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LENGUA ESPAÑOLA

Y
LENGUAS DE ESPAÑA
Rafael del Moral
(MGIMO, Moscú, octubre de 2007)

EL ESPAÑOL Y LAS LENGUAS DE ESPAÑA


RESUMEN

A lgunos estudiantes de español se encuentran con


una sorpresa cuando visitan algunas zonas de Espa-
ña: la lengua que oye hablar no es la que han estudia-
do. Desde la constitución de 1978 las lenguas regiona-
les y las lenguas en contacto con otra principal, rele-
gadas hasta entonces a un uso familiar, salieron a la
calle con mayor o menor fortuna. El debate acerca del
lugar que les corresponden sigue abierto. Esta confe-
rencia revisa y justifica la realidad lingüística del país, y
aporta datos socio-históricos para una recta interpre-
tación del lugar que ocupan o deben ocupar.

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TABLA DE CONTENIDOS
1. LAS FRONTERAS LINGÜÍSTICAS Y LAS POLÍTICAS. ......................... 4
2. LENGUAS SUFICIENTES Y LENGUAS CONDICIONADAS ................... 7
3. LENGUAS EN CONTACTO Y ECLIPSE DE LAS LENGUAS ................... 9
4. EL ESPAÑOL Y LOS ESTATUTOS AUTONÓMICOS SOBRE LENGUAS. 11
5. LENGUAS QUE NO HAN ALCANZADO LA MAYORÍA DE EDAD ....... 15
EL ARANÉS ............................................................................. 15
EL ARAGONÉS ........................................................................ 16
EL ASTURIANO-LEONÉS O BABLE ............................................... 18
6. LENGUAS OFICIALES EN SUS DOMINIOS.................................... 20
EL VASCO .............................................................................. 20
EL GALLEGO ........................................................................... 24
EL CATALÁN........................................................................... 29
En Cataluña ........................................................................................... 33
En la Comunidad Valenciana ............................................................... 37
En la Comunidad de las Islas Baleares ................................................ 39
En Andorra ............................................................................................ 40
En el dominio francés del Rosellón..................................................... 41
7. OTROS INTENTOS DE IDENTIFICACIÓN LINGÜÍSTICA ................... 42
EXTREMEÑO .......................................................................... 42
ANDALUZ .............................................................................. 43
LLANITO O YANITO .................................................................. 44
CANARIO ............................................................................... 44
BIBLIOGRAFÍA ........................................................................... 47

3
Q
ueridos colegas profesores de español, queri-
dos alumnos, queridos amigos: ¿Conocen uste-
des algún país del mundo en el que sus fronte-
ras lingüísticas coincidan con las administrati-
vas? ¿Conocen ustedes algún país del mundo donde no
existan conflictos entre lenguas en contacto? ¿Conocen
ustedes algún país del mundo donde no exista una len-
gua que eclipse a otra? Pues les diré que son raros o casi
inexistentes los países donde las fronteras lingüísticas
coinciden con las administrativas, o los países donde los
problemas de bilingüismo no sean importantes, o los
países donde una lengua no dificulte el desarrollo de
otras.

1. Las fronteras lingüísticas y las políticas


Sucedió con el griego frente a las variadísimas lenguas
mediterráneas, sucedió con el latín frente a la multitud
de lenguas del imperio romano (celta, germánico, eslo-
veno…), sucedió y sucede con el ruso frente a las dece-
nas de lenguas de las regiones de la antigua unión sovié-
tica (tártaro, chuvacho, basquiro, checheno, mordovo,
cazajo, néncico… ) y sucede hoy con el español frente a
las otras lenguas de España (catalán, gallego, vasco…) y
también frente a la retahíla de lenguas amerindias o pre-
colombinas que siguen hablándose en América: náhuatl,
quechua, araucano, yucateco… pero de la convivencia

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con estas últimas no vamos a hablar hoy. Nos concentra-
remos en las lenguas que en España están en contacto
con el español y las influencias mutuas, y las convergen-
cias y divergencias, así como las sorpresas que podría
ocasionar en alguno de ustedes que, ignorante de la va-
riedad lingüística, visitara Cataluña, el País Vasco o Gali-
cia, que es donde la convivencia del español parece más
enturbiada. En estas regiones, a igual que sucede en Es-
cocia (Reino Unido) o en Bretaña (Francia) podemos en-
contrarnos con una amplia información en una lengua no
esperada. Y no hablo solo de las indicaciones geográficas
o topónimos que aparecen en las vías públicas sino tam-
bién en locales públicos, en estaciones y aeropuertos e
incluso en museos. La atracción que unos pueblos sien-
ten por otros es tan natural como el rechazo. Por eso a
veces podríamos encontrarnos una paradoja en algún
rincón de España: la información aparece en la lengua
local y… en inglés, que es la lengua internacional… Pero
¿no estamos en España? podríamos preguntarnos… Pues
sí, pero los intereses y voluntades nacionalistas a veces
se imponen a los colectivos, y todo eso amparados en
conceptos tan estereotipados como la libertad, el respe-
to, la identidad…
Suiza es un país que sirve como ejemplo porque sus
cuatro lenguas tienen reconocimiento oficial. Pero en
Suiza las lenguas no se sobreponen, no se solapan. Los
hablantes de alemán pueden no conocer el francés o el
italiano. Si visitamos una catedral en Berna, la capital del

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país, podemos encontrarnos la información en alemán,
que es la lengua de la ciudad, y en inglés, lengua vehicu-
lar de los visitantes, pero no en francés, ni en italiano, ni
en romanche aunque estas lenguas tengan reconoci-
miento oficial en el país.
El roce en la convivencia surge cuando un mismo te-
rritorio se ve obligado a utilizar dos lenguas, que son los
casos de España. Y de eso vamos a hablar hoy. Pongamos
un ejemplo. Hace solo unos días un político catalán era
interrogado en televisión por gentes de toda España.
Uno de los asistentes le llamó don José Luis, que es el
nombre de pila del político, por otra parte nacido en
Aragón y así inscrito en el registro civil. El político nacio-
nalista catalán se enfadó muchísimo y le pidió al deman-
dante que lo llamara Joseph Lluis, en catalán. El deman-
dante le pidió humildemente que le permitiera llamarlo
en español porque él no sabía pronunciar en catalán. El
político, muy airado, le contestó que el se llama Joseph
Lluis en España y en China, y que quiere que todo el
mundo lo llame así porque ese es su nombre.
La lengua acompaña a los pueblos, y los pueblos se
unen con la lengua. La lengua, además, incentiva el na-
cionalismo, lo prende, lo envenena, lo lanza en busca de
una identidad frente a los vecinos que no hablan la mis-
ma, y, lo que es peor, frente a quienes detentan el poder
político. Unas lenguas, las minoritarias, nos separan,
mientras otras, las universales nos acercan. Son muchos
los habitantes de este planeta que desprecian a la socie-

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dad norteamericana con el mismo ímpetu que los veci-
nos de los romanos rechazaban el poder imperial. Pero
ni aquellos, hace tantos siglos, ni los de ahora, renuncia-
ron ni renuncian a enviar a sus hijos a Roma a aprender
latín, en los albores de nuestra era, o a Londres o a Esta-
dos Unidos a aprender inglés en los tiempos modernos.
La humanidad necesita una lengua vehicular, una lengua
que sirva para el primer contacto entre un japonés y un
argentino sin necesidad de interrogarse sobre sus cono-
cimientos. Esa lengua funciona sin que la identifiquemos
con el pueblo que la originó o que ahora la usa. Funciona
porque la necesitamos. La humanidad ya no se cuestiona
si debemos o no aprender esperanto. Tenemos lo que
tenemos y lo damos por bueno.

