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En algunos textos originales de la Biblia, leído con un sentido de

análisis critico y contrastado con lo que dispone el quinto


mandamiento de la Ley de Dios, “No Mataras” se aprecia una
evidente contradicción, para los que defienden el contenido de la
biblia de manera ortodoxa, asumiendo que es la palabra de Dios,

No es mi intención faltar a los creyentes de la Biblia, como escritura


sagrada, ni muchos menos cometer un sacrilegio o blasfemia ni cosa
parecida, si no simplemente, conocer opiniones al respecto, de estas
contradicciones evidentes, dado que yo no creo que Dios en su
Bondad infinita, este de acuerdo en que en algunos casos tenemos
que matar a nuestro prójimo, violando lo que manda el quinto
mandamiento.

Hay que matar al hijo cuando resulta contumaz y rebelde, glotón y


borracho.

Hay que matar a los hombres y mujeres que cometen adulterio

Hay que matar al que se acuesta con la mujer de su padre o con su


nuera

Hay que matar a los que se acuestan con varón como con mujer,
(bisexuales)

El que se acuesta con su mujer y con la madre de ella (suegra),


deben morir quemados

El hombre que tenga copula con bestia, debe morir junto con la
bestia

La mujer que tenga relaciones con un animal debe morir y el animal


también

El que tenga relaciones con su hermana o la hija de su padre o de su


madre, también debe morir

El que duerme con una mujer que esta menstruando, ambos deberán
ser cortados de entre su pueblo…?

El hombre o mujer que evoca espíritus o practica la adivinación debe


morir apedreado

Cuando una mujer se casa, y el marido descubre o comprueba que


no es virgen, debe morir apedreada
El hombre que tiene relaciones con una mujer casada, con el
consentimiento de ella deben morir los dos apedreados

Pero si no es con su consentimiento, debe morir solo el hombre

Que los siervos deben obedecer a los amos terrenales, como si fuera
a Dios ,…. ¿es una manera de avalar la esclavitud?

Deuteronomio

Capítulo 21

21:1 Si en la tierra que Jehová tu Dios te da para que la poseas, fuere hallado alguien
muerto, tendido en el campo, y no se supiere quién lo mató,
21:2 entonces tus ancianos y tus jueces saldrán y medirán la distancia hasta las ciudades
que están alrededor del muerto.
21:3 Y los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto,
tomarán de las vacas una becerra que no haya trabajado, que no haya llevado yugo;
21:4 y los ancianos de aquella ciudad traerán la becerra a un valle escabroso, que nunca
haya sido arado ni sembrado, y quebrarán la cerviz de la becerra allí en el valle.
21:5 Entonces vendrán los sacerdotes hijos de Leví, porque a ellos escogió Jehová tu Dios
para que le sirvan, y para bendecir en el nombre de Jehová; y por la palabra de ellos se
decidirá toda disputa y toda ofensa.
21:6 Y todos los ancianos de la ciudad más cercana al lugar donde fuere hallado el muerto
lavarán sus manos sobre la becerra cuya cerviz fue quebrada en el valle;
21:7 y protestarán y dirán: Nuestras manos no han derramado esta sangre, ni nuestros
ojos lo han visto.
21:8 Perdona a tu pueblo Israel, al cual redimiste, oh Jehová; y no culpes de sangre
inocente a tu pueblo Israel. Y la sangre les será perdonada.
21:9 Y tú quitarás la culpa de la sangre inocente de en medio de ti, cuando hicieres lo que
es recto ante los ojos de Jehová.
21:10 Cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, y Jehová tu Dios los entregare en tu
mano, y tomares de ellos cautivos,
21:11 y vieres entre los cautivos a alguna mujer hermosa, y la codiciares, y la tomares para
ti por mujer,
21:12 la meterás en tu casa; y ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas,
21:13 y se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa; y llorará a su padre
y a su madre un mes entero; y después podrás llegarte a ella, y tú serás su marido, y ella
será tu mujer.
21:14 Y si no te agradare, la dejarás en libertad; no la venderás por dinero, ni la tratarás
como esclava, por cuanto la humillaste.
21:15 Si un hombre tuviere dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida, y la amada y la
aborrecida le hubieren dado hijos, y el hijo primogénito fuere de la aborrecida;
21:16 en el día que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá dar el derecho de
primogenitura al hijo de la amada con preferencia al hijo de la aborrecida, que es el
primogénito;
21:17 mas al hijo de la aborrecida reconocerá como primogénito, para darle el doble de lo
que correspondiere a cada uno de los demás; porque él es el principio de su vigor, y suyo
es el derecho de la primogenitura.
21:18 Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre
ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere;
21:19 entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su
ciudad, y a la puerta del lugar donde viva;
21:20 y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no
obedece a nuestra voz; es glotón y borracho.
21:21 Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal
de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá.
21:22 Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo
colgareis en un madero,
21:23 no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el
mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová
tu Dios te da por heredad.

