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INCLINADAS
Israel Simón
Víctor Andrés
Herlan Lapaca
Vanessa Mejía
ÍNDICE
1. Introducción.
6. Bibliografia.
1. INTRODUCCIÓN
El material que la forma es la teja, de ahí el nombre: tejado, aunque también hay
diferentes tipos de cubiertas, como por ejemplo las cubiertas inclinadas que son de las
cuáles nosotros hablaremos en este trabajo.
También hay que decir, que este tipo de cubierta ha evolucionado de forma natural
hacia una separación por capas, desligando la que protege del agua de la que aporta
protección térmica, con un espacio de ventilación entre ambas que seca las posibles
filtraciones y hace la función de regulador térmico.
3. ELEMENTOS Y PARTES DE LAS CUBIERTAS INCLINADAS
Las cubiertas inclinadas, con pendientes que se encuentran entre el 10% y el 100% se
componen de varios planos, nombrados faldones. En casos de un solo plano los
faldones se interseccionan entre si dando lugar a las limahoyas. Estas limahoyas son
unos elementos delicados ya que puede producir un fallo de impermeabilidad. El agua
de lluvia, después de su recorrido por faldones y limaoyas, pasan a unos canalones y
posteriormente pasa a los bajantes.
Para faldones ventilados, con una cámara hecha de listones, en el caso de las
que tienen la fijación se hacen simplemente apoyándolas, y en el caso de las
que no tienen ventilación, se hacen con un clip o clavo.
Las combinaciones mas utilizadas actualmente son la teja árabe o la romana, fijada con
mortero o la alicantina apoyada.
En cuanto a materiales de acabados, como por ejemplo la pizarra, con una dimensión
generalmente de 300mm x 200mm x 3mm, solo varía el aspecto final dependiendo la
forma que estas tengan. Esta forma puede ser:
Semiproductos
Son mas ligeros que los elementos pequeños y sirven para resolver las cubiertas de los
edificios que tienen grandes luces en los espacios de abajo de las cubiertas. No
obstante también pueden ser utilizados en pequeños espacios.
A juntura alzada
Sobre listones
Siempre hay que colocar una lámina de separación entre el metal y el soporte, siendo
normalmente de cartón-fieltro.
- Membranas impermeables
Los tipos de membranas dependen de la forma, del color y de la textura de las piezas o
membranas, pudiendo ser:
Láminas continuas
Imitación de pizarra
Suelen ser placas mas bien finas, resistentes a la flexión gracias a su forma ondulada,
permitiendo evitar un soporte continuo y reducirlo a correas separadas dependiendo
la rigidez de las piezas. Asimismo, con estas placas, hacen de la cubierta, una cubierta
mas ligera.
De greca Ondulada
Paneles
Tipos de cubiertas
1 según su forma:
Cubierta a 2 aguas.
Cubierta de mariposa.
Cubierta con 2 faldones que forman un canalón interior. Tambien llamada cubierta en
V.
Cubierta a 2 aguas que posee la parte superior de los hastiales) reemplazados por
copetes. Tambien llamada cubierta de semicopete.
Cubierta abovedada.
Cubierta compuesta por diversos faldones en cada una de sus vertientes, y el inferior
de pendiente más acusada que el superior. También llamada cubierta amansardada.
Cubierta de pabellón.
Cubierta que carece de cumbrera, en la que las limatesas, que son la linea que separa
los faldones, se cortan en un punto, que es la cúspide (punto mas alto de la cubierta)
de la misma.
Cubierta a la holandesa.
Cubierta que está compuesta por diversas cubiertas de tamaño inferior, dispuestas de
forma paralela y sección triangular. El faldón más corto está acristalado y suele estar
orientadas al norte.
Material de la capa exterior
Se concentra en el color, la texturas y las formas de las piezas y en la manera que son
colocadas en la obra. El resultado final varía mucho dependiendo si la capa exterior ha
sido compuesta con pequeños elementos, con semiproductos o con componentes.
