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Introducción

El movimiento es un sistema compuesto de varios elementos, cada uno de los cuales


tiene una función básica relativamente única que es necesaria para la producción y
regulación del movimiento. Diversos sistemas anatómicos y fisiológicos forman parte
de estos elementos básicos.

Para la comprensión de cómo se producen las diversas alteraciones del movimiento


producto de síndromes dolorosos, deben tenerse en cuenta las formas de actuación e
interacción óptimas de los múltiples sistemas anatómicos y fisiológicos involucrados en
el movimiento.

La función e interacción óptimas de los elementos son, los elementos de base formado
por los sistemas muscular y esquelético en los que se produce directamente el
movimiento; los elementos moduladores, que regulan el movimiento mediante el
control de los patrones y las características de la activación muscular, es decir, el
sistema nervioso; los elementos biomecánicos son estáticos y dinámicos, y por último,
los elementos de sostén incluyen los sistemas cardíaco, pulmonar y metabólico. Estos
sistemas juegan un papel indirecto porque no producen el movimiento de los segmentos
sino que proporcionan los sustratos y aportes metabólicos necesarios para mantener la
viabilidad o el equilibrio corporal (homeostasis).

Las alteraciones en el movimiento son la base de muchos síndromes de dolor


neuromusculoesquelético regional. Estos son afecciones dolorosas y localizadas de los
tejidos periarticulares, articulares, musculares o neurales y son a menudo el resultado de
microtraumatismos de repetición acumulativos que sufren los diversos téjidos. Los
microtraumatismos de repetición pueden producirse por uso excesivo, lo cual se basa en
una tensión máxima y repetitiva que supera la capacidad del tejido para adaptarse y
repararse. Los microtraumatismos de repetición pueden estar causados por movimientos
repetidos durante la actividad física o el deporte y durante las actividades de la vida
diaria que carezcan de un alineamiento correcto de los segmentos y que produzcan un
movimiento osteocinématico erróneo.

En la rodilla, una de las articulaciones que se lesiona con mayor frecuencia en el cuerpo,
es la articulación intermedia de la extremidad inferior, formada en realidad por dos
articulaciones, la femorotibial y la femororrotuliana, siendo la primera de ellas el
componente portador del peso, y la segunda, un reductor de la fricción del tendón del
cuádriceps sobre los cóndilos femorales que actúa como “polea anatómica excéntrica”.
La rótula mejora el rendimiento muscular del brazo de palanca más largo del cuerpo.

Por otra parte, con frecuencia se halla sujeta a una tensión máxima (localizada en la
intersección de dos largas palancas), siendo probablemente la más vulnerable de todas
las estructuras del cuerpo a las lesiones de tejidos blandos, con el dolor y el deterioro
concomitantes.
Los paradójicos requerimientos mutuamente excluyentes de la articulación de la rodilla
al tener que aportar gran estabilidad en extensión completa, cuando está sometida a
diversas tensiones resultantes del peso corporal y la longitud de los brazos de palanca
implicados, así como también gran movilidad, esencial en la carrera o en la marcha en
un terreno desnivelado, lo cual se logra sólo mediante un cierto grado de flexión.

La rodilla no está bien protegida por grasa o masa muscular, lo que la hace
relativamente sensible a los traumatismos. Las exigencias en cadena cinética cerrada de
las actividades de la vida diaria como caminar, estar de pie y levantarse de una silla
requieren una acción coordinada y armónica del sistema neuromuscular de las
extremidades inferiores.

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