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a medida que avanzamos en nuestra práctica introspectiva y nos volvemos íntimos con

nosotros mismos, vamos viendo con claridad el sufrimiento que nos causamos. Poco a poco
vamos comprendiendo nuestro dolor y nuestras desviaciones, y emerge en nosotros un
entendimiento natural de las causas que nos han llevado hasta donde estamos. Cuando vemos
nuestros patrones automáticos de comportamiento, nuestros pensamientos recurrentes,
nuestras actitudes incorrectas, nuestras percepciones distorsionadas, nuestros bloqueos
emocionales, nuestras desviaciones narcisistas y nuestros caprichos neuróticos, nos damos
cuenta de que no somos eso que observamos y encontramos fortaleza interior. Vemos que son
simplemente esquemas automatizados y restrictivos que crean desequilibrio y sufrimiento, y
este conocimiento permite que nuestra capacidad de resiliencia emerja de forma natural.

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