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Los informes de inspección escolar

en Colombia y sus transformaciones, 1880-1940

Ángela Adriana Rengifo Correa 1

Resumen

Se analizan los documentos de inspección escolar en el periodo colombiano que va de


1880 a 1940 para describir sus características como tipología documental y sus
transformaciones estructurales y funcionales en relación a las políticas educativas del
momento. Dentro de este tipo de documentación, a partir de la cual podemos suponer la
forma en que el Estado entendía el gobierno escolar, se han considerado las tipologías
denominadas: informes de rectores, informes de funcionarios públicos y actas de visita
y de examen.

Palabras clave: Informes de inspección escolar, examen, vigilancia y control.

Abstract:

School inspection reports from the Colombian period1880-1940 are analyzed to


describe their features of documental typology, their structural transformations, and
their performance related to educational policies in the period of study. Within this type
of documentation, from which we can assume the way the state government understood
the school, we have considered the following typologies: reports of principals, reports
of public officials and proceedings of viewing and examination.

Key words: School inspection reports, assessment, surveillance and control.

Diversos tipos de textos para la inspección

Si bien la visita escolar es un artefacto de control que se usaba desde mucho


tiempo atrás, durante el siglo XIX se convierte en una herramienta imprescindible para
la creación de las escuelas en las nacientes Repúblicas latinoamericanas (Granja Castro,
1998; Ramírez Aisa, 2006). Algunos autores ubican prácticas de visita por parte de la
Corona española y de las congregaciones religiosas desde el siglo XVI (De Dios Martín,
2010; Soler Fiérrez, 1994), sin embargo es en el siglo XIX cuando cobra un rol
importante en la conformación del Estado-Nación y en la idea de la organización de un
sistema escolar (Mayorga Manrique, 1999; Teobaldo, 2006; Terigi, 2010; Southwell &
Manzione, 2011).

En el caso colombiano, una especificación sobre tales visitas aparece en el


Decreto sobre establecimiento de las escuelas públicas de la Gran Colombia, Rionegro,

1
Estudiante del Doctorado Interinstitucional en Educación de la Universidad del Valle. Este artículo
forma parte de su trabajo de tesis titulado: Historia de la Evaluación en Colombia (transformaciones de
la gubernamentalidad educativa, 1870 – 1970).
24 de octubre de 1820: “Art. 12. Los Gobernadores Políticos serán directores de estos
establecimientos. Ellos allanarán cuantas dificultades se presenten para plantarlos: de
tiempo en tiempo los visitarán, y se informarán de la conducta de los maestros…”
(Martínez Boom, 2011: 392). Estas visitas tenían como objetivo vigilar y controlar las
conductas de los maestros, en algunos casos solo se limitaban a resolver querellas o
cualquier dificultad que se presentara, por lo que carecían de regularidad. Por su parte,
los certámenes públicos fueron publicados en las Gacetas para dar cuenta del
funcionamiento de las primeras escuelas. Insatisfechos ante los resultados, en varias
ocasiones el gobierno intentó organizar un sistema de inspección. Hacia 1829 fue
elegido José María Triana como inspector de Cundinamarca (Ahern, 1947: 27).

Hacia mediados del siglo XIX, con el Decreto sobre establecimiento y arreglo
de las escuelas del 2 de noviembre de 1844, conocido como el Plan Ospina para la
escuela primaria, ésta quedó bajo el control de la Dirección General y Subdirección de
Instrucción Pública, que debían vigilar la aplicación de normas, producir programas,
manuales de enseñanza, supervisar el trabajo de los funcionarios, inspeccionar los
exámenes de oposición y determinar la construcción de locales. Después de 1848,
cuando se establece la “libertad de enseñanza”, entra en auge la “descentralización
educativa”, por lo que se le otorgan responsabilidades en materia de educación al
alcalde y al cabildo de cada parroquia, entre las cuales se encuentran dirigir y supervisar
todo lo relacionado con la instrucción pública, con funciones de control para la buena
marcha de las escuelas (Zuluaga Garcés, 2000, p. 283).

Con la promulgación del DOIPP (Decreto Orgánico de Instrucción Pública


Primaria) en 1870, el Estado regulariza un régimen de administración y vigilancia a
partir de los tres ejes centrales de esta ley: enseñanza, inspección y administración. Si
bien la promulgación de dicha ley se encuentra en el marco de un gobierno federal, el
sentido de la misma es altamente centralista, ya que cada uno de los nueve Estados
federales de la época debía rendir cuentas al gobierno central en el Estado de
Cundinamarca. Los detractores de esta ley hicieron que pronto cayera en “desprestigio”,
aunque puede afirmarse que dejó sentadas las bases para el intento de una organización
más sólida del sistema educativo nacional. El control estatal sobre la instrucción crea
una nueva forma de inspección escolar con vigilancia espacial, local y personal,
representada en la visita constante y regular de los funcionarios inspectores (Quiceno,
2003: 89). La instrucción se convierte claramente en un instrumento de gobierno del
Estado empleando la inspección como uno de sus mecanismos más representativos.

Este acto de visitar o de observar por parte del Estado produce una
documentación muy variada que con el paso de los años va cambiando su estructura y
funcionalidad, así como los discursos que la atraviesan. Tal documentación tiene que
ver con la vida escolar y con aquellos datos que el Estado en determinado momento
requiere conocer sobre el funcionamiento de las escuelas. Podía ser producida por
agentes externos a la escuela (informes de inspección y actas de visita) y dentro de las
escuelas (actas de exámenes e informes de los rectores). Entre este tipo de
documentación se encuentran los informes de rectores, inspectores, gobernadores y
ministros, y las actas de visita y de exámenes. Los datos recolectados se organizaban a
manera de abanico; esto es, primero se recogían datos por cada escuela, se enviaban a
las inspecciones municipales, provinciales y departamentales para que finalmente se
organizara en el centro del país. El origen de esta tipología documental venía dado por
la visita, la observación directa y el examen, un examen no solamente referido a los
certámenes que llevaban a cabo los estudiantes, sino también a la revisión de lo
relacionado con el funcionamiento de las escuelas y de la instrucción pública: útiles,
libros, mobiliario, presupuestos, maestros, métodos.

En buena parte de esta documentación se da cuenta de toda una serie de


dificultades para lograr organizar el sistema educativo y para poder gobernar a los
sujetos a través de una escolarización organizada. Precisamente reflejan los problemas
de pasar de un sistema educativo exclusivo y privado, manejado principalmente por
comunidades religiosas, a otro que implica una masificación de la población atendida
dentro de un sistema público. Se van mostrando cambios en la manera de concebir la
educación y, a pesar de una tendencia a la secularización, se da una fuerte dominación
del factor religioso católico, así como la evidencia de un fracaso frente a las
pretensiones del Estado muchas veces por falta de presupuesto y en otras porque no hay
suficiente personal, como maestros, para atender al ambicioso proyecto de escolarizar el
país que todavía contaba con regiones inhóspitas a las que solo llegaban las misiones
religiosas extranjeras. Aun así, el aparato persiste: el examen, la visita, la inspección, la
vigilancia, quedan instauradas como herramientas para dar cuenta del funcionamiento
del sistema así como de sus posibles fallas.

Los inspectores: funcionarios del Estado e intermediarios entre la


sociedad y la escuela

El inspector debía considerarse como un sujeto neutro de Estado, esto es, un


sujeto encargado de ser el “ojo vigilante” dentro de las escuelas, de garantizar que se
cumplan en ellas sus ordenanzas. Sin embargo, en los informes puede sentirse que tal
observación no es del todo neutra, sino que en muchas ocasiones deja entreverse una
“subjetividad política” de quien está informando en la manera de mencionar los datos
que comenta y de relacionar problemas causa-efecto. De esta forma, el inspector podía
convertirse en un sujeto que reclama al Estado su negligencia, o que, sin hacerlo
directamente, al dar cuenta de los acontecimientos que ocurren en la escuela, sólo está
mostrando las carencias y el fracaso de diferentes proyectos educativos. Lejos de ser
una apología del Estado, los informes de inspección se convierten en una herramienta
para analizar las prácticas escolares sin olvidar el punto de vista de quien escribe y deja
registro de todo lo que ha observado. Por ello es importante caracterizar a este sujeto: el
inspector.

La legislación vigente asignaba funciones importantes al cargo de inspector


dentro de la organización y mantenimiento del sistema escolar. Varios documentos
reglamentarios (Leyes, Decretos, Resoluciones) determinaban quiénes podían ser
inspectores, qué tipo de inspectores existían en el país y cuáles eran sus funciones. El
DOIPP dedica el Título IV para referirse a la inspección. Creó comisiones de vigilancia
en cada distrito, conformadas hasta por nueve inspectores, quienes debían ser escogidos
entre las personas “mas instruidas i competentes”. Los inspectores tenían las siguientes
obligaciones: visitar todas las escuelas públicas del distrito, vigilar que todos los
empleados cumplieran sus funciones, hacer efectiva la asistencia obligatoria de los
niños a las escuelas, imponer multas a padres de familia o funcionarios y rendir un
informe mensual de su trabajo (BLAA, 1871). El decreto también organizaba un
Consejo de instrucción pública departamental formado por cinco inspectores que debían
vigilar y nombrar a los inspectores locales, y rendir cuentas al Director de Instrucción
Pública de cada Estado, quien también hacía las veces de inspector. El cargo de
inspector era obligatorio y pagado por el Estado, y a quienes no cumplían con sus
deberes se les podía imponer multas.

