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Análisis a “La “cuasi” penalización de los espectáculos

con animales por parte de la Corte Constitucional”

El pasado 1º de febrero, la Corte Constitucional declaró inconstitucional el


parágrafo 3 del artículo 5 de la Ley 1774 de 2016, que exceptuaba de penalización
por maltrato animal al rejoneo, el coleo, las corridas de toros, las novilladas, las
corralejas, las becerradas y las tientas, así como las riñas de gallos y los
procedimientos utilizados en esos espectáculos.
En el primer párrafo el autor nos introduce con la declaración de
inconstitucional del parágrafo 3 del artículo 5 de la Ley 1774 de 2016,
dicho parágrafo hacia una excepción a las penas que se debían imponer
por maltrato animal en el coleo, el rejoneo, las corridas de toros, las
novilladas, las corralejas, las becerradas, riñas de gallos y los
procedimientos utilizados en estos espectáculos.
Según el comunicado de la misma Corte, la inconstitucionalidad encuentra su base
en que el legislador, al incluir dicha excepción en el tipo penal, incurrió en un
déficit de protección constitucional hacia los animales, puesto que lo hizo de forma
general, ignorando los límites establecidos al ejercicio de dichas actividades con
animales por la Sentencia C-666 de 2010 y que son:

En el segundo párrafo se da el motivo de la inconstitucionalidad, la


inconstitucionalidad se da ya que gracias a ese parágrafo se incurrió en
el déficit en la protección constitucional de los animales, por el hecho
de hacerlo de forma general, ignorando los límites establecidos en la
sentencia C-666 de 2010, dichos limites son:

 Los animales deben, en todo caso, recibir protección especial


contra el sufrimiento y el dolor durante el transcurso de esas
actividades. En particular (…) siempre y cuando se eliminen o
morigeren en el futuro las conductas especialmente crueles
contra los animales, en un proceso de adecuación entre
expresiones culturales y deberes de protección a la fauna [1].

 Que únicamente podrán desarrollarse en aquellos municipios o


distritos en los que las mismas sean manifestación de una
tradición regular, periódica e ininterrumpida y que por tanto su
realización responda a cierta periodicidad.
 Que solo podrán desarrollarse en aquellas ocasiones en las que
usualmente se han realizado en los respectivos municipios o
distritos en que estén autorizadas.

 Que sean estas las únicas actividades que pueden ser


excepcionadas del cumplimiento del deber constitucional de
protección a los animales; y

 Que las autoridades municipales en ningún caso podrán destinar


dinero público a la construcción de instalaciones para la
realización exclusiva de estas actividades.

