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Marian Tee-HNSB3-Caged PDF
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Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels, por y para fans.
Esperamos que este trabajo realizado con gran esfuerzo por parte de los
staffs tanto de traducción como de corrección, y de revisión y diseño, sea de
vuestro agrado y que impulse a aquellos lectores que están adentrándose y que
ya están dentro del mundo de la lectura. Recuerda apoyar al autor/a de este
libro comprando el libro en cuanto llegue a tu localidad.
Índice
Información Sobre Serie
Staff
Sinopsis
Lección # 1 3
Lección # 2
Lección # 3
Lección # 4
Lección # 5
Lección # 6
Lección # 7
Lección # 8
Lección # 9
Lección # 10
Lección # 11
Lección # 12
Lección # 13
Lección # 14
Lección # 15
Epílogo
When Fangirls Lie (How (How (Not) to be Seduced by Rockstars
#1
Sobre La Autora
Información Sobre la
Serie
Posiblemente mucho/as no lo sepáis, pero tras varias 4
indagaciones hemos averiguado que esta serie, junto con otras
dos, componen en sí otra serie en la que los protagonistas son
los tres Pussketeers (Constantijin y sus amigos). El orden de las
series es el siguiente:
Atte:
Katiliz94
Staff
Moderadora:
Pily
5
Traducción:
Agoss
Apolineah17
CrissViz
Eva Gómez
JessiicaM
Katiliz94
Ritita
Corrección:
ArianysG
Katiliz94
Keyla Hernández
Lucero
Marta_rg24
Pily
Recopilación y Revisión
Pily
Diseño:
Lectora
Sinopsis
Mi nombre es Yanna Everleigh. Solía pensar que ser una virgen pasada a la
moda sería suficiente para mantener apartados a los guapos y sexys
6
millonarios -bueno, al menos del tipo de los que no te enamorarías. Pero
estaba equivocada. En todo caso, eso solo hacía que mi millonario me
quisiera incluso más.
Tal vez si juego con fuerza lo conseguiré y fingiré que mi corazón no late
locamente cada vez que lo veo —fingiré que mi cuerpo no se
vuelve débil cuando está cerca— tal vez finalmente parará de seducirme.
O no.
Lección #1
Cuando le dices a tu millonario que le perteneces
Él follará más que tu cuerpo
Mierda.
Su rostro se endureció.
—No.
—Por favor.
—No.
Brr. Seguía sonando frío y más frío. Tomando una profunda respiración,
murmuré:
Sabía que esa era la forma en la que el mundo nos veía. Después de
todo, Constantijin Kastein seguía siendo el hombre más hermoso que había
visto en mi vida, con un maravillosamente suave pelo dorado y cobrizo y
con los ojos del tono de la plata líquida. Su cuerpo era tan hermoso, y el
hecho de que alguna vez tuve el derecho de tocar su piel, de sentir la
dureza debajo de ella —un derecho que ahora no tenía— dolía.
Al lado de este hombre, que tenía a cada mujer salivando por él no sólo
por su magnífica apariencia sino también por su cuenta bancaria de miles
de millones de dólares, yo era ordinaria —una anticuada mujer de
veintitantos años que solía creer que el verdadero amor tenía que llegar
primero que la lujuria.
Pero a pesar de que éramos polos opuestos, él no tenía derecho a
tratarme así —como si tuviera que besar sus pies antes de que me prestara
atención.
Seguramente todo eso me dio la razón para esperar que con el tiempo
pudiera haber algo más.
Ante mis palabras, algo brilló en sus ojos, y entonces se fue tan rápido
que pensé que lo había imaginado. Pero supe que no lo había hecho, y mi
pecho se apretó.
No respondió.
—Pensé que era la mejor cosa que hacer —susurré—. Por favor, trata de
verlo desde mi perspectiva. Si me hubiera quedado contigo esa noche, la
gente habría empezado a hablar de nosotros. Y en ese momento, no
podía manejarlo. No podía correr el riesgo. No quería que nadie lo supiera
porque una parte de mí todavía estaba asustada. Quería protegerme, en
caso de que me dejaras, nadie lo sabría.
—No me habría ido si hubiera sabido que lo sentirías tanto. —Mi voz
tembló mientras continuaba—. Constantijin, lo arruinaste dos veces. Ahora,
yo lo jodí pero no peor que tus metidas de pata. ¿No vas a olv…? —No
pude decir nada más, no con los labios de Constantijin sobre los mí.
Casi con impaciencia, él tomó mi barbilla y cubrió mis labios con otro
beso impresionante, su lengua entró en mi boca mientras sus manos
tomaban mi cintura y me atraían hacia él. Di un grito ahogado contra su
lengua cuando sus dedos comenzaron a arrastrase tentadoramente sobre
las curvas de mi cuerpo antes de detenerse en la parte inferior de mis
pechos.
Él retrocedió abruptamente, haciéndome que mirara hacia él con
confusión.
—No.
—Creo que no te creo. —Pero esta vez, había una sonrisa en sus ojos
mientras hablaba. Era de nuevo el Constantijin perverso y burlón que
conocía y que amaba.
Y luego se acabó.
—¿Qué-por qué?
Él respiraba con dificultad, pero había un brillo en sus ojos que me hizo
recuperar el aliento. Era tan… malvado. Casi juguetón, y Constantijin de
muy buen humor era incluso suficiente para hacer que la gruñona
solterona se desvaneciera.
—Un castigo.
—¿Un castigo?
—Durante todo este tiempo, Yanna, me has tenido siguiéndote como si
fuera tu maldito esclavo. Me hiciste cortejarte, malditamente ignorando
que otros hombres podían hablar contigo sin saber que tú ya le
pertenecías a otra persona, y cuando fuiste finalmente mía, querías
mantenerlo en maldito secreto. Si pudiera reemplazarte, lo haría. ¡Pero
malditamente no puedo!
—Constantijin, ¿me estás diciendo que esta vez no dormiste con la mujer 14
con la que te vi en televisión? —Era mi más grande temor, algo que no
podía compartir ni siquiera con mis amigos. No quería que supieran que
podía ser lo suficientemente débil como para volver con Constantijin,
incluso si él se había acostado con otra mujer… de nuevo.
Él me miró.
Las palabras me fallaron, y sólo podía mirarlo sin poder hacer nada. ¿No
veía lo jodidamente difícil que sería entenderlo… para todo el mundo? Él
era Constantijin Kastein. La última vez que tuvimos una pelea, me
reemplazó. En su mente, en su cama, en su vida. Pero esta vez no lo había
hecho. No pudo. Otra sonrisa se abrió paso en mis labios, pero hice todo lo
posible por contenerla, de la misma manera que estaba haciendo mi
mejor esfuerzo para no dejarle saber que estaba haciendo un loco baile
feliz dentro de mi mente.
Dije bruscamente:
—Pero lo hago.
¿Yo, la virgen más vieja del estado de Florida? ¿Yo, la única mujer a la
que el playboy #1 de Holanda todavía no había sido capaz de, bueno,
follar?
—Yanna.
Y eso fue todo. Ahora estaba muerta. ¿Por qué mi nombre en sus labios
sonaba tan irresistible? Poco a poco me di la vuelta, con las mejillas
sonrojadas por la vergüenza.
Di un grito ahogado.
—Yanna.