Con el cambio del gobierno liberal federalista a uno centralista conservador se


dan modificaciones importantes en la organización escolar, aunque el dispositivo de
inspección y de examen se mantiene e, incluso, es altamente reforzado. La Ley 001 del
1 de febrero de 1888 decreta el modo de organizar la inspección en todo el país. El
Gobierno como suprema autoridad administrativa inspecciona la instrucción pública
nacional a través de inspectores generales (departamentos), inspectores provinciales
(provincias) e inspectores locales (municipios). Los inspectores generales eran de libre
nombramiento y remoción del Gobierno, mientras que los provinciales eran nombrados
por los inspectores generales con la aprobación del Ministerio de Instrucción Pública.
Los inspectores provinciales, a su vez, nombraban a los locales. Los gastos de la
inspección general corrían a cargo de la Nación y los de la inspección provincial a cargo
de los departamentos, mientras que el cargo de inspector local era gratuito y obligatorio.
Se continúa con sanciones como la imposición de multas y, en casos graves, la
destitución del cargo para directores o subdirectores que incurran en alguna de las
siguientes causales que se relacionan de la siguiente manera: falta grave contra la moral
o la decencia pública contrarias a la Religión Católica; malversación de muebles, útiles
y libros; el juego o el uso del licor; cuando sean notoriamente ineptos, o cuando
padezcan enfermedad contagiosa o repugnante. En esta Ley se da la facultad para que
en los territorios de las Misiones católicas la inspección sea ejercida por el inmediato
superior eclesiástico, quien debía entenderse directamente con el Ministerio de
Instrucción.

El Decreto 491 de 1904, reglamentario de la Ley 89 de 1903 sobre instrucción


pública, hace referencia a la inspección entre el Capítulo IV y el IX del Título
preliminar. Crea las Juntas de inspección escolar. Compuestas por el Cura párroco de la
localidad, el Presidente del Consejo, el Alcalde y un vecino notable, su objetivo era
velar por la marcha de la instrucción pública del respectivo municipio. El nombramiento
de los inspectores locales era ad honorem y debían realizar un examen minucioso de las
escuelas para rendir informe sobre los siguientes aspectos: las regulaciones y la
disciplina de la escuela, su salubridad, las faltas cometidas, el carácter y la conducta de
los alumnos, el sistema correccional empleado y sus efectos, los progresos de la
enseñanza y, en general, las dificultades que se presentan así como los medios para
solucionarlas. Además, debían entregar las listas de asistencia diaria y el examen del
mobiliario, los libros, los mapas y demás enseres. Esta Ley también se refiere a la
inspección local, provincial, departamental y general. La Junta Departamental de
inspección estaba organizada por el gobernador, el secretario de Instrucción Pública, el
rector de la respectiva Universidad o colegio y dos vecinos “amantes de la instrucción
pública” designados por el gobernador.

En el caso de los inspectores provinciales, estos eran nombrados por los


Gobernadores y recibían un sueldo que era “retenido” en caso de no cumplir con sus
funciones: enviar “el libro original de actas con las firmas de los empleados que
concurran a las visitas, un cuadro estadístico del movimiento de las escuelas, y un
informe mensual que sería publicado en el periódico del Ramo” (BLAA, 1905). El
tiempo de su trabajo era distribuido entre las visitas a las escuelas, que debían seguir un
orden metódico, y la elaboración del informe. En todo momento se hace énfasis en la
alta misión que tienen los inspectores para el funcionamiento de la instrucción pública,
siempre empleando la estrategia del examen:

Recuerde Ud. que su misión es examinar, aconsejar, juzgar y dirigir. Toda


acusación debe examinarla cuidadosamente antes de aceptarla, dándole al
acusado amplias facultades para su defensa. No debe Ud. tener ninguna
preferencia, salvo aquella que se imponga por las virtudes y mérito intrínseco del
visitado; así nadie podrá decir que Ud. ha acordado un favor contra el derecho o
que ha permitido influencias extrañas que han falseado su apreciación del mérito
(AGN, 1909).

Cabe resaltar que los inspectores no solo tenían funciones administrativas, sino
también pedagógicas. Cuando realizaban las visitas escolares podían hacer sugerencias
a los maestros sobre sus métodos de enseñanza y disciplina, así como darles “clases
modelos”. Debían presidir igualmente las Sociedades Pedagógicas, presentar
conferencias. Y dar testimonio de si se cumplían o no en las escuelas con los preceptos
de la moderna pedagogía: “Número de clases que Uds. personalmente hayan examinado
en cada escuela; número de clases que Uds. hayan dictado en calidad de lección modelo
de práctica […] métodos y procedimientos de enseñanza adoptados en cada escuela
pues urge a este Despacho saber si tales métodos y procedimientos son los aconsejados
por el Reglamento de las escuelas primarias y por la Pedagogía Moderna” (AGN, 1910).

Los Subinspectores, a su vez, debían dedicar a las escuelas todas las horas útiles
del día, tanto en las poblaciones como en los corregimientos y aldeas. Su principal
misión era la de instruir a los maestros sobre los “métodos modernos de enseñanza”,
dictando clases modelo y explicando cómo dirigir la escuela en todos sus aspectos
(AGN, 1917a). Precisamente, en 1917 uno de los requisitos para ser inspector local era
el ser maestro graduado o contar con una experiencia intachable en la enseñanza en los
establecimientos oficiales al menos durante seis años (AGN, 1917b).

Otro de los saberes que debía poseer un sujeto inspector estaba relacionado con
la higiene y la medicina. Es necesario considerar que uno de los factores que más
dificultaba los progresos en la instrucción pública eran las enfermedades, que muchas
veces llegaban a convertirse en epidemias causando varias muertes y perjudicando la
marcha normal de las escuelas, ya que muchos niños dejaban de asistir y en la mayoría
de los casos los establecimientos debían ser clausurados. La escuela se convirtió en un
espacio ideal para promover y difundir las prácticas higiénicas. Como entes reguladores
se crea la Junta Central de Higiene (Ley 30 de 1886) y la Policía sanitaria. Más tarde
aparece la Dirección Nacional de Higiene (Decreto 2198 de 1918) y el Ministerio de
Trabajo, Higiene y Previsión Social (Ley 96 de 1938) (Gutiérrez, 2010). Este último
encargaba de las escuelas y colegios al Departamento de Protección Infantil y Materna.
Hay que precisar que durante varios años el Ministerio de Instrucción Pública estuvo
ligado al de Salubridad pública, durante el periodo de 1923-1927, aunque ya a partir del
Decreto 428 de 1899 el Ministerio de Instrucción trataba los asuntos de higiene,
salubridad y beneficencia (Guerrero Silva & Molina Buitrago, 2007), lo que muestra el
énfasis en la misión preventiva y educadora de la población en este aspecto.

En los primeros años del siglo XX comienzan a llevarse a cabo inspecciones


médicas. Estas visitas se encargaban de examinar las condiciones higiénicas de los
locales para su aprobación (AGN, 1917c) y también las condiciones de los estudiantes:
“La dirección general del ramo dotará a los inspectores médicos escolares del equipo
necesario para las medidas antropométricas y los demás enseres indispensables para
funcionamiento” (AGN, 1926). Tales visitas no solo se realizaban a las escuelas, sino a
toda institución que tuviera importancia desde el punto de vista médico e higiénico:
hospitales, laboratorios, sanatorios, dispensarios, leprosorios (AGN, 1927). Los
informes de inspección tienden a mostrar interés por otros aspectos de la vida escolar,
interés que no sólo corresponde al Estado sino también a los discursos médicos que
intervienen en la formación de los nuevos maestros. Una de las nuevas exigencias de los
informes es la medicina escolar, que pone a los médicos también en el lugar de los
inspectores. El discurso médico se encontraba vinculado con la discusión en torno a la
higiene, la prevención de epidemias, la degeneración de la raza y la eugenesia, que
originan profusas campañas contra el alcoholismo y el chichismo considerados como
factores de alta incidencia. Si bien a finales del siglo XIX ya se hacía mención especial
a la importancia de la higiene en los locales y en la enseñanza, así como al uso de
vacunas para la prevención de epidemias, es hacia la década de 1930 cuando el médico
inspector cobra vital relevancia en el proceso escolar. La labor del médico escolar no
trata solamente de “curar enfermedades”, sino de prevenir y acompañar al maestro en su
conocimiento de los estudiantes:

Pudiéramos resumir la labor del Médico Escolar en los siguientes puntos: 1.