Levítico

Capítulo 20

20:1 Habló Jehová a Moisés, diciendo:


20:2 Dirás asimismo a los hijos de Israel: Cualquier varón de los hijos de Israel, o de los
extranjeros que moran en Israel, que ofreciere alguno de sus hijos a Moloc, de seguro
morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará.
20:3 Y yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo cortaré de entre su pueblo, por cuanto
dio de sus hijos a Moloc, contaminando mi santuario y profanando mi santo nombre.
20:4 Si el pueblo de la tierra cerrare sus ojos respecto de aquel varón que hubiere dado de
sus hijos a Moloc, para no matarle,
20:5 entonces yo pondré mi rostro contra aquel varón y contra su familia, y le cortaré de
entre su pueblo, con todos los que fornicaron en pos de él prostituyéndose con Moloc.
20:6 Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos,
yo pondré mi rostro contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo.
20:7 Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.
20:8 Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico.
20:9 Todo hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá; a su padre o a
su madre maldijo; su sangre será sobre él.
20:10 Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la
adúltera indefectiblemente serán muertos.
20:11 Cualquiera que yaciere con la mujer de su padre, la desnudez de su padre descubrió;
ambos han de ser muertos; su sangre será sobre ellos.
20:12 Si alguno durmiere con su nuera, ambos han de morir; cometieron grave perversión;
su sangre será sobre ellos.
20:13 Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han
de ser muertos; sobre ellos será su sangre.
20:14 El que tomare mujer y a la madre de ella, comete vileza; quemarán con fuego a él y
a ellas, para que no haya vileza entre vosotros.
20:15 Cualquiera que tuviere cópula con bestia, ha de ser muerto, y mataréis a la bestia.
20:16 Y si una mujer se llegare a algún animal para ayuntarse con él, a la mujer y al animal
matarás; morirán indefectiblemente; su sangre será sobre ellos.
20:17 Si alguno tomare a su hermana, hija de su padre o hija de su madre, y viere su
desnudez, y ella viere la suya, es cosa execrable; por tanto serán muertos a ojos de los
hijos de su pueblo; descubrió la desnudez de su hermana; su pecado llevará.
20:18 Cualquiera que durmiere con mujer menstruosa, y descubriere su desnudez, su
fuente descubrió, y ella descubrió la fuente de su sangre; ambos serán cortados de entre su
pueblo.
20:19 La desnudez de la hermana de tu madre, o de la hermana de tu padre, no
descubrirás; porque al descubrir la desnudez de su parienta, su iniquidad llevarán.
20:20 Cualquiera que durmiere con la mujer del hermano de su padre, la desnudez del
hermano de su padre descubrió; su pecado llevarán; morirán sin hijos.
20:21 Y el que tomare la mujer de su hermano, comete inmundicia; la desnudez de su
hermano descubrió; sin hijos serán.
20:22 Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra, no
sea que os vomite la tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella.
20:23 Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros;
porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación.
20:24 Pero a vosotros os he dicho: Vosotros poseeréis la tierra de ellos, y yo os la daré para
que la poseáis por heredad, tierra que fluye leche y miel. Yo Jehová vuestro Dios, que os he
apartado de los pueblos.
20:25 Por tanto, vosotros haréis diferencia entre animal limpio e inmundo, y entre ave
inmunda y limpia; y no contaminéis vuestras personas con los animales, ni con las aves, ni
con nada que se arrastra sobre la tierra, los cuales os he apartado por inmundos.
20:26 Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los
pueblos para que seáis míos.
20:27 Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la
adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos.