Oh, Dios. ¿Por qué su acento holandés siempre sacaba lo puta dentro
de mí?
—Sí.
—¿Me extrañaste?
—Sí. —Oh, Dios, miles de sí a todo lo que pidiera con tal de que siguiera
tocándome como lo estaba haciendo ahora mismo.
—Desvístete, Yanna.
—Pero…
Sonreí débilmente.
—Lo sé. Y me encanta. Pero también quiero que trates de ser más
abierta conmigo, sólo conmigo. Siempre he querido verte entregándome
orgullosamente tu cuerpo. —Su voz se espesó—. ¿Lo harías por mí, Yanna?
¿Te desnudarías para mí?
—Sostén mi cabello.
Agarré su pelo.
—Más fuerte.
Mis dedos se cerraron.
—Oh, Dios.
Me sonrojé.
—Constantijin.
Él dijo inocentemente. 20
—¿Qué?
—Tú…
—Yanna, respóndeme.
—¿Yanna?
22
Lección #2
Deja que tu Millonario piense qué todo lo que quieres es su dinero.
Te herirá menos cuando lo haga.
C
onstanstijin me tuvo vestida en segundos tan rápidamente que
solo podía pestañear mientras me ayudaba a ponerme mi ropa
interior y empujaba mi bata de nuevo hacia abajo.
Pestañee confundida.
Sacudió la cabeza.
Sabía exactamente qué hacer con eso. Cerrando los ojos, una sonrisa
tocando mis labios, me deje imaginar el placer que había experimentado
en los brazos de Constanstijin. En un instante, estaba excitada otra vez, mi
cuerpo anhelando su toque.
De mala gana abrí los ojos cuando sentí que esos cinco minutos habían
pasado, lentamente empecé a retroceder mis pasos fuera del bosque.
Aquí y allí permití a mis dedos rozar la corteza de un árbol, los tiernos y 24
suaves pétalos de una flor, sus texturas en una forma de afianzar el hecho
de que esto era todo real.
Quizás el parecido era exagerado, pero aun estando lejos podía ver el
signo de dólar brillando en los ojos de Brittany mientras siseaba.
—Millones, Madre. ¿No crees que vale la pena ignorar que tuvo fue una
prostituta por madre?
Mierda.
Estaba pillada. 25
Pero porque prefiero la suiza neutral en guerra, fingí que las palabras no
me irritaron y dije suavemente.
—Oh Dios mío, ¡Madre se quién es esta perra! ¡Es la mujer a la que
Constanstijin no podía dejar de mirar hace un rato.
—Nadie de su entorno.
—Brittany.
Una película rosada cubrió mi visión. Una cosa era escuchar la traición
de Marge —lo cual, sinceramente, no podría perdonar aunque creo con
sinceridad que no lo sabía o no le importaba un comino— pero distinta
otra cosa totalmente era insultar a una persona que conozco en frente de
mí.
—¿Enamorarse?
—Y tuviste las agallas de casarte con él, a pesar que harías de Erick el
hazme reír, con todo el mundo habiendo tenido el sabor de tu siempre
hambriento coño…
—Que…
—¡Yanna, no!
Bofetada.
Bofetada
Las puertas se abrieron con un crujido, y las cuatro nos congelamos por
un momento, nuestros ojos se balancearon en su dirección. Espere que
fuera Constanstijin, pero definitivamente esta no era mi noche. Una mujer
bastante grande con un vestido corto en blanco y negro se quedó
boquiabierta.
—¡Dije que sueltes a mi madre! —Empujo con tanta fuerza que escuche
algo romperse.
—¡Seguridad!
Una sirena empezó a sonar de la nada, como si hubiera sido causada
por la palabra. Más bofetadas ocurrieron después de eso, pero al mismo
tiempo estaba recibiendo de mi propia medicina. Brittany se puso a
arañarme la cara, pero tuve que pincharle los ojos. Y la Señora Brittany
maniobró para rasgarme el vestido, pero en cierto modo me metí algo con
ellas, y lo siguiente que supe es que el gel de silicona explotó entre las tres.
Pero no fue tan malo, no en realidad. Podría haber sido mucho peor.
Podría haber sido, como, detenida por maníacos sexuales con una
insignia. O podría haber sido arrojada a una celda ocupada por, como,
violadores convictas lesbianas.
La oficial incluso nos ofreció café mientras esperábamos que alguien nos
rescatara y terminasen el papeleo sobre quién iba a demandar a quien,
Dios sabía por qué.
—Oh mi Dios —esa era como la quinientava vez que ella había dicho
eso. En los últimos cinco minutos.
En serio, yo quería flipar, tampoco, y tenía ganas de hacerlo, pero en
silencio. Además, lo único que sus gritos y berrinches hicieron ahora era
darme un dolor de cabeza.
¡Dios! ¿Tiene que maldecir todo el tiempo? ¿Por qué no todo el mundo
sólo se convierte en un bobo como hago yo cuando estoy estresada? Yo
estaba, como, mucho más calmada y más fácil con mis oídos.
—Yan-na.
—Cállate.
—No puedo creer que hayas hecho eso —me dijo Alyx aunque todavía
no la estaba mirando.
—No se lo digas —mi vida habría terminado si Carole sabía que había
estado tras las rejas. Como era su única hija, y mi madre me tuvo cuando
tenía casi cuarenta años, mis padres eran fanáticos de mi seguridad.
—¿Yanna?
—¿Yanna?
—¿Dónde está?
—Constantijin, oh, ¡Gracias a Dios que estás aquí, querido! —Brittany voló
a mi lado en las barras, empujándome fuera—. ¡Es todo culpa de esta
perra! Ella atacó a mi madre...
Brittany estalló.
—Uno.
—Dos.
—Por favor, mírame, cariño. Mis abogados ya tienen todo bajo control.
Estarás fuera en minutos —cuando todavía no me moví ni dije una palabra,
dijo más suavemente—: Por favor, Yanna, ¿Por mí?
¡Dios! Ya sabía cómo manipularme tan bien. Daba miedo pensar cómo
podría ser aún más manipulador, una vez que se enterase de que estaba
enamorada de él. Miré hacia arriba.
34
Constantijin estaba delante de mí, la chaqueta se había ido, y la mitad
de su camisa de polo blanca y de manga larga estaba metida en sus
pantalones mientras que la otra mitad quedaba colgando. Su hermoso
pelo estaba maltratado, no elegantemente como yo había vislumbrado
antes de esta noche.
Me mordí el labio con fuerza para dejar de temblar. Todo lo que podía
pensar era que debería de haberlo manejado mejor. Constantijin había
querido que hiciera una buena primera impresión como su novia, pero
gracias a mi arrebato, todo el mundo pensaría que estaba saliendo con
una gángster.
—Lo siento.
Poco a poco, puse mi mano en la suya y me puse con cuidado hacia él.
Su otra mano se deslizó entre las barras una vez que estuve cerca, y pude
ver que temblaba cuando me tocó la cara.
—No me duele.
—¡Bajame! —le dije con voz ronca, mi garganta rasposa todavía por las
lágrimas.
—No.
Marge sonrió, y su voz era aún más suave que la de su hijo cuando
habló.
—Morrison.
Uh-oh.
—Alyx, no te...
—¡Alyx!
Constantijin tosió.