Adaptación, de acuerdo con la Pedagogía, del desarrollo de las facultades
intelectuales con el desarrollo físico del niño. 2. Examen individual del niño por
los métodos antropométricos. 3. Vigilancia de la higiene de los locales y del
mobiliario escolar. 4. Profilaxis de las enfermedades contagiosas. 5. Educación y
desarrollo físico del niño. 6. Instrucción higiénica del niño y del maestro, 7.
Preparación del futuro personal escolar, por medio de conferencias a los padres
de familia (BLAA, 1927a).

Es así como las sugerencias del médico inspector podía incluir aspectos como
los ordenar las reformas para mejorar las condiciones higiénicas de los locales,
clasificar las enfermedades, elaborar las estadísticas de la mortalidad infantil, organizar
los criterios científicos y pedagógicos para la identificación de anormales, y supervisar
la educación física gimnasia y los juegos (BLAA, 1927b). Los informes de los médicos
escolares se vuelven frecuentes en la década de 1930, aunque en muchas ocasiones
responden a brotes de epidemias, ya que no hay suficiente personal para la prevención.
Los médicos escolares oficiales debían contar con el visto bueno del inspector local.
Para elaborar sus informes, los inspectores debían realizar las visitas y además tener a
su disposición las fichas pedagógicas e higiénicas, éstas últimas elaboradas por médicos
(AGN, 1937).

Si bien a finales del siglo XIX un ciudadano notable y letrado podía llegar a ser
inspector, más tarde, hacia 1930, tal cargo exigía saberes relacionados con la
administración escolar, las metodologías de enseñanza y los conocimientos médicos
sobre la infancia. Durante largo tiempo, en las regiones más apartadas del país, las
autoridades eclesiásticas, sobre todo las misiones extranjeras, habían recibido por
mandato del Estado las funciones del cargo de inspector. Con la exigencia de estos
nuevos saberes en torno a la inspección, como la pedagogía moderna, las autoridades
civiles entraron en pugna con las eclesiásticas. Esto dio lugar a que delimitaran las
funciones de inspección, creando la división entre el inspector escolar y el inspector
técnico:

INSPECTOR ESCOLAR. Le corresponden las obligaciones contenidas en el


Decreto número 491 de 1904; la organización general, material y pedagógica de
las escuelas; la vigilancia inmediata sobre todos los establecimientos oficiales de
carácter primario; la elaboración y arreglo de la estadística escolar; la
correspondencia general del Despacho; la firma de nóminas y documentos de
crédito; la organización y reglamentación de las Juntas de padres y maestros.

INSPECTOR TÉCNICO. Tendrá a su cargo la organización técnica de las


escuelas; concentrando principalmente su atención a la aplicación y desarrollo de
programas y centros de interés. Inspeccionará la marcha de las obras manuales
y las granjas agrícolas escolares. Tendrá a su cargo el estudio y la clasificación
de los niños por edades mentales. Llevará la correspondencia especial
relacionada con sus funciones (AGN, 1933).

En las regiones más apartadas las autoridades eclesiásticas pudieron ejercer el


cargo de inspector escolar. Aun así no todo parecía estar tan claro en el uso y atribución
de las funciones de inspector, especialmente en aquellas regiones más apartadas del país
como las intendencias, cuyas escuelas que atendían población indígena,
afrodescendiente y “mulata”, eran usualmente manejadas por misiones de sacerdotes
extranjeros que ejercían de inspectores. Por eso, cuando los “agentes del Estado”
llegaban a reclamar sus atribuciones, se presentaban conflictos. En algunos casos el
Prefecto Apostólico “se nombraba a sí mismo” Inspector Técnico y se atribuía
funciones para nombrar maestros de escuela. Los inspectores nombrados por el Estado
criticaban su actuación, afirmando que solo se dedicaban a visitar de vez en cuando los
lugares más apartados dedicándose a confirmar y a funciones del sacerdocio que nada
tenían que ver con la pedagogía moderna. Según los agentes del Estado, “cabría estudiar
si sería más conveniente que fuera el Prefecto Apostólico, Inspector Técnico, y siempre
un sacerdote extranjero, el jefe de educación de una parte de los chocoanos, o un
pedagogo nacional que sintiera con profundo patriotismo el problema de los pobres
salvajes” (AGN, 1934a).

Varios aspectos deben tenerse en cuenta en este tipo de conflictos. El primero se


refiere a cierto nacionalismo, que opone la presencia y dominio de extranjeros frente a
nacionales; se supondría que estos últimos tendrían sentimientos más patrióticos frente a
la labor “educacionista”. El segundo, se refiere al tipo de saberes que van a predominar
en la educación, ya sea la impartida por parte de los sacerdotes, que hace énfasis en la
catequización católica, o la que provendría de un experto pedagogo en teorías modernas
sobre la enseñanza. Finalmente, el conflicto acerca de quiénes van a “civilizar” a cierta
parte de la población que se encuentra alejada del centro del país y que es denominada
como “salvajes”, “mulatos”, “negros”, “indios semi-salvajes”, “niños salvajes”; esto es,
por quiénes entran a dominar un territorio que ha sido de “nadie”, si el Estado o las
Misiones religiosas extranjeras que de alguna manera ya tenían un territorio ganado
dentro de esta población. Cabe resaltar que este tipo de poblaciones tampoco son
“pasivas”, ya que en varias ocasiones solicitan al gobierno tener sus propios maestros
(AGN, 1932) y se quejan de los que no pertenecen a sus comunidades, vengan de donde
vengan, pues en muchos casos a lo único que vienen es a hacer negocios a costa de ellos
(AGN, 1934b).

Los inspectores fueron agentes fundamentales dentro del proyecto educativo del
Estado. En la década de 1930 se organizaban zonas escolares para la inspección y se
nombraban “Inspectores nacionales”, quienes a su vez tenían a su cargo inspectores
locales. La inspección se vuelve un aparato mucho más riguroso y ello se refleja en las
exigencias a las que deben responder los informes. Así mismo, todas las instituciones
escolares debían sujetarse a la visita de inspección, ya que de esta dependía que los
establecimientos recibieran resoluciones para su funcionamiento. El Decreto N. 1070 de
1938 dictó disposiciones relativas a la enseñanza secundaria. Según este decreto sólo el
Estado estaba autorizado para conceder título de Bachiller y los colegios debían
someterse a una rigurosa inspección por “peritos en organización escolar, estudios
sociales, ciencias naturales, matemáticas e idiomas” (AGN, 1938a). En la Resolución N.
64 de 1939 se especificó la función de cada uno de estos peritos o inspectores, y se les
autorizó examinar diversos aspectos de la vida escolar:

a. Asistir a las clases e inspeccionar los trabajos escritos de los estudiantes. b.


Asistir a los trabajos prácticos y ejercicios experimentales y revisar las libretas
de observaciones de los alumnos. c. Examinar los libros de registro y demás
documentos […] presenciar los ejercicios de educación física y de observar
todo aquello relacionado con las disposiciones sobre higiene en los
establecimientos de enseñanza secundaria (AGN, 1939a).

Los inspectores siguieron cumpliendo importantes funciones relacionadas


también con la revisión del escalafón de los maestros. Si bien hubo un intento de
diferenciar las funciones del inspector técnico y el inspector escolar, finalmente se
termina por aceptar funciones “promiscuas”. Por tanto, todos los inspectores quedaban
autorizados tanto para examinar a los maestros como para instruirlos en tanto los
métodos pedagógicos modernos (AGN, 1939b). El inspector, en definitiva, era una
figura importante como sujeto de Estado en relación con la organización del sistema
escolar, ya que tenía el poder de examinar y sancionar así como ser garante de los
procesos que se estaban llevando a cabo en las escuelas.

Los informes de inspección: registro de prácticas escolares

Para analizar este tipo de documentación es preciso reconocer su estructura. La


información que era solicitada por parte del Estado en los informes fue sufriendo
transformaciones entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX,
transformaciones que tienen que ver con una mayor “especificidad” de los datos
recolectados y con la predominancia de nuevos discursos en torno al quehacer
educativo. Como afirma Josefina Granja Castro (1998), los informes de inspección
escolar estaban dando cuenta de lo que para determinado momento histórico se entendía
como una “escuela”.

Como se dijo líneas atrás, entre este tipo de documentación se encuentran los
informes de rectores, inspectores, gobernadores y ministros, y las actas de visita y de
exámenes. La información se organizaba a manera de abanico; esto es, primero se
recogían datos por cada escuela, se enviaban a las inspecciones municipales,
provinciales y departamentales para que finalmente se organizara en el centro del país.
Buena parte de estos informes eran publicados en prensa oficial para dar cuenta de los
logros de la instrucción pública. En otros casos se conservan los expedientes en los
Fondos del Ministerio de Instrucción Pública y del Ministerio de Educación Nacional.

Los informes son documentos esencialmente descriptivos, escritos en un estilo


impersonal, si bien en algunos momentos salen a relucir algunos juicios de sus autores
relacionados con temas políticos o religiosos. Estos documentos están precedidos por
una carta de presentación escrita en primera persona que a veces es suplida por una
corta introducción también en primera persona. Tienen como encabezado la ubicación
geográfica y temporal de la información (fecha, municipio, provincia, departamento,
Estado) y cierran con las firmas de los respectivos funcionarios y la fecha de
elaboración. La información que debía contener este tipo de informes era reglamentada
por el Estado.

