dominan desde el principio, como ya hemos ido viendo, los sectores claves de la economía colonial, con
una especial incidencia en el comercio donde ocupan, desde muy pronto, sus propias posiciones dentro
del monopolio andaluz2° y en los poderosos Consulados virreinales, y en la minería.
Esa presencia irá creciendo cuantitativa y cualitativamente, de modo que, en la segunda mitad del
siglo XVIII, adquieren una posición relevante y decisiva, llegando a constituir uno de los grupos más influ-
yentes en la sociedad colonial americana. Como ejemplos podríamos citar el de la Compañía Guipuz~oana
y su influencia en Venezuela; lo mismo ocurre con la Compañía de La Habana -donde la participación
vasca es mayoritaria- que marca el inicio del despegue económico de Cuba; controlan el sector minero novo-
hispano junto con los montañeses21, y el del alto Perú 22; y son actores de primer orden en el significativo
aumento de la actividad comercial de Buenos Aires y de Chile23 •
Nos atrevemos a apuntar una diferencia con el asentamiento del emigrante castellano: el vascongado
y el navarro rara vez se convierten en terratenientes; cuando lo hacen por vía de matrimonio con una rica
heredera criolla, es para incrementar su base de poder y de influencia social o política, pero con el objetivo
final de conseguir mayor facilidad para sus operaciones mercantiles, como se ve claramente en el caso de
Chile que luego citaremos.
b) El campesino-pastor que emigra al Río de la Plata ó a California entre 1840 y 1870 suele llegar
con 10 puesto; trabaja varios años como pastor asalariado o como peón; después compra sus propias cabezas
de ganado y arrienda unas tierras a bajo precio y por bastantes años; sus herederos inmediatos suelen ad-
quirir las tierras y organizan una gran estancia ganadera o la dividen entre ellos, pero empezando desde
una posición mucho más ventajosa; terminarán por entrar - como sus antepasados- en los circuitos comer-
ciales y financieros, con fuertes participaciones en las industrias que surgen alrededor de esas economías
de exportación (lecherías, frigoríficas, navieras, etc.). Otros, menos ambiciosos aparentemente, se dedicarán
a la hostelería, llenando de ventas y hoteles baratos los nuevos caminos. Por último, no deja de haber
bastantes que no consiguen, hasta dos generaciones más tarde, una posición desahogada, pues empezaron
y continuaron muchos años como empleados en diversos servicios urbanos y en la construcción.
c) Lo más característico del asentamiento vasco-navarro es 10 que se ha venido en llamar "solidaridad
etno-racial", muy bien estudiada por los anteriormente citados Douglass y Bilbao, quienes, para objetivar
esa realidad, parten acertadamente de un doble requisito: la existencia de una conciencia étnica que se mani-
fiesta de variadas formas, pero sobre todo en una actitud de grupo ante los otros y, de parte de éstos, la

19 DOUGLASS, W,A. y BILBAO, J. (1986): Amerikanuak. Los vascos en el Nuevo Mundo. Bilbao.
20 SANCHEZ DE SOPRANIS, H. (1960): "Las naciones extranjeras en Cádiz durante el siglo XVII", en VIÑAS, C, ed.: Estudios
de historia social de España, N, 2, Madrid, págs. 701-733.
21BRADING, D.A. (1974): Miners and Merchants in Bourbon Mexico, 1763-1810. Cambridge; y BORCHART DE MORENO,
CR. (984): Los mercaderes y el capitalismo en México (1759-1778). México.
22 FISHER, J. (1977): Minas y mineros en el Perú colonial, 1776-1824. Lima.
23 MARILUZ URQUIJO, J. M. (1989): "Proyección y límites del comercio vasco en el Río de la Plata", en Los vascos y América.
Actas de las Jornadas sobre el comercio vasco con América en el siglo XVIII, Bilbao, págs. 107-135; y MENA GARCIA, C (1983):
"Chile", en Historia General de España y América, t. XI, 1, Rialp, Madrid, pág. 708.
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LA EMIGRACIÓN DE NAVARROS Y VASCONGAOOS AL NUEVO MUl'.'DO 141