- De cerámica:
Plana
Árabe
Romana
Flamenca
Encajada entre si:
Alicantina
- De cemento:
Encajadas y solapadas
4. PRESTACIONES Y CRITERIOS BÁSICOS DE DISEÑO
Con relación a las cubiertas, el diseño de los edificios usuales no considera otra
posibilidad que la de adoptar alguno de los tipos anteriores adaptado a las
peculiaridades de cada caso. Es muy arriesgado, diseñar un nuevo tipo de cubierta sin
disponer de toda una infraestructura que permita hacer ensayos de prototipos. En
consecuencia, la labor principal del profesional de la arquitectura es escoger bien, de
entre los existentes, el tipo más adecuado a su proyecto. Lógicamente, debe ser una
elección que valore las prestaciones de cada tipo ante todas las exigencias, que
resultan de la forma general del edificio, de la conveniencia estética, del ambiente, de
la integridad, etc. En unos casos serán razones subjetivas las que tengan más peso y en
otros serán razones prácticas. En cualquier caso, se debe hacer el análisis total y no
escoger el tipo hasta que se haya valorado desde todos los puntos de vista.
Una vez elegido el tipo y adaptado al caso concreto mediante el diseño de sus cantos y
cargamentos, es necesario determinar las especificaciones sobre las características
físicas de los materiales que permitan obtener las prestaciones al elemento terminado.
Entonces, hay que plasmarlo todo en un documento contractual, a fin de que en el
proceso de realización de la obra se pueda hacer un correcto control de recepción y de
ejecución. El primer punto que hay que analizar es, sin duda, el de la expulsión del
agua, condición elemental para lograr la adecuación del ambiente al uso del edificio.
La lluvia precipita de forma muy diversa en cada clima, según la altitud(<200 m, 200-
500 m y >500 m), la exposición orográfica (protegida, normal y expuesta) y la época del
año. La combinación del tamaño y consistencia de la gota (nieve, granizo, llovizna,
goterón, etc.), la intensidad y duración de la lluvia, así como la velocidad y orientación
del viento, cualifican la precipitación. La mayor movilidad de los arquitectos en la
actualidad y de sus proyectos obliga a reconocer de forma atenta las características
climatológicas de cada emplazamiento.
Los materiales al uso, paja, tierra compactada, lascas esquistosas, lajas de madera e
incluso terracota eren porosos y requerían engrasados o espesores más importantes
en las zonas de lluvia persistente, como los climas atlánticos y tropicales.
La pendiente mínima en teja árabe es del 24% para una vertiente que no supere los 6
m, con ubicación protegida y en una zona de baja altitud, con solapes de 14 cm. Este
valor mínimo puede alcanzar el 35% para una vertiente de hasta 12 m, con ubicación
expuesta y en una zona situada por encima de los 500 m. Para una situación similar,
cualquier teja plana, al no contar con la colaboración del solape, incrementa su
pendiente mínima proporcionalmente a la longitud de la vertiente hasta alcanzar
valores del 35% para una distancia de hasta 12 m, ubicación expuesta y en una zona
situada por encima de los 500 m. En el case de las tejas de lajas (lascas), la pendiente
mínima puede alcanzar el 125%, con recubrimientos mínimos de 8 cm para una
vertiente de hasta 12 m, en una ubicación expuesta y en una zona situada por encima
de los 500 m.
La cubierta hoy debe ser también estanca al aire, y para ello la cobertura ha de
apoyarse, no ya en un entramado de llatas y cabios de madera de clavar, sino en un
forjado continuo constituido por un envigado y un tablero superior estanco, lo que ha
dado lugar a una cubierta mucho "más sensible a la radiación solar y a las humedades
de infiltración.
Es sensible a la radiación solar porque el calor que absorbe la cubierta ya solo puede
ser disipado libremente en una dirección. Es así como, inevitablemente, el calor
restante se introduce en el interior de la buhardilla habitable, a pesar de la presencia
de capas adicionales de aislamiento térmico, insuficientemente dimensionadas para
saltos térmicos de hasta 60 grados. En pocos centímetros, 30 a lo sumo, la cubierta
caliente tiene que asegurar suficientemente la estanqueidad, el aislamiento, la
ventilación y el acabado inferior. Garantizar la ventilación dorsal de la cubierta en tan
escaso espesor nos obliga a recurrir a tecnologías de fachada ventilada.
Los grandes movimientos térmicos que experimenta una cubierta exigen que los
sellados de juntas se realicen con morteros elásticos , pobres en aglomerante y con
adición de cal para evitar la rotura de las piezas por movimientos impedidos de
dilatación / contracción o, incluso, de choque térmico. Los tableros inferiores de la
cubierta, inicialmente de tablones de madera, han ido evolucionando para facilitar
tanto la estanqueidad (por medio de machihembrados o la colocación de la teja (para
lo cual es necesaria una perfecta coordinación dimensional), como la disposición del
aislamiento (que va generalmente pre adherido) o el aumento de la separación entre
vigas o correas (por medio de tableros perfilados de reducido peso y mayor momento
de inercia).