Hacia la década de 1870, la exigencia provenía de la Inspección general de


Instrucción Pública Primaria de cada Estado, información que a su vez era remitida al
Estado Central, denominado por ese entonces como “Nación”. Este era el tipo de
preguntas que debían contestar los inspectores municipales:

Ruego, pues, a usted de nuevo con todo interés que active la remisión de
aquellos datos, y le suplico que, además, se sirva informar a esta Inspección, con
toda exactitud y claridad, sobre los siguientes puntos:

1. ¿La Municipalidad ha cumplido con el deber de proporcionar


locales adecuados para las escuelas primarias de las secciones
de ese municipio en que aquella se hallan establecidas?
2. ¿Los útiles que se han remitido, tanto por cuenta de la Nación
como por la del Estado, se han repartido conveniente y
oportunamente, entre todas las escuelas?
3. ¿Están bien provistas las escuelas de útiles y mobiliario, y de
qué tienen necesidad con más urgencia?
4. ¿Han cumplido los distritos con el deber de proveer al
sostenimiento de sus escuelas primarias? (BN, 1874a, p. 49)

Las actas de visitas eran documentos elaborados a partir de las visitas “sorpresa”
a las escuelas con el objetivo de revisarlas en su funcionamiento cotidiano. Los
maestros directores debían tener todos los libros reglamentarios (asistencia, conducta,
inventario) al día. Este tipo de visitas servía para verificar la asistencia diaria a las
escuelas. Los inspectores no debían interrumpir las clases de los estudiantes, sólo
observar cómo se desarrollaban éstas. Así mismo, cuando lo considerara pertinente, el
inspector podía intervenir dando una clase modelo y aprovechar para examinar a los
estudiantes. El acta de visita debía contener la siguiente información: escuela visitada,
fecha de la visita, quiénes asistieron al oficio, maestro encargado y sueldo, llamado a
lista de los alumnos, organización de las secciones y del pensum, conducta de los
alumnos, observación de los métodos de una clase y examen, clase modelo por parte del
inspector, revisión de planas y trabajos, revisión de libros reglamentarios, útiles,
mobiliario y local, y recomendaciones para el maestro y los estudiantes, cerrando el
documento con la fecha y hora en que termina la visita. A continuación se muestra la
forma de dar comienzo a este tipo de documento:

En el distrito de Roldanillo a veintitrés de octubre del presente año, me trasladé


en cumplimiento de mi deber, a la escuela laica elemental del distrito, dirigida
por el distinguido joven señor Luis Marmolejo, con el objeto de practicar la
correspondiente visita. Al efecto, hallé al señor Director en sus tareas diarias; los
niños estaban debidamente colocados en sus respectivas clases, conocidas
con los nombres de superior, inferior, preparatoria y adjunta […] el número de
alumnos que ese día asistió ascendió a cuarenta, los que examinados rígidamente
en algunos de los cursos que forman la enseñanza, respondieron a mi
satisfacción (BN, 1874b, p.74).

Las actas de exámenes eran elaboradas inmediatamente se terminaban los


certámenes de fin de año o de trimestre. Como los certámenes eran eventos públicos y
de gran renombre, parte de la información que debía contener el documento era el
listado de personajes notables que habían asistido. El documento debía cumplir con
unos requisitos particulares: número de alumnos y alumnas matriculados, y cuántos
asistieron a los certámenes; funcionarios públicos y personas notables que asistieron a
tales actos; calificación “en globo” de cada una de las materias de examen; qué niñas y
niños se han distinguido en el curso del año por “aprovechamiento, aplicación y
conducta irreprochable”; en qué escuelas se ha completado el pensum y en cuáles no;
qué Directores o Directoras se han distinguido en sus funciones (BLAA, 1883, p.697).
Las actas de exámenes contenían la descripción de todo el evento, que podía durar
varios días, en las que los estudiantes no solo respondían cuestionarios orales sobre las
materias estudiadas sino que también realizaban actos culturales como música, canto,
baile, representaciones, entre otras actividades que demostraran la labor del maestro.
Tales actas debían acompañarse con la lista de asistencia y de conducta de los
estudiantes.

Toda la información recolectada en las escuelas y en los municipios debía ser


remitida a la inspección provincial y departamental, que a su vez rendían informe a las
direcciones de instrucción pública de los Estados (mientras el gobierno fue federalista) o
al gobierno central. De esta forma, los informes anuales de los Directores de instrucción
pública eran documentos bastante extensos que daban cuenta de toda la organización de
esos datos y debían dedicarse no solo a la instrucción primaria, sino a todos los ramos
de la enseñanza. Un informe general podía encontrarse estructurado de la siguiente
forma: advertencias preliminares, escuelas normales (datos generales e historia de las
normales, disposiciones dictadas, pensum y profesorado de las normales de varones y
señoritas, instrucción moral, datos de matrícula, asistencia y notas de los alumnos de las
normales y anexas, legislación vigente, mobiliario, gastos, maestros graduados),
información de colegios entendidos como aquellos de formación superior, escuelas
superiores y elementales, capítulo final y anexo de varias tablas estadísticas (AGN,
1883). En otras ocasiones, el texto se estructuraba a partir de la mención de los
diferentes distritos en orden alfabético y dentro de cada uno se daba cuenta de varios
aspectos (mobiliario, útiles y textos, pensum, empleados, asistencia y disciplina,
exámenes, presupuesto), haciendo claridad sobre cuántas escuelas había en el distrito,
cuántas eran de niños y de niñas, o cómo funcionaban con respecto a la clasificación de
escuelas (si eran normales, internados o escuelas alternadas). Finalizando el texto
también se hacía referencia a las estadísticas (AGN, 1884).

Precisamente, otra estrategia para acomodar la información era el uso de


cuadros o tablas, que se denominaban “estadísticas”. El tipo de información solicitada
exigía una organización un poco más compleja y sistemática, ya que se requerían
muchos datos específicos. Se podían encontrar estadísticas relacionadas especialmente
con la matrícula, asistencia mensual y la disciplina, así como otros aspectos de la vida
escolar como los inventarios y el presupuesto. Los informes generales de la década de
1870 ya empleaban este recurso, como es frecuente constatar en el periódico La Escuela
Normal. Buena parte de la información sobre las escuelas debía llenarse dentro de unas
tablas basándose en esqueletos modelos que pudieran dar cuenta bajo unos mismos
criterios y de forma resumida qué era lo que estaba ocurriendo en cada municipio:

Informes de las visitas practicadas por el Inspector local del Distrito de… en el mes de
188…
Alternadas
Rurales de niños
Rurales de niñas
Urbanas de niñas
Urbanas de niños
Nombre de la Escuela
¿El Director cumple y hace cumplir a los alumnos las
prácticas religiosas?
Conducta de los Directores
Aseo Niños
Local
Fecha y hora en que se hizo la visita
Materias examinadas 1°
Estado de cada sección 2°
hasta qué parte del pensum 3°
Útiles que faltan
Mejoras del local
Si se han pagado los sueldos a los
Directores
Alumnos matriculados
Días que ha faltado el Director
Resultado del examen de las clases
OBSERVACIONES
Notas: 1: Este informe es sin perjuicio de otros que quieran pasar más
extenso de acuerdo con el artículo 103 del Decreto orgánico de la
Instrucción Primaria. 2: Este informe se pasará el día último de cada mes
al Inspector Provincial (BN, 1887, p.1).

Esto no quiere decir que se dejaran de lado los informes de tipo descriptivo,
pues el final de dicho informe era completado con los respectivos cuadros estadísticos
(AGN, 1891). Estos “esqueletos” constituían una guía sobre la cual los inspectores
debían dar cuenta al gobierno central y reorientaban la escritura del texto descriptivo.
Contribuían a facilitar el trabajo de organizar las “estadísticas” a nivel departamental y
nacional. Hacia 1906 tales esqueletos distinguían la instrucción pública oficial de la
privada. En el cuadro correspondiente a la instrucción pública oficial, ésta se clasificaba
en instrucción primaria, instrucción secundaria, instrucción industrial y comercial,
instrucción profesional e instrucción artística. Para cada uno de estos tipos de
instrucción se exigía escribir datos como el número de planteles, matriculación y
asistencia, mencionando el número de estudiantes en las escuelas rurales y urbanas; de
varones, niñas y alternadas, y observaciones. La tabla de la educación privada
solicitaba datos tales como el lugar donde funciona la escuela, el nombre de su
director, grado de instrucción, matrícula y asistencia, nombre del establecimiento y
observaciones, distinguiendo también escuelas para varones y niñas, aunque algunas de
ellas funcionan con el sistema alternado y mixto (AGN, 1906). Los datos solicitados
variaban en unos cuantos elementos entre los diferentes departamentos, aunque se
usaban formatos idénticos para todas las escuelas. Adicionalmente se preguntaba por el
sueldo de los maestros, establecimientos donde recibieron el grado y qué tipo de grado;
distinción entre provincias y municipios (cabeceras, corregimientos, caseríos o parajes);
si los locales eran propios (avalúo) o arrendados (canon); los gastos que cubría el
departamento y el municipio, y número de escuelas nocturnas (AGN, 1912 y 1913).