Deuteronomio

Capítulo 22

22:1 Si vieres extraviado el buey de tu hermano, o su cordero, no le negarás tu ayuda; lo


volverás a tu hermano.
22:2 Y si tu hermano no fuere tu vecino, o no lo conocieres, lo recogerás en tu casa, y
estará contigo hasta que tu hermano lo busque, y se lo devolverás.
22:3 Así harás con su asno, así harás también con su vestido, y lo mismo harás con toda
cosa de tu hermano que se le perdiere y tú la hallares; no podrás negarle tu ayuda.
22:4 Si vieres el asno de tu hermano, o su buey, caído en el camino, no te apartarás de él;
le ayudarás a levantarlo.
22:5 No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque
abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace.
22:6 Cuando encuentres por el camino algún nido de ave en cualquier árbol, o sobre la
tierra, con pollos o huevos, y la madre echada sobre los pollos o sobre los huevos, no
tomarás la madre con los hijos.
22:7 Dejarás ir a la madre, y tomarás los pollos para ti, para que te vaya bien, y prolongues
tus días.
22:8 Cuando edifiques casa nueva, harás pretil a tu terrado, para que no eches culpa de
sangre sobre tu casa, si de él cayere alguno.
22:9 No sembrarás tu viña con semillas diversas, no sea que se pierda todo, tanto la semilla
que sembraste como el fruto de la viña.
22:10 No ararás con buey y con asno juntamente.
22:11 No vestirás ropa de lana y lino juntamente.
22:12 Te harás flecos en las cuatro puntas de tu manto con que te cubras.
22:13 Cuando alguno tomare mujer, y después de haberse llegado a ella la aborreciere,
22:14 y le atribuyere faltas que den que hablar, y dijere: A esta mujer tomé, y me llegué a
ella, y no la hallé virgen;
22:15 entonces el padre de la joven y su madre tomarán y sacarán las señales de la
virginidad de la doncella a los ancianos de la ciudad, en la puerta;
22:16 y dirá el padre de la joven a los ancianos: Yo di mi hija a este hombre por mujer, y él
la aborrece;
22:17 y he aquí, él le atribuye faltas que dan que hablar, diciendo: No he hallado virgen a
tu hija; pero ved aquí las señales de la virginidad de mi hija. Y extenderán la vestidura
delante de los ancianos de la ciudad.
22:18 Entonces los ancianos de la ciudad tomarán al hombre y lo castigarán;
22:19 y le multarán en cien piezas de plata, las cuales darán al padre de la joven, por
cuanto esparció mala fama sobre una virgen de Israel; y la tendrá por mujer, y no podrá
despedirla en todos sus días.
22:20 Mas si resultare ser verdad que no se halló virginidad en la joven,
22:21 entonces la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la apedrearán los hombres
de su ciudad, y morirá, por cuanto hizo vileza en Israel fornicando en casa de su padre; así
quitarás el mal de en medio de ti.
22:22 Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos
morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de
Israel.
22:23 Si hubiere una muchacha virgen desposada con alguno, y alguno la hallare en la
ciudad, y se acostare con ella;
22:24 entonces los sacaréis a ambos a la puerta de la ciudad, y los apedrearéis, y morirán;
la joven porque no dio voces en la ciudad, y el hombre porque humilló a la mujer de su
prójimo; así quitarás el mal de en medio de ti.
22:25 Mas si un hombre hallare en el campo a la joven desposada, y la forzare aquel
hombre, acostándose con ella, morirá solamente el hombre que se acostó con ella;
22:26 mas a la joven no le harás nada; no hay en ella culpa de muerte; pues como cuando
alguno se levanta contra su prójimo y le quita la vida, así es en este caso.
22:27 Porque él la halló en el campo; dio voces la joven desposada, y no hubo quien la
librase.
22:28 Cuando algún hombre hallare a una joven virgen que no fuere desposada, y la
tomare y se acostare con ella, y fueren descubiertos;
22:29 entonces el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta piezas
de plata, y ella será su mujer, por cuanto la humilló; no la podrá despedir en todos sus días.
22:30 Ninguno tomará la mujer de su padre, ni profanará el lecho de su padre.

