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Cruzando las fonteras. Compartiendo las Buenas Nuevas de Dios a través de la Misión.

Por David W. Scott.


Trad. Pedro Zavala-Ch

1. ¿Qué es la misión?

Jesús les dijo nuevamente: “La paz sea con ustedes. Como el Padre me envió, así los envío
a ustedes”. Juan 20:21.

Misión y ayuda

Supongamos que es domingo, antes del culto y le preguntas a la persona al lado tuyo: ¿qué

es la misión? Estoy muy seguro de no obtendrías una respuesta clara. Si bien algunos

cristianos están profundamente comprometidos con la misión y han pensado mucho en ella,

otros tantos no lo han hecho de forma suficiente, como para tener una definición clara, lista,

a la mano para compartir. Supongo que si presionas a ese hipotético feligrés promedio para

que elabore una definición de misión en ese momento, te daría una respuesta algo así como

“la misión es ayudar a los demás”. La misión como ayuda es un entendimiento básico y

común de muchas iglesias y por un buena razón. La Biblia está llena de pasajes como Mateo

25: 31-46, en donde se alienta a los seguidores de Jesús a mostrar compasión y a cuidar a los

demás, al alimentar a los sedientos con agua, dar la bienvenida al extraño, vestir a los

desnudos, cuidar a los enfermos y visitar a los encarcelados.

Decir que la misión se trata principalmente de ayudar a los demás, implica que los

cristianos brinden asistencia o compartan algo de valor a otras personas, que requieren ese

apoyo, ayuda o elemento. Por lo tanto, la misión como ayuda presume que nosotros, los

cristianos en misión, somos los "que tenemos" y que hay otros "que no tienen". No todas las

1
formas de ayuda, entonces, son reconocidas como una misión. Si le damos a una persona sin

hogar una cobija eso se vería como una misión, por pequeño que esto sea. No obstante si una

persona sin casa nos ayuda a cambiar una llanta ponchada esto, generalmente, no se vería

como una misión. Incluso si la persona sin hogar lo hace como una expresión de su fe

cristiana. De igual forma compartimos una visión espiritual con algunos otros, sobre qué es

misión, en forma de evangelismo. Pero si obtenemos una idea profunda y espiritual de otra

persona, ese es un “momento de Dios”. Si definimos la misión como ayuda, esto

generalmente implica un sentido tácito de quién está ayudando: ¡nosotros!

Los cristianos también suelen interpretar a la misión como ayudar a través de

programas. Si le preguntaras al feligrés promedio qué querría decir con “misión es ayudar a

otros”, probablemente te darían ejemplos de los programas que su iglesia lleva a cabo para

ayudar: un comedor de beneficencia, una unidad de distribución de juguetes, viajes a otros

países para ayudar, pintar los muros de una escuela, etc. Quizás esta definición también

incluiría el evangelismo, en el cual ayudamos a otros a acercarse a la fe cristiana, a menudo

siguiendo un guión o programa particular para presentar el evangelio. En las cuatro viñetas

de la introducción, la misión se presenta como una actividad de un programa, que implica

ayudar a otros.

Decir que la misión es un programa indica que es algo que sucede en momentos y

lugares específicos, de manera organizada. Ya sea que tome la forma de un viaje misionero,

un proyecto de servicio o una transacción financiera, existe una acción identificable y

planificada o un conjunto de pasos, a menudo con responsabilidades formales, presupuestos,

una organización patrocinadora, etc., que puede denominarse “misión”. Pensar en la misión

como un programa también implica hacer distinciones entre qué tipos de inquietudes cuentan

como misión y cuáles no. Si movemos muebles porque un amigo está cambiando de casa,

2
eso no se ve como una misión; si movemos muebles porque nuestra iglesia está llevando a

cabo una venta de artículos usados, donde las ganancias van a la despensa de comida, eso sí

se ve como parte de la misión. La acción es la misma, pero una es un simple acto de apoyo y

la otra es un programa organizado y con el formato específico para generar ayuda, con un

objetivo. Es el programa formal establecido el que hace que cuente como una misión real.

No quiero sugerir que los programas formales o de ayuda sean necesariamente y

siempre incorrectos. Aún así, me gustaría señalar que esta comprensión de la misión es

limitada y también potencialmente problemática. Pensar que la misión es solamente

programas de ayuda es bastante limitado, porque nos hace perder la amplitud de la misión de

Dios en el mundo y el significado espiritual de unirnos en esa misión. Muchos cristianos

dirían que debemos ayudar a los demás porque Dios nos llama a amar a los demás. Eso es

cierto: Dios nos llama a amar a los demás. Sin embargo, equiparar el miedo y el amor es

malinterpretar dramáticamente el amor, tanto el de Dios como el nuestro.

Ahora tomo como ejemplo el amor expresado en mi matrimonio. Uno de los

“lenguajes de amor” en mi matrimonio es hacer cosas por mi esposa, en otras palabras, ayudar

en casa.1 En ocasiones ella realmente aprecia mi ayuda, por ejemplo, cuando llega a casa de

un viaje de trabajo y todo está recogido: la ropa está en su lugar, los niños han sido bañados

y el césped del jardín ha sido recortado. Todo esto puede ser un alivio significativo para ella.

Otras veces, creo que yo saco más provecho de ayudar que de preocuparme. Esta experiencia

también tiene paralelos en la misión. Con frecuencia la labor que hacemos en la misión es

más sobre cómo nos sentimos, que el impacto que dejamos en nuestros socios y compañeros.

1
Gary Chapman, The Five Love Languages: How to Express Heartfelt Commitment to Your Mate (Waterville,
ME: Thorndike Press, 2005). El número #4 del lenguaje del amor de Chapman es “actos de servicio” o ayuda.
Se ha optado por mantener el título de las fuentes en el idioma original. No obstante, los comentarios sobre los
mismos han sido traducidos. Nota del trad.

3
Sin embargo, incluso cuando mi esposa aprecia mi ayuda, si ayudar fue de la única

forma en que le demostré mi amor: si nunca le dijera que la amaba, nunca paso tiempo con

ella, nunca le doy regalos, nunca la toco, sería más como un sirviente o un criado, que un

esposo para ella. Sé que ella no encontraría una expresión satisfactoria de amor y, en última

instancia, sé que yo tampoco. Si bien disfruto haciendo actos de servicio para ella, ¡sé que

hay mucho más por hacer! Yo quiero que esos actos de ayuda estén presentes en nuestra

relación.