Las actas de exámenes presentaban también otro tipo de información, pero esta
vez a manera de tablas. Si en los certámenes del siglo XIX se daba una “calificación”
global a cada materia de enseñanza a partir de las presentaciones orales de los
estudiantes o unas calificaciones descriptivas a algunos estudiantes seleccionados al
azar (aprobado reprobado, aplazado), hacia 1920 es posible encontrar cuadros de
calificaciones numéricas por estudiante en cada uno de los ramos de enseñanza. Si bien
los cuadros y tablas son un recurso que se empleaba desde el siglo XIX para referirse al
sistema de puntos buenos y negativos (BLAA, 1850), el nuevo sistema de calificaciones
numéricas individuales brindaba otra noción sobre el proceso de enseñanza. Cuando los
certámenes orales dieron paso a los exámenes escritos, la idea del certamen como
festividad “literaria” se modificó sustancialmente, quedando convertida en el acto de
clausura de fin del año escolar desligado de los exámenes escritos. En ese momento las
actas de exámenes se convirtieron en un instrumento que no sólo daba cuenta del trabajo
de los maestros en la escuela, sino también del de cada estudiante.

En las Escuelas Primarias Nacionales de Bogotá es posible encontrar varias de


estos cuadros. Las actas de exámenes en la Escuela Primaria Nacional N. 5 del año 1920
(AGN, 1920), una escuela de niñas, como ejemplo, estaban conformadas principalmente
por el “cuadro de calificaciones”, en donde también se referenciaban la asistencia,
conducta y aplicación. Se escribía el listado de todos los estudiantes que asistían a la
escuela y se les asignaba a cada uno su calificación en una escala de uno a cinco en
materias como lectura, escritura, ortografía, gramática, objetiva, religión, aritmética,
historia sagrada, geometría, historia patria, calisténica, instrucción cívica, urbanidad,
moral, geografía y costura para las niñas. Estos cuadros se encontraban acompañados
por un breve texto que indicaba el orden en que se había desarrollado el acto de los
exámenes comenzando por la fecha y la escuela, los personajes que habían asistido, las
materias examinadas y la entrega de diplomas en lugar de premios. Se cerraban con las
firmas del inspector, el cura párroco, la directora y las calificadoras. Siempre se hace
referencia a que tales actos se desarrollaban de acuerdo con las disposiciones del
Ministerio de Instrucción Pública.

Para la década de 1930, ya se encuentra organizado el Ministerio de Educación


Nacional que a la fecha contaba con varias dependencias, entre las principales las
Direcciones de Educación Pública 2. Varias de las exigencias de los informes
2
El Ministerio de Instrucción Pública ya contaba con una organización más especializada en diferentes
dependencias, particularmente a partir del Decreto 31 de 1891 se dividía en tres secciones: Universidad
Nacional, instrucción secundaria y profesional; Instrucción Primaria; Contratos, auxilios y contabilidad.
corresponden a lo que se ha denominado “Escuela Nueva”, especialmente lo
relacionado con la higiene escolar, la granja agrícola, los deportes escolares y los
trabajos manuales. También puede notarse la importancia que va cobrando la voz de
otros agentes escolares, como los padres de familia, y cómo se unifica un sistema de
escuela graduada (clasificación escolar) basado en un riguroso plan de exámenes. Así
mismo, se observa un conjunto de saberes especialmente dirigidos a la mujer, como la
economía doméstica (venía ya desde mediados del siglo XIX en colegios). A medida
que van circulando nuevos discursos en torno a lo educativo, aparecen también otras
exigencias sobre lo que deben contener estos informes de inspección conforme a “ideas
pedagógicas más modernas”:

La Dirección de Educación Pública ha dispuesto que las visitas de los


Inspectores Escolares a las Escuelas se sujeten al siguiente plan: 1: Matrícula,
asistencia y cancelaciones en cada una de las secciones. 2: Higiene escolar. 3:
Clasificación escolar. Número de secciones y su relación con los salones de
clases. 4: Granja agrícola. 5: Centro de Padres de Familia. 6: Actuación de las
autoridades locales. 7: Local y mobiliario. 8: Enseñanza de la Economía
doméstica. 9: Estímulos. 10: Deberes religiosos. 11: Deportes escolares y
educación cívica. 12: Uniforme escolar. 13: Trabajos manuales. 14: Práctica de
exámenes escritos. 15: Archivo escolar. 16: Textos y útiles. 17: Clases modelos.
18: Exámenes. 19: Progresos alcanzados en la escuela. 20: Observaciones
(AGN, 1931).

Cada vez es mayor la cantidad de requisitos y datos que se solicitan en estos


informes de inspección, especialmente en aquellos que corresponden a la instrucción
secundaria. A estas visitas de los inspectores nacionales debían someterse tanto las
instituciones privadas como públicas. Todas las revisiones sobre locales y condiciones
de estudio debían encontrarse acordes con las disposiciones del Ministerio y del
Departamento Nacional de Higiene. Se pide ser más específicos en cuanto a situación
del edificio, construcción, ventilación y luz, pisos, paredes, capacidad, servicios
sanitarios, patios, laboratorios, mapotecas, museos y material docente, mobiliario,
biblioteca, alumnos y profesores, asistencia, procedimientos metodológicos, enseñanza
experimental, medicina y dentistería y presupuesto. Este es el detalle informativo
exigido sobre el edificio:

La situación [del edificio] comprende: localización, acceso, alrededores, terreno,


drenaje y orientación. La localización hace referencia a la relación del edificio
con el perímetro urbano, y el acceso al número, amplitud e intensidad de
tráfico de las vías que a él conducen. De los alrededores es importante conocer
si están o no poblados, si existen en ellos jardines, campos de deportes,
parques, granjas agrícolas, potreros o criaderos de animales como cerdos y
otros; si tienen basureros, ciénagas, zanjas, o, en general, aguas estancadas; si

Dicha estructura venía con una organización similar desde 1886. Para información más detallada sobre la
organización de este ministerio ver Op. Cit. Guerrero Silva, M.A.& Molina Buitrago, J.M. Por su parte, el
MEN quedó dividido en 1927 en siete secciones: Enseñanza secundaria, universitaria, artística, industrial,
comercial, registro de correspondencia y portería; Institutos pedagógicos, escuelas normales, enseñanza
primaria y útiles de enseñanza; Estadística, becas, contratos y registro de propiedad literaria; Educación
física; Contabilidad; Dirección General de Lazaretos; Dirección Nacional de Higiene y Asistencia
Pública. Ver Ley 56 de 1927 y Ley 72 de 1927. Ver Normatividad MEN
http://www.mineducacion.gov.co/1621/propertyvalue-31213.html
están ocupadas por fábricas de productos nocivos, cárceles, cementerios
hospitales, casas de juego o de tolerancia. En relación con el terreno es
importante observar todos aquellos datos de su topografía que tengan un interés
sanitario: si es alto o bajo, si tiene o no declive, si es seco o húmedo (AGN,
1936).

Uno de los documentos que cobró relevancia fueron los informes de los médicos
escolares, que podían provenir del servicio médico permanente instalado en las
escuelas, o de las visitas médicas temporales que recibían. Aunque se exigía enviar con
regularidad informes médicos, éstos se elaboraban sobre cuando respondían a una queja
o al brote de enfermedades en los colegios y las normales. En uno de estos informes de
1938 del Liceo Nacional Femenino (AGN, 1938b), lo primero que se encuentra en este
documento es el logotipo del médico que había elaborado el informe y dónde había
realizado sus estudios. Este documento describe en primera instancia la situación
geográfica y climática del sitio donde se encuentra ubicado el establecimiento. Luego se
hace una descripción minuciosa del edificio, considerando con qué establecimientos
colinda, sus materiales de construcción, si permite una adecuada ventilación e ingreso
de luz. Se consideran también aspectos como los servicios sanitarios, baños, agua,
tanques, alcantarillado, mobiliario y vajilla. Esta descripción cierra con las sugerencias
de mejoras para el colegio.