Colosenses

Capítulo 03

3:1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo
sentado a la diestra de Dios.
3:2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
3:3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
3:4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis
manifestados con él en gloria.
3:5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones
desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
3:6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,
3:7 en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.
3:8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia,
palabras deshonestas de vuestra boca.
3:9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus
hechos,
3:10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando
hasta el conocimiento pleno,
3:11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni
libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.
3:12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia,
de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;
3:13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja
contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
3:14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.
3:15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados
en un solo cuerpo; y sed agradecidos.
3:16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos
unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con
salmos e himnos y cánticos espirituales.
3:17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor
Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
3:18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.
3:19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
3:20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.
3:21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.
3:22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los
que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios.
3:23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;
3:24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el
Señor servís.
3:25 Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de
personas.

Efesios

Capítulo 06

6:1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.


6:2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa;
6:3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.
6:4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y
amonestación del Señor.
6:5 Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de
vuestro corazón, como a Cristo;
6:6 no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de
Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios;
6:7 sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres,
6:8 sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.
6:9 Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el
Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas.
6:10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
6:11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
asechanzas del diablo.
6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes.
6:13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y
habiendo acabado todo, estar firmes.
6:14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de
justicia,
6:15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
6:16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego
del maligno.
6:17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
6:18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con
toda perseverancia y súplica por todos los santos;
6:19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con
denuedo el misterio del evangelio,
6:20 por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo
hablar.
6:21 Para que también vosotros sepáis mis asuntos, y lo que hago, todo os lo hará saber
Tíquico, hermano amado y fiel ministro en el Señor,
6:22 el cual envié a vosotros para esto mismo, para que sepáis lo tocante a nosotros, y que
consuele vuestros corazones.
6:23 Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo.
6:24 La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable.
Amén.

1ra. de Pedro

Capítulo 02

2:1 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las
detracciones,
2:2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella
crezcáis para salvación,
2:3 si es que habéis gustado la benignidad del Señor.
2:4 Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios
escogida y preciosa,
2:5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio
santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
2:6 Por lo cual también contiene la Escritura:
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
2:7 Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La
piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo;
2:8 y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo
desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
2:9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por
Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable;
2:10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que
en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.
2:11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los
deseos carnales que batallan contra el alma,
2:12 manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que
murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al
considerar vuestras buenas obras.
2:13 Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a
superior,
2:14 ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y
alabanza de los que hacen bien.
2:15 Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de
los hombres insensatos;
2:16 como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo,
sino como siervos de Dios.
2:17 Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.
2:18 Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y
afables, sino también a los difíciles de soportar.
2:19 Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios,
sufre molestias padeciendo injustamente.
2:20 Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo
bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.
2:21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros,
dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;
2:22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;
2:23 quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no
amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;
2:24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que
nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis

La improbabilidad de Dios

Richard Dawkins ( Cientifico)

Traducción: Gabriel Rodríguez Alberich

Copyright © 1998 Richard Dawkins

La gente hace muchas cosas en nombre de Dios. Los irlandeses se vuelan los unos a
los otros en su nombre. Los árabes se vuelan en su nombre. Los imames y los ayatolás
oprimen a la mujer en su nombre. Los papas y sacerdotes en celibato trastornan la vida
sexual de la gente en su nombre. Los shohets judíos le rajan la garganta a los animales
en su nombre. Los logros de la religión en la historia (las sangrientas cruzadas, los
inquisidores torturadores, los conquistadores genocidas, los misioneros destructores de
culturas, la resistencia impuesta legalmente a toda verdad científica hasta el último
momento) son aun más impresionantes. ¿Y a qué ha ayudado todo esto? Creo que
está quedando cada vez más claro que la respuesta es absolutamente a nada. No hay
razón para creer en la existencia de ningún tipo de dios, y buenas razones para creer
que no existen y nunca han existido. Todo ha sido una enorme pérdida de tiempo y de
vidas. Sería un chiste de proporciones cósmicas si no fuera tan trágico.

