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Esther Miquel Pericas

JESÚS Y LOS ESPÍRITUS


APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA
A LA PRÁCTICA EXORCISTA DE JESÚS
La literatura cristiana primitiva en Biblioteca
general y el Nuevo Testamento en parti- d e Estudi
cular contienen numerosas referencias Bíblicos
al fenómeno de la posesión por espíritus ^
y variados ejemplos de la práctica exor-
cista. Aunque en algunos textos se cues-
tione la autenticidad de ciertos casos
de posesión o la honradez de ciertos
exorcistas, en ninguno se pone en duda
la existencia de espíritus capaces de
poseer a las personas, ni de individuos
capaces de exorcizarlos.

Espíritus, posesos y exorcistas for-


man parte de la realidad cultural de la
Antigüedad. De igual manera, el fenó-
meno de la posesión tuvo un papel cen-
tral en Jesús, en el movimiento creado
por él y en los orígenes del cristianismo.
Este libro quiere contribuir a la exé-
gesis histórica del tema ofreciendo una
interpretación social y culturalmente
contextualizada de los testimonios exis-
tentes sobre la creencia en la posesión
espiritual y las prácticas exorcistas en
el movimiento de Jesús.
Esther Miquel Pericas ha cursado estu-
dios bíblicos en la Universidad Pontificia
de Salamanca, así como en el Instituto
Español Bíblico y A r q u e o l ó g i c o y en
L'École Biblique et Archéologique Fran-
caise, ambos en Jerusalén. Su tesis doc-
t o r a l versa sobre la relación de Jesús
con los pecadores en el contexto de la
ética antigua. PVP: 12,00 €
ISBN: 978-84-301-1706-2

EDICIONES SIGÚEME
Esther Miquel Pericas

Esther Miquel se licenció en Mate-


máticas por la Universidad Complutense
de Madrid y consiguió su Master en esta
materia en la Universidad de Hardvard.
Posteriormente obtuvo la licenciatura
en Filosofía por la Universidad Nacional
de Educación a Distancia y cursó estu-
dios bíblicos en la Universidad Pontifi-
cia de Salamanca, así como en el Insti-
tuto Español Bíblico y Arqueológico y en
L'École Biblique et Archéologique Fran-
caise, ambos en Jerusalén.

Es doctora en Filosofía por la Uni-


versidad Pontificia de Salamanca, con
una tesis sobre la relación de Jesús con
los pecadores en el contexto de la ética
antigua: Amigos de esclavos, prostitu-
tas y pecadores. El significado sociocul-
tural del marginado moral en las éticas
de Jesús y de los filósofos cínicos, epi-
cúreos y estoicos. Estudio desde la so-
ciología del conocimiento, Estella 2007.
Asimismo es autora de diversos artícu-
los en revistas bíblicas y de ciencias de
la religión.

'EDICIONES SIGÚEME
Biblioteca
de Estudi
Bíblicos

Edward Schweizer

Jesús Pulido

Santiago Guijarro

Filón de Alejandría

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Natalio Fernández Marcos

Esther Miquel Pericas

Reidar Aasgaard

E D I C I O N E S SIGÚEME
BIBLIOTECA DE ESTUDIOS BÍBLICOS MINOR
ESTHER MIQUEL PERICAS
13

Colección dirigida por


Santiago Guijarro Oporto

JESÚS
Y LOS ESPÍRITUS
Aproximación antropológica
a la práctica exorcista de Jesús

EDICIONES SÍGUEME
SALAMANCA
CONTENIDO

1. Planteamiento y metodología 9
1. Relevancia y actualidad del estudio de la posesión
y la práctica exorcista 9
2. Conceptos y definiciones 12
3. Metodología: contextualización sociocultural e his-
toricidad 16
4. Plan del libro 26

Primera parte
MARCO ETNOLÓGICO PARA LA INTERPRETACIÓN DE LA POSESIÓN
Y LA PRÁCTICA EXORCISTA EN EL ENTORNO CULTURAL DE JESÚS

2. Mundos culturales donde la posesión es posible 29


1. Cultura 29
2. Mundos culturales con espíritus 33
Cubierta diseñada por Christian Hugo Martín 3. Relaciones entre los espíritus y los grupos huma-
nos: espíritus centrales y periféricos 38
© Ediciones Sigúeme S.A.U., 2009 4. Posesiones positivas y posesiones negativas 46
C/ García Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / España
Tlf: (34) 923 218 203 - Fax: (34) 923 270 563 3. Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 57
ediciones@sigueme.es 1. Estados alternativos de conciencia 57
www.sigueme.es
2. La experiencia de lo trascendente en estados alter-
ISBN: 978-84-301-1706-2 nativos de conciencia 64
Depósito legal: S. 361-2009 3. Expertos en espíritus 70
Impreso en España / Unión Europea 4. Noción transcultural de «magia» 73
Imprime: Gráficas Varona S.A. 5. La experiencia grapal de lo trascendente: ritos y te-
Polígono El Montalvo, Salamanca 2009 rapias religiosas 77
4. La moral, la política y los espíritus 83
1. Ambigüedades intrínsecas al fenómeno de la pose-
1
sión espiritual 83 PLANTEAMIENTO Y METODOLOGÍA
2. Beneficios indirectos e interpretaciones interesadas
de la posesión: Tipos generales 87
3. Terapeutas religiosos morales, amorales y revolu-
cionarios 93
4. Grupos terapéutico-rituales 96
5. Salud, espíritus y movimientos religiosos populares
de renovación 98

Segunda parte ^ 1. Relevancia y actualidad del estudio de la posesión y la


POSESIÓN ESPIRITUAL Y PRÁCTICA EXORCISTA práctica exorcista
EN EL MOVIMIENTO DE JESÚS
El Nuevo Testamento en particular y la literatura cristia-
5. Plausibilidad contextual de la praxis exorcista de Jesús 105 na primitiva en general pojüignejojiimierosas-Kfemiicias.al
1. Testimonios sobre la posesión espiritual y la prác- fejiójnejio_deJa_£_ose5Íón por espíritus y a la práctica exor-
tica exorcista en el movimiento de Jesús 106 cista. Aunque en algunos textos se cuestione la autenticidad
2. Coherencia con el marco antropológico 110
de ciertos casos de posesión o la honradez de ciertos exor-
3. Coherencia con el marco histórico 120
cistas, en ninpnnn se pone en duda la existencia de espíritus,
6. Testimonios múltiples e incómodos sobre la praxis capaces de poseer-alas personas, ni de individuos capaces
exorcista de Jesús 139 de exorcizarlosNE¿pírituárposelio|i^xorrisra^ forman par-
1. Testimonios múltiples sobre posesiones y exorcis- te de la realidad cultural en lajgue_ vivieron "Jesús y los au-
mos en el movimiento de Jesús 140 tores de la literatura crijtiajiajfflmitiva.
2. Información incómoda sobre la posesión espiritual En ese mundo, los síntomas de la posesión espiritual
y la práctica exorcista en el movimiento de Jesús .. 148 pueden ser tan fácilmente reconocibles como en el nuestro
lo son los de una infección gripal. En ninguno de los dos ca-
7. El papel central de la praxis exorcista de Jesús en el sos resulta fácil tener una percepción directa del agente im-
contesto de su ministerio. Propuesta interpretativa .... 163 plicado -el espíritu poseedor o el virus-, pero el conoci-
miento social compartido permite que, en la mayoría de los
Epílogo 177
casos, incluso los no expertos puedan identificarlo. Cierta-
Bibliografía mente, los procedimientos con los que los microbiólogos
179
modernos r.ompmehan la prpspnria He virus se c.ñrñCÁprnñn
por una forma científica de objetividad que es ajerasa-los.
proeed_í'Tlip;nrr)S utilizados por Ins pynrristps antiguos pa-
,ra_cgrciorarse de la presencia de espíritusposeedoreg, Una
10 Jesús y los espíritus Planteamiento y metodología 11

prueba de ello está en que los primeros pueden ser repetidos entran en contacto con culturas tradicionales considera que
cuantas veces se desee por distintos científicos, obteniendo las creencias en espírltusjjQseejJQrgs_Y las prácticas exorcis-
siempre los mismos resultados, mientras que los segundos tas no son sino superstición y fraude. Esta actitud de recha-
dependen -en mucha mayor medida de la personalidad del zo suele ser compartida por los miembros occidentales de
terapeuta y de la historia vital del poseso.'No obstante, en las instituciones evangelizadoras y de las organizaciones no
ambos casos la gente corriente se considera capaz de reco- gubernamentales que trabajan en contextos culturales don-
nocer la presencia de la entidad invasora sin necesidad de de estas creencias y prácticas tienen todavía plena vigencia.
recurrir a los expertos. El conocimiento social compartido Con demasiada frecuencia el cristianismo occidental se_ea-
proporciona criterios prácticos para ello: tos, fiebre y gar- frenta a estos fenómenos cujturajes compjji fueran manifes-
ganta irritada en el caso del virus de la gripe; ciertos tipos taciones idolátricaj^jijjejTantesjie la ignorancia humana,
de'comportamiento descontrolado en el de los espíritus po- sin detenersejjor un momento a pensar que el propio Jesús
seedores. Los expertos -médicos o exorcistas-..sób son ne-
vivió plenamente, inmersoen ellos..^
cesarios para hacer un diagnóstico más^egpecífico yprescri-
•^ La gran expansión que los movimientos migratorios es-
bji^ljTatemjejitojidecuado. •*$•
tán experimentando en la actualidad ha puesto al mundo
Una lectura, incluso superficial, del conjunto de docu- moderno occidental en contacto con formas culturales muy
mentos-antiguos que tratan sobre Jesús sugiere con fuerza distintas de la propia. En cualquier ciudad europea o nortea-
que éJ, fenómeno de la posesión tuvo un papel central tanto
mericana podemos encontrar hoy día individuos y grupos
rejijgljnóvimeñtojwr él creado_como en los orígenes del
humanos cuva^'ísión'del mundo incorpora diversas entidaj-
^cristianismo. Al hombre occidental del siglo XXI le resulta
des espirituales supuestamente capaces de posger _ajasj2er-
j muy difícilpar sentido a esta clase de fenómenos^y valorar
1 sonas. La psiquiatría no siempre consigue tratar con éxito a
adecuadamente la relevancia social, política y religiosa que
los inmigrantes poseídos que, sin embargo, suelen encontrar
parece haber tenido en las culturas mediterráneas del siglo I.
El.miinrttMÍe.Jesús y el nuestr9*no se encuentran separados ^alivio en los rituales y tratamientos exorcistas de sus países
solamente por un intervalo temporal de dos mil años, sino de origen2. Tras una experiencia todavía incipiente con per-
también y sobre todo por el Vran foso cultural'de la revolu- sonas de otras culturas, tos_rjsja^aJia¿j3r.rjdeiitaks^ernpie_-
ción industrial1. fc zan a reconocer que el^istema de creencias'que configura la

La existencia de espíritus poseedores es todavía un pre- ^visión del mundrfHel paciente determina en gran medida el
supuesto enormemente extendido en el conjunto de las dis- tipo de_síntomas £ue_ manifiesta Xji-típ° a e proceso tera-
tintas culturas humanas. De hecho, la cultura científico-téc- péutico que le puede sanar. Así como un europeo deprimido
nica de la civilización moderna occidental es una de las no encuentra alivio terapéutico en un chamán asiático o en
pocas que lo rechazan. Desde este presupuesto negativo, la un exorcista africano, del mismo modo los pacientes poseí-
mayoría de los ciudadanos europeos y norteamericanos que dos por espíritus que acuden a estos sanadores tradicionales

1. B. J. Malina-R. Rohrbaugh, Los evangelios sinópticos y la cultura 2. L. Kuczynski, Des génies a l'hotel. La khalwa des marabouts afri-
mediterránea del siglo I. Comentario desde las ciencias sociales, Estella caines á París, en D. Aigle - B. B. de la Perriére - J.-R Chaumeil (eds.), La
1996, 13-17. politique des esprits, Nanterre 2000, 397-409.
12 Jesús y los espíritus Planteamiento y metodología 13

tampoco suelen responder positivamente a los tratamientos de los espíritus sobre el individuo humano que'no se pueden
del psicoanálisis o de la psiquiatría_ciínica. describir como una suplantación total de la voluntad, pero
El contacto_cr£CÍente entr&.l£cuJíu,ra^occidental moder- que no obstante limitan de forma apreciable la capacidad del
na y las numerosas-xulturas^en las que la creencia en espí- paciente para controlar normalmente su comportamiento. En
ritus poseedores sigue vigente está suscitando entre los bi- la literatura evangélica los casos más claros son el de una
' Mistas un interés nuevo por la práctica exorcista de Jesús. mujer a quienVi espíritu mantiene encorvada (Le 13, 10-17)
Este pequeño libro quiere contribuir a la exégesis históri- y el de un hombre a quien el demonio que le posee bloquea
ca del tema'bfreciendo una interpretación social y cultural- su capacidad de hablar (Mt 9, 32-33 //Le 11, 14). En el An-
mente contextualizada de los testimonios existentes sobre tiguo Testamento destacan los casos del rey Saúl (1 Sm 16,
la creencia en la posesión espiritual y las prácticas exorcis- 14-23), que sufre repetidas crisis de agitación producidas por
tas en el movimiento de Jesús. el acoso de un"espíritu maligno', o el del profeta Jeremías,
que no puede contener las palabras que Dios le ha inspirado
(Jr 20, 9). ^írnguno_de£slQS psrsojiajesjia perdido totalmen-,
2. Conceptos y definiciones . te la capacidad de controlar su comportamiento, aunquejn-^
dudablemente todos la tienen mermada. Estos testimonios
La noción de «posesión espiritual» puede ser utilizada a permiten dar a la noción de «posesión espiritual» un sentido
distintos niveles de generalidad3. En su nivel más restricti- más amplio que el anteriormente enunciado, pero en conti-
vo se refiere a un fenómeno cultural que se manifiesta en nuidad fenomenológica y conceptual con él. Según dicho
conductas individuales extrañas o violentas y que la socie- sentido ammio. giip'Vrá el "^"pJadjojn este escrito, cual-
dad de su entorno interpretáronlo resultado de la suplanta- quier limitación en el control queja sociedad espera mani-
ción total de la voluntad4 del sujeto por una entidad espiri- fieste un individuo sobje^u. comportamiento y atribuida por
tual. Entre los casos más típicos descritos en la literatura esa mismajociedad a la acción de un espíritu es posesión es-
bíblica están los de los endemoniados exorcizados por Je- piritual. Dado quelas dolencias limitan la capacidad de la
sus en el evangelio de Marcos (Me 1, 21-18; 5, 1-20; 9, 14-
víctima para actuar de acuerdo con las expectativas sociales,
29), el del grupo de profetas que rodea a Samuel (1 Sm 9,
cualquier dolencia que la cultura atribuya a la acción de un
5-13) y el de Sansón (Jue 14, 19-20; 15, 14-16).
espíritu sobre el paciente será considerada posesión.
La investigación antropológica contemporánea y la pro-
Este sgriftdp amplio de «posesión espiritual» resulta ple-
pia tradición bíblica dan testimonio de otras formas de actuar
namente coherente tanto con la terminología especializada
3. Sobre las acepciones de los términos «posesión» y «exorcismo», de los antropólogos5 como con el vocabulario utilizado por
cf. E. Eve, TheJewish Contextof Jesús'Miracles, Sheffield2002, 373s.
4. No considero adecuado hablar de «suplantación de la personalidad», 5. Las manifestaciones que este tipo de fenómenos tienen en socieda-
pues en la antigüedad la concepción del yo (personalidad) era notablemente des muy diversas legitiman el uso de esta categoría antropológica^ Cf. el tra-
diferente a la presupuesta por el individualismo moderno. B. J. Malina, El bajo de síntesis realizado por I. M. Lewis en Ecstatic Religions. An Anthro-
Mundo del Nuevo Testamento. Perspectivas desde la Antropología Cultural, pological Study ofSpirit Possession and Shamanism, Harmondsworth 1971.
Estella 1995, 85-114; J. H. Neyrey, Diadism, en J. i. Pilch-B. J. Malina (eds.), Esta obra es la fuente principal de los conceptos y modelos antropológicos
Handbook ofBiblical Social Valúes, Peabody MA 2000, 53-56. abstractos que utilizaré en la primera parte de mi exposición.
14 Jesús y los espíritus Planteamiento y metodología 15

lá'literatura antigua del tiempo de Jesús.'En dicha literatu- esclavo. Este dominio puede presentaftjíradosjdiversos que
ra no aparece ninguna expresión sustantivada general equi- van desde las posesiones más dramáticas, en las que la vo-
valente a «posesión espiritual». _Las_referencias a la\cción luntad del poseso se ve totalmente suplantada por el espíri-
deunespíritu sobre una persona suelen serMescripciones tu, hasta las dolencias más leves producidas por espíritus
*del estado de la persona o de la forma como el autor imagi- que sólo limitan u obstaculizan el funcionamiento normal
na que el espíritu actúa sobre ella. En este sentido, se men- del sujeto en sociedad.
cionan individuos que\<tienen un espírito/^Mc 3, 22), que ^__£n_coherencia con la definición anterior, diremos que
«están endemoniados»'(Me 5, 18), que «están llenos de una (raorcizapun espíritu poseedor no es otra cosa quejxmer
divinidad» {Vida de Moisés 1, 173-175.191-209.21 ¡^«so- fijTjrTalíccíÓn que ejerce sobre la persona poseída!'Aunque
bre los que viene o se posa un espíritu» (Jn 1, 32-33), o a la idea de que los espíritus poseedores entran en el cuerpo
los que «un espíritu lleva» (Me 1, 12) o «impulsa a realizar del poseso y que el exorcismo consiste precisamente en
ciertos actos» (1 Sm 19, 9-10). Lii&3^hcAi:<atar>> y.«desa- desalojarlo de ahí está muy difundida, la localización es-
tar» se utilizan con_mucha frecuencia para, describir lo que pacial desde la queobrael espíritu y_sujbrma.concreía de
Si-ÉSpíritu hace_a lapersojia_(laJiene atada: Le 13, 16) o actuar pueden ser imaginadas de otras muchas maneras. En
lo que el exorcista les hace al espíritu (lo ata) y al poseso algunos casos el espíritu acosa o agrede a la persona des-
(lo desata: Le 13, 16)6. También resulta muy habitual la ex- de el exterior, en otros la sujeta directamente, en otros la
presión griega formada por la preposición e« seguida de la deja atada o encadenada. Correlativamente, hay procedi-
referencia a un espíritu. Puede significar(«Bajo el poder de mientos exorcistas que supuestamente consisten en alejar o
ese espíritu» (Me 1,23) o «con su ayuda ^colaboración» ahuyentar al espíritu poseedor, y otros en que se trata de
(MU2,22-30 // Le jj^J4-26). Cuando se sobreentiende que desatar a la víctima. Los ritos o amuletos apotropaicos de-
la colaboración es muy íntima, estos dos sentidos se con- bgn considerarse exorcismos preventivos, puesto quejie-
funden. Tal es el caso del discurso paulino acerca de la po- nen la función de impedir que los espíritus_sejicerquen a
sesión de los creyentes por el Espíritu Santo (cf, por ejem- las personas. ^.
plo, Rom 7, 6; 9, 1).
Este sentido general del verbo /ex0rcizañ>y sus deriva-
^ v E n lo sucesivo diremos que un individuo está poseído dos también queda justificado por lagnfjiejites literarias del^
por un espíritu cuando se dan las dos siguientes condicio- entorno de lesús^especialmente por los evangelios. En estos
nes: 1) El individuojiianifiesta una incapacidadJptaLQ par-. escritos, la^cciónisobre el espíritujoseedor por medio de la
cjalpjra^cratrQlar-jaccionea, omisiones o actitudes de las cual se elimina la coacción que éste ejerce sobre la persona
que su entorno social le considera normalmente responsa- poseída se expresa normalmente mediante los verbos*ekbá-
ble; 2) el entorno social atribuye esa falta de control a la ac- lló, que significa «echar fuera» o «expulsar», y apóllumi,
ción de un espíritu. El espíritu posee a la persona de forma que significa «destruir». T.h accióVi sobre la víctima suele
análoga a como un señor posee o domina la voluntad de su expresarse con los verbos^desatar» (lúó) o «liberar» (apo-
lúó). Hasta eLsiglo II de nuestra era el verbo «exorcizar» no
6. P. Laín EntraIgo,'£a curación por la palabra en la antigüedad clá- adquiere el sentido técnico de «expulsa^fispíritus». En épo-
sica, Barcelona 1987, 29. cas anteriores significa simplemente Ogonjuran^ es decir,
16 Jesús y los espíritus Planteamiento y metodología 11

«conminar a alguien a hacer o decir algo en presencia de un parcial, el papel que la posesión espiritual y los exorcismos
dios o espíritu poderoso>/(Mt 26, 63)7. parecen haber tenido en los orígenes del movimiento de Je-
Aunque en los evangeHos^nópticos y en otros escritos sús. Este objetivo general puede desdoblarse en dos objeti-
de la época encontramos algunos'Velatos de exorcismos' vos más específicos, íntimamente relacionados entre sí. El
muy dramáticos en los que la voluntad del poseso estáiQ- (fprimer¿,consiste en mostrar la plansihiliHad histórica de la
talmente anulada y el exorcista entabla un verdadero duelo praxis exorcistajieJesús. El^égundo, hacer ver que esta pra-
con el espíritu poseedor*(Mc 1, 23-26, 5, 1-20; 9, 17-29; Jo- xis es coherente con la culhira de su enrornrí'y con otros as-
seí"o, Antigüedades Judías 8.46-9; Filóstraro, Vida deApo- pectos centrales de la actividad pública de Jesús.
llonius 4.20), los términos que se refieren al'estada-de! po- Como mostraré en la segunda parte de este estudipj_£xis_-
,seso y a lasacciórífeel exorcista sonJos_ mismos qu,e se usan ten razones para creer que el poder de hacer exorcismos nn
- en el resto de-referencias al fenómeno de ía~poses^ión y a la fue un atributo exclusivo de Jesús, .sino una capacidad am-
jrpráctica exorcista, entejigUg^amba^ejy^ej^^ pliamente compartida en el seno de su movimiento Según
plio. Lo único que varía es la descripción de los.efectos que la tradición evangélica, fue el propio Jesús quien transmitió
produce el espíritu en el poseso y la del proceso mediante el esta capacidad a sus discípulos y la asoció de forma estrecha
cual dicho espíritu es expulsado o alejado. Así pues, entien- a la proclamación de la llegada del reinado de Dios (Me 3,
do que estos-jjeiatos dramáticos reflejan prácticas exorcis- 15; 6, 7; Le 10, 17). Por tanto, gran parte de la información
1 tas específicas utilizadas en aquellos casos particularmente que poseemos acerca de la praxis exorcista de Jesús y todo
graves en los que el espíritu ha suplantado totalmente la vo- cuanto es posible deducir acerca del s_entido y la función que
luntad del poseso, pero*no deben ser considerados como el esa praxis tuyoen el contexto de su ministerio'se puede se-
único modelo de exorcismo reconocido en el entorno socio- guramente aplicar al coniunto desu movimiento. La distin-
cultural de Jesús.* ción decíslvarpolTo'^uTTésteestudio se refiere, no es la
que(diferenciaya Jesús de sus seguidores, sino la que dife-
rencia^HnovimientoJiderado por Jesús_en Galilea de las ,
3. Metodología: contextualización sociocultural comunidades urbanas postpascuales, especialmente las deja >
e historicidad diáspora. Como he mostrado en otro lugar, la perspectiva te-
rapéutica de los exorcístas de estas comunidades difiere sen¿
v ^ El presente estudio no pretende explicar todas las di- siblemente de la de Jesús y responde a una situación vital»*
mensiones ni todos los matices de las numerosas tradicio- muy distinta a la del movimiento de Jesús en Galilea8.
|nes antiguas relativas a la práctica exorcista de Jesús. Mi Las investigaciones realizadas durante las últimas déca-
objetivo general es mostrar que, en la sociedad iudeogales- das sobre el personaje histórico Jesús de Nazaret han pues-
• tina del siglo I d.C.^ esta práctica tenía sentido, y que dicho
to a punto un método riguroso para evaluar la plausibilidad
sentido contextual sirve para dilucidar;.al menos de forma
histórica de los testimonios más antiguos'sobre su ministe-
7. E. Sorensen, Possession and Exorcism in the New Testament and
Eariy Christianity, Tübingen 2002, 132. Mt 26, 63 es el único versículo de 8. E. Miquel, Actitudes frente a la posesión en los orígenes del cris-
todo el Nuevo Testamento donde aparece el verbo exorkizo. tianismo: Qol 45 (2007) 5-34.
18 Jesús y los espíritus Planteamiento y metodología 19

rio público. De acuerdo con estas evaluaciones, la praxis se ha intentado entender la figura de Jesús a partir de los
exorcista de Jesús aparece como uno de los datos más pro- rasgos psicosocialesjme caracterizan a los distintos tipos de
bablemente históricos entre los transmitidos por los evan- sanadores, taumaturgos o chamanes estudiados por la antro-
gelios9. A pesar de ello, la exégesis crítica actual no ha lo- pología cultural1 ''"El presente estudio se alinea con ambas«
grado integrar estos testimonios en el contexto global del direcciones de investigación, intentando adoptar una pers-
ministerio de Jesús de una forma plenamente satisfactoria. pectiva plohal coherente que reconozca el significado cultu-
La fama de Jesús como exorcista. confirmada por todas las ral de la posesión por espíritus, determine las posibles fun-
'fuentes antiguas, no se compagina bien con el reducido pa- ciones sociales tanto de la posesión como de la práctica
pel que la mayoría de los exegetas críticos atribuyen a esta exorcista. y explore las condiciones en las que pgta prácti-^
práctica de Jesús en el contexto de su ministerio. Aunque ca puede aparecer vinculada a movimientos político-relipio-
casi todos los estudiosos reconocen la relación que los pro- sos de renovación. Siguiendo a otros estudiosos del Nuevo
pios evangelios establecen entre la expulsión de demonios Testamento12, utilizamos la síntesis interpretativa ofrecida
y la llegada del reinado de Diosf la tendencia interpretativa por loan M. Lewis en su estudio comparativo'del fenómeno
predominante reduce la relevancia de los exorcismos a la de la posesión (Ecstatic religions, 1971) y las investigacio-
función de anticipar de forma simbólica la victoria definiti- nes psicológicas y neurológicas sobre estados alterados o
Va de Dios sobre el mal. Sorprendentemente. jas_razones y alternativos de conciencia (EAC) emprendidas por Erika
motivaciones de Jesús para ejercer como exorcista poco o Bourgignon en la década de los 7013. J,a obra de íewis nos
nada habrían tenido que ver con los contenidos de su ense- permite iluminar la relación entre las creencias religiosas
ñanza ética, o con las propuestas renovadoras del movimien- que subyacen al fenómeno de la posesión v^a práctica exor-
to político-religioso que lideró en Galilea.^ cistafy ePuso sociopolítico que tanto Jesús como sus amigos
En los últimos años, sin embargo, se han llevado a cabo
importantes esfuerzos por subsanar las deficiencias de esta ral, en R Afliiirrp.íerl 1 Los milagros de Jesús. Perspectivas metodológicas
plurales, Estella 2002, 93-120.
interpretación. Por una parte, se ha explorado el significado 11. S. L. Davies, Jesús the Healer. Possession, Trance, and the Ori-
sociopolítico de la posesión y la práctica exorcista en con- gins of Christianity, London-New York 1995; P. F. Craffert, The Life of a
Galilean Shaman. Jesús ofNazareth in Anthropological-Historical Pers-
"textos de colonización, opresión o subordinación]0. Por otra, pective, Eugene OR 2008.
12. E. Eve, TheJewish Context, 368-376; los dos artículos de C. Ber-
* 9. Sobre el estado de la cuestión en relación con la historicidad de nabé mencionados en la nota anterior, y E. Miquel, Aproximación a la
los milagros de Jesús, entre los cuales se incluyen habitualmente los exor- práctica exorcista de Jesús, en C. Bernabé-C. Gil (eds.), Reimaginando
cismos, cf. E. Eve, TheJewish Context, 12s. los orígenes del cristianismo. Relevancia social y eclesial de los estudios
» 10. P. W. Hollenbach, Jesús, Demoniacs, and Public Authorities: A So- sobre Orígenes del cristianismo, Estella 2008, 143-170.
cio-Historical Study: Journal of the American Academy of Religión 49/4 13 .E. Bourgignon, A Cross-Cultural Study of Dissociational States: Fi-
(1981) 567-88; S. Gnjjflrro. «El significado de los exorcismos de Jesús», en nal Report, Columbus OH 1069; Id., Dreams andAltered States ofCons-
Jesús y sus primeros discípulos, Estella 2007, 97-121; E. Estévez, Exorcis- ciousness in Anthropological Research, en F. L. K. Hsue (ed.), Psychologi-
mos, desviación y exclusión • Una visión desde el Nuevo Testamento, en J. cal Anthropology, Boston 1972; Culture and the Varieties ofConsciousness,
Martínez (ed.), Exclusión social y discapacidad, Madrid 2005, 183-212; C. Module in Anthropology 42, Reading MA 1974; F. D. Goodman, Ecstasy,
Bernabé, María Magdalena y los siete demonios, en I. Gómez-Acebo (ed.), Ritual and Altérnate Reality. Religión in a Pluralistic World, Bloomington-
María Magdalena. De apóstol a prostituta y amante, Bilbao 2007, 21-59; Indianapolis 1992; M. Winkelman, Shamanism: The Neural Ecology ofCons-
Id., La curación del endemoniado de Gerasa desde la antropología cultu- ciousness and Healing, Westport-London 2000.
20 Jesús y los espíritus Planteamiento y metodología 21

y enemigos pudieron hacer de las mismas. Los resultados gencia para la persona de Jesús. Su formulación, conocida
de la investigación sobre F.Af! nos ayudan a imaginar las como Criterio_de plausibilidad histórica contextual. puede
formas de experiencia que tanto Jesús como muchos de sus resumirse en el siguiente enunciado/ Las tradiciones jesuáti-,
contemporáneos vivieron como posesiones espirituales y cas poseen plausibilidad histórica contextual si encajan en el
procesos de sanación religiosa. ••# contexto judío de Jesús y sepueden identificar como fenó-
C o m o he indicado más arriba la investigación actual menos individuales dentro de_ese contexto14 .^
sobre el Jesús histórico reconoce de forma casi unánime. ^ Desde que^Gerd Theissen propusiera hi plausibilidad
*que la praxis exorcista es una de las actividades atrihniHas contextual como criterio que deben cumplir los rasgos his-
por los evangelios a Jesús que tiene más probabilidad He ser tóricamente atribuibles a la figura de Jesús, la imagen del
• histórica La razón de este casi total acuerdo es que dicho contexto sociocultural judío del siglo I ofrecida por los his-
^Vdato evangélico cumple dos de los criterios de plausibilidad toriadores se ha vuelto cada vez más compleja. Por una par-
histórica más sólidosf%l del testimonio múltiple y el de in- te, el judaismo palestino de esta época se revela comn una
cornodidadj^l f)nmero>de estos criterios afirma que la pro- ^realidad cultural versátil y diversa, cuyas variadas manifes-
babilidad de que un Informe sobre un personaje o aconte.- taciones dependen en muy gran medida de procesos locales
cimiento antiguo sea histórico aumenta con el númfiro de y contactos infei-rnltnrales p 0 r otra, las líneas de diferen-
1
testimonios independientes eme lo corroboran. EKsegundc ciación entre judaismo y helenismo, o entre judaismo y pa-
criterio, válido de forma general en el ámbito de lalsócíóTo- • ganismo aparecen cada vez más difuminadas.
gía de grupos, afirma que ningún grupo o movimiento in- Desafortunadamente, los datos disponibles sobre la Pa-1
venta tradiciones.irre1pvantes o incómodas para la promo- lestina del tiempo de Jesús son insuficientes parajeconstruir
ción de su propio programa. Por lo tanto, si en algún caso todos los aspectos de su dinámica social. La vida de las gen-
conserva y transmite tradiciones de este tipo es porque las tes más humildes, entre las que deberíamos buscar a Jesús,
venera como auténticas o porque, siendo de conocimiento resulta especialmente difícil de conocer, pues apenas se ser-
público^tiene necesidad de justificarlas. vían de la escritura, y las frágiles estructuras materiales que
Ahora bien, una reconstrucción histórica serin de "" p p r - utilizaban no han resistido el paso del tiempo. No es, por tan-
sonaje del pasado no puede limitarse a exponer la fiabilidad to, extraño que una buena parte de la información que los
'de la transmisión de los testimonios! Debe también mostrar evangelios aportan sobre la Palestina del siglo I carezca de ;
¿que los datos interpretados que utiliza son wnsjrn'l^ ° adecuados términos de comparación. Esta precariedad de do-*
^plausibles en el contexto sociocultural de dicho personaje. cumentos y restos arqueológicosvVfecta a algunas de las di-
*Esta exigencia de la historiografía moderna no presupone en mensiones sociales más directamente relacionadas con el mi-
' modo alguno que los individuos carezcan de rasgos propios nisterio de Jesús, como son el sistema sanitario popular en el
o no puedan llevar a cabo actoS-X) proyectos innovadores. que deberíamos encuadrar la actividad exorcista de Jesús, y
Significa únicamente que^eí individuo humano está siempre^ el sistema económico de la población rural, sobre cuyo tras-
enraizado en el mundo que le ha tocado vivir y que elhisto; t> fondo deberíamos interpretar las múltiples referencias a la
Criador sólo puede entenderlo sobre el trasfondo de esejnurjh.
doV Gerd Theissen ha sido el primero en formular esta exi- 14. G. Theissen-A. Merz, EUesús histórico, Salamanca 52004, 142.
22 Jesús y los espíritus Planteamiento y metodología 23

deuda en las parábolas de Jesús. Semejantes carencias no in- creencias que orientan sus formas de vida. Esta aproxima-
dican que la población galilea desconociera la enfermedad y ción ha permitido descubrir tipos generales de estructuras,
Ma deuda. Sólo indican que los evangelios son uno de los po- dinamismos, funciones y procesos socioculturales vigentes
cos documentos que incorpora información procedente de u operativos en amplios conjuntos de grupos humanos y
los estratos más humildes de la sociedad galileais. 4. que no siempre pueden explicarse apelando a contactos o
La escasez de datos contextuales'puede ser parcialmente influencias16. Son lo que muchos autores denominan «con-.
compensada mediante dos estrategias complementarias. La ceptos o modelos transculturales».
primera consiste en ampliar el radio del entorno sociocultu- Al contemplar convrnkadaantropológicanos datos histó-
ral que tomamos como contexto de la vida de Jesús, y la se- ricos disponibles sobre las sociedades antiguas del Medite-
gunda en hacer uso de la información que la antropología rráneo y del Próximo Oriente, podemos muchas veces cons-
Cultural extrae de sociedades actuales aparentemente com- tatar que son coherentes con algunos de esos tipos generales
parables con las sociedades antiguas. La tradición cultural o modelos transculmralgs^concretamente con casi todos los
judía de la época helenístico-romana comparte muchas cos- que la antropología cultural ha construido a partir de datos '
'tumbres, valores e instituciones sociales con el resto de las obtenidos en el estudio de poblaciones actuales dedicadas al
tradiciones culturales antiguas del entorno del Mediterrá- cultivo no industriaron formas patriarcales de parentesco
neo y el Próximo Oriente. Con mucha probabilidad IR ma- y formas de gobierno de orientación belicista. Esta circuns-
yor parte de los elementos comparrirl(v; qfí han Hifiínrlirln pnr tancia nos permite trabajar con la hipótesis de que tales tipos*
este área geográfica a través de contactos humanos directos: y modelos tamhién son aplicables a las sociedades antiguas
emigraciones, fundación de colonias, conquistas, comercio, del entorno mediterráneo y el Próximo Oriente. La acepta-
transporte de esclavos, etc. ^cion de esta/ffipotesis. 'además de facilitar la comprensión de
Pero incluso cuando no hay pruebas claras de este tipo fenómenos soFñomrhTrrales antiguos cuya observación direc-
de contactos, es razonable pensar que, bajo condiciones de ta nos está evidentemente vedada, cumple la función'henri,»-
vida semejantes, distintos grupos humanos han encontrado tica de orientar las pesquisas de la investigación de una ma-
soluciones culturales semejantes. Así, por ejemplo, el tipo nera sistemática. Con mucha frecuencia, los tipos y modelos
«de_arganización social conocido como «familia patriarcal»' transculturales que la antropología cultural pone a nuestra
? parece haber surgido de forma jpdependiente en muchos
disposición nos permiten descubrir relaciones entre datos
^puntos distintos de la tierra habitada como respuesta a los
documentales y/o arqueológicos que, juzgados desde la pers-
' problemas demográficos asociados con la explotación agrí-
pectiva de nuestra cultura científica y postindustrial^parece-
c o l a y la vida sedentaria. La antropología culturales una
rían totalmente desconectados. A su vez, estas relaciones nos
ciencia que intenta dilucidar las relaciones existentes entre
^yudan^Lreconstruirel^contextosociocultural en el que apa-
las condiciones ecológicas, económicas y sociales de los
recieron los documentos y las estructuras materiales recupe-
grupos humanos, y los valores, conocimientos prácticos y
radas por la arqueología.
15. S. Freyne, Urban-RuralRelations in First-Century Galilee: Some
Suggestions from Literary Sources, en S. Freyne, Gallee and the Gospel, 16. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 11-14 habla de tipologías trans-
Tübingen 2006, 45-58, aquí 45. culturales que posibilitan comparaciones interculturales significativas.
24 Jesús y los espíritus Planteamiento y metodología 25

Este tipo de contexto sociocultural ampliado, en cuya re- vestigador. Lo único que sucede en este último caso es que
construcción .sslánjrnplicadQS no sólo datos históricos, sino el investigador utiliza de forma inconsciente y acrítica las
también ^rifíT"" de interpretación antropológica, constitu- claves interpretativas vigentes en su propia cultura. Dada la
ye, a mi entender, el tipo de escenario frlnhal mác ademado enorme distancia cultural existente entre las sociedades
,para evaluar la plausibilidad histórica contextual de los tes- preindustriales y la nuestra, estas extrapolaciones interpre-
timonios sobre Jesús. En concreto, la investigación sobre la tativas espontáneas difícilmente se liberan de los más bur-
posesión espiritual y la práctica exorcista en los evangelios dos etnOCentrismOS. Por el rnntrarin^pgtiidin antrnpnjfS-
difícilmente podría prescindir de los conceptos transcultura- gico de culturas preindustriales actuaLe^-nos-proporciona
les aplicados por los antropólogos a esta clase de fenóme- ^claves interpretativas más cercanas a jas sociedades antu-
nos, pues la extrañeza que ante ellos siente el exegeta mo- vias que nuestros modernos criterios fundados en una vi.-*
derno obstaculiza el reconocimiento de su presencia en los sión científico-técnica de la realidad17 / -£-
textos y la correcta interpretación de los testimonios perti- _^*La conjunción de los criterios de incomodidad, testimo-
nentemente identificados. Así pues, el escenario global an- nio múltiple y plausibilidad contextual proporciona un con-
tropológicamente interpretado que utilizaré en este estudio. junto de condiciones que la mayoría de los exegetas consi-
incluye, además deffcontexto judíó^de Jesús al que se refiere^ dera fundamento suficiente para atribuir un alto grado de
el criterio de plausibilidad contextual de Theissen. el.con- probabilidad histórica a los datos que las cumplen18. Los
Jexto cultural de las poblaciones mediterráneas y orientales dos primeros criterios apelan a factores o elementos pre-
sometidas al influjo dé*la helenizacióri^y la,expansión roma- sentes en la tradición literaria que difícilmente podrían ser
nafasí como las claves interpretativas de los modelos trans- explicados sin el supuesto de la historicidad. Así, la multi-
culturales aplicados por la antropología a grupos humanos^ plicidad de testimonios independientes sobre la actividad
actuales que viven en condiciones similares a las de estas_ exorcista de Jesús y la transmisión cristiana de acusaciones
sociedades antiguas. El criterio de plausibilidad contextual graves contra él relacionadas con esta praxis serían incom-
que resulta de sustituir en el criterio de plausibilidad contex- prensibles si Jesús nunca hubiera hecho exorcismos. El ter-
tual de Theissen el contexto judío por este escenario global cer criterio apela a la coherencia entre la información o los
antropológicamente interpretado puede considerarsejurijErir datos sobre Jesús transmitidos por un determinado testimo-
terio de plausibilidad contextual ampHado^-jjf nio antiguo y el contexto sociocultural de este personaje;
Algunos historiadores y exegetas han expresado dudas afirma que lo que ese testimonio nos dice sobre Jesús ha-
acerca de la legitimidad científica de aplicar conceptos, ca- bría sido un mensaje significativo para cualquier persona
tegorías y modelos de la investigación antropológica actual de su entorno social.
a grupos humanos pertenecientes a un pasado lejano. Ac-
tuando de esta forma, ciertamente vamos más allá de lo que 17. B. J. Malina, eXsogy la ayuda social: la utilización de las ciencias
los puros datos documentales y arqueológicos atestiguan.-^ sociales en la interpretación del Nuevo Testamento, en C. Bernabé-C. Gil
(eds.), Reimaginando los orígenes del cristianismo, 117-139, 122, 126-130.
Sin embargo, prescindir de la ayuda de la antropología no 18. Para una formulación abstracta y general de estas condiciones,
elimina el plus interpretativo que subyace a todas las re- véase el enunciado y la discusión del Criterio de plausibilidad de Theissen
construcciones del pasado hechas desde el presente del in- en G. Theissen-A. Merz, ElJesús histórico, 139-146.
26 Jesús y los espíritus