—Ella sigue siendo una V, pero estoy seguro de que tú y yo estamos
igualmente seguros de que sé qué hacer con ello.
37
Lección #4
Tu multimillonario conoce un millón de maneras de satisfacer tu cuerpo,
pero no querrá saber que también ha satisfecho tu corazón.
A
pesar de mis reconocidas débiles propuestas, Constantijin
reservó la suite del ático del hotel de 5 estrellas más cercano a la
estación, que era literalmente a una cuadra. La limusina nos dejó
en la planta de aparcamiento del sótano, donde el gerente, el nombre de
su etiqueta lo dijo, nos esperaba, cerca del ascensor privado del hotel.
—No.
—¿Cuál es su nombre?
—No tiene.
—Y yo también, schat.
—Pero...
—Este edificio tiene diez plantas, y solo hay una suite en cada planta,
excepto en la suite del ático, que tiene las dos plantas más altas.
Era irremediable
—Tu virginidad.
¿Un poste?
Escuché a Constantijin cerrar las dobles puertas detrás de mí, y luego las
luces se apagaron, haciéndome jadear conforme la habitación se sumía
en la oscuridad. Un segundo después, y otra serie de luces volvió. La barra
de baile de la jaula resplandeció como un arco iris de neón, mientras que
en el centro de la suite una araña de cristal en forma de corazón
derramaba luz dorada por toda la habitación.
—¿Te gusta?
Él sonrió.
—Hay más.
Pasando la sala del trono, al menos así era como pensé que se llamaba,
había un pasillo de puertas, en frente de una magnífica pared de cristal,
que presumía de las mejores vistas de la ciudad. Cada puerta guardaba
una mágica sorpresa, una biblioteca con estanterías de siete metros de
altura, una bolera que brillaba en la oscuridad, un teatro con su propio
escenario, e incluso tenía su propio bar y restaurante con un barista 2
esperando, chef, y un par de camareros. La lista seguía y seguía, pero no
había mucho tiempo para realmente verlo todo, no cuando alcanzamos el
final del pasillo.
nuevas y diferentes bebidas basadas en él, usando varios tipos de leches, esencias y
licores, entre otros. También es el responsable de la presentación de las bebidas y puede
complementar su trabajo con arte del latte.
oro. Las mantas y almohadas eran de terciopelo rojo mientras que las
sabanas eran doradas.
—Constantijin...
—No puedo evitarlo —susurré con voz temblorosa—. Sigo recordando las
cosas que mis padres me dijeron y... —Le eché a su cuerpo una mirada
dudosa e hice una mueca cuando su pene se crispó contra sus
calzoncillos—. No parece... ¿caber?
—Hazme tuya.
—Mía.
—Por favor —le rogué. Fue todo lo que pude decir, pero sabía que él lo
entendería.
Y lo hizo.
Fue doloroso, pero de una terriblemente hermosa manera que hizo que
las lágrimas picaran en mis ojos en una mezcla de alegría y dolor.
—¿Duele?
—N… no.
—¿Así, encanto? 46
—Sí.
—¿Qué?
—Constantijin...
—Dilo.
—¡Constantijin!
—Lo sé, encanto —dijo con dureza, incluso mientras seguía golpeando
en mí. Con cada embestida, su pene parecía hundirse un centímetro más
y reclamar otro trocito de mi corazón.
Estaba casi ahí, y yo estaba casi ahí, pero no pude llegar a él,
haciéndome sollozar su nombre de la frustración y el deseo.
—Por favor. —Jadeé—. Por favor... —Me detuve cuando sentí las manos
de Constantijin moviéndose bajo mi cuerpo, agarrando las curvas de mi
trasero.
En ese momento, se veía tan hermoso, más aún porque supe que de
alguna manera lo había complacido de la misma manera en que él
siempre me complacía. Me mordí el labio hasta que el sabor metálico de
la sangre me alcanzó. Sangrar era mucho mejor que decir lo que mi 48
corazón seguía gritando.
—¿Constantijin?
Eso me hizo sonreír. Fácilmente podía imaginar cómo era de niño. Debió
haber sido un horror, no queriéndose despertar para ir a la escuela.
Con un suspiró, registré los cajones hasta que encontré un cuaderno de
notas y un bolígrafo. Garabateando una nota rápida, dudé al final. El amor
podría ser mal interpretado, así que en su lugar decidí terminar la nota con
algo que sabía que lo haría reír.
Esta fue sin duda una de las muchas primeras veces que
compartiríamos.
Mieeeeeeeerda.
Al lado de Constantijin.
Nunca creí cuando la gente me dijo en el pasado que los dedos podían
ser zonas erógenas, pero ahora lo corregí en un cien por ciento. Lo eran.
¡Ellos también lo eran! Los dedos de Constantijin rozaron lentamente mis
nudillos antes de acariciarlos lentamente, suavemente y rítmicamente. Era
todo lo que podía hacer para no acercarme a él y tirar de su cara hacia
abajo para darle un beso.
Luego nos quedamos solos, las únicas dos personas que quedaban
rumbo al último piso. Constantijin estaba mirando de nuevo, y de repente
me sentí avergonzada, sin saber por qué. Traté de soltar mi mano, pero sus
dedos solo se apretaron alrededor de los míos, no dispuestos a dejarlos ir.
Oírlo decir las palabras que había decidido utilizar para finalizar mi nota
me hizo reír, la tensión dentro de mí poco a poco se alivió. Y cuando dijo:
Cuando por fin nos separamos, nos sonreímos el uno al otro de forma
automática porque todo se sentía bien en nuestro mundo, mejor de lo que
nunca había sido.
—Uhh… ¿no?
—Constantijin…
—Llegas tarde, por cierto. —Y entonces se alejó sin mirar atrás, ni siquiera
una vez.
Cuando abrí los ojos, Drake estaba parado enfrente de mí, con una
expresión educada en su rostro.
—Hola.
Lo miré expectante.
—Así que…
—¿QUÉ?
—Lo siento.
—No puedo decir que no me alegro de que digas eso. Me gustaría tener
una excusa para renunciar.
—Errr…
Sonrió.
—¿Qué es?
—Al final sucedió —dijo finalmente—. Estás con él ahora, ¿no es así?
—Bien. Porque eso sería muy malo. —Me alimenté con tres piezas
consecutivas de salmón crudo, usando su fresco y delicioso sabor para
calmarme—. La conoces, has hablado con ella. Es una loca paranoica
sobre mí. —Le hice una mueca—. Ves cómo ni siquiera me cuesta trabajo
creer que te contrató.
—Buen punto —dijo Drake, sus labios rompiendo en una sonrisa irónica—.
Su oferta llegó en el momento justo, sabes. Después de mi última misión en
Irak…
Me quedé boquiabierta.
—De ninguna manera. —Negué—. Te ves más pacifista para mí. Como
un vegetariano de amor y paz.
—Es por eso que me hice un buen francotirador. Nadie me veía llegar.
—Limpia, como, ¿tienes algo que ver con, umm, un programa amistoso
con el medio ambiente?
Él negó.
—Oh. —Lo miré con admiración—. Eso es como, guau. Eres un buen
chico.
—No. Sé que eres un buen hombre, Drake, así que… gracias. Gracias por
cuidar de mí.
—Drake.
Se echó a reír.