¿Por qué cree la gente en Dios? Para la mayoría de la gente, la respuesta es todavía
una versión del antiguo Argumento del Diseño. Contemplamos la belleza y la
complejidad del mundo: el aerodinámico batir del ala de una golondrina, la delicadeza
de las flores y de las mariposas que las fertilizan, la hormigueante vida existente en una
gota de agua de estanque a través de un microscopio, la copa de una secuoya gigante
a través de un telescopio. Nos reflejamos en la complejidad electrónica y la perfección
óptica de nuestros propios ojos, que son los que miran. Si tenemos algo de
imaginación, estas cosas nos llevan a un sentimiento de respeto y reverencia. Por otra
parte, no podemos dejar de impresionarnos por la obvia semejanza entre los
organismos vivientes y los diseños cuidadosamente planificados de los ingenieros
humanos. Este argumento fue expresado en la famosa analogía del relojero del
sacerdote del siglo XVIII William Paley. Aunque no supieras lo que es un reloj, el
carácter obviamente diseñado de sus ruedas dentadas y muelles, y de cómo se
engranan para un propósito, te forzarían a concluir "que el reloj debe tener un hacedor:
que tiene que haber existido, alguna vez, y en algún lugar, un inventor o inventores que
lo construyeron para el propósito que le encontramos; que comprendían su
construcción, y diseñaron su uso." Si esto es cierto para un reloj relativamente simple,
¿cuánto más lo será para el ojo, el oído, el riñón, el codo y el cerebro? Estas
estructuras bellas, complejas, intrincadas y con un propósito obvio tienen que tener su
propio diseñador, su propio relojero (Dios).

Así decía el argumento de Paley, y es un argumento que casi todas las personas
pensativas y susceptibles acaban por descubrir en algún momento de su infancia. A lo
largo de casi toda la historia, debe haber sido una verdad completamente convincente y
autoevidente. Y ahora, como resultado de una de las revoluciones intelectuales más
sorprendentes de la historia, sabemos que es falso, o al menos superfluo. Sabemos
que el orden y el aparente propósito del mundo viviente ha aparecido mediante un
proceso completamente distinto, un proceso que trabaja sin necesidad de ningún
diseñador y que básicamente es consecuencia de unas leyes físicas muy simples. Es el
proceso de la evolución por selección natural, descubierto por Charles Darwin e,
independientemente, por Alfred Russel Wallace.

¿Qué tienen en común todos los objetos que parecen haber tenido un diseñador? La
respuesta es su improbabilidad estadística. Si encontramos una piedra transparente
pulida en forma de lente por el mar, no concluimos que debe haberla diseñado un
óptico: las leyes físicas pueden lograr este resultado sin ayuda; no es tan improbable
que simplemente "haya ocurrido". Pero si encontramos una lente compuesta, corregida
cuidadosamente contra la aberración esférica y cromática, con un filtro para la luz
brillante, y con las palabras "Carl Zeiss" grabadas en la montura, sabemos que no
puede haber aparecido por casualidad. Si coges todos los átomos de la lente
compuesta y los juntas al azar bajo la influencia de las leyes de la física, es
teóricamente posible que, por pura casualidad, los átomos formen el patrón de una
lente compuesta de Zeiss, e incluso que los átomos de alrededor de la montura queden
de manera que aparezca grabado el nombre de Carl Zeiss. Pero el número de otras
posibilidades en las que podrían quedar los átomos es tan enorme, vasto e
inconmensurablemente grande que podemos despreciar completamente la hipótesis de
la casualidad. La casualidad no cuenta como explicación.

Por cierto, esto no es un argumento circular. Puede parecer circular porque se podría
decir que cualquier disposición de los átomos es muy improbable. Como se ha dicho
con anterioridad, cuando una bola cae sobre una hoja de césped particular en un
campo de golf, sería absurdo exclamar: "De todos los miles de millones de hojas de
césped en los que podría haber caído, la bola ha caído justamente sobre ésta. ¡Qué
asombrosa y milagrosamente improbable!" Aquí la falacia es, por supuesto, que la bola
tenía que caer en alguna parte. Sólo podemos asombrarnos de la improbabilidad del
suceso si lo especificamos a priori: por ejemplo, si un hombre con los ojos vendados
gira sobre sí mismo en el tee, golpea la bola al azar, y logra un hoyo en uno. Eso sería
realmente asombroso, porque el objetivo de la bola se especifica de antemano.
De los trillones de formas que hay de juntar los átomos de un telescopio, sólo una
minoría funcionaría realmente de manera útil. Sólo una pequeña minoría tendría el
nombre de Carl Zeiss grabado, o, de hecho, cualquier palabra de cualquier lenguaje
humano. Ocurre lo mismo con las piezas de un reloj: de todos los miles de millones de
formas que hay de juntarlas, sólo una pequeña minoría dará la hora o hará algo útil. Y,
por supuesto, lo mismo ocurre, a posteriori, con las partes de un cuerpo viviente. De las
trillones de trillones de maneras que hay de juntar las partes de un cuerpo, sólo una
minoría infinitesimal podría vivir, buscar comida, comer y reproducirse. Cierto, hay
muchas formas de estar vivo (al menos diez millones de formas si contamos el número
de especies distintas que hay en la actualidad) pero, haya las formas que haya de estar
vivo, ¡es seguro que hay muchísimas más formas de estar muerto!

