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1.

Oración inicial
Señor Amado Jesús, quiero colocar mis ojos en ti que eres el autor y
consumador de mi fe. Sé que es fácil desmayar cuando me enfrento
cada día a los problemas de esta vida, pero recuérdame no rendirme,
ni disminuir en mi fe, quiero concentrarme en experimentar la fortaleza
interior que proviene de tu Santo Espíritu. No permitas que el dolor o
la fatiga me lleven a abandonar el propósito por el cual me es

2. Lee la palabra de Dios


“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre
exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día
en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros
un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando
nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas
que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”, 2
Corintios 4:16-18

3. Reflexiona
Donde colocamos nuestra mirada determina nuestra fe. Si colocamos
la mirada en las dificultades de la vida veremos nuestro futuro sombrío
y sin propósito, pero si colocamos nuestra mirada en Dios, nos
daremos cuenta que no estamos solos, que tenemos al todopoderoso,
al grandioso Dios en nosotros y a nuestro lado, entonces veremos su
gloria sin importar cuál sea la situación. Fijar la vista en las cosas de
Dios, es colocarla en lo que permanece para siempre
Es inevitable que nuestra vida se vaya desgastando con el pasar de
los años, como también es un desafío, seguir creciendo y
fortaleciéndonos interiormente, cuando los años avanzan. Los
sufrimientos pueden debilitarnos físicamente pero también moldean y
fortalecen nuestro carácter. Por eso, mientras nuestra vida física es un
deslizamiento hacia la muerte, nuestra vida espiritual debe ser una
constante escalada a la cima que nos conduce a Dios, de ahí, que no
debemos temer a los años pues nos vuelven cada día a Dios.
Lo que padecemos aquí en esta tierra es insignificante comparado con
la gloria eterna y el gozo de estar en la presencia de Cristo, esta es la
razón por la cual no debemos fijar nuestro ojos en las cosas
temporales que vemos, sino en las eternas que no vemos. Viviremos
satisfechos con lo que Dios nos ha dado aquí y estaremos con la
esperanza de retornar a nuestro hogar celestial.
Como dice Hebreos 11:27 “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira
del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”. Mirando al
Invisible no deberíamos estar ansiosos por el futuro ni preocupados
por el mañana, pues Él tiene el control y está guardando nuestro
destino en sus manos. Podemos descansar y confiar porque tiene lo
mejor para nosotros.
Así es como el creyente, el siervo de Dios; puede caer en el desánimo,
pero con la ayuda de Dios, vuelve a levantarse para continuar.

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