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Este es un tema que aparece bastante enredado en la literatura empresarial y de marketing, máxime
cuando suele aplicársele a cualquier cosa el término “valor agregado” (i.e.: una simple promoción al
consumidor final), algo que muchas veces en vez de añadirle valor al consumidor, puede estarle restando
e incluso deteriorando su ecuación total de valor percibido; es decir, cuando no se calcula el efecto neto
sobre su ecuación subjetiva de valor (beneficios al consumidor/costos para el consumidor).
Monopolio Absoluto. UN SOLO VENDEDOR enfrenta su oferta a un gran número de
compradores. Tal posición de oferente único le permite influir sobre el mercado
tomando decisiones de precio o de cantidades a ofrecer, pero NO AMBAS
MAGNITUDES A LA VEZ, ya que la dinámica de funcionamiento y ajuste del
mercado se da siempre a través de la DEMANDA. (Monopsonio).
“1” constituye el caso extremo del monopolio o del monopsonio; sin embargo, el
monopolio absoluto (1 único oferente) o el monopsonio absoluto (1 único demandante),
corresponden a figuras teóricas para ilustrar el tema, ya que es mucho más probable
observar escenarios donde algunas pocas empresas (o consumidores) son quienes
poseen el control total de un sector industrial (100%). Al manejar la estructura sectorial,
su producción o su consumo son los orientadores de procesos, movimientos y dinámicas
de cambio. No existen allí pequeños actores, relegados a posiciones selectas del
mercado (nichos). Sólo grandes jugadores, todos con igual poder y capacidad potencial
de competir.
“n” en cambio es una figura bien diferente, ya que allí estas “n” empresas o
consumidores, aunque concentran y controlan estratégicamente el mayor porcentaje o
volumen de la producción o del consumo, deben necesariamente convivir con otros
grupos de productores o consumidores que realizan algunas partes o porciones del
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Para ampliar esta idea es necesario remitirse a Robinson (1959 y 1973), que nos permite identificar los
supuestos bajos los cuales están construidos los planteamientos neoclásicos sobre competencia perfecta, y
especialmente donde se cuestiona el acento dado al número de competidores como garante de la misma.
mismo3; se trata de una cifra determinada (por ejemplo, un 20% o menos en número de
oferentes o de demandantes), que controla estratégicamente un nivel importante de los
clientes, la producción, las utilidades, la rentabilidad del sector, etc. (por ejemplo, un
80% o más).
Partiendo de allí, nos interesa colocar atención en las realidades empresariales de mayor
presencia en los mercados mundiales actuales: mercados de competencia imperfecta, de
estructura monopolística, donde la dinámica y tendencia más clara es hacia la
concentración en oligopolios (“n” empresas); sectores oligopólicos donde lo relevante
no es el número de competidores, sino la posible conformación y existencia de Grupos
Estratégicos y Competitivos, envueltos en el juego de competencia; se validan allí los
elementos o características que hemos revisado teóricamente:
Todos ellos, factores de competencia que ejercen especial influencia en la forma como
se agrupan o no las empresas para poder afianzar sus estrategias comerciales o de
marketing y así, competir activamente.
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Independientemente del número de actores compitiendo o comprando al interior del sector.
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Tendencia inercial, inherente al movimiento cíclico (auge/recesión) y en espiral creciente, del proceso
de acumulación sostenida de capital al interior de los sectores industriales, en un modo de producción
como el capitalista cuya estructura sistémica conllevará entonces al deterioro creciente de las cuotas de
ganancia, vía menores realizaciones y materializaciones de plusvalía por período de tiempo, ante el
exigido/requerido incremento en la llamada “composición orgánica del capital”.
empresas obtener una VENTAJA en el mercado (sea competitiva, o simplemente
comparativa).
De esta forma, queda entonces planteado que otros serán los elementos (diferentes al
producto), los que nos permitan identificar la diferencia teórica existente entre
Competencia Perfecta y Competencia Imperfecta. Veamos estos dos temas.
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Y en general, de todo tipo de asimetrías; por ejemplo, la ubicuidad misma en el acceso a la información
relevante para la toma de decisiones empresariales (visto tan sólo desde el lado de los productores); pero
en exceso, de la que logran accesar los diversos grupos de consumo, alterando en su esencia el famoso
supuesto neoclásico del “libre albedrío, la libertad y la autonomía de los consumidores”.