No hay que imaginar cubiertas de placas solaras térmicas o fotovoltaicas para ilustrar
estos comentarios, sino rescatar ejemplos tan cercanos como los invernaderos, los
umbráculos, las pérgolas, etc., que son muestras de filtraje selectivo de la energía
incidente; o la costumbre popular de irrigar las cubiertas de teja cerámica porosa para
refrescar en verano.
Por otro lado, las cubiertas pocas veces se ven afectadas por el problema de la
inmisión de ruido aéreo, excepto en localizaciones deprimidas respecto a la fuente
sonora, como es el caso de ubicaciones próximas a aeropuertos o a vías de gran
tránsito rodado. El ruido de impacto tampoco ha sido una exigencia relevante en la
arquitectura que nos ha precedido. Sin embargo, la proliferación de cubiertas ligeras,
monolíticas, formadas con materiales de elevado módulo elástico y situado en zonas
de lluvias en régimen torrencial, como es habitual en el área mediterránea, ha puesto
de actualidad esta exigencia. Ante la dificultad de disponer de ‘tejas blandas’ o
‘tableros flotantes’, la única solución consiste en situar cielos rasos aislantes que
también puedan colaborar, adecuadamente diseñados, al acondicionamiento acústico
de los locales interiores.
La reducción progresiva del peso propio de las cubiertas, gracias a los esfuerzos por
alcanzar un uso óptimo del espesor y forma de los materiales, no ha hecho más que
aumentar la importancia de las otras acciones que gobierna la naturaleza. En el caso
de la nieve, no hay que olvidar la principal incertidumbre que supone su evolución tras
la nevada y que se traduce en la formación de hielo, que se adhiere al material de
cobertura, la lluvia que empapa y aumenta el peso del manto de nieve, o el rápido
deshielo que desestabiliza el manto con peligro para saledizos de la cubierta
(chimeneas, canalones, etc.), que pueden ser arrastrados al suelo.
En las zonas expuestas a las nevadas, hay que aumentar prudentemente la pendiente
de los planos de la cubierta (>30°) para aumentar la eficacia del solape, pero al mismo
tiempo se deben colocar suficientes paranieves para evitar que el manto de nieve
forme aludes que se precipiten de forma inesperada a la vía publica, con peligro para
los peatones. En el entorno mediterráneo, la cubierta no se halla sometida a la
presencia habitual de la nieve hasta superados los 1.000 m, altitud a partir de la que ya
decrece notablemente la densidad de población y de construcción.
Aun cuando las cubiertas garanticen una resistencia en su conjunto, esta exigencia
debe trasladarse a cada una de sus partes: saledizos, canalones, ganchos de
mantenimiento, etc., para evitar que el transito esporádico de las visitas de inspección
deteriore la cubierta por roturas deformaciones o punzonamientos. No hay que olvidar
tampoco la necesidad de garantizar la puesta a tierra de las cubiertas metálicas, por su
elevada capacidad para acumular energía eléctrica estática debido a la acción del
viento o a los cambios de temperatura.
La estructura de la cubierta debe ser especialmente estable al fuego (EF) para permitir
no tan solo la evacuación de los habitantes, sino también la labor de extinción del
cuerpo de bomberos. Sin embargo, la retardabilidad (RF) del cerramiento de cobertura
no debe ser excesiva, por cuanto es una de las principales vías de evacuación del calor
y de los gases que genera un incendio, colaborando así a atenuar la acción del fuego
interior. Sin embargo, en ordenaciones de edificación en hilera, tanto residencial como
industrial, puede ser un camino que el fuego utilice para, salvando la medianera,
afectar a las edificaciones vecinas. Es por ello que las normativas de todos los países
exigen, en mayor o menor grado y según el riesgo, que las medianeras emerjan por
encima de la cubierta con una altura suficiente para impedir este fenómeno.
Las propias cubiertas, especialmente las denominadas ‘frías’, pueden ser el origen y
hogar de un incendio que afecte al resto del edificio. Entre los motivos destacan la
proliferación del paso de instalaciones a través de la cámara o espacio ventilado bajo
cubierta, y la presencia de aislantes térmicos combustibles próximos a las luminarias
del espacio inferior. Los sobrecalentamientos producidos por accidente o falta de
mantenimiento de las instalaciones pueden originar una combustión que permanezca
oculta a los usuarios del edificio el tiempo suficiente para que en el momento de
producirse la inevitable detección el fuego, éste haya adquirido unas proporciones
tales que lo hagan totalmente incontrolable. Es por ello que muchas normativas ya
exigen, en ciertos casos, la situación de detectores en el interior del espacio bajo
cubierta.