Así las cosas, la Corte instó al Congreso de la República para que, en el plazo de dos
años, adapte la legislación a la jurisprudencia constitucional y concretamente a los
cinco puntos anteriormente descritos. En otras palabras, lo que la Corte le está
diciendo al legislador es que puede mantener el rejoneo, el coleo, las corridas de
toros, las novilladas, las corralejas, las becerradas y las tientas, así como las riñas
de gallos, con la condición que se respeten los cinco puntos anteriormente
enumerados. Pero claro, según la jurisprudencia constitucional, el legislador
también puede prohibir dichas actividades. O puede permitir unas y prohibir
otras. Que, en el caso de las corridas de toros, es lo que la jurisprudencia desearía.
En este tercer párrafo se habla de como la corte urgió al congreso de la
republica adapte la legislación a la jurisprudencia constitucional, con
énfasis en los 5 puntos anteriormente dichos, pero con esto la corte le
está dando oportunidad al legislador de mantener las actividades
dichas en el primer inciso, pero respetando los 5 ítems para la
protección de los animales, también si es legislador lo cree prudente
puede prohibir dichas actividades según la jurisprudencia
constitucional lo dicta.
En efecto, solo hace falta leer los pronunciamientos sobre el tema. En la misma
Sentencia C-666/2010, la Corte Constitucional consideró que en virtud de los
conceptos constitucionales de ambiente y de dignidad humana, el Estado Social no
puede ser indiferente al sufrimiento de los seres sentientes como son los animales,
por lo que, “un Estado social debe buscar, entre otros, el bienestar animal, por ser
éste un elemento connatural al desarrollo del principio de solidaridad, del cual el
constituyente derivó diferentes deberes que se consagran en variadas partes de la
Constitución. (…) Esto por cuanto los animales son seres sentientes y por tanto el
comportamiento del ser humano hacia ellos debe ser un comportamiento digno,
siendo un límite no causar sufrimiento o dolor a seres no humanos, en
determinadas circunstancias”.
En el cuarto párrafo se habla que el estado social no puede ser
totalmente indiferente al sufrimiento de los animales y a continuación
se habla de lo que un estado social debería hacer: “un Estado social
debe buscar, entre otros, el bienestar animal, por ser éste un elemento
connatural al desarrollo del principio de solidaridad, del cual el
constituyente derivó diferentes deberes que se consagran en variadas
partes de la Constitución”.
En la Sentencia T-296 del 2013, la Corte consideró que “hasta determinación
legislativa en contrario (…)[2] la excepción allí planteada permite la práctica de las
actividades de entretenimiento y de expresión cultural con animales allí
contenidas, debiendo entenderlas como aquellas manifestaciones culturales que
gozan de arraigo social en determinadas localidades, únicos lugares donde son
realizables”. En la Sentencia C-889/12, la Corte reiteró que el legislador estaba
habilitado para prohibir definitivamente el toreo en Colombia y en la Sentencia C-
283 de 2014 avaló la prohibición definitiva del uso de animales silvestres en circos
en todo el territorio nacional. Una práctica que también podría considerarse como
tradicional.
En el quinto párrafo se hablan de las sentencias T-296 del 2013, la C-
889/12 y la C-283 de 2014, en la T-296 del 2013 se permite la práctica de
las actividades de entretenimiento y de expresión cultural con animales
allí contenidas, debiendo entender estas como manifestaciones
culturales de arraigo social en determinadas localidades, únicos
lugares donde se podrían realizar. En la C-889/12 la corte reitero que el
legislador puede o no prohibir definitivamente el toreo en Colombia. Y
por último en la C-283 de 2014 se avaló la prohibición del uso de
animales silvestres en circos en toda Colombia, siendo esto también
una práctica que se puede considerar tradicional.
Llegó la hora de la verdad. Nos toca sentarnos a debatir y decidir si en nuestro país
vamos a permitir las prácticas que conllevan maltrato animal (en cualquier caso,
atendiendo a las condiciones establecidas por la Sentencia C666/2010) o si las
prohibimos. El debate político nunca se ha dado. Ya vimos que la Ley 1774 del 2016
no penalizó dichas prácticas y en el año 1989, cuando se presentó el proyecto de ley
de protección animal, el ponente del estatuto consideró en su momento: “Ni este
proyecto, ni la versión del mismo presentada al Congreso el año pasado, contiene
prohibiciones para algunos espectáculos con animales como las corridas de toros y
las riñas de gallos. Debiera tenerlos. La filosofía que lo inspira y los razonamientos
que los sustentan conducen a esa veda. Pero alguna concesión había que hacer a la
barbarie nacional, para no crearle obstáculos a la iniciativa, que aparecieron de
inmediato cuando una lectura apresurada produjo la noticia errónea de que se
prohibirían los sangrientos festejos”[3].
En el sexto párrafo se debate si en Colombia se debería seguir
permitiendo dichas prácticas (con respaldo de la sentencia C-
666/2010) o si se debería prohibir definitivamente, se habla de los
obstáculos en la prohibición de las practicas, primero con la ley 1774
del 2016 la cual no penalizo estas prácticas y la presentación de ley de
protección animal la cual fue insuficiente en el nulo contenido de
prohibiciones para algunos espectáculos con animales como las
corridas de toros o peleas de gallos.