—Está bien, no voy a ponerte en una situación incómoda con él, por
ahora. Pero tengo que ser honesto, probablemente voy a tirar,
deliberadamente, de su cadena de vez en cuando.
Gemí.
—Drake.
Se puso serio.
—Drake.
—¿Interrumpo algo?
Mierda.
Dios, ahora odiaba a este hombre, era oficial. Sin importar si era el mejor
francotirador del ejército. Le iba a disparar en el momento en que
sobreviviera a mi confrontación con Constantijin, quien me miraba, con
cada músculo marcado en su mandíbula.
—Oficina. Ahora.
Explotó de inmediato.
—¿Por qué pasaste tanto maldito tiempo con ese chico, Yanna?
—Lo juro por Dios, Yanna, ¿quieres matarme de celos cada vez?
Parpadeé, incapaz de creer que estaba siendo tan abierto con sus
sentimientos.
—No lo eres y nunca tendrás una razón para estar celoso por mí culpa,
no importa en qué situación me encuentres. Eres el mejor hombre para mí. 60
Me puse de puntillas para besar sus labios. Mirándolo a los ojos le susurré:
Él dijo lentamente:
—Ella hizo lo único que pensó que podía hacer y no la culpo por ello.
Pero nunca… nunca lo hizo con hombres casados. Nunca…
—Sin embargo, no creo que estés libre de culpa sobre ese chico.
—¿Qué demonios?
Asintiendo, continué:
—Mi mamá es, umm, del tipo sobreprotector. Movió algunos hilos, creo,
para asegurarse de que Drake tuviera una de las pocas vacantes de tu
empresa.
—Eres un mal perdedor. ¿No puedes dejar que otra persona gane?
Grité.
—¿Constantijin?
Él sonrió.
Lentamente alejó sus dedos y solo pude mirarlo con fascinación mientras
los lamía.
—¿Qué?
George susurró:
—Guau.
Arian salió de la oficina y no tenía el corazón para decirle que ella
todavía oiría las siguientes palabras de Constantijin sin importar a dónde
fuera. Los altavoces del sistema de megafonía se encontraban por todas
partes.
—El Señor Kastein —dijo secamente mientras sus ojos brillaban—, no está
atendiendo ninguna visita en estos momentos.
Las cinco y cuarto llegaron antes de que estuviera preparada para ello.
Me miré las manos, las cuales temblaban demasiado.
Con Charli fuera de su oficina y Arian que aún no había vuelto de donde
probablemente me maldecía, sentí que era seguro decirle a George mis
mayores temores.
—N… no puedo.
—Va a salir bien. Estoy seguro de que las personas no tienen ninguna
expectativa. Las mujeres solo se sentirán tristes de que alguien finalmente
haya conseguido reclamar al Señor Kastein y los hombres solo estarán ahí
por la cerveza gratis.
Me sacó de mi cubículo.
Me atraganté.
Me di la vuelta.
—Oh, Dios mío, me gustaría haber sido capaz de tener sexo con él antes
de que se encontrara una novia.
—¿Quién dijo eso? —le dije entre dientes a George, quien solo se limitó a
reír en respuesta.
67
Alguien más murmuró:
—Esto tiene que ser serio, nunca nos presentó a las otras.
Solo quería irme. Así que esto era lo que él quería decir cuando dijo que
lo tendría más fácil si yo simplemente confesaba lo nuestro primero. En
retrospectiva, debería haber hecho totalmente lo que dijo. Simplemente
podría haber cambiado mi estado en Facebook a ―En una relación‖ y así
habría sido, todo el mundo habría difundido eso por mí.
—¡Aaaah!
Si las personas también se habían estado preguntando dónde se
encontraba o a dónde había ido, mi grito completamente les había dado
su ubicación. Y la presencia de su novia.
Levantó la vista hacia mí, aunque realmente no estaba tan lejos de él,
con la excepcional altura de Constantijin. Una atractiva y lenta sonrisa
tocó sus labios mientras arrastraba las palabras:
Con uno de sus brazos alrededor de mi cintura, nos había girado para
hacerle frente a la ahora silenciosa multitud. Palidecí, viendo que todos los
ojos estaban sobre nosotros, pero Constantijin no pareció importarle o tal
vez estaba acostumbrado a este tipo de atención.
69
Lección #7
Tu millonario solo permanecerá en una jaula contigo
Si es una jaula que él ha diseñado
70
Me encantaba.
Lo amaba.
Día dos.
—¡No! Quiero decir, oh dios mío, no. Yo solo… ¿qué está mal con el
artículo? —¿De verdad me odia tanto? Ella pidió un sexy romance
paranormal que pudiese competir con The Vampire Diaries. Le di su Love
Monster, el cual cuenta la historia de una chica que acaba de descubrir su
parentesco demoniaco (del buen tipo) y averigua que era una leyenda
viviendo entre otras criaturas sobrenaturales. El giro: es secuestrada por un
guapísimo y poderoso demonio que estaba cabreado por el hecho de
que ella había olvidado que era su prometida.
—Sí, señor.
—¡Charli!
—P… pero…
—Sí, lo sé, estás agradecida. Ahora todos ya saben que no vas a tener
un trato especial. Y de cualquier forma, gran reportaje.
¿Qué ocurrió?
Hoy Charli me enseñó una muy buena lección. Todo está bien, no te
preocupes.
Encantado de escuchar eso. Esta noche tengo una lección para que
también aprendas.
NO.
Día cuatro.
—Me dijiste que estarías en casa esta noche. —Me enfadé en el iPad,
deliberadamente doblando de cerca la pantalla para que él pudiese ver
más de mi escote, el cual estaba realzado por mi sedoso camisón.
Sinceramente, estaba sonrojándome por completo mientras lo hacía pero
quería castigarlo.
Intenté no reír. Nadie era como mi millonario Holandés, con sus rudas y
dulces formas.
Reventé.
—¿Qué?
Miré a la pantalla.
—No…
Sonrió.
—NO. —Esta vez no pude evitar ponerme roja. ¿Tocarme? ¿Para él era
real? ¿Ni siquiera podía decir ―pene‖ con nadie excepto con él y ahora
quería que me tocase?
Jadeé.
Él suspiró.
La voz de Constantijin había tomado una nota ronronearte, del tipo que
nunca fallaba al hacer locuras con mi cuerpo.
Mi respiración se trabó.
Susurró tan suave como siempre—: ¿Si te digo que quiero saber cómo
finalmente se siente alimentarte de mi pene, que dirías?
Mis ojos se cerraron, lentamente narré lo que ahora podía imaginar con
tanta facilidad, las imágenes tan vividas más calientes invadían mi cuerpo
incluso cuando el triángulo entre mis piernas se volvió más húmedo.
—¿Y después?
—T… tú estás ya duro, pero te quiero más duro. Así que te… te
acariciaría entre mis pechos.
—Sí.
—Oh dios mío, ¿por qué estás aquí? —Mis manos se entrecruzan sobre mi
cuerpo en formas diferentes cuando intento averiguar que esconder
primero.
Tragué.
Constantijin gruñó. —Ah, cielo. Eso fue… aaah —terminó con otro
gemido cuando tomé toda la cabeza con la boca, mi lengua
serpenteando en torno a ella como una piruleta. El sabor de su pene era
salado y algo más, algo totalmente a Constantijin. El placer que escuché
de su voz y sentí de los temblores que constantemente iban por su cuerpo
alimentaba mi propio placer, dándome un vertiginoso sentido de poder.