4. Plan del libro

El orden de mi exposición pretende ajustarse a las exi-


gencias de estos criterios de historicidad La primerajarte
del libro estará dedicada a lá*reconstrucción del contexto
cultural en el que deben leerse los testimonios antiguos so-
bre posesiones y exorcismos'. En esta parte trataré amplia- PRIMERA PARTE
mente de los presupuestos culturales que dan sentido a la
posesión espiritual y a la práctica exorcista, y presentaré los
MARCO ETNOLÓGICO PARA LA
conceptos y modelos transculturales aplicados con éxito
por la antropología al estudio de estos fenómenos. A conti- INTERPRETACIÓN DE LA POSESIÓN
nuación examinaré los testimonios evangélicos sobre la po- Y LA PRÁCTICA EXORCISTA EN EL
sesión espiritual y la práctica exorcista en el movimiento de ENTORNO CULTURAL DE JESÚS
Jesús, con el fin de mostrar que cumplen las exigencias del
criterio de plausibilidad contextual y las del criterio de inco-
modidad y/o del testimonio múltiple. Finalmente, propondré
una hipótesis interpretativa global relativa al sentido y j j a
función de estos fenómenos en el conjunto de la vida públi-if
ca de Jesús. Esta hipótesis interpretativa, que deberá ser co-
herente tanto con el contexto como con los datos evangéli-
cos, intentará poner de relieve la posibilidad de que existan
conexiones significativas importantes entre la posesión por
espíritus y la práctica exorcista, y otros aspectos mejor co-
nocidos del movimiento de Jesús.
MUNDOS CULTURALES
DONDE LA POSESIÓN ES POSIBLE

Una de las premisas sobre las que se fundamenta este es-


tudio sostiene que ^a posesión por espíritus es un fenómeno
cultural. Como mostraré más adelante, esto implica que só-
lo es reconocible y significativa -sólo es posible- en el mar-
co de ciertas culturasf Si deseamos, pues, captar lo que la po-
sesión por espíritus significa para los grupos humanos que
creen en ella, d.fhpremns Rdoptar |a p^rcpcrth^ HP U antro-
pología cultural Por eso, este capítulo tratará de precisar la
noción antropológica de cultura que informará las discusio-
nes posteriores y a reconstruir las características básicas que
debe tener una cultura para que sea posible en ella el fenó-
meno de la posesión*

\ / 1. Cultura

Cultura es aquella parte o dimensión de la experiencia


acumulada de un grupo humano que se origina en su inter-
acción creativa con el entorno vital y es compartida por to-
dos sus miembros1. Las técnjcas empipar!^ por un grupo
humano y los productos de las mismas son evidentemente

1. Esta definición y las reflexiones de todo el apartado se inspiran en


P. L. Berger-T. Luckmann, The Social Construction ofReality. A Treatise
in the Sociology ofKnowledge, New York 1966.
30 Jesús y los espíritus Mundos culturales y posesión 31

cultura, pues elaboran lo dado en el entorno para transfor- supuestamente producen en esa experiencia. Asi, por ejem-
marlo en una realidad útil y significativa que introducirá plo, nuestra moderna cultura científica acepta la existencia
novedades en la experiencia grupa! del mundo. Nü_es_io de unas entidades a las que denominamos\partículas ele-
mismo vivir en un mundo con campos de cultivo y rebaños mentales» que nadie puede ver o tocar, pero que sirven para
de animales domésticos que en otro donde la comida sólo explicar fenómenos medibles o directamente observables.
puede obtenerse deja caza y la recolección en el bosque. De manera análoga, muchas^culturas tradicionalesJacept;
Sin embargofno todas las transformaciones culturales están la existencia de entidades espiritualeAo sensibles cuya prd
tan directamente relacionadas con la dimensión física del sencia supuestamente resulta reconocible gracias a los efec
entorno. Así, por ejemplo, el lenguaje con el que los miem- tos que de forma sistemática u ocasional producen sobre el
bros de un grupo se comunican entre sí y conceptualizan el mundo de los hombres. Los presupuestos ^(criterios median-
mundo en torno a ellos es también cultura, pues utiliza la te los cuales un grupo humano interpreta determinadas expe-
capacidad articuladora de los órganos fonadores del ser hu- riencias como efecto de entidades no directamente experi-
mano para designar, representar y ordenar todos aquellos mentables forman también parte de su conocimiento cultural/
aspectos o elementos de la experiencia que son relevantes ' Así, aquellos grupos humanos que creen en la existencia de
para la vida grupal. j espíritus capaces de poseer a las personas identifican ciertos
La dyltura de un grupo humano es el conjunto de co- [tipos de conducta como efectos inequívocos de posesión.
' nocimieriTñf teóricos y prácticos compartidos que permiten Los conocimientos culturales pasan de une generación a
a sus miembros interactuar de forma coherente entre si y otra gracias a lajjsociahzación primaria de los nuevos miem-
pon el entorno incluye conocimientos acerca de cómo es el bros del grupo. De esta forma, se va creando un cuerpo cre-
mundo, qué elementos, estructura y dinamismo posee, cómo ciente de conocimientos^al que denominamos «tradición
funcionan las entidades o las partes que lo componen y có- cultural», que acompaña y configura la vida del grupo a tra-
mo puede el hombre interaccionar con ellas y transformar- vés del tiempo. A pesar de su capacidad para configurar la
las^ También incorpora conocimientos acerca de la situación continuidad del grupo, la tradición cultural es mucho más.
del ser humano y/o del grupo en ese mundo, de los distintos que el producto de una acumulación pasiva de conocimien-<
tipos de personas y de las posibles formas de relación in- tos*Por una parte, cada individuo y cada generación asimi-^
terpersonal I^Todas las culturas conocidas tienen sistemas lan de forma creativa los conocimientos que les transmiten-;
de valores íntimamente relacionados con sus conocimientos sus mayores, seleccionando, completando y adaptando sus^!
prácticos, unos sistemas que determinan tanto las metas de- contenidos de acuerdo con sus propias circunstancias. Por*
seables de la acción individual o grupal y las relaciones de otra, la ajoímmdad-de cualquier contenido concreto requie-
prioridad que ¿eben regir pntre ellas íaxiologíaV como los re la colaboración activa de la mayoría de los miembros del
criterios y las normas que definen la conducta correcta pa- grupo. El conocimiento que no es frecuentemente corrobo-J
ra cada tipo de situación (moral). rado por el comportamiento cotidiano de un número sufi-1
I » El conocimiento qilturaljuede incluir propiedades, o ciente de individuos cae en el descrédito o en ef"óTvido v de-,
¡elementos que no son objeto directo de la experiencia huma- ia-de-ser tradición cultural. Es, por tanto, evidente que la£¡
b a , pero*cuya existencia*se induce a partir de los efectos que '- transmisión cultural puede verse afectada tanto por cambios r
>..
t
32 Jesús y los espíritus Mundos culturales y posesión 33

en las condiciones externas del grupo (crisis ecológicas, capacidad de orientar la vida del grupo. Estaríamos enton-
subordinación a otros grupos, presiones migratorias, etc.), ces ante esos momentos excepcionales que los historiado-
como por resistencias e innovaciones internas'óriginadas en res denominan «revoluciones o crisis cultuiaJes^Aunque
ü
actitudes inconformistas de algunos de sus miembros indi- la creencia en espíritus_'6apaces de interaccionar con los se-
viduales o colectivos sociales. res humanos suele pertenecer al núcleo cosmológico<>más
• Lo normal es que lajradición cultural de cualquier grupo estable de aquellas visiones del mundo en las que está inte-
P humano sufícieritemente longevo §e_organÍ£e antes o des- grada, las identidades, los poderes y las funciones de los es-
j pues en u^sistemá de creencias* práctica^ y valores al que píritus relevantes para el grupo varían con mucha mayor fa-
? la sociologiattel conocimiento se refiere como*\<visión del cilidad. Como el lector tendrá ocasión de constatar a lo largo
s mundo».'rLo que una visión del mundo añade al conjunto de de las páginas que siguen.tflas manifestaciones concretas de
3 conncimicntrx; arnmiilqdfts pnr u n grupo en las primeras eta- la*creencia en la posesión espirituartuelen reflejar con con-
^ pas de formación de su tradición cultural es la pretensión de siderable detalle los^conflictos de intereses*^ las crisis me-
¡ ser_global. coherente y completa. En otras palabras, una vi- nores de la vida social »i ¿i£
! sión del mundo integra todo el conocimiento "común com-
partido, establece conexiones coherentes entre sus elementos
• y lo completa con los presupuestos necesarios para qyjgfor- V2. Mundos culturales con espíritus
' me ur( sistema^npa7 de dar sentido a tndas las experiencias
' concebibles por el grupo y de orientar a las personas en to- Decimos que la posesión por espíritus es un fenómeno
^das_las circunstancias posihles de su vida. La creencia eifse- cultural porque depende esencialmente de ^interpretación
^res espirituales capaces de actuar coactivamente sobre los que el grupo humano*donde se produce da a ciertos conteni-
-individuos forma parte de jjTS_yHjriri£!i de 1 mundn de los gra- dos de la experiencia. En un grupo que no cree en la exis c
spos humanos donde_se Ha ñl fenórpenq He la pnj^siñp>'pr»r 10 tencia de espíritus poseedores no puede haber posesiones. Es
i) que hemos de esperar encontrarla coherentementé*mtegrada posible que algunos de sus miembros exhiban conductas pa-
tanto en el conjunto de sus rnnnrimipntr>s c o s m o l ó g i c o s V recidas a las que otros grupos atribuyen a la posesión, pero
técnicoscomo en el de su praxis política y moral. en ningún caso serán interpretadas de acuerdo con esta cate-
Evidentemente, las visiones del mundo nirnca_son tp- goría. Por su parte, las culturas que creen en la existencia de.
^talmente completas.3tomo hemos señalado con anteriori- espíritus poseedores identifican como uná"señal inequívoca
' dad, las traniciorjes culturales-crecen y se modifican, de ahí de posesión ciertos'estados^n los que el sujeto parece haber
i que las visiones del mundo que las integran no puedan por perdido o tener limitado el control sobre las acciones de las
: menos que cambiar. No obstante, lo más habitual es que lo que la sociedad le considera normalmente responsable. Los i
nuevo se incorpore a la visión del mundo vigente? respetan- V\ tipos de estados, acciones o conductas asociados de esta ma- (
do las líneas básicas de su organización global y buscando ~¡, ñera a la posesión espiritual dependen también de la cultura."
mantener su coherencia interna. Cuando esto no es así, los"^' Así, por ejemplo,*la tradición musulmana de Bali considera
cambios introducidos pueden llegar a resquebrajar la_soli-\<fl que el suicidio es siempre consecuencia de un estado de po-
dez y credibilidad del sistema afectando negativamente a su sesión; sux sensibilidad religiosa rechaza la idea de que al-
34 Jesús y los espíritus Mundos culturales y posesión 35

guien pueda optar voluntariamente por quitarse la vida2. Sin , § vetas de minerales, el viento, los volcanes, las estrellas... in-¿
embargo, en la tradición cristiana occidental'*que también "fcluso el universo entero en su unidad. No resulta, pues, sor-¿
acepta la existencia de espíritus poseedores* sólo en circuns- © préndente que los espíritus del hosque de los manantiales o?
tanciasmuy-e§peciales se asocia el suicidio con la posesión? Js de ciertos animales salvajes se cuenten a menudo entre las^
J¿ La(rx)sesión¿_es una variedad de una clase mucho más *7^tjda9es espirituales conocidas por los pueblos cazadores yL
amplia de fenómenos culturales Que presuponen la existen- ^recolectores. ,
cia de espíritus capaces de interaccionar con el mundo hu- Generalmente los espíritus más importantes y podero-,
mano. Estos espíritus pueden ser concebidos de formas muv sos son personales^es decir, espíritus que se comportan de
diversas según las diferentes culturas, aunque en todos los acuerdo con el repertorio de impulsos y motivaciones propio
casos actúan como sustancias vivas, sutiles, fluidas y mol- de los seres humanos. Algunos de ellos son almas de perso-
deables que sólo son perceptibles de forma indirecta a través nas muertas (héroes, santos, antepasados, individuos que han
de sus efectos,s_Qbrg_eljaundo sensible!" En muchas culturas, muerto prematuramente o que no han recibido los ritos fú-
los espíritus se asemejan al aliento que respiran hombres y nebres adecuados, etc.); otros, las^formas espirimales/bajo
animales, y en el que supuestamente se aloja el principio que las que los seres divinos, angélicos o demoniacos aparet^p
les da la vida. De aquí la idea de que rnorir no consiste sino cuando interaccionan con el mundo de los homhres.J.a po-
en perder, expulsar o entregar ese espíritu vital. Esta concep- sibilidad de atribuir a los espíritus todas las variaciones y
ción aparece reflejada, por ejemplo, en las descripciones que complejidades de los caracteres humanos permite hacer de
los evangelios de Juan y de Lucas nos ofrecen de la muerte ellos las causas explicativas de casi cualquier tipo de-aconte-
de Jesús. Juan dice que «Jesús ... inclinado la cabeza entre- cimiento o fenómeno3 ..Los_espíritus de carácter ¿stable, sue-
gó el espíritu» (19,39). Lucas expresa esta misma idea a tra- len intervgnir_en el manteiumiento^deLi^rikil-CÓsrnTco yso-
vés de las palabras del propio Jesús agonizante: «Padre, en cjfll mifigfa^_£U£JO¿de_Carácte7ineStable O caprichoso spn
tus manos entrego mi espíritu» (23,46). causa de las irregularidades y los conflürtes^'^
4g La semejanza entre la sustancia espiritual y el principio La analogía entre el mundo vivo y el de los espíritus que
vital podría explicar muchas de las tipologías de espíritus vi- detectamos en muchas culturas da también razón délas re-
gentes en distintas culturas. No es, en efecto, infrecuente laciones de poder que frecuentemente se postulan entre los
constatar que los_espkitus exhiben caracteres y comporta- distintos seres espirituales. Los espíritus más poderosos, es
mientos muv parecidos a los de los seres vivos deJ_antornp?W. decir, los que poseen mayores y más variadas capacidades
En este punto es preciso tener en cuenta quB las culturas pre- para dominara los demás seres, suelen formar en torno a sí
científicas suelen atribuir vida a muchas sustanciasf cuerpos cortes o clientelas que se disputan o reparten el señorío so-
o aspectos de la naturaleza que nosotros consideramos iner-
3. Entre las tradiciones cultuales en las que más visiblemente se ma-
tes, como por ejemplo el mar, el aguacorriente, el fuego, las nifiesta la variedad de caracteres que pueden presentar los espíritus se en-
cuentran los r.nltps He, rair.es afriranas surgidos en América por influjo de
la población'negra esclavizada. Cf. A. Métraux, Le vaudu haitien, Paris
2. L. K. Suryani-G. D. Jensen, Trance and Possession in Bali. A Win- 1958, 71-139; A. J. Raboteau, Slave Religión. The Invisible Institution in
dow on Western Múltiple Personality, Possession Disorder, and Suicide, the Antebellum South, Oxford-New York 1978, 11-57; R. Bastide, Le can-
Oxford-Singapore-NewYork 1995, 3. dombe de Bahia, Paris 2000.
36 Jesús y los espíritus
Mundos culturales y posesión 37

bre las distintas partes del universo. Esta concepción del


conocimientos prácticos adecuados puede controlar en gran
*mundo espirituaraparece claramente reflejada en algunos
medida la acción He estos espíritus_de forma análoga a como
textos de lá*tradición cultural israelita? como por ejemplo el
un campesino controla la fuerza de sus bueyes. Estas prácti-
- Salmo 89. en el que Yhwh es aclamado como el ser más po-
cas, calificadas con mucha frecuencia de «magia» por ar-
deroso en los cielos, entre los hijos de los dioses (v.^7), y se
queólogos e historiadores, estaban ampliamente extendidas
proclama su dominio sobre el mar, su victoria sobre el mons-
en las sociedades antiguas y no eran en absoluto ajenas al
• truo divino Rahab y sobre todos sus rivales (v. 10-11).
mundo cultural hebreo. Sabemos, en efecto, que entre las na-
En muchos casos, los criterios utilizados por un grupo
ciones vecinas de Israel así como en muchos sectores de su
humano jara distinguir v clasificar a los espíritus cuya exis-
propia población era frecuente el uso de amuletos'supuesta-
tencia reconoce no se refieren tanto a la dimensión moral de
mente capaces de impedir la aproximación de espíritus ma-
sus acciones, cuanto a las características? grados v extensjón
lignos. Uno de los tipos arqueológicamente mejor atestigua-
de los poderes que exhiben" Es decir, el''comportamiento de
dos son unos artefactos de pequeño tamaño que representan
los espíritus'no es primariamente evaluado He acuerdo cpn
1 criterios morales universales, sino en función de los efectos al dios enano Res, de origen egipcio1! La extraordinaria feal-
*v beneficiosos o perjudiciales que ese comportamiento tiene dad de este ser divino era especialmente valorada entre las
sobre las personas y los grupos..Se da además por desconta- mujeres, por cuanto se le atribuía la capacidad de espantar a
ndo que los espíritus tienen gustos y necesidades que nor- los espíritus que agredían a los niños recién nacidos4.*
malmente procuran satisfacer utilizando todos los medios a Los^espíritus dotados de psiques complejas^parecidas a
su alcance, y entre esos medios están incluidas las personas las de los animales superiores o a las de los seres humanos
que voluntaria o involuntariamente puedan cruzarse en su no se deian manipular tan fácilmente. Con algunos de ellos,
camino. Interesa, por tanto, a los seres humanos tener cono- sin embargo, es posible tratar de forma análoga a como las
cimientos fiables acerca de los caracteres y comportamien- personas se tratan entre sí. A estos espíritus se les puede
tos típicos de las diferentes clases de espíritus, a fin de saber amar, odiar, pedir, suplicar, alagar, amenazar, mentir, con-
cómo evitar los contactos espirituales perjudiciales y cómo vencer.?. En muchos casos incluso es posible negociar y es-
propiciar los beneficiosos. tahlecerfpactos r.on ellos. .El Deuteronomio atestigua que
Como es obvio, el contacto o trato que una persona pue- los antepasados del pueblo judío ya conocían diversas for-
de tener con un espíritu depende básicamente de los impul- mas do^asociacjoi) entre personas y espíritus distintos de
sos o motivaciones que dirigen el comportamiento de este Yhwh. Á~si75fi las condenas recogidas en Dt 18, 10-11 con-
último o, dicho de otro modo, de la complejidad de su psi- tra los enemigos del pueblo que cometen abominaciones se
quismof Los eapjritus más primitivos exhiben un rango muy menciona expresamente a quienes consultan espectros u
limitado de comportamientos, generalmente asociados a un oráculos y a quienes evocan a los muertos, es decir(a indi-
número también muy limitado de causas o situaciones típi- viduos o especiahsías que tratan con diversos tipos de espí-
cas. Aunque en algunos casos pjueden poseer fjifr7ag o ca- ritus para obtener información privilegiada. &.
pacidades extraordinarias, sus acciones son bastante prede-
cibles y, por eso mismo, manipulables. Una persona con los 4. C. Meyers, Households and Holiness. The Religious Culture ofls-
raelite Women, Minneapolis 2005, 31-33, 43.
38 Jesús y los espíritus
Mundos culturales y posesión 39

v3. Relaciones entre los espíritus y los grupos humanos: es- u


dios protector no se limita a reclamar un tipo determinado
píritus centrales y periféricos
de culto, sino que además exige ser el único obieto de culto
del grupo al que protege/Es importante, sin embargo, tener
En aquellas culturas que reconocen la existencia de es-
en cuenta que el exclusivismo cultual (monolatría) exigido
píritus, saber tratar con ellos resulta sumamente importante.
por Yhwh a Israel no niega^ino que, por el contrario, pre-
j La mayoría de los grupos humanos pertenecientes a este ti-
supone la existencia de otros ¡dioses y otros espíritus. Entre
po de culturas mantienen relaciones positivas sfilficjjvas_con_
los textos bíblicos que más claramente mencionan a otros
'\mo o varios espíritus poderosos a los que ofrecen ^ílt" ¡\
'dioses junto a Yhwh^cabe destacar Dt¿2, 8ss; Sal_82, 1 y
pambio de beneficios v protección'A los espíritus así com-
Sal 89, 6-96. ""
prometidos con un grupo los denominaremos «espíritiis
En muchas culturas no existe una diferenciación concep-
centrales» de ese grupo5. Los espíritus centrales de un gru-
tual precisa entre la naturaleza espirifrial y la divina*F.n otras,
po no tienen por qué ser centrales para otro. De hecho, lo
como las religiones antiguas del entorno del Mediterráneo y
más frecuente es que las_pueblos de una misma región re-
el Próximo Oriente, sí parece existir, pero sólo es efectiva a
conozcan la existencia de un mismo conjunto de espíritus,^
nivel teóricofya queja acción de los dioses sobre el mundo •
pero que cada uno adopte como espíritus centrales propios^
humano se realiza siempre bajo formas de naturaleza espiri-
un^subconjunto distinto de ese conjunto global.*Dado que la
tual o a través de espíritus intermediarios. Así, por ejemplo,
vecindad Ifuele ir asociada a la'rivalidad.'mo es raro que los
Yhwh se manifiesta como una presencia personal invisible y
espíritus protectores de un grupo sean vistos como espíritus
poderosa o como una fuerza personificada en su Espíritu o
malignos y peligrosos por los grupos vecinos. Éste es, por
en una figura angélica.
ejemplo, el caso de aquellos grupos judíos y cristianos que
T .a relación entre un espíriti) central V el grupo humano .
califican de «demonios» a los dioses paganos (Dt 32, 17;
al que protege reproduce, en el ámbito delJrato entre hom-
Sal 106, 37; 1 Cor 10, 20; Jubileos 1,11).
bres y espíritus, la relación social de/patronazgo} entre un
•*f Normalmente el papel de espíritu central es desempeña-
personaje poderoso y un grupo clienteTlorñrTociirreen to-
ido por espíritus de carácter personal.Los espíritus de los
das las relaciones voluntarias asimétricas, la parte superior
'•• antepasados, héroes culturales y parientes muertos ejercen
tpatrón/'otorga de forma privilegiada a la parte inferior
con mucha frecuencia el papel de espíritus centrales. Este (cliente) algunas de las ventajas que controla. A cambio, el
papel puede estar también encarnado por algunos dioses o cliente tiene la obligación moral de honrar públicamente &i
semidioses especialmente ligados a la historia de los oríge- su patrón v darle un apovo incondicjona|7 El patronazgo
nes del grupo. El ejemplo más cercano al tema de nuestro
estudio es Yhwh, el dios que libera a los israelitas de la es- 6. Para un estudio exhaustivo der^jóEíeJgrnj) 'Sólita basado en datos
clavitud a la que estaban sometidos en Egipto y los consti- arqueológicos de tipo iconográfico, cf~0. Keel-C. Uehlinger, Gods, God-
desses, and Images ofGod inAncient Israel, Minneapolis 1998, 177-191.
tuye como único pueblo de su propiedad. En este caso, el También K. van der Toorn, God (I), en K. van der Toorn-B. Becking-P. W.
van der Horst, Dictionary ofDeities and Demons in the Bible, Leiden-New
York-Kóln 1995, 666-692, espec. 689.
5. Adopto la nomenclatura propuesta por I. M. Lewis, Ecstatic Reli-
gions, 132ss. 7. B. J. Malina, Patrón and Client. TheAnalogy Behind Synoptic Theo-
logy: Foundations & Facets Forum 4.1 (1988) 1-32.
40 Jesús y los espíritus
Mundos culturales y posesión 41

^ejercido en favor de un grupo diéntense diferencia del ejerci-


ducción de prácticas incompatibles con (a tradjciofcp en la
do en favor de un cliente individual en que los privilegios
corrupción de personas con cargos de responsabilidad. La
/concedidos por el patrón deben estar destinados a servir al
identificación del tipo de falta en cada caso concreto puede
''bien común del grupo?y no solamente a unos cuantos miem-
enfrentar grupos de interés y dar lugar a cambios importan-1
bros del mismo8. El patrón de un grupo debe, pues, conocer
;o. De forma general es posible afirmar que la
y promocionar la noción de bien común vigente en el grupo
cultural de las catástrofes colectivas en térjnj-
que protege; dicho en otras palabras, jghpi estar cnmpgime-
nos de castigos enviados por los espíritus centrales ofrece
tido con la moral interna del mismo.
oportunidades para la^xpresión de la crítica interna y el des-
$s El compromiso de urfespíritu central con el bien de su
contento^Ei emplos claros de este tipo de dinámica son las
grupo cliente le conviertyen guardián» y legitimador supra-
"acusaciones y rondenas^oraculares que los profetas de Israel
humano de los valores y criterios de comportamiento co-
rrecto que cohesionan y estabilizan la vida social. Su papel pronuncian contra el pueblo o sus dirigentes en d.jvpr<¡n<; mrt^Hf
de protector le obliga a defender al gniP"*' 1 " sólo frente a mentos de crisis ecológica, social o política: véase, por ejem-
sus enemigos externas, sino también frente a los internos, es plo, Is 9, 7-20; 24, 7-12; Am 3, 6-13.
decir, frente a aquellos de sus miembros que desprecian, re- Hay también situaciones en que las desgracias grupales
chazan o contravienen aspectos fundamentales de la moral pueden ser atribuidas a transgresiones cometidas por perso-
grupal. Los espíritus centrales utilizatCsiig, podéis extraor- nas particulares'TAsí, por ejemplo, muchos grupos de caza-
dinarios para retribuir con premios o castigos la conducta dores atribuyen sistemáticamente la escasez anormal de ca-
moral de los individuos, sobre todo aquellos aspectos de la za o pesca a .violaciones de tabúes cometidas por individuos
misma que escapan a la acción de las instancias judiciales. pertenecientes al grupo. A fin de suhsanar la situación, el
, En algunas circunstancias excepcionales los espíritus grupo entero es convocado para celebrar un rito publicóle <
'centrales pueden permitirse castigar al grupo entero. Los expiación en el que los espíritus centrales hablan a través del
"castigos colectivos más habituales se manifiestan en forma chamán poseído, lanzando acusaciones y amenazas contra
?ie sequías, hambrunas, pestes, plagas, terremotos, agresio- los participantes Éstos aterrorizados, examinan su concien-,
nes militares... Cuando el grupo sufre este tipo de catástro- cia y confiesan voluntariamente cualquier falta cometida. La
fes, sus miembros no pueden por menos que preguntarse comunidad entera implora el perdón para los transgresores y
cuáles han sido las razones que han provocado el castigo?^- el espíritu que posee al chamán generalmente lo concede9.
Con la ayuda de las inteir>retaciones_eruditas'ofrecidas por Otra reacción típica de las sociedades preindustriales ante
los especialistas religiosos o de las denuncias hechas públi- desgracias colectivas es la llamada «caza de brujas», consis-
cas por personajes carismáticos. el grupo se esfuerza por de- tente en buscar a los culpables entre personas marginales o '
tectar el origen de su falta para corregirla. Lo más frecuente incómodas de las que los defensores del statu auo desean -
es que se e n c u e n t r e en negligencias ci]ltua1es' !r en la intro- desembarazarse. A estas personas se las suelévacusargcle co-'
meter en secreto actos perversos que habrían contaminado*
moralmente a todo el grupo y serían, por tanto, la causa del,
8. S. J. Joubert, One Form ofSocial Exchange or Two? «Euergetism», Pa-
tronage andTestament Studies: BiblicalTheology Bulletin31.1 (2001) 17-36.
9. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 163-167.
42 Jesús y los espíritus Mundos culturales y posesión 43

castigo grupal enviado por los espíritus centrales. Laexlkpa- La función de r£írihu£ión_rjueden ejercerla los espíritus .
ción de los acusados^irve, supuestamente, para que el grupo centrales interviniendo personalmente^en el mundo huma-
^se congracie con sus espíritus protectores. noordenando a algún espíritu subordinado que lo haga o,(
i Estudios Históricos y etnográficos 'indican que una de simplemente, retirando su protección de los culpables a fin'
\ las configuraciones más frecuentes de la relación patrón- de que sean vulnerables frente a cualquier entidad espiritual
^cliente entre espíritus centrales y grupos humanos es el cul- agresiva u otra fuerza destructora.
to a los antepasados. Los^espíritus de los antepasados muer- En este tipo de contextos culturales, la oposición con-
¡tos protegen y aseguran la prosperidad de sus sucesores, ceptual entre los espíritus centrales de un grupo y los que no
quienes a cambio les honran con ofrendas y ritos periódicos lo son tiene tal relevancia que conviene utilizar también pa-
en santuarios locales o en sus propias jürmias,. Dichos es- ra estos últimos una terminología precisa.'Por ello, siguien- <
píritu? velan por el mantenimiento de las costumbres tra- do a Lewis. denominaremos «espíritus periféricos» respec- (
dicionales de la familia o del clan, castigando con enfer- to a un grupo a aquellos queVio están comprometidos conr
medades y desgracias a quienes las transgreden o ignoran. el bien del grupo? Un p g p i ' r i t " pf*ntrñl tf" sólo se permite
.Esta configuración se halla muy arraigada en casi todas las perjudicar al grupo, o a algunos de sus miembros, cuando
culturas africanas actuales10, y parece ser el origen de mu- se merecen un castigo por contravenir algún criterio grupal
chos de los cultos ofrecidos por las antiguas ciudades-esta- de comportamiento correcto. Un^sjjíriru^eriíe^ico, en cam-
do mesopotámicas a los antppa.sadfts dHfiní)rins_d° las di- bio, agrede indiscriminadamente a cualquier persona en
nastías reales "flncluso no es impensable que la expresión cualquier momento, sin tener en cuenta su comportamiento
dios de nuestros padres»ftantas veces aplicada al Dios moral. Como se pone de manifiesto en las definiciones, los
de Israel, indique precisamente un origen semejante. Según £djetivo$)«'7*nrra 1».y «periférico» no expresan característi-
^LSm 28,_3, en épeea-del rey Saúl existían en Israel o las po- casTa&Sühitas de los espíritus, sino^actitucT^especto a un*;
blaciones de su^fltprnojpersQjias poseídas por espíritus de grupo humano concreto. De hecho, es muy frecuente que
familiares o antepasados difuntos-ELvahwismo militante los espíritus centrales déun grupo actúen como espíritus pe-
intentó siempré^suprimir estas manifestaciones de posesión riféricos de los grupos rivales.
espirituaf*por considerarlas una forma de idolat»^ pero las Para cada grupo, sus^espíritus centrales son espíritus
reiteradas expresiones de condena que encontramos en sus morales, puespoñen su poder sobrehumano al servicio de
? escritos fundacionales demuestran que nunca consiguió eli- la moral grupal, premiando a quienes la respetan y casti-
*7minarlas del todo12. gando a quienes la violan. SusNespíritus periféricos son, sin
embargo, amorales o inmorales, pues actúan de forma ca-
10. Véase la colección de etnografías africanas recogidas en J. Beat- prichosa o malvada, sin que pueda establecerse correlación
tie-J. Middleton (eds.), Spirit Mediumship in África, London 1969.
11. K. van der Toorn, Family Religión in Babylonia, Syria and Israel. alguna entre los efectos que producen y la conducta de las
Continuity and Change in the Forms ofReligious Life, Leiden 1996, 66-93. personas afectadas.
12. El término hebreo que las biblias en castellano suelen traducir por
«nigromante» significa exactamente «el que tiene un espíritu familiar o de
un antepasado». Aparte de 1 Sm 28, cf. Lev 19, 31; 20, 6.27; Dt 18, 11;
1 Cr 10, 13; 2 Cr 33, 10; Is 8, 19; 19, 3; 2 Re 21, 26.
44 Jesús y los espíritus 45
Mundos culturales y posesión

r formas de desorden que ni siquiera la más perfecta adhesión Cuando las desgracias_afectan a todo el grupo y parecen «
a la moral grupal consigue controlar13. Por muy eficaz y ar- proceder del exterior, la distinción entre espíritus centrales*V
moniosamente que funcione una sociedad humana, por fie- y periféricos puede concebirse como un antagonismo de- \
les que sean todos sus miembros a los valores, normas y clarado entre? espíritus protectores y espíritus enemigos.' Sv
costumbres que cohesionan al grupo, las_desgTacias perso- el desarrollo de los acontecimientos demuestra que los últi-
SViales y colectivas frustran en el momento menos pensado mos prevalecen sobre los primeros, es probable que algunos
las vidas de sus gentes. Accidentes, epidemias, abortos, se- miembros o colectivos del grupo intenten ganarse su favor,
> quías, muertes infantiles, etc. Tfl ra?nn de todo esto es tan ^haciéndoles un hueco en el panteón tradicional^dedicándo-
j jnrnmpn'nfíiblo o incuntrnlnhlr rnmo el mprirho mnlrnrn les algún tipo de culto o incluso, en casos extremos, adop-
• ln He Ins espíritus periféricos, que pueden aprovechar cual- tándoles como dioses centrales. La historia y la antropolo-
J quier debilidad o negligencia por parte de los espíritus pro- gía demuestran que los cambios más o menos explícitos de
1
tectores del grupo para cebarse en sus miernbros. No es, por ^alianzas religiosa^son relativamente frecuentes en grupos
, tanto, de extrañar que en épocas de/Cnsi&jeuando el sufri- sometidos a las influencias colonizadoras de pueblos más v
miento desborda las expectativas hafetftíSíes de las personas, fuertes, exitosos o agresivos. Pero también hay grupos j u e
crezca la ansiedad de la gente respecto a todo tipo de posi- se niegan a abandonar sus espíritus protectores tradiciona-
bles o^supuestas manifestaciones espirituales? Éste parece les -con los valores y la concepción del bien común que re-
haber sido el caso de las «epidemias de posesión^que azo- presentan- y optan jx>r elaborauínajásión-dualista del ser
taron periódicamente Europa durante la Edad Media, coinci- capaz de expl'carjas desgracias y antagonismos deljre-
íüiendo precisamente con las grandes pestes y hambrunas14, y sente. Lo/'dualismos^religiosos elevan la moral intragrupal
no parece desencaminado pensar que la gran afluenciaae po- y su concep^giúii dtfbien común a la categoría de Bien ab-
sesos en toma^esús\reseñatfa"poT-kis evangelios sinópticos soluto, al que oponen como Mal absoluto^todos los com- •
sea el reflejo de~i»a^jfláación_so&i^£^Qnómica o cultural de portamientosjy. valores que entran en,conflicto con ellas. La
crisis en la Galilea del siglo T HrTsfiÍTRstsr-podernos decir que ,t realidad jespiritualtambién se divide en dos bandos antagó-
el carácter caprichoso o malvado de los espíritus periféricos l nicos: los espíritus buenos, que son, como cabía esperar, los
intenta explicar, aunque sea de forma sencilla y sólo a nivel b patrones del grupof defensores de la moral grupal elevada
grupal, ej^gran problema del mal: ¿por qué hay personas hon- : al nivel de moral absoluta, y los.£Sj)írjJxis^nalos, que se ca-
dadas y comprometidas que sufren, mientras que otras egoís- ) racterizan por agredir a cuantos acatan y defienden esa mo-
tas y malvadas gozan de una existencia feliz? ral,*y por apoyar a quienes la transgreden. De este modo, el
o bien y el mal se enfrentan y juchan por el dominio sobre_7
13. El islam más puro reconoce que losjin, espíritus caprichosos, son - el cosmos tanto en el plano humano de la ética y la política
una de las tres fuentes del mal, al lado de la naturaleza y del propio ser hu- £ como en el plano espiritual.
mano (El Corán, suras CXIII y CXIV).
14. G. Rosen, Dance Frenzies, Demonio Possession, Revival Move- r La mayoría de los .sistemas dualistas no se conformanc,
ments and Similar So-Called Psychic Epidemics. An Interpretation, en B.
P. Levack (ed.), Possession and Exorcism, New York-London 1992, 219- con explicar a los «buenos» el origen de sus sufrimientosi
250; D. E. Oakman, Rulers 'Houses, Thieves, and Usurpers. The Beelzebul presentes, sino que también pretenden ofrecerles razones^
Pericope: Forum 4 (1988) 109-123. para la esperanza. Esta esperanza no es otra que la del triun-1
46 Jesús y los espíritus Mundos culturales y posesión 47

fo final del Bien absoluto sobre el mal. Las diversas mane- en el cumplimiento de sus funciones sociales. El responsa- <
ras de concebiresétriunfojahal están íntimamente ligadas ble de su falta de controfy de las disrupciones que ésta oca-'
a la imagen que las diversas culturas tienen acerca_de_Jaj;e- siona en el funcionamiento normal de la sociedades el espí-
lación entre el mundo habitado por los hombres v la reali- ritu que le posee. En principio, nadie puede responsabilizar/
dad espiritual'5. La mayoría de ellas incluye un proceso de al^profeta poseído por Yhwtí*de las amenazas que dirige
evaluación o juicio moral que da lugar a uníseparación'es- contra las élites gobernantes, nadie puede reprochar a un en-
pacial, temporal y/u ontológica entre buenos y malos. Esta demoniado andar desnudo entre las tumbas y agredir a los
^separación va seguida o supone por sí misma la salvación viandantes, nadie puede exigir a aquel a quien un espíritu
de los primeros y el rechazo, condenación o aniquilación de sujeta en una'posición encorvada que realice eficientemen-
los segundos. te un trabajo físico. Evidentemente, todos los grupos huma-
nos que creen en la existencia de espíritus poseedores admi-
ten que existen casos de personas que parecen o que fingen
( A. Posesiones positivas y posesiones negativas estar poseídas sin estarloÍTal posibilidad se tiene siempre en
cuenta a la hora de diagnosticar los casos concretos, pero no
En las culturas que aceptan la existencia de espíritusja tiene por qué poner en duda la realidad del fenómeno.
posesión es una de las posibles formas quejeviste lajnter- Las investigaciones antropológicas e históricas realiza-
acción'entre los seres espiritualesxjos serssJiurnanQSjDe das en este tipo de grupos indican que_el fenómeno de la po-
acuerdo con la definición antropológica ampliamente fe- sesión espiritual tiene siempre un carácter ambivalente y am-
nómeno que he expuesto en el capítulo 1, Jaygpsesión^es. bigua Dicho en otras palabras, hay posesiones que el grupo
urajnterprelación cultural desiertos estados o conductas considera^deseables y beneficiosas?v otras que cree*perjndi-
> personales q"p. sinri" •'"^ohpx^ntes^conjo que la sociedad cialesfpero no siempre es posible hacer desde el principio un
esperajel_sujeto_¿nJ4, vida cotidianajsg. atribuyen_aja jQ- diagnóstico claro y definitivo. En todo este escrito califica-
ción ejercida^gbre él por jügúnespíritu. Esta acción puede ré a las primeras como «positivas» y a las segundas como
limitar o impedir el funcionamiento adecuado de órganos y «negativas», consciente de que esta calificación no es abso-
miembros del cuerpo, o puede forzar o promover determi- luta, sino que depende del_grupo o colectivo social que se
nados tipos de actitudes y comportamientos. pronuncia sobre cada caso de posesión y de la evolución del
En todos los casos^o que caracteriza a la .posesión es comportamiento del poseso a lo largo del tiempo.
que el sujeto no parece.controlar .plenamente su rnmportq- Entre las posesionesjgositiva^ más claras están las pose-
miento_y, por tanto, su^ejM£rno_social_no lepugíle_hacer_[es- siones porespíritns centrafeTRnTontextos de culto? A través
ponsable de todo cuanto hace o dice, ni de las deficiencias de ellas los espíritus patrones se hacen presentes en medio
del .grupo gliente asegurándole su cercanía y protección.^
15. Para las concepciones judías, cf. M. Reiser, Jesús and Judgment. Dependiendodeflas culturas y de los contextos rituales, la \
The Eschatological Proclamation in Its Jewish Context, Minneapolis posesión puede afectar a cualquier participante, estar reser- /
1997, 26-163; J. J. Collins, The Apocalyptic Imagination. An Introduction
to Jewish Apocalyptic Literature, Grand Rapids-Cambridge UK 1998, 12- vada a un sector de iniciados o ser privilegio exclusivo del
14, 23-39. celebrante. En algunos casos, los participantes poseídos se
48 Jesús y los espíritus Mundos culturales y posesión 49

