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Personalmente pienso que nuestro diario vivir consiste en un sin número de aspiraciones y metas.

Por algo nos proyectamos objetivos a corto, mediano o largo plazo. Tanto de forma consciente
como inconsciente, es evidente que la vida está llena de proyectos.

Independientemente de si se tratan de algo casi imposible o de pequeños logros, lo importante es


la valoración que nosotros les damos y la pasión que ponemos en ellos. El cómo planificar un
proyecto es un proceso que parte de una intensión y, por ello cuando esta decae, su realización
está en riesgo.

En el ámbito laboral las causas de desmotivación son múltiples y de diversa naturaleza. Los
proyectos con un nivel de complejidad alto y múltiples suelen ser los más desmotivadores. En
primer lugar, hay que analizar los proyectos y su complejidad, una meta ambiciosa a largo plazo
puede ser desmotivadora porque su realización parece muy lejana en el tiempo. Es preferible
dividirla en pequeñas metas, de modo que se puedan ver los progresos rápidamente.

Llevar muchos proyectos simultáneamente puede afectar la motivación. La preocupación


resultante puede hacer que se abandone la mayoría de ellos. Sin embargo, no es una restricción:
hay personas capaces de llevar a cabo muchos proyectos a la vez, para esto se recomienda analizar
las propias capacidades del líder de proyecto para estar a la altura de los propios compromisos
planteados.

Ante la desmotivación para desarrollar proyectos y el estancamiento, hay que recordar que lo que
más cuesta es comenzar. Una vez que se empieza, se ha vencido el primer obstáculo y el trabajo
empieza a fluir. Si a pesar de todo persiste la apatía o desmotivación, los siguientes conceptos nos
pueden ayudar a conseguir la motivación para desarrollar los proyectos: planificar los proyectos,
establecer un horario, priorizar y organizar, disciplina, investigar los detalles, y disponer de un
lugar adecuado para trabajar.

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