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PROBLEMAS

DE PSICOLOGIA
GENERAL
S. L. RUBINSTEIN

'li

tratados y manuales
grijalbo
MEXICO BARCELONA BUENOS AIRES
PROBLEMAS DE PSICOLOGIA GENERAL
I'raducción: Josep Maria Güell de ia edición original en ruso
© 1976, V.A.A.P.
O.R. © 1983, por EDITORIAL GRIJALBO, S.A.
Calz. San Bartolo :-.Iaucalpan núm, 282
Argentina Ponierite 11230
.\IIiguel Hidalgo, México, D.F.
PRI.\1ERA EDICIO:-.I

Este libra no puede ser reproducido,


total o parcialmente,
sin autorización escrita dei editor.
ISB:-.I 968-419-337-8
I.\IIPRESO E:-.I .\IIEXICO
Cuestiones teóricas de psicología.
EI problema de Ia personalidad

1
La resolución del problema de Ia personalidad en psicología, e in-
cluso su mismo planteamiento, dependen sustancialmente de Ias
normas generales teóricas que sirvan de punto de partida. A su vez,
cualquier resolución del problema de Ia personalidad determina
esencialmente una concepción teórica general de Ia psicología.
La introducción del concepto de personalidad en psicología
significa, ante todo, que para explicar Ias fenómenos psíquicos se
parte de Ia existencia real del hombre como ser material y en su
relación con el mundo material. Todos los fenómenos psíquicos
pertenecen, en sus interrelaciones, al hornbre concreto, vivo yacti-
vo; todos son dependientes y derivados de Ia existencia natural y
social del hombre y de Ias leyes que Ia deterrninan.
Esta proposición se descubre y desarrolla en base a Ia compren-
sión dialéctico-materialista de Ia determinación de los fenómenos
psíquicos. Para explicar los fenómenos psíquicos, Ia psicoIogía de
Ia personalidad partíaa menu do de posiciones que constituían Ia
antítesis directa deI determinismo mecanícista. EI mecanicismo
intenta deducir directamen te los fenômenos psíquicos de Ias in-
fluencias externas. Pero al explicar Ios fenómenos psíquicos, Ia
psicología personalista se desliza fácilmente a Ia posición directa-
mente opuesta: a Ia explicación de Ios fenómenos psíquicos par-
tiendo únicamente de cualidades internas o de tendencias de ia
personalidad. Esta clase de explicación de los fenómenos psíquicos
no es más que eI reverso de Ia concepción mecanicista. Por ello, no
es posibIe buscar Ia solución del problema, ni Ia superación de esta
antítesis, en el hecho de unificar ambas explicaciones asegurando
que hay que tener en cuenta tanto Ias acciones externas como el
condicionamiento interno de los fenómenos psíquicos de Ia perso-
nalidad, y aceptando de este modo una teoría con dos factores.
Las acciones externas y Ias condiciones internas deben correIacio-
narse debidamente unas con otras. Partimos de que Ias causas ex-
ternas (Ias acciones externas) siempre actúan condicionadas por

259
Ias condiciones internas. Esta comprensión del determinismo va
acompafiada de Ia verdadera importancia que adquiere Ia persona-
lidad, como conjunto entero de condiciones internas, para com-
prender Ias leyes de los procesos psíquicos. Sólo esta comprensión
del determinismo liberará de Ia metafísica y del subjetivismo ai
planteamiento del problema de Ia personalidad, le liberará de todo
10 incompatible con Ia ciencia auténtica y le otorgará toda su im-
portancia para Ia psicología. Al explicar cualquier fenómeno
psíquico, Ia personalidad aparece como un apretado nudo de con-
diciones internas a través de las cuales se refractan todas Ias accio-
nes externas (estas condiciones internas incluyen también los
fenómenos psíquicos: Ias cualidades psíquicas y los estados de Ia
personalidad );' Por ello, introducir Ia personalidad en Ia psicología
constituye Ia premisa indispensable para explicar los fenómenos
psíquicos. La proposición según Ia cual Ias acciones externas sólo
están relacionadas con su efecto psíquico condicionalmente, a
través de Ia personalidad, constituye el centro a partir dei cual se
determina el enfoque teórico de todos los problemas de Ia psicolo-
gía en general. Las leyes de los fenómenos psíquicos se pueden
descubrir igualmente, e incluso en mayor medida que los demás,
partiendo de Ia comprensión dialéctico-materialista del determinis-
mo. Las leyes de 10s fenómenos psíquicos son leyes internas exter-
namente condicionadas. Esta comprensión de Iasleyes psicológicas,
y Ia introducción de Ia personalidad como eslabón indispensable
en psicología, son en cierto sentido dos proposiciones equivalentes.
Como sea que Ias condiciones internas -a través de Ias cuales se
refractan en cada momento dado Ias acciones externas sobre Ia
personalidad- se han formado a su vez a tenor de Ias precedentes
acciones externas, Ia proposición sobre Ia refracción de Ias acciones
externas a través de Ias condiciones internas significa al propio
tiempo que el efecto psicológico de cada acción externa (incluídas
Ias pedagógicas) sobre Ia personalidad viene condicionado por Ia
historia de su desarrollo.