convierten ^médiums ajravé.s..de los cualesJiabla-o-actúa dores, ordenar a otros espíritus subalternos .que lo hagan o
el espíritu; en otros, entran en trance., tienen visiones o pro- simplemente dejar desprotegida a la víctima para que sea
fieren los típicos sonidos articulados quejos-hisípriadores poseída por cualquier espíritu periférico que se cruce en su
de la religión denominan genéricamefjtg^glosolalia»)En la camino17. En este punto es preciso recordar que en muchas
literatura bíblica encontramos ejemplos de estallase de fe- sociedades preindustriales los(castigos tienen una dimen-«
nómenos entre los grupos de profetas que rodean a Samuel sión grupal, por lo que en lugar de recaer siempre y direc-
(1 Sm 9. 5-13). Los ejemplos neotestamentarios más claros tamente sobre el culpable, pueden afectar a otras personas
los constituyen la posesión colectiva por el Espíritu Santo'el de su entorno cercano (parientes, amigos, clientes). Ésta es,
día de Pentecostés, descrita en el libro de los Hechos (2, 1- por ejemplo, la situación presupuesta por la pregunta que,
13)16, y las referencias de Pablo a los fenómenos carismáti- los discípulos hacen a Jesús en el relato j pánico de la sana^l
cos que parecen haberse manifestado de forma habitual en ción del ciego de nacimiento (Jn 9, 1-7): «Maestro, ¿quién
Jlas celebraciones comunitarias de varias iglesias ti Cor 12- pecó, él o sus padres, para que naciera ciego?». Así pues,
: 14; Gal 4, 6). Como era de esperar, las posesiónennos! ti vas ^una 1 posesión negatiyá*que afecta a una víctima inocente
;se atribuyen generalmente a espíritus centrajgs._s§^cli\ a puede en ciertos casos ser interpretada como castigo indi-
1
espíritus comprometidos con el bien del grupo. Cuando rectamente dirigido contra un allegado suyo que ha cometi-
un espíritu desconocido o previamente considerado perifé- do una transgresión.
rico se manifiesta mediante^posesiones beneficiosas''él gru- Al comienzo del capítulo he llamado la atención sobre el
£po termina casi siempre por adoptarlo e incluirlo en su pan- hecho de que la clase de alteraciones funcionales y conduc-
teón de espíritus centrales. tualeá'atribuibles a la posesión depende de cada ¿ukuraTEn
•—. Las posesione^snegativas rnás frecuentes son las que el estudio específico de las posesiones negativas resulta ade-
producen sufrimientos^ físicos o jsíquicos/en quienes las más imprescindible tener en cuenta otro dato que la antropo-
jgadecen, cf alteran de tal modo sus conductas''que éstos se logía médica hace ya tiempo ha enunciado con claridad, a sa-
vuelven incapaces de ejercer adecuadamente sus roles y ber, que Ifij^jerienda, identificación y comprensión del
fundones sociales^ Las posesiones negativas pueden ser propio malestar o sufrimiento taiahJsn^tán.cpndicionadas
atribuidas a .distintos orígenes espirituales*/Es posible atri- por factores culturales!8. No debería, por tanto, parecer ex-
íTbuirlas a espíritus periféricos "que actúan por maldad o por traño que la medicina científica haya sido hasta el momento
capricho poseyendo de forma indiscriminada a víctimas incapaz de reducir muchas de las alteraciones sufridas por
inocentes, pero también pueden tener su origen y razón de los posesos de culturas preindustriales a enfermedades des-
^ ser en la fimdárustribjr^a_deJos¡espíritus centrales'que critas en sus manuales19.
deciden castigar a los infractores de la moral grupal con es- Una estrategia que permite abordar el estudio del ma-
te tipo de posesiones. Cuando es éste el caso, los espíritus lestar y el sufrimiento en culturas distintas a la nuestra, en
centrales pueden actuar ellos mismos como espíritus posée-
17. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 148 y 157.
18. Cf. el estudio pionero de A. Kleinman, Patients and Healers in
lo. J. J. Pilch, Visions and Healing in íheActs oftheApostles. How the Context of Culture, Berkeley 1980.
the Earfy Believers Experienced God, Collegeville MN 2004, 25-32. 19. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 178-184.
50 Jesús y los espíritus Mundos culturales y posesión 51

las que la medicina científica no existe o no es la única for- duciendo dolencias que a su vez obstaculizan el buen fun-
ma reconocida de práctica médica, consiste en adoptar el cionamiento de la sociedad21. Estos argumentos muestran
j-concepto técnico de "«dolencia cultural»20, j s t a se definexQ- que un grupo humano es capaz de reconocer el efecto de la
! mo el malestar o el sufrimiento originado j n la adaptación Hgsintegración social en la dolencia quejjadgge eljndividuo
"deficiente ojnsatisfactoria del sujeto a su entorno sociocul- sjn dejar de afirmar que la razón última de la misma_£sja
? rural. La^dolencia cultural p\iede estar asociada a un dolor fí- intervención de los espíritus 22 ^ "r
sico y/o a una disfunción orgánica, pero también puede dar- Un ejemplo más cercano de la inextricable asociación
se de forma independiente. En nuestro contexto cultural, un entre cierto tipo de dolencias y la interpretación cultural de'
ejemplo del primer caso sería el sufrimiento físico produci- la situación vivida por el enfermo es la tristeza profunda
do por enfermedades asociadas a trabajos realizados en con- que muchas veces aqueja a miembros de órdenes cristianas
diciones no saludables o el sufrimiento psíquigfljde los mi- contemplativas cuando no consiguen mantener una relación
nusválidos que no pueden responder satisfactoriamente a las satisfactoria con Dios en la oración. Este tipo de tristeza es
exigencias y valores del entorno social. Un ejemplo del se- una enfermedad cultural del cristianismo que puede tener
gundo lo constituiría una depresiómio endógena provocada repercusiones negativas en la salud física del sujeto y en la
por un fracaso profesional o familiar. La depresión no endó- vida de su comunidad23. Para lograr la cura completa nfl
gena, es decir, aquella que no tiene un origen fisiológico, es basta con restablecer la_armonía_ccj5íQraly7Qjas relaciones
una dolencia propia de nuestra cultura que la psiquiatría re- fraternas. Es necesario, que el sujeto vuervaASentirse unido
laciona normalmente con tensiones'y problemas en las rela- a Dios o se convenza de que puede.permanecer unido a Él.
ciones sociales. únicamente por el amor y la fe, sin sentir ningún tipo de go-
La falta de mtegracióii adecuada de un individuo en su ce espiritual. En cualquier caso^el tratamiento sólo existe y
entorno socioculturalle h a f ^ v»lñ£12]?J££i;n_gÍn22ll'T"*r<l^R sólo es eficaz dentro del mundo sociocultural específico»
contingencias negativas y amenazas externas que no todas. donde nace v ssJdentifica laí^encia^De forma general
las culturas explican de la misma manera. Los grupos hu- podemos decir que los tratamientos para las dolencias cul-
N
manos que creen en la existencia de espíritus disponen de turales son también culturales. La dolencia y la cura deben^-
argumentos muy versátiles para dar razón de este hecho. expresarse en el mismoJeriguajeítPor eso podemos decir
Una de las explicaciones posibles consiste en que la desin; que la mayor parte de las dolencias atribuidas a posesiones
legración v sus manjfrstarinnpg psjcpsomáticas negativas negativas y tratadas exitosamente mediante exorcismos pa-
. son fruto de castigos infligidos por los espíritus centrales recen ser dolencias culturales. - ^ ^so\^O^z^¡ 0~<£
| sobre individuos culpables. Otra, que un individuo desinte-
21. M. I. Lewis, Ecstatic Religions, 159.
t grado de su entorno social y por tanto privado de la protec- 22. De forma general, la creencia en la acción de los espíritus no es
•- ción que el grupo le ofrece quedíf indefensp frente a las incompatible con el reconocimiento de mecanismos causales puramente
i agresiones de los espíritus malignosTOWa^que los espíritus materiales, ya que es posible pensar que muchos de esos mecanismos pue-
den ser desencadenados por los espíritus*La creencia en la acción de los
centrales castigan las disputas y el conflicto intragrupal pro- espíritus únicamente sería incompatible con una visión del mundo en la
que sólo existan causas materiales deterministas?*'^?
20. P. F. Craffert, The Life ofa Galilean Shaman, 23. Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo, capítulos 30, 31 y 32.
52 Jesús y los espíritus Mundos culturales y posesión 53

Como indiqué al comienzo de este agarrado, la distin- mo, ante la realidad espiritual con la que va a tratar y ante el
. ción entre posesiones positivas v negativas punca está total- grupo humano al que pretende servir con los futuros cono-
emente libre de ambigüedad. Hay espíritus^gerifénc^ ma- cimientos y poderes extraordinarios obtenidos de ese trato25.
lignos que se hacen pasar por espíritus protectores con el Este principio ha quedado plasmado en numerosos mitos.N
objetivo de perjudicar al grupo. Las manifestaciones exter- historias y relatos, como_n^r_gjgjnrjloJos.trabajos de Hércu- /
nas de la posesión pueden ser idénticas a las causadas por les, los largos años de búsqueda ascética de Sidharta Gauta- (
espíritus centrales; pero las consecuencias de creer en el en- ma (el futuro Buda) y los relatosjyriórjticos de las tentado-^
gaño suelen resultar nefastas. Un ejemplo bíblico de esta si- nes de Jesús. Entre los llamados por los espíritus a ejercer;
tuación lo encontramos en el relato de la muerte de Ajahy^ como terapeutas religiosos, dicho principio queda muchas
narrado en 1 Re 22,1-38. Los profetas de la corte pretenden veces expresado en cateeorizaciones sociales que corres-1
hablar en nombre del Dios de Israel, pero en realidad están ponden a lo que algunos antropólogos e historiadores de la
\ poseídos por un espíritu mentiroso. El rey, creyendo en sus religión han identificado como el prototipo transcultural del
vaticinios de victoria, ataca la ciudad enemiga de Ramot de s «médico herido»: la(figura|paradigmática del sanador que
Galaad, pero sólo encuentra la-derreta^y la muerte. adquiere la capacidad para ayudar a los demás a través o a
i Otra manifestación de la ambigüedad del fenómeno son costa de su propio sufrimiento 26 3^ paj0fl(ct truq c\e¡ 5*l<
¿ K
i las posesiones que en un primer momento parecen negati- En aquellas culturas en las quela posesión es una forma
v a s , pero terminan por convertirse en positivas. Los ejem- privilegiada de entrar en contacto^pff'elTrrirndo^spiritual^
" píos más claros y frecuentes los encontramos en las pose- los procesos ascéticos" de prueba se concretan confrecug
siones iniciáticas o vocacionales. Estas posesiones son un cia en dolencias y sufrimientos provocados por espíritus po-
caso particular de un tipo de experiencia religiosa que se seedores. ELsujetoiogra la victoria sobre este tipo de prue-
funda en un principio interpretativo •ampliamente extendido, ba cuando consigue establecer un trato controlado con el"
l+según^el cual la 'comunicación privilegiada con el mundo espíritu o los espíritus que le poseen. De este modo, deja de '
de los espíritus exige un periodo previo de sufrimiento y_de ser el objeto pasivo de una posesión .que le haga sufrir y le i
i prueba*1. En muchas sociedades, el acceso a rangos o fun- limitaba, para convertirse en^gñor>aliado o cliente de uno o^
ciones religiosas está precedido de un proceso ascético ins- varios espíritus^poderosos. Lo que inicialmente parecía una •
titucionalizado en el que algunos aspectos de la experiencia posesión negativa se revela finalmente como beneficiosa o'.
real de sufrimiento aparecen representados únicamente a ni- positiva27. El sufrimiento asociado a las experiencias inicia-'
vel ritual o simbólico. En las tradiciones religiosas menos
institucionalizadas y en la experiencia religiosa de sectores 25. R.N.Walsh, The Spirit ofShamanism, London 1990,34-41.
innovadores o marginales, éste proceso suele ser totalmen- 26. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 66-70; V Vasilov, Malika-Apa. Pe-
ripheral Forms ofShamanism? An Examplefrom MiddleAsia, en D. Aigle -
, te real,_El triunfo sobre el ¿ufrimierüo^Ja^tentaciones y las B. de la Perriére - J. P. Chaumeil (eds.), Lapolitique des esprits, 361-370.
apruebas sirve para acreditar la vaJía_deL.suieto¿ante sí mis- 27. Algunas asociaciones cultuales distinguen claramente entre pose-
siones iniciáticas perturbadoras y posesiones controladas. Cf. B. Hell, «Tra-
24. M. Selim, Génies, communisme et marché dans le Laos Coníem- vailler» avec ses génies. De la possession sauvage á la possession maítrisée
porain, en D. Aigle - B. B. de la Perriére - J.-P. Chaumeil (eds.), Lapoli- chez les Gnawa du Maroc, en D. Aigle - B. B. de la Perriére - J.-P. Chaumeil,
tique des esprits, 105-124, 117s. La politique des esprits, 411 -433.
54 Jesús y los espíritus Mundos culturales y posesión 55

ticas se ve reforzado en muchos casos por e\ temar flue sien- ser objeto de múltiples atenciones. Aunque el efecto de estos
te el sujeto a tratar con la realidad trascendente y la_resisten*S exorcismos no suele ser definitivo, todo indica que, en con-
cía que ofrece a convertirse.. enjnterlogutpx o mensajero de textos patriarcales inmovilistas, la precariedad de la sanación
los espíritus. Un caso de este tipo de experiencia agónicaf y la consiguiente necesidad de repetir periódicamente el tra-
descrito en primera persona, es el de la vocación profética tamiento resulta ventajosa para la mujer, ya que supone un
¡ de Jeremía^JrJ5, 10-21; 17, 14-18; 20, 7-9). alivio puntual de las tensiones, humillaciones y manipula-
; Jt El carácté/ ambiguojde las posesiones se encuentrajgjri; ciones a las que habitualmente la somete el dominio mascu-
bien relacionado con los^intereses divergentes^de los dife- lino. Los varones no dudan en calificar estas posesiones co-
rentes individuos o colectivos sociales que juzgan cada caso mo «negativas», pues obstaculizan el buen funcionamiento
concreto. Así, hay posesiones que el entorno social conside- de sus casas y les obligan a pagar los gastos de los ritos exor-
ra negativas, pero que el propio poseso no parece deplorar. cistas. Las mujeres, sin embargo, viven esta clase de afec-
Algunos de estos casos responden a situaciones parecidas a ciones con un estado de ánimo mucho más positivo.
la del niño que se alegra de estar enfermo para no tener que Un caso todavía más ambiguo, que incide de forma pre-
ir al colegio, o a la del empleado que prefiere tener motivos ferente en colectivos subordinados o marginales, es el de
para pedir una baja por depresión en vez de sufrir acoso la- posesiones que, a pesar de ser claramente negativas, ofre-
boral en la oficina. Para el entorno social, la gripe del niño y cen al poseso la posibilidad de huir o evadirse de una reali-
la depresión del empleado son estados negativos que inter- dad cotidiana insoportable. El fenómeno de las peregrina-
fieren respectivamente con el buen funcionamiento del sis- ciones de posesos a las tumbas de San Vito y San Juan en la
tema educativo y con la productividad laboral. Para los afec- Edad Media constituye un ejemplo muy ilustrativo de este
tados, sin embargo, representan un alivio o una liberación. fenómeno. Los peregrinos poseídos eran generalmente cam-
Un ejemplo muy extendido en contextos patriarcales es el de pesinos procedentes de zonas azotadas por pestes o hambru-
las posesiones que afectan de forma selectiva al colectivo nas que atravesaban Europa en grandes grupos, saltando de
de las mujeres28. Este tipo de posesiones, especialmente fre- forma compulsiva y saqueando los campos y almacenes que
cuentes entre las jóvenes casadas, produce dolencias que in- encontraban a su paso. La mayoría perecían por el camino,
capacitan total o parcialmente a sus víctimas para realizar las pero seguramente, en su fuero interno, preferían morir ex-
tareas del hogar. Los espíritus poseedores de mujeres suelen tenuados o por linchamiento antes que contemplar impo-
pertenecer a tipos bien determinados que se caracterizan por tentes cómo el hambre y la enfermedad acababan poco a po-
su carácter caprichoso y derrochador. Lo único que consigue co con sus familias29.
alejarles temporalmente es la celebración de ciertos ritos Finalmente, existen casos en los que sectores subordi-
exorcistas, de carácter marcadamente festivo, en los que las nados o marginales de la sociedad adoptan como patrones a
posesas tienen la ocasión de bailar, comer en abundancia y espíritus que las élites gobernantes e incluso la propia tra-
dición religiosa oficial consideran periféricos. Un ejemplo
28. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 70-93. Para un estudio detallado
de las posesiones de mujeres, cf. C. Bernabé, María Magdalena y los siete exhaustivamente estudiado por los antropólogos es el de los
demonios, 27-32. Una gran cantidad de los casos tratados en L. K. Surya-
ni-G. D. Jensen, Trance and Possession in Bali, pertenecen a esta categoría. 29. G. Rosen, Dance Frenzies, 219-250.
56 Jesús y los espíritus

cultos de posesión del norte de África. Estos cultos suponen 3


una recreación de cultos africanos preislámicos que utilizan
ACCEDER, CONOCER
la posesión por espíritus periféricos del islam como forma
de acceder a experiencias extáticas y como procedimiento Y TRATAR EL MUNDO ESPIRITUAL
de diagnóstico y sanación de ciertas enfermedades30. En
cierto modo se puede decir que los colectivos subordinados
y marginales encuentran un apoyo más efectivo en estos se-
res espirituales denostados, o al menos relegados, por el is-
lam ortodoxo que en el Dios uno, todopoderoso y compasi-
vo de las élites árabes gobernantes.
De forma general podemos afirmar que las divergencias
En el capítulo anterior hemos estudiado los rasgos gene-
en la valoración de las posesiones suelen estar vinculadas a
rales que comparten los espíritus para aquellos grupos huma-
diferencias, oposiciones y conflictos de carácter social. Acer-
nos que creen en su existencia. Ahora examinaremos los es-
ca de las bases sociopolíticas de este tipo de ambigüedades
hablaremos con más detenimiento en el capítulo 4. fuerzos emprendidos en el seno de estos grupos por conocer
a los espíritus y establecer con ellos relaciones controladas.

1. Estados alternativos de conciencia

En contra de lo que suele suponer la concepción científi-


ca del mundo, el conocimiento de los espíritus en las culturas
tradicionales no es mera fantasía o superstición. La experien-
cia humana, incluida la científica, es siempre una experiencia
culturalmente interpretada. Distintas perspectivas de inter-
pretación cultural dan lugar a diferentes concepciones de «la
realidad». La antropología cultural muestra que muchas con-
cepciones de la realidad culturalmente interpretadas integran
de forma consistente a seres espirituales1.
Estudios neurológicos, psicológicos y antropológicos re-
cientes indican que todos los seres humanos somos capaces

1. Esta perpectiva antropológica es compartida hoy por notables re-


presentantes de la exégesis histórico-crítica, como P. J. Achtemeier, Mím-
30. Para un estudio exhaustivo de este tipo de cultos, cf. B. Hell, Pos- eles and the Histórica! Jesús. A study ofMark 9: 14-29, en Id., Jesús and
session et chamanisme. Les maitres du désordre, París 1999. the Miracle Tradition, Eugene OR 2008, 115-140, espec. 137.
58 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 59

de acceder a estados de conciencia distintos del de la vida vamente de una cultura a otra, todo indica que las experien-
despierta, de orientación básicamente práctica, que confi- cias de manipulación y control de objetos y procesos ma-
gura la mayor parte de las experiencias cotidianas. Algunos croscópicos priorizadas por la visión occidental moderna de
de estos estados son accesibles de forma espontánea, como la realidad pertenecen a la vida despierta cotidiana de todas
ocurre, por ejemplo, con las experiencias de los sueños; el las culturas. En este sentido, podemos suponer que existe un
acceso a otros requiere, sin embargo, un entrenamiento cul- «núcleo de realidad cotidiana» común a la totalidad de gru-
tural adecuado o el uso de técnicas específicas: consumo de pos humanos, a la que llamaremos «realidad cotidiana con-
drogas, danzas extenuantes, ayuno, aislamiento prolongado, sensuada»4.
ejercicios respiratorios, etc2. La mayoría de los grupos humanos preindustriales tienen
A diferencia de otras, nuestra moderna cultura occidental una perspectiva de la realidad mucho más amplia que la
ha construido su noción de «realidad» concediendo una prio- nuestra, pues incluyen normalmente en ella entidades, ámbi-
ridad absoluta y exclusiva a las experiencias de la vida coti- tos y niveles del ser construidos a partir de experiencias en
diana. La noción occidental moderna de la realidad da pri- EAC5. Estas experiencias pueden ser identificadas de diver-
macía ontológica a la dimensión manipulable de los seres y sas maneras, dependiendo en gran medida de las culturas
a los aspectos controlables y repetibles de los procesos. Pa- (apariciones, viajes celestes, posesiones espirituales, uniones
ra nosotros, lo «real por excelencia» son los productos de la místicas, etc.), pero en todos los casos son conceptualizadas
técnica, las materias con las que se fabrican estos productos y vividas como experiencias reales, es decir, como contactos
y los procesos cuyas condiciones de desarrollo podemos de- con realidades superiores o como inmersiones en ámbitos no
terminar: la casa, la arcilla con la que se hacen los ladrillos, cotidianos de la realidad. Así, por ejemplo, para muchos gru-
el árbol del que se talla la viga, el agua cuyo fluir controla la pos humanos el sueño constituye una forma privilegiada de
presa, el aire que hace girar el molino. Lo «real» es lo cientí- entrar en contacto con los dioses, los espíritus o los ante-
ficamente objetivo, es decir, lo que, al menos teóricamente, pasados. Plutarco, un aristócrata griego del siglo I de nues-
se podría corroborar mediante experimentos públicos, repro- tra era, afirma que «los sueños son nuestro más venerable
ducibles ad infinitum en condiciones controladas. Aquello oráculo» (Septem Sapientium Convivium 15 [159a]). Tanto
que sólo ha experimentado un sujeto en una situación no re- para Plutarco como para la mayoría de sus contemporáneos
petible resulta por principio sospechoso de «irrealidad». griegos, judíos y romanos, los seres que se comunican a tra-
Siguiendo la pauta de investigaciones antropológicas y vés de los sueños y muchos de los contenidos soñados for-
psicológicas pioneras en el tema, llamaremos «estados al- man parte de una realidad distinta a la de la vida cotidiana,
ternativos de conciencia» (EAC) a todos aquellos estados pero no por ello menos significativa e importante. Una reali-
de conciencia diferentes al de la experiencia manipulado- dad que, precisamente por ser considerada relevante, puede
ra de la vida despierta cotidiana3. Aunque el rango de expe-
riencias que constituyen esta vida puede variar significati- 4. La cultura científico-técnica occidental complementa la realidad
cotidiana consensuada tanto con la de los objetos de las teorías científicas
2. F. D. Goodman, Ecstasy, Ritual and Altérnate Reality, 35-47. (partículas elementales, campos etc.) como con las experiencias de reali-
3. J. J. Pilch, Altered States ofConsciousness: A «Kitbashed» Model: dad virtual proporcionadas por la técnica.
BiblicalTheology Bulletin 26 (1996) 133-138. 5. P. F. Craffert, The Life ofa Galilean Shaman, 174-180.
60 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 61

incidir de forma pública y drástica sobre la vida corriente de hacer con ellas y quedamos desorientados. En ese proceso
todos los días6. Quien emprende un viaje largo y arriesgado interpretativo casi inmediato que por lo general configura
a causa de lo que le ha sido comunicado en una visión noc- nuestra percepción sensible están inevitablemente implicados
turna, como Pablo en el libro de los Hechos (16, 8-9), hace los criterios culturales que determinan nuestra forma de con-
que el sueño afecte a su vida y a la de todos cuantos se cru- cebir la realidad. Lo que percibimos se halla en parte condi-
zan en su camino o comparten su destino. La razón funda- cionado por lo que nuestra visión del mundo considera posi-
mental por la que los sueños apenas inciden en la vida del ble para cada tipo de experiencia o de situación.
hombre moderno es porque generalmente no nos los toma- En las culturas precientíficas que estamos estudiando,
mos en serio. En consecuencia, cuando identificamos una las experiencias en EAC aparecen también configuradas co-
determinada experiencia como «sueño», la calificamos de mo vivencias significativas: encuentros con seres divinos,
«irreal» y perdemos todo interés por integrarla en nuestro conversaciones con antepasados, vuelos o viajes extraordi-
mundo significativo. narios a través de distintos niveles del cosmos, metamorfo-
Como ya he indicado, además del sueño existen otros sis del propio cuerpo, visiones del pasado o del futuro, etc.
muchos estados alternativos de conciencia capaces de pro- Los sujetos de estas culturas se toman en serio los conteni-
porcionar al ser humano experiencias de una cualidad muy dos de las experiencias en EAC porque pueden integrarlos
distinta a las de la vida cotidiana. En algunas de estas ex- de forma coherente en una visión del mundo que les otorga
periencias la percepción del propio cuerpo o de su entorno sentido7. No los confunden con la realidad de la vida coti-
cambia de forma drástica. El sujeto puede experimentarse a diana, pero esto no les lleva a considerarlos irreales. Su vi-
sí mismo sin peso, volando, o con un vigor físico inusitado; sión del mundo integra sin dificultad diversos niveles o ám-
puede sentir que su cuerpo se disgrega, se disuelve o queda bitos de realidad a los que el ser humano es capaz de acceder
atrás, separado de su conciencia. Las imágenes percibidas a través de dichas experiencias.
por sus sentidos pueden deformarse, desaparecer arbitraria- Investigaciones neurológicas recientes han conseguido
mente o adquirir texturas, tamaños y perspectivas extrañas. identificar diferentes estados fisiológicos que parecen co-
Es importante tener en cuenta en este punto que la per- rresponder a las condiciones materiales de posibilidad de los
cepción humana no es un proceso pasivo, desencadenado de distintos tipos de EAC8. No obstante, lo experimentado en
forma automática por la recepción de estímulos procedentes esos EAC no puede ser completamente explicado sólo a par-
del exterior. Desde el momento mismo en que el sujeto se ha- tir de tales condiciones, pues, como he señalado más arriba,
ce consciente de su percepción, ya la encuentra interpretada. la experiencia humana está intrínsecamente modelada por la
Nuestra conciencia no detecta datos sensibles elementales, interpretación. La interpretación mediante la cual el sujeto
sino formas reconocibles y significativas. No vemos man-
chas de colores, sino rostros, piedras, animales, árboles, ca- 7. J. J. Pilch, Ezekiel -AnAltered State of Consciousness Experience.
Ezekiel 1-3, en P. Esler (ed.), Ancient Israel. The Oíd Testament and Its So-
sas... Cuando por alguna circunstancia extraordinaria sólo cial Context, Mínneapolis 2005, 216 y 222.
vemos manchas de colores, nuestra conciencia no sabe qué 8. Para una exposición exhaustiva de los efectos fisiológicos y psico-
lógicos de las experiencias en EAC, cf. M. Winkelman, Shamanism: The
6. R.N.Walsh, The Spirit ofShamanism, 151. Neural Ecology of Consciousness and Healing, Westport-London 2000.
62 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 63

configura su experiencia depende del conocimiento práctico con seres espirituales (Gn 18; 32, 25-32; Dn 10), visiones
que tiene sobre el funcionamiento de su propio cuerpo, de (Is 6; Jer 1, 4-19; Dn 2, 19; 4, 1-15; 7-8), sueños (Gn 28,
los criterios culturales a través de los que ve el mundo en 10-16), viajes celestes (7 Enoc; Test. Leví 1-5), etc.10 Hasta
torno a sí, de su trayectoria vital y de sus expectativas perso- hace pocos años, la mayoría de los exegetas críticos limita-
nales. Por esto podemos decir que, aunque todos los seres ban su aproximación a estos textos a la perspectiva teológi-
humanos somos capaces de acceder a las condiciones fisio- co-literaria, presuponiendo de forma implícita o explícita
lógicas que posibilitan los EAC, no todos tenemos la misma que lo descrito en ellos no pretendía reflejar ningún tipo de
facilidad para extraer de ellos experiencias significativas. experiencia humana real, sino que tenía un carácter exclu-
Tanto la capacidad de vivir los EAC de forma significativa
sivamente metafórico o simbólico". Sin embargo, la inves-
como el sentido que damos a sus contenidos dependen en
tigación psicológica y antropológica actual sobre los EAC y
gran medida de la cultura en la que hemos sido socializados.
sus diversas interpretaciones culturales ha permitido a los
Así, por ejemplo, las vivencias psicodélicas de un joven oc-
exegetas interesados en estas ciencias plantear y defender la
cidental que por curiosidad experimenta con las drogas pue-
posibilidad de que algunas descripciones de este tipo remi-
den ser totalmente distintas a las de un chamán indio o afri-
cano que usa esas mismas sustancias en contextos rituales o tan a experiencias reales en EAC o a experiencias tipifica-
religiosos. El sentimiento predominante en el primer caso es das como posibles en la cultura de sus autores12.
la desorientación: el joven no tiene criterios para interpretar Esta interpretación culturalmente realista de los textos
lo que experimenta. En el segundo caso, el sujeto puede vi- no se opone ni pretende suplantar los análisis literarios e
vir emociones muy fuertes y comportarse de forma extraor- histórico-críticos que vienen haciendo los exegetas desde
dinaria, pero tanto sus vivencias como sus reacciones son hace más de medio siglo. Admite sin ningún problema que
para él mismo comprensibles, pues corresponden a aque- muchos textos antiguos, y en concreto la mayoría de los
llas que su cultura considera normales en los encuentros con textos bíblicos, son el resultado de procesos interesados de
realidades extraordinarias o numinosas, distintas a la reali- edición que han reunido, ordenado, elaborado y redactado
dad de la vida cotidiana9. tradiciones previamente existentes. En estos procesos, al-
La tradición cultural en la que surge el movimiento de gunas tradiciones antiguas podrían haber sido puestas al
Jesús y nace el cristianismo parece haber participado ple- servicio de un sentido simbólico o metafórico totalmente
namente de esta perspectiva amplia sobre la realidad que ajeno a su significado realista original. Por ejemplo, el he-
incluye experiencias accesibles a través de EAC. La Biblia lo. El lector puede ampliar la lista de ejemplos consultando P. F.
hebrea, la literatura judía de la época del segundo Templo, Craffert, The Life ofa Galilean Shaman, 185-186, 203-209.
el Nuevo Testamento y la literatura helenístico-romana con- 11. Esta es, por ejemplo, la perspectiva del Society of Biblical Litera-
tienen numerosos pasajes y elementos que pueden ser leí- ture Genres Project, cuyos resultados se publicaron en Semeia 14 (1979).
12. R. E. DeMaris, Possession Good and Bad; J. N. Lightstone, The
dos como referencias a ese tipo de experiencias: encuentros Commerce ofthe Sacred. Mediation ofthe Divine amongJews in the Grae-
co-Roman World, New York 2006, 12-40; J. J. Pilch, The Tmnsfiguration of
9. R. E. DeMaris, Possession Good and Bad - Ritual, Effects and Side- Jesús: An Experience of Altérnate Reality, en P. F. Esler (ed.), Modelling
Effects: The Baptism of Jesús and Mark 1.9-11 from a Cross-Cultural Pers- Early Christianity. Social-Scientific Studies of the New Testament in its
pective: Journal for the Study of the New Testament 80 (2000) 3-30, esp. 16. Context, London 1995,47-64.
64 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 65

cho de que el relato de Jesús caminando sobre las aguas cendente. Algunos de los espíritus más simples, como los
(Me 6, 45-52; Mt 14, 22-33; Jn 6, 16-21) pueda referirse a que animan plantas, ríos y animales o, en algunos casos, las
una experiencia en EAC de sus discípulos13 no contradice la almas de los difuntos, pueden encontrarse incluidos en la
posibilidad de que la tradición cristiana posterior lo utiliza- realidad cotidiana, a modo de fuerzas naturales individuali-
ra para hablar simbólicamente de la relación postpascual de zadas con vida propia. Sin embargo, casi todos los seres es-
Jesús resucitado con su iglesia14. pirituales de carácter personal y todos los espíritus centrales
trascienden claramente esa realidad. Muchas de estas visio-
nes del mundo distinguen varios niveles de realidad trascen-
2. La experiencia de lo trascendente en estados alternati- dente, normalmente contiguos, que cubren la distancia on-
vos de conciencia tológica entre el mundo terreno de la vida cotidiana y el más
alto grado de trascendencia. Espíritus de distintas categorías
Aquellos ámbitos de realidad que una cultura reconoce se mueven entre unos niveles y otros haciendo posible la co-
pero al mismo tiempo distingue de la realidad de la vida nexión de todo cuanto existe. Éste es claramente el caso de
despierta cotidiana constituyen su «realidad trascendente». las cosmologías presupuestas en muchos textos judíos o
Lo trascendente es aquello que no se puede aprehender ni cristianos escritos en las épocas helenística y romana.
manipular con los conocimientos y prácticas mediante los El más alto grado de trascendencia es concebido de dife-
que el sujeto se inserta en lo cotidiano. En todo este estudio rentes modos según las culturas. Los pueblos antiguos del
denominaré «tradición religiosa» a la elaboración cultural entorno mediterráneo y del Próximo Oriente lo suelen con-
de lo trascendente; el término «religión» quedará reservado cebir como la élite de una sociedad jerarquizada de seres es-
para designar una tradición religiosa sistemáticamente con- pirituales o dioses, que puede estar formada por uno solo,
figurada. La intuición, reconocimiento o experiencia de lo una pareja de consortes, una pareja de rivales o un pequeño
trascendente puede realizarse al margen de cualquier tipo grupo mejor o peor avenido. Estos dioses se distinguen del
de experiencia en EAC. Éste es, por ejemplo, el caso de la resto de la realidad por ser inmortales, poseer capacidades
contemplación intelectual de las ideas, practicada en la tra- extraordinarias en grado sumo y gozar de los niveles más
dición platónica. No obstante, son muchas las culturas que elevados de poder. Algunos pueblos les asignan un lugar pro-
utilizan EAC como medios privilegiados para salir de la rea- pio (el firmamento, la bóveda estrellada, el Cielo, el Olim-
lidad de la vida cotidiana. po...) desde el que observan todo el universo y del que oca-
sionalmente salen, bajo forma de espíritus, para intervenir en
Las visiones del mundo que incluyen seres espirituales
niveles inferiores de realidad (Sal 34, 13; 50, 1-4). Otros los
suelen situar a la mayoría de ellos en el ámbito de lo tras-
conciben como seres de naturaleza espiritual, no adscritos a
un lugar definido, pero capaces de hacerse presentes en todo
13. B. J. Malina, Assessing the Historicity of Jesús' Walking on the
Sea. Insightsfrom Cross-Cultural Social Psychology, en B. Chilton-C. A. momento en cualquier punto del universo.
Evans (eds.), Authenticating the Activities of Jesús, Leiden-Boston-Kóln Aquellos grupos humanos que regularmente utilizan
1999,351-371.
14. P. J. Achtemeier, The Origin and Function of Pre-Markan Cate- EAC para acceder a la realidad trascendente suelen conce-
nae, en Id., Jesús and the Miracle Tradition, 87-116. birla de forma menos sistemática y más versátil o fluida
66 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 67

que los grupos no inclinados a estas prácticas. Aunque la o canónica de las mismas. A diferencia de lo que ocurre en
tradición cultural siempre condiciona los rasgos generales otros ámbitos más rígidos de la vida religiosa como los de la
que configuran los contenidos de estos estados, la convic- ley o el culto, en el del contacto con lo divino a través de
ción socialmente compartida de que permiten un contacto EAC el conocimiento tradicional no obstaculiza la integra-
inmediato con lo trascendente, es decir, con aquello que es- ción de nuevas experiencias, sino que, por el contrario, ofre-
capa al conocimiento de la realidad cotidiana, los convier- ce puntos de apoyo maleables para la interpretación creati-
te en fuentes socialmente aceptables de información nove- va de las mismas.
dosa. El sujeto que los experimenta goza de un prestigio Según los datos históricos y antropológicos disponibles,
social y una libertad interpretativa considerables15. En estos las sociedades que valoran la búsqueda del contacto con lo
casos, la interacción dinámica entre la tradición religiosa y trascendente a través de EAC tienen generalmente tradicio-
la experiencia de las personas que acceden a la realidad nes religiosas poco institucionalizadas o que pasan por cri-
trascendente a través de un EAC puede tener efectos socio- sis profundas de legitimación. Las religiones estables y muy
políticos importantes. institucionalizadas, por el contrario, desconfían profunda-
Ejemplos de este fenómeno especialmente interesantes mente de estos tipos de contacto y prefieren formas más es-
para nuestro estudio los encontramos entre los movimientos tables de legitimación, como cánones de escritos sagrados,
religiosos fundados por líderes carismáticos. Estos líderes autoridad religiosa hereditaria, etc.17
suelen fundamentar su autoridad en experiencias de contac- Las consecuencias de las experiencias en EAC también
to con lo trascendente cuya configuración general está de son visibles en el plano individual. Las condiciones neuro-
acuerdo con las pautas que la tradición religiosa atribuye a lógicas y fisiológicas que posibilitan estos estados inducen
este tipo de contactos y que apela a un fondo de ideas o imá- de forma automática otros muchos efectos corporales, al-
genes tradicionales. Sin embargo, esa misma autoridad reli- gunos de los cuales pueden incidir de forma significativa en
giosamente legitimada puede hacer que propuestas y ense- la salud del sujeto. Sin embargo, los efectos de las experien-
ñanzas innovadoras resulten aceptables, pues supuestamente cias en EAC sobre la persona desbordan el plano de lo es-
serían los propios seres trascendentes quienes inspirarían o trictamente fisiológico: sus contenidos, interpretados como
exigirían los cambios. No debe, por tanto, extrañarnos que realidad trascendente, pueden promover cambios cognitivos
los testimonios antiguos sobre las revelaciones dadas a co- y emocionales muy notables, capaces a su vez de transfor-
nocer por este tipo de personajes demuestren simultánea- mar la perspectiva desde la que el sujeto interpreta la reali-
mente un anclaje en el conocimiento tradicional de lo tras- dad de su vida cotidiana y, consecuentemente, las conductas
cendente y una gran flexibilidad a la hora de interpretarlo y a través de las cuales interactúa con ella.
aplicarlo16. Quienes se adentran en la experiencia de contac- En el contexto de la experiencia fluida que caracteriza a
to con lo trascendente no se sienten atados ni por la literali- los EAC, la dinámica asociativa típica del simbolismo18 jue-
dad de las escrituras sagradas ni por la interpretación oficial ga un importante papel interpretativo y cognitivo: imágenes
17. I. M. Lewis, EcstaticReligions, 13ls, 175.
15. R. N. Walsh, The Spirit ofShamanism, 41. 18. Utilizo la noción cognitiva de «simbolismo» defendida por D.
16. P. F. Craffert, The Life ofa Galilean Shaman, 149s. Sperber, El simbolismo en general, Barcelona 1988.
68 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 69

enraizadas en la tradición cultural y en la historia personal o El complejo entramado de relaciones cognitivas, emociona-
grupal del sujeto actúan como catalizadores de otras imáge- les y valorativas mediante las cuales el sujeto se inserta en
nes y emociones en un proceso no sometido a las exigencias el grupo y se vincula con sus diferentes miembros podría,
de verificación y compatibilidad propias del conocimien- por tanto, ser modificado, posibilitando nuevas formas de
to de la realidad cotidiana. Esta asociación libre enriquece readaptación mutua. De este modo, la irrupción de lo tras-
los contenidos de la experiencia y abre en la conciencia del cendente a través de los EAC experimentados por uno o va-
sujeto un mundo no controlado ni sistematizado de posibili- rios miembros del grupo es capaz de provocar una transfor-
dades que le permiten adentrarse por paisajes novedosos de mación de las relaciones intergrupales, con consecuencias
la realidad trascendente. En condiciones normales, la diná- importantes para la vida social y la salud de sus miembros;
mica del simbolismo permite imaginar posibilidades inédi- puede resolver muchos de los conflictos de adaptación que
tas, mientras que un EAC permite vivirlas. están en el origen de las dolencias culturales, aunque tam-
La libertad de experimentar sin las constricciones cog- bién puede redefinirlos o incluso reforzarlos. Hablaremos
nitivas y prácticas que rigen en el ámbito de la vida cotidia- de «resolución» cuando se produce una readaptación satis-
na puede desorientar y aterrorizar al sujeto, pero también factoria para todas las partes, lo que equivaldría a la sanación
puede otorgarle capacidades insospechadas para solucionar de los afectados por el conflicto. Cuando la rigidez del gru-
problemas emocionales, desbloquear cursos de acción posi- po o el deterioro del paciente bloquean la resolución del con-
bles y resolver conflictos externos o internos. Volar sobre la flicto, la experiencia de lo trascendente en EAC puede con-
faz de la tierra, ser arrastrado a través de las esferas celes- tribuir al menos a su relajación redefiniendo las relaciones
tes, contemplar la majestad divina, escuchar el consejo de entre las partes. Encontramos ejemplos de esta solución en
los antepasados o de espíritus protectores, experimentar la algunas experiencias vocacionales a formas de vida religio-
destrucción y regeneración del propio cuerpo, recibir el sa que exigen el alejamiento del sujeto de su entorno hu-
perdón divino, ser metamorfoseado, purificado, confortado mano anterior, y en cierto tipo de conversiones a la moral
por seres celestes... son algunas de las posibilidades más religiosa grupal20. Estas últimas habitualmente se producen
frecuentemente repetidas en los archivos históricos y en los de acuerdo con un proceso más o menos institucionalizado
registros etnográficos, muchas de ellas con ejemplos claros en el cual el sujeto convertido confiesa sus culpas y el gru-
en la tradición religiosa de Israel (Is 6; Ez 1; 3, 12-15; 40, po lo acoge21. En casos extremos, la experiencia grupal de
1-2; Dn 7; 1 Enoc 14; 2 Cor 12, 1-6). lo trascendente puede servir para legitimar la eliminación o
Si la experiencia del EAC tiene lugar en el contexto de un expulsión de un miembro desadaptado. En este tipo de ex-
grupo humano que la valora y la entiende como contacto con periencias, el grupo o un representante acreditado del mis-
lo trascendente, todos estos efectos estarán desde el primer mo apelan a la función retributiva de las entidades trascen-
momento potenciados y modulados por la respuesta grupal19. dentes centrales con el fin de reforzar la identificación y
marginación definitiva de individuos supuestamente gene-
19. J. J. Pilch, Visions and Healing, 170-180; S. M. Greenfield, Trance
States andAccessing Implicit Memories: A Psychosocial Genomic Approach
to Reconstituting Social Memory During Religious Rituals: Current Socio- 20. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 130s.
logy 53.2 (2005) 275-291. 21. Ibid., 162-167.
70 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 71