A algunos nos parece increíble que, en el año 2017, tengamos que escribir una
columna a favor de la prohibición de las corridas de toros y de otros espectáculos
crueles con los animales. ¿Hace falta exponer las razones por las cuáles está mal
producir sufrimiento, maltratar, torturar y matar a seres sintientes, en nombre del
entretenimiento? Es casi como si tuviéramos que escribir un ensayo acerca de por
qué está mal matar a un perro a patadas y cobrar por ello. ¿Verdad que sería
innecesario en nuestra sociedad? Pero, aunque parezca increíble, en nuestro país,
existe aún la necesidad de argumentar en contra de una tradición importada de
España, a la que asisten unos pocos privilegiados. A continuación, enunciaremos
algunos de los argumentos típicos de los defensores de las corridas de toros y de las
demás actividades con animales, con el fin de desmontarlos.
En el séptimo párrafo se hace una crítica a que en 2017 todavía se tenga
que escribir una columna a favor de la prohibición de las corridas de
toros y de los demás espectáculos crueles con los animales, hace falta
mostrar las razones de lo malo que es producir sufrimiento, tortura y
matanza de seres sintientes, en pro del entretenimiento, se tenga que
escribir un ensayo sobre lo abominable que sería matar a patadas un
pobre animal y después cobrar por tal acto. Aunque parezca que todo
eso sería suficiente para que una sociedad prohibiera todo acto cruel
hacia los animales, en Colombia existe algunos que defienden estos
actos alegando a una tradición. A continuación se mostrara los
argumentos de los pro taurinos

Hacen parte de la cultura y de la tradición en Colombia


Es de necios alegar, en pleno año 2017, que aquello que constituye tradición es
intocable a pesar de que conlleve tortura o violencia y a pesar de que vaya en contra
de la moralidad pública. En algunos países la ablación del clítoris aún se práctica en
nombre de la “tradición” y nos parece injustificable[4]. En nuestro país se han
limitado y prohibido algunas tradiciones de los grupos indígenas y aborígenes,
cuando éstas iban en contravía de la Constitución y de la dignidad humana.
Tenemos que entender que la cultura evoluciona. En España, al igual que las
corridas de toros, fue tradición quemar herejes y gatos. La tradición no conlleva por
sí misma perpetuidad. Al respecto, la profesora Giménez-Candela señala:
En el octavo párrafo se habla de lo absurdo que la tradición sea
intocable a pesar de que traiga tortura o violencia y que vaya en contra
de la moralidad pública, también se da un ejemplo de una tradición
injustificable arraigada en algunos países de la ablación del clítoris y en
nuestro país se han limitado y prohibido algunas tradiciones de
indígenas y aborígenes por estar en contravía de la constitución, al final
se habla de que la tradición no conlleva por si misma perpetuidad. Al
respecto, se señalan algunas palabras de la profesora Giménez-candela:
“Es connatural a la tradición que se acepte por la sociedad y que forme
parte del acervo de la cultura de un pueblo, pero ello no implica que lo
que ha sido una tradición viva no pueda dejar de serlo, porque los
hábitos sociales van cambiando y lo que en un determinado momento
era aceptable, puede convertirse en algo inaceptable e inadaptado a la
sociedad que lo contempla”.