percepción de la singularidad de dicho grupo. Esta solidaridad adquiere, durante la época colonial, la forma
de una comunidad de intereses que les proporciona una mayor facilidad para el acceso al crédito y les
lleva a constituir redes comerciales y de influencia para conseguir el favor de las autoridades.
Esta peculiar solidaridad de grupo no dejó de tener manifestaciones de orgullo, e incluso de arro-
gancia, respecto a los otros grupos de blancos, peninsulares y criollos, hasta el punto de provocar frecuen-
temente la irritación y oposición de dichos grupos, que ven perder sectores de poder e influencia en favor
de los vasco-navarros. Esta situación degeneró, a veces, en serios conflictos sociales, de los que los más
conocidos son la guerra entre vicuñas y vascongados en el Alto Perú (1622-1625) y la rebelión contra la Com-
pañía de Caracas en 1749, pero que se dan también en otras zonas del Imperio, como México o Chile. La
fidelidad de vascos y navarros a las reformas borbónicas, el hecho de que sean sujetos activos muchas veces
de ellas, así como su predominio en el mundo financiero y comercial, les llevará a ganarse la enemiga de
las poderosas élites criollas.
Para la época contemporánea, la obra de Douglass y Bilbao abunda en ejemplos concretos de ese
mismo fenómeno; a ella nos remitimos. Se pueden observar, sin embargo, algunas diferencias con la época
colonial. Por un lado vemos cómo esa solidaridad se hace más fuerte y cerrada, 10 que puede explicarse
por un doble motivo: los nuevos emigrantes llegan ahora a un país extranjero, con una sociedad mucho
más abierta que la colonial, y sin el privilegio de ser considerados españoles; pero, además, esa conciencia
étnica ha adquirido nuevos matices e intensidad en la misma Península frente al resto de los españoles.
Por otro, y con el paso de los años, esa solidaridad se cuartea, por decirlo así, diferenciándose en tres grupos:
los vascoespañoles, los vascofranceses y los navarros; sin duda, las luchas políticas del XIX español tienen
mucho que ver en este proceso.
T~davía cabe hacernos alguna pregunta que sería interesante poder responder algún día: ¿Se dio
esa solidaridad entre los vasco-americanos criollos y las nuevas oleadas de emigrantes vasconavarros a
partir de 1840, a pesar del trauma de la Independencia y los dos decenios posteriores? Aunque no parece
que pudiera ser un fenómeno general, por las muchas diferencias que se darían entre los dos grupos y
porque la zona elegida por esa segunda oleada no había sido antes de un especial asentamiento vasco,
¿pudo darse en México, Chile, Venezuela o Perú, donde sí existían poderosos núcleos vascoamericanos?

Las consecuencias de la emigración


en ambas orillas

Este es el aspecto que nos parece menos estudiado de todos los que se refieren a la emigración, quizás
porque exige un especial esfuerzo de análisis de diversos factores y en diferentes campos. Vamos a intentar
resumir algunas ideas que no pasan de sugerencias para futuras investigaciones.
1. En América, a nuestro juicio, la peculiar presencia vasco-navarra, con todas las características
que hemos resumido en el apartado anterior, debió generar un efecto transformador, tanto en la estructura
social, como en la economía e incluso en el aspecto ideológico:
- el carácter emprendedor y dinámico de su manera de actuar en el proceso económico es evidente
que desarrolla nuevas potencialidades: sin duda, el crecimiento de la producción y la expansión comercial
de determinadas zonas del Imperio se debe en gran parte a la acción de vascongados y navarros;

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142 V. VÁZQUEZ DE PRADA y J.B. AMORES

- la mayor flexibilidad de su propia estructura social interna pudo contribuir a romper esquemas
excesivamente rígidos, propios de la sociedad estamental y de castas, facilitando la movilidad social;
- ofrece, sobre todo en la época contemporánea, un modelo de convivencia social qu~ compagina
admirablemente el principio del éxito individual con el de solidaridad, aunque quizás a costa de un reduc-
cionismo de grupo frente a otros;
- una mentalidad abierta en lo social, compatible con una fuerte y sólida religiosidad que se funda-
menta, entre otras cosas, en una especial valoración de la familia.
Una muestra de algo de lo que venimos diciendo lo encontramos en el Chile del siglo XVIII, cuando
se incremente la llegada de vascos tras la apertura de la ruta del Cabo de Hornos; estos hombres, dedicados
fundamentalmente al comercio, se enlazan con la vieja aristocracia terrateniente y formarán un nuevo grupo
dirigente mucho más dinámico, que pone las bases del futuro predominio chileno en el Pacífico sur-
american024 •
No deja de resultar llamativo, por último, la frecuencia con que los apellidos vascos aparecen entre
los principales protagonistas, ya sean militares o civiles, del proceso de independencia en todo el continente.
2. Sobre las consecuencias de esta emigración para las comunidades de origen se ha escrito algo
más, aunque aún queda mucho por descubrir y, sobre todo, por interpretar adecuadamente.
Sabemos, en primer lugar, que el negativo efecto demográfico causado en las dos Castillas durante
la colonia no se da en nuestras regiones, donde el crecimiento de la población es sostenido desde los albores
de la Edad Moderna, o a lo más pasa por breves periodos de estancamiento. En todo caso, la emigración
masiva del XIX y XX provoca una inversión del proceso emigratorio norte-sur de la Edad Moderna, al
coincidir con el desarrollo industrial del Norte.
Parece claro, pero todavía habrá que demostrarlo con estudios más concretos, el positivo efecto
económico que debió suponer la entrada de una buena parte del capital comercial vascoamericano, al menos
durante el siglo XVIII. Como también sería interesante evaluar, en lo posible, el capital que regresó a la
península tras la expulsión de los españoles. de algunas de las nacientes Repúblicas, como es el caso de
los Ibarra mexicanos.
Del papel que jugaron los caudales indianos en la promoción social y económica de muchas familias
vascas, nos dice G. de Ustáriz que contribuían a "facilitar que tomen estado diferentes parientes y parientas
suyas que quizá no lo hubieran executado por falta de dotes".
Una última pregunta que podríamos hacemos es hasta qué punto las remesas de los emigrantes
del XIX, o el regreso de éstos ya enriquecidos, pudieron contribuir al ,despegue industrial de la zona desde
el último cuarto del siglo.

24 5ARABIA VIEJO, Mª J. (1989): "La sociedad", en Ibídem, t. XI, 2, Madrid, pág. 210.

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