radores de conflicto. Véase, por ejemplo, la narración bíbli- mas de las posesiones negativas. Pero existe otro tipo de
ca del castigo de Coré y sus partidarios en Nm 16. personas que han aprendido a desempeñar un papel activo
La importancia que tiene el entorno humano en los efec- en sus contactos con lo trascendente: saben cómo propi-
tos individuales y grupales producidos por las experiencias ciarlos, cómo tratar con todos o con algunos de los seres es-
de lo trascendente en EAC puede ayudar a entender la razón pirituales que lo pueblan y cómo reincorporarse después al
por la que muchos sanadores religiosos y exorcistas, como mundo de la vida cotidiana. A éstas últimas personas las de-
por ejemplo Jesús, manifiestan un vivo interés por determi- nominaremos genéricamente «expertos en espíritus», pues
nar o preparar el entorno humano donde, en cada caso con- su capacidad para relacionarse con estos seres de forma
creto, se disponen a ejercer sus poderes terapéuticos extraor- controlada es el rasgo que mejor describe lo común a todas
dinarios. La razón por la que unas veces actúen en público ellas en la totalidad de las culturas donde se reconoce su
(Me 1, 21-28), otras en contextos familiares (Me 5, 35-43), existencia22. Puesto que el acceso al mundo espiritual se rea-
otras en el seno de un grupo de adeptos o simpatizantes (Le liza a través de EAC, podemos decir que los expertos en es-
10, 5-9) y otras, finalmente, a solas con el paciente (Me 7, píritus son personas capaces de entrar voluntariamente en
31-37; 8, 22-26), tiene probablemente mucho que ver con la estos estados y, una vez en ellos, mantener el control sobre
actitud que detectan en las personas del entorno. su propia actividad. Cuanto mayor sea ese control y el ámbi-
to del mundo espiritual donde se ejerce, mayor será también
la excelencia del experto.
3. Expertos en espíritus Aunque la forma de vida del grupo orienta en gran me-
dida el uso que los expertos en espíritus dan a sus poderes,
Aunque todas las culturas que aceptan la existencia de todos los estudiosos constatan la gran fluidez y capacidad
espíritus afirman la posibilidad de contactos entre los se- de innovación que caracteriza a este tipo de prácticas. Entre
res humanos y los seres espirituales, la mayoría de ellas los ellas destacan por su frecuencia la adivinación, la profecía,
considera acontecimientos extraordinarios. Con el térmi- el diagnóstico de dolencias, la sanación y la praxis exorcis-
no «extraordinario» no me refiero aquí a algo imposible o ta. La manera concreta como se realizan también varía con
inexplicable, sino a lo «no ordinario»: es lo que escapa del la visión del mundo dentro de la cual actúa el experto. Así,
ámbito práctico y cognitivo de la vida cotidiana, es decir, lo los pueblos cazadores siberianos privilegian la experiencia
que revela la presencia o la irrupción de la realidad trascen- del viaje celeste que permite recuperar las almas de clientes
dente en la existencia humana. Dichas culturas poseen vi- enfermos, acompañar las de los muertos, propiciar la abun-
siones del mundo que permiten dar razón de los contactos dancia de caza, establecer alianzas con espíritus poderosos
entre lo humano y lo trascendente, pero también de su ex- y adquirir de ellos el conocimiento necesario para diagnos-
cepcionalidad. Esta excepcionalidad puede referirse tanto ticar y sanar dolencias, etc. Los indios de Norteamérica son
al propio acontecimiento de los contactos como al tipo de
personas que los experimentan. 22. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 51; R. N. Walsh, The Spirit of
Shamanism, 9. Lewis y otros antropólogos han dado al término «chamán»
Hay personas que sufren pasivamente la irrupción de lo una acepción técnica para referirse con él al tipo religioso transcultural que
trascendente en sus vidas; entre ellas están todas las vícti- aquí denomino «experto en espíritus».
72 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 73

más proclives a indagar la voluntad de los espíritus a través realidad trascendente y dominar sobre todas o algunas de las
de sueños y visiones. En las sociedades horticultoras y agra- entidades espirituales a él sometidas. Esta capacidad es el
rias lo que más se propicia, aparte de los sueños y visiones, fundamento de la práctica exorcista. Sin embargo, es preciso
son las posesiones positivas por espíritus aliados o protecto- tener en cuenta que, a pesar de ese control, las experiencias
res, que pueden afectar al propio experto o bien a un o una de muchos expertos en espíritus en la realidad trascendente
ayudante que actúa como médium. Estas posesiones sirven nunca dejan de ser vivencias dramáticas, abiertas a nuevos
de cauce para que el espíritu exprese su voluntad, propor- conocimientos y a inesperadas confrontaciones con seres es-
cione información valiosa y realice distintos tipos de accio- pirituales desconocidos.
nes extraordinarias23. Generalmente, el experto en espíritus tiene una posición
La identidad sociocultural de este tipo de experto es ge- social inestable. Con los poderes extraordinarios que recibe
neralmente el resultado de un proceso de vocación promovi- de su espíritu o espíritus aliados, es capaz de ayudar a otras
do desde el propio mundo espiritual. Tal proceso se inicia personas, pero también de perjudicarlas24. Las ventajas que
por voluntad de un espíritu que desea asociarse con una per- su conocimiento del mundo trascendente le otorga sobre sus
sona particular, a la que intentará atraer hacia sí utilizando paisanos pueden proporcionarle autoridad y prestigio, pero
distintas estrategias. Una de las más frecuentes y universales también convertirlo en objeto de recelos y sospechas. Ade-
es la posesión iniciática o vocacional, a la que me he referi- más del temor que suscitan estos poderes y conocimientos, el
do en el capítulo anterior. El espíritu posee y/o acosa a la uso frecuente que hace de los EAC, con los comportamien-
persona hasta que ésta se da cuenta de que está siendo obje- tos, actitudes y gestos extraños que este tipo de experiencias
to de una llamada trascendente. Con la ayuda de su bagaje conlleva, le puede hacer aparecer ante sus conciudadanos co-
cultural, y habítualmente también de algún maestro religio- mo un ser anormal, proclive a sufrir ataques de origen espi-
so, la víctima consigue identificar al espíritu que le asedia, ritual desconocido. Un ejemplo claro de esta extrañeza es la
averiguar sus deseos y establecer una relación familiar o po- conducta que el profeta Ezequiel exhibe a raíz de sus visio-
sitiva con él. Dependiendo de cada cultura, esta relación de nes y audiciones espirituales (Ez 3, 12-15; 25-27).
familiaridad entre un ser humano y un espíritu es concebi-
da y expresada en analogía con distintas formas de relación
interpersonal: filiación, matrimonio, amistad o clientelismo. 4. Noción transcultural de «magia»
El espíritu actúa como padre, esposo, amigo o patrón de la
persona a la que protege y a la que suele otorgar conoci- La mayor parte de los expertos en espíritus no restringen
mientos y poderes extraordinarios, a cambio de que ella le su actividad al ámbito de las prácticas relacionadas con los
sirva y esté dispuesta a actuar como su representante, mé- EAC. Frecuentemente utilizan también conocimientos sobre
dium o encarnación ante los hombres. La relación consoli- propiedades de sustancias minerales, vegetales o animales y
dada y duradera de una persona con un espíritu protector po- sobre los comportamientos previsibles de los espíritus infe-
deroso la capacita para acceder de forma controlada a la
24. Cf. B. Hell, Possession et chamanisme, 226-273; R. N. Walsh,
23. F. D. Goodman, Ecstasy, Ritual and Altérnate Reality, 69-134. The Spirit of Shamanism, 16.
74 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 75

riores. Algunos de estos conocimientos son el resultado de ma de él, seguramente para traspasarle energía espiritual,
indagaciones empíricas, pero otros han sido obtenidos en pero también ruega humildemente a Yhwh que haga volver
EAC con la ayuda de los espíritus. Así, por ejemplo, en uno el alma del niño (1 Re 17, 17-24).
de los escritos más interesantes sobre demonología judía an- Los mismos datos históricos y etnológicos que nos obli-
tigua, el Testamento de Salomón, el legendario rey se vale de gan a rechazar cualquier distinción esencialista entre magia
un anillo mágico que le ha regalado Dios para extraer de los y religión aportan ejemplos procedentes de ámbitos cultu-
distintos demonios información relativa a sus poderes y de- rales muy diversos acerca de prácticas discursivas sesgadas
bilidades. En dichas declaraciones forzadas encontramos una mediante las cuales la moral y la religión oficiales expresan
enseñanza sobre las técnicas y métodos utilizados para evitar su rechazo frente a formas extrañas, foráneas o marginales
o contrarrestar los ataques demoníacos: fórmulas de farma- de relación humana con lo trascendente. La retórica de es-
copea, amuletos, técnicas exorcistas e información acerca de te tipo de discursos busca movilizar a la sociedad en contra
las identidades de los ángeles capaces de dominar a cada tipo del «otro religioso», contraponiéndolo de modo exagerado
de espíritu poseedor. y desfavorable con las prácticas morales y religiosas insti-
Algunos autores han intentado establecer una distinción tucionalizadas en el grupo. Esta circunstancia legitima el
esencial entre dos formas supuestamente opuestas de tratar empleo de la palabra «magia» como un término técnico con
con la realidad trascendente, a las que suelen denominar el que expresar el objeto de rechazo (real o imaginado) de
«comportamiento mágico» y «comportamiento religioso» tales discursos. Dicho de otro modo, en su acepción técni-
respectivamente25. El primero sólo se interesaría por su ma- ca «magia» es el conjunto de prácticas relacionadas con lo
nipulación y se basaría en conocimientos acerca de cómo trascendente que la posición religiosa y moral oficial recha-
desencadenar procesos o reacciones casi automáticas en su za por considerarlas socialmente peligrosas27. Esta defini-
seno. El segundo se dirigiría a entidades trascendentes de ción no es esencialista, pues no supone la existencia de unas
carácter personal, generalmente espíritus protectores, y uti- propiedades características comunes a este tipo de prácticas.
lizaría únicamente demostraciones no coactivas de amor y El conjunto de las prácticas a las que se refiere el término
confianza. Sin embargo, esta distinción no refleja adecua- técnico «magia» puede variar de una sociedad a otra y, den-
damente los datos históricos y antropológicos disponibles. tro una misma sociedad, de una época a otra, pues depende
Casi todos los expertos en espíritus utilizan en mayor o me- de cada tradición religiosa, del uso y la interpretación que
nor medida conocimientos relativos al funcionamiento casi los sectores dominantes hagan de ella, así como de los inte-
automático de ciertos procesos cósmicos y a las reacciones reses que muevan a estos sectores en la identificación ideo-
temperamentales de algunos espíritus, sin dejar de invocar lógica de lo socialmente rechazable.
al mismo tiempo la ayuda graciosa de espíritus superiores26.
El término técnico «magia» se halla etimológicamente
Así, por ejemplo, con el fin de devolver la vida al hijo de la
vinculado a una forma histórica concreta de magia28. Pro-
viuda de Sarepta, Elias utiliza la técnica de tumbarse enci-
27. K. B. Stratton, Naming the Witch. Magic, Ideology and Stereotype
25. El primer antropólogo de la religión en formular esta distinción in theAncient World, New York 2007, 15-18.
fue Edward Tylor, en Primitive Culture, publicado en 1891. 28. Sobre la génesis del concepto de magia en la antigüedad clásica y
26. J. N. Lightstone, The Commerce ofthe Sacred, 29-34. su recepción en el judaismo de la época helenístico-romana, cf. K. B. Strat-
76 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 77

cede, en efecto, de la palabra griega magéia, que desde el buida al goes es su supuesta habilidad para ganar dinero,
siglo IV a.C. en adelante se refiere a las actividades atri- prestigio o poder engañando al pueblo sencillo.
buidas al tipo social negativo del magos. El uso del término En la tradición religiosa de Israel, el rechazo oficial a
magos entre los griegos es mucho más antiguo que el de prácticas religiosas foráneas no es tanto un rechazo a los
magéia. Se remonta a los primeros contactos de las colo- métodos y fines con los que los no israelitas o los israelitas
nias jónicas con el imperio persa, careciendo originalmente considerados marginales acceden al mundo trascendente,
de cualquier connotación negativa. En esta época, el magos cuanto la prohibición intragrupal de buscar el contacto con
no era para los griegos más que un tipo particular de espe- entidades trascendentes distintas a Yhwh. Los escritos bíbli-
cialista religioso propio de la cultura persa. Aunque esta cos atestiguan que las prácticas religiosas del antiguo Israel
acepción del término se mantiene en las obras historiográ- no se diferenciaban sustancialmente de las de los pueblos
ficas y es reivindicada por aquellos autores que identifican del entorno, y que muchas de las prácticas posteriormente
los conocimientos de los antiguos mágoi persas con formas prohibidas por los defensores de la centralización del culto
exóticas o ancestrales de sabiduría, en el lenguaje común de en Jerusalén habían sido consideradas legítimas en épocas
la época helenística magos tiene ya un significado predo- anteriores. Cuando entre el siglo III y el II a.C. el discurso
minantemente negativo29. El magos helenístico es un exper- contra la magéia penetra en los sectores judíos helenizados,
to en obtener conocimientos y poderes extraordinarios por su expresión preferente toma la forma de acusación contra
medios ilícitos y con fines malvados o egoístas30. Podemos, los falsos profetas (pseudoprophetai), de quienes se afirma
pues, decir que magéia designa la magia propia de las socie- que engañan o extravían al pueblo inculto. Este tipo de acu-
dades antiguas helenizadas y magos, en su acepción nega- sación favorece la identificación de los pseudoprophetai con
tiva predominante, al tipo social que practica la magéia. En los goetes. Sin embargo, importa subrayar que en el contex-
esta acepción magos es prácticamente equivalente a goés, un to judío de la época romana el tipo de engaño que supues-
término traducido generalmente por «brujo» o «hechicero» tamente caracteriza la práctica religiosa ilícita de los pseu-
y que los testimonios más antiguos relacionan con ritos mor- doprophetai suele tener connotaciones políticas. Consiste,
tuorios y otras formas de interacción con las almas de los según las denuncias oficiales, en usar signos y prodigios pa-
muertos. En los testimonios procedentes de las épocas hele- ra arrastrar a la gente sencilla a posiciones político-religio-
nística y romana, la característica más frecuentemente atri- sas capaces de poner en peligro el orden establecido.

ton, Naming the Witch, 26-38, y D. Pezzpli, From Mayéia to Magic: Envi-
saging a Problematic Concept in the Study of Religión, en M. Laban-B. J. L.
Peerbolte (eds.), A Kind of Magic. Understanding Magic in the New Testa- 5. La experiencia grupal de lo trascendente: ritos y tera-
ment and ¡ts Religious Environment, London-New York 2007, 3-19.
pias religiosas
29. En Platón aparecen los dos usos. Comparar IAlcibíades 122A y
República 2.364b.
30. M. Becker, Máyoi - Astrologers, Ecstatics, Deceitful Prophets: Como expuse en el capítulo precedente, las experiencias
New Testament Understanding in Jewish and Pagan Context, en M. Laban-
B. J. L. Peerbolte (eds.), Kind of Magic, 87-106, espec. 91-99; H.-J. Klauck,
de lo trascendente en EAC pueden producir cambios impor-
The Religious Context ofEarly Christianity. A Cuide to Graeco-Roman Re- tantes tanto en la salud de los sujetos como en su forma de
ligions, Minneapolis 2003, 211-214. relacionarse con el entorno social. Insistía entonces en que la
78 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 79

disposición del entorno social inmediato respecto al valor de rito asiente de forma cognitiva, emocional y práctica a la in-
la experiencia y a los cambios que promueve juega un papel terpretación religiosa de quienes lo protagonizan, y es este
fundamental en el resultado de la misma. Así, las personas asentimiento social lo que consolida los cambios que di-
que rodean a un paciente pueden favorecer la sanación de chos protagonistas afirman haberse producido.
una dolencia cultural en el contexto de una experiencia de lo Desde el momento en que un tipo de experiencia en
trascendente o bien pueden bloquearla. En este apartado EAC es aceptado por un grupo como rito en el cual lo tras-
quiero volver sobre la influencia del entorno social en los cendente irrumpe y transforma la realidad de la vida coti-
efectos de las experiencias en EAC, dirigiendo ahora la aten- diana, ya no es necesario que siempre tenga lugar en pre-
ción a la cuestión de su duración en el tiempo. Para ello es sencia de testigos. El protagonista o protagonistas de la
importante constatar la diferencia existente entre la transfor- misma tienen la seguridad de que el grupo respaldará los
mación puramente individual experimentada por un sujeto cambios que ellos creen haberse operado. Esto no resta im-
en un EAC y el cambio socialmente corroborado producido portancia al hecho de que cuanto mayor sea la cercanía y la
por la irrupción de lo trascendente en un contexto ritual. sintonía del entorno social con lo experimentado en el rito,
Los científicos sociales denominan «rito» a cualquier más profundos y duraderos serán sus efectos transformado-
conjunto coherente de acciones o procesos capaces de legi- res. Evidentemente, la cercanía y la sintonía máximas se
timar cambios en la categorización socialmente compartida producen cuando todo el grupo participa en el rito, entra si-
de la realidad31. Así, por ejemplo, en el mundo antiguo la se- multáneamente en un EAC e interpreta los contenidos de
lección y purificación de un cordero lo convierte en víctima sus experiencias con una clave común32.
sacrificial consagrada para el culto divino; en la tradición Los ritos que utilizan EAC suelen desarrollarse bajo la
cristiana, el proceso catequético y el bautismo convierten al iniciativa y dirección de expertos en espíritus socialmente
creyente en miembro de la Iglesia; en el Occidente medie- acreditados. Además de controlar sus propios EAC, estos ex-
val, la coronación convierte al candidato al trono en rey; en pertos suelen ser también capaces de inducir dichos estados
la cultura europea actual, la celebración matrimonial con- en personas cognitiva y afectivamente predispuestas a de-
vierte a la pareja de novios en esposos legítimos. jarse guiar hacia el contacto con lo trascendente. Semejante
Las tradiciones religiosas que valoran las experiencias predisposición no es sino esa actitud personal que los relatos
en EAC como medio para establecer contacto con lo tras- evangélicos de exorcismos y sanaciones suelen denominar
cendente suelen disponer de ritos que facilitan ese tipo de «fe» {pistis). La fe es confianza en los poderes del experto
contacto y en los cuales el grupo sanciona los cambios en la en espíritus, confianza en los seres espirituales con los que
categorización social de la realidad operados o sugeridos en supuestamente está asociado y confianza en la interpretación
el curso de dichas experiencias. Un rito religioso de este ti- que ofrece de lo experimentado en el propio rito.
po se diferencia de una experiencia puramente individual Entre los cambios que muchos grupos humanos propi-
de lo trascendente en EAC por el hecho de estar socialmen- cian y sancionan a través de prácticas rituales se encuentra
te corroborado. El grupo humano que reconoce el valor del la superación o sanación de ciertos tipos de dolencias. A los

31. J. J. Pilch, Visions and Healing, 171. 32. Sobre EAC grupales, cf. J. J. Pilch, Visions and Healing, 15-17.
80 Jesús y los espíritus Acceder, conocer y tratar el mundo espiritual 81

ritos orientados a este fin los denominaremos «ritos tera- En la práctica de las terapias religiosas, el asentimiento
péuticos». A aquellos ritos terapéuticos que requieren la in- del entorno humano resulta especialmente importante. En un
tervención de la realidad trascendente a través de EAC los apartado anterior me he referido a la influencia de este asen-
llamaremos «terapias religiosas» o «ritos terapéutico-reli- timiento en la configuración de las experiencias en EAC que
giosos», y a los expertos en espíritus que los dirigen, «tera- favorecen los procesos de sanación. Ahora quiero subrayar
peutas religiosos». En los ritos terapéutico-religiosos, la fe su influjo en la duración de los propios efectos terapéuticos.
del paciente y del grupo humano que le rodea constituye la Tales efectos se concretan en cambios y reajustes en el en-
condición óptima para que el experto en espíritus induzca en tramado de relaciones físicas y psicosociales que insertan al
todos ellos EAC capaces de provocar reajustes positivos individuo en su entorno vital. Aunque el factor que de forma
en el organismo del paciente y en el entramado de relaciones inmediata propicia estas modificaciones es una experiencia
que le vinculan con los ahí presentes y con los colectivos so- religiosamente interpretada en un EAC, su permanencia de-
ciales por ellos representados. pende de que el contexto social en el que se reinserta el pa-
Uno de los tipos de terapias religiosas en las que más ciente corrobore el nuevo estado de cosas y esté dispuesto a
claramente se manifiesta la intervención de seres espiritua- mantenerlo. Así, a la persona a quien en una experiencia de
les es el exorcismo. En un rito exorcista, la persona poseída lo trascendente se le perdonan las faltas por las que un espí-
es liberada del espíritu que la controla o limita gracias a los ritu central la castigó con una dolencia, le será a la vez otor-
poderes que sobre él tiene el experto en espíritus que actúa gada la salud; «perdonan) significa «levantar el castigo». Pe-
como exorcista. Éste obtiene tales poderes de su espíritu ro para conservarla necesitará que su posterior experiencia
protector, que lógicamente debe ser más poderoso que los cotidiana corrobore de forma permanente ese perdón. Esto
espíritus exorcizados. sólo será posible si al menos el entorno social inmediato en
No es infrecuente que expertos en espíritus procedentes el que se inserta la trata como a una persona perdonada.
de contextos religiosos poco institucionalizados exploren y La importancia que la actitud del entorno humano tiene
descubran nuevas formas de comunicación con seres tras- en los efectos a corto y largo plazo de las terapias religiosas
cendentes y que obtengan a través de ellas poderes y conoci- nos ayuda a comprender por qué dichas prácticas aparecen
mientos con los que influir en la realidad cotidiana. Ahora muchas veces vinculadas a ciertos tipos de formación social
bien, a menos que estos descubrimientos se ritualicen, su im- de carácter marginal. En el próximo capítulo me referiré a
pacto sobre esa realidad no pasará de ser efímero. La condi- ellas con más detenimiento. Por el momento sólo considero
ción que convierte uno de estos descubrimientos en rito es necesario señalar que, aparte de otros posibles objetivos, es-
que el contexto humano lo reconozca y sancione sus efectos. tas formaciones sociales tienen la función de ofrecer a los
Sólo así habrá posibilidad de que esos efectos sean durade- pacientes un entorno humano donde los ritos terapéuticos
ros. Un individuo puede experimentar una vocación proféti- puedan resultar exitosos. La capacidad de estas formaciones
ca en un contacto con la divinidad en un EAC, pero si no para integrar satisfactoriamente a personas socialmente de-
existe al menos un pequeño grupo de personas que reconoz- sintegradas sugiere que en su interior rigen valores, criterios
ca y sancione tal experiencia de lo trascendente, el individuo cognitivos y tipos de interacción social distintos a los de la
en cuestión no podrá ejercer como profeta. sociedad de su entorno; de aquí su carácter marginal.
4
LA MORAL, LA POLÍTICA
Y LOS ESPÍRITUS

De acuerdo con lo expuesto en las páginas precedentes,


entre los grupos humanos preindustriales la creencia en una
realidad trascendente poblada por espíritus tiene importan-
tes repercusiones sobre la salud de muchos de sus miembros
y, por tanto, sobre la vida cotidiana individual. Los efectos
de creer en la acción de los espíritus sobre las personas se
extienden, sin embargo, mucho más allá del estrecho círcu-
lo personal. En este capítulo quiero mostrar los modos prin-
cipales en que estas creencias influyen y son utilizadas en la
acción política y en la configuración de la vida social.

1. Ambigüedades intrínsecas al fenómeno de la posesión-


espiritual

Ninguna reflexión sobre los posibles usos políticos del


fenómeno de la posesión puede evitar plantearse hasta qué
punto es necesario presuponer en todos o algunos de los su-
jetos implicados actitudes manipuladoras. Esta cuestión no
debe considerarse equivalente al problema de determinar
hasta qué punto un sujeto o un sector social cree verdadera-
mente en los espíritus poseedores o sólo finge hacerlo movi-
do por sus propios intereses. En las sociedades tradicionales
que constituyen el objeto de nuestro estudio, la inmensa ma-
84 Jesús y los espíritus La moral, la política y los espíritus 85

yoría de la gente cree sinceramente en la existencia de seres tiva puede estar causada por un espíritu periférico que selec-
espirituales capaces de poseer a las personas, y se vale de es- ciona a sus víctimas de forma arbitraria y caprichosa, o ser el
te presupuesto cognitivo para interpretar numerosos aspectos resultado del designio de un espíritu central que castiga la
de su experiencia. En el conjunto de la población subordina- mala conducta de la víctima dejando que otros espíritus, ma-
da al antiguo dominio de Roma, este presupuesto era patri- lignos o caprichosos, la posean.
monio común de todas las tradiciones culturales y de todos Las diferentes respuestas que el entorno social da en ca-
los niveles sociales. Sólo un número reducido de personas, da caso a todas estas cuestiones suelen estar íntimamente re-
pertenecientes casi siempre a círculos intelectuales muy mi- lacionadas con intereses personales, sectoriales o ideológicos.
noritarios (cínicos, epicúreos), lo consideraba con escepti- Así, por ejemplo, el contenido del mensaje que pronuncia un
cismo o lo rechazaba. Un análisis de las actitudes manipu- profeta poseído determina en gran medida las opciones inter-
ladoras posibles ante el fenómeno de la posesión debería, pretativas adoptadas ante él por cada grupo de interés. Si se
pues, situarse en el contexto de una cultura donde tanto los trata de un mensaje de liberación para los oprimidos, lo más
manipuladores como los manipulados asumen la existencia probable es que las élites en el poder identifiquen al espíritu
de una realidad espiritual capaz de producir efectos signifi- poseedor con un espíritu mentiroso, enemigo de la comuni-
cativos, incluso dramáticos, en la vida cotidiana. Como se irá dad. Sin embargo, los sectores subordinados preferirán pen-
poniendo de manifiesto a lo largo de esta exposición, el uso sar que se trata de un espíritu central con autoridad moral al
político de la creencia en los espíritus no se basa en fingir que las élites en el poder pretenden silenciar. Inversamente, si
una creencia, sino en utilizar para beneficio propio las ambi- el espíritu que habla a través del profeta condena las infrac-
güedades interpretativas que dicha creencia posibilita. ciones de la moral en la cual se funda el orden vigente, las éli-
Tales ambigüedades interpretativas inherentes al fenó- tes reconocerán fácilmente en él a un espíritu central. En si-
meno de posesión se refieren fundamentalmente al diagnós- tuaciones de estabilidad sociocultural dicho veredicto bien
tico de casos concretos. Ante cada uno de ellos es pertinente podrá ser aceptado por la mayoría de la población subordina-
preguntar por: 1) la autenticidad de la posesión, 2) las razo- da, pero en momentos de crisis cultural o división social, no
nes que hayan podido contribuir a provocarla, y 3) la identi- es impensable que algunos sectores populares se atrevan a
dad o tipo del espíritu poseedor. Hay estados de descontrol cuestionarla. Estos sectores podrían dudar de la honradez o
que parecen posesiones, pero que también podrían deberse a capacidad interpretativa de las élites, pero también podrían ir
trastornos orgánicos, al consumo de sustancias o al fraude. más lejos poniendo en duda el compromiso de ese espíritu
Existen casos de posesión cuya autenticidad está clara, pero central con el bien de todo el grupo. Ésta última alternativa
que pueden atribuirse a diferentes tipos de causas, como la suele aparecer asociada al nacimiento de movimientos popu-
voluntad graciosa de espíritus centrales, los méritos o demé- lares revolucionarios o separatistas que prefieren adoptar co-
ritos de la persona poseída, o el comportamiento arbitraria- mo espíritus protectores a espíritus diferentes de aquellos que
mente malévolo de algún espíritu periférico. Entre las pose- protegen a las élites y legitiman el statu quo'.
siones consideradas auténticas también pueden surgir dudas
acerca de la identidad del espíritu poseedor y del objetivo 1. Así, por ejemplo, la sustitución del espíritu de Cristo por el de
otras figuras proféticas en muchas religiones africanas que se inspiran en
que dicho espíritu persigue. Por ejemplo, una posesión nega- el cristianismo, pero rechazan la figura de Cristo por considerarlo el dios
86 Jesús y los espíritus La moral, la política y los espíritus 87

La posesión se distingue de otras formas de contacto con bas explicaciones serían coherentes con la visión del mun-
el mundo espiritual por el énfasis que la comprensión cultu- do compartida por la cultura a la que pertenecen tanto el
ral del fenómeno pone en la ausencia o limitación de la res- siervo como el señor.
ponsabilidad moral atribuible al poseso. La persona poseída Por otra parte, ese mismo tipo de visión cultural del
actúa total o parcialmente sometida a la voluntad del espíri- mundo permite dar razón de muchos casos en los que el su-
tu que la posee; es el medio o instrumento elegido por dicho jeto poseído controla total o parcialmente su estado y actúa
espíritu para interactuar con el mundo de los hombres. Con- en connivencia con el espíritu que le posee. Los ejemplos
secuentemente, no puede ser juzgada con los mismos crite-
más claros y relevantes de esta situación son precisamente
rios morales que operan en la vida cotidiana de su entorno
los estados de posesión controlada a los que voluntaria-
social. Este entorno tiene derecho a evaluar el grado de im-
mente acceden los expertos en espíritus. Pero también exis-
plicación o connivencia que el poseso haya podido tener en
ten casos ambiguos en los cuales las víctimas de posesiones
las circunstancias que han desembocado en su actual estado
reiteradas consiguen familiarizarse con el espíritu que les
de posesión, pero debe tener en cuenta sobre todo el carácter
acosa y aprenden a influir, aunque sólo sea parcialmente,
y el poder del espíritu que en el presente lo posee.
sobre su forma de actuar. Esto les permite utilizar en bene-
La relativa inmunidad moral que protege al poseso pue-
ficio propio algunos de los efectos colaterales de las pose-
de ser intencionadamente aprovechada por personas que
siones que padecen3.
fingen estar poseídas con el fin de satisfacer deseos social-
mente ilegítimos o de conseguir la aceptación social de sus
propios proyectos. De hecho, todos los grupos humanos que
2. Beneficios indirectos e interpretaciones interesadas de
creen en la posesión espiritual reconocen la posibilidad de
la posesión: tipos generales
casos fingidos. Sin embargo, los criterios culturales utili-
zados para valorar las manifestaciones concretas del fenó-
El grupo humano que identifica al espíritu causante de
meno no exigen la identificación de todos los casos benefi-
una posesión positiva concreta con uno de sus espíritus cen-
ciosos para el poseso como casos fingidos, puesto que es de
trales se encuentra por eso mismo predispuesto a interpretar
conocimiento común que los espíritus pueden aliarse con
las actitudes del poseso como manifestación de la voluntad
personas, sectores sociales o grupos de interés y promover
sus causas a través de posesiones. Así pues, un siervo opri- o de la presencia de un ser superior comprometido con el
mido que en un supuesto estado de posesión se comporta bien del grupo. La posesión positiva por espíritus centrales
agresiva o descaradamente con su señor podría estar fin- puede ser utilizada, por tanto, para legitimar programas cul-
giendo, pero también es posible que esté actuando bajo el tuales, morales o políticos, así como formas concretas de
impulso de un espíritu que se ha solidarizado con su situa- ejercer el poder. Normalmente las élites gobernantes inten-
ción y le ha impulsado a rebelarse contra su opresor2. Am- tan controlar esta fuente de legitimación, promoviendo nor-
mas o creencias religiosas que limiten la posesión por espí-
de los colonizadores: V. Lanternari, Movimientos religiosos de libertad y ritus centrales a sus propios aliados políticos o restrinjan el
salvación de los pueblos oprimidos, Barcelona 1965, 30.
2. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 113-115. 3. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 71ss.
88 Jesús y ¡os espíritus La moral, la política y los espíritus 89

abanico de temas acerca de los que supuestamente pueden férico o desconocido es adoptado por un colectivo marginal
pronunciarse dichos espíritus. En los grupos estratificados, como su espíritu central suele ir precedido por un floreci-
la mayoría de las personas consideradas aptas para ser po- miento inusual de posesiones en el interior del propio colec-
seídas por espíritus centrales pertenecen a los niveles socia- tivo mediante las cuales el espíritu se da a conocer, manifies-
les superiores cercanos al poder. A los miembros de secto- ta su poder y elige a quienes en adelante serán sus intérpretes
res subordinados raramente se les reconoce esta aptitud, por privilegiados. La exaltación carismática de las comunidades
lo que las experiencias de posesión que les afectan suelen paulinas, poseídas por el espíritu de Jesús -un espíritu mar-
ser oficialmente atribuidas a espíritus periféricos, es decir, ginal o desconocido fuera de Palestina-, puede ser antropo-
a espíritus no comprometidos con el bien del grupo o in- lógicamente interpretada como un proceso de este tipo.
cluso opuestos a él. Mediante esta estrategia interpretativa Cuanto más rígida y estable es la estructura de un gru-
se pretende deslegitimar las demandas que el mundo espiri- po, más desconfianza manifiestan sus gobernantes y espe-
tual pudiera realizar a través de posesos pertenecientes a cialistas religiosos frente a las posesiones por espíritus cen-
sectores subordinados. Un ejemplo claro de este tipo de si- trales. Aunque no nieguen la posibilidad del fenómeno,
tuación en la tradición evangélica lo hallamos en la contro- procuran limitar su potencial impacto innovador exigiendo
versia descrita en Jn 7, 14-20, donde los enemigos de Jesús condiciones muy restrictivas para reconocer su autentici-
pretenden desacreditar su enseñanza acusándole de estar dad. En las religiones más institucionalizadas, sólo se per-
poseído por un demonio, es decir, un espíritu periférico pa- miten las posesiones positivas por espíritus centrales en
ra el judaismo de su tiempo. contextos rituales rígidamente estructurados, y tan sólo se
Muchos movimientos religiosos de renovación adquie- otorga validez a aquellas manifestaciones espirituales que
ren legitimación ante sus simpatizantes gracias a las expe- corroboran la doctrina tradicional4. En grupos con formas
riencias de posesiones centrales positivas que se manifies- institucionales más flexibles o en aquellos que atraviesan
tan entre sus miembros, especialmente entre sus líderes. Por periodos de crisis institucional, la posesión positiva por es-
el contrario, quienes se oponen al programa político-reli- píritus centrales suele producirse con mucha más frecuencia
gioso del movimiento suelen intentar deslegitimarlo atri- y afecta a sectores mucho más amplios de la sociedad. De
buyendo esas posesiones a espíritus periféricos mentirosos hecho, en un número importante de casos funciona como
y malintencionados. En resumen, cada grupo de interés de- cauce privilegiado para la promoción religiosa, social y/o
fiende su posición por medio del debate religioso sobre la política de personas procedentes de colectivos subordina-
identidad de los seres espirituales que supuestamente alien- dos. Como ejemplo a destacar en la historia del cristianismo
tan la renovación. primitivo cabe mencionar la proliferación de los fenómenos
En aquellos casos en que los partidarios de la renovación extáticos en el sector femenino de algunas comunidades
propugnan cambios claramente incompatibles con la moral postpascuales. Algunos estudios recientes revelan que la ex-
tradicional defendida por los espíritus centrales, un espíritu periencia de posesión por el Espíritu Santo (o el espíritu de
periférico o previamente desconocido puede asumir el patro- Jesús) constituyó un factor importante a la hora de legitimar
nazgo del movimiento y convertirse en su espíritu protector.
El tipo de proceso sociorreligioso en el que un espíritu peri- 4. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 170-177.
90 Jesús y los espíritus La moral, la política y los espíritus 91

el ejercicio de funciones de responsabilidad por parte de las Por lo general las autoridades se resisten a aceptar que
mujeres en el cristianismo primitivo5. los problemas y conflictos sociales provocados por los pose-
Como ya he sugerido a través de algunos ejemplos, las sos puedan ser un castigo de los espíritus centrales dirigido
posesiones negativas también pueden estar al servicio de in- contra ellas, y procuran desviar la culpa hacia otros indivi-
tereses personales o sectoriales. Aparte del daño que nor- duos o colectivos. Según aquéllas, las causas más frecuentes
malmente infligen a la víctima, este tipo de posesiones se ca- de las posesiones negativas serían las transgresiones previa-
racteriza por los perjuicios que ocasiona a la estabilidad del mente cometidas por las propias víctimas u otras personas
grupo. Por una parte, la persona poseída queda total o par- cercanas a ellas contra la moral grupal vigente. La posesión
cialmente impedida para cumplir adecuadamente sus funcio- no sería, pues, más que el castigo al que los espíritus cen-
nes sociales, obstaculizando el buen funcionamiento de la trales, protectores de dicha moral, habrían condenado a los
vida en común. Por otra, el comportamiento agresivo e irres- culpables. Cuando la inocencia del poseso y de los suyos re-
petuoso que en muchos casos manifiesta revela que el espí- sulta evidente o no les interesa a dichas autoridades cuestio-
ritu poseedor rechaza o desprecia la autoridad vigente y el narla, la responsabilidad por la situación suele atribuirse a
orden establecido. No es, pues, extraño que los individuos y personajes incómodos a los que se acusa de practicar la ma-
sectores implicados en el mantenimiento del statu quo se gia o la brujería6. Entre las personas más vulnerables a este
preocupen por conocer la identidad y los poderes de los es- tipo de estrategia están aquellos expertos en espíritus que
píritus que actúan sobre la gente, con el fin de adoptar las mantienen posiciones críticas frente al statu quo o que pro-
estrategias más convenientes para tratar a los posesos. ceden de sectores marginales, pues su capacidad reconocida
La preocupación que las posesiones negativas producen para controlar espíritus puede utilizarse para fundamentar
en las autoridades es un arma en manos de los colectivos las sospechas7. A estas personas se las puede fácilmente
subordinados, entre los cuales suele producirse el mayor acusar de utilizar el poder de los espíritus que controlan o
número de casos. A estos colectivos les interesa interpretar con los que están aliados para conseguir objetivos malvados
las posesiones negativas que afectan a sus miembros como o egoístas. En este contexto se presupone que los espíritus
expresión del rechazo total o parcial que los espíritus cen- implicados son a su vez espíritus periféricos o malvados,
trales sienten respecto al orden social impuesto por sus su-
periores. Según esta interpretación, que calificaremos de 6. Existen culturas que niegan la posibilidad de dolencias producidas
por causas naturales. Las únicas causas posibles de las dolencias son: 1) cas-
«revolucionaria», los espíritus centrales se valdrían de los tigos de los dioses o espíritus centrales, 2) espíritus malignos, o 3) las malas
posesos para hacer públicamente evidente el fracaso de di- artes de los brujos; cf. S. Mahapatra, Invocation and Ritual Healing in San-
cho orden y la ineptitud o perversidad de los dirigentes. tal Society, en R.-I. Heize (ed.), Proceedings ofthe Fifth International Con-
ference on the Study of Shamanism and Altérnate Modes of Healing, San
Rafael CA 1989, 258-264. Algunos grupos de interés reducen la segunda
5. Para un estudio de este fenómeno en las comunidades de origen o posibilidad a la primera, negando que los espíritus malignos puedan actuar
tradición paulinos, cf. M. Y. MacDonald, The Power ofthe Hysterical Wo- sin el consentimiento de los espíritus centrales; cf. S. Pédron-Colombani,
man. Early Christian Women and Pagan Opinión, Cambridge 1996; E. Es- Pentecótisme, recomposition de pratiques anciennes et transformation du
tévez, El poder de significar de las mujeres en las comunidades de Pablo, champ religieux guatémaltéque, en D. Aigle - B. B. de la Perriére - J.-P.
en C. Bernabé (ed.), Mujeres con autoridad en el cristianismo antiguo, Es- Chaumeil (eds.), Lapolitique des esprits, 187-207, espec. 199-201.
tella 2007, 49-90, espec. 83-89. 7. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 117-122.
92 Jesús y los espíritus La moral, la política y los espíritus 93