Si bien el matrimonio es una relación especial, creo que esta idea también se aplica a

otras formas de amor. Otros saben que los amamos no sólo porque los servimos sino porque

pasamos tiempo con ellos, compartimos nuestros tesoros con ellos y les decimos cuánto

significan para nosotros. De hecho, las formas en las que podemos mostrar amor a los demás,

van mucho más allá de una lista del “lenguaje del amor” para relaciones románticas. El amor

expresado a través del servicio es excelente, pero no es amor completo. Limitar el amor a la

ayuda es una comprensión limitada del amor. Del mismo modo, ver la misión como

preocuparse por el otro, o preocupación, nos da un conocimiento limitado del amor que Dios

nos tiene a nosotros. Así como del amor que Dios nos llama a compartir con el mundo.

Nuestra comprensión de la misión es muy limitada si pensamos en ayudar sólo en

términos de programas asistenciales. Cuando vemos la misión como un programa, la

limitamos sólo a esos momentos y lugares donde ocurren tales programas. Si la misión es un

programa, entonces no puede ser una forma o estilo de vida. Una forma de vida ocurre en

todo momento y en cualquier lugar. Cuando limitamos la misión a programas específicos la

volvemos un componente pequeño u opcional de la fe cristiana. Y no la miramos como un

aspecto central de la vida y el llamamiento cristiano. Sin embargo, la misión correctamente

4
entendida debería ser central para entender y practicar nuestra fe. Al final de este capítulo se

ampliará significativamente este punto.

Sin embargo, la comprensión de la misión como programas de ayuda no sólo es una

forma limitada: también es dañina. Tal comprensión es especialmente problemática cuando

vemos que la ayuda siempre fluye de aquellos “que tienen” (los cristianos en nuestra

congregación o grupo) a los “que no tienen” (todos los demás). En libros como When Helping

Hurts, de Steve Corbett y Brian Fikkert2, y Toxic Charity de Robert Lupton3, se nos muestra

que es muy posible ayudar a otros, pero en realidad tiene el efecto contrario si lo hacemos

con interpretaciones y actitudes inadecuadas. Como escriben Corbett y Fikkert, cuando

combinamos una definición material de pobreza con un sentido de superioridad de los no

pobres (materialmente hablando) y un sentido de inferioridad de los pobres (materialmente

hablando), terminamos haciendo daño: espiritual, emocional, económico y/o socialmente.

Tanto para los materialmente pobres como para aquellos que no son pobres, materialmente

hablando.4 Los recursos de lectura, tales como When Helping hurts y Toxic Charity, son

importantes para asegurarnos de que estamos ayudando de manera adecuada. También es

esencial desarrollar una comprensión más completa y sólida de la misión, que va más allá de

un simple entendimiento: misión como programas de ayuda. Especialmente porque, como

hemos visto y explicado, incluso cuando esta definición no es perjudicial sigue siendo

bastante limitada. Es a una comprensión más completa de la misión, a la que ahora nos

dedicamos a explicar y desarrollar.

2
Steve Corbett and Brian Fikkert, When Helping Hurts: How to Alleviate Poverty without Hurting the Poor…
and Yourself (Chicago: Moody Publishers, 2012).
3
Robert D. Lupton, Toxic Charity: How Churches and Charities Hurt Those They Help (And How to Reverse
It)(New York: Harper One, 2011).
4
Corbett and Fikkert, When Helping Hurts, 64.

5
Misión y envío

El término misión proviene de una palabra latina que significa “enviar”. Si bien la misión

sólo se ha utilizado como un término para describir las actividades de la Iglesia y los

cristianos individuales durante los últimos siglos, missio que significa “enviar” está presente

en toda la Biblia. (Al menos en la traducción al latín. En griego, el idioma original del Nuevo

Testamento, el término es apostolein. Sobre esta palabra diremos algo más en un momento).

Una de las instancias más importantes del enviar/envío en la Biblia, es que Dios envía

a Jesús para ser Dios encarnado entre los seres humanos. El Evangelio de Juan, en particular,

enfatiza fuertemente el papel de Dios al enviar a Jesús. En todo Juan, Jesús se refiere a Dios

como “aquel que me envió” o “el Padre que me envió”. Además, cuando Jesús menciona al

Espíritu Santo en el Evangelio de Juan, se refierea al envío del Espíritu Santo del Padre y de

sí mismo. Una comprensión bíblica de la misión como envío comienza con el Dios Trino

enviándose a sí mismo al mundo, especialmente en la forma de Dios Padre enviando a Jesús

al mundo. Y Dios el Padre y Jesús juntos enviando al Espíritu Santo al mundo.

Sin embargo, la comprensión bíblica del envío no se detiene con Jesús y el Espíritu

Santo. Como indica el versículo de Juan al comienzo de este capítulo, Jesús también envía a

sus seguidores. En su primera interacción posterior a la Resurrección con sus discípulos,

Jesús dice: “Como el Padre me envió, así los envío a ustedes” (Juan 20:21). Esta es en

realidad la segunda vez en el Evangelio de Juan que Jesús menciona el envío de discípulos.

En la oración de Jesús en la Última Cena, dice a los discípulos: “Como tú me enviaste al

mundo, así los he enviado al mundo” (Juan 17:18). Está claro que los discípulos enviados

por Jesús en misión son paralelos a la forma en que Dios envió a Jesús en misión. Este envío

de discípulos por Jesús también hace eco del envío de profetas por Dios en el Antiguo

Testamento. Moisés (Éxodo 3: 10), Isaías (Isaías 6:8), Jeremías (Jeremías 1:7) y Ezequiel

6
(Ezequiel 2: 3-4) experimentaron su llamado a servir a Dios a partir del envío. Dios manda a

estos profetas “a los israelitas”, como lo expresa Ezequiel, así como Jesús envió a sus

discípulos “al mundo”. Tanto los profetas como los discípulos son enviados por Dios a un

grupo de personas.

Por lo tanto, como cristianos, nuestra participación en la misión comienza con nuestra

respuesta al llamado de Jesús en nuestras vidas. El llamado de Jesús es también un llamado

a “seguir” (la invitación repetida de Jesús a muchos de sus discípulos a través de los

evangelios) y un llamado por lo tanto, a ir (Mt. 28:19).