2. Lenguas suficientes y lenguas condicionadas


Pues bien, hay lenguas que se muestran por sí solas insu-
ficientes para satisfacer las necesidades de comunicación
de sus hablantes, sin que ello signifique menospreciar a
quienes tienen como lengua materna al osético o al vas-
co.
En el lado opuesto, los hablantes de lenguas interna-
cionales como el inglés son tan autosuficientes en comu-
nicación que parece no importarles mostrar la arrogancia
de ser los más monolingües del mundo, pues son los
menos interesados en añadir a la suya cualquier otra por
muy hablada y representativa que sea.

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Citaré, para ejemplificar este principio, la anécdota de
un famoso futbolista londinense que jugaba en el Real
Madrid, club que tanto representa a los españoles en el
extranjero y que tantas veces ha disputado encuentros
en estadios de esta ciudad. El famoso jugador nunca
concede entrevistas en español porque los periodistas
saben inglés, y se complacen en hacérselas en la lengua
germana. Notorio también fuera del campo, Beckam se
despedía de los aficionados madrileños para jugar en un
equipo norteamericano. Sorprendía a los oyentes, y en
especial a mi sensibilidad, que después de cuatro años
un hombre joven como él ni siquiera fuera capaz de con-
cordar el género cuando al articular cortésmente dos
palabras en español dijera: muchísimos gracias. Nada
que ver con los jugadores de origen eslavo o rumano que
en unos meses son capaces de expresarse con un marca-
do acento, sí, pero con absoluta suficiencia.
El español, el ruso, el francés, el inglés, el alemán, el
italiano y otras muchas lenguas, aunque no muchas más,
son autosuficientes, mientras que los hablantes de la
mayoría de las lenguas del mundo condicionan su comu-
nicación al conocimiento de dos o tres lenguas si quieren
satisfacer sus necesidades de comunicación oral o escri-
ta.
Los hablantes centroafricanos, que utilizan la lengua
de su tribu, la de la ciudad donde se han desplazado, la
vehicular del país y alguna lengua europea como el fran-
cés o el inglés, son necesariamente plurilingües.

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Los hablantes de lenguas europeas regionales como el
bretón, el alsaciano, el calabrés, el siciliano, el vasco o el
gallego, han de utilizar también, según los casos, el fran-
cés, el italiano o el español, e igualmente, porque así lo
exigen estos tiempos, el inglés. Son los hablantes trilin-
gües.
Los hablantes de polaco, alemán, sueco o danés que
necesitan casi obligatoriamente añadir el inglés a su
formación, necesitan el bilingüismo.
Y solo los hablantes de algunas, muy pocas, pueden
permitirse el monolingüismo. Son las lenguas que consi-
deramos autosuficientes.
En la cúspide de esta pirámide, los hablantes que tie-
nen al inglés como lengua materna son, sin duda, como
aquel futbolista que se despedía de la afición madrileña,
los más monolingües del mundo.

3. Lenguas en contacto y eclipse de lenguas


¿Por qué, pasadas unas generaciones, quienes fueron
hablantes de dos lenguas, conservan una, la más útil, y
olvidan otra aunque sea la propia? ¿Por qué desapareció
el dalmático a favor del serbocroata, el íbero a favor del
latín o el córnico a favor del inglés?
Los que analizan estos fenómenos establecen varias
fases del proceso.
En la fase primaria hay una bilingüización jerarquizada
de la comunidad, una distribución de ámbitos de uso.
Aumentan las interferencias. Cada una de las lenguas

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deja de ser usada en unas actividades. Hay una dominan-
te, que interfiere sobre la otra, la dominada. Esto es me-
nos visible en hablantes de más edad y bien perceptible
en el caso de los jóvenes. Ya no se trata del nivel de
competencia en dalmático, íbero o córnico, sino de su
comportamiento lingüístico. En muchos ámbitos de la
convivencia deja de usarse la lengua tradicional o solo se
usa cuando se exige.
Le sigue una etapa de decadencia, que se da en el
momento en el que el ámbito familiar, en busca de me-
jor acomodo, deja de transmitir esa lengua a sus hijos. La
pérdida, entonces, es imparable.
La etapa final es la muerte de la lengua.
Son muchos los lugares del mundo en que la base te-
rritorial se reduce por el asentamiento de la población
inmigrante. Pero más decisivo es el comportamiento lin-
güístico de la población juvenil. La existencia de una len-
gua no implica que se use. Los jóvenes conocen la lengua
de sus procreadores, pueden incluso aprender a escribir-
la, y sin embargo se relacionan con los de su edad en la
nueva lengua. ¿Por qué? Hay muchas explicaciones, pero
todas ellas se reducen a la utilidad: barrios donde se ini-
cia la preferencia por la lengua de prestigio, oficios y pro-
fesiones que se siente más cómodos en una lengua que
en otra, imposición inadecuad, prohibiciones que provo-
can la rebeldía, rechazos varios… y, sobre todo, mime-
tismo con quienes prefieren la unidad a la diversidad. En

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muy pocas generaciones puede desaparecer una lengua
en contacto.

4. El español y los estatutos autonómicos


Pero recuperemos nuestra historia. El español es, junto
con el chino, el inglés y el hindi, una de las cuatro len-
guas mayores de la humanidad por su número de ha-
blantes.
Ninguna de las demás lenguas del mundo alcanzan los
los trescientos millones. Con tan reconocido prestigio, o
mejor dicho, a pesar de tan reconocido prestigio, la
Constitución Española vigente, que se aprobó en 1978,
no la llama español, sino castellano, que es un nombre
mucho menos universal. ¿Por qué? La razón es clara: ce-
der forzadamente protagonismo frente a las otras len-
guas de España.
En su artículo tercero el texto constitucional dice: El
castellano es la lengua oficial del Estado. Todos los espa-
ñoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla;
Las demás lenguas españolas serán también oficiales en
las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con
sus Estatutos; La riqueza de las distintas modalidades
lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será
objeto de especial respeto y protección.
La división político-administrativa establece actual-
mente a España en diecisiete comunidades autónomas,
que son regiones geográficas dotadas de poder local a
veces muy amplio, especialmente en el desarrollo de es-

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tatutos relacionados con las lenguas. Una de ellas es As-
turias, otra Andalucía, otra Madrid, otra Castilla-León,
otras Canarias, otra Murcia… Entendiendo, como todo el
mundo sabe, que el español o castellano es lengua de
uso y propia de todas las Comunidades, habrá que en-
tender que hay Comunidades con otra lengua propia
(como Cataluña, Valencia, Baleares, Galicia y País Vasco),
cuyos habitantes tienen conciencia de ello, y comunida-
des sin esa conciencia de tener una lengua propia.
Los Estatutos del País Vasco y de Cataluña se sometie-
ron a sendos referéndum un año después de la constitu-
ción de 1978, y el de Galicia en 1980. En 1983 se celebra-
ron las primeras elecciones autonómicas en trece Comu-
nidades Autónomas. En diciembre del mismo año se
aprobó la Ley que permitía la tenencia de canales de te-
levisión propios a las Comunidades.
La Constitución española evita en su texto la referen-
cia a naciones históricas, a las que llama “nacionalida-
des”. En cambio, menciona las cuatro “lenguas españo-
las” cuando podrían haberse calificado no de “españo-
las”, sino de “lenguas de España” al catalán, al gallego y
al vasco. La Constitución establecía que las regiones que
en el pasado habían gozado de un Estatuto de Autono-
mía podían asumir poderes de autogobierno y redactar,
aceptar y regirse por unos nuevos Estatutos. Son las tres
Comunidades Históricas de las diecisiete Comunidades
Autónomas que componen España: Galicia, Cataluña, y
País Vasco. En ellas confluyen varias circunstancias: la