pues los espíritus centrales protectores de la moral estable- Ante casos puntuales y no demasiado disruptivos de po-
cida nunca se prestarían a tales prácticas. Éste es, por ejem- sesiones negativas, las autoridades pueden considerar con-
plo, el sentido de las acusaciones expresadas en las diversas veniente aceptar esta interpretación, que denominaremos
versiones evangélicas de la llamada «controversia de Belce- «compasiva», de los hechos. Al fin y al cabo, a las élites tam-
bú» (Me 3, 22; Mt 12, 24; Le 11, 15), en la que los enemi- bién les interesa legitimar su estatus privilegiado con actitu-
gos de Jesús atribuyen su poder para hacer exorcismos a su des de patronazgo. Pero si el fenómeno se propaga, ocasiona
alianza con el jefe de los demonios. conflictos graves o se vuelve demasiado agresivo, cambiarán
En condiciones de estabilidad política, los colectivos de interpretación y dirigirán su afán a buscar culpables.
subordinados tienen escasas posibilidades de hacer valer la
tesis que responsabiliza a las autoridades de las posesiones
negativas. No obstante, aún disponen de otra versión cohe- 3. Terapeutas religiosos morales, amorales
rente del fenómeno con la que contrarrestar los argumentos y revolucionarios
oficiales que culpabilizan a las víctimas. Según esta versión,
los espíritus implicados en los casos de posesión negativa Entre las personas más claramente implicadas en la in-
son casi siempre espíritus periféricos, o sea, espíritus malé- terpretación y el uso político de las posesiones destacan los
volos y caprichosos no comprometidos con el bien del gru- exorcistas. De acuerdo con los conceptos y explicaciones
po. El poseso no sería, pues, culpable de lo que le ocurre, expuestos en las páginas precedentes, los exorcistas son ex-
como tampoco ningún otro miembro del grupo. En conse- pertos en espíritus, capaces de utilizar los poderes que reci-
cuencia, todos deberían sufrir con resignación las disfuncio- ben de sus espíritus patrones o aliados para controlar espíri-
nes sociales que ocasionan estas víctimas y procurarles las tus poseedores de rango inferior. En la medida en que ponen
atenciones y terapias necesarias para recuperarlas. Aunque esta capacidad al servicio de quienes padecen dolencias cau-
esta interpretación no aspira a forzar cambios significativos sadas por posesiones negativas, pueden ser considerados co-
en la vida social, sí facilita a las personas poseídas la ob- mo una clase especializada de terapeutas religiosos.
tención de algunos beneficios parciales o indirectos. En pri- Todo terapeuta religioso sabe por experiencia que el
mer lugar, promueve actitudes tolerantes y compasivas hacia éxito de un rito de sanación y la duración de sus efectos de-
ellas. En segundo lugar, las disculpa de cualquier acción in- penden en muy gran medida de las relaciones sociales e in-
correcta o conducta excesiva. El entorno social proporcio- terpersonales que a partir de entonces se establezcan entre
na más apoyo y comprensión a la persona afectada por una el paciente y su entorno humano. Si esas relaciones corro-
dolencia cultural atribuida a una posesión periférica que a boran de forma armoniosa y satisfactoria la experiencia sa-
quien supuestamente la sufre como castigo por sus propios nadora incoada en el rito, la probabilidad de una recupera-
pecados. Asimismo, la indulgencia que la sociedad está obli- ción permanente aumenta. En caso contrario es muy difícil
gada a manifestar con quienes considera víctimas de espíri- evitar la recaída. Ahora bien, este hecho de experiencia pue-
tus periféricos deja una vía abierta para que los colectivos de ser entendido por el terapeuta desde dos perspectivas de
más oprimidos, y por tanto los más afectados por dolencias interpretación fundamentalmente divergentes. Según la pri-
culturales, puedan expresar su agresividad y descontento. mera, la bondad del entorno social es incuestionable y por
94 Jesús y los espíritus La moral, la política y los espíritus 95

tanto el esfuerzo por lograr una inserción armoniosa en di- por un lado, y de los sectores subordinados por otro, nos per-
cho entorno corresponde únicamente al paciente. Para esta mite distinguir y contrastar dos tipos fundamentales de tera-
perspectiva, la sanación estriba en que el paciente vuelva a peutas religiosos: los terapeutas defensores del statu quo,
ser capaz de ocupar el lugar y ejercer las funciones que la que culpan a las víctimas de posesiones negativas, y los tera-
sociedad le había asignado antes de enfermar. La segunda peutas críticos con el statu quo, que las exculpan. A los pri-
perspectiva, por el contrario, entiende que el reajuste salu- meros los denominaremos «terapeutas morales», pues con
dable entre el paciente y su entorno social exige cambios su práctica terapéutica contribuyen al mantenimiento de la
por ambas partes, pues el entramado de interacciones per- moral grupal vigente sancionada por los espíritus centrales.
sonales donde se inserta el paciente está implicado en el A los segundos los calificaremos de «a-morales», pues evi-
origen de los conflictos que han generado su dolencia e im- tan interpretar el sufrimiento de las víctimas de posesiones
piden su recuperación permanente. Para los terapeutas que negativas en términos de retribución moral.
mantienen este punto de vista, la bondad de las estructuras Los terapeutas religiosos morales suelen pertenecer a
sociales no es incuestionable. sectores sociales privilegiados o a las clientelas de quienes
La primera perspectiva es coherente con los intereses de ejercen el poder. No resulta infrecuente que en sus rituales
las élites sociales y las autoridades, por cuanto ni siquiera terapéuticos se exija al paciente la confesión de sus culpas
considera la posibilidad de modificar el statu quo. Se alinea y que el terapeuta implore a los espíritus centrales su per-
además con la interpretación preferente que estos sectores dón. El paciente que se autoinculpa expresa de este modo
dan a las posesiones negativas, es decir, aquella que consi- su disposición a reasumir el papel y las funciones que la so-
dera a la víctima culpable de su propio sufrimiento. La se- ciedad le había asignado; el perdón de los espíritus centra-
gunda perspectiva es sensible a las necesidades e intereses les expresa la disposición de la sociedad a recibirle; y la
de los colectivos menos privilegiados, que no encuentran en salud equivale al levantamiento del castigo-dolencia y se
ese statu quo las condiciones necesarias para poder partici- mide por la capacidad del paciente para cumplir con las ex-
par de forma satisfactoria y saludable en la vida social. En pectativas sociales. En su calidad de expertos en espíritus,
situaciones normales, esta perspectiva puede servir para re- los exorcistas morales ejercen en algunos contextos la fun-
forzar la interpretación compasiva de las posesiones negati- ción de juez: disciernen qué tipo de espíritu posee a una
vas y favorecer la creación de formaciones sociales margi- persona, indagan las faltas que haya podido cometer para
nales capaces de ofrecer a los posesos un contexto humano ver si es o no culpable de su estado, y en caso negativo in-
limitado, pero satisfactorio, donde poder reintegrarse. En tentan identificar al «brujo» causante del mal8. La identifi-
situaciones de crisis, dispondría de argumentos para alinear- cación de éste suele basarse en las denuncias forzadas del
se con las interpretaciones más revolucionarias de las pose- espíritu que posee a la víctima y que, supuestamente, cono-
siones negativas, es decir, con aquellas que ven en este fe- ce al brujo bajo cuyas órdenes actúa. La dinámica de con-
nómeno socialmente estresante la expresión del rechazo que fesiones y denuncias que caracteriza la praxis de los exor-
los espíritus centrales sienten hacia las autoridades.
8. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 144s, 150-152, 158-162. El len-
Esta coincidencia entre cada una de las perspectivas tera- guaje de Pablo en 1 Cor 2, 2; 5, 3; 12, 10, sugiere que ejercía este tipo de
péuticas analizadas y los respectivos intereses de las élites papel en algunas de sus comunidades.
96 Jesús y los espíritus La moral, la política y los espíritus 97

cistas morales puede ser fácilmente manipulada y degene- mente su protesta y/o ser objeto de un cuidado o una atención
rar en «caza de brujas»9. especiales. Los tipos de posesiones periféricas más fácilmen-
Los terapeutas religiosos amorales proceden general- te adaptables a estos usos suelen manifestarse en forma de
mente de colectivos subordinados o de sectores marginales dolencias crónicas o de ataques reiterativos. Un ejemplo típi-
de la sociedad. No asocian la dolencia al pecado individual co, muy extendido entre las sociedades patriarcales y al que
ni indagan en la conciencia moral del paciente. Su actitud ya hemos hecho alusión, es el de las posesiones reiteradas
crítica frente al statu quo los convierte en personajes mo- producidas por espíritus periféricos especializados en agredir
lestos para todos cuantos defienden la moral que lo legiti- a mujeres -fundamentalmente jóvenes casadas o adolescen-
ma. A los exorcistas amorales en particular se les suele ha- tes en edad casadera-, un colectivo subordinado que en las
cer responsables de provocar aquellos casos de posesión sociedades tradicionales tiene muy pocas oportunidades o es-
negativa en los que no es posible culpabilizar a las víctimas peranzas de emancipación10.
ni a sus allegados. Su bajo estatus social les hace especial- Los grupos terapéutico-rituales son formaciones sociales
mente vulnerables a las acusaciones de brujería que las éli- de carácter relativamente marginal cuya finalidad original re-
tes lanzan contra ellos, por lo que no es raro que acaben sus side en proporcionar atención exorcista adecuada a las vícti-
días en el exilio, sentenciados por los tribunales o linchados mas de posesiones periféricas reiterativas específicas. Suelen
por las clientelas populares de los poderosos. aparecen en contextos sociales afectados por formas endémi-
En épocas de crisis económica o social, cuando las do- cas de este tipo de posesión, y en torno a exorcistas amorales
lencias de todo tipo se ceban entre los colectivos más vul- que acogen a las personas afectadas y organizan para ellas
nerables, no es raro que la actitud crítica de algunos tera- sesiones periódicas de exorcismos". El carácter endémico y
peutas amorales se convierta en un rechazo explícito de las reiterativo de las posesiones tratadas en estos grupos indica
instituciones y autoridades. El terapeuta religioso amoral que el contexto social no asume de forma general y perma-
que en estas circunstancias irrumpe en la escena política nente los cambios cognitivos, valorativos, morales y emocio-
suele interpretar la magnitud inusual del sufrimiento y el nales que los participantes experimentan durante el rito exor-
desorden presente como un castigo de los espíritus centra- cista, cambios que sólo inducen mejorías transitorias en los
les a la clase dirigente. pacientes. Los demonios exorcizados dejan a sus víctimas,
pero casi nunca de forma permanente. Antes o después reite-
ran sus ataques, haciendo necesaria la repetición del rito.
4. Grupos terapéutico-rituales
Aunque la sociedad de su entorno entiende a los grupos
En sociedades donde las estructuras generadoras de terapéutico-rituales como asociaciones religiosas con fines
desigualdad son muy rígidas y estables, las posesiones por
10. 1. M. Lewis, Ecstatic Religions, 92-99; otro ejemplo mencionado
espíritus periféricos proporcionan a los individuos más ne- por este autor son los cultos de posesión practicados por los esclavos negros
gativamente afectados la posibilidad de expresar indirecta- cristianizados en el Caribe (p. 104s). Cf. también R. Horton, Types of Spi-
rit Possession in Kalabary Religión, en J. Beattie-J. Middleton (eds.), Spirit
9. I. M. Lewis, Ecstatic Religions, 157s. Cf. el caso histórico narra- Mediumship in África, London 1969, 14-49, espec. 29-33.
do por A. Huxley, The Devils ofLoudun, London 2005. 11. B. Hell, Possession et chamanisme, 64.
98 Jesús y los espíritus La moral, la política y los espíritus 99

exclusivamente terapéuticos, en la mayoría de los casos fun- puestas de cambio ante la gente gracias a los actos tauma-
cionan como grupos voluntarios de solidaridad y autoayuda. túrgicos que han sabido realizar12. Si entre los fundadores y
En estos casos, el conjunto de personas que se reúne alrede- organizadores de este tipo de movimientos los expertos en
dor del exorcista proporciona a los pacientes un entorno pro- espíritus son relativamente frecuentes, entre los miembros
tector capaz de amortiguar el impacto negativo que sobre y seguidores más fieles suele ser posible encontrar perso-
ellos ejerce la sociedad; ofrece, aunque no sea más que a es- nas que en algún momento de sus vidas se beneficiaron de
cala reducida, el tipo de entramado humano que puede soste- los poderes terapéuticos de los líderes. Finalmente, tenemos
ner de forma intermitente la recuperación de los posesos. constancia de la orientación terapéutica que informa nu-
Con frecuencia, los exorcistas amorales que dirigen los merosas prácticas rituales y morales promovidas por mu-
grupos terapéutico-religiosos han sufrido ellos mismos, en chos movimientos religiosos de renovación, especialmente
una etapa anterior de su vida, el ataque del mismo tipo de en contextos de colonización. Todos estos datos parecen in-
espíritus que tratan en sus pacientes. Habiendo aprendido a dicar que muchos movimientos de este tipo han surgido o se
controlarlos, se sirven de los conocimientos aprendidos en han afianzado gracias a que sus líderes han sabido visibili-
esta experiencia de sufrimiento y lucha para liberar, aunque zarlos como entornos humanos en expansión donde los en-
sólo sea temporalmente, a los posesos que acuden a él. No fermos y poseídos podían integrarse y abrigar la esperanza
es raro que logre guiar a algunos pacientes en el aprendiza- de una sanación con efectos permanentes. A diferencia de los
je del control de espíritus y que cree en torno a sí un grupo grupos terapéutico-rituales, estos movimientos no se confor-
de discípulos exorcistas. man con crear islas de solidaridad donde el alivio de las do-
lencias se experimenta sólo de forma temporal o intermiten-
te, sino que pretenden estar asistiendo a la transformación
5. Salud, espíritus y movimientos religiosos populares de total de la sociedad.
renovación La conexión antropológica que creo poder distinguir en-
tre la dinámica de los movimientos religiosos populares de
Los movimientos religiosos de renovación social cons- renovación y el ansia de los colectivos desfavorecidos por lo-
tituyen una categoría sociológica muy amplia cuya varie- grar la salud duradera no ha sido puesta a prueba por ninguna
dad desborda el panorama limitado de las formaciones so- investigación histórica y etnológica exhaustiva. Sin embargo,
ciales relacionadas con la sanación religiosa y la posesión de las grandes obras que estudian movimientos sociales de
espiritual. No obstante, la investigación histórica y antropo- inspiración religiosa originados en colectivos subordinados
lógica reseña un número muy importante de casos en los podemos extraer algunas caracterizaciones que refuerzan la
que ambos tipos de fenómenos socioculturales aparecen es- lógica de dicha conexión. La mayoría de estos movimientos
trechamente unidos. Sabemos, en efecto, que entre los ini- reivindican la autenticidad y el valor de una experiencia reli-
ciadores de movimientos religiosos de renovación social
conocidos, una proporción importante han empezado su ac- 12. V Lanternari, Movimientos religiosos, Barcelona 1965; M. I. Pe-
tividad pública como expertos en espíritus y sanadores re- reira de Queiroz, Historia y etnología de los movimientos mesiánicos. Re-
forma y revolución en las sociedades tradicionales, México 1969; N.
ligiosos, y muchos más han conseguido acreditar sus pro- Cohn, The Pursuit ofthe Millenium, London 1957.
100 Jesús y los espíritus í a moral, la política y los espíritus 101

giosa propia, que se acredita a sí misma a través de experien- rienda popular de lo trascendente que en la vida religiosa
cias de contacto con la realidad trascendente y mediante ac- de los estratos sociales superiores.
ciones extraordinarias. Aunque el tipo de experiencia reivin- Significativamente, las diferencias en la forma en que
dicado suele tener sus raíces en el contexto más amplio de las unos y otros sectores viven la enfermedad se corresponde
creencias y prácticas religiosas compartidas con el resto de la con las diferencias que hemos constatado en sus respectivas
sociedad, el movimiento se siente con la libertad de reinter- perspectivas terapéuticas. Las élites sociales no sienten la
pretarla desde las vivencias, necesidades e intereses propios necesidad de modificar el statu quo porque su manteni-
de los colectivos sociales menos favorecidos. miento les asegura el poder para gestionar de la forma más
Como sucede con toda experiencia de lo trascendente, conveniente posible las condiciones en las que viven la en-
la experiencia religiosa popular arranca pero al mismo fermedad. Los colectivos subordinados, sin embargo, sue-
tiempo se opone o contrasta con la experiencia de la vida len verse obligados a vivir la enfermedad en unas condicio-
cotidiana. Si tenemos en cuenta que lo que fundamental- nes impuestas por un orden y una dinámica social que no
mente caracteriza la vida cotidiana de los colectivos subor- tienen en cuenta sus necesidades e intereses. Aparte de los
dinados es la precariedad, la dependencia y la vulnerabili- pequeños alivios accesibles a través de los conocimientos
dad, no resulta extraño que las experiencias valoradas por empíricos de la medicina popular y de los cuidados que
estos movimientos y las acciones extraordinarias realizadas proporcionan las familias, estas gentes sólo pueden contar
por sus líderes tiendan a contrarrestar precisamente la pre- con el efecto temporal de las terapias religiosas dispensadas
cariedad, la falta de poder y la vulnerabilidad que tan bien por los terapeutas religiosos populares. La posibilidad de
conocen sus miembros. De ahí la relevancia que en este que esos efectos sean permanentes es normalmente remota,
contexto tienen las experiencias de sanación y las manifes- pues requeriría, como ya hemos visto en páginas anteriores,
taciones de poder sobre los espíritus malignos. que el contexto humano inmediato del paciente cambiara y
A pesar de que la enfermedad afecta a todos los estratos corroborara las experiencias sanadoras de los rituales, algo
de la sociedad, no todos son igualmente vulnerables. El po- que la precariedad y falta de autonomía de estos sectores
der y la riqueza permiten acceder a recursos materiales y raramente puede garantizar. Dicho en otras palabras, la efi-
humanos para paliar el sufrimiento, obtener atención y cui- cacia de las intervenciones del mundo espiritual en favor de
dados, y aumentar las probabilidades de recuperación o rea- la salud de los colectivos menos privilegiados está indisolu-
daptación a la vida social. Por el contrario, la precariedad, blemente vinculada al cambio político y social. Este cam-
la dificultad para adaptar el entorno a las limitaciones per- bio se realiza de forma limitada e intermitente en el contex-
sonales y la falta de autonomía a la hora de elegir la activi- to ritual y solidario de los grupos terapéutico-religiosos,
dad laboral y los ritmos de trabajo agravan las dolencias y pero la esperanza de que se extienda al conjunto de la so-
obstaculizan la sanación. No es, pues, extraño que la falta ciedad y se consolide sólo parece posible en el seno de un
de salud esté presente de una forma más dolorosa y cons- movimiento religioso de renovación. No sorprende, por con-
tante en las vidas de los colectivos subordinados que en las siguiente, que existan ejemplos de cultos terapéuticos tradi-
de las élites gobernantes, y que el deseo de satisfacer esta cionalmente practicados por sectores sociales subordinados
carencia juegue un papel mucho más central en la expe- que, bajo determinadas circunstancias políticas, se convier-
102 Jesús y los espíritus

ten súbitamente en movimientos religiosos de carácter re-


volucionario o renovador13.
Antes de terminar este apartado quiero llamar la atención
sobre la existencia en nuestras sociedades postindustriales de
conexiones análogas a la aqui explicitada entre preocupación
terapéutica y movimientos de renovación social. Entre los
ejemplos más familiares se encuentra la amplia gama de mo- SEGUNDA PARTE
vimientos tipo New Age que han nacido a partir de la expe-
riencia del sufrimiento físico y/o psíquico causado por las
formas de vida y los hábitos de consumo promovidos por POSESIÓN ESPIRITUAL
nuestro sistema social. Muchas de las personas que integran Y PRÁCTICA EXORCISTA
estos movimientos confiesan haber descubierto la perversi- EN EL MOVIMIENTO DE JESÚS
dad de dicho sistema a través de la enfermedad, y haber en-
contrado alivio en prácticas o formas de vida alternativa. El
empeño por hacer posible un entorno natural y humano en el
que la salud integral sea posible les ha llevado a crear o apo-
yar activamente proyectos de renovación social de mayor o
menor alcance. Otros ejemplos actuales los representan
aquellas organizaciones no gubernamentales de orientación
terapéutica que, casi sin quererlo, se han ido poco a poco
transformando en movimientos de denuncia politica y social.
El personal sanitario en ellas implicado se ha hecho cons-
ciente de que sus esfuerzos puntuales y personalizados sólo
podrán extenderse y producir efectos positivos duraderos si
el entorno social cambia de forma congruente14.

13. I. M. Lewis, Ecstatic Religión, 112s, 117, 128s; B. Wilson, Ma-


gic and the Millenium, St. Albans 1973, 348-383; S. Dubnow, The Begin-
nings: The Baal Shem Tow (Besht) and the Center in Podolia, en G. D.
Hunden (ed.), Essential Papers of Hasidism: Origins to the Present, New
York-London 1994, 25-57.
14. Cf. el testimonio de un psiquiatra implicado en la lucha por la in-
dependencia de Argelia: F. Fanón, Les damnés de la ierre, Paris 2002.
5
PLAUSIBILIDAD CONTEXTUAL
DE LA PRAXIS EXORCISTA DE JESÚS

Los estratos más antiguos de la tradición sobre Jesús


contienen una considerable cantidad de referencias al fenó-
meno de la posesión espiritual. La finalidad de este capítu-
lo consiste en hacer un elenco de estas referencias, inter-
pretarlas socioculturalmente y mostrar que son coherentes
con el contexto cultural del entorno mediterráneo antiguo y
de la Palestina del tiempo de Jesús. Al elaborar dicho elen-
co es preciso identificar y descontar las posibles dependen-
cias literarias; es decir, cuando un testimonio aparece en
más de una obra, pero existen razones literarias para creer
que unos autores o redactores lo han copiado de los otros,
sólo se contará una vez y, si es posible identificarla, en su
versión más antigua.
La mayor parte de los testimonios antiguos literariamen-
te independientes sobre la vida adulta de Jesús han cristali-
zado en los evangelios canónicos, donde aparecen ordena-
dos en forma de relatos biográficos. También encontramos
un pequeño número en la literatura apócrifa y en referen-
cias de las cartas apostólicas, los padres apostólicos y los
padres de la Iglesia. Sin embargo, si exceptuamos un dicho
del Evangelio de Tomás, cuyo sentido es dudoso, la mayoría
de las referencias a posesiones y exorcismos acaecidos en el
contexto del ministerio de Jesús se encuentran en los evan-
gelios canónicos.
106 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 107

Siguiendo a la mayoría de los exegetas neotestamenta- Me 1, 21-28 (par. Le 4, 31-37): Relato de exorcismo: en la
rios, presupongo la prioridad literaria del evangelio de Mar- sinagoga de Cafarnaún.
cos sobre los otros dos sinópticos, Mateo y Lucas, así como Me 1, 32-34 (par. Mt 8, 16; Le 4, 40-41): Sumario en el
la existencia de una fuente documental hoy perdida que ha- que se mencionan los exorcismos realizados por Jesús en Ca-
bría contenido el material común a Mateo y a Lucas que no farnaún.
proviene del evangelio de Marcos1. Dicho con otras palabras, Me 1, 39 (par. Mt 8, 23): Sumario en el que se mencionan
Mateo y Lucas habrían compartido dos fuentes literarias: el los exorcismos que hace Jesús por toda Galilea.
evangelio de Marcos, que ambos incorporan casi totalmente Me 3, 7-12: Sumario en el que se mencionan los exorcis-
mos de Jesús entre gente venida de diversas regiones. Mt 4,
en sus respectivas obras, y un documento al que los estudio-
24-25 y Le 6, 17-19, colocados antes de los sermones del mon-
sos denominan con la letra Q, formado básicamente por di-
te y del llano respectivamente, parecen expansiones y fusiones
chos atribuidos a Jesús. Así pues, aquellos testimonios que, de sumarios márcanos2.
además de estar en Marcos, aparecen también en Mateo y/o Me 3,15 (par. Mt 10, 1): Jesús elige a los Doce y les da po-
Lucas los consideraremos únicamente en su versión marca- der para que expulsen demonios.
na; y aquellos testimonios que aparecen en Mateo y Lucas, Me 3, 21-22a.30: Los familiares de Jesús le consideran
pero no en Marcos, los consideraremos como provenien- «fuera de sí» y los escribas de Jerusalén afirman que está poseí-
tes del documento Q. El elenco de referencias textuales que do por Belcebú (v. 22) y por un espíritu impuro (v. 30).
ofrezco a continuación sobre posesiones y exorcismos en el Me 3, 22b-29: Controversia sobre el origen del poder exor-
ministerio de Jesús está ordenado de acuerdo con estos pre- cista de Jesús.
supuestos, de modo que un texto que depende literariamente Me 5, 1-10 (Mt 8, 28-34; Le 8, 26-39): Relato de exorcis-
de otro se reseña en su misma línea, como texto paralelo. mo: el endemoniado de Gerasa.
Me 6, 7 (par. Le 9, 1): Jesús envía a los Doce dándoles po-
der sobre los espíritus impuros.
Me 6, 13 (par. Le 10, 17): Los Doce expulsan muchos de-
1. Testimonios sobre la posesión espiritual y la práctica
monios.
exorcista en el movimiento de Jesús
Me 7, 24-30 (par. Mt 15, 21-28): Relato de exorcismo (a
distancia): la hija de una mujer sirofenicia.
a) Marcos Me 9, 14-29 (par. Mt 17, 14-21; Le 9, 37-42): Relato de
Me 1, 9-11 (par. Mt 3, 13-17; Le 3, 21-22): En la escena exorcismo: un muchacho.
del bautismo, el Espíritu/espíritu de Dios/Espíritu Santo des- Me 9, 38-39 (Le 9, 49-50): Referencia a un exorcista que
ciende sobre Jesús. no pertenece al grupo de Jesús
Me 1, 12-13 (par. Mt 4, 1; Le 4, l-2a): El Espíritu/Espíritu Me 13,11: Jesús anuncia que Dios mismo o el Espíritu San-
Santo arrastra a Jesús al desierto para que sea tentado por Sata- to hablarán por sus discípulos cuando éstos comparezcan ante
nás/el diablo. las autoridades.

1. S. Guijarro, Dichos primitivos de Jesús. Una introducción al pro- 2. U. Luz, El evangelio según san Mateo I, Salamanca 1993, 250s; J.
to-evangelio de dichos Q, Salamanca 2004. A. Fitzmyer, El evangelio según Lucas I, Madrid 1987, 584s.
IOS Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 109

b) Documento Q Le 4, 39: Jesús increpa a la fiebre que aflige a la suegra de


Simón como si se tratara de un espíritu poseedor.
Q 4, 1-13 (Mt 4, 1-11): Jesús es tentado por el diablo. Le 7, 18-23: Jesús sana a muchos de malos espíritus ante
Q 7, 33 (Mt 11, 18): Se acusa a Juan el Bautista de estar los enviados de Juan.
poseído. Le 8, 1-3: Sumario: menciona a mujeres que han sido li-
Q 11, 14-15.17-20 (Mt 12, 25-28): Controversia sobre el bradas de demonios por Jesús y que le siguen junto a los Doce.
origen del poder exorcista de Jesús. Le 10, 18: Jesús ve a Satanás cayendo como un rayo.
Q 11, 24-26 (Mt 12, 43-45): El regreso de un espíritu im- Le 13, 10-13.16: Relato de exorcismo: Jesús libera a una
puro acompañado de otros siete. mujer a la que un demonio mantenía atada y le impedía ende-
Q 12,11-12 (Mt 10, 17-20): Jesús asegura a sus discípulos rezarse.
que el Espíritu Santo/de su Padre en ellos les enseñará lo que Le 13, 31-33: Ante el aviso de que Herodes le busca para
habrán de decir. matarlo, Jesús se reafirma en su intención de seguir sanando y
expulsando demonios.
c) Material propio de Mateo Le 22, 3: Satanás entra en Judas durante la última cena.
Le 22, 31: Jesús anuncia a Simón que será sacudido por
Mt 4, 23-25: Sumario en el que se menciona la sanación de Satanás.
endemoniados. Parece ser una fusión creativa de varios suma-
rios márcanos.
Mt 7, 22-23: Reproche de Jesús hacia quienes expulsan de- e) Material propio de Juan
monios en su nombre pero no cumplen su enseñanza (podría Jn 1, 32-34: Juan el Bautista da testimonio de haber visto
proceder de Q, con paralelo Le 13, 25-27, donde sin embargo al Espíritu descender sobre Jesús y permanecer sobre él.
no se habla de exorcismos). Jn 7, 20; 8, 48; 10, 19-21: Acusaciones contra Jesús de es-
Mt 9, 32-34: Relato de exorcismo: un poseído mudo (con- tar endemoniado.
siderado por casi todos los exegetas una reduplicación matea- Jn 13, 26-31: Satanás entra en Judas durante la cena de
na del marco narrativo de la controversia de Belcebú Mt 12, 22 despedida.
//Le 11, 14)3.
Mt 10, 25b: Dicho de Jesús: Si al dueño de casa le han lla-
mado Belcebú, ¡qué no llamarán a sus familiares/siervos! f) Testimonios dudosos
Me 6, 14-16 (par. Mt 14, 1-2; Le 9, 7-8); Me 8,27 (par. Mt
d) Material propio de Lucas 16, 13-14; Le 9,18-19): Opiniones que identifican a Jesús con
Juan el Bautista, Elias o algún profeta.
Le 1, 41: Isabel habla invadida por el Espíritu Santo. Me 13, 6 (par. Mt 24, 5; Le 21, 8): Anuncio de la venida de
Le 1, 67: Zacarías habla lleno del Espíritu Santo. personajes que pretenderán ser y hablar en nombre de Jesús.
Le 2, 25-28: Simeón habla lleno del Espíritu Santo. Logion 35 del Evangelio de Tomás: «Jesús dijo: No es posi-
3. U Luz, El evangelio según San Mateo II, Salamanca 2001, 95-97,
ble que alguien entre en la casa de un hombre fuerte y se apode-
340s; W. D. Davies-D. C. Allison Jr., The GospelAccording to Saint Matthew re violentamente de ella si no le ata las manos. Entonces podrá
II,Edinburghl991, 138. saquear la casa». Esta sentencia pertenece al estrato más antiguo
110 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 111

del Evangelio de Tomás, que muchos autores consideran ante- del fenómeno entre los colectivos subordinados durante
rior a los evangelios sinópticos. Existe una versión sinóptica de épocas de crisis o inestabilidad social. La situación de Gali-
este dicho que forma parte de la controversia de Belcebú, sobre lea en la época de Herodes Antipas (4 a.C-39 d.C.) podría
el poder exorcista de Jesús. Esta circunstancia sugiere que po- dar razón de estas condiciones. A la muerte de Herodes el
dría tratarse de una instrucción exorcista o apotropaica; no obs- Grande en el año 6 a.C, los romanos habían reconocido a su
tante, también podría tener otros significados. hijo Antipas como tetrarca de Galilea y Perea, donde gober-
nó hasta el año 39 d.C. Por primera vez en su historia, el te-
rritorio galileo, tradicionalmente rural y periférico, tuvo que
2. Coherencia con el marco antropológico acoger la sede de una corte local de tipo helenístico. Antipas
la instala primero en Séforis, expandiendo su casco urbano
En este apartado mostraré que los distintos tipos de testi- de forma significativa, y más tarde la traslada a la orilla oc-
monios sobre Jesús reseñados en el apartado anterior son co- cidental del lago, donde construye la nueva ciudad de Tibe-
herentes con el marco antropológico expuesto en la primera ríades. La necesidad de abastecer a una élite gobernante y a
parte del libro. De esta manera quedará probado que, inde- una población urbana hasta entonces inexistente tuvo nece-
pendientemente de si se ajustan o no a hechos históricos, sus sariamente que afectar a la economía de las familias campe-
contenidos serían significativos y comprensibles para cual- sinas4. Unas pocas conseguirían enriquecerse acumulando
quier persona socializada en una cultura donde la creencia tierras y explotándolas de forma más eficiente con criterios
en la posesión y la práctica exorcista estuvieran vigentes. La mercantilistas. Las familias más humildes, incapaces de in-
lectura antropológicamente contextualizada de estos textos vertir recursos para adaptarse a las nuevas circunstancias,
nos servirá en el capítulo 7 para determinar los aspectos más serían arrastradas por la ruina de los sistemas de producción
generales del significado sociocultural de la posesión espiri- e intercambio solidario tradicionales en los que hasta enton-
tual y la práctica exorcista en el movimiento de Jesús. ces habían fundamentado su supervivencia. Las propias pa-
Los sumarios sinópticos son creaciones literarias de los rábolas de Jesús constituyen un testimonio claro de la preo-
evangelistas que pretenden resumir o sintetizar la actividad cupación suscitada entre las gentes humildes por la amenaza
de Jesús en el conjunto de su ministerio o en determinadas de la deuda5. Dado que todos estos cambios políticos y so-
etapas del mismo. Sin embargo, los sumarios que he rese- cioeconómicos empiezan a producirse de una forma bastan-
ñado por incluir menciones a la actividad exorcista de Jesús
(Me 1, 32-34; 1, 39; 3, 7-12 y par.) añaden a la síntesis de 4. Cf. J. L. Reed, «La densidad de población de Galilea: urbanización
y economía», en Id., El Jesús de Galilea, Salamanca 2006, 87-129. M.
los relatos concretos de exorcismos narrados en los propios Aviam, First Century Jewish Galilee, en D. R. Edwards (ed.), Religión and
evangelios dos datos sumamente interesantes: 1) la abun- Society in Román Palestine. Oíd Questions, New Approaches, New York-
London 2004, 7-27, aquí 15-18, señala los indicios arqueológicos de una
dancia de casos de posesión negativa que parecen haber urbanización acelerada en Galilea en la época de Antipas.
existido en la Galilea del tiempo de Jesús, y 2) la fama de 5. Para un análisis sociológico de esta situación, cf. E. Miquel, La sub-
Jesús como sanador y exorcista. cultura campesina en el mensaje de Jesús: Ser dueño de un viñedo en la
Galilea de Antipas, en AA.W, La aportación de la antropología cultural al
La abundancia de casos de posesión negativa resulta co- estudio del Nuevo Testamento. XVIIIAsamblea Nacional de Biblistas (Aso-
herente con lo que sabemos acerca de la especial incidencia ciación de Biblistas Mexicanos 16), Guadalajara (México) 2007, 113-132.
112 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 113

te brusca, precisamente durante el tiempo de la vida de Je- Los sumarios evangélicos sugieren que la vía original de
sús, la probabilidad de que los casos de posesión negativa transmisión y difusión de esta fama fueron los propios pa-
que afectaban a los campesinos más pobres aumentaran de cientes tratados por Jesús y los testigos de sus sanaciones9.
forma significativa en esta época es muy grande. Así pues, vemos que, como ocurre con otros líderes de mo-
La fama de Jesús como exorcista está ampliamente ates- vimientos populares, Jesús atrajo a mucha gente gracias a
tiguada en el mundo antiguo, incluso en ámbitos culturales su capacidad taumatúrgica y exorcista.
paganos6. En el Nuevo Testamento encontramos varias refe- El exorcismo de la sinagoga de Cafarnaún (Me 1,21-28
rencias a exorcistas que invocan el nombre de Jesús como // Le 4, 31-37) tiene, en este mismo contexto, una impor-
medio eficaz para expulsar demonios. Dos de esas referen- tancia especial, pues corrobora la función legitimadora que
cias pertenecen a nuestro elenco: Me 9, 38s, donde se men- tales obras extraordinarias tienen para los líderes de movi-
ciona a un individuo que expulsa a los demonios en nombre mientos populares de renovación. Tanto la introducción a
de Jesús aunque no pertenece a su grupo, y Mt 7, 22s, que la escena (v. 21 -22) como la exclamación final de la gente
pone en boca del propio Jesús unas durísimas palabras de (v. 27) ponen de manifiesto que, en el imaginario cultural
condena para quienes profetizan, expulsan demonios y ha- de las sociedades mediterráneas del siglo I d.C, el poder de
cen obras extraordinarias en su nombre pero no cumplen su controlar espíritus podía servir para acreditar la autoridad
enseñanza moral. Otras dos referencias aparecen en el libro de las innovaciones propuestas por un líder popular. A dife-
de los Hechos de los apóstoles y están protagonizadas res- rencia de la enseñanza tradicional de los letrados, la ense-
pectivamente por Pablo (16, 18) y por unos judíos itineran- ñanza de Jesús produce desconcierto debido a su novedad,
tes identificados como los hijos del sumo sacerdote Esceva y por eso mismo necesita ser legitimada con una exhibición
(19, 13-16). Incluso en el caso de que Me 9, 38s y/o Mt 7, de poderes extraordinarios.
22 fueran creaciones postpascuales, todos estos testimonios Además del exorcismo realizado en la sinagoga de Ca-
confirman que la invocación del nombre de Jesús se consi- farnaún, figuran en nuestro elenco de textos otros cinco re-
deró muy pronto un medio poderoso para expulsar demo- latos de exorcismos más. Tres de ellos aparecen en el evan-
nios. Fuera de la literatura cristiana encontramos pruebas de gelio de Marcos y han sido incorporados por alguno de los
esta misma creencia en algunos papiros mágicos proceden- otros dos sinópticos en sus obras: el exorcismo del endemo-
tes de Egipto, donde también se invoca al espíritu de Jesús niado de Gerasa (5, 1-20), el de la hija de la mujer siriofeni-
junto con otros espíritus y divinidades paganas7. La inter- cia (7, 24-30) y el del muchacho (9, 14-27). Q sólo incluye
pretación más lógica de todos estos datos es que la fama de una referencia breve a un exorcismo (Q 11, 14), que se en-
Jesús como exorcista habría motivado que generaciones su- cuentra en el marco narrativo de la controversia de Belcebú.
cesivas de exorcistas buscaran el patronazgo de su espíritu8. Juan no narra ninguno. Tampoco Mateo ni Lucas amplían
de forma significativa el número de exorcismos; Mateo só-
6. G. H. Twelftree, Jesús the Exorcist, Tübingen 1993, 139-141. lo añade lo que parece ser un duplicado del exorcismo de Q
7. P. W. van der Horst, The Great Magical Papyrus of París (PMGIV)
and the Bible, en M. Labahn - B. J. L. Peerbolte (eds.), A Kind ofMagic, 9. G. Theissen, Colorido local y contexto histórico en los evangelios.
173-184. Una contribución a la historia de la tradición sinóptica, Salamanca 1997,
8. G. H. Twelftree, Jesús the Exorcist, 139-141. 112-118.
114 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 115

(Mt 9, 32-33), y Lucas, el de la mujer encorvada (Le 13, 10- que Satanás entró en Judas Iscariote. La traición de Jesús por
13.16). Además, Lucas describe la sanación de la suegra de uno de los miembros de su círculo más íntimo debió de su-
Simón (Le 4, 38-39) como si fuera un exorcismo. poner un golpe tan grande para la confianza del grupo de sus
Entre los pacientes poseídos de Jesús que aparecen en seguidores que sólo pudo ser asumido relativizando la res-
estos relatos hay una proporción apreciable de mujeres y ponsabilidad del traidor bajo el supuesto de la posesión.
adolescentes. Según la investigación antropológica, esto es Las acusaciones de estar endemoniado constituyen otro
lo previsible en sociedades patriarcales, como la judeopa- importante tipo de testimonio. Tenemos una en Marcos (3,
lestina del tiempo de Jesús. Aunque la referencia lucana a 22a), otra en Mateo (10,22b), tres en Juan (7,20; 8,48; 10,
las mujeres ex-endemoniadas que siguen a Jesús (Le 8, 1-2) 19-21) y otra en Q (Mt 11, 18 // Le 7, 33). Todas van diri-
podría ser una creación literaria del evangelista, ratifica no gidas contra Jesús, salvo la última, que tiene como blanco a
obstante la percepción social de que el sexo femenino es es- Juan el Bautista; y todas están insertas en el contexto litera-
pecialmente vulnerable a la posesión. rio de alguna controversia, que normalmente tiene a su vez
Al igual que ocurre en los sumarios, todas las posesiones un marco narrativo más o menos escueto. Estos testimonios
que Jesús trata en los relatos son negativas. Tanto en un tipo son coherentes con lo que la investigación antropológica
de textos como en el otro, Jesús parece presuponer que están constata acerca de la actitud habitual de las élites ante quie-
causadas por espíritus malignos que eligen a sus víctimas de nes, bajo el supuesto de estar poseídos por un espíritu cen-
forma arbitraria. Su actitud es la propia de un exorcista amo- tral, pretenden cambiar el statu quo.
ral: nunca indaga acerca del pasado moral del paciente o de La controversia de Belcebú, de la que tenemos varias
sus allegados ni equipara la sanación con el perdón. versiones, gira en torno a una acusación contra Jesús cuya
El único caso en el que Jesús asocia la agresión espiri- formulación difiere levemente de las anteriores. En esta oca-
tual con el mal moral es Le 22, 31s. Pero de lo que se trata sión se le reprocha expulsar a los demonios con la ayuda de
en este texto, probablemente postpascual, es de hacer res- Belcebú o del jefe de los demonios. Esto equivale a la impu-
ponsable a Satanás de las tentaciones a las que van a sucum- tación de practicar brujería, que, como la investigación an-
bir los discípulos durante el prendimiento, proceso y ejecu- tropológica señala, representa una de las estrategias más uti-
ción de Jesús. Aunque en época postexílica Satanás asume lizadas por las autoridades para condenar o desacreditar a
en muchas ocasiones el rango de jefe de los demonios, en la los exorcistas amorales. El rechazo de la práctica exorcista
tradición religiosa judía es el espíritu tentador por antono-
de Jesús por parte de las autoridades está también atestigua-
masia (Job 1-2; Zac 3,1-2), identificado con el diablo, y por
do por Le 13, 31-33. En este texto perteneciente al material
tanto total o parcialmente responsable de muchas de las de-
propio de Lucas, Jesús es informado de que Herodes le bus-
serciones acaecidas dentro del pueblo elegido (1 Cr 21, 1).
ca para matarlo. Los informantes no explican el porqué, pe-
También aparece con este papel en las escenas de las tenta-
ro la respuesta de Jesús reafirmando su intención de seguir
ciones de Jesús (Me 1, 12-13; Mt 4, 1-11; Le 4, 1-13). A di-
expulsando demonios y sanando denota que las razones eran
ferencia de estos textos, donde la agresión de Satanás no es-
obvias y estaban relacionadas con su actividad exorcista10.
tá descrita como una posesión, en los relatos de la pasión de
Lucas y de Juan (Le 22, 3; Jn 13,27) se nos dice claramente 10. S. Guijarro, El significado de los exorcismos de Jesús, 112-114.
116 Jesús y los espíritus Conlexto de la praxis exorcista de Jesús 117