Cuando respondemos que sí al llamado de Jesús, estamos diciendo que sí, no sólo por

caminar con él: también estamos respondiendo sí a él, para ser enviado a otros y otras. Es

importante enfatizar que, en la misión, tanto la Iglesia como los cristianos (de forma

individual) son los enviados, no los emisores. Dios es el remitente: es quien nos envía y

finalmente inicia, sostiene y controla la misión (un concepto que los misiólogos, esto es,

quienes estudian la misión, llaman la missio Dei). Como cristianos, Dios nos llama a

participar en su misión, que no comenzamos, no poseemos o controlamos: Dios nos envía.

Es importante tener en cuenta lo siguiente: nosotros no enviamos a otros y no nos enviamos

a nosotros mismos. Por lo tanto, la verdadera misión debe basarse en el amor de Dios por el

mundo, no en ninguno de nuestros propios deseos o caprichos.

La Misión en movimiento

Tengamos en cuenta que los tres términos utilizados anteriormente para el llamado de Dios

—seguimiento, ir, ser enviado— implican movimiento. Como solía decir mi antiguo pastor

(y luego obispo) Martin McLee, la fe cristiana es un viaje. Y dado que la vida cristiana

implica movimiento y estar de viaje, también debe incluir el cruce de límites. El movimiento

7
es sobre el cambio, y los límites marcan la transición de una cosa a otra. Sin cruzar ningún

límite, no puede haber movimiento. No podemos ir a ningún lado en nuestros viajes si no

cruzamos fronteras.

Los límites son líneas que separan diferentes áreas o conceptos. Los bordes pueden

ser distintos y nítidos, como los límites que separan los estados. Al conducir en un automóvil,

puedes señalar por la ventana el letrero que dice: “Bienvenido a Illinois”, y entonces sabrás

que has cruzado un límite estatal. Los límites también pueden ser graduales. Al conducir,

puede saber cuándo voy a través de llanuras y cuando por las montañas, pero es posible que

no pueda señalar el momento exacto en que cruzó de uno a otro, con la misma precisión que

puede señalar el letrero de la frontera estatal.

Los límites pueden ser límites físicos, como muestran los dos ejemplos anteriores,

pero también hay muchos más tipos de límites. Cualquiera de los límites divide diferentes

grupos de personas: edad, género, clase, nacionalidad, raza, etnia, tribu, religión, afiliación

política, idioma, cultura, etc. Otros límites son la remarca de diferentes conceptos como:

sagrado / profano, limpio / inmundo, femenino / masculino, todos forman parte de, urbano /

rural, cristiano / no cristiano, etc. Estos límites humanos y conceptuales también pueden ser

agudos o graduales.

Jesús mismo cruzó los límites en su misión de ser enviado por el Padre. En la

Encarnación, cruzó la frontera entre el cielo y la tierra, entre lo divino y lo humano. En su

ministerio, caminó, cruzando con frecuencia los límites políticos del tiempo que dividía

Galilea, Judea y los territorios circundantes. También cruzó las fronteras sociales que

dividían a los fariseos de los recaudadores de impuestos y los pecadores, así como a los judíos

de los samaritanos y a los siriofenicios. Ministró a hombres, mujeres y niños. En su

crucifixión y resurrección, cruzó el límite de la vida a la muerte, ¡y luego cruzó de regreso!

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Ser cristiano en misión, entonces, implica cruzar límites, especialmente ir a través de

aquellos que dividen a las personas entre sí. Jesús puede o no enviarnos a través de límites

físicos y geográficos. La misión puede ocurrir dentro de nuestras propias comunidades

locales, dentro de nuestros propios países de origen y en todo el mundo. Pero donde sea que

suceda, la misión debe involucrar cruzar límites que nos dividen de unos de otros. En los

capítulos 4 y 6 de este libro, analizaremos con mucha mayor profundidad lo que implica

cruzar estos límites. Pero por ahora, habrá que decir que si no cruzamos tales límites, no

hemos sido enviados por Dios; y por lo tanto, no estamos realmente en misión.

El mensaje y los mensajeros

Hemos visto que la misión implica ser enviado por Dios a cruzar las fronteras. Pueden ser

estas, físicas, materiales, psicológicas, etc. ¿Pero con qué fin? ¿Por qué se nos envía y qué se

supone que debemos hacer una vez que hemos cruzado los límites o fronteras? Para obtener

una idea de la respuesta a estas preguntas, volvamos a examinar los modelos bíblicos de

envío.

A menudo, cuando el término "enviar" se usa en el Nuevo Testamento, se usa para

describir a alguien que envía un mensaje a otra persona. Estos mensajes pueden ir desde lo

mundano a lo eternamente significativo, pero está claro que una de las cosas principales que

las personas en la Biblia son mensajes. En el Evangelio de Lucas, Jesús se refiere a su propio

ministerio en términos de ser enviado con un mensaje. En Lucas, describe su ministerio

citando al Profeta.

18 El Espíritu del Señor está sobre mí,


Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

9
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
19 A predicar el año agradable del Señor.
(Lucas 4:18-19)

Poco después, Jesús nuevamente se refiere a su ministerio diciendo: "También debo predicar

las Buenas Nuevas del Reino de Dios en otras ciudades, porque es por eso que fui enviado"

(Lucas 4:43). Las palabras "Predicar" y proclamar "indican que Jesús entendió que tenía un

mensaje para transmitir a los demás.

En ambos casos, Jesús se refiere a su mensaje como buenas noticias: Este concepto

de buenas noticias es fundamental para el cristianismo. El término evangelio proviene de

"buenas noticias ". También lo hace el término evangelismo. En el Capítulo 3 profundizamos

mucho más sobre este tema. Como cristianos, pensamos en nosotros mismos como personas

que han recibido buenas noticias y, por lo tanto, tienen buenas noticias para compartir con

los demás. Jesús fue enviado con buenas noticias para el mundo y como somos enviados de

la misma manera que Jesús, nosotros también somos enviados con buenas noticias para el

mundo. Cuando Jesús comisiona a sus discípulos en Juan 20, es justo después de que han

recibido las mejores noticias posibles: ¡Jesús no está muerto sino que ha resucitado! Estar en

misión implica tener buenas noticias.