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existencia de una lengua propia, la existencia de una tra-
dición cultural, la existencia de lo que podríamos llamar
“una fisonomía propia y característica”.
En la redacción de la Constitución se tomaron medi-
das para expresar la posibilidad y la voluntad de resta-
blecer los gobiernos de las tres regiones que durante la
Segunda República (1931-1936), periodo previo a la Gue-
rra Civil, habían iniciado procesos que las hubieran lleva-
do a convertirse en Estados con soberanía federal. Sin
embargo, el concepto de Comunidad Histórica origina
conflictos, desarrolla enfrentamientos, provoca discusio-
nes y es fuente de reclamaciones porque denominación
tan atrevida no implica haber sido independiente, reino
o nación en algún momento de la historia de España. En
cambio, otras Comunidades Autónomas que sí fueron
reinos históricos no han sido definidas como “Comuni-
dades Históricas”, por más que la reorganización de la
España Autonómica ha permitido que se recuperen la
mayoría de las regiones históricas reconquistadas o na-
cidas durante la reconquista, como es el caso de Valencia
o de Andalucía.
En el siglo XII cuando ya habían desaparecido el reino
de Asturias, el reino de León, el reino de Galicia, y el de
Navarra, iniciaba su camino otro, el reino de Castilla fru-
to de políticas de unificaciones territoriales. Por enton-
ces, solo existía, al este, la corona de Aragón.
Deben ustedes saber que cada uno de los diecisiete
gobiernos autónomos que forman el Estado español ac-

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tual tiene Consejería de Educación, Consejería de Cultura,
Consejería de Universidades y otras muchas de ámbito
cultural y lingüístico que facilita el desarrollo de las len-
guas regionales. En las tres Comunidades en las que hay
dos lenguas propias y oficiales existe una Comisión de
Política Lingüística o una Dirección General de Política
Lingüística; es decir, un organismo que vela por la nor-
malización de la lengua oficial y, no se asusten… esa len-
gua no es el castellano…
La autonomía de las Comunidades ha fortalecido la
conciencia de pertenecer a una entidad, y ha reforzado
un cierto sentimiento de identidad con un territorio au-
tosuficiente. Eso explicaría que, en un plazo de tiempo
relativamente corto, hayan aumentado los buscadores y
portales de Internet en gallego, en catalán y en vasco, y
en mucha menor medida en aragonés y también en otras
lenguas en las que se desarrolla el sentimiento de poseer
una expresión lingüística suficientemente diferenciada, o
suficientemente arraigada en una lengua que tuvo enti-
dad aunque luego quedara absorbida por otra. Así, si al-
guien busca y se encuentra que alguien habla del extre-
meño como lengua, que no se sorprenda… es difícil loca-
lizarlo, pero alguien ha concebido su existencia… Y qué le
vamos a hacer. Cuando mis alumnos me preguntan algo
tan elemental como qué es una lengua, tengo que decir-
les que hay una lengua allí donde sus hablantes dicen
que existe… No podemos pasarnos toda la vida discu-
tiendo… Y puestos a atajar una cuestión, más vale con-

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cluirla mediante el respeto, que es la manera más pacífi-
ca de hacerlo, aunque consideremos que desde el punto
de vista científico la realidad es bien distinta.
Estos hechos han llevado a modificar los plantea-
mientos que se hicieron en la Constitución. Así, en agos-
to de 2001 España acogió la Carta Europea de las Len-
guas minoritarias, para aplicarla no sólo a las lenguas
oficiales (catalán, gallego y vasco), sino también a las
lenguas protegidas por los correspondientes Estatutos
de Autonomía.

5. Lenguas que no han alcanzado la mayoría de edad


Hablemos brevemente, y en primer lugar, de las lenguas
de España que no alcanzaron la mayoría de edad o que
permanecen, por diversos motivos, deshilachadas, sin
tejer, sin color inequívoco de identidad ni señas que las
identifiquen con peso social o político. Se trata del ara-
nés, del aragonés y del asturiano o bable.

EL ARANÉS
Es el aranés una variedad del gascón, que a su vez es va-
riedad del occitano o provenzal, dialecto del latín exten-
dido por el sur de Francia y que los franceses llaman po-
pularmente, a todos en su conjunto, patois. Es propia del
Valle de Arán, que pertenece al territorio de la provincia
de Lérida de la Comunidad Autónoma de Cataluña.
En el siglo XII este territorio francés entró a formar
parte de la Corona de Aragón y Cataluña. En el siglo XIV a

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Arán se le concedieron un conjunto de privilegios que en
el XIX fueron abolidos. La comunidad autónoma de Cata-
luña se los devolvió en su Estatut d’Autonomia de 1979,
cuyo artículo 3 dice: L’aranès, varietat de la llengua occi-
tana i pròpia d’Aran, és oficial a la Vall d’Aran. També ho
són el català i el castellà.
Por una Ley de Régimen especial del año 1990, en el
Estatut Especiau d’Aran se reconoce el aranés como “va-
rietat dela lengua occitana è pròpia d’Aran”. El aranés es
la lengua de aprendizaje de los escolares entre 3 y 7
años, y la lengua vehicular en todos los centros de edu-
cación infantil y primaria. Existe una Oficina de Foment
de L’Aranès (OFE), y se ha establecido un Certificat sobre
coneixement d’aranès. Tal privilegio y respeto debe ser
único en el mundo si consideramos que los hablantes de
aranés no superan las cuatro mil almas.

EL ARAGONÉS
Si realmente existe de manera propia y definida, es len-
gua latina desarrollada en el territorio histórico de Ara-
gón. El artículo 7 del Estatuto de la Comunidad Autóno-
ma de Aragón, que cuenta con las ciudades de Huesca,
Zaragoza y Teruel, dice así: “Las diversas modalidades
lingüísticas de Aragón gozarán de protección como ele-
mentos integrantes de su patrimonio cultural e históri-
co.” Existe un Consello d’a fabla aragonesa, con sede en
la ciudad de Huesca.

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A partir de los años setenta sus miembros han contri-
buido a la elaboración de una lengua aragonesa común,
a la que llaman “la fabla”. Su presidente, Francho Nago-
re, es autor de una Gramática de la lengua aragonesa.
No cuento esto como anécdota, sino como un verdadero
punto de reflexión. No hay un censo que precise cuántos
hablantes tiene el aragonés, aparte de que hay que dis-
tinguir entre el que sabe que la lengua existe y la cono-
ce… y la distingue, y el que la utiliza. Se estima que son
unos doce mil. Recordemos que el aragonés fue, en sus
orígenes, lengua vecina del castellano y que luego quedó
reducida a su territorio inicial porque no ganó terreno a
los árabes del sur. Más tarde quedaría anulada por su
cercanía con el castellano y la escasa voluntad de sus ha-
blantes por singularizarla. Prefirieron, sin duda, olvidar
sus características iniciales y adoptar el castellano como
instrumento d e comunicación de mayor eficacia.

17
Fuente: Historia de las lenguas hispánicas, Barcelona, Ediciones B, 2009

EL ASTURIANO-LEONÉS O BABLE
Es el resultado de la evolución del latín en el antiguo
reino de Asturias y lengua propia de aquellos parajes.
Fue luego lengua del reino de León, donde se había tras-
ladado la corte. La Comunidad Asturiana cuenta con más
de un millón de habitantes, 50.000 de los cuales se con-
sidera que son hablantes de asturiano. La enseñanza del
asturiano en la Educación Primaria no empezó hasta
1984. Hasta 1996 no hubo, en la universidad, estudios de
asturiano y, mucho menos, de filología asturiana.