Otro aspecto que se considera en el informe son las actividades diarias que
desarrolla el médico escolar, entre las que se encuentran el recorrido por el
establecimiento, tratar a las estudiantes enfermas, dictar conferencias semanales a todo
el personal sobre higiene y elaborar las fichas médicas de todas las estudiantes. Estas
fichas son las llamadas “antropométricas”, cuyos esqueletos eran enviados por el
Estado. Incluían el examen de cada estudiante en los aspectos físico, fisiológico, mental
y psíquico-pedagógico. El médico escolar también describe en su informe las
enfermedades que han padecido las estudiantes y cuántas se han enfermado, pues lleva
un libro para anotar esta información así como las fórmulas que receta. En el informe se
hace referencia a aspectos como los servicios domésticos y el lavado de ropas en el
establecimiento, la alimentación de las niñas, las clases de educación física y las
excursiones o salidas pedagógicas. En otros informes, escritos más bien a manera de
queja, se describe la actividad del médico escolar atendiendo las enfermedades de las
estudiantes del colegio y de la escuela anexa, donde se hace mención del tipo de
enfermedades de las escolares que son especialmente respiratorias e intestinales así
como algunos brotes de varicela y apendicitis. El médico manifiesta no dar abasto para
realizar otras actividades, como la enseñanza de hábitos higiénicos, ni para atender a
toda la cantidad de estudiantes que se le exigía, por lo que solicitaba el nombramiento
de otros médicos (AGN, 1939c).

A pesar de la carencia de personal especializado, en las actas de visita a los


colegios debía constar el apartado referido al médico escolar y al dentista, si se tenía o
no, y cuáles eran las actividades que desempeñaban. La inspección sanitaria cubría
todos los aspectos relacionados con el edificio, su construcción y mobiliario. Se hace
también especial insistencia en los elementos pedagógicos, para lo cual los inspectores
peritos tenían que visitar cada clase, donde el pensum debía estar acorde con los
programas oficiales, y debían revisar la metodología de los maestros, así como los libros
y el material empleado para enriquecer el aprendizaje. En cada clase los estudiantes
también eran examinados en sus conocimientos y siempre se revisaba el libro de
calificaciones y los demás libros reglamentarios (matrículas, admisiones y habilitación,
movimiento biblioteca, control de clases, actas de visitas, fichas antropométricas y
características personales de los alumnos). Los estudiantes eran sometidos a exámenes
físicos y psicológicos, elaborados por los médicos siguiendo las fichas mentales y
antropométricas, y a exámenes de sus conocimientos en cada materia. Los inspectores
insistían en que debía abandonarse el aprendizaje memorístico y lograr que los maestros
hicieran uso de la pedagogía activa, pero en muchas ocasiones se encontraban con un
seguimiento estricto de los manuales o con cátedras poco constructivas. Se revisaba
también si las fichas antropométricas y mentales no se habían completado o estaban mal
elaboradas. La estructura con la que contaban tales informes era: información general,
planes y programas, material científico y didáctico, libros y registros, inspección de
clases, inspección sanitaria, medicina escolar y dentistería (AGN, 1930- 1940).

Como era mayor la cantidad de escuelas y colegios que se debían visitar, y de


los cuales se tenía que presentar informes, aparecen otras estrategias para organizar la
información. En varias ocasiones los Directores de Educación se quejaban por el envío
de información incompleta, por lo que se diseñaron amplios y detallados cuestionarios
que los inspectores debían completar con respuestas muy cortas, subrayar los elementos
con los que se cumpliera o llenarlos con “sí” o “no” cumple. Tenían que diligenciarse
con lápiz rojo para destacar la información. Cabe resaltar que los datos referenciados en
este tipo de documento no corresponden a la “subjetividad” que puede tener un texto
descriptivo, aunque siga unas determinadas pautas, sino que se encuentran anclados a
unos criterios preestablecidos, pues ya solo se trata de completar los formularios.
Aunque pareciera más práctico, este tipo de estrategias también recibió críticas, pues en
ocasiones se retardaba el envío de esqueletos o la cantidad de preguntas hacía más
engorroso el oficio de inspeccionar. De hecho el personal destinado para este trabajo no
era suficiente. Es posible ver que en estas especificidades se va transformando el
aparato de observación del Estado, para agilizar la lectura de la información y
homogeneizar cada vez más las características con las que deben cumplir las escuelas y
los colegios.

Las fichas de inspección elaboradas por el Estado para la sección de enseñanza


secundaria contaban con 232 ítems (AGN, 1939d), divididos en dos grandes secciones:
“Inspección sanitaria” e “Inspección pedagógica”, con un acápite para los “Alumnos”.
En lo relacionado con la “Inspección sanitaria” las instituciones debían cumplir con los
lineamientos de la Resolución N. 30 de 1936 de la Dirección Nacional de Higiene. En
este apartado se contaba con 146 ítems, en los que se requería información sobre el
mapa del esquema general del edificio y sus alrededores, situación, construcción, aulas,
dormitorios, comedores, despensa, cocina, guardarropa, enfermería, salón de actos,
corredores, escaleras, patios, campos de deporte, gimnasio, servicios sanitarios,
mobiliario, medicina escolar, alimentación e higiene mental. Era importante verificar
que el edificio no tuviera a sus alrededores elementos que pudieran entorpecer la
higiene, como basureros, plazas de mercado, e incluso, cantinas. También se revisaba
que el ingreso de luz y ventilación fueran los adecuados para todos los recintos, y que
los estudiantes contaran con suficientes espacios libres. Se indagaba por la disposición
de los tableros y la capacidad de las aulas. Se verificaba la protección contra los
zancudos y el manejo de las aguas, así como todos los procedimientos de limpieza. En
lo relacionado con la medicina escolar, se preguntaba si la institución contaba con
médico y dentista. El médico debía atender a los estudiantes enfermos y desarrollar una
labor educativa y profiláctica haciendo al personal exposiciones sobre higiene general.
Además debía inspeccionar constantemente las instalaciones del edificio y revisar que
se dieran las condiciones para una higiene mental, con una distribución adecuada de las
clases y tiempos de sueño y descanso. Si la institución cumplía con todos estos
requerimientos, el inspector podía otorgarle una “patente de sanidad”.

En cuanto a la “Inspección pedagógica”, ésta estaba direccionada por los


Decretos 2214 de 1935 y 503 de 1936, así como por las Resoluciones números 1 y 59
de 1935. Dicho apartado contaba con 81 ítems, donde se indagaba por planes y
programas, material científico y didáctico, libros reglamentarios de registro y
observaciones metodológicas. En primer lugar debía especificarse de dónde provenían
los recursos de la institución (privados, nacionales, departamentales, municipales), o si
se contaba con algún tipo de auxilio o becas. El colegio y sus profesores debían
ajustarse a los planes y programas oficiales, que al momento de la visita no podían
encontrarse retrasados. Tenían que contar con suficiente material didáctico, laboratorios
y biblioteca. Se examinaba también la puntualidad y diligencia de los profesores durante
la visita, y que no se contara con aulas de más de 30 estudiantes. Para examinar a los
profesores y su trabajo en cada materia se numeraban 20 “caracteres generales de una
buena enseñanza”. Así se registran algunos de ellos: el profesor hace una labor de
educación integral, se propone en su enseñanza hacer pensar a los alumnos por su
cuenta, logra interesar a los alumnos en la materia, se esfuerza por obtener intercambio
de ideas entre estudiantes, enfoca la enseñanza al conocimiento de la realidad ambiente,
apela a la observación atenta de la naturaleza y a la resolución de problemas prácticos,
enseña a los alumnos a consultar fuentes de estudio diferentes a los manuales, examina
las tareas de sus alumnos y les da la posibilidad de corregir. Además, se numeraban
otros 7 “caracteres especiales de una enseñanza inconveniente”; entre ellos: el profesor
se limita a tomar lecciones de memoria, su enseñanza es absolutamente abstracta,
esclaviza la enseñanza al material didáctico. Con todos estos 27 ítems se examinaba
cada una de las clases escribiendo los números de las características que tenía o que le
faltaban. De los profesores también se reseñan sus nombres, edad, tiempo de servicio,
título, escalafón y sueldo.

Finalmente, en el acápite para “Alumnos” se elaboraba una tabla con la cantidad


de estudiantes, cuántos de ellos estaban en primaria y en secundaria, y cuántos eran
internos o externos. Además, se realizaban unas “Observaciones especiales sobre los
colegios considerados como instituciones de utilidad común (Decreto 685 de 1934)”, en
las que se hablaba de la fundación del colegio y de su junta directiva. Al informe,
además, debían adjuntarse los balances de bienes y rentas del último año, así como sus
reglamentos y estatutos. Dicho informe, finalmente, era firmado por el inspector
nacional de educación respectivo.

Los informes de inspección constituyen uno de los principales tipos de


documentación burocrática para dar cuenta del manejo en las escuelas. Ello implica que
el Estado pretendía a través de esta documentación controlar y vigilar los
comportamientos y conductas tanto de los maestros como los estudiantes, así como de
todos los funcionarios implicados en el manejo del ramo. A partir de tales informes, el
Estado podía sancionar a sus funcionarios o adoptar medidas tendientes a reformas
educativas, ya que tal tipo de información le permitía realizar un diagnóstico sobre la
situación de las escuelas. A medida que van aumentando la cantidad de escuelas y de
población escolar, se hace imprescindible organizar un sistema más ágil para la recogida
de datos por lo que aparecen detallados cuestionarios de inspección. Tales cuestionarios,
a su vez, permitían reconocer características más minuciosas del funcionamiento
escolar. Se buscaba optimizar la recogida de datos y simplificar su lectura. De esta
forma, se va transformando el aparato de observación del Estado, para agilizar la lectura
de la información y homogeneizar cada vez más las características con las que deben
cumplir las escuelas y los colegios. Cabe aclarar que los informes también estaban
atravesados por la “subjetividad” de quien los escribía, por lo que no siempre
correspondían a las expectativas estatales. Aun así son un instrumento idóneo para
reconocer las transformaciones en el gobierno educativo.