Sin embargo, en todo el Nuevo Testamento, no sólo se envían mensajes, sino

mensajeros. Los discípulos de Juan y los fariseos envían mensajeros a Jesús. Las primeras

comunidades cristianas se envían mensajeros entre sí. Y Jesús envía como mensajeros a sus

10
discípulos. De hecho, el término "apóstol" proviene de la palabra griega para mensajero. Los

apóstoles son los mensajeros de Jesús en el mundo.

Es importante entender que en el Nuevo Testamento, los mensajeros eran más que

simples carteros. Eran representantes de quien los envió. Hicieron más que simplemente

confiar en una cadena de palabras; dialogaron con otros en nombre del remitente. Ellos

comprometieron a aquellos quienes fueron enviados sin guión (o comunicación totalmente

escrita). Al hacerlo, tenían que comprender la voluntad, los valores y los intereses de quien

los envió. Para poder representar lo mejor posible. Los mensajes no eran una Proclamación

unidireccional; fueron transmitidos a través de la interacción y la conversación. Un buen

mensajero era alguien que podía representar fielmente el punto de vista de la persona o

personas que lo envió y comunicarlo efectivamente en una conversación con otra persona.

La distinción principal entre proclamación y conversación es que la proclamación es

unilateral, mientras que la conversación es bilateral. La naturaleza bilateral de la

conversación es esencial para la comunicación. Es posible escuchar algo sin comprender

(algo que Jesús sabe bien -Mateo 13: 13-14) permite que el que escucha el mensaje haga

preguntas, aclare, rechace, conecte el mensaje a su propio conocimiento y comprensión. Es

mucho más fácil proclamar de manera unilateral, pero para que se produzca la comunicación

más completa, es importante poder entablar una conversación. Por lo tanto, ser un mensajero

podría ser una tarea compleja y significativa, para comunicar completamente el mensaje de

otra persona a través de una conversación con otro.

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Conversación, credibilidad y conexión

Además, un mensajero sólo sería un representante creíble de alguien en una conversación, si

estuviera actuando de acuerdo con lo que la otra persona en la conversación sabe sobre la

voluntad, los valores y los intereses de quien los envió. Si los discípulos de Jesús o los

discípulos de los fariseos hubieran usado símbolos de dioses romanos, nadie hubiera creído

que vinieron como verdaderos representantes de sus maestros judíos. Por lo tanto, los

discípulos eran representantes de Jesús y su mensaje que vivían de acuerdo con ese mensaje,

no sólo personas que repetían las palabras de Jesús a los demás.

Un concepto relacionado con un significado dual similar es el término "testigo". El

Libro de los Hechos frecuentemente menciona ser testigo de Jesús y testificar en su nombre

(la palabra "testificar" viene de la palabra griega para "testigo", como lo hace la palabra

"testamento"). Un testigo puede dar evidencia de algo y también ser ellos mismos evidencia

de esa cosa. Jesús nos dio evidencia de las Buenas Nuevas del amor de Dios a través de sus

enseñanzas y fue él mismo la evidencia de esas Buenas Noticias a través de su ministerio,

muerte y resurrección. Cuando Jesús envió a sus discípulos como sus mensajeros, esperaba

que ellos fueran testigos a través de la evidencia de sus vidas, de la verdad de su mensaje.

De manera similar, para que podamos actuar como verdaderos mensajeros,

verdaderos testigos, para Jesús, es necesario que nuestras vidas sean parte de ese mensaje.

La consistencia entre nuestras vidas y palabras establece la credibilidad y autenticidad del

mensaje. Sin embargo, nuestras vidas no pueden ser testigos de la credibilidad de nuestro

mensaje, a menos que otros estén familiarizados con ellas. Son las relaciones las que permiten

que nuestras vidas y acciones cumplan su parte como testimonio.

Por lo tanto, la mejor misión involucra conversaciones llevadas a cabo como parte de

relaciones continuas. Es sólo dentro de la conversación que los mensajes se pueden

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transmitir, aclarar y comunicar por completo. Es sólo dentro del contexto de una relación,

que podemos demostrar amor para que nuestras vidas puedan expresar el mensaje de las

Buenas Nuevas de Dios. Por lo tanto, la relación y la conversación son necesarias para que

seamos testigos y portadores de las Buenas Nuevas de Dios.

Una nueva definición de misión

Al reunir los elementos que hemos visto sobre la misión hasta ahora, finalmente es posible

ofrecer una definición, que vaya más allá de comprenderla como un conjunto de "programas

de ayuda". Siguiendo los precedentes bíblicos que hemos visto en este capítulo, la misión se

puede definir como el hecho de cultivar relaciones a través de las fronteras, en aras de

fomentar conversaciones en palabras y hechos, sobre la naturaleza de las Buenas Noticias de

Dios. Esta es una definición larga, por lo que la desempacaremos observando las cuatro partes

principales de esta definición.

Primero, la misión involucra buenas noticias. Como vimos en nuestra discusión sobre

las raíces bíblicas del término misión, los que son enviados reciben un mensaje. Ese mensaje

es una Buena Noticia. Un evangelio. Esto es lo que hace que la misión cristiana sea

claramente cristiana en comparación con otras formas de colaboración que cruzan fronteras,

como el trabajo no gubernamental internacional, la diplomacia política, los negocios

transnacionales o los fenómenos culturales globales. Tengamos en cuenta que no sólo el

evangelismo implica buenas noticias. Todas las formas de la misión deben tener un

componente de buenas noticias para ofrecer. Deben ser buenas e involucrar algo nuevo o no

presente en la situación previa. Por lo tanto, la Buena Noticia no es sólo una estrecha

(mutación de la teología, sino que incluye toda la amplitud de la bondad de Dios) acción en

el mundo. En el Capítulo 3 exploramos la naturaleza de esta buena noticia con mayor detalle.

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Segundo, la misión involucra una relación. Vimos anteriormente que los mensajeros

son más creíbles cuando actúan y viven de manera coherente con su mensaje, y es una

relación la que permite que otros juzguen nuestra coherencia. Autenticidad y, por lo tanto,

credibilidad. Además, como muestra el capítulo 3, la relación es una forma primaria de

Buenas Noticias ligadas a otras formas de buenas noticias. La misión se trata, menos de hacer

y más de tener, una relación con los demás. En el Capítulo 4 exploraremos la importancia de

la relación en las misiones, de manera más completa.