18
Existe una Academia de la Llingua Asturiana, fruto de
cuyos trabajos es el Diccionariu de la llingua Asturiana
con 50.000 palabras. La Academia difunde noticias y no-
vedades a través de Les Anuncies, con formato electróni-
co. De su Boletín Oficial, Lletres Asturianes, y con un Co-
ceyu pol Estudiu y Proteición de la Llingua Asturiana. En
1998 se aprobó una Llei d’Usu y Promoción del Ba-
ble/Asturianu. Existe además una Xunta pola defensa de
la Llingua Asturiana.

Aranés, aragonés y asturiano tienen, como pueden


observar, fuerte apoyo político como resultado de una
demanda social, aunque esta sea minoritaria. Parece que

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nadie puede oponerse hoy al desarrollo de unos senti-
mientos que la propia organización democrática del Es-
tado Español ha propiciado. Añadiremos a ello conflictos
de solución más aguda: ¿Cómo llamar a la lengua de As-
turias: bable, asturiano o leonés…cuando sus hablantes
se debaten en irreconciliable lucha? ¿Cómo resolver la
división entre los que consideran lengua al valenciano y
los que lo tienen por variante interna del catalán y, en
consecuencia, por dialecto?

6. Lenguas oficiales en sus dominios


Mientras decidimos cómo resolver estos problemas, pa-
semos a las lenguas que hubieran podido correr la mis-
ma suerte que el español si las situaciones históricas hu-
bieran sido distintas. Son las llamadas lenguas de las
Comunidades Históricas, el vasco, cuyos hablantes que
no parecen superar el millón, son bilingües con el espa-
ñol o con el francés; el gallego que puede alcanzar los
dos millones y medio de hablantes; y el catalán, usado
como lengua materna por unos siete millones de perso-
nas.

EL VASCO
También llamado eusquera, que es como prefieren lla-
marlo sus hablantes, incluso cuando hablan español, es
lengua de los por pobladores de la península ibérica an-
teriores a la invasión de Roma. Otras lenguas de aquellas
épocas como el íbero desaparecieron, y solo el vasco so-

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brevivió contrariamente al pronóstico natural y al augu-
rio de muchos lingüistas.

Diversos estudios para aclarar su origen han fracasa-


do. Ni la hipótesis de considerarla heredera de las anti-
guas lenguas bereberes norteafricanas ha tenido explica-
ción, y tampoco el intento de emparentarla con lenguas
caucásicas como el georgiano. La mayor dificultad es la
carencia de datos. El primer texto escrito en vasco es del
siglo XVI, un tratado sobre la propia lengua con título en
latín que deja pensar que sus hablantes fueron primero
bilingües con la lengua de Roma, y después con el caste-

21
llano, en su dominio lingüístico del sur, y con el francés
en su dominio del norte.
La lengua llegó al siglo XX dialectalizada. Algunos ha-
blantes de una región no se entienden con la vecina. De
suma importancia fue la labor de la Real Academia de la
Lengua Vasca o Euskaltzaindia, constituida legalmente en
1919 y que goza de reconocimiento oficial y social. Su
finalidad es la investigación de la lengua, el desarrollo de
su uso social y el establecimiento de una norma de uso
por encima de las variantes. Tal necesidad alcanzó el
consenso en 1968. Desde entonces el euskera batua o
vasco unificado es la norma escrita para todos sus ha-
blantes.
El País Vasco, llamado Euskal Herria en vasco, dispone
desde 1979. De un Estatuto de Autonomía en el que se
definen dos lenguas como propias, el castellano y el eus-
kera. Desde 1960, más o menos clandestinas, funciona-
ban las escuelas privadas en las que regían los principios
de la euskaldunización, es decir, tanto el interés por el
conocimiento y uso del euskera, como la conservación
de las propias tradiciones. Son las ikastolas. La introduc-
ción de la lengua euskera en los centros escolares ha ido
en aumento. Y desde el curso de 1979-1980 se han veni-
do ofreciendo tres modelos de educación. Se han ido ge-
neralizando los que garantizan una vasconización o eus-
kaldunización más intensa.
El Gobierno Vasco se propone que la situación de
normalidad para el euskera abarque su uso para el desa-

22
rrollo de las actividades laborales, profesionales, cultura-
les y políticas; su uso para la relación del individuo con la
Administración, y el derecho a recibir en esa lengua los
contenidos informativos de todo tipo de medios de co-
municación.
Con el fin de conseguir la difusión del uso de la lengua
vasca, en 1991 se establece un Plan piloto de euskaldu-
nización de las empresas. Ocho años más tarde, en 1999,
se aprueba en Plan de Política Lingüística. De la Conseje-
ría de Cultura del Gobierno Vasco depende un Consejo
Asesor del Euskera. Los objetivos de este organismo son:
la transmisión familiar de la lengua, extender el uso de la
lengua, y completar y reforzar el corpus léxico del euske-
ra.
En enero de 2003 el gobierno regional vasco promul-
gaba la necesidad de sacar el euskera a la calle y exten-
der su uso. Algo parecido ocurrió en territorios como la
Bretaña francesa o la Escocia británica: una cosa es que
el hablante haya aprendido bretón, escocés o euskera, y
otra que use esas lenguas o que haga de ellas su canal de
expresión habitual en todas las circunstancias comunica-
tivas.
La posibilidad de que el vasco sustituya al español en
todas las necesidades comunicativas, en especial la pu-
blicaciones bibliográficas, la prensa y los medios de co-
municación social, son escasas porque la mayor parte de
la población si bien tiene conocimientos pasivos de la
lengua vasca, no tiene suficiente destreza para convertir-

23
la en útil para todas las necesidades inmediatas de la co-
tidianeidad.
Las fronteras lingüísticas del vasco, que no se extien-
den mucho más de la mitad del territorio autonómico, sí
alcanzan a la Comunidad Autónoma vecina, la de Nava-
rra, donde desde el año 2000 un la ley define el uso del
vascuence. Menos fortuna tiene en su dominio francés.
Allí los jóvenes ni tienen interés en utilizar la anciana
lengua de sus padres, ni se muestran interesados en
practicarla, trasmitirla o perpetuarla.
Ni los romanos impusieron el latín ni los castellanos el
español en aquel territorio vascófono. Sus propios ha-
blantes aprendieron a utilizar la lengua que más conve-
nía a sus intereses, que es lo que ha sucedido siempre en
todos los lugares del mundo. Voces críticas se alzan en la
actualidad contra quienes obligan a utilizar el vasco a
quienes nunca ni tenido la intención de utilizarlo o de
aprenderlo, ni desean estudiarlo o practicarlo.