2
AI hablar de que Ia historia condiciona Ia estructura de Ia perso-
nalidad, hay que comprender a aquélla en un sentido amplio: in-
cluye Ia evolución de los seres vivos, Ia historia de Ia Humanidad
propiamente dicha, y finalmente, Ia historia personal del desarrollo

1. Las cualidades dei sistema nervioso son un importantísimo componente


fisiológico de estas condiciones internas. Su estudio sistemático por B.M. Te-
plov adquiere a este respecto su "puesto", su verdadera importancia psicoló-
gica.

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de un hombre dado. Debido a este condicionamiento histórico, se
descubren en Ia psicología de Ia personalidad componentes con
distinta medida de generalidad y estabilidad que cambian a distin-
to ritmo. Así, Ia psicología de cada hombre incluye rasgos mediati-
zados por Ias condiciones naturales que son comunes a todas Ias
personas. Tales son, por ejemplo, Ias cualidades de Ia vista, condi-
cionadas por Ia propagación de Ios rayos solares y por Ia estructura
del ojo, determinada por estos rayos. Como quiera que tales condi-
ciones son invariables, fijadas en Ia estructura del aparato visual y
en sus funciones, com unes a todas Ias personas serán también Ias
correspondientes cualidades de la vista. Otros rasgos cam bian en el
curso del desarrollo histórico de Ia Humanidad. Tales son, por
ejemplo, Ias peculiaridades del oído fonemático, condicionadas
por Ia estructura fonemática de Ia lengua vernácula. Dichas pecu-
liaridades no sólo son diferentes en pueblos que hablen distintos
idiomas, sino que varían en el curso del desarrollo de un mismo
pueblo. Así, en los siglos XII-XIII tuvieron lugar sustanciales cam-
bios en el régimen fonemático del idioma ruso. En este período
apareció una correlación entre consonantes sordas y sonoras, y se
convirtieron en fonemas independientes Ias correspondientes
consonantes débiles y fuertes apareci das en dicha época, etc.
De acuerdo con esto, se empezaron a formar en los rusos Ias pecu-
liaridades del oído fonemático que les son hoy día características.
Así, Ias formas de sensibilidad -en este caso, de oído lingüístico-
cambian como resultado del desarrollo histórico. Lo mismo puede
decirse deI oído musical.
Con el cambio de Ias formaciones sociales tienen lugar determi-
nados movimientos y cambios en el perfil psicológico de Ia gente.
Aunque existen leyes generales de motivación para todos 10shom-
bres, el contenido concreto de los motivos, Ia correlación entre
motivos sociales y personales, cambia con el cambio del régimen
social. Estos cambios son típicos y generales para quienes viven en
Ias condiciones de un mismo régimen social. Con esto se conjuga Ia
historia individual del desarrollo de Ia personalidad, condicionada
por Ia correlación de Ias condiciones internas y externas específicas
de Ia misma. Por tanto, unas mismas condiciones internas y exter-
nas (por ejemplo, Ias condiciones de vida y de educación de dos
nífios en una misma familia) son en esencia diferentes para el
individuo en su sentido vital. En esta historia individual deI desa-
rrollo se forman Ias cualidades o pecualiaridades individuales de Ia
personalidad, Así pues, Ias cualidades de Ia personalidad no se
reducen de ningún modo a sus peculiaridades individuales. Inclu-
yen tanto 10 general, como 10 especial, como 10 singular.
La personalidad será tanto más significativa cuando más esté
representado 10 universal en su individual refracción en ella. Las

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cualidades individuales de Ia personalidad no son 10 mismo que Ias
cualidades personales del individuo, es decir, Ias cualidades que
le caracterizan como personalidad.