Tercero, la misión implica cruzar fronteras. La discusión bíblica sobre la misión nos

mostró que esta implica ser enviado a través de los límites humanos. Entonces, la misión

involucra algo más que relacionarse con aquellos que ya sabemos quienes son. Generalmente

como nosotros en casi todos los sentidos. Involucra encontrar al Otro.

En el Capítulo 5 discutiremos la importancia de las diferencias entre personas, así

como el cruce de límites en la misión.

Cuarto y finalmente, la misión involucra dos sentidos: conversaciones en palabra y

nuestras acciones por obra. La misión consiste en cultivar relaciones a través de las fronteras

no sólo por su propio bien, sino por el bien de entender las buenas noticias. Sin embargo,

habrá que entender que las Buenas Boticias son un proceso mutuo. Implica conversaciones

entre todos los socios de la misión, y entre humanos, la Biblia y los contextos. Es un proceso

de aprendizaje mutuo, no un monólogo en el que buscamos descargar nuestra información

sobre los demás. Si bien las palabras son un medio central por el cual tenemos

conversaciones, las acciones también tienen su lugar en la misión, como una forma de

demostrar nuestra comprensión de las Buenas Noticias y observar la comprensión de los

demás. En el Capítulo 6 discutimos este proceso de conversación.

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Es importante incluir una nota sobre la terminología con respecto a los involucrados

en la misión. Mientras que la iglesia occidental ha tenido tradicionalmente el número de

misioneros como enviados en misión, este libro está destinado a todos los cristianos, ya que

todos somos enviados en misión. Sin embargo, la misión, especialmente cuando la

concebimos como una relación, implica más que sólo los enviados. También involucra a

otros con quienes se encuentra a medida que se avanza. Estos otros también pueden ser

cristianos y también pueden ser enviados en sus propios viajes misioneros. En otros casos,

estos otros pueden ser no cristianos con una variedad de antecedentes de fe o ninguno.

Cuando participamos en la misión, nos encontramos con muchas personas, establecemos

relaciones con algunos de ellos y trabajamos en cooperación. Por lo tanto, utilizamos un par

de términos para describir a aquellos que conocemos en nuestros viajes misioneros. Este libro

usa la frase ciertamente torpe "aquellos entre quienes tenemos la misión de describir a toda

la gama de personas que encontramos, ya sea que tengamos o no relaciones con ellos.

También utiliza el término "socios en la misión" para describir a aquellos con quienes

tenemos (o estamos desarrollando) relaciones, incluidos aquellos con quienes trabajamos

conjuntamente.

Variedades de trabajo misionero

Esta definición de misión como cultivación de relaciones a través las fronteras, en aras de

fomentar conversaciones en palabras y hechos sobre la naturaleza de las Buenas Nuevas de

Dios, tiene su base en la Biblia. Es más complejo que una definición de misión como

programas de ayuda, pero también es más abstracto. ¡Sin embargo, el objetivo de este libro

es proporcionar ayuda práctica, no sólo abstracciones teológicas! Por lo tanto, es importante

pensar cómo esta definición de misión se conecta con los tipos reales de misiones en las que

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las personas participan. La misión es una categoría amplia de actividad cristiana, y los

académicos y líderes de la iglesia han identificado varios tipos diferentes de actividades bajo

el paraguas de la misión. Una de esas listas son las Cinco Marcas de la Misión:

1. Proclamar las buenas nuevas del Reino de Dios.

2. Enseñar, bautizar y nutrir a los nuevos creyentes.

3. Responder a las diversas necesidades humanas con un servicio amoroso.

4. Buscar la transformación de estructuras injustas en nuestra sociedad.

5. Esforzarse por salvaguardar la integridad de la creación, sostener y renovar la vida en la

tierra.5

Las Cinco Marcas son una categorización ampliamente utilizada en actividades misioneras,

que provienen de la Iglesia de Inglaterra, en misión en el siglo XXI. Al explorar las Cinco

Marcas de la Misión Cristiana, Andrew Walls y Cathy Ross reconocen: "Las Cinco Marcas

no son una definición perfecta ni completa de la misión ... Sin embargo, también son ricas en

potencial y constituyen una buena base de trabajo para Un enfoque holístico6 de la misión.”7

El valor de dicha lista en donde se señalan los diversos tipos de misión es que nos

ayuda a ser claros, acerca de las diferencias entre los múltiples aspectos de la misión de una

manera que evita su fusión o simplificación. Tal claridad ayuda a evitar la confusión entre

todos los involucrados en el trabajo de la misión, tanto los enviados en misión y sus socios.

Al mismo tiempo, este tipo de listados también nos permiten ver cómo se relacionan entre sí

5
From Andrew Walls and Cathy Ross, eds. Mission in the 21st Century: Exploring the Five Marks of Global
Mission (Maryknoll, NY: Orbis Books, 2008), xiv.
6
Holístico: Del todo o que considera algo como un todo. Nota del traductor.
7
Walls and Ross, Mission in the 21st Century, xiv.

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los diferentes aspectos de la misión. El rastreo de tales conexiones puede implicar la

búsqueda de puntos de intersección entre actividades, así como identificar cómo todas estas

actividades provienen de una comprensión común de la misión, las cuales contribuyen al tipo

de comprensión holística que enfatizan Walls y Ross.

La primera categoría, "Proclamar las Buenas Nuevas del Reino", se ha entendido

tradicionalmente como evangelización. La conexión de esta categoría con la definición de

misión de este libro es quizás obvia, centrada como ambas lo hacen en las Buenas Nuevas.

El evangelismo implica comenzar la conversación sobre las Buenas Nuevas de Dios, con

aquellos que antes no estaban familiarizados con ellas. O al menos no estaban familiarizados

con la comprensión cristiana de las Buenas Nuevas de Dios. Debido a la gracia preveniente

de Dios en el mundo, podemos esperar que las personas tengan alguna experiencia previa de

las Buenas Noticias de Dios, las reconozcan o no como tales. El objetivo del evangelismo es

ayudar a otros a reconocer las Buenas Nuevas de Dios, como viniendo de Dios a través de

Cristo.

Si bien en la redacción Walls y Ross usan la palabra “proclamar”, eso no significa

que ellos (o cualquier otra persona que use las Cinco Marcas) adopten un enfoque unilateral

del evangelismo, que implique hablar a otros en lugar de hablar con ellos.