Podemos concluir con seguridad que los seres vivos son demasiado complicados
(demasiado improbables estadísticamente) para que hayan aparecido por pura
casualidad. ¿Cómo, pues, han aparecido? La respuesta es que la casualidad tiene que
ver en esta historia, pero no un acto individual y monolítico de casualidad. En cambio,
se ha dado uno tras otro en secuencia, una larga sucesión de pequeños pasos
casuales, cada uno lo suficientemente pequeño para que sea un producto creíble de su
predecesor. Estos pequeños pasos de casualidad están causados por las mutaciones
genéticas, cambios al azar (errores de hecho) en el material genético. Estos cambios
producen alteraciones en la estructura del cuerpo. La mayoría de estos cambios son
letales y llevan a la muerte. Una minoría de ellos resultan ser ligeras mejoras, que
llevan a un aumento de la supervivencia y la reproducción. A través de este proceso de
selección natural, esos cambios azarosos que resultan ser beneficiosos acaban por
extenderse en la especie y se convierte en la norma. La escena queda ahora a la
espera de otro pequeño cambio en el proceso evolutivo. Después de, digamos, un
millar de estos pequeños cambios, cada uno de los cuales proporciona la base para el
siguiente, el resultado final se ha hecho, por proceso de acumulación, demasiado
complejo para que haya aparecido en un acto individual de casualidad.

Por ejemplo, es teóricamente posible que aparezca, de un simple golpe de suerte, un


ojo de la nada: digamos de la piel desnuda. Es teóricamente posible en ese sentido que
la receta se haya escrito en la forma de un gran número de mutaciones. Si todas estas
mutaciones ocurrieran simultáneamente, podría aparecer un ojo de la nada. Pero,
aunque es teóricamente posible, es inconcebible en la práctica. La cantidad de suerte
implicada es demasiado grande. La receta "correcta" implica cambios en un número
enorme de genes simultáneamente. La receta correcta es una combinación particular
de cambios entre trillones de combinaciones de cambios igualmente probables.
Podemos descartar con seguridad una coincidencia tan milagrosa. Pero es
perfectamente plausible que el ojo moderno haya aparecido a partir de algo casi igual
al ojo moderno pero no del todo: un ojo un poquito menos elaborado. Con el mismo
argumento, este ojo un poquito menos elaborado apareció a partir de un ojo un poquito
menos elaborado aún, etcétera. Si suponemos un número suficientemente grande de
diferencias suficientemente pequeñas entre cada etapa evolutiva y su predecesora,
podemos derivar un ojo complejo a partir de la piel desnuda. ¿Cuántas etapas
intermedias podemos postular? Eso depende de con cuánto tiempo podemos tratar.
¿Ha habido suficiente tiempo para que se desarrollen ojos de la nada mediante
pequeños pasos?
Los fósiles nos dicen que la vida se ha desarrollado en la Tierra desde hace más de
3.000 millones de años. Es casi imposible para un hombre imaginar una cantidad de
tiempo tan inmensa. Natural y afortunadamente, tendemos a percibir nuestra propia
vida como un periodo de tiempo bastante largo, aunque raramente vivamos un siglo.
Hace 2.000 años que vivió Jesucristo, un periodo de tiempo suficientemente largo para
confundir la diferencia entre historia y mito. ¿Puedes imaginar un millón de veces ese
periodo? Supón que queremos escribir toda la historia en un largo rollo de papel. Si
metiéramos toda la Historia en un metro de rollo, ¿cuánto ocuparía la parte del rollo
destinada a la Prehistoria, desde el principio de la evolución? La respuesta es que la
parte del rollo dedicada a la Prehistoria se extendería desde Milán a Moscú. Piensa en
las implicaciones que esto tiene en la cantidad de cambio evolutivo que cabría en todo
ese tiempo. Todas las razas domésticas de perro (pekineses, perros de lanas, perros
de aguas, San Bernardo y Chihuahuas) han surgido a partir de lobos en un periodo de
tiempo que se mide en cientos o como mucho miles de años: no más de dos metros en
el trayecto de Milán a Moscú. Piensa en la cantidad de cambio implicado en el tránsito
de un lobo a un pekinés; ahora multiplica esa cantidad de cambio por un millón. Si lo
miras de esa manera, parece más fácil creer que un ojo puede desarrollarse de la nada
poco a poco.