3
Dentro de Ia variedad de cualidades humanas destacan, en cali-
dad de propiedades netamente personales, aquéllas que condicionan
Ias actividades o conductas significativo-sociales del hombre. Por
ello, ocupan un lugar fundamental los sistemas de motivos y de
tareas que se plante a el hombre, Ias cualidades desu carácter que
condicionan los actos de Ias personas (aquellas de sus acciones
que realizan o expresan Ia actitud del hombre hacia otros hombres)
y Ias facultades del hombre (es decir, Ias cualidades que le hacen
apto para Ias formas de actividad social útil que se van formando
históricamente ).
No hay necesidad de detenernos detalladamente en Ia historia
del concepto de personalidad. Queda ilustrada en una serie de tra-
bajos: A. Trendelenburg (1903), H. Reinfelder (1928) y otros. H.
Olport nos da una fugaz valoración de los mismos. De acuerdo con
estas investigaciones, Ia palabra "personalidad" (Person) se aplica-
ba inicialmente a Ia máscara que se ponía el actor, y luego pasó a
designar al propio actor y a su papel. Los romanos utilizaban Ia pa-
labra persona únicamente en el contexto de persona patris, regis,
accusatoris (personalidad de padre, de rey, de acusador, etc.).
Refiriéndose a Ias investigaciones existentes, K. Bühler asegura-
ba que el concepto de personalidad había cambiado radicalmente:
no significa ya una función social del hom bre sino su esencia inter-
na (Wesensart). No es cierta, sin embargo, Ia contraposición entre
esencia interna y función social de Ia personalidad, contraposición
que establece Bühler metafísicamente. La personalidad del hombre
no puede, naturalmente, identificarse directamente con su función
social, jurídica o económica. Así pues, Ia persona jurídica puede no
ser sólo un hombre como individuo, como personalidad. AI propio
tiempo, el hombre (el individuo, Ia personalidad) puede no apare-
cer en calidad de persona jurídica, y en todo caso nunca será úni-
camente una persona jurídica, una función jurídica personificada.
De modo parecido, Marx, en economía política, al hablar de Ias
"características máscaras económicas de Ias personas", dice que "se
trata sólo de Ia personificación de Ias relaciones económicas, en
calidad de portadores de Ias cuales estos personajes se contrapo-
nen uno a otro", 2 y acto seguido advierte Ia incorrección de

2. K. Marxy F. EngeIs, Obras, t. XXIII,pág.95.

262
considerar a Ias personas só10 como categorías sociales personifi-
cadas y no como individuos. "... Hemos tropezado con dificulta-
des -escribe Marx- como consecuencia de considerar a Ias perso-
nas sólo como categorías personificadas y no indívidualmente.v '
Sin embargo, Ia idea de personalidad que encerraba eI primitivo
significado de esta palabra y que indicaba el papel que el actor re-
presentaba en Ia pieza teatral (y posteriormente el papel real que
jugaba el hombre en Ia vida), debería pese a todo conservar un ras-
go esencial. Este consiste en que Ia personalidad se define por sus
relaciones con eI mundo circundante, con el ambiente social, con
otras personas. Estas relaciones se realizan dentro de Ia actividad
de los hombres, dentro de Ia actividad real por media de Ia cuallos
hombres conocen el mundo (Ia naturaleza y Ia sociedad) y 10 trans-
forman. De ningún modo es posible separar totalmente Ia persona-
Iidad del papel real que juega en Ia vida. La importancia de Ia
personalidad se determina no sólo por sus cualidades en sí, sino
por Ia importancia de Ias fuerzas histórico-sociales de Ias que apa-
rece como portadora. La distancia que separa a una personalidad
histórica deI hombre común no se determina por Ia correlación en-
tre sus facultades naturales en sí, sino por Ia importancia de Ias
empresas que eI hombre, convertido en personalidad histórica,
consiguió realizar no sólo gracias a sus facultades naturales iniciales,
sino al curso de circunstancias deI desarrollo histórico y de su pro-
pia vida. EI papel de un gran personaje de Ia historia, y no simple y
llanamente sus facultades en sí, determinan Ia correlación de esca-
las entre Ia personalidad y Ia deI hombre común, Atribuir Ias dife-
rencias entre Ia personalidad histórica y eI hombre "sencillo" ex-
clusivamente a Ias diferencias entre sus condiciones de partida da
lugar a una falsa contraposición entre el genio y Ia muchedumbre,
y crea falsas perspectivas aI valorar Ias posibilidades que se abren
ante cada hombre.
La personalidad se forma dentro de Ia interrelación del hombre
con eI mundo circundante. EI hombre no sólo se manifiesta, sino
que se forma, en interrelación con el mundo, en Ia actividad que
realiza. Por eso Ia actividad deI hombre adquiere una importancia
tan fundamental para Ia psicología. La personalidad humana, es
decir, Ia realidad objetiva que se designa con eI concepto de perso-
nalidad, es a fin de cuentas eI individuo real, el hombre vivo y
actuante. No existe ninguna personalidad ni como formación psi-
coffsica "neutra" (véase W. Stern. Die Menschliche Personlichkeit,
Leipzig, 1923), ni como formación netamente espiritual, como
tampoco existe ninguna ciencia especial sobre Ia "personalidad"
así entendida.