Algunos textos de nuestro elenco informan sobre la re- do a tratar con el mundo de los seres espirituales. Termina-
lación positiva concreta establecida por el propio Jesús en- da la prueba, Jesús se comportará en lo sucesivo como un
tre su práctica exorcista y el tipo de propuesta innovadora experto en espíritus patrocinado por el Espíritu Santo que le
que pudo haber incomodado a los partidarios del statu quo. posee. Aunque es muy grande la probabilidad de que estos
La controversia de Belcebú en la versión ofrecida por Q relatos hayan sido literariamente elaborados de acuerdo con
vincula explícitamente los exorcismos realizados por Jesús imágenes y símbolos asociados a la tradición religiosa de Is-
con la llegada del reinado de Dios: «Si yo expulso los de- rael, su coherencia con lo que la antropología cultural iden-
monios con el espíritu/dedo de Dios es que el reinado de tifica como una posesión vocacional nos permite pensar que
Dios os ha alcanzado» (Q 11, 20). Si aceptamos que la no- reflejan el tipo de experiencia que motivó el inicio de la ac-
ción de reinado de Dios representa la meta a la que aspira y tividad pública de Jesús".
por la que trabaja el movimiento de Jesús, podemos ver La mención que hace Marcos acerca de la actitud y la
aquí un caso particular de movimiento popular innovador opinión de los parientes de Jesús, que «fueron para apresar-
liderado por un exorcista amoral. lo, porque decían que estaba fuera de sí» (3, 21), es cohe-
Otros testimonios que corroboran esta interpretación son rente con la apariencia intranquilizante que muchos expertos
aquellos que incluyen la práctica exorcista entre las activi- en espíritus exhiben durante sus experiencias en EAC. Esta
dades que realizan los discípulos para propagar el mensaje apariencia, que en muchos casos puede ser interpretada co-
del movimiento. Así, en los dos textos interdependientes de mo síntoma de una dolencia mental o de una posesión nega-
la elección y el envío de los Doce en el evangelio de Marcos tiva, es probablemente también el presupuesto subyacente al
(3, 13s; 6, 6b-7) y en sus paralelos (Mt 10, 1; Le 9, 1-2), Je- dicho «médico, cúrate a ti mismo» al que el Jesús lucano in-
sús instruye a los discípulos sobre su tarea y les da poder pa- tenta hacer frente durante su visita a Nazaret (Le 4, 23).
ra expulsar demonios. En el episodio lucano del envío de los Entre los dichos de nuestro elenco que los evangelios
setenta (Le 10, 1-12), los discípulos no reciben de Jesús el atribuyen a Jesús, hay varios que aparecen configurados co-
poder para expulsar demonios, seguramente porque el autor mo unidades literarias independientes. Tenemos, en efecto,
asume que ya lo tienen, pero a su vuelta afirman haber sido las tres parábolas sobre el hombre fuerte (Me 3,27 // Mt 12,
capaces de someterlos (10, 17). Jesús, por su parte, relacio- 29//EvTom 35; Le 10,21; Le 10, 22) y el dicho de Q sobre
na este éxito con la visión que ha tenido de Satanás cayendo el espíritu expulsado que regresa acompañado de otros sie-
desde el cielo como un rayo (10, 18). te espíritus (Mt 12, 43-45 // Le 11, 24-26). No es seguro
Los relatos del bautismo y las tentaciones de Jesús están que las parábolas sobre el fuerte se refirieran originalmen-
muy elaborados, pero todas sus versiones indican que nos te al fenómeno de la posesión y a la práctica exorcista. En
hallamos ante el proceso de una posesión iniciática o voca- las versiones sinópticas, es el contexto -la controversia de
cional: Jesús es poseído por el Espíritu Santo en una expe- Belcebú- lo que nos induce a postular una interpretación en
riencia de conciencia alterada (EAC) con visiones y audi- este sentido. El contexto literario del logion 35 del Evange-
ciones celestes, que la tradición sitúa en el contexto ritual lio de Tomás no aporta, sin embargo, ningún elemento que
de su bautismo. El Espíritu lo arrastra al desierto, donde pa-
sa un largo tiempo de sacrificios y dificultades aprendien- 11. P. F. Craffert, The Life ofa Galilean Shaman, 213-219.
118 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 119

apoye esta orientación interpretativa. No obstante, si la in- que uno de los profetas». Aunque en Me 6, 16 Heredes ex-
terpretación en clave de posesión espiritual fuera correcta, presa su temor ante la posibilidad de que Jesús sea Juan el
estaríamos probablemente ante una instrucción para exor- Bautista resucitado, lo que tenemos en este versículo segu-
cistas en la que se compara la persona poseída con una ca- ramente representa una burla marcana al carácter timorato
sa disputada entre quien la habita y un asaltante. Lo que no del tetrarca, pues la gente no podía ignorar que Jesús y el
resulta claro es a cuál de estos personajes habría que asimi- Bautista habían coincidido en el tiempo e incluso se habían
lar el espíritu poseedor y a cuál el exorcista (o el espíritu conocido. El presupuesto que subyace a la hipótesis de la
con el que el exorcista está aliado)12. identidad entre Jesús y el Bautista no parece ser otro, pues,
El dicho Q 11, 24s sobre el espíritu expulsado que retor- que la posesión de Jesús por el espíritu del aoros Juan15.
na con otros siete peores que él es, probablemente, una pieza Existe un tercer texto, Me 13, 6 y paralelos, que también
de sabiduría exorcista popular13 que ilustra plásticamente al- podría referirse a posesiones por un aoros, aunque en este
guna forma de posesión resistente. Si esto es así, tenemos un caso se trataría del aoros Jesús. Dicho texto es un aviso pro-
elemento más para pensar que la estructura y dinámica so- fético puesto en boca de Jesús y dirigido contra quienes «en-
cial de la Galilea del tiempo de Jesús contribuían a extender gañosamente dirán: 'Yo soy', extraviando a muchos». No es
y perpetuar el fenómeno de la posesión negativa, bien por- impensable que Marcos estuviera rechazando aquí a per-
que propiciaban su propagación, bien porque dificultaban la sonas que pretendían hablar o actuar poseídas por el espí-
reintegración duradera de los ex-posesos exorcizados. ritu de Jesús. Sabemos, de hecho, que en otras comunidades
En la tradición marcana incorporada por Mateo y Lucas cristianas la posesión por el espíritu de Jesús fue una expe-
a sus respectivos evangelios encontramos algunos textos que riencia religiosa frecuente y altamente valorada (Rom 8,9c-
podrían presuponer la creencia, frecuentemente señalada 10; Gal 2, 20; 4, 6; Flp 1,19).
tanto por antropólogos como por historiadores, según la cual En la tradición sinóptica, sin embargo, las únicas pose-
los espíritus de los muertos, sobre todo de los muertos a des- siones positivas postpascuales, las referidas en Me 13,9-11
tiempo (aoroi), pueden poseer a personas vivas14. El prime- y Q 12, lis, son posesiones por el espíritu de Dios o el Es-
ro de estos textos es Me 8,28, donde se recogen las distintas píritu Santo. En estos textos Jesús asegura a sus discípulos
opiniones que la gente tiene acerca de la identidad de Jesús: que, cuando sean perseguidos y conducidos ante las autori-
«unos dicen que es Juan el bautista, otros que Elias y otros dades, dicho espíritu hablará por ellos.
Otras posesiones positivas que la tradición cristiana pri-
12. La mayor parte de los exegetas neotestamentarios identifican al
asaltante con el exorcista Jesús. Cf., por ejemplo, P. Sellew, Beelzebul in mitiva relaciona con el entorno de Jesús son las de Isabel
Mark 3. Dialogue, Story ofSaying Cluster?: Forum 4.3 (1988) 93-108, (Le 1,41-45), Zacarías (Le 1, 67-79) y Simón (Le 2, 25-32),
aquí 106. Pero también cabe pensar que el dicho pretende explicar por qué
las personas con un alma débil son fácilmente presas de espíritus posee-
en los relatos lucanos del nacimiento y de la infancia de Je-
dores. Ésta es la interpretación preferida por quienes leen el logion 35 en sús. Estos personajes hablan acerca de la identidad y el des-
un contexto gnóstico o encratita; cf. A. D. Deconick, The Original Gospel tino de Jesús poseídos por el Espíritu Santo, acreditando de
ofThomas. With a Commentary and New English Translation ofthe Com-
plete Gospel, London-New York 2006, 147s. esta manera, en el contexto de la tradición religiosa de Is-
13. P. Sellew, Beelzebul in Mark 3, 102.
14. K. B. Stratton, Naming the Witch, 118s. 15. M. Smith, Jesús the Magician, New York 1978, 33s.
120 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 121

rael, el origen divino de su futura misión. Lucas ha reforza- rituales, donde resulta fácil de controlar. Por el contrario, el
do la centralidad de estas credenciales situando en el propio hecho de que las posesiones negativas sirvan con frecuencia
Templo de Jerusalén dos de los pronunciamientos inspira- para canalizar la protesta social de los colectivos subordina-
dos, y poniendo uno de ellos en boca de un sacerdote. dos las convierte en extremadamente sospechosas para las
Las reflexiones precedentes nos permiten concluir que, élites gobernantes, que suelen negar su autenticidad o darles
leídos en el marco cultural adecuado, los testimonios rese- una interpretación disuasoria -la posesión supone un cas-
ñados en nuestro elenco son todos ellos significativos y tigo divino dirigido contra las víctimas o sus allegados por
comprensibles. El tipo de marco que les da coherencia sig- faltas que han cometido, o es resultado de la brujería-.
nificativa es el de una sociedad preindustrial patriarcal don- A las consideraciones generales precedentes hay que
de la creencia en la posesión y la práctica exorcista sean añadir el dato de que, en las sociedades antiguas, la escritu-
elementos vigentes de su mundo cultural. ra era una actividad casi exclusiva de las élites sociales y de
los estratos superiores de su clientela; por tanto, la mayor
parte de los documentos que han llegado hasta nosotros re-
3. Coherencia con el marco histórico flejan la perspectiva sesgada de este sector. No es, pues, ex-
traño que la información escrita que poseemos sobre el fe-
En el apartado anterior he mostrado que todos los testi- nómeno de la posesión se refiera sobre todo a los aspectos
monios evangélicos sobre el fenómeno de la posesión y la del mismo que interesan a las autoridades y a los partida-
práctica exorcista son coherentes con los conceptos y mode- rios del statu quo, a saber, las posesiones rituales por espíri-
los antropológicos expuestos en los tres primeros capítulos. tus centrales, las acusaciones de falsedad, charlatanería, cul-
Aquí revisaré las principales evidencias conocidas acerca de pabilidad o brujería dirigidas contra posesos y exorcistas de
este mismo fenómeno en el contexto histórico de Jesús16. baja extracción social o políticamente peligrosos, y los pro-
La valoración de este tipo de evidencias debe tener en cedimientos exorcistas que incluyen la confesión de faltas
cuenta, sin embargo, las condiciones socioculturales que li- por parte de la víctima y ritos de purificación o perdón.
mitan su producción y condicionan la selección de sus con- Un factor cultural propio de la civilización grecorroma-
tenidos. Como vimos en páginas anteriores, la actitud de na que probablemente contribuyó a inhibir el interés por el
los distintos colectivos sociales ante el fenómeno de la po- fenómeno de la posesión entre las capas helenizadas y alfa-
sesión no es uniforme. Habitualmente las autoridades tie- betizadas del Imperio, relegándolo a las clases bajas, es el
nen interés en que el acceso a las posesiones positivas por ideal moral del autocontrol17. En efecto, parece ser que la in-
espíritus centrales se limite a personas de su propio estatus teriorización de este ideal predispone a los sujetos en contra
o de su clientela. En las sociedades donde el contacto con lo de todas aquellas formas de contacto con lo divino que im-
trascendente a través de la posesión está limitado a especia- plican la pérdida del dominio sobre el propio cuerpo. Esta
listas religiosos, este contacto suele restringirse a contextos
17. F. E. Brenk, In the Light ofthe Moon: Demonology in the Early Im-
16. Para un elenco de los testimonios más importantes, cf. J. Chapa, perial Period: ANRW 2.16.3 (1983) 2068-2145, afirma que la distancia en-
Exorcistas y exorcismos en tiempos de Jesús, en R. Aguirre (ed.), Los mila- tre la literatura filosófica y sofisticada que trata ocasionalmente estos temas
gros de Jesús. Perspectivas metodológicas plurales, Estella 2002, 121-146. y las creencias populares al respecto parece haber sido inmensa (p. 2142s).
122 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 123

tesis se ve corroborada por el hecho de que, a excepción de Los colectivos subordinados de las culturas donde está
los oráculos institucionalizados, ningún culto oficial greco- vigente la creencia en la posesión suelen tener un interés
rromano incorporaba rituales de posesión, y que las personas muy vivo por el fenómeno, pero la dificultad que en la An-
en estado de trance que actuaban como médiums en dichos tigüedad tenían para acceder a la práctica literaria explica la
oráculos eran mujeres o niños de baja extracción social. El escasez de documentos antiguos que lo reflejen. Los datos
tipo de trance inducido en ellos y las costumbres rituales vi- históricos que mejor atestiguan este interés son los numero-
gentes impedían a los médiums transmitir mensajes claros de sos objetos arqueológicos que parecen haber sido utilizados
los dioses. Su papel se limitaba a emitir palabras ambiguas o con fines apotropaicos o rituales20. Ciertamente, la determi-
incoherentes que necesitaban ser interpretadas por especia- nación del uso que pudo haber tenido un resto arqueológico
listas religiosos de un estatus social superior18. resulta en muchos casos dudosa, pero cada vez son más los
El mayor corpus de testimonios anteriores a nuestra era especialistas que asignan usos mágico-religiosos a objetos
relacionados con el fenómeno de la posesión lo constituyen hasta hace poco clasificados como juguetes o adornos (col-
las numerosas tablillas de origen mesopotámico en las que gantes, figuritas, sellos, etc.).
se describen distintas actuaciones rituales y fórmulas de ca- Aparte de las tablillas mesopotámicas, el conjunto de
rácter apotropaico y exorcista19. La producción de estas ta- objetos antiguos más claramente relacionados con la pose-
blillas parece extenderse sin interrupción desde el tercer o sión negativa y la práctica exorcista lo constituyen los lla-
segundo milenios a.C. hasta el final de la época Aqueméni- mados «papiros mágicos» procedentes del Egipto romano.
da (330 a.C). La práctica de estos rituales estaba en manos Se trata de documentos o fragmentos escritos con diversos
de un personal especializado que operaba en contextos reli- tipos de instrucciones, recetas, conjuros y encantamientos.
giosos institucionalizados y tenía como finalidad sanar dis- Los contenidos revelan que muchos de ellos fueron utiliza-
tintos tipos de dolencias atribuidas a la acción agresiva de dos en el contexto de rituales exorcistas o como amuletos
los demonios. En las tablillas están reflejados los tres tipos protectores frente al ataque de espíritus malignos. La mayor
de etiología de la posesión estudiados por la antropología: parte de los papiros mágicos están datados entre los siglos
II y III d.C. pero, si tenemos en cuenta que apenas se con-
la causada por espíritus malignos caprichosos, la enviada
servan papiros anteriores al siglo II d.C, no es arriesgado
como castigo por los espíritus centrales y la producida por
pensar que las prácticas en ellos atestiguadas puedan ser
las malas artes de los brujos. Aunque este corpus es ante-
bastante más antiguas21.
rior a la época que nos ocupa, las influencias de la civiliza-
ción mesopotámica en la tradición bíblica y de la cultura El ministerio de Jesús se sitúa en un tiempo intermedio
persa en el judaismo postexílico permiten suponer que las entre los dos periodos históricos de la Antigüedad que pro-
creencias sobre los demonios en él presupuestas se hallaban dujeron un mayor número de datos sobre prácticas exorcis-
tas: aquel en que se fabricaron las tablillas mesopotámicas,
plenamente incorporadas en la visión cultural del mundo de
que llega hasta el comienzo de la época helenística (300 a.C.
la Palestina judía del tiempo de Jesús.
20. E. Koskenniemi, The Oíd Testament Miracle- Workers in Early Ju-
18. J.-H. Klauck, The Religious Context ofEarly Christianity, 184-196. daism, Tübingen 2005, 220.
19. Cf. E. Sorensen, Possession and Exorcism, 18-46. 21. E. Sorensen, Possession and Exorcism, 117, n. 217.
124 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 125

aproximadamente), y el periodo en que se elaboraron los pa- papiro. Así como creemos que en Egipto se hacían contra-
piros mágicos, que empieza no más tarde del 200 d.C. En el tos matrimoniales, comerciales o de arrendamiento mucho
intervalo intermedio este tipo de datos no desaparece, pero antes de que empezaran a quedar registrados en papiros,
disminuye de forma apreciable. La situación puede expli- también es razonable suponer que las prácticas reflejadas
carse, sin embargo, en función de las variaciones temporales en los papiros mágicos habían estado vigentes entre los co-
y geográficas del interés por el fenómeno de la posesión en- lectivos populares mucho antes de que sus fórmulas y pro-
tre los distintos sectores sociales. En efecto, si tenemos da- cedimientos rituales empezaran a ponerse por escrito.
tos procedentes de Mesopotamia hasta los comienzos de la Tras esta sucinta referencia a los dos grandes corpus de
época helenística es porque hasta ese momento los sistemas testimonios antiguos, debemos volver la atención sobre otros
religiosos políticamente sancionados en la zona incluían di- datos de carácter más heterogéneo, pero cultural o temporal-
versas formas de práctica exorcista. Las tablillas mesopotá- mente más próximos al ministerio de Jesús.
micas reflejan la actividad institucionalizada de funcionarios La posesión positiva aparece atestiguada en la Antigüe-
religiosos que sabían leer y escribir, y que tenían interés en dad tanto en el ámbito cultural judío como en el pagano. En
registrar sus conocimientos. Los exorcistas y sanadores po- la tradición religiosa judía encontramos numerosos testimo-
pulares que seguramente existieron en esta misma época y nios acerca de la posesión de profetas, líderes carismáticos
zona geográfica no han dejado documentos. Cuando dismi- y sabios por el Espíritu Santo o Espíritu de Dios (por ejem-
nuye el interés de las élites mesopotámicas por la práctica plo, Nm 11, 16-17.24-30; Jue 3, 10; 11, 29; 14, 6.19; 15,
exorcista, proceso que coincide con su helenización, desa- 14; 1 Sm 10,4-6.9-11; 16, 13; 19, 18-23; Dn 5,12; 6,4). Las
parecen o disminuyen también los ritos exorcistas oficiales relecturas que muchos autores judíos de la época helenístico-
y con ellos la evidencia escrita producida por los exorcistas romana hacen de estos pasajes insisten en describir las ac-
que estaban al servicio de estas élites. tuaciones extraordinarias de sus personajes en clave de po-
La desaparición o disminución de este tipo de evidencia sesión positiva por el espíritu central del judaismo. Así, por
escrita no implica, sin embargo, que la creencia en los es- ejemplo, en el Liber Antiquitatum Biblicarum, escrito entre
píritus poseedores y las prácticas exorcistas populares se las dos guerras judías contra Roma, se dice que el Espíritu
hubieran extinguido. Tales creencias y prácticas pudieron Santo vino sobre el juez Kenaz y permaneció en él, le puso
mantener su vigencia durante siglos, al margen de los cul- en éxtasis y profetizó (28, 6-9). Filón de Alejandría, un fi-
tos públicos políticamente sancionados; una vigencia que lósofo judío helenizado contemporáneo de Jesús, describe
no habría empezado a dejar rastros visibles para la posteri- a Moisés como un profeta inspirado y poseído por Dios (Vi-
dad hasta que el uso de la escritura se generalizó entre el es- dadeMoisés 1, 173-175.191-209.211). Según este autor, es
trato superior del sector popular. Como he indicado más precisamente la posesión divina lo que capacita a Moisés pa-
arriba, los primeros papiros mágicos conservados datan de ra realizar las obras extraordinarias que le atribuye la histo-
la misma época en la que el papiro empieza a ser utilizado ria bíblica (2, 250-257.258-263.263-292). Pero lo más inte-
por amplios sectores de la sociedad egipcia. Por tanto, si no resante del pensamiento de Filón sobre la posesión divina es
tenemos papiros mágicos más antiguos esto se debe proba- que no relega este fenómeno a los tiempos fundacionales del
blemente a que en épocas anteriores apenas se escribía en judaismo, sino que lo reconoce como algo relativamente fre-
126 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 127

cuente en sus días. Así, en su tratado Quién es el heredero de rencia de la República (siglo IV a.C.) en la que Platón alude
las cosas divinas, anima a sus lectores a que se liberen de to- burlonamente a los sacerdotes mendicantes y adivinos que
do lo sensible y se dejen llevar por la divinidad, como hacen hacen conjuros y afirman poder conminar a los dioses para
los posesos, coribantes y profetas (Her. 69-70). En otras pa- causar daño a los enemigos de sus clientes (Rep. 364c). El to-
labras, Filón entiende la unión mística como una posesión. no despectivo del autor y la información que aporta sobre lo
En el ámbito de la religión oficial grecorromana, los úni- que parecen ocurrencias normales de la vida cotidiana indi-
cos ejemplos de posesión positiva son, como ya indiqué an- can que los sectores populares de la Atenas clásica creían en
teriormente, las que afectaban a las médiums de los oráculos la posibilidad de que los dioses agredieran sin razón moral
tradicionales (Delfos, Crotona etc.). Sin embargo, en el con- alguna a individuos concretos y que un supuesto experto en
texto de las festividades en honor a Dioniso/Baco y Cibeles espíritus fuera capaz de dominarlos y dirigir sus agresiones.
tenían lugar ciertos ritos que favorecían las experiencias ex- Los testimonios no cristianos sobre posesiones negativas
táticas entre sus participantes y que eran habitualmente in- y exorcismos más claros y más próximos al cristianismo de
terpretados en términos de posesión divina. Aunque estas los orígenes son los que se encuentran en las obras de Flavio
celebraciones fueron generalmente toleradas por las élites Josefo y Plutarco23. Flavio Josefo procede de la aristocracia
gobernantes del mundo romanizado, siempre tuvieron un ca- sacerdotal de Jerusalén, pero escribe desde la corte imperial
rácter marginal. No sólo eran consideradas religiones impor- en Roma, durante la segunda mitad del siglo I d.C. Sus des-
tadas y, por tanto, vergonzosamente ajenas al valor grecorro- tinatarios son sin duda miembros de la élite social y política
mano del autocontrol, sino que además la mayor parte de sus romana. En uno de los episodios de sus Antigüedades judías
adeptos fueron siempre personas de bajo estatus social: mu- (8.46-9) narra un exorcismo realizado por el judío Eleazar
jeres, inmigrantes, esclavos22. En algunos lugares y momen- ante el general Vespasiano y el propio Josefo24. La técnica
tos estuvieron temporalmente prohibidas o sometidas a es- consiste en hacer aspirar al poseso el aroma procedente de
peciales medidas de vigilancia y control. una raíz prescrita por el propio rey Salomón para estos casos,
Aunque los testimonios más claros sobre posesiones ne- al tiempo que se conjura al demonio para que abandone de-
gativas y prácticas exorcistas escritos en griego, y anteriores finitivamente a su víctima. Plutarco es un noble griego que
a los papiros mágicos, son precisamente los evangelios si- vive en Queronea entre los años 45 y 125 d.C. aproximada-
nópticos, hay indicios sólidos de creencias y prácticas seme- mente. En uno de sus escritos pertenecientes a la colección
jantes en las tradiciones culturales del entorno. En la tra- Quaestiones convivales {Mor. 706E) compara el uso de la po-
dición griega anterior a nuestra era, la intervención de los esía antigua en los banquetes con la práctica de los magos de
dioses o daimones en la vida de los hombres apenas está do- hacer recitar «fórmulas efesias» a los endemoniados.
cumentada fuera de los mitos y las tragedias. Éstos prueban
que la gente corriente estaba familiarizada con esa idea, pe- 23. Hay también relatos de exorcismos en la biografía de Apolonio de
ro no nos permiten saber hasta qué punto la utilizaban para Tiana escrita por Filóstrato en el siglo II (VitaAp. 3. 38; 4. 10; 4. 20), que
no considero aquí debido a su fecha tardía.
interpretar su propia realidad. Existe, sin embargo, una refe- 24. D. C. Duling, The Eleazar Miracle and Solomon s Magical Wis-
dom in Flavius Josephus's Antiquitates Judaicae 8.42-49, The Harvard
22. E. de Martirio, La tierra del remordimiento, Barcelona 1994, 219ss. Theological Review 78 (1985) 1-25.
128 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 129

La relevancia de estos dos testimonios es muy grande nado por su ansia de placer. Daniel ora por él y le prescribe
pues ambos proceden de individuos pertenecientes a la élite un estricto régimen de penitencia. Tras reconocer su iniqui-
social y parecen asumir que sus lectores saben perfectamen- dad y ser perdonado, el rey recupera la salud.
te de qué clase de fenómenos y prácticas se les está hablan- En la literatura intertestamentaria encontramos otros re-
do. De ello se deduce que la creencia en la posibilidad de la latos de exorcismos que no aparecen en ninguna versión co-
posesión se hallaba difundida incluso entre las clases altas nocida de la Biblia, pero que tienen como protagonistas
judías y griegas, y que nadie ignoraba la existencia de indi- personajes bíblicos. Tal es, por ejemplo, el caso del exor-
viduos supuestamente capaces de liberar a los posesos. cismo del joven Abrahán narrado en Jubileos (11,11-24),
En la Biblia hebrea sólo hay dos referencias claras a espí- una obra escrita en el siglo II a.C. con gran resonancia en la
ritus malignos poseedores y a prácticas exorcistas: el mal es- biblioteca de Qumrán. La imagen de Abrahán como un ex-
píritu enviado por Dios para que agite a Saúl y que David perto controlador de demonios está presente no sólo en Ju-
exorciza con su música (1 Sm 16, 14-23), y el demonio que bileos y Génesis Apócryphon, sino también en el Apocalip-
mata a los pretendientes de Sara y es exorcizado por Tobías sis de Moisés, escrito poco después del año 70 d.C.
con el humo producido al quemar el corazón y el hígado del Los personajes bíblicos que de forma más clara encarnan
pez (Tob 6, 8.17-19). En la literatura intertestamentaria, sin el prototipo del exorcista judío en la época intertestamentaria
embargo, el número de este tipo de referencias se incremen- son, sin embargo, David y Salomón. El autor del Líber Anti-
ta notablemente. Entre las más explícitas encontramos los re- quitatum Biblicarum, conocido como Pseudo-Filón, funda-
latos de exorcismos incluidos en obras judías de la época he- menta el poder exorcista de David en los conocimientos cos-
lenístico-romana25. Algunos de ellos son reinterpretaciones mológicos que Dios le ha concedido. Tales conocimientos le
en clave exorcista de prodigios o actos taumatúrgicos narra- permiten identificar a los espíritus y conminarles de la forma
dos en la Biblia. Así, por ejemplo, el Génesis Apócryphon, un adecuada mediante encantamientos acompañados de música.
texto arameo del siglo I a.C. hallado en Qumrán, reinterpre- En Qumrán se han encontrado salmos y encantamientos cu-
ta la historia de Abrahán en Egipto (Gn 12,10-20) imaginan- yo contenido parece indicar que eran usados precisamente de
do que la plaga que aflige al faraón por haber tomado a Sara este modo. Es, pues, razonable pensar que los exorcismos
está causada por un espíritu poseedor. El autor desarrolla aún de David descritos por el Pseudo-Filón son reflejo de prácti-
más la historia haciendo que sea el propio patriarca compa- cas exorcistas vigentes en la Palestina del siglo I d.C.26
decido quien invoque el perdón de Dios y libere al faraón La idea de que es el conocimiento cosmológico conce-
(lQapGen 20, 16-19). En la colección judía de Vidas de los dido por Dios lo que da a sus elegidos la capacidad de hacer
profetas, escrita en el siglo I de nuestra era, la sanación bíbli- exorcismos está apuntada en el libro de la Sabiduría (7, 17-
ca de Nabucodonosor por parte de Daniel (Dn 4) es descrita 21), donde se atribuye a Salomón, el rey sabio hijo de Da-
como un exorcismo. Según Vita Pro. 4, 1-20, la enfermedad vid, el conocimiento del funcionamiento o comportamien-
está producida por un espíritu animal, y la razón última de la to de todos los fenómenos y seres del universo, entre los que
posesión son las faltas morales del monarca, que vive domi- 26. D. C. Duling, Salomón, Exorcism, and the Son of David: The
Harvard Theological Review 68 (1975) 235-252; E. Koskenniemi, The Oíd
25. E. Koskenniemi, The OídTestament Miracle-Workers, 48. Testament Miracle-Workers, 222.
130 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 131

se cuentan «la violencia de los espíritus y los pensamientos ra judía intertestamentaria refleja de forma inequívoca un
de los hombres». gran interés por el mundo de los espíritus malignos. Desta-
Este mismo Salomón es el protagonista del llamado Tes- can a este respecto el Libro de los vigilantes (7 Enoc 1-36)
tamento de Salomón, un manual de teología mágica que con- -incluido en la colección que constituye el Primer libro de
tiene la demonología judía más completa de la Antigüedad27. Enoc-, el libro de los Jubileos (10, 1-14; 5, 1-11; 7, 20-33)
Consta de un escueto marco narrativo donde se sitúa una lar- y la mayor parte de la literatura producida en Qumrán. To-
guísima secuencia de diálogos; en ellos el rey interroga a los dos estos escritos comparten una explicación de los orígenes
distintos demonios obligándoles a confesar el tipo de da- del mal, que en unos casos se presenta como alternativa y en
ño que cada uno inflige sobre las personas, la identidad del otros como complementaria a la versión del Génesis (Gn 3);
ser angélico que es capaz de dominarle y los ritos, técnicas en ella se incluye la etiología de los espíritus malignos. Se-
o sustancias que tienen el poder de ahuyentarle. Resulta de gún esta concepción, una parte de los seres angélicos trans-
gran interés la información que proporciona acerca de cómo gredieron el orden impuesto por Dios, dando origen al mal
eran popularmente concebidas las relaciones de poder entre moral, al conflicto cósmico y al sufrimiento. Estos ángeles
los diversos seres espirituales. Vemos, por ejemplo, que los traspasaron los límites que tenían asignados y tuvieron rela-
demonios están sometidos a una estricta jerarquía y que el ciones sexuales con las hijas de los hombres. De ellas nació
ángel o el exorcista que domina a uno de ellos controla a to- la raza de los gigantes, unos seres extremadamente voraces
dos los que éste tiene por debajo. Así, el arcángel Miguel que, de no haber perecido pronto víctimas de su propia vio-
obliga al jefe de los demonios a que comparezca ante Salo- lencia -según unas versiones- o de la acción de los ángeles
món, y a su vez el rey Salomón obliga al jefe de los demo- buenos -según otras-, habrían acabado con toda la vida so-
nios a que haga comparecer ante él, uno a uno, a todos sus bre la tierra. Las almas de los gigantes muertos son los espí-
subordinados. Aunque la última redacción de la obra tiene ritus malignos que agreden a la humanidad con toda clase de
evidentes influencias cristianas, muchos investigadores afir- dolencias y tentaciones. Pero además de ser responsables
man que el núcleo literario formado por los materiales más de la generación de los espíritus malignos, los ángeles rebel-
antiguos podría reflejar creencias demonológicas y prácticas des también son parcialmente culpables del mal moral, pues
enseñaron a los hombres conocimientos extremadamente
exorcistas judías del siglo I d.C.28
perjudiciales, como la magia, la cosmética y el arte de la gue-
Además de las referencias concretas a la posesión nega- rra. Armados con dichos conocimientos, las criaturas huma-
tiva y a la práctica exorcista que he mencionado, la literatu- nas se convirtieron en nuevas fuentes de males: idolatría, vi-
cios y sufrimiento. Aunque finalmente las huestes angélicas
27. Según la clasificación de P. S. Alexander, a diferencia de los libros
de recetas mágicas, los manuales de teología mágica tratan sobre todo de la fieles a Dios vencieron y encadenaron a la mayoría de los án-
cosmología o visión del mundo en la que se sustentan las prácticas mágicas; geles culpables, una parte de ellos sigue en libertad, contri-
P. S. Alexander, Contextualizing the Demonology ofthe Testament ofSolo-
mom, en A. Lange-H. Lichtenberger-K. F. D. Rómheld (eds.), Die Damonen
buyendo junto a los espíritus malignos a incrementar conti-
/Demons, Tübingen 2003, 613-635. nuamente el mal en el mundo.
28. D. C. Duling, Testament ofSolomon. A New Translation andlntro-
duction, en J. H. Charlesworth (ed.), The Oíd Testament Pseudopigrapha. En estos y otros escritos judíos de la época helenístico-
Apocalyptic Literature and Testaments, London 1983,935-987, espec. 941s. romana aparecen frecuentes referencias a lo que podríamos
132 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 133

describir como posesiones negativas de carácter moral; es lignos que afligen a la gente corriente con distintos tipos de
decir, agresiones de espíritus malignos que inducen en la dolencias, sino la derrota moral del judaismo frente a la for-
persona agredida deseos perversos. Estos espíritus poseedo- ma de vida de los gentiles. Todo parece indicar que los co-
res son supuestamente capaces de apoderarse del espíritu de lectivos sociales representados por estos escritos experimen-
las personas y corromperlo con todo tipo de vicios. En algu- tan de forma muy aguda el desmoronamiento del sistema
nos textos aparecen descritos como personificaciones de las de normas y valores tradicionales en el que se encarnaba su
diversas formas en las que el ser humano experimenta la in- concepción del bien. La amplitud y globalidad del derrum-
clinación a hacer aquello que la moral común compartida o be moral es percibida con una agudeza tal que sólo pueden
la conciencia moral le prohibe (Test. Rubén 2; Test. Simón 3; explicarla apelando a un enfrentamiento de dimensiones
Test. Dan 3). Correlativamente, los vicios son concebidos cósmicas entre el Bien y el Mal. Este enfrentamiento opone
como dolencias del alma producidas por agentes externos al al Dios de Israel, a sus ángeles y a los israelitas «fieles» que
sujeto, y las faltas morales, como síntomas externos de esas no se han dejado corromper por las costumbres de los gen-
dolencias espirituales (1QS IV, 23-26; TQ 54). Ante el aco- tiles, contra los ángeles rebeldes, demonios, espíritus malig-
so moral de los espíritus malignos los textos proponen dis- nos, gentiles e israelitas «infieles».
tintos remedios: el recurso a las artes médicas o exorcistas Ahora bien, el hecho de que las nociones de «israelita
que la sabiduría divina o algún ángel de Dios habría revela- fiel» e «israelita infiel» varíen de un escrito a otro sugiere
do a personajes de su elección (Jub. 10,10-14)29, las invoca- que estamos ante la producción literaria de un judaismo di-
ciones a Dios en busca de auxilio y protección (Jub. 10, 1-6; vidido en su respuesta moral y religiosa frente al dominio
12, 20; Test. Simón 3), y la práctica preventiva de una vida político y cultural de la civilización grecorromana. En este
ascética y ordenada de acuerdo con la Ley (ej. Test. Rubén 4, contexto, la identificación de los vicios con formas de po-
7-11; Test. Simón 5, 1-3; Test. Isacar 4; 7). El distancia- sesión demoníaca parece estar motivada más por el afán de
miento respecto a la Ley y la ausencia del temor de Dios ha- asociar las costumbres y prácticas de los oponentes al ban-
cen a la persona vulnerable a los ataques de los demonios, do del Mal, que por aligerar la responsabilidad moral del
quienes de este modo consiguen apoderarse de su voluntad ser humano en general. En efecto, no parece casualidad que
(ej. Test. Neftalí?,; Test. Gad3). los vicios más denostados y más claramente asociados a la
La presencia más abundante de la acción de los espíri- posesión demoníaca sean precisamente aquellos que los
tus malignos en la literatura intertestamentaria en compa- propios escritos atribuyen a los gentiles: idolatría, brujería,
ración con la literatura bíblica anterior coincide con un de- promiscuidad, violencia y arrogancia (Jub. 22, 11-23; Test.
sarrollo o fortalecimiento de las tendencias dualistas en el Leví 23; Test. Dan 5, 5-6).
pensamiento judío. No obstante, la preocupación fundamen- Como indica la investigación antropológica, otra forma
tal de este dualismo no es la existencia de los espíritus ma- recurrente de asociación entre mal moral y posesión negati-
va es la que considera que la causa original de ésta es la
29. Sobre el interés de la comunidad de Qumrán en la práctica exor- transgresión moral. Esta interpretación, que en su momento
cista, cf. E. Eshel, Genres of Mágica! Texts in the Decid Sea Scrolls, en A.
Lange-H. Lichtenberger-K. F. D. Romheld (eds.), Die Damonen /Demons, identificamos como la preferida por los terapeutas religiosos
395-415. morales, también se encuentra atestiguada en la Antigüedad.
134 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús 135

Los testimonios más antiguos los constituyen las tablillas partes de espíritu malo (luz y tiniebla), y que la proporción
mesopotámicas en las que se describe el ritual exorcista para entre ambas partes determinaba el comportamiento moral
los casos de dolencias espirituales producidas por las faltas del sujeto, la intención de tales exámenes sería muy pareci-
de la víctima. En estos casos, el especialista religioso recurre da a la que dirige los procedimientos de los exorcistas mo-
a la confesión del paciente y pide a los espíritus centrales el rales: averiguar, mediante la confesión del paciente o la in-
perdón de sus pecados. Algunas inscripciones griegas atesti- terrogación del espíritu poseedor, la posible relación entre
guan también la existencia de ciertos rituales de purificación el estado de posesión y el estado moral de la víctima.
públicamente sancionados que parecen presuponer la misma En el ámbito de la cultura grecorromana, la biografía de
asociación. Estos ritos tienen por objeto apaciguar a un ti- Apolonio de Tiana, escrita por Filóstrato en la corte impe-
po de espíritus vengadores (hikesioi, elasteroi) que acosan y rial del siglo II d.C, aporta un testimonio muy interesante
agreden a quienes han cometido actos graves contra las cos- sobre la función judicial que en determinados contextos
tumbres ancestrales. La víctima culpable debe reconocer pú- puede ejercer un exorcista. Ante la peste que azota la ciudad
blicamente su transgresión y realizar los sacrificios o accio- de Éfeso, la población acude a Apolonio, un filósofo pita-
nes rituales requeridos para obtener el perdón de los dioses y górico con poderes taumatúrgicos, para saber cómo aplacar
poder ser readmitida sin peligro en la comunidad30. las fuerzas espirituales que supuestamente la han provoca-
La idea de que las dolencias son el castigo por faltas co- do. Apolonio acusa a un mendigo y ordena apedrearlo; al
metidas está ampliamente atestiguada en la Biblia. La figu- ser retiradas las piedras, aparece un perro que sale huyendo
ra del terapeuta moral aparece claramente en el relato del (Filóstrato, Vita 4, 10). Este desenlace da a entender que el
exorcismo que Abrahán realiza para sanar al faraón, en Gé- mendigo era un brujo poseído por un espíritu maligno con
nesis Apócryphon (lQapGen 20, 16-19), y en el personaje cuyos poderes había provocado la peste. Filóstrato presenta
judío mencionado en la Oración de Nabónidas31. Este últi- aquí a Apolonio como un experto en espíritus con capaci-
mo texto, hallado en Qumrán, es un testimonio en primera dad para descubrir a quienes utilizan la brujería para infligir
persona del rey Nabónidas, en el que éste narra cómo fue daño a personas inocentes.
sanado de una enfermedad gracias a un sabio judío que le Las acusaciones de practicar la brujería también dela-
hizo confesar sus pecados y exaltar el nombre del Dios Al- tan, aunque de forma indirecta, la existencia de expertos en
tísimo. Por otra parte, existen suficientes evidencias para espíritus incómodos. El interés por identificar y rechazar las
pensar que los miembros de la comunidad de Qumrán de- prácticas de brujería está ampliamente atestiguado tanto en
bían pasar anualmente un examen que incluía la valoración el ámbito cultural judío como en el grecorromano32. La lite-
de su espíritu por parte de expertos y que servía para pro- ratura judía de la época, al igual que ya hiciera la Biblia, aso-
mocionar o degradar al sujeto (1QS 3.9-10). Si la comuni- cia primariamente la brujería con el culto a los dioses de los
dad creía -como otros textos parecen indicar- que el espíri- gentiles, a quienes identifica en muchos casos con los de-
tu humano estaba compuesto por partes de espíritu bueno y monios o ángeles rebeldes (Jub. 22,17; Pseudo-Filón 25, 9).

