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Historia del concepto de alianza1

La influencia de los dioses cananeos sobre el pueblo de Israel hace que la figura popular de
Yahvé se presta para desfigurar su imagen y para el abuso sobre la alianza, pues Dios queda
vinculado a las necesidades humanas. Dios es el proveedor del pueblo, entre ambos se crea
un vínculo de necesidad al grado que Dios y el puedo se necesitan mutuamente.

Esta nueva relación que se tiene con la alianza los conduce al olvido de los aspectos
ético-social de las exigencias divinas, y se agudiza el peligro de que el culto se degenerara
en opus operatum validando solo la magnificencia de la acción. En os siglos VIII-VII a las
acciones del hombre deben responder siempre los dones divinos, es una degradación legalista
que conduce al hombre a una contabilidad irrespetuosa de las obligaciones divinas. No
separar el desarrollo social del concepto de alianza los lleva a equipararlos y exponer a Yahvé
como aliado natural de la grandeza y el poder nacional.

Ya con la nueva formulación del concepto de alianza se pretende poner de manifiesto


cómo en la historia de los patriarcas se encuentra ya la base de la conciencia de la elección
del pueblo de Israel, esta imagen general de la época de los patriarcas recibió su cuño de la
idea de Dios creada por la alianza mosaica. En una palabra, toda esta tradición más antigua
encuentra su sentido más profundo al fundamentar la conciencia de elección de Israel en la
elección divina de sus antepasados. Este Dios de la alianza es el Dios de todo lo creado, de
modo que, el poder del pueblo es el efecto inmerecido de la eficacia de las promesas hechas
a los antepasados, y exige humildad y confianza incondicional que hay que acreditar
soportando pruebas difíciles.

En los escritos deuteronomistas, podemos encontrar, la palabra berit se utiliza como


una relación incesante y las obligaciones que esta relación comporta, es decir, las cláusulas
de la alianza. La majestad del amor divino se muestra en que, siendo él el único que puede
disolver esta relación, nunca hace uso de ese poder, mantiene su alianza y su favor.

Por otra parte, en el estrato sacerdotal del pentateuco nos encontramos con la idea de
alianza. Lo que primero llama la atención del observador es la tendencia a una definición
precisa, a la formulación exacta de la palabra y a la utilización sistemática del concepto:

1
EICHRODT, Walter, Teología del Antiguo Testamento. I. Dios y pueblo, Cristiandad, Madrid, 1975, p. 41-62.
propiedades todas que son características de la literatura sacerdotal en el sentido más estricto;
el berit no tiene como finalidad unas determinadas acciones humanas, sino que pretende crear
una auténtica comunión entre Dios y el hombre. Es la fuerza de la acción de Dios que quiere
comunicarse.

Más, el papel de los profetas se muestra principalmente como los opositores por
sistema a la exterioridad muerta de la acción religiosa y a la rutinización mecánica del
pensamiento religioso. Destacan la relación con Yahvé; ésa es la que echan de menos, y por
ello apremian con toda energía y pasión para que impere el sentido de honradez, de amor, de
entrega. Por eso al referirse, los profetas, a la situación de privilegio de Israel lo hacen por
medio de la salida de Egipto y no de la alianza sinaítica.

Sin embargo, la interpretación profética de la idea de alianza encuentra su mayor


profundidad en el Deuteroisaías. Mientras que, siguiendo al antiguo profetismo, no habla de
la alianza sinaítica, introduciendo en su lugar la liberación de Egipto, cuando Yahvé se formó
su pueblo, sin embargo, la realidad ideal de los últimos tiempos, en que se llevará a cabo el
plan divino de salvación sobre Israel, la presenta como berit; se encarna en una vida humana,
en el siervo de Yahvé, que es definido como mediador de la alianza para el pueblo. En él la
voluntad divina de comunión se revela como una voluntad de sufrimiento vicario mediante
el cual el pueblo de la alianza llega a una comunión indisoluble con su príncipe mesiánico y
se reconcilia con Dios; al mismo tiempo, la voluntad divina de soberanía, a través de este
congregarse de un pueblo entorno al rey que ha sido exaltado desde el sufrimiento, alcanza
una aceptación absoluta.

El designio salvador de Dios, llevado a cabo por el siervo de Yahvé, abarca también
a las naciones de la tierra; precisamente como mediador de la alianza, el ebed ha de ser la luz
de los paganos en cuanto que, a partir del nuevo pueblo de Dios, brillará sobre la tierra la ley
de Yahvé y las naciones se verán inducidas a un libre sometimiento, al orden divino en ella
revelada.

En resumen: la más sublime acción salvadora de Dios con Israel, su propia revelación
en vista a la comunión en una alianza descubre su último sentido más allá de los límites
terrenos, en una relación de comunión en la que la profundidad de la vida personal, la fuerza
de la vida nacional y la amplitud de la vida de la humanidad se ven igualmente remozados
por la presencia divina y consuman así el fin de la creación. 'Esto significa que en el berit el
hombre se ve vinculado a una acción de Dios que lo desnuda de todas las garantías terrenas
y le señala como único fin de su vida el futuro encerrado en la promesa divina.

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