3. Ibídem.ipág. 173.

263
En calidad de personalidad, el hombre aparece como "unidad"
dentro dei sistema de relaciones sociales, como portador real de es-
tas relaciones. Este es el núcleo positivo del punto de vista que ase-
gura que el concepto de personalidad es una categoría social y no
psicológica. Esto no excluye, por otra parte, que Ia propia persona-
lidad como realidad, como pedazo de realidad que posee variadas
cualidades -también naturales y no sólo sociales+ sea objeto de
estudio para diferentes ciencias, cada una de Ias cuales Ia estu-
dia en Ias relaciones y uniones que le son específicas. AI número
de estas ciencias es indispensable adscribir Ia psicología, pues no
hay personalidad sin mente, y menos aún sin conciencia. Además,
el aspecto psíquico de Ia personalidad no es equiparable a Ios
demás; los fenómenos psíquicos se entrelazan orgánicamente en Ia
vida integral de Ia personalidad, por cuanto Ia función básica vital
de todos los fenómenos y procesos psíquicos consiste en Ia regula-
ción de Ia actividad de los hombres. Condicionados por Ias accio-
nes externas, los procesos psíquicos condicionan Ia conducta
mediatizando Ia dependencia de Ia conducta dei sujeto con respec-
to a Ias condiciones objetivas."
EI hombre es una individualidad gracias a que posee cualidades
especiales, singulares e irrepetibles; el hombre es una personalidad
gracias a que determina conscientemente su actitud hacia 10 que
le rodea. EI hombre es una personalidad por cuanto tiene su propia
faz. El hombre es una personalidad en el más alto grado cuando
su neutralidad, indiferencia y pasividad son mínimas, y máximo su
"espíritu de partido" con respecto a todo 10 socialmente impor-
tante. Por e110tiene tanta importancia Ia conciencia para el hom-
bre con personalidad, no sólo como conocimiento sino también
como actitud. Sin conciencia, sin capacidad para ocupar conscien-
temente una determinada posición, no hay personalidad.
AI subrayar el papel de Ia conciencia hay que tener en cuenta al
mismo tiempo Ia pluralidad de planos de 10 psíquico, el que los
procesos psíquicos discurren a distintos niveles. Un enfoque simpie
y monoplano de la mente de la personalidad siempre será un enfo-
que superficial, incluso si se toma una "capa profunda". Además,
el conjunto de planos del carácter psíquico dei hombre se conserva
gracias a Ia relación entre todas sus cualidades y tendencias, a veces
contradictorias.

4. Se dice a menudo que Ia personalidad no entra en Ia esfera de Ia psicolo-


gía. Esto, naturalmente, es cierto en el sentido de que Ia personalidad en con-
junto no es una formación psicológica y por ello no puede ser tema únicamen-
te de Ia psicología. Pero no es menos cierto que los fenômenos psicológicos
entran -y entran necesariamente- en Ia personalidad; por ello, sin Ia psicolo-
gía no puede haber un estudio polifacético de Ia personalidad.