30. E. Sorensen, Posession and Exorcism, 110-116. 32. A. B. Kolenkow, A Problem of Power: How Miracle Doers Coun-
31. La oración de Nabónides es un fragmento arameo de la cueva IV ter Charges ofMagic in the Hellenistic World, en G. MacRae (ed.), SBL
que ha sido traducido por J. T. Millik en Revue Biblique 43 (1956) 407-411. 1976 Seminar Papers, Missoula MO 1976, 105-110.
136 Jesús y los espíritus Contexto de la praxis exorcista de Jesús ¡37

Según 1 Enoc 7, la brujería es uno de los conocimientos que rece claramente en Filón de Alejandría (Spec. Leg. 1,315),
estos ángeles enseñaron a las hijas de los hombres, junto con en el libro de los Hechos de los apóstoles (21, 38) y en Fla-
la fabricación de armas y adornos femeninos. vio Josefo (Ant. 20, 97; 20, 169-172; Bell. 2, 261-263). Los
En el ámbito grecorromano, los testimonios de rechazo textos de este último autor son particularmente significati-
de la brujería que poseemos son fundamentalmente de tipo vos, pues aplica estas calificaciones negativas a los líderes
judicial o político. Uno de los más significativos, por su de los movimientos populares judíos surgidos entre la muer-
proximidad temporal a la vida de Jesús, es el proceso con- te de Jesús y la primera guerra judía contra Roma.
tra Libo, narrado por Tácito en Anales II, 27-30. Este joven En la literatura romana, el ejemplo más claro del estereo-
aristócrata, aficionado a la magia y a la astrología, es acu- tipo del mago impostor que extravía al pueblo lo encontra-
sado de utilizar estas malas artes en perjuicio del empera- mos en la caracterización que Diodoro de Sicilia, historiador
dor Tiberio y se ve obligado a suicidarse. También dispone- del siglo I a.C, hace de Euno, jefe de una de las revueltas de
mos de los testimonios novelados de la Vida de Apolonio, esclavos acaecidas en Sicilia durante el siglo anterior. Según
antes mencionada, y de la obra de Apuleyo, El asno de oro, Diodoro, el esclavo Euno era mago y taumaturgo, y afirma-
que narran los procesos judiciales a los que se ven someti- ba predecir el futuro por orden divina. Debido a su aptitud
dos sus respectivos protagonistas, acusados ambos de prac- en estas materias, sedujo a muchos y promovió la rebelión
ticar la brujería. Aunque ninguno de los dos casos tiene mu- de los esclavos sicilianos contra el poder y el orden romanos
chas probabilidades de ser histórico, los autores que los (Diodoro Sículo XXXW, 5. 14).
narran parecen suponer que este tipo de procesos era rela- El conjunto de referencias analizadas en este apartado
tivamente frecuente en su época (siglo II d.C). Otro testi- muestra que, en el contexto cultural del Mediterráneo y el
monio significativo, aunque de carácter más estrictamente Próximo Oriente antiguos, la creencia en la posesión espiri-
religioso, es el relato crítico que hace Luciano de Samosa- tual, entendida en su sentido amplio, estaba plenamente vi-
ta (siglo II d.C.) de las imposturas religiosas de Peregrino gente. Indica también que el conocimiento común compar-
(Peregrinus 13), un personaje que se aprovecha de la credu- tido de cada grupo humano incluido en esta área cultural
lidad de la gente para adquirir prestigio personal. distinguía perfectamente las posesiones beneficiosas o posi-
Disponemos también de testimonios procedentes de la tivas, protagonizadas por espíritus protectores del grupo (es-
época romana en los que se acusa a líderes de movimientos píritus centrales), de las posesiones perjudiciales o negativas,
populares de ser magos embaucadores que extravían a la atribuidas al capricho de espíritus malévolos (periféricos) o
gente inculta. En el contexto cultural judío, este tipo de acu- a la función retributiva de los espíritus guardianes de la mo-
saciones se remonta a las invectivas de Dt 13, 1-6 contra los ral intragrupal. Entre las primeras destacaban las posesiones
profetas o videntes en sueños que promueven la idolatría con oraculares y proféticas, las posesiones extáticas asociadas a
señales y prodigios. Estas señales y prodigios tienen supues- algunos cultos populares, las posesiones místicas de pensa-
tamente la función de legitimar las palabras con las que pre- dores como Filón de Alejandría y las posesiones carismáti-
tenden extraviar al pueblo de Israel, alejándolo de su Dios. cas de líderes político-religiosos. Entre las segundas, las po-
La asociación o identificación entre el falso profeta, el mago sesiones causantes de dolencias y las generadoras de ciertos
impostor y el personaje perverso que extravía al pueblo apa- vicios o que inclinan al pecado.
138 Jesús y los espíritus

Restos arqueológicos y documentales -como las tablillas 6


mesopotámicas, los testimonios de Platón, Plutarco y Flavio
Josefo, y los salmos apotropaicos de Qumrán- prueban que, TESTIMONIOS MÚLTIPLES
como suele ocurrir en todos los grupos humanos donde exis- E INCÓMODOS SOBRE LA
te el fenómeno de la posesión negativa, también en este con- PRAXIS EXORCISTA DE JESÚS
texto cultural había expertos capaces de liberar a las perso-
nas de los espíritus que las amenazaban o agredían. La idea
de que las dolencias producidas por posesiones negativas
son, en muchas circunstancias, castigos por faltas morales o
rituales está ampliamente atestiguada y constituye el presu-
puesto de algunos relatos de exorcismos encontrados en la
biblioteca de Qumrán. Los exorcistas inclinados a actuar ba-
jo este presupuesto, como Abrahán en IQapGen 20, 16-19, En el capítulo anterior he mostrado la coherencia del
Daniel en Vita Pro. 4, 1-20 y el exorcista judío en la Oración conjunto de testimonios antiguos acerca de la posesión es-
de Nabónidas, pertenecerían a la categoría antropológica de piritual y la práctica exorcista en el ministerio de Jesús con
los terapeutas morales. Por el contrario, los exorcistas popu- el escenario antropológico descrito en la primera parte de
lares, más inclinados a utilizar amuletos y encantamientos este libro y con los datos procedentes del contexto históri-
que a inspeccionar la conciencia de sus clientes, pertenece- co y sociocultural de la época. En éste capítulo examinaré
rían a la categoría de los terapeutas amorales. Los testimo- más de cerca aquellos datos cuya existencia resulta difícil-
nios sobre el rechazo que mostraban las élites judías y gre- mente explicable, a menos que se presuponga que se sus-
corromanas frente a los expertos en espíritus políticamente tentan en una base histórica en la vida de Jesús y de sus
incómodos, a quienes acusaban de brujos, embaucadores o primeros seguidores. Estos datos son aquellos avalados por
falsos profetas, sugieren que los exorcistas amorales estaban una multiplicidad de testimonios independientes y aque-
expuestos a los mismos ataques. llos que contienen información incómoda para los propios
Los datos aportados en este capítulo nos permiten con- transmisores.
cluir, por tanto, que el contexto sociocultural e histórico en De este examen quedarán excluidos todos aquellos ele-
el que nace Jesús disponía de todos los elementos necesa- mentos literarios cuya presencia en los textos parece deberse
rios para conceptualizar e interpretar de acuerdo con los a la creatividad literaria o teológica del autor o de un trans-
modelos antropológicos todos los testimonios sobre pose- misor anterior. Estos elementos, a los que se suele calificar
sión espiritual y práctica exorcista que la tradición evangé- genéricamente de «redaccionales», son evidentemente me-
lica asocia con su ministerio. nos fiables desde el punto de vista histórico que las unidades
literarias que el autor parece haber recibido de la tradición e
incorporado en su obra.
140 Jesús y los espíritus Testimonios sobre la praxis exorcista de Jesús 141

1. Testimonios múltiples sobre posesiones y exorcismos en las investigaciones de Penny y Wise, quienes han identifica-
el movimiento de Jesús do en el manuscrito 4Q560 de Qumrán lo que parece ser la
versión original hebrea del nombre griego Beelzeboul. Este
Este apartado reúne e interpreta todas aquellas informa- manuscrito reproduce una fórmula mágica cuya finalidad
ciones sobre el fenómeno de la posesión y la práctica exor- es proteger a sus usuarios frente a la agresión de ciertos es-
cista en el movimiento de Jesús que están avaladas por varios píritus malignos. El nombre en cuestión sería a su vez la
testimonios tradicionales literariamente independientes. transcripción hebrea de un antiguo término acádico que, en
el contexto de la magia exorcista acádica, significa «el ene-
a) En el entorno social de Jesús hubo muchas personas migo». Dado que la fórmula no presenta ningún rasgo que la
que le consideraron poseído deforma ocasional o per- vincule con la ideología sectaria de Qumrán, podemos con-
manente por algún ser espiritual cluir que se trata de una fórmula importada, procedente de la
tradición exorcista mesopotámica3. Lo más probable es que
Los testimonios más claros los encontramos en las acu- en el contexto de la práctica exorcista judía del tiempo de Je-
saciones de que Jesús está poseído por un demonio o un es- sús, el término «Belcebú» fuera entendido y utilizado como
píritu maligno (Jn 7, 20; 8,48; 10, 19-21), el cual en alguna nombre propio de algún demonio o espíritu poderoso.
ocasión recibe el nombre de Belcebú (Mt 10, 25b y Me 3, El origen literario de Me 3, 22a resulta más difícil de
22a). Los tres testimonios de Juan son interdependientes determinar. Seguramente la acusación original no identifi-
entre sí, pero probablemente representan una tradición in- caba al espíritu poseedor con Belcebú, pues de acuerdo con
dependiente de la sinóptica, ya que la formulación de las el v. 30, que supuestamente la reproduce, solamente decía:
acusaciones joánicas («tiene un demonio») difiere notable- «tiene un espíritu impuro». La sustitución de la expresión
mente de la de Marcos («tiene a Belzebú») y de la de Mateo «espíritu impuro» por el nombre «Belcebú» pudo ser el re-
(«le han llamado Belcebú»). Mt 10, 25b tiene la forma de sultado de una armonización tardía entre las controversias
un proverbio secular1 cuyo contenido habría sido adaptado sinópticas Me 3, 22b-30, Mt 12, 22-32 y Le 11, 14-23, so-
a la situación de Jesús y sus discípulos; podría expresarse bre las que trataré detenidamente más adelante. Me 3, 22a
con la fórmula: «Si al señor de la casa le han llamado X, sirve al mismo tiempo como conclusión del episodio ante-
¡qué no llamarán (de malo) a su familiares!». rior, en el que los parientes de Jesús quieren llevárselo por-
Según algunos estudiosos, «Belcebú» sería un nombre que dicen que está fuera de sí (3, 20s), y como parte de la
compuesto o inventado por los propios enemigos de Jesús acusación con la que se inicia la controversia de Me 3, 22-
para designar al demonio que supuestamente le posee y/o le 30. Según los escribas, la razón de que Jesús parece fuera
concede poderes extraordinarios; otros creen que designa a de sí es que está poseído, y la causa por la que tiene poder
un dios pagano concreto2. La explicación más convincente para hacer exorcismos reside en que actúa con la ayuda del
del origen de este nombre es, a mi entender, la ofrecida por jefe de los demonios. Sabemos que estas dos afirmaciones

1. W. D. Davies-D. C. Allison Jr., The Gospel According to Saint 3. D. L. Penney-M. O. Wise, By the Power ofBeelzebub: An Aramaic
MatthewW, 194. Incantation Formula from Qumran (4Q560): Joumal of Biblical Literature
2. L. Gastón, «Beelzebul»: Theologische Zeitschrift 18 (1962) 253. 113, 4 (1994) 627-650, espec. 633 y 650.
142 Jesús y los espíritus Testimonios sobre la praxis exorcista de Jesús 143

son compatibles entre sí, pues la antropología nos ha ense- Aunque estos testimonios están muy elaborados, todos ellos
ñado que la relación de un experto en espíritus con su espí- contienen núcleos tradicionales literariamente independien-
ritu o espíritus aliados se produce con mucha frecuencia ba- tes entre sí. Tanto Me 1,10 como Jn 1, 32-34 hablan del es-
jo la forma de posesión4. El hecho de que el v. 22a sirva de píritu (santo) descendiendo del cielo sobre Jesús como una
nexo entre dos episodios evangélicos claramente distintos paloma6. Esta imagen no tiene equivalentes ni en el Antiguo
indica que ha sido el redactor quien lo ha colocado en esta Testamento ni en la literatura intertestamentaria, por lo que
posición. De aquí, sin embargo, no se debe concluir nece- podría reflejar una versión muy temprana del tipo de ex-
sariamente que se trate de una creación del evangelista. Ca- periencia espiritual al que los partidarios de Jesús atribuían
bría, en efecto, la posibilidad de que en su origen pertene- el origen de sus poderes extraordinarios. Significativamen-
ciera tan sólo al episodio protagonizado por los parientes de te, el tipo de experiencia que sugieren es una posesión espiri-
Jesús y que la labor redaccional del evangelista se hubiera tual7. Los dos testimonios independientes de las tentaciones
limitado a coordinarla con la segunda acusación (v. 22b); o de Jesús (Me 1, 12s; Q 4, 1-13) también indican implícita
también que el evangelista conociera la acusación por la (Me 1,12) o explícitamente (Q 4,1) que su marcha al desier-
tradición oral y decidiera utilizarla en este punto concreto to ha sido impulsada por el espíritu (santo) que le posee.
de su composición5.
Existen, pues, dos o tres tradiciones independientes que
b) Jesús realizó exorcismos y fue un exorcista famoso
atribuyen a gentes del entorno de Jesús la opinión de que es-
taba poseído por un demonio o espíritu maligno. La plausi- Los testimonios que avalan esta afirmación son los re-
bilidad histórica de esta opinión negativa acerca de Jesús es latos de exorcismos narrados en los evangelios sinópticos,
muy grande, puesto que, como veremos en el próximo apar- la controversia de Belcebú -en la que los mismos oponen-
tado, además de estar múltiplemente atestiguada cumple el tes de Jesús reconocen su poder para hacer exorcismos-, el
criterio de incomodidad. mensaje del Jesús lucano a Herodes confirmando su inten-
Los narradores de los evangelios, evidentemente partida- ción de seguir haciendo exorcismos (Le 13, 31-33) y los pa-
rios de Jesús, también mantienen que Jesús está poseído, pe- piros mágicos que invocan a Jesús como espíritu poderoso.
ro según ellos el espíritu que lo posee es el Espíritu Santo o Aunque en su estado actual los relatos sinópticos de exor-
el espíritu de Dios. Esta opinión se expresa en los relatos de cismos se encuentran muy elaborados tanto desde el punto
la posesión iniciática de Jesús en Me 1, 9-13 y Q 4, 1-13, así de vista literario como desde el teológico, la mayoría de los
como en el testimonio sobre el mismo acontecimiento que el
exegetas distingue en todos ellos unos núcleos narrativos
cuarto evangelio pone en boca del Bautista (Jn 1, 32-34).
tradicionales que podrían remontarse a versiones orales de
4. También existen papiros mágicos en los que el usuario invoca a un
espíritu para que entre en él con el fin de obtener poderes extraordinarios: 6. J. Gnilka, El evangelio según san Marcos I, Salamanca 52005, 57.
PGM IV, 3250ss y PGM VII, 559ss. El contenido de la visión del Bautista es claramente tradicional, pues con-
5. Cf. H. T. Fleddermann, Mark's Use ofQ: The Beelzebul Controver- tradice la teología del cuarto evangelista, que limita la presencia del Espí-
sy and the Cross Saying, en M. Labahn-A. Schmidt (eds.), Jesús, Mark and ritu Santo al tiempo postpascual (Jn 14, 16-17; 16, 7).
Q. The Teaching ofJesús and Its Earliest Records, London-New York 2004, 7. Algunos ritos mágicos orientados a lograr un espíritu aliado prevén
17-33, espec. 18-27. el descenso de un ave sobre el celebrante: PGMl, 54ss; PGMÍW, 154-221.
144 Jesús y los espíritus Testimonios sobre la praxis exorcista de Jesús 145

hechos históricos transmitidas en el ámbito popular8. Si ex- la literatura cristiana primitiva. La explicación más plausi-
ceptuamos el exorcismo que sirve de marco narrativo a la ble de su existencia consiste en que la fama de Jesús como
controversia de Belcebú en Q, y que podría ser redaccional, experto controlador de espíritus sobrepasó los límites de su
los cinco relatos sinópticos restantes son lo suficientemen- entorno social y de su patria, y motivó que fuera elevado a
te distintivos como para que podamos afirmar la indepen- la categoría de espíritu poderoso tras su muerte.
dencia literaria de unos respecto a los otros. Es más, no te- La historicidad de la praxis exorcista de Jesús se halla,
nemos ningún indicio de que la literatura cristiana primitiva pues, sustentada por al menos tres tradiciones documenta-
posterior creara nuevos relatos de exorcismos para atribuír- les distintas (Marcos, Q y el material propio de Lucas), por
selos a Jesús; los nuevos exorcismos que describe están tres formas literarias diversas (relato, controversia e invoca-
siempre protagonizados por discípulos o seguidores post- ción) y por dos tipos totalmente diferentes de restos históri-
pascuales. Esta falta de interés del cristianismo primitivo cos (documentos literarios y papiros mágicos).
por inventar nuevos exorcismos de Jesús apoya la hipótesis
de que ninguno de los cinco relatos sinópticos ha sido crea- c) Jesús vinculó la práctica exorcista a la propagación de
do a partir de otro. Ciertamente, la multiplicidad e indepen-
su mensaje y de su proyecto, a los que la tradición si-
dencia de este conjunto no avala la historicidad de ningún
nóptica identifica con el anuncio y la llegada del reina-
relato particular, pero sí la de la práctica exorcista de Jesús
do de Dios
en general. Dicho con otras palabras, la existencia de estos
relatos sería difícilmente explicable si Jesús no hubiera prac- Este dato se encuentra avalado por la controversia de
ticado el arte de expulsar demonios. Belcebú en la versión del documento Q (Q 11, 14-15.17-20)
La controversia de Belcebú, en cualquiera de sus ver- -que trataré más detenidamente en el próximo apartado-,
siones, y la respuesta del Jesús lucano a las amenazas de las escenas de la elección de los Doce y de su envío en Mar-
Herodes son temática y literariamente independientes entre cos (3, 13-19; 6, 6b-13), la del envío de los Doce en Mateo
sí y de los relatos de exorcismos, por lo que deben ser con- (10, 5-15) y la del retorno de los setenta y dos en el material
sideradas como dos testimonios independientes más sobre propio de Lucas (10, 17-18).
la práctica exorcista de Jesús. Las invocaciones a Jesús ha- Según Marcos, Jesús elige a los Doce para que estén con
lladas en algunos papiros mágicos no son sólo literariamen- él y para enviarlos a predicar, y les da poder para expulsar a
te independientes de todos los demás testimonios, sino que los demonios. Cuando efectivamente les envía, ellos se van
además parecen haber sido transmitidos en unos medios so- predicando la conversión, expulsando demonios y sanando
ciales y con unos propósitos totalmente diferentes a los de enfermos. En este contexto, la conversión parece referirse a
la adopción de un estilo de vida acorde con la espera activa
8. M. Smith, Jesús the Magician, 14. Twelftree, Jesús the exorcist, 57- de la llegada del reinado de Dios (Me 1, 14-15).
97, considera que los relatos sinópticos del exorcismo en la sinagoga de Ca-
farnaún (Me 1, 21-28 y par.), el del endemoniado de Gerasa (Me 5, 1-20 y El discurso mateano del envío de los Doce parece haber
par.), el de la hija de la mujer sirofenicia (Me 7, 24-30 y par.) y el del niño sido compuesto con material procedente de diversas fuentes:
epiléptico (Me 9, 14-29 y par.) tienen núcleos tradicionales. J. Gnilka, El
Evangelio según san Marcos I, 89-91, 231 -236; II, 49-52, afirma lo mismo la escena del envío de los Doce de Marcos, un discurso de
de los dos primeros relatos y del cuarto. envío perteneciente a Q, que habría quedado recogido en el
146 Jesús y los espíritus Testimonios sobre la praxis exorcista de Jesús 147

discurso lucano del envío de los setenta y dos, y material primero es el testimonio descriptivo de una visión de Jesús:
propio, quizás redaccional9. Según Mt 10, 7, seguramente Satanás cayendo desde el cielo como un rayo. En el contex-
dependiente aquí de Q 10, 9a, el contenido del anuncio que to del pensamiento judío dualista de la época helenístico-
deben proclamar los discípulos es que el reino de Dios ha romana, la derrota de Satanás equivale a la victoria del po-
llegado. En el v. 8, Mateo expande la instrucción de sanar a der de Dios sobre su creación (1 Enoc 10, 40; Jub. 5, 6; 10,
los enfermos, procedente de Q 10, 9b, con otros tres impe- 7-11; Test. Leví 18, 12); en otros lugares de la tradición si-
rativos paralelos en los que se conmina a los discípulos a re- nóptica esto se expresa con la imagen de la llegada del rei-
producir otros tres tipos de obras realizadas por Jesús: resu- nado de Dios.
citar muertos, purificar leprosos y expulsar demonios. En el En el segundo dicho, Jesús parece querer asegurar la
caso probable de que esta expansión sea redaccional, no ten- confianza de sus interlocutores recordándoles que les ha da-
dríamos aquí un nuevo testimonio tradicional de la vincu- do poder sobre todas las fuerzas del mal y que nada podrá
lación del reinado de Dios con la práctica exorcista, sino hacerles daño. Incluso si se lee fuera del contexto narrati-
únicamente la vinculación establecida por Q 10, 5-9 entre vo en el que ahora aparece incluido, resulta evidente que el
reinado de Dios y práctica terapéutica. No obstante, si tene- dicho se dirige a seguidores de Jesús, es decir, a personas
mos en cuenta que en la mayoría de las culturas donde exis- comprometidas en mayor o menor medida con su proyecto.
te el fenómeno de la posesión espiritual la categoría de las Con toda seguridad, las fuerzas del mal frente a las que Je-
terapias religiosas se solapa ampliamente con la de los exor- sús les anuncia su victoria incluyen a los espíritus causantes
cismos, no parece desencaminado considerar que el discur- de posesiones negativas.
so de envío de Q también sirve para apoyar la historicidad El tercer dicho relativiza todo lo que previamente se ha
de la relación entre el anuncio de la llegada del reinado de valorado: los discípulos deberían alegrarse más por el hecho
Dios y la praxis exorcista de los seguidores de Jesús. de que su nombre esté escrito en el cielo que por su capaci-
El retorno de los setenta y dos pertenece al material pro- dad para controlar espíritus. Es posible que este dicho sea la
pio de Lucas. Tras una introducción narrativa redaccional creación de una comunidad postpascual que ya no confía en
(10, 17), que podría estar inspirada en Me 6, 13, el Jesús lu- la transformación inmediata de este mundo y prefiere poner
cano responde a las buenas noticias que los discípulos le sus esperanzas en una salvación trascendente y personal. Sin
dan sobre su misión con una serie de tres dichos (v. 18.19. embargo, tampoco puede descartarse completamente la po-
20). Estos dichos se encuentran temáticamente relaciona- sibilidad de que tuviera su origen en el propio Jesús, pues la
dos entre sí por sus respectivas referencias a la victoria so- literatura judía de la época muestra que la idea de una salva-
bre el mal, pero cada uno de ellos puede ser leído como una ción intrahistórica no se consideraba incompatible con la de
proposición con sentido propio. Es, pues, probable que se una salvación individual tras la muerte". En cualquier caso,
trate de dichos tradicionales independientes que Lucas ha- el dicho presupone aquello que intenta relativizar, es decir,
bría unido en el proceso de redacción de su evangelio10. El que el dominio sobre los espíritus impuros fue un rasgo rele-
vante del movimiento suscitado por Jesús.
9. W. D. Dale-D. C. Allison, The GospelAccording to Saint Matthew
II, 170.
10. J. A. Fitzmyer, El evangelio según Lucas III, 234. 11. M. Reiser, Jesús and Judgment, 144.
148 Jesús y los espíritus Testimonios sobre la praxis exorcista de Jesús 149

d) Jesús fue acusado de practicar exorcismos en alianza o sear esta consecuencia, es impensable que la acusación fue-
con la ayuda de un demonio poderoso ra inventada por los círculos de seguidores de Jesús donde se
transmite. Hemos de creer, pues, que su integración en la tra-
Esta acusación está atestiguada por Mt 9, 32-34 y las tres dición evangélica se debe a que fue una acusación histórica
versiones que poseemos de la controversia de Belcebú, tex- contra Jesús ampliamente difundida, ante la que sus seguido-
tos que la mayoría de los exegetas hacen depender de dos: res sólo podían reaccionar como de hecho hacen en los evan-
Me 3, 22-30 y Q 11, 14-15.17-20.21-22. En la medida en gelios: reproducirla para intentar defender a su fundador.
que el evangelio de Marcos y el documento Q puedan con- B) La acusación de hacer exorcismos de acuerdo con
siderarse literariamente independientes, podremos decir que Belcebú / el jefe de los demonios aparece, como ya hemos
estamos ante un caso de testimonio múltiple. Ahora bien, la indicado, en tres textos evangélicos diferentes (Me 3,22-30;
plausibilidad histórica de esta acusación no está condiciona- Mt 12,22-32; Le 11, 14-23). Esta acusación es más grave, si
da por la existencia de varios testimonios literariamente in- cabe, que la anterior, pues sugiere que Jesús actúa en alian-
dependientes, pues en este caso podemos aplicar el criterio za con un espíritu del que sólo se puede esperar maldad y
de incomodidad, uno de los criterios de historicidad con ma- oposición a la voluntad divina. En el contexto del monoteís-
yor poder probatorio. mo judío, que prohibe cualquier forma de trato positivo con
seres espirituales distintos de Yhwh, es equivalente a la doble
acusación de practicar la brujería y la idolatría12. Su grave-
2. Información incómoda sobre la posesión espiritual y la dad prueba su historicidad, pues resulta impensable que fue-
práctica exorcista en el movimiento de Jesús ra inventada por los partidarios de Jesús o por la tradición
cristiana posterior.
Los datos sobre posesión y práctica exorcista en el movi- En sus tres versiones, la acusación aparece en el con-
miento de Jesús a los que se puede aplicar el criterio de inco- texto de una controversia que recoge también diversas res-
modidad son dos: la acusación de estar poseído por un de- puestas defensivas de Jesús. Una de estas respuestas (Mt
monio o espíritu impuro y la acusación de expulsar demonios 12, 28 // Le 11, 20) relaciona de forma muy clara la praxis
en alianza con Belcebú o con el jefe de los demonios. exorcista de Jesús con la llegada del reinado de Dios. Su
A) La acusación de estar poseído por un ser espiritual historicidad no es, sin embargo, tan evidente como la de la
maligno tendría necesariamente como efecto inmediato, y acusación. Por tanto, antes de extraer conclusiones de tipo
quizás intencionado, deslegitimar el mensaje y las pretensio- histórico conviene llevar a cabo un análisis crítico detallado
nes de Jesús. Con independencia de que los acusadores atri- de los textos. En el transcurso del análisis tendremos ade-
buyeran el supuesto estado de posesión a las propias trans- más la oportunidad de valorar otras informaciones sobre
gresiones morales de Jesús o a la acción arbitraria de algún posesión y praxis exorcista contenidas en las distintas com-
espíritu malévolo, su credibilidad habría sido igualmente ponentes literarias que configuran las controversias.
puesta en cuestión, pues quien habla o actúa coaccionado por
un espíritu poseedor maligno no es digno de confianza. 12. M. L. Humphries, Christian Origins and the Language of the
Puesto que los partidarios de Jesús nunca habrían podido de- Kingdom ofGod, Carbondale and Edwardsville IL 1999, 22.
150 Jesús y los espíritus Testimonios sobre la praxis exorcista de Jesús 151

Al comparar las tres escenas, constatamos que todas sí mismos13, para concluir que si Satanás se vuelve contra sí
ellas están formadas por elementos de una misma serie de mismo, también será su fin. Las versiones de Me y Mt se pa-
componentes literarias paralelas o casi paralelas. Me referi- recen mucho más entre sí que cualquiera de ellas a la de Le.
ré a estas componentes con las letras a, b, c, d, e, f, g y h. d) Segunda respuesta de Jesús: «Si yo expulso a los de-
Un esquema de las tres configuraciones paralelas puede monios con la ayuda de Belcebú, ¿con la ayuda de quién los
verse en el siguiente cuadro: expulsan vuestros hijos? Por esto, ellos serán vuestros jueces.
Pero si expulso a los demonios con el espíritu/dedo de Dios,
Me 3 MT12 Le 11
es que el reinado de Dios os ha alcanzado». Esta respuesta
a,: 20-21 a2: 22 a2: 14 no aparece en Me. Aparte de un cambio mínimo en el orden
b: 22 b: 24 b: 15-16
sintáctico, la única diferencia entre la versión de Mt 12, 27s
c: 23-26 c: 25-26 c: 17-18
d: 27-28 d: 18-20 y de Le 11, 19s es que, en la primera, Jesús dice expulsar los
e,: 27 e,: 29 e2: 21-22 demonios con el «espíritu de Dios», mientras que en la se-
f: 30 f: 23 gunda habla del «dedo de Dios». Esto indica que una versión
g: 28-29 g: 31 depende literariamente de la otra o, lo que es más probable,
h: 30 que ambas dependen de una fuente común. Dado el interés
de la obra lucana en general por la acción del Espíritu Santo
a) Marco narrativo: encontramos esencialmente dos en el ministerio de Jesús y en la Iglesia primitiva, no es plau-
marcos distintos, el de Me (a,) y el de Mt y Le (a2). El con- sible que el autor del tercer evangelio sustituyera la expresión
texto narrativo de Me es el resultado de la labor redaccional «espíritu de Dios» por «dedo de Dios»14. Por tanto, hemos de
del evangelista, que ha insertado la controversia en medio concluir que esta última es la que Lucas encontró en su fuen-
de otra escena con el fin de construir un tríptico. El contex- te y que ha sido Mateo quien la ha modificado15.
to narrativo de las otras dos controversias es esencialmente e) Parábola(s) del hombre fuerte: Me y Mt presentan la
el mismo: un breve relato de exorcismo que sirve de moti- misma versión (e,), mientras que Lucas ofrece una parábo-
vación a la acusación. la parecida, pero distinta (e2).
b) Acusación: Jesús expulsa a los demonios con la ayuda f) Dicho: «El que no está conmigo está contra mí, el que
del jefe de los demonios. La acusación es idéntica en todas no recoge conmigo desparrama». Aparece sólo en Mt y Le.
las versiones, excepto por lo que se refiere a la mención del g) Dicho: La blasfemia contra el Espíritu Santo no será
nombre de «Belcebú», que Mt y Le identifican con el jefe perdonada. Aparece, con diferencias, sólo en Me y Mt.
de los demonios. Me menciona el nombre de Belcebú, pero h) Comentario marcano: «Pues decían que tenía un es-
lo hace en la acusación que precede inmediatamente a la que píritu impuro» (3, 30).
estamos analizando: «Dijeron que tiene a Belcebú y que con
la ayuda del jefe de los demonios expulsa los demonios». 13. P. Sellew, Beeizebul in Mark 3, 103s.
c) Primera respuesta de Jesús: Argumento comparativo 14. J. A. Fitzmyer, El evangelio según Lucas III, 342s.
15. El término «espíritu» es coherente con la cita redaccional de Is
que utiliza dos proverbios, probablemente populares, sobre 42, ls que precede la controversia mateana: U. Luz, El evangelio según
la inestabilidad de las familias y los reinos divididos contra san Mateo II, 341, n. 24.
152 Jesús y los espíritus Testimonios sobre la praxis exorcista de Jesús 153

De las ocho componentes identificadas, a), b), c), e), f) y la segunda respuesta (d), que se refieren al jefe de los de-
g) son sentencias formal y significativamente autoconteni- monios con el nombre de Belcebú, la primera respuesta (c)
das que podrían haber existido de forma independiente. Esto lo llama Satanás. Por otra parte, mientras que esta primera
indica que los textos actuales constituyen composiciones de respuesta (c) argumenta bajo el supuesto nunca desmentido
elementos independientes que se han ido uniendo a lo largo de que el contenido de la acusación es cierto, la segunda res-
de la historia de la tradición bajo la configuración literaria puesta sólo acepta la acusación como un condicional con-
que los exegetas denominan «conglomerado de dichos»16. trafáctico al que Jesús opone su versión de los hechos, a sa-
Los conglomerados de dichos son colecciones de dichos re- ber, que él expulsa los demonios con el dedo de Dios.
lativos a un mismo tema y organizados en estructuras flexi- Ahora bien, si la acusación de expulsar a los demonios
bles que posibilitan la adición de nuevo material. P. Sellew con la ayuda de un demonio poderoso fue recurrente, no re-
ha defendido de modo convincente que esta configuración sultaría extraño que Jesús hubiera utilizado diferentes argu-
literaria fue utilizada por los primeros seguidores postpas- mentos defensivos en distintas ocasiones y que la tradición
cuales de Jesús para crear discursos atribuibles a su maestro conservara más de una de estas respuestas apologéticas. Con
a partir de dichos transmitidos por la tradición oral17. La ca- este supuesto, la oscilación entre los nombres de los demo-
pacidad del conglomerado para absorber nuevos dichos ha- nios a los que se refieren los textos -Belcebú, Satanás- pue-
bría posibilitado la adaptación continua y creativa de la en- de explicarse por las variaciones que plausiblemente habrían
señanza de Jesús a nuevas situaciones vitales. presentado las formulaciones concretas de las acusaciones.
La intuición de la que parte mi propuesta interpretativa El supuesto de que Jesús tuviera que hacer frente en
consiste en que la acusación de hacer exorcismos en alian- más de una ocasión a la acusación de exorcizar con la ayu-
za con algún espíritu maligno poderoso no es una agresión da de un espíritu maligno poderoso nos permite pensar que
verbal contra Jesús pronunciada en una única circunstancia dicha acusación pudo transmitirse muy pronto bajo dos for-
particular de su vida, sino una acusación recurrente, moti- mas diferentes: 1) la acusación de actuar «con la ayuda del
vada por lo que parece haber sido una actividad típica de su jefe de los demonios», y 2) la acusación de actuar «con la
ministerio. Este presupuesto resulta coherente con la lógica ayuda de Belcebú». A la primera variante de la acusación,
del uso político de la creencia en la posesión y de la prácti- que es la más genérica y por tanto la más fácilmente repe-
ca exorcista expuesta en el capítulo 4. Está además apoyado tible, habría sido pronto adjuntada la respuesta (c), que es
por las divergencias terminológicas y significativas que también bastante genérica y donde se menciona a uno de
presentan algunas de las unidades que configuran los con- los espíritus malignos (Satanás) que con más frecuencia
glomerados. En efecto, a diferencia de la acusación (b) y de ejerce como jefe de los demonios18. La segunda variante ha-
bría sido desde el primer momento transmitida junto con la
16. R. Bultmann, Historia de ¡a tradición sinóptica, Salamanca 2000, réplica (d) recogida en Mt 12, 27s y Le 11, 19s; una réplica
73s; P. Sellew, Beelzebul in Mark 3, 96; J. D. Crossan, Infragments: The que responde directamente a esa forma concreta de acusa-
Aphorisms ofJesús, San Francisco, 1983, 184-191. M. L. Humphies, Chris-
tian Origins and the Language ofthe Kingdom ofGod, muestra la lógica ción, refiriéndose explícitamente a ella bajo la forma de un
retórica que subyace al proceso de composición de estas controversias.
17. P. Sellew, Beelzebul in Mark 3, 93-108, 105. 18. P. Sellew, Beelzebul in Mark 3, 103.
154 Jesús y los espíritus Testimonios sobre la praxis exorcista de Jesús 155

condicional contrafáctico. En los comienzos de la historia troversia de Satanás ampliada (b, c, e,). Esta incorporación
de la tradición tendríamos, pues, dos controversias breves estuvo sin duda facilitada por los conceptos y términos cla-
formadas únicamente por una acusación seguida de una ve que (e^ comparte con la respuesta (c). En efecto, ambos
respuesta (ver cuadro). De ahora en adelante me referiré a elementos contienen las expresiones griegas oikía, que sig-
ellas como «la controversia breve de Satanás» y «la contro- nifica «casa» o «familia», y ou dunatai, que puede tradu-
versia breve de Belcebú» respectivamente. cirse por «es imposible». Ambos usan también el lenguaje
de la agresión y la violencia.
Controversia breve de Satanás Controversia breve de Belcebú
2a etapa: Cristalización de la tradición oral en textos es-
Acusación: Con la ayuda del Acusación: Con la ayuda de critos.
jefe de los demonios expulsa Belcebú expulsa los demonios.
-La controversia de Satanás ampliada se incorpora al
los demonios.
evangelio de Marcos. Su inserción en el marco narrativo
Respuesta (c): Si un reino es- Respuesta (d): Si expulso los
donde ahora la encontramos, la adición del dicho sobre la
tá dividido contra sí mismo, no demonios con la ayuda de Bel-
puede persistir; si una casa es- cebú, ¿con la ayuda de quién blasfemia (g) y el final redaccional (h) serían resultados de
tá dividida contra sí misma, no los expulsan vuestros hijos? Por la intervención del evangelista.
puede persistir. Por tanto, si Sa- esto, ellos serán vuestros jue- -La controversia breve de Belcebú y la controversia bre-
tanás se alza contra sí mismo ces. Pero si expulso los demo- ve de Satanás ampliada se funden en la pluma del redactor
y está dividido, ¿cómo podrá nios con ayuda del dedo de de Q, quien identifica a Belcebú con el jefe de los demo-
mantenerse en pie su reino? Dios, es que el reinado de Dios nios, añade el dicho (f) y quizás, aunque esto es más difícil
os ha alcanzado. de determinar, el marco narrativo (a2). La controversia re-
sultante en Q tendría la forma (¿a2?, b, c, d, e, f).
Las demás componentes que aparecen en los textos si-
3a etapa: Composición de evangelios a partir de docu-
nópticos habrían sido añadidas a estas dos controversias bá-
mentos escritos.
sicas en diversos momentos de la historia de la transmisión,
-Mateo y Lucas redactan sus evangelios conociendo
a lo largo de la cual habrían tenido también lugar distintos
Me y Q. Mateo funde las dos controversias, incorporando
procesos de mezcla o fusión, difíciles hoy por hoy de re-
los elementos de una y otra19, mientras que Lucas reprodu-
construir con absoluto detalle. Aunque el interés de estos
ce sólo la de Q con ligeras modificaciones y adiciones.
textos para el tema que estoy analizando se concentra en los
elementos que componen las dos controversias breves, re-
Esta reconstrucción de la historia de la tradición no con-
sumo a continuación el proceso de formación de la tradi-
ción que soportaría la hipótesis de su existencia: templa algunos problemas menores como son los orígenes
del marco narrativo de Q, de las diferencias menores entre
Ia etapa: Formación de tradición oral.
-Creación de las dos controversias breves. 19. La inclinación de Mt a fundir tradiciones similares procedentes
de distintas fuentes se ve corroborada por la forma como trata las tradicio-
-La controversia breve de Satanás incorpora la parábo- nes sobre el envío de los discípulos: W. D. Dale-D. C. Allison, The Cospel
la del hombre fuerte en su variante (e ) para formar la con- according to Saint Matthew II, 163s.
156 Jesús y los espíritus Testimonios sobre la praxis exorcista de Jesús 157

las variantes de la respuesta (c), y de las distintas versiones El procedimiento de dominar o controlar a un espíritu po-
de la parábola del hombre fuerte (e). Tales cuestiones, sin deroso para obligarle a agredir a otros espíritus inferiores a él
embargo, pueden ser explicadas mediante hipótesis plausi- parece haber sido relativamente común entre los antiguos
bles que se muestran compatibles con esta reconstrucción: el expertos en espíritus21. Evidentemente, cuanto más poderoso
marco narrativo de la controversia de Q pudo estar original- sea el espíritu dominado, tanto más amplia y efectiva será la
mente ligado a una de las controversias breves o ser una adi- capacidad exorcista del experto. Así pues, si Jesús domina
ción del redactor de Q. Las diferencias menores entre las tres sobre el jefe de los demonios, puede valerse de él para con-
variantes de (c) y (e) pueden haberse producido en cualquie- trolar a la totalidad de los espíritus malignos. En el contex-
ra de las etapas donde intervienen, como efecto de la interac- to de esta práctica, el espíritu dominado ayuda en efecto al
ción con la tradición oral o por intereses de los redactores. exorcista, pero su alianza con él no es libre, sino forzada. En
muchos casos, el poder con que el exorcista fuerza esta alian-
Justificada la existencia original de las dos controversias za proviene de sus verdaderos aliados espirituales, es decir,
breves, procedo a estudiar la posibilidad de que contengan, de aquellos con los que mantiene un vínculo voluntario po-
además de las acusaciones, otros elementos plausiblemente sitivo. El Testamento de Salomón describe exactamente este
históricos. En la controversia breve de Satanás, la acusación tipo de situación. Con la ayuda de un anillo mágico recibido
y la respuesta no se hallan conectadas de forma intrínseca. de Dios y del arcángel Uriel, Salomón obtiene poder sobre el
El argumento comparativo utilizado como réplica podría ha- jefe de los demonios y le obliga a llevar atados ante él a todos
ber tenido una existencia independiente antes de pasar a for- los demás espíritus impuros (Test. Salomón 1, 1-3, 6).
mar parte de la controversia. Se trata de una pieza de sabi-
Del análisis anterior podemos concluir que la contro-
duría demonológica que se apoya en sentencias de carácter
versia breve de Satanás está formada por una acusación his-
proverbial sobre el fin del reino dividido y/o de la casa divi-
tórica y una pieza de sabiduría demonológica que hace la
dida, para concluir que la disensión interna en el reino de
función de respuesta apologética. Hoy por hoy es imposible
Satanás significa necesariamente el fin de su poder.
saber si dicha pieza de sabiduría demonológica fue atribui-
Algunos autores han señalado con razón que, en el con- da a Jesús por sus seguidores o si procede realmente de él.
texto de la controversia, este argumento acepta de forma im- La controversia breve de Belcebú siempre ha represen-
plícita la tesis de los acusadores. Jesús acepta estar utilizando tado un texto problemático a nivel de interpretación. La di-
el poder del jefe de los demonios para expulsar a los demo- ficultad fundamental, localizada en la primera parte de la
nios, pues es esto lo que le permite suscribir la premisa de respuesta de Jesús, consiste en comprender el papel que en
que, en sus exorcismos, Satanás se está enfrentando con su ella juegan los «hijos» de los acusadores. La futura función
propia familia o clientela. Dicho con otras palabras, Jesús
concede que utiliza el poder de Satanás para expulsar demo- (ed.),SBL 1993 Semminar Papers, Atlanta 1993, 129-153, espec. 130. P.
nios, pero argumenta que tal forma de actuar no es sino una Sellew, Beekebul in Mark 3, 106, también apoya esta interpretación.
21. M. L. Humphries, Christian Origins, 31. En la literatura etnográ-
estrategia para conseguir que Satanás se autodestruya20. fica, cf. D. de Laveleye, L'apport des cuites afro-brésiliens et du catholi-
cisme populaire dans le chamanisme des Négro-Cabolclos du Maranhao
20. La posibilidad de que Jesús utilizara esta estrategia ha sido de- (Brésil), en D. Aigle - B. B. de la Perriére - J.-P. Chaumeil (eds.), La poli-
fendida por J. J. Rousseau, Jesús an Exorcisl ofa Kind, en E. Lovering tique des esprits, 295-308.
158 Jesús y los espíritus Testimonios sobre la praxis exorcista de Jesús 159

