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UNIVERSIDAD CATOLICA SANTO DOMINGO

VICERRECTORÍA DE INVESTIGACIÓN Y POST-GRADO


MAESTRIA EN INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Sociología del Conocimiento
Preparada por: Maestro Juan Francisco Viloria Santos
Elaborada por: FABRIZIO TIRRY, Juan – Matricula Nº 2016-1618

Resumen de los Capítulos XVIII, XIX, XX y XXI.

01.- Capítulo XVIII. Norbert Elias: literatura y sociología en el proceso de


la civilización:

La obra entera de Norbert Elías versa sobre el proceso civilizador, donde operan tres
tipos de control básico como indicadores del desarrollo y la complejidad de la sociedad: el
control de la naturaleza por los hombres a través de la ciencia y la técnica; el control social, es
decir, el control de las relaciones de los hombres entre sí mediante la organización, sea a nivel
nacional o internacional; y el control que el individuo ejerce sobre sí mismo. El proceso de la
civilización consistiría en la sociogénesis y la psicogénesis, los desarrollos, interdependientes
y a la vez autónomos, de las formas ideológicas de orientar la acción, de las formas de
autocontrol subjetivo, de los medios de controlar la violencia intersubjetiva y el proceso de la
economía-producción. Se puede ver en ello un continuo progreso de la disciplina y de la
conjunción saber-poder en las historias nacionales, penetrando incluso la psique y el cuerpo de
los individuos.

Elías descubre en la historia europea las crecientes centralización y monopolización de


los aparatos político-administrativos y de pacificación en la formación del Estado; cadenas de
interdependencia que se alargan y expanden; una “democratización funcional” que compensa
el equilibrio de poder entre las clases y otros grupos; valores y normas sociales más refinados
y elaborados que alcanzan a todos; la presión y la represión sobre la emotividad y la manera
en que ésta impregna las relaciones sociales, una creciente importancia de la conciencia moral
que regula la acción: la formación del superyó dentro del proceso social de la conformación
del sujeto, que autorregula sus impulsos a los fines de la organización social. Por lo tanto, el
concepto de civilización utilizado por Elías no es ni el de la etnología ni el de la historia
cultural, pues se opone al concepto de barbarie. Lo inverso al proceso de civilización es un
proceso de descivilización, tal como el evidenciado en el surgimiento de la Alemania nazi.

Por ello, Elías mostrará la tensión entre el compromiso y el distanciamiento, exigidos


uno por la participación emocional en la realidad, tradicionalmente entendida como una
conducta irracional, y el otro, el distanciamiento, por el control de la afectividad y los valores
en la pretensión de conocimiento racional. El sujeto, individual o colectivo, que pretende

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conocer la realidad ha de tener el menor compromiso y debe guardar la mayor distancia con
respecto a ella para evitar el peligro de caer en el mito o en la ideología: éste es el proceso de
civilización en el proceso del conocimiento. Sin embargo, Elías repulsa la tajante división
dualista de sujeto-objeto: se exige como imprescindible conocer la estructura de los impulsos,
sentimientos y pasiones de los hombres para la comprensión plena de lo humano.

El sujeto no es una abstracción desvinculada de las determinaciones sociales e históricas,


ni en una particularidad tal que se abandone a la deriva relativista. El hombre no es un ser
cerrado sino abierto a la naturaleza, al mundo social, del presente y de las pasadas
generaciones. Elías procede por ello también a analizar el cambio en los usos del tiempo como
medio de orientación y reglamentación en la organización social y ante el universo natural.
Otorga al tiempo su espacio simbólico, su situación histórica cultural que conecta a los
hombres como símbolo comunicativo. Todos los análisis de Elías son históricos, una historia
de la larga duración que sitúa en un marco global los procesos relativamente autónomos de
civilización y conocimiento.

Enmarcando a su hombre procesual inmerso en redes de interrelaciones con otros


hombres, con la naturaleza y consigo mismo, para ilustrar su teoría social Elías (poeta él
mismo) recurre constantemente a la literatura para mostrar su noción de los Doppelbinder
individuo-sociedad, individuo-naturaleza, individuo-individuo, etc. En sus obras se ve su
recurso a autores como Edgar Allan Poe, Johann W. von Goethe, Rainer Maria Rilke, cuyos
textos muestran las transformaciones de a largo plazo en las estructuras sociales y las
estructuras de la personalidad. Recurre aun a la subliteratura de los libros de urbanidad y
buenas maneras que han pululado desde la sociedad cortesana como muestra de su teoría de la
civilización donde se incrementa el control del individuo, transformándose la coacción externa
en formas de coacción interna, ejercidas sobre el sí mismo para la autoconstitución.