264
La proposición sobre el discurso de Ias procesos psíquicos a dis-
tintos niveles tiene una importancia fundamental para comprender
Ia estructura psicológica de Ia propia personalidad. En particular,
el tema de Ia personalidad como sujeto psicológico va directamen-
te ligado a Ia correlación entre los procesos involuntarios y los na-
mados procesos voluntarioso El sujeto, en el sentido específico de
la palabra (como yo), es sujeto de una actividad consciente, "volun-
taria". Su núcleo está constituido por impulsos comprendidos: 10s
motivos de sus acciones conscientes. Toda personalidad es sujeto
en el sentido de yo; sin embargo, el concepto de personalidad tam-
poco puede ser reducido, con respecto a Ia psicología, al concepto
de sujeto en este estrecho y específico sentido. El contenido psí-
quico de Ia personalidad humana no se agota con Ias motivos de Ia
actividad consciente; contiene también, en sí mismo, variadas ten-
dencias no comprendidas: los impulsos de su actividad involuntaria.
El yo como sujeto es una formación inseparable deI conjunto de
tendencias, con pluralidad de planos, que constituyen en total el
carácter psicológico de la personalidad. En Ia característica general
de Ia personalidad hay que tener también en cuentasu "ideología",
Ias ideas aplicadas por el hombre en calidad de principios y en base
a Ias cuales se lleva a cabo Ia valoración de los actos propios y aje-
nos determinados por tales o cuales impulsos pero sin que aparezcan
ellos mismos como estímulos de su actividad.

4
Un examen exhaustivo de los procesos psíquicos -de percep-
ción, de pensamiento (y no sólo, digamos, sensoriales)- debe
incluir también los "personalistas", el aspecto motivación de Ias
correspondientes actividades, es decir, debe descubrir en ellos Ia
actitud de Ia personalidad hacia Ias tareas que se le plantean. Sin
embargo, esto no significa de ningún modo que se pueda conside-
rar Ia percepción, el pensamiento, etc., sólo como una manifesta-
ción particular de Ia actitud, variable en cada caso, de Ia personalidad
hacia Ia situación." No es posible ignorar Ia dinámica de estas rela-
ciones al examinar 10sprocesos psíquicos, pero tampoco es posible

5. Considerando que no sólo el sentimiento y Ia voluntad, sino también Ia


percepcióny el pensamiento tomados en su concreción, son Ias que contienen
tambíén Ia actitud de Ia personalidad hacia Ia situación, nosotros pese a todo
veríamos con precaución Ias formulaciones que encontramos por ejempIo en
K. Gottschald, quien Ias convierte en momentos más o menos independientes
de Ia realización de Ias actitudes deI hombre hacia una determinada situación de
Ia vida (véase: K. Gottschald, "Zur Theorie Personlichkeit und ihrer Entwick-
lung", Zeitschrift [ur Psychologie, B. 157, H. 1-2, Leípzig, 1954).

265
disolver dichas relaciones en esta dinámica excluyendo totalmente
Ia estática relativa a Ias cualidades estables."
Disolverlo todo en Ia dinámica de Ias relaciones personales sígni-
ficaría ignorar Ia existencia, en Ia personalidad y en el hombre, de
cualidades estables formadas y consolidadas en el curso de Ia histo-
ria. En psicologia, reducirlo todo a Ia dinámica de Ias actitudes de
Ia personalidad hacia el entorno es no menos falso y unilateral que,
ignorándolas por completo, limitarse únicamente a Ia estática de
Ias cualidades. No es posible, por ejemplo, considerar Ia percepción
únicamente como expresión de Ia actitud del hombre hacia 10 per-
cibido, ignorando por completo Ias leyes psicofisiológicas de Ia
sensibilidad, comunes a todos los hombres y situaciones, y pasan-
do por alto Ia actividad de los aparatos perceptores. Es falso admi-
tir Ia integridad y Ia dinámica de un modo que con ello se rechace
toda estática (todo 10 estable ) y toda relativa independencia de Ias
partes (analizadores, etc.). En el estudio de Ia percepción, dei peno
samiento, etc., el aspecto "personal" es un aspecto indispensable;
sin él no puede haber estudio exhaustivo y concreto de ningún
proceso. Pero a pesar de todo se trata sólo deun aspecto, y conver-
tirlo en único significaría cerrar Ia puerta ai descubrimiento de los
demás, ante todo de Ias leyes generaies de Ia actividad psíquica.
En los procesos psíquicos, como en Ia personalidad, se dan cua-
lidades generales y cualidades especiales, La tarea de toda investi-
gación correcta es descubrir tanto unas como otras. Según sean
Ias que deban estudiarse en una investigación dada, el investigador
deberá seleccionar Ias condiciones en Ias que este aspecto -el gene-
ralo el particular- aparece en primer plano.
Habitualmente, 10 primero que se suele adscribir a Ia psicologia
de Ia personalidad es el conjunto de cualidades psíquicas deI hom-
bre (especialmente, Ias cualidades dei carácter y de Ias facultades),
interrelacionadas, intercondicionadas y encontrándose en una de-
terminada subordinación unas con otras. (Lo esencial no es única-
mente el "inventario" de cualidades psíquicas que posee el hombre
sino el papel -rector o subordinado- que juega cada una de estas
cualidades ~n el régimen general de Ia personalidad dada.)
Sin embargo, no es cierta Ia idea de que Ia psicología de Ia per-
sonalidad, que se reduce con ello al conjunto de sus cualidades