EL GALLEGO
Es el resultado del latín hablado en la provincia romana
de Galicia. Con la conquista imperial, el latín desplazó a
las inconsistentes lenguas celtas de la región. En el siglo
III se formó en aquel dominio una provincia romana, la
Gaelica, de la que forman parte los territorios del norte
del Duero. Desaparecido del imperio, y con la llegada de
un pueblo germánico, los suevos, cambiaron las condi-
ciones políticas al establecerse un reino independiente

24
en el noreste español. Tal vez la consecuencia más clara
para el latín de aquella zona fue la del aislamiento con
otras partes de la península que siguieron recibiendo in-
fluencia de Roma. La posterior invasión árabe y la frag-
mentación en las luchas de la reconquista, de las largas
guerras contra los invasores, hicieron que Galicia, desde
el oeste peninsular, avanzara en forma de columna de
norte a sur. Por eso desde el siglo VIII se puede hablar de
dos códigos de comunicación distintos: el latín como
lengua alta, y el romance gallego como lengua baja.
A finales del siglo XI se constituye entre los ríos Miño
y Mondego el Condado Portucalense. En 1139 se declara
independiente: es el reino de Portugal. Este nuevo país
emprende la reconquista de dominios árabes y su corte
se va trasladando cada vez más hacia el sur: primero
Coimbra, luego Santarem, y finalmente Lisboa. Las rela-
ciones con los hermanos del norte quedan prácticamen-
te cortadas porque Galicia sigue la suerte política del
reino de León y después del de Castilla. Aisladas entre sí,
el portugués entra en contacto con las poblaciones mo-
zárabes que va sometiendo y evoluciona de manera dis-
tinta. Separado del gallego se convierte, siglos después,
en una lengua internacional.
En el siglo XIII, tras un proceso de generalización en la
vida diaria y consecuentemente en la administración, se
convierte el gallego en lengua normal de comunicación
en todas las capas sociales, y consecuentemente en len-
gua de cultura. Consigue, además, el favor de las litera-

25
turas de toda la península: Martín Codax, Arias Nunes,
Alfonso Eanes, el rey de Castilla, Alfonso X, el Sabio, el
rey de Portugal, Don Dionis escriben en gallego. Le len-
gua está en su periodo de esplendor y podemos decir
que es para la península, excepto Cataluña, lo que el
provenzal a las cortes francesas e italianas. La poesía ga-
llega medieval, recopilada en cancioneros, goza de un
prestigio extendido por toda la península.
En el siglo XV trovadores castellanos como Gómez
Manrique siguen empleando el gallego, pero este siglo
marca también el final de su dominio porque el caste-
llano empieza a introducirse a través de la iglesia prime-
ro, después en las capas altas de la sociedad y luego va
ganando terreno como lengua de difusión cultura. Los
Reyes Católicos, que se habían inspirado en principios
unitarios, promueven la unidad étnica y sociológica. Las
culturas periféricas empiezan a quedar relegadas y sin
que nadie lo solicite ni lo imponga, el gallego deja de es-
cribirse.
Hacia la mitad del siglo XVI ya no hay documentos en
gallego, y aunque nadie lo ha prohibido, no existe como
lengua culta. Reduce su ámbito a las zonas rurales y a los
habitantes menos afortunados de las ciudades. Se em-
pieza a considerar como una lengua de campesinos. Los
gallegos emigran en busca de empleos modestos: cria-
dos, mozos de servicio y labradores. Se descalifica lo ga-
llego, que se convierte en tópico. En ocasiones los galle-

26
gos niegan su origen y en su deseo de ser considerados
se hacen pasar por portugueses.
A esta situación de decadencia se suma en 1780 la
obligatoriedad de la enseñanza en lengua castellana. Lle-
gan a Galicia catalanes y leoneses que promueven la in-
dustria y el comercio, pero que usan como lengua el cas-
tellano. La burguesía se incorpora a la lengua del progre-
so, el español.
En el siglo XIX no cesa el proceso de desgallegización
o retroceso de la lengua. La población de nivel más bajo
no logra hablar castellano, aunque desearía hacerlo para
su integración. Se produce entonces, impulsado por el
romanticismo, una reacción en favor de las lenguas re-
gionales. En 1863 se publica Cantares Gallegos de Rosa-
lía de Castro, libro de la lengua del pueblo, la hablada,
que desde hace más de dos siglos no se escribe. En 1880
se publica Follas novas, también en gallego. Junto a Ro-
salía de Castro, formando el trío de poetas del renaci-
miento del gallego, Eduardo Pondal y Curros Enríquez.
Se convierte así el gallego, en los albores del siglo XX,
en una lengua literaria normal, que se cultiva en poesía,
y menos en prosa. Desde 1907 se usa en los mítines de
los partidos galleguistas y se va imponiendo en toda cla-
se de actos públicos. En el estatuto de 1936, inicio de la
Segunda República, se reconoce la cooficialidad con el
castellano, pero la guerra civil frena repentinamente el
cambio. En los años 1940 se escribe en el exilio, en los
años 19550 se promueve una nueva difusión cultural del

27
castellano en los medios de comunicación y sobre todo
en radio y televisión. A fines de los 60 hay una fuerte
reacción, y ya en 1970 se vuelve a hablar de las lenguas
vernáculas. En 1978 se le reconoce al gallego la oficiali-
dad en el artículo II de la constitución que se desarrolla
en el Estatuto de Galicia de 1981 que dice, entre otras
cosas, en su art. 5: Nadie podrá ser discriminado por cau-
sa de la lengua.
Durante la década de los ochenta las clases sociales
más elevadas hablan, escriben y piensan en castellano; el
campesinado, los marineros, los obreros, la pequeña
burguesía lo hacen en gallego, pero escriben en caste-
llano. La situación ha cambiado mucho en la década de
1990, en la que la integración de la lengua en la vida dia-
ria parece irreversible.
La actual Comunidad Autónoma de Galicia tiene alre-
dedor de tres millones de habitantes. El 95% de sus habi-
tantes tienen el gallego como lengua materna y la consi-
deran su lengua de uso, su lengua propia. Sin embargo,
parece, según todos los indicios, que se tiende a la pér-
dida en la transmisión intergeneracional. Los jóvenes,
que son los que marcan el futuro, optan por alternar el
uso de las dos lenguas, y aunque no está claro, los pare-
ce que prefieren el uso del castellano.
Se ha desplegado en las últimas décadas cierto en-
frentamiento entre quienes defienden como norma lin-
güística la tendencia portuguesa. Son los llamados lusis-
tas. Cuanto más se acerque al portugués más asegurada

28
estará su fortaleza y más se alejará de la influencia del
castellano. La Real Academia Gallega y la Junta de Gali-
cia, que es el gobierno autonómico, defienden, por el
contrario, la regalleguización de la lengua. En 1970 la
Academia fijó una norma de unificación. En 1971 se creó
el Instituto da Língua Galega y en 1977 publicó las Bases
prá unificación das normas lingüísticas do galego. En
1980 surgió la Associaçom Galega da Língua, que publica
la revista trimestral Agália. El mismo año la Consejería
de Educación y Cultura de la Junta publicó unas nuevas
normas para la normalización. En 1983, finalmente, el
Gobierno Autonómico aprobó y dio rango de oficiales a
las Normas ortográficas e morfolóxicas do idioma gale-
go.
El Gobierno Autónomo de Galicia pone en práctica
una política de conocimiento y difusión de la lengua a
través de las cátedras universitarias, de los cursos de
lengua gallega que se dan en las otras autonomías y de
los lectorados.
En lengua gallega, aunque en edición bilingüe, se edi-
tan El Correo Gallego / O Correo galego, en (Santiago de
Compostela, El Ideal Gallego en La Coruña, y A Nosa Te-
rra, Nuestra tierra, semanario digital únicamente en ga-
llego.