de jueces que Jesús atribuye a estos personajes constituye el sación de la que él ha sido objeto contra los exorcistas per-
elemento más enigmático de la controversia. tenecientes a la clientela de sus acusadores, a fin de que és-
Una propuesta interpretativa con un lago recorrido his- tos se enfrenten críticamente a sus propios líderes. Desde
tórico y que consigue explicar todos los datos es la funda- mi acuerdo básico con esta orientación interpretativa, con-
da sobre la hipótesis de que los hijos de los acusadores son sidero, no obstante, que los datos etnológicos expuestos en
también discípulos de Jesús. Su futura capacidad para juz- el capítulo 4 pueden ayudarnos a precisar un poco más sus
gar sería simplemente una consecuencia del triunfo escato- términos. Allí veíamos que los procedimientos rituales uti-
lógico de Jesús y sus seguidores, consecuencia que también lizados por los exorcistas morales incluyen con frecuencia
habría sido anunciada en Le 22,28.30 y Mt 19,28, dos tex- momentos de carácter judicial, en los que se intenta forzar la
tos casi paralelos seguramente procedentes de Q22. La prin- confesión del poseso y/o la denuncia del brujo por parte del
cipal objeción a esta propuesta consiste en que la hipótesis espíritu poseedor. La facilidad con la que un exorcista pres-
que permite la comprensión del texto se refiere a unas cir- tigioso puede manipular este tipo de procesos hace de él un
cunstancias muy particulares que los destinatarios del mis- personaje potencialmente peligroso con el que no conviene
mo difícilmente habrían podido conjeturar. Que quienes en enfrentarse. Contempladas sobre este trasfondo, las enigmá-
una ocasión particular polemizaron contra Jesús tuvieran hi- ticas palabras de Jesús se convierten en una estrategia de-
jos entre los discípulos de éste no es, evidentemente, impo- fensiva llena de sentido. Ante la acusación de la que es ob-
sible; pero dado que la respuesta defensiva de Jesús resulta jeto, Jesús sugiere a sus acusadores que están imputando de
incomprensible sin ese dato, no es lógico que los transmiso- lo mismo a los exorcistas de su propia clientela, y les anti-
res de la controversia hubieran pasado por alto informar cipa las nefastas consecuencias que podría acarrearles ene-
acerca del mismo. mistarse con ellos.
La mayoría de las demás propuestas interpretativas en- La segunda parte de la respuesta de Jesús establece una
tienden el término «hijo» en el sentido metafórico de «se- conexión muy clara entre la actividad exorcista realizada con
guidor» o «partidario». Con este presupuesto, ampliamente la ayuda del espíritu/dedo de Dios y la llegada del reinado de
avalado por el contexto literario23, concentran sus esfuerzos Dios: «Si expulso los demonios con el dedo de Dios, es que
en explicitar la lógica del argumento utilizado por Jesús pa- el remado de Dios os ha alcanzado». El verbo griego phtha-
ra amenazar a sus oponentes. Casi todas estas propuestas nó, aquí traducido como «alcanzar», no aparece en ningún
coinciden en que la pregunta retórica de Jesús -«Si yo ex- otro lugar de los evangelios. La frase verbal de la que forma
pulso los demonios con el poder de Belcebú, ¿con qué po- parte, que combina dicho verbo con la preposición epi se-
der los expulsan vuestros hijos?»- pretende redirigir la acu- guida de un sustantivo en acusativo, puede tener la connota-
ción de «arrollar» o «alcanzar agresivamente» al referente de
22. La argumentación más exhaustiva en defensa de esta hipótesis ese complemento directo24. Este significado es el más cohe-
puede encontrarse en R. Shirok, Whose exorcist are They? The Referents of rente con el carácter polémico de la controversia. La frase en
«Oi vioi Vfxwv» at Matt 12.27/Luk 12.19: Journal for the Study of the
New Testament 46 (1992) 41-51. boca de Jesús no sería, por tanto, un anuncio neutro de la lle-
23. En los propios evangelios se habla de los hijos de la sabiduría (Mt
11, 19 // Le 7, 35) y de los hijos de la paz (Mt 10, 13 // Le 10, 6). 24. Cf., por ejemplo, la versión griega de Jue 20, 34.42 en los LXX.
160 Jesús y los espíritus Testimonios sobre la praxis exorcista de Jesús 161

gada del reinado de Dios en conexión con sus exorcismos, lo que las autoridades calificarían como magia28. Dado que
un anuncio que podría haber dirigido a un auditorio indefi- las primitivas comunidades postpascuales se esforzaron
nido o al conjunto de Israel en general25. La frase tiene, por muy pronto por desvincular las obras extraordinarias reali-
el contrario, un matiz agresivo. Con ella, Jesús habría queri- zadas por Jesús de estos contextos rituales social y moral-
do amenazar a sus enemigos anunciándoles la inminencia de mente ambiguos, no parece plausible que le atribuyeran fal-
algo que ellos temían, a saber, el triunfo efectivo de un reina- samente un dicho formulado de modo tan sospechoso. De
do de Dios entendido en los términos en los que Jesús com- hecho, se trata de una expresión que no vuelve a utilizarse
prendía este acontecimiento26. Sus palabras serían equivalen- en la literatura cristiana primitiva. Por otra parte, la conno-
tes a la expresión: «¡Cuidado! Porque el reinado de Dios ya tación mágica de la expresión «dedo de Dios» refuerza la
se os ha echado encima». vinculación de la respuesta de Jesús al contexto mágico-
Así interpretada, esta segunda respuesta atribuida a Je- exorcista en el que, como señalé anteriormente, está tam-
sús nunca habría podido ser transmitida de forma aislada, bién atestiguado el uso del nombre «Belcebú».
pues presupone necesariamente un contexto polémico. La Apelando al criterio de incomodidad, podemos, por tan-
acusación de expulsar demonios con la ayuda de Belcebú, a to, concluir que es muy grande la probabilidad de que la acu-
la que los textos evangélicos la vinculan (Mt 12, 24 // Le sación y la respuesta se transmitieran siempre unidas, y de
11, 15), aporta un marco polémico adecuado y suficiente que la controversia breve de Belcebú por ellas constituida re-
para que cualquier lector u oyente pueda captar todo su sen- fleje argumentos típicos empleados en polémicas históricas
tido27. Por otra parte, hay razones para pensar que no se tra- relacionadas con la praxis exorcista de Jesús. Esta conclu-
ta de una creación postpascual unida secundariamente a la sión nos permite a su vez afirmar la plausibilidad histórica
acusación. En efecto, la expresión «dedo de Dios» que apa- de que Jesús vinculara de forma muy estrecha el éxito de su
rece en esta respuesta aparece también en una invocación actividad exorcista a la llegada del reinado de Dios.
dirigida al dios Cronos grabada en un óstracon egipcio de la Las parábolas del hombre fuerte (e, y e2) resultan más
época romana. Dicha invocación conjura por el dedo de difícilmente atribuibles a Jesús. Probablemente se trata de
Dios para impedir que una determinada persona se comuni- reinterpretaciones en clave exorcista de la versión griega de
que con otra. El contenido indica que estamos ante la fór- Is 49, 24s, con la que comparten algunos términos clave29.
mula de un ritual no oficial, perteneciente a la categoría de Este oráculo profético utiliza las imágenes del hombre fuer-
te y del botín del gigante para anunciar la liberación divina
de los desterrados en Babilonia por mediación del rey per-
25. De esta interpretación dependen quienes defienden la indepen-
dencia original de Mt 12, 28 // Le 11, 20 respecto al versículo anterior, cla- sa Ciro. La dependencia respecto al vocabulario de un tex-
ramente dirigido a los enemigos de Jesús: J. P. Meier, Un judío marginal to griego sugiere que estamos ante la labor creativa de una
11/1. Juan y Jesús. El reino de Dios, Estella 2004, 485-487.
26. Aunque por otros motivos, Sanders defiende también el carácter
comunidad postpascual. Esta parábola, así como el dicho
amenazante de la expresión: E. P. Sanders, La figura histórica de Jesús,
Estella 2000, 199. 28. B. Couroyer, Le «doigt de Dieu» (Exode, VIII, 15): Revue Biblique
27. H. Ráisanen, E.xorcisms and the Kingdom: Is Q ¡1:20 a Saying of 63 (1956) 481-495, espec. 482; H. Schlier, Daktulos, en G. Kittel-G. Frie-
t/te HistorícalJesus?, en R. Uro (ed.), Symbols and Strata: Essays on the drich (eds.), Theological Dictionary ofthe New Testament 2 (1964), 20s.
Sayings Cospel Q, Helsink 1996, 119-142, espec. 127-132. 29. E. Sorensen, Possession and Exorcism, 140-142.
162 Jesús y los espíritus

sobre la blasfemia (g) y la sentencia sobre recoger y despa- 7


rramar (f) constituyen adiciones secundarias a las contro-
versias que no aportan información histórica relevante so- EL PAPEL CENTRAL DE LA
bre la actividad exorcista de Jesús. PRAXIS EXORCISTA DE JESÚS
De los análisis precedentes podemos concluir, por tanto, EN EL CONTEXTO DE SU MINISTERIO.
que la actividad exorcista de Jesús despertó muchos recelos
en su entorno y que sus enemigos se sirvieron repetidamen-
PROPUESTA INTERPRETATIVA
te de las ambigüedades inherentes a esta práctica para suge-
rir que estaba positivamente aliado con demonios podero-
sos. La historicidad de este tipo de acusación está fuera de
toda duda, y es muy probable que Jesús se viera obligado a
defenderse de ella en más de una ocasión. Sus seguidores
transmitieron los tipos de defensa que consideraron más úti-
les o contundentes. De entre las defensas que han llegado
Los capítulos 2, 3 y 4 han estado dedicados a la explora-
hasta nosotros, aquella que reivindica a Dios como la fuen-
te del poder exorcista de Jesús e interpreta su lucha exitosa ción antropológica de los presupuestos culturales v las diná-i^
contra los espíritus impuros como manifestación de la llega- micas político-sociales comunes a la mayor parte de los gru-
da del reinado de Dios tiene muchas probabilidades de ser pos humanos donde se da el fenómeno de la posesión y la
histórica. praxis exorcista. mientras los capítulos 5 y 6 han mostrado
que el r.nntext" rnltiiral He Tesús se halla incluido en esta ca-(gl
tegoría, y que la información que transmiten los evangelios
'sobre el fenómeno de la posesión y la práctica exorcista en
su movimiento resulta higtniHrairiepte plausible y coherente
con tales presupuestos y dinámicas. En este capítulo final
propondré una hipótesis interpretativa que integre los datos
más probablemente históricos sobre la praxis exorcista Je-
sús, en unaMgscripción social, y culturalmente coherente?,,
Mostraré asimismo que esta hipótesis es también capaz de
integrar de forma coherente otros datos evangélicos cuya
plausibilidad histórica resulta más difícil de evaluar.
^.Tesúsjiíe un expertn en espirifng_ Su capacidad para ac-
ceder de forma controlada al mundo espiritual se funda-
menta enjiirrelación íntima P n " "" Espíritu que él identifi^
ca como el espíritu del píos He Israel Esta alianza íntima
con el Espíritu tiene lugar bajo la forma de una posesión
164 Jesús y los espíritus Praxis exorcista y ministerio de Jesús 165

positiva controlada, resultado de un proceso de posesión tudes imposibles en el mundo de la vida cotidiana. Esta par-
vocacional cuyo recuerdo habría quedado recogido en los ticularidad podría indicar que el núcleo histórico'de tales
.^relatos sinópticos del bautismo (Me 1, 9-11 y par.) y de las relatos refleja algunos episodios de la iniciación de los dis-
tentaciones (Me 1, 12-13; Q 4, 1-13)1. Aunque la elabora-,. cípulos a la experiencia de lo trascendente bajo la guía de
pión teológica y literaria de estos relatos resulta evidente." Jesús, ayienjasume para ellos el papel de mistagogo3.
no debemos pensar que todos los*elementos míticosy todas Lsumagen de un Jesús'poseído por el Espíritu de Dios"0
las referencias a manifestaciones físicas de lo trascendente nos permite también recuperar para la reconstrucción histó- »">
que contienen sonVeaciones literarias^Como vimos en el rica algunos aspectos de los testimonios joánicos que la
capítulo 3, las experiencias en £AC son generalmente co- exégesis crítica SUPIP explicar exclusivamente en términos
herentes con la concepción de la realidad trascendente vi- de*creación teológica postpascual/Me refiero, por una par-
gente en la cultura del sujeto. Es, por tanto, verosímil que te, al modo en quevel Jesús del cuarto evangelio habla en
Jesús experimentara visiones y audiciones celestes que Ú. tercera persona del HijcCcomo si fuera un ser trascendente
designaban como hijo amado de Dios. Y es también verosí- distinto de sí mismo pero con quien sin embargo se identi-
mil que, tras esta experiencia, sintiera la necesidad de reti- fica (por ejemplo, Jn 3, 31-36; 5, 19-40; 6, 26-33); y por
rarse al desierto para acreditarse mediante la prueba y esta- otra parte, recordemos aquellos discursos en los que este
blecer una relación controlada con el Espíritu que se había mismo* Jesús afirma_sgmao con el Padre (10, 30) o que es
apoderado de él2. el Padre quien habla y actúa a través suyo (por ejemplo, 14,
Los datos etnográficos sobre expertos en espíritus nos 7-10). Aunque la concreta articulación de estos discursos y
predisponen a pensar que la posesión iniciática de Jesús no expresiones procede con mucha probabilidad de la pluma
fue la única experiencia de contacto con lo trascendente que del evangelista, no es impensable que'se apoye en el re-
tuvo a lo largo de su vida.' Por otra parte, los evangelios con- cuerdo de palabras pronunciadas por Jesús en estado de pp-,
tienen algunos textos que podrían entenderse, efectivamen- sesión o en referencias a los contenidos del conocimiento
te, como recuerdos literaria y teológicamente elaborados de experiencial adquirido en esteJipo..de_esíado4. La misma
experiencias de este tipo.'Éste es el caso de los relatos de la .^confusión de identidades espirituales'que la reflexión teoló-
tmoafigumejón, la tempestad calmada o Jesús caminando gica joánica se esfuerza por clarificar, sin conseguirlo del
sobre las aguas. Aquí merece especial atención el hecho de todo, se corresponde bien con la fluidez asociativa que sa-
que en todos ellos* la experiencia esté narrada desde el pun- bemos caracteriza las experiencias de lo trascendente en es-
to de vista de discípulos*que, a través de TPSI'IS también ac- L tados de conciencia alterada. >^í
ceden al contacto con la realidad trasrenrlpritr visiones de v ^ Gracias a los poderes recibjdj)s^ddjlsjjritu,ciuejg pos
Jesús en compañía de Elias y Moisés, y bajo formas o acti- see, Jesús es capaz de sanar muchas enfermedades v expul-
sar los espíritus impuros gug_3fligen a los sectores social o
1. S. Guijarro, Why Does the Cospel ofMark Begin as it Does?: Bi-
blical Theology Bulletin 33 (2003) 28-38, espec. 28-32. 3. A. Destro-M. Pesce, Continuity or Discontinuity between Jesús and
2. Lo más discutible de las descripciones evangélicas reside en que la Groups ofHis Followers? Practices ofContact with the Supernatual, en S.
experiencia vocacional de Jesús tuviera lugar en el contexto de su bautis- Guijarro (ed.), Los comienzos del cristianismo, Salamanca 2006, 53-70.
mo; J. Meier, Un judío marginalWX, 148-150. 4. S. L. Davies, Jesús the Healer, 151-169.
166 Jesús y los espíritus Praxis exorcista y ministerio de Jesús 167

económicamente más vulnerables de Galilea. Como señalé deVstos pacientes se reintegraban. El dicho de Q 11,21-26,
en el capítulo 5, tenemos razones para pensar que la pobla- sobre el espíritu poseedor que retorna con otros siete espíri-
ción humilde de4affalileajie.l tiempo deJesúsJitrayesaba tus malignos, podría indicar que Jesúsjsonodajel_riesgojie ?
xuna épo_ca particularmente difícil y que, por tanto, estaba Q cígciícpí que corrían sus pacientes exorcizados si volvían a (
( especialmente predispuesta a generar víctimas de posesio- 2 -incorporarse a su contexto social anterior. Por otra parte, Le !
/ nes negativas. Es, pues, posible que jhfvocacioá exorcista_p! 8, ls se refiere a varias mujeres sanadas o exorcizadas por
de Jesús respondiera, al menos parcialmente, a una sitúa-¡Q_, Jesús que se habrían integrado en el grupo de sus discípulos.
ción crítica muy concreta de su entorno s o c i a l , ^ Este dato sugiere que una de lasSstrategiaS-utilizadas por Je-
sús para favorecer la integración social'!aludable de sus pa-
^L-Jesús fue un terapeuta religioso amoral. De acuerdo con cientes podría haber sidgjicogerles en su propio grupo_de¿>i
la información que poseemos, nunca declaró a un paciente seguidores cercanos5. Sin embargo, resulta evidente que es-
culpable de su propia dolencia ni buscó brujos sospechosos .-d. ta solución no podía ser viable en todos los casos.. Lo que Je- Q
de haber provocado el mal. Los únicos relatos de sanación sus promovió como forma de alcanzar la salud o salvación,, úftp
<Q en los que Jesús hace alguna referencia al pecado son las permanente v general es la llegada del feinado de Dios6. - ^ L >:"
aO sanaciones joánicas del ciego de nacimiento (Jn 9, 1-12) y La noción de reinado de Dios hace referencia, en boca f^ 0

J del hombre que yace enfermo junto a la piscina de Betesda


(5, 1-18), y la sanación sinóptica del paralítico (Me 1, 1-12
y par.). La historicidad estas escenas ha sido muy discutida,
pero, al margen de la respuesta que se dé a esta cuestión, en
de Jesús, a una realidad cósmica y humana transformada de s. Q-
acuerdo con la voluntad divina. Esta noción se encuentra - ^
vinculada a multitud de imágenes miticaj. anhelos proféti-
cos y símbolos religiosos de la tradición de Israel. En el con-
ninguno de los tres casos Jesús hace al enfermo responsable, texto sociocultural palestino de la época helenístico-romana,
„•tiWde su estado. En la primera, rechaza explícitamente esta po- era frecuentemente evocada com<jmeta d6 los esfuerzos y
)\ sibilidad, planteada por sus discípulos. En la segunda, se li- esperanzas del pueblo judío por^alcanzar la UbeíaciflO. políti-
mita a amonestar al enfermo sanado «para que no peque ca^jiocial y religiosa'TTodo este bagaje significativo la hacía
más, no sea que le ocurra una desgracia peor» (Jn 5, 14); la especialmente adecuada para expresar la idea de un contex-
desgracia en la que el Jesús joánico probablemente piensa to social y cósmico perfecto, en el que sería posible la rein-
es la condena eterna. Finalmente, en la escena sinóptica la tegración saludable'y permanente de los enfermos sanados v
actuación de Jesús difiere de la que caracteriza al exorcista los posesos liberados, j ^
moral. En vez de utilizar fiLniíLdel^jfixdcaijiaxoaiiar, uti- 4kJesusníomovióJa llegada de ese reinado de Dios crean-,
liza su poder de sanar para demostrar que sus palabras de . . do uCmcyyimientb religioso de renovación política y social^T~
perdón tienen autoridad (Me 2, 9-10). No niega que el en-
fermo haya cometido pecados, mas tampoco presupone que 5. Cf. C. Bernabé, María Magdalena y los siete demonios, 51, 55-56.
6. La literatura en torno a este tema es inmensa. Para una síntesis cri-
"*su enfermedad sea el castigo por haberlos cometido. tica de las posiciones más importantes, cf. J. Meier, Un judio marginal
u 11/1,293-592.
Jesús no sólo se manifestó como terapeuta amoral'en su
7. Sobre la relevancia política del término «reinado de Dios» en la Pa-
manera de entender el mal que sufrían sus pacientes, sino lestina romana del siglo I, cf. B. J. Malina, The Social Cospel of Jesús. The
también en su interés por cambiar el contexto riumano//don- Kingdom ofGod in Mediterranean Perspective, Minneapolis 2001,1,15-35.
168 Jesús y los espíritus Praxis exorcista y ministerio de Jesús 169

que predicaba con la palabra y difundía con el ejemplo la corresponde a un terapeuta religÍQsa£XperJo,„ep espíritu,^
conversión a la forma de vida que podría hacerlo real. La Jesús facilitaría estos contactos induciendo controladamen-
(^^aJeh^mgidgiJ£J5Ífls-q"P ^ Y s l l s seguidores enseñaban te en los participantes estados alternativos de conciencia
ejnlas aldeas, caminos, campo^j^jns^njdasjde^Galilea pue- (EAC^ que él mismo ayudaría a interpretar. En este contex-
de todavía ser reconstruida a partir de las sentencias y pará- to resulta impensable que la experiencia que el propio Jesús
bolas evangélicas que mejor reflejan el carácter popularjv tenía de Dios y de su reinado no configurara las vivencias
campesino de su audiencia8. Esta ética propone*dar genero- de todos cuantos participaban con fe en dichos rituales.
samente a todo tipo de personas (Q 6, 30.34.36),*perdonar Algunos estudios pioneros en técnicas psicológicas de
las deudas y seguir prestando sin esperar devolución (Q 11, sanación_permiten incluso pensar que er'cliscurso de Jesús^j
4; Mt 18,21-34), tener en cuenta en las relaciones laborales sobre el reinado de Dios pudo ser utilizado a mododeestí-N
la dignidad y necesidades de los empleados'(Mt 20, 1-16), mulo'bognitivo y emocional para inducir y configurar como
y anteponer el trabajo por el reinado de Dios a la preocupa- experiencias trascendentes sanadoras los EAC de sus pacien-
ción por la marcha de la economía familiar (Q 12, 22b-31). tes y del círculo humano que les rodeaba9. En efecto, nume-
Enseña también cómo afrontarjos abusos dé poder .sin em-
plear la violencia., con una magnanimidaapacífica capaz
de avergonzar al agresor, cómo evitar los conflictos sin per- y explicar cómo es suj^einado. De forma independiente, la
fcder el honor de saberse hijos del AltísimojY) 6, 27-29; Ev- investigación psicológica actual ha señalado precisamente —^
Tom 21), y cómor vivir la precariedad con desprendimiento y est^ipo^rasgos_CQmo estímulos adecuadosparaactivar en j/\ „
confianza en la solicitud del Padre (Q 12, 32-34). En la me- el oyente la capacidad de superar presupuestos cognitivos. £ •—
dida en que los campesinos y las gentes humildes de Galilea y valorativos. relajar actitudesjígidas y romper condiciona- £. 7ó~
aceptaban y ponían en práctica estas enseñanzas, el contex- mientos emocionales enquistados, lo que a su vez favorece Ia pf &
sanajcjónjismuchoslipus¡de dolencias 10 ,^ ° CÁ
to requerido para la integración saludable .v permanente de
los pacientes de Jesús se extendía y se configuraba como una * En el contexto de losVitiialesjerapéiitico-religiosos de ^
realidad incipiente. ; Jesús, la actitud flexible y confiada promovida por.su_djs_-
La dimensión religiosa inherente a esta forma de enten- ' ocurso parabólicofunida a la carga emotiva y significativa de
der el reinado de Dios no se reduce a la función que Jesús la imagen del reinado de Dios, serviría para facilitar el ac-
asigna a Dios como legitimador de los cambios éticos y so- ceso guiado de los participantes a experiencias de lo tras-
cendente en EAC. Los efectos sanadores de estas palabras e.
,. ciopolíticos propugnados. Esta dimensión religiosa también
;.Uirrjágerigs se verían reforzados en muchos casos por la pre-
/ podía ser personalmente experimentada, bajo la forma de
' contacto con la_reajidjd_irasc£iiderate_que propiciaban los 9. S. L. Davies, Jesús the Healer, 120-136, ha sido el primero en su-
•> rituales terapéutico-religiosos practicados por Jesús. Como brayar el carácter terapéutico del discurso parabólico de Jesús por su ca-
pacidad para inducir EAC.
8. E. Miquel, Del movimiento de Jesús al grupo Q. Un estudio sobre 10. El historiador de la medicina P. Laín Entralgo ha mostrado que la
la localización social de la moral, en S. Guijarro (ed.), Los comienzos del capacidad terapéutica de la palabra fue conocida y utilizada en el mundo
cristianismo, 93-115; Id., La subcultura campesina en el mensaje de Je- griego, sobre todo en círculos filosóficos. Cf. P. Laín Entralgo, La cura-
sús: Ser dueño de un viñedo en la Galilea de Antipas. ciónpor ¡apalabra en la antigüedad clásica, Barcelona 1987.
170 Jesús y los espíritus Praxis exorcista y ministerio de Jesús 171

sencia de personas que comulgaban con la enseñanza de Je- obtener prestigio personal, sino que, por el contrario, pro- \
sús y se esforzaban por vivir según la ética del reinado de cura extenderlos entre los miembros de su movimiento a fin
l Dios. Dicho con otras palabras, la conjunción de 1 esrímnln de multiplicar el número de sanadores y exorcistas promo-
¿psicológico, la enseñanza y el testimonio vivo dispondría al tores del Reino/%
( paciente a vivir con fe. la experiencia y q dejarse transfor- -^ Jesús no sólo actúa como terapeuta amoral, sino quejos
s mar por ella, ^r ^ representantes á<¡\(statu gi/oreaccionan ante él como cabría
La coincidencia entre la imagen de la realidad trascen- esperar que lo hicieran ante este tipo incómodo de terapeu-
dente en la que Jesús haría entrar a los participantes de sus tas. Le acusan de estar poseído por un demonio (Jn 7, 20; 8,
rituales exorcistas y la imagen de la realidad transformada a 48; 10, 19-21; Me 3, 22a.30; Mt 10, 25b) y de hacer exor-
^. la que se orientaba la praxis ética de su movimiento induci- cismos con la ayuda del príncipe de los demonios (Me 3,
5 ría un reforzamiento recíproco entre la eficacia terapéutica 22b; Mt 12,24 // Le 11,15); dicho con otras palabras, de uti-
i de sus exorcismos y la eficacia renovadora de su proyec- lizar sus poderes en colaboración cc-n pl m a1 c\ sea_dg prac-
to político-social. Por una parte, el reinado de Dios sería vi- ticar la hnu'erí^V i
• yido como acontecimiento trascendente sanador á nivel del * Las sospechas engendradas entre los partidarios del sta-
'ff paciente y del grupo de simpatizantes que participaba en el tu quo por la actividad exorcista de Jesús dehió de ir en au-
' ritual y le acogía.. Por otra, el mismo reinado de Dios sería rnept" a medida que su propuesta de transformación'ético-
. incoado por una praxis ética que transformaba el entorno sa-^¿ sor' 3 ' {jcinaha aH^ptr.g y Sn movimiento se hacía cada v e z ^
cial para que los enfermos y posesos se pudieran reintegrar f. más conocido en Galilea (Le 13, 31-331. El poder tauma-
en él,. Los ex-posesos que se asociaran al movimiento de Je- r túrgico de Jesús, manifestado preferentemente en sus exor-
sus tendrían además la posibilidad de sustituir su anterior cismos, daba legitimidad divina a su enseñanza y a su pro-
reacción mórbida y pasiva contra al statu quo. por una reac- yecto ante el pueblo (Me 1, 23-27); pero al mismo tiempo
ción activa basada en el compromiso personal con esa praxis la simpatía y el seguimiento popular contribuían a hacer
ética transformadora de la realidad social". crecer el recelo que las autoridades sentían respecto a
w La centralidad que la práctica sanadora y exorcista tuvo alarma desencadenada por su subida a Jfmsalpn, m^ead" y «>
en el proyecto de Jesús está corroborada por su interés en aclamado por sus partidarios, debió de actuar como catali- \
• transmitir a sus seguidores la capacidad :nara ejercerla, y zadoj- final de las sospechas^ quedesembocaron en su COJIT
en vincularla de forma inseparable con el anuncio del reina- dena a m u g r t e j ^
do de Dios y la conversión a su praxis ética (Me 6, 7-13; Q Aunque el delito del que se acusa a Jesús ante Pilatos es
10, 5-9). Jesús no se reserva ni el poder ni los conocimientos fundamentalmente su* supuesta pretensión de gobernar la
necesarios para recuperar a las víctimas de los espíritus ma- nación judíá^Mc 15, 2; Mt 27, 11; Le 23, 2c; Jn 18, 33), el
lignos. No los concibe como un don divino al que sólo él texto lucano deja entrever que'su relación sospechosa con
tendría derecho, ni los utiliza como un medio eficaz para el mundo de lns pspírirns contribuyó a hacer más creíble su
culpabilidad.' Según Lucas, loj_sumos_sacerdotes acusan a .
1L Sobre la transformación de la actilu4iJasuia.de la víctima poseí-
da a lagetitud activare! sujeto sanado, cf. C. Bernabé, La curación del en- Jesús de extraviar con engaños al pueblo (23. 2b) y soli-
demoniado de Gerasa, 119s. viantarlo con su enseñanza (23,5). En el juicio descrito por
172 Jesús y los espíritus Praxis exorcista y ministerio de Jesús 173

íuan, la primera a£usación_formulada contra Jesús consiste contaminación de los lugares santos que las interpretaciones
en que es un kaknn pniñn(}n 18, 30), lo que en la jerga ju- laxas de las leyes de pureza posibilitan.... Jesús lo identifi- _
dicial romana significaba <<hace¿Qr_dejialeficio.s>>, es de- ca de_modo preferente con el carácterperversá'de los espíri- (
jf cir, brujo12. El mismo evangelio de Juan, al relatar las opi- tns malignos que pnsp^n caprichosamente a las personas y .
niones que la gente de Jerusalén tiene sobre Jesús, dice que con la desarmonía sociar*(deuda, pobreza, abuso de_poder)
algunos le consideran un embaucador {planos: 7, 12). Co- que impide la recuperación definitiva de los posesos exorci-
mo he señalado en el capítulo 5, en el^ontexfó cultural dei zados^Jesús no colabora con las fuerzas divinas combatien-
momento, tanto iudíocomo grecorromano, la acusación de do prácticas idolátricas, defendiendo interpretaciones más
t extraviar con engaños al pueblo aparece frecuentemente estrictas de la Ley o reforzando la separación entre un resto
asociada aja_de ser un'mago impostor'o practicar la bruje,- puro de Israel y toda la demás humanidad corrompida. Co-
ria. El mal uso de los poderes espirituales que semejante labora con Dios expulsando con su dedo los demonios que
acusación supone se solapa en muchos casos con la activi- enferman y alienan a las personas, y promoviendo un entra-
dad atribuida a los*pseudoprofetas13f esta actividad no se mado de relaciones humanas saludables en el que los espíri-
caracteriza tanto por fingir la inspiración profética cuanto tus impuros no puedan volver a infiltrarse (Q 11, 24-26).
por profetizar con intenciones perversas o.¿ajoJaJraspiia- •^ L_a tfercepcióp)que Jesús tiene del mal se halla profun-
p.iÓn d e p s p í p t m m a ^ g " " " 1 4 - - ^ '
damente configurada por su familiaridad con la dolencia v>
fc Jesús comparte con muchos autoresjudíos de la época por su sensibilidad terapéutica. Se trata de una percepción i
helenístico-romana la noción de uifecreacioj) herida y en de médico15, pero no la de un médico cualquiera, sino la de <i
conflicto por causa de la lucha entre el Dios de Israel, crea- un terapeuta religioso popular. Distinta, por tanto, de la que
dor de todo cuanto existe, y los seres espirituales malignos suele caracterizar a los sacerdotes o a los expertos en la
rebelados contra él. Sin embargo, surperspectiva de terapeu- Ley; y distinta también de la de los médicos profesionales
¿i tajamoral k^redispone_a_descubrir el mal'que agrede a ja que atienden a las personas ricas y poderosas. A diferencia
í creaciórijm lugares mucho más inmediatamente vitales y co- Z de estos últimos, poco inclinados a cuestionar la bondad del
tidianos que ac|uellos_señalados por estos otros autores. Así, Rxitatu quo, Jesús ve en éste una de las^causas fundamentales.
mientras que los escritos provenientes de.cjrculosjudÍQS cul- J p por las que los pobres tienen una salud tan precaria y rara-
tivados suelen identificar el mal y/o sus causas con la adop- _rj mente se restablecen de forma permanente^. Por eso, su for-
ción de costumbres y vicios paganos, con el cómputo equi- ma de combatir el mal no consiste únicamente en liberar a
vocado de los días festivos, con la usurpación del sumo las personas concretas de los espíritus que las afligen, si-
sacerdocio por individuos que no tienen derecho a él, con la
no también en (bjomover) mediante la creación de un movi- :
12. M. Smith, Jesús the Magician, 41. miento popular de renovación, las condiciones materialesy •
13. J. F. McGrath, Jesús as a False Prophet, en S. McKnight-J. B. humanas que impidan la reproducción de sus dolencias^ las
Módica (eds.), Who Do My Opponents Say IAm?An Investigation ofthe condiciones del reinado de Dios^u* J
Accusations against Jesús, London-New York 2008, 95-110.
14. G. N. Stanton, Jesús de Nazaret. ¿Mago y falso profeta que enga-
ñó al pueblo de Dios?, en G. N. Stanton, Jesús y el evangelio, Bilbao 2008, ••K-15. Jesús se aplica a sí mismo el título dé,mediaren los pasajes de
197-225. Mc2, 17YLC41.23;A-JL i . vV
Praxis exorcista y ministerio de Jesús i 75
^ 174 Jesús y los espíritus

Q^:^ Si la interpretación que propongo es correcta, la práctj- gelista, además de volcar las mesas de los vendedores y
¿j. sy ^ > ca exorcista no constituiría un elemento marginal o folcló- cambistas y acusar a las autoridades de haber convertido la
J L ^~$¡ i rico en la vida pública dejgsús, sino uno de sus factores casa de su padre en una guarida de ladrones, Jes4sj§aUza^
í ^ 'o S m á s centrales y significativos. Además de constituir un fo- unasanacjónmiLltiMmariaenla que cura a todos los cié- 7
^J V v ' co de atracción para potenciales seguidores y simpatizan- go!xM\i^^y£.habj.a:.5§?:.dí a _ e n e V r eci nt0 sagrado_Son ^
^ tes, esta actividad de Jesús estaría íntimamente relacionada los gritos de «Hosanna al hijo de David» con los que la gen-
c o n gíTexperiengpVlp 1n trasrpndpntp cnn sn prnpiiesta é-\\- te celebra estas sanaciones, y no la actuación contra los ven-
Ai^ca y con su compromiso activo con la Helada HPII reinado dedores y cambistas, lo que provoca la alarma entre los su-
de Dios^La clave antropológica que da sentido a todas estas mos sacerdotes-que deciden condenar a Jesús. Elrjaradigrna^
relaciones se encuentra en el carácter amoral de la perspec- mítico del(«médico herid^que casi todos los expertos en
tiva terapéutica de_Jgsús.*En efecto, su predisposición en espíritus reproaucérTen su experiencia iniciática se prolonga
contra de atribuir las dolencias al pecado de las propias víc- en Jesús hasta la muerte.
timas y su actitud critica respecto a un statu quo ó.ue impide
la recuperación definitiva de sus pacientes conectan con la
<3i£jlfciinj:einMQile,DÍQ.s_donde la.saludpermanente sea
pj?sibleyjxyi la creación de un movimijrrtc^enjej que pueda
experimentarse simultáneamente la.jdiSIlcia_saiiadora del
reinado trascendente y la eficacia de una praxis ética que in-
tenta actualizarlo.
Desde esta clave también es posible descubrir una vincu-
lación muy profunda entre la praxis exorcista de Jesús y el
^sentido de su condena a muerte.'Tal vinculación no termina,
efectivamente, en el hecho de que las élites gobernantes ro-
mana y judía.rec^Jaran_de,la atracción que este terapeuta re-
ligioso ejercía sobre el pueblo y decidieran preventivamente
eliminarlo. Por el contrario, reaparece al nivel existencial
más profundo de las motivaciones que pudo haber tenido Je-
sús para crear el inoyJmiejytoj5ligic¿a.d¿j]ejiovaci^ le ^
hizo políticamente sospechoso: su égnsibilidacl ante las do-
lencias concretas que afligían a las gentes dé su entorno y su
^capacidad para entender que la salud sólo sería posible en un
contexto humano radicalmente renovado.
Esta vinculación ha sido magistralmente escenificada
por Mateo en el desarrollo propio que nos ofrece sobre la ac-
tuación df»V.si'is en el Tprnpl" (21, 14-17). Según este evan-
EPÍLOGO

A pesar de la distancia temporal y cultural que nos se-


para de Jesús, su modo de tratar la dolencia v He entender la (
saiudjiene implicaciones políticas éticas y .religiosas que
todavía hoy resultan significativas. Ante numerosas dolen-
cias como la infección por el virus del sida, la adicción a"
sustancias tóxicas, ciertos desequilibrios mentales y desa-
justes conductuales..., existen, todavía hoy dos actitudes j
divergentes; hacer al enfermo responsable de su estado, jus- ^
tincando así su marginación social, o dirigir la mirada a la
sociedad en torno a él para detectar los factores estructura-
'les que promueven esteJipo de afecciones.
.y Aproximarse aídolienta-sin querer culparle de su estado
presupone y refuerzaTaTconciencia de que todos los seres
humanos somos vulnerables-a los ataques del mal, tenga ég-
te la forma que tenga: espíritu caprichoso, virus maligno,
accidente desafortunado... Esta^titutjno sólo facilita la sa-
nación del paciente, sino que además orienta P! esfiípr^ HP
los grupos que participan de esta sensibüijadJstaBéutica^
hacialajcorrección de las condiciones sociales que obstacu-
lizan la recuperación duradera dalos enfermos. Concebir la
salud no como la adaptación aútatuj[ug} sino como la inte-
gración en un contexto de relaciones sociales y personales
satisfactorias'para todas las partes, promueve el interés gru-
pal por practicar una ética y una política que transformen en
esa dirección ideal la sociedad actual. Al mismo tiempo, da
a sentido a la vida enferma o nunca plenamente sana que es el
775 Epílogo

lote presente de muchas personas, pues, libres de sentimien-


tos de culpa y con el apoyo del grupo, pueden aceptar sin
rencor no estar adaptadas a una sociedad injusta, y pueden
preferir buscar y gastar la propia salud trabajando por una
•^sociedad futura saludable para todos.
Para quienes además creen que detrás de la personav_el
proyecto de Jesús está_el mismo Dios/esa meta ideal y cada BIBLIOGRAFÍA
miojdeloyíasosjiados par^alc^nzajlaj^quierejnma di-
mensióij^scendenffi La^sociedad futura saludable^ara to-
dos esvel re"mado^Diosque Jesús y los suyos conocen co-
mo'''expjgiencia sanadora en sus contactos con la realidad
trascendente, y que entienden como la voluntad de Dios pa-
ra con el mundo. Cada enfermo recuperado y cada avance
en la creación de unas relaciones sociales y políticas capa-
c e t e reintegrarlo_d^ionua,íliiradej^ixmMituy£riJuiia-ma-
nifestación concreta del espíritu HP. Din£,reali«ando_suj/Q r
luntad a través de los hombres.
A pesar de esta referencia esencial a lo trascendente, la
moral que la conversión al seguimiento del Jesús exorcista
presupone está, sin embargo, configurada por la realidad
absolutamente cotidiana de la dolencia. Para esta moral, el
'—• criterio fundamental que determina el comportamiento y la
actitud correctos no es el cumplimiento de unas normas di-
vinamente reveladas, ni el reconocimiento humilde de que
sólo con el propio esfuerzo es imposible cumplirlas, sino la
i contribución positiva y concreta para lograr la salud inte-
_ gral de las personas.
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