Contribuye así también Elías a una sociología de la literatura, donde este tipo de
producción intelectual es vinculada su situación sociohistórica, respondiendo a sus
determinaciones estructurales (de la sociedad mayor y de la personalidad exigida por los
tiempos), estudiando la transición entre la civilización cortesana y la cultura burguesa, para
ejemplificar el proceso civilizador, o, para localizar socialmente la literatura ante un proceso
de descivilización, el recorrido de la Alemania vencedora de la Guerra Franco-Prusiana en los
1870, la unificación bajo Bismarck y el imperio del Káiser Guillermo II, la humillación de la
Primera Guerra Mundial y Versalles, la caída de la República de Weimar, el ascenso nazi, la
derrota en la Segunda Guerra Mundial, y la tragedia de la posterior división según los bloques
soviéticos y aliados, hasta justo antes de la reunificación con la caída del Muro. Con su
análisis de la sociología en la literatura, Elías señala cómo el proceso de la civilización es
frágil y siempre corre peligro y que ello es denunciado en los productos culturales vinculados
a los movimientos de la historia.

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02.- Capítulo XIX. La sociología del conocimiento y de la ciencia de Robert
K. Merton:

Merton concibe la ciencia como una institución social susceptible de estudio


sociológico. Entiende la sociología de la ciencia como una subdivisión de la sociología del
conocimiento ocupada de esta forma particular del saber basada en la experimentación
controlada. Merton separa a la sociología del conocimiento de las cuestiones epistemológicas
en cuanto que la validez o la falsedad del pensamiento no están necesariamente determinadas
por el hecho de su génesis social y en la sociología de la ciencia cree encontrar un campo de
investigación cuyos empíricamente verificables, aun en los estudios históricos, e incluso
susceptibles a un tratamiento sociométrico, como muestran sus análisis de los años 70,
poniendo coto a las implicaciones metafísicas o dogmáticas de la epistemología de la
sociología del conocimiento europea.

Merton plantea ocho problemas fundamentales atendidos por la sociología del


conocimiento: 1) determinación de los desplazamientos de los intereses, asociados a cambios
en la estructura social; 2) análisis de la mentalidad de un estrato social y sus pautas de
aceptación o rechazo de ideas; 3) estudios sobre la valoración de tipos distintos de
conocimientos y de la proporción de recursos dedicados a ellos; 4) condiciones del auge y de
la caída de problemas y disciplinas novedosos; 5) examen de la intelectualidad en cuanto
organización social, y las normas, intereses y subvenciones que orientan su actividad; 6)
estudios de instituciones que posibilitan o dificultan la transmisión y la difusión de las ideas;
7) estudios de los orígenes sociales del intelectual, de sus medios de selección, de la dinámica
de sus lealtades de clase, intereses, motivos, etc.; 8) análisis de las consecuencias sociales del
progreso científico y tecnológico. No sólo se ocupará de la influencia de la ciencia sobre la
sociedad según un ingenuo u optimista discurso positivista, sino también investigará la
naturaleza de la interdependencia entre la ciencia y la estructura social y su variación según
los diferentes contextos.

Su perspectiva es lo suficientemente externalista para captar que las condiciones sociales


producen los problemas que interesan a la ciencia y que marcan el ritmo de su progreso (en el
origen de la ciencia, Merton señala el carácter fundamental del puritanismo como condición de
arraigo de la ciencia), mas concibiendo que lo más concreto de la investigación científica se
debe a los procedimientos internos, central a su trabajo es identificar los factores de la
actividad científica que permiten constituirla y legitimarla como una institución social. Las
explicaciones de Merton serán normativas y basadas en los valores morales supuestos al
quehacer científico, proponiendo así la tesis de los Cudeos: el “comunismo”, el universalismo,
el desinterés y el escepticismo organizado que como imperativos institucionales constituyen el
ethos de la ciencia. Su vigencia es reforzada por el proceso de socialización al que son
sometidos los neófitos y las sanciones impuestas a los transgresores.