Se hace necesario para satisfacer nuestra existencia que todas las partes intermedias
en la ruta evolutiva, digamos desde la piel desnuda hasta el ojo moderno, tienen que
haberse favorecido por la selección natural; haber sido una mejora con respecto a su
predecesor en la secuencia o al menos haber sobrevivido. No tiene sentido pensar que
teóricamente existe una cadena de partes intermedias casi imperceptiblemente
diferentes, si muchos de esos individuos intermedios han muerto. A veces se arguye
que las partes de un ojo tienen que estar todas presentes o el ojo no funcionaría en
absoluto. Medio ojo, dice el argumento, no es mejor que ningún ojo. No puedes volar
con media ala; no puedes oír con medio oído. Por tanto no puede haber existido una
serie de partes intermedias hasta el ojo, ala u oído modernos.

Este tipo de argumento es tan ingenuo que uno sólo puede preguntarse cuáles son los
motivos subconscientes para querer creer en él. Es obviamente falso que medio ojo
sea inútil. Los que padecen de cataratas cuyos cristalinos han sito extirpados
quirúrgicamente no ven bien sin gafas, pero están mucho mejor que la gente que no
puede ver nada. Sin cristalino no puedes enfocar detalladamente una imagen, pero
puedes evitar chocar con obstáculos y detectar la sombra amenazante de un
depredador.

Con respecto al argumento de que no se puede volar con media ala, es refutado por un
gran número de animales planeadores, incluyendo a mamíferos de muchos tipos,
lagartos, ranas, serpientes y calamares. Muchos tipos distintos de animales arbóreos
tienen membranas de piel entre sus articulaciones que son realmente medio alas. Si te
caes de un árbol, cualquier membrana de piel o aplanamiento del cuerpo que aumente
el área de tu superficie puede salvarte la vida. Y, sean como sean de grandes tus
membranas, siempre tiene que haber una altura crítica tal que, si te caes de un árbol
desde esa altura, habrías salvado la vida con sólo un poquito más de superficie.
Entonces, cuando tus descendientes hayan desarrollado esa superficie extra, podrán
salvar sus vidas con sólo un poquito más de superficie, si se caen de un árbol a una
altura ligeramente superior. Y así, mediante una sucesión imperceptiblemente gradual
de pasos, cientos de generaciones después, aparecen alas completas.
Los ojos y las alas no pueden aparecer de una vez. Eso sería como tener la casi infinita
suerte de dar con la combinación que abre la caja fuerte de un gran banco. Pero si
giras las ruedas de la cerradura al azar, y cada vez que te acercas un poco al número
afortunado la puerta de la caja fuerte hace un crujido, ¡no tardarías en abrir la puerta!
Esencialmente, ése es el secreto de cómo la evolución por selección natural logra lo
que antes parecía imposible. Las cosas que no pueden derivarse plausiblemente de
predecesores muy diferentes pueden derivarse plausiblemente de predecesores sólo
ligeramente diferentes. Teniendo una serie suficientemente larga de predecesores
ligeramente diferentes, podemos derivar cualquier cosa a partir de cualquier otra cosa.

La evolución, pues, es teóricamente capaz de hacer el trabajo que, érase una vez,
parecía ser una prerrogativa de Dios. Pero ¿existe alguna prueba de que la evolución
haya existido realmente? La respuesta es sí; las pruebas son abrumadoras. Se
encuentran millones de fósiles exactamente en el sitio y exactamente a la profundidad
que deberíamos esperar si la evolución fuese cierta. No se ha encontrado ni un solo
fósil en un lugar donde la evolución no sea capaz de explicarlo, aunque esto podría
haber pasado fácilmente. Un fósil de mamífero en rocas tan antiguas que los peces aún
no habían aparecido, por ejemplo, sería suficiente para refutar la teoría de la evolución.