6. Por ello, aun considerando indispensable como Miasischev incluir en Ia


psicología de Ia personalidad Ia dinâmica de Ias sensaciones, sin embargo ve-
mos con precaucíón Ia tesis que exige renunciar a Ia caracterología estática de
Ias cualidades y pasar a Ia caracterología dinâmica de Ias relaciones (véase: V.
N. Miasischev, "Estructura de Ia personalidad y actitud dei hombre hacía Ia
realidad", en el libro: Informes a Ia reunion para cuestiones de Ia psicologia
de la personalidad, Moscú, editorial RSFSR, 1956, pág. 13).

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psíquicas, y Ia psicologia de Ios procesos psíquicos, formen dos
campos separados. La idea de una psicología de Ia personalidad
aislada del estudio de los procesos psíquicos, y Ia idea de los pro-
cesos psíquicos como funciones abstractas, aisladas de Ia personali-
dad, son dos facetas de una misma concepción errónea. En reali-
dad, no es posible construir ni Ia doctrina de Ias cualidades psíquicas
del hombre por separado de Ia doctrina de su actividad psíquica, ni
Ia doctrina de Ia actividad psíquica, Ia doctrina de Ias Ieyes deI dis-
curso de los procesos psíquicos, sin tener en cuenta su dependencia
con respecto a Ias cualidades psíquicas de Ia personalidad. Cual-
quier contraposición entre Ia psicología general (los procesos psí-
quicos,sus leyes) y una psicología de Ia personalidad separada de
Ia primera, cosa que sucede a veces en nuestro país." es radical-
mente errónea.
Las actividades psíquicas son el "material de construcción" con
el que se edifican Ias cualidades psíquicas y Ias facuItades del
hombre.
Las facultades son el sistema de actividades psíquicas generaliza-
das e implantadas en el individuo. Para formar Ias facultades es
preciso que Ias correspondientes actividades psíquicas se generali-
cen y que, al ser aptas para pasar de un material a otro, se consoli-
den en el individuo. La calidad de Ias facultades, su carácter más o
menos creador, dependerá esencialmente de cómo se realice esta
generalización.
EI carácter del hombre es un sistema de estímulos generalizados
e implantados en el individuo. Habitualmente, al examinar Ias
relaciones entre motivos y carácter se subraya Ia dependencia de
los estímulos, de los motivos, con respecto al carácter: Ia conducta
de un hombre, vienen a decir, parte de ciertos estímulos (nobles,
egoístas, vanidosos) porque tal es su carácter. En realidad, Ia rela-
ción entre carácter y motivos sólo aparece así cuando se toma
estáticamente. Limitarse a tal examen del carácter, y de su relación
con los motivos, significa cerrarse uno mismo el camino al descu-
brimiento de su génesis. Para abrir el camino a Ia comprensión de
Ia formación del carácter hay que transformar esta relación entre
carácter e impulsos o motivos acudiendo a estímulos y motivos, no
tanto de personalidad como de situación, que más que determinar
Ia lógica interna deI carácter determinen el discurso de Ias circuns-
tancias externas. Incluso el hombre tímido puede realizar un acto
de valor si a ello le empujan Ias circunstancias. Sólo acudiendo a
tales motivos, cuya fuente inmediata son Ias circunstancias éxter-

7. Véase por ejemplo el artículo reaccionario "Cuestiones filosóficas de Ia


psicología (balance de Ias discusiones)" en Ia revista Cuestiones de Filosofia.
1954, No. 4.