Es por ello que debe hacerse de forma segura, a ser posible, habilitando pasarelas o
caminos fijos que permitan caminar cómodamente y utilizar carretillas para el
transporte de materiales y aperos. La vida útil de los materiales de cobertura es muy
diversa según sea su constitución orgánica, mineral o metálica, por lo que merecería
una visita cada cinco años por parte del facultativo. Las cubiertas metálicas merecen
especial atención porque los fenómenos de corrosión. Por su naturaleza
electroquímica, dependen, en su velocidad de desarrollo y propagación de factores de
riesgo ambientales (proximidad al mar, humedad ambiental, polución, tipo de lavado
de la lluvia, etc.) y de las imprudencias realizadas durante la propia construcción de la
cubierta (manchas de cemento, humedad atrapada, fijaciones con piezas de otros
metales, etc.); incluso, de defectos en el aislamiento térmico que las sometan a
persistentes condensaciones.
El punto de riesgo es la zona de fijación, que en todos los casos debe ser mecánica
para resistir las importantes tracciones a que da lugar la succión del viento. La
prudencia aconseja situar la perforación que precisa el anclaje en la cresta de la onda,
pero la rapidez de ejecución de los sistemas de tornillería autorroscante nos ha
empujado, a situarla en el valle, introduciendo, a cambio, juntas de estanqueidad con
sistemas de arandelas de caucho comprimidas.
Sin embargo, hay que prestar gran atención a la protección contra la corrosión, que
acecha no solo a través de la lluvia acida. Sino también del roció nocturno, las
condensaciones interiores, los contactos con otros metales y los cortes o perforaciones
realizados a pie de obra en los que se destruye la capa de protección anticorrosiva.
Una solución con futuro es el sándwich metálico prefabricado, que supera alguna de
las objeciones antes citadas sin por ello renunciar a las ventajas de los elementos
metálicos. Se trata de una línea de innovación con mucho futuro por las posibilidades
que sugiere, aun cuando presenta dificultades de reciclaje posterior de los materiales
en el momento del derribo, ya que no es fácil separar los elementos metálicos de los
materiales plásticos.
Las cubiertas de láminas lisas de metales no férricos (zinc. plomo, cobre, etc.) fueron
las primeras en proporcionar un material perfectamente estanco, como demuestra su
aplicación en el acorazamiento de naves a finales del siglo XIX. La tecnología del
engatillado que garantiza la estanqueidad de las juntas llego a excelencias artesanales
que se exhiben en los preciosistas manuales publicados. Sin embargo el coste oscilante
de los metales no férricos, la laboriosidad del tratamiento de juntas propio de la
calderería mas artesana, han relegado esta técnica a aquellas aplicaciones donde no
hay otra alternativa lógica, bien por motivos de aspecto, espesor o complejidad
geométrica.
2.1 Rastreles
Los rastreles son los elementos que sirven de soporte a las tejas. Normalmente
son metálicos o de madera. A su vez, pueden ser autoportantes, o bien, fijarse
directamente al tablero soporte.
Para las tejas curvas, los rastreles se colocarán paralelos a la línea de máxima
pendiente del faldón, quedando la teja canal simplemente apoyada entre dos
rastreles. Al distancia entre ellos será la que permita una colocación de las
tejas que garantice un paso de agua mínimo de 30 mm.
Se podrán utilizar todos los tipos de madera que cumplan las siguientes
condiciones:
- Estabilidad dimensional y resistencia mecánica en relación con el uso,
no presentando defectos localizados como nudos, bolsas de resina, etc.
- Durabilidad natural o impartida por tratamientos adecuados, como la
impregnación frente a las acciones químico-biológicas (agua, insectos).
- Envejecimiento natural de 6 meses.
- La madera deberá poseer una humedad no superior al 8% en zonas de
interior y 12% en zonas de litoral.
- Cualidades estéticas, si es que éstas se exigen.
Este apartado recoge una serie de materiales que pueden formar parte de la
cubierta en casos muy concretos. A aquellos más usuales se les prestará especial
atención, como por ejemplo: aislantes térmicos, planchas de zinc, planchas de
plástico, canalones, elementos especiales para la ventilación de la cubierta,
productos impermeabilizantes, etc.