Ahora, más segura, liberé mis pechos para ahuecar el suave saco
debajo y fui recompensada con otro gemido.
—Más Yanna.
—Yanna —suspiró.
Pero antes de que pudiésemos decir algo más, Alyx estaba tocando la
puerta.
¡Mierda! 79
Cogí las mantas y las puse sobre mí mientras mi amiga abría la puerta.
—¡Constantijin! —Gemí.
Día Diez.
—¿Estás segura de que vas a estar bien aquí sola? —preguntó Charli
mientras cerraba la puerta de su oficina. Era un viernes por la tarde y Charli
estaba visiblemente con prisa para marcharse.
—Mierda.
—Mis disculpas, caballeros —dijo Constantijin arrastrando las palabras—.
Al parecer mi novia está impaciente de que aún no haya terminado con
este encuentro para llevarla a la cama.
—¿Qué es esto?
—Constantijin.
—Hey. —Diez días. Este hombre había sido mi novio durante diez días y
aun no podía creerlo.
—Sí.
Me besó la nariz.
—¿Yanna?
—¿Mmm?
—¿De verdad escuché que me pediste mudarme co… conti… ti… go?
Oh dios mío, como, como, oh dios mío, oh dios mío. Cuanto más me
miraba Constantijin más me convertía en una babosa, con el sentido
común derritiéndose poco a poco. 83
Bizqueando hacia él, intenté buscar algunas señales de diversión,
prueba de que estaba bromeando. Pero no había.
—Yanna.
Me callé.
—¿D… de verdad?
Silencio.
—Sé que lo es, pero también sé lo que quiero y es a ti, conmigo, todo el
tiempo.
Su voz era tranquila y sincera, por lo cual suponía que tenía que estar
agradecida. Si hubiera intentando seducirme para decir que sí, estaría
complacido al tener éxito. Era simple en sus brazos, sus besos y toques
capacitados para hacerme hacer cosas que nunca pensaría que haría o
diría.
—Yo… mi… mataría a mis padres si averiguaran que estoy viviendo con
un chico.
—Yanna…
—Pero hay muchas otras —aspiré. Patético, lo sabía, pero también era
patéticamente verdad.
Dios, era bueno. Él sabía que era inocente cuando usaba esas palabras
conmigo. ¿Cómo podía no enamorarme de eso cuando sabía que nunca
había usado esas palabras con nadie más? 86
—Estás exagerando —dijo con un ruedo de ojos, pero sus ojos estaban
riendo, y sabía que era porque estaba feliz.
Sentí vergüenza.
Se conmovió.
—¿Qué? —Gruñí.
—¿Qué crees?
—¡Constantijin!
Lección #8
Tu billonario quizá sea un ángel con otros,
Pero no estés tan segura de que él será lo mismo contigo. 88
Así que ya ves, totalmente, tenía razones para ser cautelosa acerca de
cualquier mujer desconocida que me dieran a conocer en estos días.
89
—Te va a agradar esta mujer. Tiene muy buen gusto. De hecho, fue la
que decoró mi apartamento.
—Déjame hablar con mi madre, Yanna. Sólo quiero que sepa lo que tú
piensas que ella es, lo qué dijiste…
—Usted, también, Señora Kastein. —Y Era cierto. Estaba vestida con este
hermoso gorro de color rosa pálido y zapatillas a juego. Una gargantilla de
perlas alrededor de su cuello era su único accesorio, y que la hacía
parecer una versión de mediana edad de Audrey Hepburn.
—Marge, por favor, y por supuesto que no es nada, Yanna. Sólo unas
pocas personas se han preocupado para defenderme de esa manera.
Hice una mueca.
Ella se rió.
Su madre suspiró.
—Si no has notado, mi hijo no es del tipo que toma muchos riesgos
cuando se trata de sus sentimientos. Supongo que pensó que tenía que
hacer más cosas para... ganarte a su lado antes de que descargáramos
más del equipaje de la familia en ti.
Pensé con mucho cuidado lo que quería decir y lo que era seguro para
revelar, finalmente murmuré—: No importa lo que otros digan, siempre voy
a pensar que eres una mujer maravillosa y una gran madre.
—¿Y mi hijo?
Oh, mierda.
Oh, oh mierda.
Vivir con Constantijin era lo más dulce que podría haber, y no estaba
preparada para tener que terminarlo tan pronto.
—Él no es…
—Él no está listo para escucharlo, lo sé —me interrumpió con una sonrisa
triste—. Yanna, soy una mujer orgullosa de mí misma así créeme cuando te
digo que lo que voy a decir no es fácil para mí. Pero quiero lo mejor para
mi hijo y yo creo que eres eso.
Su orden llegó justo en ese momento, y tomó la copa con los dedos
ligeramente temblorosos.
—Él tenía doce años cuando supo por primera vez acerca de mi
pasado. Se metió en tantas peleas después de eso, pero nunca me culpó.
Cuando tenía diecisiete años, comenzó a salir con la hija de uno de
nuestros vecinos. Ella era perfecta en el papel; bonita, elegante, ingeniosa,
el pedigrí correcto. Y entonces la atrapó teniendo relaciones sexuales con
otro chico. Alguien a quien consideraba su amigo.
Los ojos de Marge se encontraron con los míos, pidiendo algo a lo que
yo tenía miedo de dar un nombre.
—Yanna, sé que mi hijo no es perfecto. Sé que sabes que él no parecía
querer quererte, pero no es eso. Nunca fue eso. Él es sólo tiene miedo de
que ser como su padre si se enamora de nuevo.
93
Lección #9
Tu multimillonario puede ser un estúpido.
Pero sería el más delicioso estúpido.
94
—Debemos celebrar.
—No estoy lista para lanzarme de fiesta —le advertí, alarmada ante el
brillo de sus ojos. Y me refería financieramente desde que no fui capaz de
resistirme a comprar nuevos muebles para mi nueva casa. Constantijin
había sido muy inteligente enviándome a su madre como mi decoradora.
Con ella, no podía decir ni cuando ella insistía en usar la tarjeta de crédito
de su hijo.
—Más o menos —contesta, sonriendo misteriosamente mientras me
alcanzaba y me llevaba al balcón. Parada atrás del barandal, con mi
espalda contra su pecho, susurró a mi oído—: ¿Recuerdas que fue lo que
dije cuando estaba en Dubái?
Me congelé.
—Constantijin…
—¿Lista?
—Si gimes más fuerte por mí, la gente podría ver que te estoy follando.
—¿Estás segura, sobre eso, cariño? —se salió casi completamente hasta
que su pene estaba apenas rozando mi sexo.
—¡Constantijin!
—¡Constantijin!
—Solo si prometes gemir tan fuerte como puedas. —Lo sentí moverse
detrás de mí y luego solo pude gemir mientras se apoderó de su pene
jugando con los labios de mi sexo.
—¡Si, sí. Oh, oh, sí! —Grité y sollocé palabras en voz alta mientras él me
follaba tan duro que solo podía estar agradecida que el barandal no fuera
del tipo que se rompiera fácilmente.
—¿Mañana de nuevo?
Hice un débil esfuerzo por golpearlo, pero solo se carcajeó y sostuvo mis
manos y presionó un beso en mis nudillos.