EL CATALÁN
Ha despertado desde siempre el interés de filólogos y
socio lingüistas. Mi última sorpresa fue hace poco, cuan-

29
do una profesora rusa de esta universidad, me mostró de
manera inequívoca sus conocimientos de la lengua cata-
lana. Luego comprobé con qué orgullo los catalanistas
citan a Moscú como unos de los enclaves del mudo don-
de se estudia su lengua… No me sorprendería que hubie-
ra entre el público gente que la habla…
También atrae su antigüedad y la fuerza de su persis-
tencia, la solidez del sentimiento que hacia ella experi-
mentan sus hablantes, así como la calidad de los autores
que han escrito en ella, tanto en el campo de la crónica
histórica, como de la poesía y de la narrativa.
Se habla catalán en España, unos siete millones, re-
partidos en las comunidades autónomas de Cataluña,
Baleares, buena parte de la Valenciana, y en una franja
de la zona oriental de la Comunidad Autónoma de Ara-
gón. También se habla en Francia en boca de unos
250.000 franceses que viven en la provincia de los Piri-
neos Orientales, el llamado Rosellón, región anexionada
por el país vecino en 1659. Y, como resto de la expansión
por el mediterráneo, se haba igualmente en Italia, en
boca de unos 30.000 ciudadanos de un barrio de la ciu-
dad de Algero, en la isla de Cerdeña. Y en un estado más,
en Andorra, donde cuenta con unos 20.000 hablantes y
es también es lengua oficial. Unos cientos de miles de
hablantes más la utilizan en Cataluña, Valencia y Balea-
res como segunda lengua de comunicación. El dominio
del catalán-valenciano-balear ocupa unos 60.000 kilóme-
tros cuadrados, que es un territorio mayor que el que

30
alberga a lenguas como el danés, o a países como Holan-
da, Suiza o Bélgica. Según el lugar donde se habla puede
llamarse rosellonés, leridano, valenciano, mallorquín,
menorquí, ibicenco y alguerés.

31
Se trata de una lengua románica que se ha conserva-
do aunque no se ha enseñado regladamente, que se ha
hablado aunque no se haya sabido escribir. El catalán,
por esa razón, ha llegado al siglo XX, y lo ha traspasado,
con una disociación entre su versión oral y su versión
escrita, con una gama de realizaciones que van de la más
ortodoxa a la más libre, en la cual las interferencias re-
sultado del contacto con el castellano son constantes. En
el proceso de normalización ha sido necesaria una labor
terminológica concienzuda para no tener que recurrir al
léxico del español en diversos y numerosos sectores pro-
fesionales.
Cataluña recibió una tardía influencia latina frente a
territorios del sur de la península ibérica. En sus costas
se habían asentado una serie de colonias griegas. Des-
pués de la romanización, el catalán se extiende por el
litoral este de la península y las islas a la vez que las con-
quistas. Cuando el Reino de Aragón y el Condado de Ca-
taluña se unen en 1137 el catalán se convierte en lengua
de la administración, y lo será hasta el siglo XV. En sus
orígenes, la lengua usada en la región para la poesía líri-
ca fue el provenzal.
El escritor Ramón Llull que vivió entre el siglo XIII y el
XIV (1235-1315), natural de Mallorca, en las islas Balea-
res, de vida apasionada y turbulenta, repleta de azares y
misterios, dio un impulso a la normalización lingüística
de la lengua. Escribió, por primera vez en una lengua
románica, obras filosóficas y teológicas, y estrictamente

32
literarias, de proporciones casi inimaginables. Se conser-
van 246 libros auténticos, sobre todo en catalán, pero
también en latín y en árabe, y su obra poética en la len-
gua de moda del momento, el provenzal. Él solo, sin or-
ganismos ni colaboraciones, se bastó para colocar el ca-
talán medieval a una altura envidiable y fue una suerte
que así lo hiciera y que dejara en ella un sutilísimo buen
gusto y una inteligencia excepcional. La difusión de sus
libros fijó los patrones del catalán literario que en el siglo
XIV será reglamentado por la Cancillería Real. Su fama no
ha disminuido a lo largo de los siglos.
La literatura catalana alcanza su edad de oro en los si-
glos XIV y XV con poetas como Auxias March, y prosistas
como Martorell o Bernat Metge. A principios del siglo
XVI, cuando Cataluña y Aragón son integrados en la co-
rona de Castilla, el catalán pasa a un segundo plano y
durante tres siglos vive eclipsado por el castellano, len-
gua que sirve a los escritores del momento, como Juan
Boscán, para redactar su obra literaria.

En Cataluña
Aragoneses y catalanes conservaron sus fueros hasta
1713, fecha final de las luchas por la sucesión de la coro-
na que había dejado vacante el último rey de la dinastía
de los Austrias, Carlos II. El reino de Aragón y los conda-
dos catalanes no habían apoyado la candidatura borbó-
nica del rey Felipe V, y en represalia perdieron sus dere-

33
chos tradicionales, entre ellos los favores de la corona
hacia el catalán.
Desde comienzos del siglo XIX e impulsado por el re-
nacimiento de los nacionalismos europeos, se revaloriza
y regenera el catalán en poetas como Aribau, Oda a la
patria, Verdaguer, L'atlantida, y en dramaturgos como
Angel Guimerá, que debe su fama a una serie de piezas
dramáticas representadas por todo el mundo, entre ellas
La reina jove. Joan Maragall es la voz catalana de la ge-
neración de 1898.
Después de la Guerra Civil (1936-1939) el catalán vivió
sometido a fuertes presiones políticas. Ajeno al favor ofi-
cial, ignorado por las instituciones, su uso fue persegui-
do. No hubo publicaciones en catalán entre los años
1939 y 1941. En 1946 se publicaron 12 títulos, en 1968,
en proceso de recuperación, aparecieron 520. Numero-
sos escritores catalanes como Juan Goytisolo, Juan Mar-
sé o Eduardo Mendoza prefirieron el castellano para di-
fundir su obra.
Aparte de haber sido una lengua nada o poco estu-
diada en extensos periodos de la historia y al margen de
que un sector de la burguesía catalana optara por el uso
del castellano debido al sentimiento de que esa lengua
confería mayor prestigio a sus hablantes, el catalán con-
vive con el español propio de las extensas comunidades
de la emigración. Aquella emigración que se inicia a fines
del siglo XIX con motivo del impulso urbano y económico
de las Exposiciones Universales, pero que se renueva en

34
los años 1950 y 1960 con el desarrollo urbanístico y el
peso de diversas industrias.
El año de despegue de la lengua catalana es el 1978
favorecido por la Constitución Española que le otorga su
cooficialidad con el castellano. El texto legal señala a su
variedad catalana en Cataluña, a la valenciana en la Co-
munidad Autónoma de Valencia y a la balear en las islas
Baleares, sin entrar en más consideraciones.
En 1983 se aprobó la Llei de Normalització Lingüística
de Catalunya. Cinco años más tarde se aprueba la Llei de
Política Lingüística. Esto implica el establecimiento del
catalán como lengua propia de Cataluña. Se establece,
asimismo, que el catalán se usará en la Administración,
en la enseñanza pública y en los medios de comunicación
institucionales. En el año 2002 se publicaron tres volú-
menes con el título Gramàtica del català contemporani.
A partir de entonces la enseñanza pública es en len-
gua catalana. El término “inmersión” se ha usado para
describir el aprendizaje del catalán por parte de los niños
que pertenecen a una familia castellanohablante.
Además, y es esta la situación contemporánea, la co-
munidad recibe inmigración tanto de África como de la
América hispanohablante. El reto es, ahora, la integra-
ción lingüística de estas comunidades que, por lo que
respecta a la segunda, tiene un canal de comunicación
abierto a través del castellano.
Los sociolingüistas son conscientes de que las ciuda-
des juegan un papel innovador y, a la vez, homogeneiza-

