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Así las cosas, la Corte instó al Congreso de la República para que, en el plazo de dos
años, adapte la legislación a la jurisprudencia constitucional y concretamente a los
cinco puntos anteriormente descritos. En otras palabras, lo que la Corte le está
diciendo al legislador es que puede mantener el rejoneo, el coleo, las corridas de
toros, las novilladas, las corralejas, las becerradas y las tientas, así como las riñas
de gallos, con la condición que se respeten los cinco puntos anteriormente
enumerados. Pero claro, según la jurisprudencia constitucional, el legislador
también puede prohibir dichas actividades. O puede permitir unas y prohibir
otras. Que, en el caso de las corridas de toros, es lo que la jurisprudencia desearía.
En este tercer párrafo se habla de como la corte urgió al congreso de la
republica adapte la legislación a la jurisprudencia constitucional, con
énfasis en los 5 puntos anteriormente dichos, pero con esto la corte le
está dando oportunidad al legislador de mantener las actividades
dichas en el primer inciso, pero respetando los 5 ítems para la
protección de los animales, también si es legislador lo cree prudente
puede prohibir dichas actividades según la jurisprudencia
constitucional lo dicta.
En efecto, solo hace falta leer los pronunciamientos sobre el tema. En la misma
Sentencia C-666/2010, la Corte Constitucional consideró que en virtud de los
conceptos constitucionales de ambiente y de dignidad humana, el Estado Social no
puede ser indiferente al sufrimiento de los seres sentientes como son los animales,
por lo que, “un Estado social debe buscar, entre otros, el bienestar animal, por ser
éste un elemento connatural al desarrollo del principio de solidaridad, del cual el
constituyente derivó diferentes deberes que se consagran en variadas partes de la
Constitución. (…) Esto por cuanto los animales son seres sentientes y por tanto el
comportamiento del ser humano hacia ellos debe ser un comportamiento digno,
siendo un límite no causar sufrimiento o dolor a seres no humanos, en
determinadas circunstancias”.
En el cuarto párrafo se habla que el estado social no puede ser
totalmente indiferente al sufrimiento de los animales y a continuación
se habla de lo que un estado social debería hacer: “un Estado social
debe buscar, entre otros, el bienestar animal, por ser éste un elemento
connatural al desarrollo del principio de solidaridad, del cual el
constituyente derivó diferentes deberes que se consagran en variadas
partes de la Constitución”.
En la Sentencia T-296 del 2013, la Corte consideró que “hasta determinación
legislativa en contrario (…)[2] la excepción allí planteada permite la práctica de las
actividades de entretenimiento y de expresión cultural con animales allí
contenidas, debiendo entenderlas como aquellas manifestaciones culturales que
gozan de arraigo social en determinadas localidades, únicos lugares donde son
realizables”. En la Sentencia C-889/12, la Corte reiteró que el legislador estaba
habilitado para prohibir definitivamente el toreo en Colombia y en la Sentencia C-
283 de 2014 avaló la prohibición definitiva del uso de animales silvestres en circos
en todo el territorio nacional. Una práctica que también podría considerarse como
tradicional.
En el quinto párrafo se hablan de las sentencias T-296 del 2013, la C-
889/12 y la C-283 de 2014, en la T-296 del 2013 se permite la práctica de
las actividades de entretenimiento y de expresión cultural con animales
allí contenidas, debiendo entender estas como manifestaciones
culturales de arraigo social en determinadas localidades, únicos
lugares donde se podrían realizar. En la C-889/12 la corte reitero que el
legislador puede o no prohibir definitivamente el toreo en Colombia. Y
por último en la C-283 de 2014 se avaló la prohibición del uso de
animales silvestres en circos en toda Colombia, siendo esto también
una práctica que se puede considerar tradicional.
Llegó la hora de la verdad. Nos toca sentarnos a debatir y decidir si en nuestro país
vamos a permitir las prácticas que conllevan maltrato animal (en cualquier caso,
atendiendo a las condiciones establecidas por la Sentencia C666/2010) o si las
prohibimos. El debate político nunca se ha dado. Ya vimos que la Ley 1774 del 2016
no penalizó dichas prácticas y en el año 1989, cuando se presentó el proyecto de ley
de protección animal, el ponente del estatuto consideró en su momento: “Ni este
proyecto, ni la versión del mismo presentada al Congreso el año pasado, contiene
prohibiciones para algunos espectáculos con animales como las corridas de toros y
las riñas de gallos. Debiera tenerlos. La filosofía que lo inspira y los razonamientos
que los sustentan conducen a esa veda. Pero alguna concesión había que hacer a la
barbarie nacional, para no crearle obstáculos a la iniciativa, que aparecieron de
inmediato cuando una lectura apresurada produjo la noticia errónea de que se
prohibirían los sangrientos festejos”[3].
En el sexto párrafo se debate si en Colombia se debería seguir
permitiendo dichas prácticas (con respaldo de la sentencia C-
666/2010) o si se debería prohibir definitivamente, se habla de los
obstáculos en la prohibición de las practicas, primero con la ley 1774
del 2016 la cual no penalizo estas prácticas y la presentación de ley de
protección animal la cual fue insuficiente en el nulo contenido de
prohibiciones para algunos espectáculos con animales como las
corridas de toros o peleas de gallos.
A algunos nos parece increíble que, en el año 2017, tengamos que escribir una
columna a favor de la prohibición de las corridas de toros y de otros espectáculos
crueles con los animales. ¿Hace falta exponer las razones por las cuáles está mal
producir sufrimiento, maltratar, torturar y matar a seres sintientes, en nombre del
entretenimiento? Es casi como si tuviéramos que escribir un ensayo acerca de por
qué está mal matar a un perro a patadas y cobrar por ello. ¿Verdad que sería
innecesario en nuestra sociedad? Pero, aunque parezca increíble, en nuestro país,
existe aún la necesidad de argumentar en contra de una tradición importada de
España, a la que asisten unos pocos privilegiados. A continuación, enunciaremos
algunos de los argumentos típicos de los defensores de las corridas de toros y de las
demás actividades con animales, con el fin de desmontarlos.
En el séptimo párrafo se hace una crítica a que en 2017 todavía se tenga
que escribir una columna a favor de la prohibición de las corridas de
toros y de los demás espectáculos crueles con los animales, hace falta
mostrar las razones de lo malo que es producir sufrimiento, tortura y
matanza de seres sintientes, en pro del entretenimiento, se tenga que
escribir un ensayo sobre lo abominable que sería matar a patadas un
pobre animal y después cobrar por tal acto. Aunque parezca que todo
eso sería suficiente para que una sociedad prohibiera todo acto cruel
hacia los animales, en Colombia existe algunos que defienden estos
actos alegando a una tradición. A continuación se mostrara los
argumentos de los pro taurinos
Arte y belleza
Y para aquellos que dicen, basta decir que se trata de una belleza que tiene un
precio no asumible por nuestra sociedad, pues es. En palabras del profesor Javier
de Lucas: No por ello defendemos la violencia ni la guerra. Y su única justificación
(la que permite hablar de violencia justa, guerra justa, expresiones que, a juicio de
muchos de nosotros serían un auténtico oxímoron) se encontraría en el carácter de
medio necesario para evitar un daño peor. Pero ese no es el caso en las corridas de
toros.”[8]
En el decimoquinto párrafo se habla que el argumento de que las
corridas de toros u otros espectáculos con animales son “arte” y
“belleza”, es un argumento que no es asumible por nuestra sociedad
pues sería un daño moralmente muy alto.