—Idiota.
—¿Yanna?
—¿Mmm?
—¿Ahora?
—¿Vamos?
—¿Dijiste algo?
—Tu…
—¿Qué?
Estaba teniendo la esperanza que dijera que tenía razón al pensar que
Constantijin había sido un completo idiota toda la noche pero en su lugar
explotó en carcajadas.
Con otra risa sofocada, Marge continuó—: Así que todo el tiempo,
pretendió que olvidaba darle de comer al cachorro cuando todo el
tiempo le había dado a una de las sirvientas un horario estricto para que
lo alimentara. Fingió que no tenía tiempo para entrenarlo pero incluso se
escabullía en medio de la noche para checar que estuviera bien. Y luego
fue a comprar suministros y quitó las etiquetas antes de llegar a casa. Nos
101
dijo que todas eran cosas de segunda mano que sus amigos le habían
traído. —Se detuvo y tenía una sonrisa en su voz cuando preguntó—:
¿Puedes ver a dónde quiero llegar?
—Tengo mi período —le dije cuando entré por delante de él para 103
cambiar el aire acondicionado encendido. Me metí en la cama y tiré de
las mantas, con determinación de cerrar mis ojos para que consiguiera el
mensaje y me dejara en paz.
—Nada.
—Déjame en paz —le dije antes de que le diera la espalda. Quería llorar
y cuando oí la puerta cerrarse suavemente detrás de él, lo hice, lloré. Dios,
odiaba el período.
—He leído en línea que los masajes se supone que sirven para evitar el
dolor.
Ah. Felicidad.
Él se rió.
—Constantijin, yo...
105
Lección #11
Ten cuidado con la forma en que tu multimillonario hace todo 106
exquisitamente, incluso la manera en que extrae sangre.
S
i las dos primeras semanas de vivir con Constantijin habían sido
dicha, lo que siguió fue todo lo contrario. Y me tomó un tiempo,
pero finalmente me di cuenta de que los cambios comenzaron
desde el día en que lo había dicho.
Sin embargo, no había retirado mis palabras. No era del tipo que se
anda por las ramas. Lo había dicho. Así que yo también podía seguir con
ello. Además, no fue como si le hubiera pedido que se casara conmigo o
algo así.
Día veintinueve.
Quería preguntarle por qué. ¿Cuál era el punto de decir adiós cuando él
siempre actuaba como si fuera el único con ganas de despedirse de mí? 108
Pero no lo pregunté. Estaba demasiado asustada de a dónde se dirigiría la
conversación, así que sólo murmuré—: Lo siento. Tenía prisa de llegar a
casa.
—El chofer…
—Está bien.
Mis ojos comenzaron a picar de nuevo. Pero como era una estúpida y
simplemente no pude evitarlo, susurré—: Te amo.
—¿Ustedes todavía tienen sexo? —Por supuesto, Alyx era quien tenía que
preguntar eso.
Negué.
—Dios, sigues siendo una cabeza de hierro —soltó Alyx. Era un apodo
que a mi papá se le ocurrió cuando tenía dieciséis años y yo tercamente lo
había acechado en uno de sus torneos de golf hasta que él cedió y me
dejó tomar clases de surf. Ya que mis amigos me habían seguido, el apodo
se quedó.
—Lo sé.
Mis padres no querían que tomara clases de surf porque sabían cómo
tendía a entrar en pánico cuando llegaba a zonas profundas. Y tenían
razón. Había entrado en pánico y casi me había ahogado en mi primera
lección. En cierto modo sabía que eso iba a pasar, pero quería darle una
oportunidad de todos modos. No era del tipo de dar marcha atrás sin
intentarlo, y así era exactamente como las cosas estaban entre
Constantijin y yo.
110
Día treinta y cinco.
Me giré un poco, sólo para que él pudiera apreciar que el vestido negro
de seda tampoco tenía nada de espalda. También esperaba que se diera
cuenta de mi bonito peinado, por el que había gastado cien dólares. Sin
embargo, no lo hice para competir con las otras mujeres de la fiesta. Sólo
quería estar lo suficientemente hermosa para que Constantijin recordara
que todavía… existía.
—Eso parece más sexy de lo normal —murmuró finalmente, con los ojos
todavía sobre mis pechos, los cuales —justo ahora— valían la pena ser
mirados ya que sólo una cuarta parte de ellos estaba cubierta. A pesar de
que me sentía como una total puta por usar este vestido, también se sentía
bien.
—¿Lo es?
Esta noche era otra ocasión en la que tendría que codearme con los
ricos y famosos, pero no era por eso por lo que mi corazón se estaba
acelerando con miedo. En las semanas en que Constantijin y yo habíamos
estado… bien… el uno con el otro, había aprendido cómo desplazarme
con eficacia en estas fiestas. Todo lo que tenía que hacer era pararme a
su lado, sonreír, y pretender que no me daba cuenta de las horribles
miradas y de las palabras que todos me lanzaban a mis espaldas. Con el
tiempo, simplemente no las notabas en absoluto porque te habías
acostumbrado a ello.
Caí sobre él, Constantijin inclinado hacia atrás, con la cabeza aplastada
entre mis pechos.
Me sentía aliviada por como todo se sentía bien entre nosotros que tenía
ganas de llorar.
—Ah, Yanna. Ahora estoy empezando a ver los beneficios de esos
pechos.
—Cállate —siseé, pero sólo se rio más fuerte mientras sentía mis mejillas
ponerse de un tono rojo más oscuro ante sus palabras.
—Pero fue divertido, ser aplastado por tus pechos. Podía ver los 112
encabezados. La novia de Constantijin Kastein es la Aplastadora de Pecho.
Mientras Marge nos guiaba dentro, uno de los periodistas silbó, y pude
sentir la mirada lasciva en su tono cuando dijo—: Mira esos pezones
puntiagudos, hombre.
—Vámonos, por favor. —Tiré de su mano varias veces hasta que me dejó
arrastrarlo dentro del hotel.
—Es demasiado pronto —estuvo de acuerdo—. Así que deja que Yanna
y yo disfrutemos el uno del otro primero, ¿de acuerdo?
Oh, Dios mío, ¿qué pasaba esta noche? ¿Era como un Día de Asesinen
a Yanna y nadie se había tomado el tiempo para decírmelo? En un
esfuerzo de lanzar agua sobre los puentes que su madre, sin saberlo, había
incendiado, dije con fingida seriedad:
—Odio ponerle fin a esto, Marge, pero tu hijo no es el hombre con el que
espero casarme. Él es demasiado OC para mí a la hora de las cosas del
hogar.
Continué obstinadamente.
Aplaudí.
—Impresionante.
—Oh, Dios mío, ¿es tan malo? —gritó Alyx cuando vino a mi casa para 116
visitarme mientras Constantijin estaba fuera por otra emergencia.
—Todo está mal —le confesé—. No hemos hecho el amor desde hace
semanas, ni siquiera hemos estado en la misma habitación.
—Sí, deberías.
Dejé de llorar el tiempo suficiente para mirarla.
—No.
117
Gemí más alto.
Alyx exhaló.
Las palabras me hicieron sentir un poco mejor, a pesar de que ella las
dijo bajo coacción. Tratando de sorber las lágrimas, dije:
Asentí.