35
dor. En ellas se dan procesos de integración, que son uni-
ficadores, y procesos de especialización que son diversi-
ficadores. El centro político y administrativo de Cataluña,
Barcelona, tenía 544.000 habitantes en el año 1900. En
1975, un 35% de la población era de fuera, había llegado
a la ciudad. Barcelona es el espacio donde se articulan y
conviven las dos lenguas. Según datos de 1991, un 95’34
% entiende el catalán; un 70’05 % sabe el catalán, y un
40’06 % sabe escribir el catalán.
La situación actual se presta a diferentes interpreta-
ciones. Puede parecer que el uso del catalán aumenta,
por cuanto es la lengua vehicular de la Administración y
del Gobierno. Pero a partir de hechos ocasionales como
los contratos para el doblaje de películas, la rotulación
de empresas y comercios o la actividad de la judicatura
se desprende que el catalán dista de estar normalizado,
o sea, de estar a la par del castellano.
La mayor parte de la prensa se vende en español, así
como otras publicaciones periódicas. Pero la prensa local
simultanea la edición en español con la edición en la otra
lengua. El diario Avui, que se publica en Barcelona sub-
vencionado por los poderes públicos autonómicos apa-
rece solo en catalán. El Periódico de Catalunya, tiene dos
ediciones, una en catalán y otra en español. Y no sabe-
mos cuál se vende más. El periódico no quiere dar cifras.
A pesar de la escolarización en catalán, de la gratui-
dad de los cursos de catalán, del índice de telespectado-
res de los canales de lengua catalana, se vienen oyendo

36
voces que auguran que el catalán es una lengua que no
sólo está en peligro de extinción, sino que es una lengua
que ya está en proceso de extinción. Muchos son los es-
tudios que auguran que en un par de siglos desaparece-
rán el 90% de las lenguas.

En la Comunidad Valenciana
La Comunidad Valenciana, con más de 4 millones de ha-
bitantes, tiene dos lenguas autóctonas: el catalán (o va-
lenciano) y el castellano. El valenciano es una variedad
interna del catalán. Se le conoce, en la Comunidad, como
valenciano o valencià, y con este nombre se lo menciona
en el Estatut d’Autonomia, sancionado en 1982. Esta
modalidad es el resultado de la extensión hacia el sur del
catalán en época medieval.
El sistema educativo en Valencia tiene tres niveles
idiomáticos: la inmersión lingüística, la incorporación
progresiva de la lengua autóctona, el valenciano, y el ca-
so en el que el estudiante cursa sólo la asignatura de va-
lenciano. Debe tenerse en cuenta que en esta Comuni-
dad hay zonas claramente de lengua castellana, de modo
que es incluso posible solicitar la exención de cursar la
enseñanza del valenciano. Además, en una de las tres
provincias de la Comunidad, la de Alicante, el número de
alumnos extranjeros matriculados en la Enseñanza públi-
ca es muy elevado. No nos referimos a hijos de inmigran-
tes, sino a hijos de extranjeros que viven de modo defini-

37
tivo. Esta cifra alcanza los 36.600 estudiantes en el curso
de 2002-2003.
Recientemente se ha creado la Acadèmia Valenciana
de la Llengua (AVLL). Tarea primordial, y no exenta de
dificultades, ha sido, para la Academia, adoptar un
acuerdo que establezca las bases fundamentales de la
lengua valenciana. En principio serán las Normas de Cas-
tellón de 1932 y las recogidas en la Llei d’Ús del Valencià,
aprobadas por las Cortes Valencianas en 1983 las que
constituirán los pilares del proceso de normativización
del valenciano. En junio del año 2001 se nombraron los
miembros de la Acadèmia Valenciana, y en julio a su Pre-
sidente. En noviembre del año siguiente, 2002, se publi-
có el decreto del Gobierno Valenciano por el que se
aprueba el reglamento de la Acadèmia Valenciana de la
Llengua (AVL).
Las posturas ante la lengua han sido muy encontra-
das. Para la Real Academia de Cultura Valenciana
(RACV), institución pública fundada por la Diputació de
Valencia en 1915, el valenciano es una lengua románica
más, hablada por más de dos millones de personas en el
histórico Reino de Valencia. Está incluida en la Carta Eu-
ropea de Lenguas Minoritarias y, por el contrario, no se
reconoce como lengua por parte de los que ven el valen-
ciano como una variedad interna del catalán. El modo
más inmediato de actuación contra la postura de la
Acadèmia Valenciana de la Llengua ha sido la puesta en
marcha de la página Valencianlanguage.com.

38
Hasta cierto punto, el vertiginoso crecimiento eco-
nómico de esta Comunidad explica el deseo común de
conservar la independencia respecto de la vecina Comu-
nidad Catalana. No debe extrañar que se prefiera soste-
ner que se habla valenciano a reconocer que se habla
catalán, o una variedad de catalán. Las fuerzas políticas y
culturales de esa Comunidad son encontradas. Y en la
Comunidad Valenciana es más que evidente que la cues-
tión lingüística es, al margen de una cuestión particular
de cada uno, una cuestión política. Algo parecido, pero
que ya no provoca controversia, sucede con el serbo-
croata que, siendo la misma lengua es llamado croata
por quienes la escriben con el alfabeto latino y serbio por
quienes usan el cirílico. Y también con el hindi, llamado
urdu en Pakistán, donde se escribe con el alfabeto árabe
y no con el devanagari.

En la Comunidad de las Islas Baleares


La Comunidad de las Islas Baleares tiene setecientos cin-
cuenta mil habitantes. El Estatuto de la Comunidad se
aprobó en 1983. La situación lingüística en las Islas es
peculiar, por cuanto se conserva la lengua autóctona, el
mallorquín, variedad del catalán (la reconquista de las
Baleares tuvo lugar entre 1229 y 1235; la de Valencia en
1238), en ámbitos rurales, en tanto que aumenta el nú-
mero de hablantes de otras lenguas, concretamente del
alemán. Se estima que la cantidad de alemanes que se
desplaza a Baleares en sus vacaciones ronda los tres mi-

39
llones. Una parte del territorio de Mallorca está en ma-
nos alemanas, una parte que oscila entre el 30 y el 50%.
A principios de los años 60 empieza a editarse un diario
en lengua inglesa, el Majorca Daily Bulletin, que tira en la
actualidad 4.000 ejemplares. Una tirada mucho más es-
pectacular es la del semanario en lengua alemana Ma-
llorca Magazin, con 35.000 ejemplares, una sexta parte
de los cuales se recibe en Alemania. El primer diario en
catalán es Balears (1996). Desde hace años, las Baleares
reciben los canales de televisión catalanes y valencianos,
lo que ha contribuido a acortar la distancia de comunica-
ción.
La estancia veraniega de los reyes de España ha favo-
recido la formación de un ambiente deportivo, cultural y
social que tiene su expresión verbal en castellano, más
que en catalán.

En Andorra
Andorra es un pequeño país de 50.000 habitantes. El
Principado de Andorra tiene una Constitución promulga-
da en abril de 1993. El Gobierno de Andorra dispone de
un Servei de Política Lingüística del Ministeri d’Afers So-
cials i Cultura.
Hasta 1982 no existían escuelas andorranas, y la edu-
cación recaía en instituciones que seguían los modelos
educativos francés y español. Después de esa fecha se
organizaron las escuelas maternales andorranas, con el
catalán como lengua vehicular.