El evangelismo es totalmente compatible con el modelo de conversación. Es una

comprensión relacional de la misión, como la que presentamos anteriormente. De hecho,

muchos han escrito sobre cómo la evangelización es más efectiva dentro del contexto de las

relaciones continuas y cómo para que el evangelio se arraigue por completo en una nueva

cultura, debe ser el resultado de una conversación continua.

La segunda de las cinco Marcas, “enseñar, bautizar y nutrir a los nuevos creyentes”,

reconoce que la conversación sobre las Buenas Nuevas de Dios no se detiene una vez que

17
alguien ha tomado algún tipo de decisión inicial para convertirse en cristiano. Se podría decir

que el proceso de discutir y comprender las Buenas Nuevas de Dios es parte del proceso de

discipulado de por vida para todos los cristianos. De hecho, diré lo mismo a continuación.

Por lo tanto, los nuevos creyentes pueden ser los bautizados, no son sólo los nuevos creyentes

a quienes se les enseña y nutre las buenas noticias. Además, si la vida de fe implica crecer en

la comprensión de las Buenas Nuevas de Dios, entonces no son sólo aquellos que han sido

creyentes por más tiempo quienes enseñan a quienes han sido creyentes por un período de

tiempo más corto. Como representantes y mensajeros de Dios en Cristo, todos los cristianos

tienen una parte del mensaje de Dios para compartir con los demás.

Tal afirmación de la importancia de estar en conversación sobre las Buenas Nuevas

de Dios con otros creyentes es especialmente importante para denominaciones globales y

multiculturales como la Iglesia Metodista Unida. La misión puede involucrar conversaciones

interculturales, en donde todos los creyentes compartan sus entendimientos de las malas

noticias de Dios y escuchem las ideas sobre esas Buenas Noticias que nuestros hermanos

cristianos de otros orígenes tienen para nosotros.

Hay muchas maneras de “responder a las necesidades humanas en amor servicial o

en el amor a través de servir a los otros” como lo indica la Tercera Marca. Estas formas

incluyen ayuda en caso de desastres, atención médica, educación, desarrollo económico,

alivio de la pobreza, junto con otras formas de servicio. Esta categoría del trabajo misionero

es quizás el más similar a la comprensión tradicional de la misión como “Programas de

ayuda”. Sin embargo, nuestra nueva definición de misión también encaja aquí. Tal servicio

a menudo ocurre con hermanos (y en lugares geográficos) como límites. Implica buenas

noticias al menos de dos maneras: primero, las Buenas Noticias de servicio en medio de la

necesidad de uno, pero aún más importante, las buenas noticias del amor que motiva el

18
servicio, tanto el amor humano de quien brinda el servicio: esto es el amor de Dios. Este

amor se transmite de manera más efectiva cuando dicho servicio no es sólo una experiencia

única, sino que forma parte de relaciones más largas y continuas que fomentan la mutualidad

y la discusión de la naturaleza y la calidad de ese servicio. ¡Mientras que en el Capítulo 3

tendremos más que decir sobre esta búsqueda de transformar estructuras perjudiciales de la

sociedad. Puede ser una buena noticia para aquellos oprimidos por tales estructuras injustas.

Los reinos del mundo no son el Reino de Dios. El pecado, tanto personal como sistémico,

todavía caracteriza a todos los reinos mundanos. Por lo tanto, entablar conversaciones sobre

las Buenas Nuevas del reino de Dios, también es señalar los espacios y lugares, en los que

los reinos mundanos ofrecen malas noticias a sus habitantes y a otros. Estas malas noticias

pueden tomar muchas formas: guerra, explotación, negligencia, violencia, sexismo, racismo,

tribalismo, desprecio por los pobres, etc. Buscar transformar sociedades injustas es compartir

las Buenas Boticias de que Dios se opone a tales instrumentos de sufrimiento y opresión.

El reino de Dios es un reino de paz, no sólo en el sentido de la ausencia de guerra,

sino en el sentido de un profundo bienestar para todos los involucrados, lo que algunos llaman

"paz con justicia". El deseo de Dios de que los humanos vivan en tal estado de paz es una

expresión del amor de Dios por la humanidad, amor que está en el corazón de las buenas

noticias.

Las enseñanzas de Jesús, la muerte redentora, la resurrección y la obra regenerativa

del Espíritu Santo en nuestras almas son un medio importante, por las cuales Dios nos mueve

hacia esta paz con justicia. Sin embargo, este estado de bienestar colectivo e individual no

puede lograrse en ausencia de relaciones pacíficas entre sí y conversaciones continuas sobre

cómo se ve ese bienestar. Las relaciones y conversaciones son especialmente importantes a

19
través de los límites humanos que tan a menudo se dividen y se convierten en el pretexto para

la opresión, la violencia y la guerra.

La quinta De las Cinco Marcas, “esforzarse por salvaguardar la integridad de la

creación, sostener y renovar la vida de la tierra”, nos lleva a pensar que las Buenas Nuevas

de Dios no son sólo buenas noticias para la humanidad sino para toda la creación de Dios.

Dios creó el mundo natural y lo llamó bueno antes de que el pecado humano estropeara esa

creación. El plan redentor de Dios para el universo no es sólo restaurar y redimir a la

humanidad, sino todo lo que Dios ha hecho. Dios promete “cielo nuevo y una tierra nueva”

(Apocalipsis 21; Is. 66) que incluye plantas, animales y características naturales como el

agua. El Sermón 60 de John Wesley, “La liberación general” argumenta la intención

redentora de Dios para todos creación. Wesley escribe: “No dudo que el Padre de todos tenga

un tierno respeto incluso por sus criaturas más bajas, y que, como consecuencia de esto, les

impondrá grandes reparaciones por todo lo que sufren mientras están bajo su esclavitud

actual”.8

Si parte de las Buenas Noticias de Dios son buenas noticias para el mundo creado,

¡entonces los cristianos como mensajeros de Dios deben dar testimonio de este aspecto de

las buenas nuevas! Como Dios envió representantes, debemos representar el amor de Dios

por toda la creación. Dada la escala de los desafíos ambientales que enfrenta nuestro planeta

hoy en día, no podemos esperar ser efectivos para representar ese amor sin trabajar en una

conversación y relación con otros, especialmente a través de fronteras geográficas y políticas.