Conclusiones

Las características de los informes de inspección revisados varían dependiendo


de la fuente y el propósito del informe. En algunos casos corresponden a informes
generales de las regiones o a informes particulares de escuelas y colegios. En general,
los informes se pueden presentar como textos descriptivos, textos informativos (que
contienen estadísticas) y cuestionarios de selección con respuestas cortas
predeterminadas. Independientemente de la fuente o el propósito, los informes sufren
una transformación con el transcurrir del tiempo. Esta transformación se manifiesta
principalmente en el incremento en la cantidad y calidad de la información que brindan.
Las características y los contenidos de los informes de inspección permiten comprobar
la forma en que el Estado entendió el gobierno escolar. Además, se puede inferir que su
transformación formal y de contenidos responde a cambios en los discursos que el
Estado dirige ese gobierno escolar.

Las instrucciones para diligenciar los informes siempre provenían del Estado, a
través de decretos y resoluciones. Los inspectores se ajustaban en mayor o menor
medida a estas exigencias dependiendo de la lectura que hicieran de la ley, por lo que en
algunas ocasiones, o bien dejaban entrever su “subjetividad política”, relacionada, entre
otras cuestiones, con las religiosas; o bien no completaban todos los requerimientos
exigidos. Es por ello que se originaron estrategias como los cuestionarios de respuesta
abierta, los esqueletos cuadros estadísticos y amplios cuestionarios de respuestas cortas
predeterminadas. Pero no solamente son importantes los cambios que los informes
escolares tuvieron en la manera de organizar la información, sino que estos cambios se
convertían en síntomas de transformaciones de los modos que el Estado entendía lo que
implicaba la organización de un sistema educativo y el gobierno escolar. Se buscaba
optimizar la recogida de datos, simplificar su lectura y homogenizar la información que
era requerida.

A continuación se mencionan algunos de los principales criterios que sufrieron


modificaciones en los informes escolares durante 1870-1940, tales criterios estaban en
la base de lo que se quería examinar e inspeccionar y, por tanto, determinaban la
estructura de los informes y actas. Todos estos requerimientos entraron a conformar una
“retórica” de lo que se entendía por escuela y por sistema escolar:

Criterios para el edificio: Muchos de los sitios en los que funcionaban las
escuelas eran alquilados, pues no existían suficientes locales. Los recursos para
construcción de edificios propios provenían en parte de la nación, pero sobre todo de los
municipios. Los requerimientos para el edificio escolar, fuera propio o rentado, debían
responder a unas condiciones del terreno, geográficas y de temperatura adecuada.
Igualmente, no debían colindar con basureros, ni fuentes de aguas residuales ni con
cantinas o lenocinios. Tales exigencias se hacían tanto a instituciones privadas como
públicas.

Criterios para el mobiliario escolar e implementos pedagógicos: La exigencia


de las dimensiones adecuadas del aula de clase, el ingreso de luz suficiente y
ventilación, la ubicación del tablero, el uso de pupitres adecuados, la utilización de
pluma y papel en lugar de pizarras, la construcción de laboratorios, bibliotecas y
museos, contar con mapas y libros suficientes. El aprendizaje solo podía darse en
condiciones de trabajo adecuadas, lo que se denominó Organización escolar.

Criterios sobre los métodos de enseñanza: El método mutuo o individual es


reemplazado por el método simultáneo. La enseñanza memorística y el seguimiento
estricto de manuales se convirtieron en elementos duramente criticados. Se buscaba que
los métodos de enseñanza se ajustaran a la Pedagogía moderna, que a través de Métodos
Activos hicieran al estudiante interactuar con su ambiente y con los conocimientos que
estaba aprendiendo. También se cuestiona la relación vertical entre el maestro y los
estudiantes. Sin abandonar la autoridad del maestro, se requiere confianza del estudiante
para aprender, por lo que se rechazan los castigos físicos y crueles. Son frecuentes las
sugerencias para experimentar en laboratorios y salidas pedagógicas (excursiones).

Criterios sobre la selección y formación de profesores: Para ser profesor el ideal


era la formación normalista. La profesión docente se institucionaliza como tal, al
instaurarse un sistema de títulos y de exámenes. Se organizó un escalafón del
magisterio, que asignaba un sueldo determinado por años de experiencia y estudios.
Aunque en muchos sitios todavía esta exigencia no se cumplía, pues no había personal
suficiente, el maestro dejó de ser entendido como un apóstol para ser reconocido su
estatus de profesional.

Criterios para la clasificación y graduación de estudiantes: Los certámenes de


exhibición fueron reemplazados por exámenes escritos individuales. Las calificaciones
ya no eran un sistema de puntos buenos y negativos, ni tampoco unas observaciones
cualitativas (aprobó, reprobó, aplazado). Se organiza una escala de calificaciones de 1 a
5 por estudiante en cada materia para reemplazar tal escala. Los estudiantes debían ser
examinados en sus aspectos físico, fisiológico, psíquico y pedagógico. El examen de los
estudiantes era completado también por los médicos en las fichas antropométricas y de
estudio de la personalidad. En varias ocasiones esta exigencia no se cumplía por falta de
personal.

Criterios sobre saberes expertos para inspeccionar: Si a finales del siglo XIX
era suficiente ser un ciudadano letrado para el nombramiento de inspector, las nuevas
exigencias requieren que el inspector conozca de la pedagogía moderna, de higiene y de
medicina. Esto hace entrar en conflicto al Estado con los saberes de la iglesia católica,
quienes también se apropian de nuevos conocimientos para hacer valederas sus
instituciones. En los lugares más apartados del país, como intendencias y comisarías, los
representantes de la Iglesia Católica continúan con cargos de dirección en el sistema
escolar.

Criterios para la integración del sistema: El sistema de escuelas elementales y


superiores, da paso a una organización entre primaria y secundaria con sus respectivos
grados de estudios. Para pasar de un grado a otro se exige haber aprobado todas las
materias con sus respectivos exámenes. Se organiza un sistema de admisión escolar y
habilitación. Los colegios fueron diferenciados de las universidades. Además, se
organiza una jerarquía de funcionarios con responsabilidades dentro del sistema
(maestros, rectores, inspectores, directores de educación).

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Ramírez Aisa, E. (2006) Reflexiones en torno al origen e historia de la inspección de educación.


Avances en Supervisión Educativa. Revista de la Asociación de Inspectores de Educación en
España, 2. Disponible en:
http://www.adide.org/revista/index.php?option=com_content&task=view&id=21&Itemid=29

Rezende Isobe, R.M. (2012) Inspeção técnica como dispositivo de formação de profesores:
estratégia de produção de um modelo escolar em Mina Gerais, História da Educação, 39 (17)
Brasil: Universidade Federal do Triângulo Mineiro. Disponible en:
http://seer.ufrgs.br/asphe/article/view/36023

Saldarriaga, O., Sáenz, J., Ospina López, A. (1993) Inspección, médico escolar y escuela
defensiva en Colombia 1905 – 1938. pp. 147 – 155. Revista Educación y Pedagogía, 10 – 11.
Medellín: Universidad de Antioquia.

Soler Fiérrez, E. (1994) La inspección en las distintas concepciones y sistemas pedagógicos:


características y funciones. Tesis Doctoral dirigida por Víctor García Hoz. Madrid: Universidad
Complutense.

Southwell, M. & Manzione, M.A. (2011) Elevo a la superioridad. Un estado de la cuestión


sobre la historia de los inspectores en Argentina. Historia de la educación anuario, 1 (12)
Buenos Aires: Sociedad Argentina de la Historia de la Educación. Disponible en:
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2313-92772011000100008

Teobaldo, M.E. (2006) Los inspectores escolares en los orígenes del sistema educativo en la
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Educação, 2 (1). Brasil: Unioeste.
Terigi, F. (2010). Los sistemas nacionales de inspección y/o supervisión escolar. Revisión de
literatura y análisis de casos. Inst. Internacional de Planeamiento de la educación IIPE-Unesco.
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educación primaria dentro del orden institucional. Tesis Doctorado Universidad Autónoma del
Estado de Hidalgo. México.

Zuluaga Garcés, O.L. (2000) La educación pública en Colombia 1845 – 1875. Libertad de
enseñanza y adopción de Pestalozzi en Bogotá. Medellín. Universidad de Antioquia.

Textos históricos

Archivo General de la Nación (AGN)


(1883) Expediente N. 1865. Octubre de 1883. Informe que les presenta al Poder Ejecutivo
Nacional y al Gobierno del Estado el Director de Instrucción Pública del Tolima, Jorge Isaacs.
F. 19 – 84. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Instrucción Pública. Serie
Educación informes generales. Caja 6. Carpeta 1.