40
Se han realizado encuestas para conocer el ámbito de
conocimiento y uso de la lengua catalana. Datos recogi-
dos en 1999 indican que el catalán es la lengua materna
de un 35% de la población de Andorra, en tanto que el
castellano lo es de un 43% (un 11% es de lengua materna
portuguesa). Se organizan cursos de catalán y hay un
movimiento de dinamización de la lengua. Con todo, por
ser Andorra un lugar de turismo, sobre todo en invierno
con sus pistas de esquí, y de comercio, se ha creado una
infraestructura hotelera y de servicios de restauración
que se nutre de personal inmigrado, no siempre dispues-
to a aprender y a utilizar la lengua catalana. Además, pa-
ra los portugueses residentes en Andorra, desde el curso
2000-2001 existen cursos de enseñanza de portugués, en
virtud de un Convenio de Cooperación Educativa entre
Portugal y Andorra.

En el dominio francés del Rosellón


En los dominios franceses la lengua no tiene el mismo
auge. Allí sus hablantes no han sentido la necesidad de
establecer un estatuto peculiar para la lengua. Hasta
1976 no se creó en Perpiñán, la ciudad más importante
de aquel dominio, la primera escuela para la enseñanza
del catalán, y desde 1982 llega tímidamente a la ense-
ñanza universitaria. Por lo demás, los jóvenes prefieren,
con mucho, el francés. Aquella variedad del catalán figu-
ra entre las lenguas en peligro inminente de extinción.

41
7. Otros intentos de identificación lingüística
Y como me gustaría que quedaran claras las cuestiones
lingüísticas que pretendo describir en esta conferencia,
me gustaría terminas poniendo luz a quienes alguna vez
han oído hablar del extremeño, del murciano, del anda-
luz o del canario. Estas cuatro lenguas, o mejor dicho,
estos cuatro nombres que parecen de lenguas, no son
sino modos de nombrar distintas hablas de la lengua es-
pañola o castellana. Extremeños, murcianos, andaluces y
canarios se entienden perfectamente. Se adueñan, sin
embargo, de algunas características fónicas y léxicas que
los identifican, pero aprenden la misma lengua escrita y
en el desarrollo de su español culto apenas si se aprecian
diferencias. Se enfrentan estas variedades, eso sí, a lo
que podríamos llamar español del norte, que forma una
continuidad que se extiende hasta el sur de Madrid en la
que las tendencias conservadoras se imponen frente a
las innovaciones de las hablas del sur.

EXTREMEÑO
Se llama extremeño al castellano hablado en algunas
zonas de la Comunidad Autónoma de Extremadura, lin-
dante con Portugal. En realidad la zona comparte algu-
nos rasgos sureños, pero difícilmente podríamos identifi-
carlos como propios, aunque algunas publicaciones se
empeñen en describir su existencia.

42
Se distingue el murciano por alguna influencia arago-
nesa, y otros rasgos andaluces, pero pocos son capaces
de definir de manera clara su identidad.

ANDALUZ
Más que de andaluz, propio de la Comunidad Autónoma
de Andalucía, cabría hablar de las hablas andaluzas. Se
trata de un diversificado conjunto de hablas o variedades
lingüísticas que presentan una notable complejidad fo-
nética y léxica en comparación con el castellano. Por en-
cima de las variedades acogidas al andaluz occidental
(Sevilla) y de las variedades acogidas al andaluz oriental
(Granada), se tiende a la formación de una variedad re-
gional estándar, un andaluz culto” También se ha estan-
darizado un modelo de pronunciación divergente del es-
tándar nacional que responde a un prestigio basado en
una conciencia histórica, social y cultural.
Tanto en el caso del extremeño como en el del anda-
luz está planteándose, en el ámbito de las Enseñanzas
Medias, el dilema de si conviene reconvenir a los estu-
diantes en sus pronunciaciones “regionales” o “locales”,
con lo que se les hace propensos a tener sentimientos de
inferioridad lingüística, o si se les enseña a considerar su
modo de hablar como el propio de la Comunidad, de la
región o del lugar. Problema añadido, en este caso, es el
de la falta de correspondencia entre oralidad y escritura.
Esta distancia, tan habitual en lenguas como el inglés o el

43
francés, es infrecuente en español y dificulta la enseñan-
za y el aprendizaje de la norma escrita de la lengua.

LLANITO O YANITO
Consideramos también habla andaluza, por otra parte, al
llanito o yanito, modalidad de los gibraltareños del Pe-
ñón. En los sonidos se distingue algo del andaluz del
Campo de Gibraltar, y en el léxico muestra abundantes
préstamos del inglés. Gibraltar cuenta con unos 30.000
habitantes, el 70% de ellos desciende de personas de
origen italiano y español. Hay grupos minoritarios impor-
tantes: indios, marroquíes, judíos sefarditas, malteses y,
claro está, personal militar británico.

CANARIO
Pocos se interesaron por el llamado canario hasta que en
1988 se recogieron por primera vez más de quinientos
títulos de estudios sobre el español de las islas Canarias.
El interés de los estudiosos canarios, tradicionalmente y
hasta más allá de la primera mitad del siglo XX, se centró
más en las manifestaciones folclóricas, en la formación
histórica del archipiélago, en sus contactos comerciales
con Europa, en los movimientos migratorios hacia Amé-
rica que en la realidad lingüística de las islas.
De una parte estaban los trabajos sobre la lengua an-
tigua, vehiculadora de los mitos autóctonos anteriores a
la incorporación del archipiélago a la corona de Castilla.
De la lengua primitiva, el guanche, que se supone empa-

44
rentada con la lengua bereber, no hay más datos que los
testimonios de la toponimia y de la antroponimia. De
otra parte han aumentado las investigaciones sobre el
“canario” o el “español canario”, modalidad lingüística
del español. De otra parte más, los rasgos del español de
Canarias son de sumo interés, por cuanto son muchos los
filólogos y lingüistas que hablan de un continuum que va
del español metropolitano; de este al español canario;
del canario al español antillano y, de ahí, al español
“americano”. Por otra parte, la abundante emigración de
canarios a Venezuela ha favorecido el contacto perma-
nente entre las dos comunidades lingüísticas.
De la Universidad canaria de La Laguna depende un
Instituto de Estudios Canarios. Y se ha creado una Aca-
demia Canaria de la Lengua. La existencia de un Go-
bierno Insular, de los Cabildos, de la Casa-Museo Pérez
Galdós, y de la actividad de los dos centros universita-
rios, así como la elección de las islas como sede de im-
portantes reuniones internacionales dedicadas a la in-
vestigación lingüística han contribuido a una eclosión de
los estudios sobre esa modalidad de la lengua española.
Cualquier ciudadano del mundo que mire a España se
dirá señalando el mapa con el dedo: aquí se habla espa-
ñol. Pero si visitamos alguna página de Internet como la
Etnologue, podríamos leer que las lenguas de son quin-
ce… ¿Han contado ustedes las que hemos citado aquí…?
Pues cuéntenlas con el nombre de sus variedades y ob-
tendrán la cifra, y tal vez más…

45
Las lenguas son instrumentos de comunicación y muy
pocas las que cuentan con una identidad indiscutible. El
sueño de una lengua para la humanidad está lejano.
Mientras tanto lenguas como el español, el francés o el
ruso cuentan con una fuerza de cohesión extraordinaria.
Esa fuerza no es el resultado de las políticas lingüísticas,
sino las exigencias u uso de la sociedad que las sustenta.
Y los hablantes elegimos las lenguas que más nos con-
vienen. Quienes habéis seguido esta conferencia habéis
elegido, acertadamente, según creo, el español, que es
una lengua coherente y sólida, capaz de unir a los cien-
tos de personas que en el mundo la utilizamos.
Muchas gracias.
Moscú, 31 de octubre de 2007

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Bibliografía

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