267
nas, se puede romper el círculo vicioso en el que se cae encerrán-
dose en Ias relaciones internas de Ias cualidades caracterológicas de
Ia personalidad y de Ias motivos que Ias condicionan. La cuestión
principal estriba en saber cómo unos motivos (estímulos), que ca-
racterizan no tanto a Ia personalidad cuanto a Ias circunstancias en
Ias que ésta se encuentra debido al curso de Ia vida, se convierten
en este algo estable que caracteriza a una personalidad dada. A fin
de cuentas a esto se reduce Ia formación y desarrollo del carácter
en el curso de Ia vida. Los estímulos engendrados por Ias circuns-
tancias de Ia vida son el "material de construcción" que forma el
carácter. El estímulo, el motivo, constituyela cualidad del carácter
en su génesis. Para que el motivo (el estímulo) se convierta en cua-
lidad de Ia personalidad enraizada en Ia misma, "estereotipada'; en
ella, tiene que generalizarse con respecto a Ia situación en que apa-
reció primitivamente y extenderse a todas Ias situaciones homogê-
neas con rasgos que sean esenciales con respecto a Ia personalidad.
Una cualidad del carácter es a fin de cuentas Ia tendencia, el es-
tímulo, el motivo que aparece necesariamente en un hombre dado
y en condiciones homogéneas.
Cada cualidad del carácter será siempre una tendencia a ejecutar
determinados actos en determinadas condiciones. Las fuentes del
carácter deI hombre, y Ia clave de su formación, se encuentran en
los motivos y estímulos de su actividad. Condicionado situacional-
mente, el estímulo o el motivo que impulsa al acto es un rasgo per-
sonal de carácter en su génesis, Por ello, intentar construir una
caracterología como disciplina aparte, separada de Ia psicología,
significa emprender un falso camino.
La investigación del carácter y de su formación, poco cultivada
hasta ahora, debe concentrarse primero en este problema: el paso
de motivos y estímulos engendrados situacionalmente, gracias al
curso de Ias circunstancias, a estímulos de personalidad estables.
Esto, en el plano pedagógico, determina Ia línea fundamental del
trabajo educativo para formar el carácter. Lo inicial aquí es Ia
selección e "injerto" de los motivos convenientes mediante su ge-
neralización y "estereotipación".
La incorrección de separar el estudio de Ias cualidades psíquicas
del estudio de los procesos psíquicos aparece netamente tanto en
el estudio del carácter como en el de Ias facultades.
EI defecto fundamental de Ias experiencias tradicionales sobre
el intelecto consiste en su disociación de Ia psicología del pensa-
miento. En Ias experiencias de los tests del intelecto, en 10 que
respecta a facultades, se forma un juicio del hombre partiendo del
resultado que da en Ia prueba y dejando aI margen el proceso que
le conduce a él. EI resultado de Ia actividad debe, naturalmen-
te, tenerse en cuenta; por sÍ mismo, sin embargo, no es un expo-