Ella negó. —Pero esta vez tiene que ser diferente. Lo ves, ¿no es así? Sé
que nunca quieres que otras personas te digan que renuncies y que es por
eso que te gusta resistir, pero a veces, simplemente hay que cortar por lo
sano, ¿sabes? No hay nada vergonzoso en ello.
118
Lección #12
Tu millonario no sabrá cuando parar hasta que sea demasiado tarde. 119
Pero debido a que tenía este acento francés muy fresco, terminó
sonando algo muy sofisticado, al igual que ella me había dicho que su flor
favorita es el lirio de Casablanca. ¿Sabes lo que quiero referirme?
Arian se reía.
Mi corazón dio un vuelco. Fue como un déjà vu, una versión pesadilla
del intercambio que tuve con Drake hace unos días.
Hasta ahora.
—Estamos bien.
Maldita sea. Maldita ella. Así sabía lo que buscaba y era mi sangre. Mi
sangre, que ya había inundado todo el piso en una corriente invisible de
angustia.
Me dolía tanto que pensé que mi corazón no podría sangrar más, pero
Constantijin demostró que estoy equivocada con una sola palabra.
—Pero, ¿quién sabe? Tal vez alguien como tú podría hacerme cambiar
de opinión.
A
rian estaba estupefacta. Entonces, sus ojos brillaron con una
sonrisa maliciosa, aunque hizo lo mejor para ocultarlo simulando
un gemido de horror. Honestamente, no podría importarme
menos. Lo que realmente dolía era la falta de sorpresa en la
cara de Constanstijin, como si él siempre hubiera querido que
esto ocurriera. Cuando ninguno de los dos respondió, grité de nuevo.
Sabía que estaba en lo correcto. Claro que lo sabía. Pero que se lo diga
a mi corazón, mi súper sangrante y muerto corazón y, maldita sea, yo ni
siquiera estaba exagerando.
123
No llorar cuando hablaba era una lucha, pero logré mantener mis
lágrimas.
—Era una maldita broma. Y sí, lo admito, era estúpida, pero esto era
sólo una broma.
Y eso fue lo que hice, el golpe final del que Alex hablaba, el hábito de
esperar antes que pudiera levantarme por mí misma.
—Yanna…
—Por favor Drake —susurré—. No les digas a mis padres acerca de esto. 124
—No lo haré.
Me miró asustado. Quizás pensó que estaba loca, y me hizo llorar más
fuerte por alguna razón.
Se sentía bien llorar. Realmente lo hice, deje salir todo fuera cuando me 125
di cuenta de Constantijin en el cuarto mirándome. No sentía correcto del
todo llamarlo nuestro ahora. Después de lanzar toda la ropa en mi maleta
que podía manejar, luchando para cerrar el cierre. La puerta se abrió justo
cuando me arrastraba fuera de la cama.
Constantijin Kastein era como Martha Stewart, los seis pies de versión
masculina más hermosos, nunca lo verías luciendo menos que perfecto.
Hasta ahora.
¿No es obvio? Quería decir las palabras, pero no tenía mucha energía.
Lo poco que me quedaba lo guardaba para ser gastado en agarrar el
mango de mi equipaje hacia afuera.
—Yanna.
—Oh Dios, Lo siento —susurré, mirando mis manos, espantada por lo que
acababa de hacer. Lo abofeteé muchas veces, pero aquellas fueron
accidentales. Esta no, fue deliberadamente. Jalarle el dedo a alguien
había sido la cosa más ruda que hice en mi vida y aun aquí estaba
golpeando a una persona. Además, sintiéndome bien acerca de esto, me
hizo recordar las muchas veces que me mantuve pensando cómo no me
gustaba a mí misma cuando estaba con él.
Pero nunca más, pensé para mí. No cuando todo había terminado
entre nosotros. El pensamiento casi me envía de rodillas.
Se acercó a mí otra vez, solo traté de luchar, pero esta vez tampoco me
dejó ir, forzándome a darme la vuelta y mirarlo dentro de sus oscuros ojos
plateados.
—Detente, sólo detente diciéndome que me amas —me dijo en una voz
cruda—. Volvamos a como era en el pasado, ¡sólo detente de decirlo! No
entiendo por qué tienes que decirlo. Si me amas, bien. Pero no necesitas
decirlo. Nunca te pregunté.
—No.
Su cara se blanqueó.
—Yanna. —Su voz en shock—. No hagas esto.
—Hemos terminado.
127
—No. —Su voz era tan feroz que me hizo mirarlo en aturdida confusión.
Se estremeció.
Respondió gravemente:
—Lo que digo, Yanna. Sabes que todavía lo tengo. Imagina que podría
hacerle a tus padres si lo descubren.
—¿Por qué? —demandé con un sollozo—. ¿Por qué harías esto? ¿No
puedes ver que no puedo soportar estar contigo de nuevo?
—Eso me mataría.
129
Lección #14
No importa cuán perfecto sea tu multimillonario, debes recordar que al fin
y al cabo, también es solo un hombre.
130
Constantijin Kastein no era así. Él mató a la única mujer que lo amó sin
una pizca de elegancia. En su lugar, acabó como un santo desastre,
donde había malas vibraciones por todo alrededor.
—¿Yanna?
—Sí. Ella incluso rompió su récord esta vez, tenía treinta y tres Post-Its en
mi monitor hoy. —Eso me hizo preguntarme si debería agradecérselo o no.
Mordiéndome el labio, cambié de tema otra vez desde que mis ojos
habían empezado a picar.
—¿Por qué querer a alguien que podría ser como yo cuando puedo ser
tuyo? —dijo Drake en un lento susurro.
—Drake. —No sabía si debía llorar o reír ante el brillo familiar de sus ojos,
ahora ardiendo más intensamente.
Las palabras eran mi ancla, me aferraba a ellas cada vez que incluso
consideraba pensar en Constantijin, usando las palabras para llevarse lejos
hasta los más pequeños pensamientos sobre él. Cuando mi timbre sonó
esa noche, fui a abrir con un suspiro, sabiendo que era probablemente uno
de tres, George, Alyx, o incluso Daria, quien estaba al fin de vuelta de su
luna de miel, asegurándose de que no me había suicidado por pura
angustia.
Constantijin exhaló.
—¿Puedo entrar? —Asentí sin decir palabra, haciéndome a un lado para 133
que pudiera pasar junto a mí. Técnicamente, este apartamento seguía
siendo suyo, y no sería correcto no dejarlo entrar a su propiedad.
—Sí. Ella se deja caer a menudo por aquí. —Para consolarme. Pero por
supuesto, eso no se lo dije a él. ¿Qué sentido tendría?
—Déjame terminar. Estoy seguro de que ustedes dos piensan que estoy
jodido porque no quiero ser como mi padre. Y lo gracioso era que, yo
pensaba lo mismo. Luego llegaste tú y era feliz... demasiado feliz. Cuando
me dijiste que me amabas, sonó bien. Demasiado bien y entré en pánico.
Lloré más ante las palabras porque ya sabía dónde acabaría esto, y
dolería. Dolió tan malditamente, porque ya era demasiado tarde.
Constantijin se congeló.
—Tú no me amas.
Oh, Dios.
Lloraba tan fuerte que no podía ver a través de las lágrimas, busqué sus
manos, apretándolas con fuerza.
—Entonces elígeme.