Se podría decir mucho más sobre cualquiera de estas áreas de misión. Se podría decir

más acerca de cómo una comprensión de la misión como el cultivo de las relaciones a través

8
John Wesley, “Sermon 60: The General Deliverance”, Se puede acceder al document a través del Wesley
Center Online.

20
de las fronteras, en aras de fomentar conversaciones en palabras y hechos, sobre la naturaleza

de las buenas noticias de Dios, informa nuestra comprensión teológica de cada tipo de misión.

Se podría decir más sobre cómo las congregaciones y los cuerpos cristianos más amplios

pueden vivir el llamado de Dios en cada uno de estos tipos de misión. Desafortunadamente,

no hay espacio para hacerlo aquí.

Sin embargo, vale la pena tener en cuenta el alcance de la misión de Dios antes de

continuar en nuestra discusión. El objetivo de este libro no es persuadirte de que la misión

debe parecerse a una actividad específica. En cambio, quiero afirmar los muchos tipos de

trabajo misionero en el que participan las congregaciones. Si tu iglesia se dedica al

evangelismo, ¡bien! Si tu iglesia está comprometida en una misión de búsqueda de justicia,

¡bien! Si tu iglesia se dedica a la recuperación después de un desastre, ¡bien!

Independientemente del tipo de misión en la que participes, ¡espero que lo hagas! continúes

haciéndolo, mientras reevalúas y refines tus esfuerzos a la luz de cualquier idea que obtengas

de este libro. Espero que los lectores se sumerjan más profundamente en sus propios

llamamientos individuales en la misión (de parte de Dios, al tiempo que reconocen las

muchas formas en que Dios también llama a los demás. Como dice 1º Corintios 12: 4-6,

“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de

ministerios, pero el Señor es el mismo”. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que

hace todas las cosas en todos, es el mismo. Usa los dones distintivos que Dios te ha dado a ti

y a tu grupo para la misión y alienta a otros a hacer lo mismo.

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La Misión y la vida cristiana

Independientemente del tipo de misión en la que participemos, es importante recordar que la

misión no es sólo un programa en el que elegimos participar o un complemento opcional de

la vida cristiana. Está en el corazón mismo del discipulado cristiano. La misión, como hemos

dicho, no es sólo ayudar a otros para que podamos sentirnos bien por haber sido amables. Es

vivir los componentes centrales de nuestra fe cristiana.

Con demasiada frecuencia, los cristianos piensan que ser cristiano simplemente

implica ir a la iglesia, participar en un par de prácticas devocionales y vivir según algunas

reglas morales. La adoración y el discipulado son, de hecho, partes importantes de la fe

cristiana. Sin embargo, así como la adoración y el discipulado son respuestas a nuestra

experiencia de las Buenas Nuevas del amor de Dios, también lo es nuestra participación

activa en la misión de Dios. Cuando Jesús llamó a sus seguidores: "vengan y síganme", los

estaba invitando no sólo a ir al servicio de la iglesia o participar en un estudio bíblico. Los

estaba invitando a unirse a su ministerio. Los invitó a formar parte de la misión de Dios de

la redención y la restauración. Como se señaló anteriormente, Jesús llamó a sus seguidores a

seguirlo y ser enviados.

Dios todavía nos hace este mismo llamado hoy. Es cierto que Dios quiere que

participemos en la adoración comunitaria y que participemos en una variedad de formas de

discipulado. Sin embargo, Dios nos llama a hacer más como cristianos. Al igual que con el

llamado de Jesús a sus seguidores, Dios nos llama a unirnos en la misión de redención y

restauración de Dios en el mundo. Sin escuchar y responder a esa parte de la llamada, hemos

perdido el significado completo del mensaje de Dios para nosotros. No estamos viviendo la

plenitud de la vida cristiana.

22
Sin embargo, cuando escuchamos y respondemos al llamado de Dios para unirnos en

la misión de Dios, nos convertimos en cristianos, no sólo en nuestras creencias o prácticas

religiosas, sino también en nuestra relación con el mundo. Nos convertimos en testigos de

Dios en el mundo, enviados a conversar sobre el mensaje de Dios de buenas noticias para el

mundo. Al hacerlo, nos abrimos a un crecimiento continuo en nuestro conocimiento y amor

a Dios y a los demás.

De esta manera, nuestra misión retroalimenta nuestro discipulado. La raíz latina en la

que se basa la palabra inglesa “discipulado” es discere, que significa “aprender”. Los

discípulos de Jesús no son sólo aquellos que confían en Jesús o aquellos que buscan hacer lo

que Jesús les ordena: principalmente son aprendices de Jesús. Aprenden a participar en el

mismo tipo de trabajo que Jesús. Así, los discípulos miran para ver lo que hace Jesús. Algo

de esto sucede a través del estudio de la Biblia y la oración. Este tipo de discipulado puede

equiparnos para formar parte de la misión. Sin embargo, también vemos lo que Jesús está

haciendo al participar en la misión. Somos enviados tal como Jesús fue enviado y en la misión

nos preocupamos de entenderlo mejor. La misión es, por lo tanto, parte del discipulado, y lo

que aprendamos de la misión afectará cómo leemos la Biblia y cómo oramos. De esta manera,

el discipulado es a la vez fundamento y también, fruto de la misión.

De manera similar, cuando llegamos a aprender más de la bondad de Dios a través de

nuestro discipulado misional, ese aprendizaje seguramente se desbordará en adoración. La

adoración puede recordarnos las Buenas Nuevas del amor de Dios de una manera que nos

fortalece y nos prepara para la misión. Sin embargo, también nos permite expresar nuestro

gozo y gratitud por la evidencia del amor de Dios, que hemos descubierto durante la misión.

Por lo tanto, como el discipulado, la adoración es a la vez motivo y fruto de la misión.

23
Cuando llegamos a ver la misión como un componente central de nuestra fe cristiana

y estamos íntimamente conectados con el discipulado y la adoración, los otros componentes

centrales de nuestra fe cristiana, es cuando sabemos que estamos haciendo correctamente la

misión. Es entonces cuando la misión puede transformarnos para ser mejores a nosotros y al

mundo que nos rodea. Es entonces cuando la misión nos conecta más profundamente con el

poder del Espíritu Santo. Es entonces cuando la misión se convierte en una fuente de vida

para nosotros y para el mundo que nos rodea. Y cuando eso sucede, ¡son realmente Buenas

Noticias! Deseo que experimentes esas buenas noticias en tu vida y en la vida de tu iglesia.