268
nente unívoco que permita formar una opinión dei intelecto, de Ias
facultades. Desde el punto de vista psicológico, desde el punto de
vista de Ia personalidad, el resultado es esencial, precisamente,
como expresión resultante dei proceso de Ia actividad mental.
Partiendo sólo dei resultado no es posible juzgar acertadamente el
modo de pensar -ni incluso saber si piensa o no- de un hombre
que da en Ia prueba un exponente determinado por los resultados
alcanzados.
No sôlo el diagnóstico, sino Ia misma formación de Ias faculta-
des, sería imposible si estas cualidades de Ia personalidad se diso-
ciaran de los procesos psíquicos, de su actividad. Las acciones y los
resultados de su actividad --cognoscitiva, estética, etc.- fijados en
el hombre y sedimentados en él, constituyen Ia composición mis-
ma de sus facultados.
Los estados psíquicos de Ia personalidad, más dinámicos, aún
podrán separarse menos dei proceso. Los estados psíquicos dei
hombre son el efecto directamente dinámico de su actividad y
el fondo sobre el que se presentan. Tales son, ante todo, los esta-
dos afectivos relacionados con el éxito o el fracaso de Ia acción. La
dinámica de estos estados, y Ias leyes que los rigen, constituyen
indudablemente un importante componente de Ia psicología de Ia
personalidad, y con toda evidencia son inseparables de Ia dinámi-
ca de los procesos psíquicos. Estos últimos, a su vez, no pueden sepa-
rarse de Ias cualidades psíquicas y de los estados de Ia personalidad,
no pueden separarse de Ia correlación entre el nível de sus conquis-
tas y el nível de sus pretensiones, formado en el curso de Ia activi-
dad precedente. La separación entre Ias cualidades psíquicas y los
procesos psíquicos -y por 10 tanto Ia actividad que éstos regulan-
encierra Ia idea de determinar Ia conducta dei hombre sôlo desde
dentro, sólo en base a Ias condiciones internas. Por su parte, Ia
separación entre Ios procesos psíquicos y Ias cualidades psíquicas y
estados de Ia personalidad, encierra Ia negación dei papel de Ias
condiciones internas en Ia determinación de los procesos psíquicos.
La importancia de Ia personalidad, en calidad de conjunto de Ias
condiciones internas de todos los procesos psíquicos, excluye Ia
separación entre Ias procesos psíquicos y Ia personalidad, sus
cualidades y estados. La separación entre cualidades psíquicas y
procesos psíquicos es el resultado secundario de Ia ruptura entre
condiciones internas y externas practicada en el seno de 10 psíquico.
La concepción general de que Ias causas externas actúan a través
de Ia mediación de Ias condiciones internas, concepción que deter-
mina en última instancia nuestro enfoque dei estudio psicológico
de Ia personalidad humana, determina también Ia comprensión de
los caminos de su desarrollo psíquico.
Como Ias causas externas sôlo actúan a través de Ias condiciones

269
internas, el condicionamiento externo del desarrollo de Ia persona-
lidad se conjuga justamente con su "espontaneidad". Todas Ias
personalidades que se forman en psicoIogía están externamente
condicionadas de un modo u otro, pero, en su desarrollo, nada
se deduce directamente de Ias influencias externas." Las Ieyes del
desarrollo de Ia personalidad, de un desarrollo externamente con-
dicionado, son leyes internas. De ahí debe partir Ia auténtica reso-
lución del importantísimo problema del desarrollo y Ia ensefíanza,
del desarrollo y Ia educación.
Cuando se parte de Ia ingenua idea mecanicista de que Ias accio-
nes pedagógicas se proyectan directamente en el nino, desaparece
Ia necesidad de trabajar especialmente sobre el desarrolIo, sobre Ia
formación, y de construir el trabajo pedagógico de modo que
Ia ensefianza produzca un efecto formativo en lugar de limitarse a
comunicar conocimientos, o sea que desarrolIe el pensamiento, de
modo que Ia educación no sólo imparta normas de conducta sino
que forme el carácter, Ia actitud interna de Ia personalidad hacia
Ias acciones a Ias que se encuentra sometida. EI enfoque incorrecto
de este problema, y su poca elaboración en nuestra pedagogía, es
una de Ias trabas esenciales en Ia empresa de educar a Ias nuevas
generaciones. Por ello, Ia resolución sustancialmente correcta del
problema de Ia determinación del desarrollo psíquico de Ia perso-
nalidad, y Ia cuestión -relacionada con ella- de Ia correlación en-
tre desarrollo y educación, tienen una importancia no sólo teórica
sino también práctica, vital.

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8. Por ello es imposible, en particular, extraer el desarrollo de Ia personali-


dad directamente de Ias exigencias que le plante a Ia sociedad, como desea A.V.
Vedenov. Extraer el desarrollo de Ia personalidad de Ias exígencías que le
plantea desde fuera Ia sociedad significaría negar el condicionamiento externo
dei autodesarrollo de Ia personalidad, es decir, a fin de cuentas significaría ne-
gar Ia personalidad misma como sujeto de tal desarrolIo (véase: A. V. Vede.
nov, "La personalidad como tema de Ia ciencia psicológica", Cuestiones de
psicologia, 1956, No. 1).

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