—No puedo.
—Lo que hiciste...Sé que tú no... —Dios, no tenía sentido para nada.
—Yanna...
Las palabras sonaron extrañas incluso para mis oídos. Me hizo imaginar a
todas esas mujeres, esas millones de mujeres que eran mucho más
hermosas de lo que yo era, más indulgentes de lo que yo era... Y todas
ellas estarían más que contentas de meterse en su cama para
reemplazarme.
137
Más lágrimas cayeron. Estaba tan cansada de llorar, tan cansada de
esto... este largo, alargado adiós, pero simplemente no podía parar. Dije
con una pequeña voz:
—Lo entenderé si piensas que soy muy egoísta, por creer que alguien
como tú esperaría por alguien como yo...
—Si hay incluso la más pequeña lágrima de amor para mí dentro de ti, si
al menos no quieres que me muera... déjame creer que tengo una jodida
razón para esperar. 138
Constantijin me miró fijamente, sus ojos haciendo una pregunta que ni él
mismo podía contestar. Y solo pude devolverle la mirada, incapaz de darle
una respuesta. Él se rió, y no fue un sonido alegre.
—Creo que entonces mejor me voy —dijo torpemente. Una sonrisa que
no llegó a sus ojos torció sus labios cuando se puso de pie.
No quería mentirle.
E
s bastante gracioso, si pienso en lo mucho que he cambiado.
Hasta hace algunos meses, si Constantijin me hubiese dicho que
me quería de vuelta, le habría perdonado cualquier cosa. Estaría
encantada e incluso jodidamente agradecida de que hubiese
pronunciado esas palabras.
—Oh, pero si siempre te estoy salvando —dice una voz desde atrás
arrastrando las palabras. 140
George y yo nos congelamos, él se encoge de hombros
impotentemente mientras le lanzo dagas con la mirada, tomando una
respiración profunda, me doy la vuelta y sonrió brillantemente hacia Drake.
Él aún luce guapo, sus ojos centellando de una manera familiar, también
fue ascendido este mes, por lo que técnicamente lo hace mi superior, en
una forma lejana.
Se rió.
—El café está aquí —dijo George mientras se inclinaba hacia delante
para colocar la bandeja sobre la mesa al mismo tiempo me quedé sin
aliento con rabia fingida, golpeando los brazos de Drake, mi codo
impactó con una de las tazas que contenían café hirviendo.
La próxima cosa que supe fue que Drake soltó un silbido con dolor
mientras que el líquido hirviendo se derramaba sobre él, dejando una
mancha marrón en su polo blanco.
Solo pude contestar con una sonrisa porque en estos días no lo sabía,
mantener mi corazón seguro no se sentía bien o mal, no sentía nada.
—Sí, lo sé.
—Sí, lo sé.
—Yo...por favor dile a Charli que me tuve que ir. —Y luego salí corriendo
de la oficina.
—Yanna.
—¡Santa mierda! —Creo que salté varios metros del suelo cuando
escuché la voz de Constatijin, me tomó más de un minuto para controlar
mi respiración y poder enfrentarlo.
Había tantas cosas que quería decirle, pero ahora era una cobarde.
Solo verlo lucir tan herido me hizo sentir herida también, mi pecho se
encogió, Dios mío, amo mucho este hombre, comencé a hablar para
explicar lo que me di cuenta y que sabía que quería hacer, pero él se me
adelantó.
—¡Constantijin!
—Yanna, ¿qué mierda tengo que hacer para que me creas? —La ira
quemando una luz en sus ojos que murió lentamente mientras lo miraba
llorando en silencio, tratando de encontrar las palabras correctas para
poner fin a todo esto.
Intento que entienda pero lo único que puedo decir es—: No…
Oh, Dios.
—Constantijin, no es…
—Oh Dios mío, levántate por favor. —Intenté ponerlo en pie pero se
había convertido en una piedra inamovible, su hermosa cara un retrato de
desesperación—. Déjame explicarme, ¿vale?
—No necesito que me expliques cuan jodido estoy Yanna —dijo con voz
apagada—, pero necesitas escucharme explicarte —suspiró largo y duro—
. Sé que finalmente te diste cuenta de que mi amenaza era pura mierda…
—Constantijin, no —susurré.
Mi vida estaba con él, mi propio millonario, el hombre que podía herirme
de un millón de formas pero podía amarme de un millón de maneras más.
No importa que pase, lo amo y voy a ser feliz con él e infeliz sin él.
Sentí más que ver sus manos temblando mientras tocaron mi cabello.
Contuve una risita llorosa, intenté retirarme pero lo único que conseguí
fue que me pusiera entre sus brazos, sus labios tocando mi cabello,
besando mi frente, borrando el rastro de lágrimas de mis mejillas.
—Espera un segundo, Yanna —dijo ásperamente—, por favor, extrañé
esto.
—Sí.
—Está bien.
—¿Lo…está?
Mierda.
Pasando mis manos por su pecho, alcé la cabeza con miedo apretando
mi corazón.
—Yanna, te amo.
Constantijin se ríe.
Tiro de su pelo.
—Lo digo en serio. —Intenté no devolverle su loca y feliz sonrisa, del tipo
que tenía antes todo el tiempo, pero era imposible, él era tan irresistible
como siempre. 149
Me alcanza para besarme la nariz.
—Lo prometo.
Dios, Constantijin Kastein, el hombre vivo más sexy del mundo, estaba
tan enamorado que tenía que besar mi…. nariz, era tan adorable que
tenía que besarlo de vuelta, luego tenía que probar y le pregunté:
—¿Me lo juras?
—Te lo juro.
Me reí.
—¿Promesa de meñique?
150
Traducido por VicHerondale.
Corregido por Pily
U
n mes después.
—Ahora, mi amor, no creo que sea justo que sea el único que está
siendo alimentado. Creo que es tu turno.
Parpadeé.
Mi garganta se secó.
Me mordí el labio.
—¿Sabes cómo será esto, Yanna? Tienes que decir las palabras. —Dio a
su pene un golpe firme por más tiempo—. ¿Cariño?
—¡No! —Con mi cuerpo rígido con conmoción y miedo, era una mayor
lucha para conseguir que Constantijin saliera de encima.
—Constantijin...
Dejé que levantara mis caderas para que pudiera mojar su pene. Mis
párpados se cerraron con terror y sin aliento, mezclado con emoción,
cuando lo sentí deslizando su pene fuera de mi sexo, mojándolo.
—¿Bueno?
¿Lo haría? Pero el dolor era tan intenso que sólo podía jadear, él estaba
tratando de concentrarse en los trazos de los dedos sobre mi clítoris.
—Yanna —gruñó.
—¿S… sí?
—Constan… aah.
—Te amo —dijo con voz ronca, y las palabras eran más excitantes que
cualquier toque, haciendo que mi cuerpo se viniera de la forma más
poderosa.
—Te amo.
—Incluso con los ojos cerrados, sé que los estás rodando hacia mí.
Me reí.
Él fingió dormirse.
—No.
—¿Por favor?
—¡Mierda, no!
Le sonreí.
—Ahora lo sabes mejor. Así que, ¿qué dices? ¿Cuándo puedo hacer
eso? ¡Y no has dicho todavía qué significa ''schat''? ¿Constantijin?
¿Constantijin?
How (How (Not) to be
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