Tareas, preguntas y lecturas sobre la misión

Este capítulo ha cubierto mucho terreno teológica y bíblicamente. ¿Qué es lo más importante

para recordar acerca de la definición de misión? ¿Qué conceptos son cruciales para

comprender más capítulos y el trabajo misionero de su propia iglesia? Podemos identificar

tres conclusiones:

1. La misión no es sólo ayudar a trvés de programas. Tal definición es, en el mejor de

los casos, una comprensión limitada de la misión y, en el peor de los casos, puede conducir

al daño causado en la misión.

2. La misión puede entenderse como cultivar relaciones a través de las fronteras, en

aras de fomentar conversaciones en palabras y hechos sobre la naturaleza de las Buenas

Nuevas de Dios. La misión implica ser enviado a través de seres humanos, y posiblemente

atravesando límites geográficos. Implica ser mensajeros y testigos de las Buenas Nuevas de

Dios. Las buenas noticias se comunican mejor a través de conversaciones mutuas que tienen

lugar como parte de las relaciones en curso.

24
3. Dentro de esta definición amplia, la misión puede tomar muchas formas. Entre

estas formas se incluyen evangelismo, discipulado, servicio, construcción de paz y búsqueda

de justicia y cuidado de la creación. Sin embargo, cualquiera sea la forma que tome,

deberíamos ver la misión como una parte intrínseca de la vida de la fe cristiana.

Preguntas para la discusión

Utiliza algunas de estas preguntas para guiar el estudio grupal de este capítulo o para la

reflexión individual:

1. Comparte un momento en el que alguien se acercó a ti y te ayudó de manera significativa.

¿Cómo fue? ¿Cambió tu relación con esa persona? ¿Cómo? ¿De qué forma?

2. Comparte un momento en el que tú o su iglesia estaban en la misión. ¿Cómo fue? ¿De qué

manera fue similar a cuando alguien te ayudó? ¿De qué manera fue diferente? ¿Qué fue

significativo?

3. ¿Cómo definirías la misión? ¿Cómo crees que otros en tu iglesia definirían la misión? ¿Por

qué necesitamos una definición de misión?

4. Piensa en el trabajo misionero actual que hace tu iglesia. ¿Cuáles han sido los beneficios

a corto y largo plazo? ¿Estás de acuerdo en que ver la misión como ayuda es "en el mejor de

los casos limitado y en el peor de los casos nocivo"? ¿Por qué o por qué no? ¿Puede alguien

ser demasiado útil? Da un ejemplo.

6. ¿Qué opinas de la definición de misión como "cultivar las relaciones a través de las

fronteras, en aras de fomentar conversaciones en palabras y hechos sobre la naturaleza de las

Buenas Nuevas de Dios"? ¿Cuáles son las conexiones entre esta definición y el trabajo actual

de la misión de tu congregación?

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Dar algunos ejemplos de límites. ¿Cuáles son los límites que enfrentas tú? ¿Qué límites

has cruzado en tu camino cristiano? ¿Qué relaciones has desarrollado en el proceso? ¿Qué

aprendiste sobre Dios a través de estas relaciones? ¿Hay límites que nunca se deben cruzar?

¿Cuáles son? ¿Por qué? ¿Qué nos enseña Jesús de ello?

8. ¿Cómo pueden ayudarnos las Cinco Marcas de Misión a pensar sobre los diferentes tipos

de misiones? Pensando en tu trabajo propio en la misión y en el trabajo misionero de la

iglesia: ¿encaja dentro de estas Cinco Marcas?

9. En tu opinión, ¿qué es una misión en el corazón de los cristianos? ¿Por qué los cristianos

deben participar en la misión? ¿Cuáles son los beneficios para la persona, la iglesia que están

en la misión? ¿Dónde crees que Dios te está llamando a ir en misión? ¿Dónde está llamando

Dios a la misión de tu iglesia?

OTRAS LECTURAS

Aquí hay algunos otros libros relacionados con los temas de este capítulo y por qué debería

leerlos:

Steve Corbett y Brian Fikkert, When Helping Hurts: How to Alleviate Poverty without

Hurting the Poor… and Yourself (Chicago Moody Publishers, 2009). El libro de Corbett y

Fikkert es la mejor advertencia de los peligros de los enfoques tradicionales de la misión. La

misma que los acomodados y acaudalados toman para ayudar a los pobres. Enmarcan su

crítica dentro de una visión teológica cristiana y hacen menciones específicas de la misión.

Jamie Wright, The Very Worst Missionary: A Memoir of Whatever (Nueva York: Convergent

Books, 2018). Esta autobiografía espiritual, con frecuencia divertida, a menudo profana y

siempre honesta, relata las experiencias de Wright como misionero en Costa Rica durante

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cinco años. Wright critica los modelos tradicionales de misión a corto y largo plazo, al tiempo

que afirma la importancia de que los cristianos amen a sus vecinos y la capacidad que Dios

tiene de usar incluso nuestros esfuerzos equivocados para hacer el bien.

Samuel Wells, A Nazareth Manifesto: Being with God (Malden, MA: Wiley Blackwell,

2015). Wells aboga por un cambio de pensamiento en torno a la misión. Dejar de pensar que

la misión cristiana se trata principalmente de "hacer algo por" otros para pensar que se trata,

principalmente, de "estar con" otros y Dios. Teológico pero accesible, el libro de Wells

presenta una versión de la teología cristiana, la vida y el ministerio que fluye de que Dios

esté con nosotros, que estemos con Dios y que estemos juntos.

La Iglesia Metodista Unida, Grace Upon Grace: The Mission Statement of the United

Methodist Church (Nashville: Graded Press, 1990); y la serie en el blog UM & Global, que

evalua Grace Upon Grace, “UM & Global”, United Methodist Professors of Mission, 2013-

14, www.umglobal.org/search/label/Grace%20Upon%20Grace. Grace Upon Grace es la

declaración de teología de la misión oficial de UMC y, por lo tanto, vale la pena leerla. Los

Profesores de Misión Metodistas Unidos y otros realizaron una nueva evaluación en el blog

de la UM & Global veinticinco años después de su publicación inicial.

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