Aislantes térmicos
Poliestireno extruido
Espuma de poliuretano
Canalones
Babero
Elemento metálico o chapa galvanizada que se utiliza para rematar los encuentros
con paramentos.
Peine de alero
Pieza que permite la ventilación a través del alero e impide la entrada de pájaros o
roedores bajo la teja. Tiene forma de peine permitiendo el apoyo de las tejas,
levantándolas y evitando su cabeceo. Estos rastreles son de plástico y tienen unas
patillas inferiores para permitir la colocación del canalón.
Barreras impermeables
Los materiales utilizados como barreras de vapor serán aquellos cuyas propiedades
garanticen la estanqueidad al vapor de agua, sean resistentes a la humedad y
compatibles con los otros materiales empleados en la cubierta, evitando
condensaciones tanto intersticiales como superficiales.
4. Ejecución
Teja curva
Según la norma, las cubiertas que utilicen tejas curvas tendrán una pendiente
mínima del 26 % o 15º, aunque es posible que las condiciones locales hagan
que este mínimo deba incrementarse. A continuación, se reproduce una tabla
con los solapes mínimos a utilizar en función de la inclinación del faldón:
Los faldones de las cubiertas que utilicen tejas mixtas o planas monocanal
tendrán una pendiente mínima del 25 % ó 14º, aunque es posible que las
condiciones locales hagan que este mínimo deba incrementarse.
Otro aspecto a tener en cuenta para escoger correctamente la pendiente del
faldón, es su propia longitud, distinguiendo faldones de 0 a 6,5 m , de 6,5 m a
9,5 m , y de 9,5 m a 12m . El recorrido máximo que el agua realizará a lo largo
de los faldones de la cubierta será de 12 m.
4.2 Fijación
Tejas Curvas
Se fijarán como mínimo todas las tejas canal al soporte para evitar su
deslizamiento.
Nivel “A
Junto con las indicaciones del Nivel mínimo, se fijarán todas las tejas cobijas
cada cinco filas verticales. En el esquema adjunto se indica mediante
sombreado de las tejas que se deben fijar.
Nivel “B”
Cuando se ejecute una cubierta con una pendiente superior al 70% o 35º o en
zonas de vientos fuertes, sitio expuesto, o aceleración sísmica básica >0,12g,
todas las tejas (canales y cobijas) se fijarán exclusivamente mediante ganchos o
clavos.
4.3 Replanteo
Soporte Continuo
Las filas e hiladas estarán formadas, a ser posible, por un número exacto de
tejas, teniendo en cuenta los distintos puntos singulares. Una vez estudiados los
mismos y conocida su solución se procede de la siguiente manera:
Tejas Curvas
Tejas Curvas
En esta situación cada teja canal se apoya sobre dos rastreles paralelos al eje
longitudinal de la teja. La separación entre las parejas de rastreles permitirá la
colocación de las cobijas dejando una separación mínima libre de paso de agua
constante, comprendida entre 30 y 70 mm, fijándose los rastreles al soporte y
procediendo a continuación a la colocación de las tejas.
En este caso cada teja canal se apoya sobre un rastrel, siendo la separación a la
que se deben colocar estos tal que permita que se cumplan los solapes
mínimos necesarios (ver Pendientes de uso), fijándose a continuación.
4.4 Colocación
Una vez realizado el replanteo y preparado el soporte, con las líneas maestras
trazadas, y en su caso con los rastreles fijados, se procede a colocar las tejas de
la siguiente manera:
Comenzando por la primera hilada horizontal del alero, se colocan las tejas
canal orientándolas con la parte más ancha hacia la cumbrera, quedando todas
ellas fijadas individualmente en su extremo superior.
Es necesario colocar una cuerda en el alero, que servirá de referencia para que
todas las tejas tengan el mismo vuelo y altura.
Después se colocan las cobijas sobre dos canales contiguas y orientándolas con
la parte más ancha hacia el alero.
Tejas Mixtas
Las consideraciones particulares para colocar las tejas de esta manera son las
siguientes:
Primero se colocan las tejas que configuran el alero, otras gracias al sistema de
encaje longitudinal. Se comenzará la colocación por la derecha o por la
izquierda dependiendo del diseño de las tejas.
El resto del faldón se completa con tejas dispuestas por sucesivas filas
verticales, paralelas a la línea de máxima pendiente, desde el alero hasta la
cumbrera, siguiendo las líneas maestras obtenidas en el replanteo.
