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hombre. Se han usado sobre todo para combatir plagas por su acción sobre las cosechas o como
vectores de enfermedades transmisibles. Los plaguicidas pueden clasificarse en función de su
empleo (insecticidas, fungicidas, herbicidas, raticidas…) o de su familia química (organoclorados,
organofosforados, carbamatos, piretoides, compuestos bipiridílicos, sales inorgánicas…). Todos
ellos son biocidas lo que implica, habitualmente una alta toxicidad humana que ha sido motivo de
preocupación desde mitad del siglo XX debido al amplio e indiscriminado empleo de estos
productos. La exposición a los plaguicidas puede tener efectos agudos, crónicos y a largo plazo.
Algunos compuestos organoclorados (como el DDT) fueron los primeros en ser empleado en
fumigaciones masivas para combatir la malaria y han debido ser prohibidos debido a su capacidad
de bioacumulación y persistencia medioambiental. El peligro representado por la generalizada
presencia de estos agentes, se ha demostrado en los numerosos episodios de epidemias tóxicas
humanas, productoras de alta morbi-mortalidad, descritas por casi todas las familias químicas:
insecticidas y fungicidas organoclorados, insecticidas organofosforados y carbamatos, fungicidas
organomercuriales y sales inorgánicas. Estos episodios se han producido sobre todo por vía
alimentaria y en el terreno profesional. Otras causas de preocupación sanitaria son su capacidad
carcinogénica y de ocasionar alteraciones reproductivas. Se presentan las principales
características de algunas de las familias más relevantes.
Es difícil detectar muchos de los efectos de los plaguicidas a largo plazo, ya que en
las zonas agrícolas las personas se exponen a muchos productos químicos diferentes
y porque los trabajadores agrícolas a menudo se mudan de un sitio a otro.
Daño a los pulmones: es posible que las personas expuestas a los plaguicidas
sufran una tos constante que no desaparece o sientan una fuerte presión en el pecho.
Estas pueden ser señas de bronquitis, asma u otra enfermedad de los pulmones.
Cualquier daño en los pulmones puede dar lugar al cáncer de pulmón. Si usted tiene
señas de daño pulmonar, ¡no fume! Fumar empeora la enfermedad pulmonar.
Hepatitis tóxica: es una enfermedad del hígado que afecta a las personas que están
expuestas a los plaguicidas. La hepatitis tóxica puede causar náusea, vómitos, fiebre
y piel amarilla, y puede destruir el hígado.
Los productos químicos pueden entrar al cuerpo de una mujer y luego aparecer en la
leche de pecho que da a su bebé. Son tantos los plaguicidas diferentes que se usan
en todo el mundo, que incluso en la leche de madres que nunca los han usado
aparece algún tipo de químico tóxico.
Sin embargo, incluso si cree que su leche de pecho podría tener plaguicidas, los
beneficios de dar pecho son muchos mayores que la posibilidad de daño por
plaguicidas en la leche. La leche de pecho es el mejor alimento para ayudar al bebé
a crecer sano y fuerte.
Una mujer expuesta a plaguicidas antes de estar embarazada puede sufrir un aborto
espontáneo o dar a luz a un bebé muerto a causa de la exposición previa.