Los patrones de distribución de los animales y plantas en los continentes e islas del
mundo es exactamente lo que esperaríamos si se hubieran desarrollado a partir de
ancestros comunes mediante un proceso lento y gradual. Los patrones de semejanza
entre los animales y plantas es exactamente lo que deberíamos esperar si algunos
fueran primos entre ellos, y otros fueran primos más distantes. El hecho de que el
código genético sea el mismo en todas las criaturas vivientes sugiere
abrumadoramente que todas son descendientes de un único ancestro. La evidencia de
evolución es tan convincente que la única manera de salvar la teoría de la creación es
suponer que Dios colocó deliberadamente enormes cantidades de pruebas para hacer
que pareciese que la evolución fuese real. En otras palabras, los fósiles, la distribución
geográfica de los animales, etcétera, son todos un gigante truco de timador. ¿Alguien
quiere adorar a un Dios capaz de tal fraude? Es seguro mucho más reverente, y más
sensato científicamente, aceptar el significado literal de la evidencia. Todos los seres
vivos son primos unos de otros, descendientes de un ancestro remoto que vivió hace
más de 3.000 millones de años.

El Argumento del Diseño ha sido pues destruido como razón para creer en Dios. ¿Hay
muchos más argumentos? Algunos creen en Dios por lo que dicen es una revelación
interior. Tales revelaciones no son siempre edificantes pero parecen sin duda reales al
individuo implicado. Muchos habitantes de manicomios tienen la fe interior de que son
Napoleón o Dios mismo. El poder de esas convicciones es indudable para los que las
tienen, pero esto no es razón para que el resto de nosotros les creamos. De hecho, ya
que esas creencias son mutuamente contradictorias, no las creemos en absoluto.

Hay algo más que debe decirse. La evolución por selección natural explica muchas
cosas, pero no pudo empezar de la nada. No podría haber empezado hasta que
apareciese algún tipo de reproducción y herencia. La herencia moderna está basada en
el código del ADN, que es de por sí demasiado complicado para que apareciese
espontáneamente mediante una casualidad individual. Esto parece significar que tuvo
que haber existido un sistema hereditario anterior, ahora desaparecido, que era lo
suficientemente simple para que apareciese por casualidad por las leyes de la química,
y que proporcionó el medio en el que pudo dar comienzo una forma primitiva de
selección natural acumulativa. El ADN fue un producto posterior de esta selección
acumulativa. Antes de esta original forma de selección natural, hubo un periodo en el
que los compuestos químicos se formaron a partir de elementos más simples,
siguiendo las conocidas leyes de la física. Antes de eso, todo fue construido a partir del
hidrógeno puro como consecuencia inmediata del big bang, el suceso que inició el
universo.

Existe la tentación de argumentar que, aunque Dios puede no ser necesario para
explicar la evolución de orden complejo una vez que el universo comenzó con sus
leyes fundamentales de la física, sí necesitamos a Dios para explicar el origen de todas
las cosas. Esta idea no le deja mucho trabajo a Dios: sólo hizo estallar el big bang, se
sentó y esperó a que pasara todo. El físico-químico Peter Atkins, en su libro
maravillosamente escrito La Creación, postula un Dios perezoso que se esforzó por
hacer lo menos posible para iniciarlo todo. Atkins explica cómo todo suceso en la
historia del universo resulta, por simple ley física, de su predecesor. Así reduce el
trabajo que el perezoso creador necesitaría realizar y finalmente concluye que, de
hecho, ¡no habría necesitado hacer nada en absoluto!

Los detalles de la etapa primordial del universo pertenecen al reino de la física,


mientras que yo soy un biólogo, más relacionado con las etapas posteriores de la
evolución de la complejidad. Para mí, la cuestión importante es que aunque el físico
necesite postular un mínimo irreductible que tuvo que estar presente en el inicio, para
que el universo pudiera comenzar, ese mínimo irreductible es ciertamente
extremadamente simple. Por definición, las explicaciones que surgen de premisas
simples son más plausibles y más satisfactorias que las explicaciones que tienen que
postular comienzos complejos y estadísticamente improbables. ¡Y es difícil conseguir
algo más complejo que un Dios Todopoderoso!

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