La Corte Constitucional colombiana, en Sentencia C-283 del 2014, señaló que el


legislador está habilitado para prohibir determinadas manifestaciones culturales
que impliquen un maltrato animal. Expuso que la cultura se revalúa
permanentemente para adecuarse a la evolución de la humanidad, la garantía de
los derechos y el cumplimiento de los deberes, máxime cuando se busca desterrar
rastros de una sociedad que ha marginalizado y excluido a ciertos individuos y
colectivos. Y nosotros preguntamos, ¿se podría decir que el narcotráfico se ha
constituido como tradición en nuestro país y por lo tanto debe ser protegido? ¿Y el
machismo? Seguramente, son más tradicionales en nuestro país las prácticas
machistas, racistas y clasistas que las mismas corridas de toros y no por eso vamos
a justificarlas. Pero, aunque alguien pueda argumentar que el machismo o el
clasismo es tradición en nuestro país, protegerlos legalmente sería algo
inaceptable. El argumento de la tradición es “inadmisible en una sociedad
moderna, pluralista y democrática. Nadie, en ninguna otra situación, puede admitir
que el placer estético o la tradición son fuentes de legitimación de acciones que
dañan gravemente a otro, aunque este otro sea un animal.”[6]
En el noveno párrafo se sigue hablando de la tradición, pero
planteando así que, si la tradición de las corridas de toros es permitida
en Colombia, debería también ser permitida la tradición del
narcotráfico o del machismo, porque estos dos factores están
arraigados en la sociedad colombiana, respondiendo inmediatamente
que eso sería inaceptable, dando así un portazo al argumento de la
tradición diciendo que es “inadmisible en una sociedad moderna,
pluralista y democrática”.
Deben protegerse los derechos de las minorías

La Corte Constitucional, en Sentencia C-666 de 2010, consideró que: “el


fundamento de la permisión de maltrato animal en el desarrollo de ciertas
actividades radica en que se trata de manifestaciones culturales con arraigo social
en ciertas regiones del territorio nacional”. Empecemos por decir que las corridas
de toros -que fueron implantadas por los colonizadores españoles y que en algunos
lugares, como Bogotá, se constituyen como un espectáculo reservado a la clase
social alta, blanca y privilegiada de la capital- no tienen un arraigo social o una
aceptación indiscutida que ameriten protección. Al contrario, existe una
sensibilidad social cada vez más grande que las rechaza, pero que el poder político
ha decidido ignorar hasta ahora.
En el décimo párrafo se habla de que la sentencia C-666 de 2010
permite el maltrato animal si son manifestaciones culturales con
arraigo social en ciertas regiones del país, para que a continuación se
muestre que las corridas de toros están reservadas para la clase social
alto, blanca y privilegiada, diciendo así que no hay tal arraigo social o
aceptación indiscutida que proteja estos actos y mostrando que existe
una sensibilidad social cada vez más grande que rechaza estos actos,
pero que el poder político se niega en escuchar.
Ahora bien, los defensores de las corridas de toros son una minoría, sí, pero según
el Tiempo.com, en la sentencia (que aún no se ha publicado), para la Corte no es lo
mismo la protección de una cultura minoritaria (el caso, por ejemplo, de minorías
étnicas, protegidas por la Constitución) que el respeto por manifestaciones
culturales tradicionales y artísticas. Esto porque la Corte considera que el hecho de
que pocas personas practiquen y vayan a corridas de toros, no significa que esas
personas sean radicalmente distintas de la cultura mayoritaria del país o cultura
occidental, o que pertenezcan a una etnocultura muy distinta[7]. La protección de
los derechos constitucionales de las minorías tiene sentido únicamente cuando
hablamos de una minoría excluida, no privilegiada y vulnerable a los abusos
injustos de los poderosos. En muchos casos (como el de las corridas de toros en
Bogotá) se trata de una minoría privilegiada en el país, con poder económico, social
y político. Además, en nuestra Constitución no se protegen ni las corridas de toros,
ni ningún otro espectáculo con animales.

En el undécimo párrafo se habla de que la protección de los derechos


constitucionales de las minorías tiene sentido si hablamos de una
minoría excluida, en el caso de las corridas de toros no podría aplicar
dicha protección porque esa minoría es privilegiada, con poder
económico, social y político en Colombia
Algunos anti taurinos son hipócritas porque comen animales