(1884) Informe presentado por Julio Patiño, Director General de Instrucción Pública del
Estado del Cauca al señor Secretario de Instrucción Pública Nacional. Diciembre 15 de 1884.
F. 100 – 223. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Instrucción Pública. Serie
Educación informes generales. Caja 6. Carpeta 1.

(1891) Informe anual presentado al Inspector general de instrucción pública del departamento,
por el inspector provincial del mismo ramo del Centro, sobre el movimiento de las escuelas que
son de cargo de éste, y relativo al año de 1891. . F. 47 – 95. Sección Archivo Anexo II. Fondo
Ministerio de Instrucción Pública. Serie Inspecciones informes. Caja 2. Carpeta 5.

(1906) Cuadro estadístico del movimiento instruccionista del departamento de Santander


correspondiente al primer semestre de 1906. F. 141. Sección Archivo Anexo II. Fondo
Ministerio de Instrucción Pública. Serie Inspecciones informes. Caja 2. Carpeta 5.

(1909) Expediente N. 617. Febrero 19 de 1909. El Superintendente de Facatativá remite copia


de una circular que dirigió a visitadores. F. 158 -163. Sección Archivo Anexo II. Fondo
Ministerio de Instrucción Pública. Serie Inspecciones informes. Caja 2. Carpeta 5.

(1910) Expediente N. 5621. Octubre 17 de 1910. El Director de Instrucción Pública del


Atlántico transcribe varias circulares y notas que ha dirigido a los inspectores escolares. F. 1 –
10. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Instrucción Pública. Serie Educación
informes generales. Caja 7. Carpeta 1.

(1912 y 1913) Cuadros de estadística escolar de los departamentos de Valle y Antioquia


(1912), Caldas (1913). F. 90, 98 – 100, 141. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de
Instrucción Pública. Serie Educación informes generales. Caja 7. Carpeta 2.

(1917a) Expediente N. 1743. Mayo 21 de 1917. El Director de Instrucción Pública de Caldas


informa sobre las labores de la Asamblea en ese departamento. F. 36 – 41. Sección Archivo
Anexo II. Fondo Ministerio de Instrucción Pública. Serie Ordenanzas. Caja 1. Carpeta 1.

(1917b) Ordenanza N. 12 del 9 de abril de 1917. Departamento de Caldas. F. 41. P. 718. Art.
34. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Instrucción Pública. Serie Ordenanzas. Caja
1. Carpeta 1.
(1917c) Expediente N. 223. La Directora de la Escuela Primaria N. 13 solicita examinar
condiciones higiénicas del local en que abrirá la escuela. Enero 24 de 1917. F. 1-2. Sección
Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Instrucción Pública. Serie Escuelas. Caja 9. Carpeta 3.

(1920) Cuadro que manifiesta la lista general, faltas de asistencia, conducta, aplicación,
calificaciones, materias de enseñanza en la Escuela Primaria Nacional N. 5 año 1920. F. 138
Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Instrucción Pública. Serie Escuelas. Caja 9.
Carpeta 4. Cfr. También las carpetas 2 y 3 donde aparecen este tipo de cuadros fechados desde
1912.

(1926) Disposiciones vigentes sobre educación pública en el departamento de Caldas.


Ordenanzas. Ley 26 de 1926. F. 97. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Instrucción
Pública. Serie Ordenanzas. Caja 1. Carpeta 1.

(1927) Carta de estudiantes de la Facultad de Medicina de Medellín solicitando recursos al


ministerio de instrucción y salud pública para realizar visitas higiénicas. 1927. F. 80. Sección
Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Instrucción Pública. Serie Escuelas Normales Informes.
Caja 8. Carpeta 2.

(1930-1940) Actas de visita entre 1930 – 1940. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de
Educación Nacional. Serie Actas. Caja 1. Carpeta 4.

(1931) Circular N. 37. Visita de los Inspectores Escolares a las Escuelas. Pasto, octubre 30 de
1931. F. 74v. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Educación. Serie Escuelas
informes. Caja 4. Carpeta 1.

(1932) Indígenas de la Sierra Nevada solicitan al Dr. Agustín Nieto Caballero, Inspector
General de Educación Nacional, nombrar sus propios maestros. Abril 10 de 1932. F. 17 – 19.
Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Educación. Serie Educación informes
generales. Caja 4. Carpeta 1.

(1933) Resolución N. 2 de 1933. Por la cual se establecen las funciones que corresponden a los
empleados de la inspección escolar de Bogotá. F. 60. Sección Archivo Anexo II. Fondo
Ministerio de Educación. Serie inspecciones informes. Caja 3. Carpeta 5.

(1934a) Informe territorio escolar del Darién. Quibdó, 12 de mayo de 1934. F.50 – 51. Sección
Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Educación. Serie Educación informes generales. Caja
4. Carpeta 1. El subrayado se encuentra en la fuente original.

(1934b) El peligro de la Misión en Arquía (Atrato). Quibdó, septiembre 22 de 1934. F. 80.


Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Educación. Serie Educación informes
generales. Caja 4. Carpeta 1.

(1936) Correspondencia al Inspector Nacional de Educación de Medellín. Bogotá, diciembre


29 de 1936. F. 23 – 29. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Educación. Serie
Inspecciones informes. Caja 4. Carpeta 1.

(1937) Correspondencia Inspección Nacional de Educación Departamento de Antioquia. 4 de


septiembre de 1937. F. 49. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Educación. Serie
Inspecciones Informes. Caja 4. Carpeta 1.

(1938a) Decreto 1070 del 14 de junio de 1938. F. 27 – 28. Sección Archivo Anexo II. Fondo
Ministerio de Educación. Serie Decretos. Caja 3. Carpeta 2.
(1938b) Informe que el médico del Liceo Nacional Femenino presenta al Ministerio de
Educación Nacional en el año de 1938. F. 127 – 133. Sección Archivo Anexo II. Fondo
Ministerio de Educación Nacional. Serie Salud pública. Caja 3. Carpeta 2.

(1939a) Resolución N. 64 del 31 de enero de 1939. F. 201 – 204. Sección Archivo Anexo II.
Fondo Ministerio de Educación. Serie Resoluciones. Caja 2. Carpeta 5.

(1939b) Correspondencia a la Comisión de Inspectores Nacionales. Bogotá, 24 de julio de


1939. F.106 – 107. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Educación. Serie
Inspecciones informes. Caja 3. Carpeta 5.

(1939c) Informe del Instituto Pedagógico de Bogotá, noviembre 23 de 1939. F. 183 – 186.
Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de Educación Nacional. Serie Salud pública. Caja
3. Carpeta 2.

(1939d) Ficha de inspección Sección de enseñanza secundaria Instituto Central Femenino de


Medellín. Agosto 24 de 1939. F. 108 – 136. Sección Archivo Anexo II. Fondo Ministerio de
Educación Nacional. Serie Inspecciones informes. Caja 3. Carpeta 5.

Biblioteca Nacional (BN)


(1874a) Circular número 8. Estado Soberano del Cauca. El Escolar. Popayán, noviembre 19 de
1874. Tomo I, N. 7.

(1874b) Informe de visitas subinspector de Tuluá. Noviembre 11 de 1874. El Escolar. Popayán,


diciembre 10 de 1874. Tomo I, N. 10.

(1887) Reglamento para las escuelas primarias Cap. XIV. Estado Soberano del Cauca. El
Escolar. Popayán, julio 15 de 1887. Época II, Año I, N. 7. Nota: En el original la tabla se
encuentra en alineación vertical.

Biblioteca Luis Ángel Arango (BLAA)


(1850) Cuadro de las notas que los alumnos del Colejio la Concordia han merecido por su
conducta y grado de aplicación en el mes de octubre del presente año. Bogotá. Eco, Periódico
de educación y Literatura, del Colejio la Concordia.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/educacion/eco-del-colejio-de-la-concordia-periodico-
de-educacion-y-de-literatura

(1871) La Escuela Normal. Tomo I. Bogotá. Banco de la República. Microfilme.

(1905) Resolución N. 2 del 30 de enero de 1905. La Escuela. 15 de marzo de 1905.


Cundinamarca. Serie 1. N. 1 P. 10. Banco de la República. Sala de libros raros y manuscritos.

(1927a) Inspección Médica del Centro. P. 81 – 82. Cultura. Órgano de la Secretaría de la


Instrucción Pública de Boyacá. Tunja, abril 21 de 1927. Año I. N. 3. Sala de libros raros y
manuscritos.

(1927b) Inspección médico escolar de Sugamuxi. P. 177 – 178. Cultura. Órgano de la


Secretaría de la Instrucción Pública de Boyacá. Tunja, mayo 22 de 1927. Año I. N. 5. Banco de
la República. Sala de libros raros y manuscritos.

(1883) Decreto N. 125 del 24 de marzo de 1883. La Escuela Normal. Tomo VIII, N.89,
septiembre 25 de 1883. Banco de la República. Microfilme.

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