Juntas Encontradas (Matajuntas)
Tejas Planas
Morteros
El metal empleado en estos elementos, deberá tener una duración igual a la de los
restantes elementos, a fin de evitar el coste de las sustituciones y reparaciones.
Para determinar dicha duración, se tendrán en cuenta las condiciones de
exposición y la compatibilidad galvánica de los materiales.
Otros
Colocar una cuerda o regla paralela al alero que servirá de referencia para
determinar el vuelo y la altura que tendrán las tejas en su primera hilada. Estos
serán constantes para todas las tejas que formen el alero, siendo el vuelo como
mínimo de 5 cm.
Situar y fijar las tejas de acuerdo con el vuelo marcado. Es necesario mantener
elevada la primera hilada de tejas, en una altura equivalente al grosor de una
teja utilizando un rastrel de mayor altura. Gracias a esta elevación se evita su
cabeceo y se mantienen todas con la misma pendiente.
Todas las tejas quedarán alineadas con sus bordes superiores contenidos en un
mismo plano.
Previa colocación de las tejas del alero, se fijan al faldón las abrazaderas que
soportan el canalón. La entrega mínima de estas en el faldón es de 15 cm y la
separación máxima entre ellas de 5 m.
La pendiente del canalón será superior al 1%, estando orientada hacia las
bajantes, que se encontrarán a una distancia máxima de 20 m.
La unión entre canalón y abrazaderas será tal que permitirá la libre dilatación
de ambos elementos. El canalón no se anclará directamente a la teja.
Se mantendrá el vuelo de las tejas sobre la línea del alero del faldón,
asegurándose de que estas vierten correctamente el agua al canalón.
En este caso el canalón esta situado entre las hiladas horizontales de tejas,
cerca del alero. Las particularidades de esta solución se comentan a
continuación:
Las dimensiones del canalón cumplirán con la UNE-EN 612, y además serán
tales que permita una limpieza fácil del mismo. El canalón tendrá una
pendiente mínima del 1% y verterá el agua hacia las bajantes que no estarán
separadas más de 20 m.
La limahoya es uno de los puntos críticos del tejado desde el punto de vista de
la estanqueidad, siendo junto con el alero la línea de la cubierta que recibe mas
agua. Se puede considerar como un canalón inclinado que lleva el agua, de las
dos vertientes contiguas que lo configuran, hasta el alero. Por tanto, la
ejecución de la limahoya se hará de tal forma que se eviten filtraciones y
teniendo en cuenta las posibles acumulaciones de nieve.
Cuando uno de los dos faldones aporta más agua que el otro a la limahoya, por
tener mayor longitud y recoger más agua o al tener más pendiente y verter el
agua con mayor fuerza, en el lateral perjudicado de la limahoya se tomarán
medidas especiales para garantizar su estanqueidad como por ejemplo:
ejecutar una limahoya más ancha, aplicar una capa complementaria
impermeable, etc.
Todas las tejas de la última hilada horizontal superior se deben fijar, bien sobre
los rastreles o sobre el faldón directamente mediante mortero hidrófugo,
empleando el mínimo imprescindible.
Tejas Curvas
El encuentro del faldón con un conducto vertical, como por ejemplo una
chimenea, es uno de los puntos que mas atención requiere en cuanto a su
ejecución y diseño. Las medidas del conducto deben ser acordes con el
replanteo de las tejas, no rompiendo la modulación de las mismas y resolviendo
todo su perímetro a ser posible con tejas enteras.
Puesto que este encuentro es muy delicado se recomienda colocar otra banda
impermeable solapando a la anterior, de manera que se obtenga una doble
protección en el encuentro
Chapa metálica
Ventanas y lucernarios
Se deben conocer las medidas del perímetro exterior del lucernario para poder
realizar correctamente el replanteo de las tejas y a ser posible utilizando piezas
enteras. Puede ser ejecutado en obra o en fabrica. Para cada caso se indica a
continuación como se debe proceder:
a - Ejecutado en obra:
b - Prefabricado:
Solicitar al fabricante, las medidas exactas de sus piezas, las reservas que se
deben realizar en el faldón, así como todas las recomendaciones necesarias
para su correcta instalación.
- http://www.construmatica.com/construpedia/Cubiertas_Inclinadas
- http://es.wikipedia.org/wiki/Cubierta_(construcci%C3%B3n)
- http://www.tejaceramicahdr.com/manual_teja/guia_cubiertas.pdf
- http://digibug.ugr.es/bitstream/10481/3456/1/clase%20cubiertas.pdf