La posición moral que una persona sostiene en un tema determinado no pierde su


validez ética por otros comportamientos de la misma persona. Es decir, el que
proclama que la tortura animal en las corridas de toros es injusta no falta a la
verdad, aunque, por otro lado, coma animales. Las corridas de toros y los otros
espectáculos con animales tienen un componente especialmente cruel y de
reproche ético, pues, a diferencia de lo que sería a priori, la producción animal
para el consumo humano, consisten en la celebración y disfrute público de la
tortura, el maltrato sádico y la muerte de un animal. Desde nuestro punto de vista,
las corridas de toros no son una prioridad para un ser humano. Nadie va a las
corridas de toros, porque no tiene otra opción. Nadie va a las corridas de toros para
sobrevivir. Constituyen, más bien, un lujo al cual asistir un fin de semana.
En el duodécimo se habla de la hipocresía de los anti taurinos que
apoyando la prohibición de las corridas de toros coman animales,
siendo que en el proceso de elaboración de la carne de los animales hay
tortura, maltrato sádico y la muerte de un animal y también mostrando
que las corridas de toros no son una necesidad para el ser humano y
diciendo que dichas corridas son un lujo de una minoría privilegiada.

En un país como Colombia, con tanta diferenciación de clases y en donde tenemos


un grave problema de pobreza, muchas personas tienen que afrontar día a día retos
y prioridades que no les permite muchas veces decidir sobre lo que están
comiendo. Sin embargo, tienen la absoluta legitimidad para oponerse a las corridas
de toros y a los otros espectáculos públicos con animales, puesto que consideran
que constituyen un escenario de violencia y tortura innecesaria.
En el decimotercer párrafo se reafirma las diferencias de clases y se
habla de los problemas de la clase baja por sobrevivir, dando la
legitimidad para oponerse a las corridas de toros y los otros
espectáculos públicos con animales, ya que son un escenario de
violencia y tortura innecesaria.

Las corridas dan de comer a muchas personas

Probablemente el argumento más débil de todos. ¿Dan de comer a muchas


personas? Aunque dicha afirmación fuera cierta, pues el narcotráfico, el terrorismo
y la corrupción también dan de comer a muchas personas, pero no por ello
legitimamos dichas conductas. Hay muchas maneras de ganarse la vida sin hacer
daño al otro. En todo caso, considero viable y pertinente que, en un eventual
proyecto de ley que prohíba las corridas de toros,
En el decimocuarto párrafo se habla de la fragilidad de la excusa a favor
de las corridas de toros, “dan de comer a muchas personas “, diciendo
que, aunque dicha excusa fuera cierta, pues el narcotráfico, el
terrorismo y la corrupción también dan de comer a muchísimas
personas y no por ello se van a legitimar estas conductas. Y dando una
solución en el caso de que se prohibieran las corridas de toros y demás
espectáculos con animales, se prevea una indemnización a cargo del
Estado, a favor de las personas que se dedican a organizar estas
actividades, si realmente se prueba que con la prohibición se vería
afectada su supervivencia.

Arte y belleza
Y para aquellos que dicen, basta decir que se trata de una belleza que tiene un
precio no asumible por nuestra sociedad, pues es. En palabras del profesor Javier
de Lucas: No por ello defendemos la violencia ni la guerra. Y su única justificación
(la que permite hablar de violencia justa, guerra justa, expresiones que, a juicio de
muchos de nosotros serían un auténtico oxímoron) se encontraría en el carácter de
medio necesario para evitar un daño peor. Pero ese no es el caso en las corridas de
toros.”[8]
En el decimoquinto párrafo se habla que el argumento de que las
corridas de toros u otros espectáculos con animales son “arte” y
“belleza”, es un argumento que no es asumible por nuestra sociedad
pues sería un daño moralmente muy alto.

La Corte Constitucional no prohibió ni penalizó los toros. No podía hacerlo. Esa


será una tarea del pueblo, a través de sus representantes. Sabemos que pronto se
presentará por parte del Gobierno un proyecto de ley en ese sentido. Así que si
usted quiere que se prohíban definitivamente: coja el teléfono y llame a su
congresista de confianza (si es que tiene) y exíjale que vote sí a la prohibición.
En el último párrafo se habla de que la corte constitucional no prohibió
ni penalizo las corridas de toros ya que no podía, entonces invita al
pueblo a través de sus representantes prohibir de manera definitiva las
corridas de toros y los espectáculos con animales.

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