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Posteriormente se introduce la perspectiva del intercambio como motor de la actividad
científica, pues el científico como persona busca el reconocimiento que siente merecer por sus
aportes. Esto introduce la competitividad entre los científicos que esperan penetrar en un
sistema de recompensas institucionalizadas, reforzando las normas y los valores morales de
los científicos como comunidad.

En las luchas por el reconocimiento a la originalidad y a la prioridad en el


descubrimiento también se introducen posibilidades perversas de esta competencia por las
recompensas dentro de la ciencia: el fraude, el plagio, la calumnia por plagio… Y
precisamente las tesis de Merton produjeron un amplio debate, donde se oponía a los Cudeos
el comportamiento real de los científicos, que incluía el particularismo, el secretismo, el
elitismo monopolista u oligárquico, el interés demostrado en vencer en estas rivalidades
profesionales, y la sacralización de los científicos del propio trabajo, considerando profano el
ajeno. Los científicos eran capaces de establecer vínculos emocionales, afectivos e irracionales
con sus producciones.

Para M. Mulkay los valores y normas científicos son sólo orientaciones legitimantes
estratégicamente utilizadas de acuerdo a los particulares intereses y situaciones, producto de la
interacción social y de la historia, dando al ethos científico un componente de indeterminación
y flexibilidad. L. J. Prelli indicaba que las normas de la ciencia eran elementos retóricos parte
de estrategias discursivas que proveían a las audiencias los mensajes e imágenes convenientes
a privilegiar la propia posición del científico.

La propuesta de Merton se defendería en cuanto el ethos de la ciencia consistiese de un


conjunto supuesto de normas que proveen a la ciencia de su identidad y su singularidad,
sirviendo como marcos referenciales que orientan las conductas dentro de esta institución.
Esto hace a la comunidad científica heterogénea y de hecho las investigaciones de Merton y su
escuela derivaron hacia las pautas de estratificación social entre los científicos, desapareciendo
su comunalismo democrático y racional ante la desigualdad manifiesta en tres hechos que
atentan contra el pretendido universalismo: el fenómeno del sillón 41, el efecto de trinquete y
el efecto Mateo, en los que la ciencia se revela conservadora y gerontocrática antes que
progresista e innovadora.

El énfasis metodológico y empírico y la resistencia a la epistemología es evidente en


estas investigaciones en la escuela mertoniana, pues descarta el problema de la validez de
semejante conocimiento parcial a favor de la más rigurosa investigación que puede alcanzar el
status de sociometría, pudiéndose medir las distintas posiciones, y sus mecanismos de
localización, en la estructura de oportunidades de la ciencia como sistema de clases que
interactúa con un sistema de status basado en el galardón y en la estima pública como
reconocimientos, para los cuales existen élites científicas con poder de decisión y de
distribución arbitraria. Si esto provoca el cuestionamiento epistemológico de la validez de la

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producción científica, se ha planteado que Merton y su escuela eludirían la cuestión
concibiendo el problema de la generación y de la validación como una caja negra que se
resiste al análisis sociológico.

Sin embargo, Merton habría concebido desde el inicio a las verdades del conocimiento
científico como sociológicamente explicables, pero renunciando (o al menos postergando)
estratégicamente a esta discusión debido a los peligros del dogmatismo y la especulación sin
basamento empírico, al riesgo siempre presente del relativismo y a la precaria posición de la
sociología de la ciencia como novedad frente a la filosofía y la historia internalista de la
ciencia, apoyada por el entonces dominante y monolítico neopositivismo.

En su primera etapa, Merton estaba dispuesto a aceptar de buena gana la poderosa y


determinante influencia de los factores externos sobre la ciencia, y en su segunda etapa la
restricción de la amplitud de este enfoque externalista en el análisis institucional y socio-
estructural de la ciencia no implicaba una contradicción con fin mismo del análisis
sociológico.

De hecho, Merton y su escuela afirmarán la armonía de sus puntos de vista con los de T.
S. Kuhn, quien lo ha confirmado y se ha visto subvencionado por el grupo de Merton. Contra
las acusaciones del constructivismo, asegura no concebir la ciencia como una caja negra y
pese a su énfasis estructural en el análisis de las influencias sociales sobre la estructura y
desarrollo del conocimiento científico, no negaría su lugar a las nuevas sociologías del
conocimiento científico que se ocupan de la construcción social del conocimiento y de señalar
el aire de familia que guarda la ciencia con el mito y la ideología.

03.- Capítulo XX. La tesis de T.S. Kuhn y sus repercusiones en el análisis del
quehacer científico:

04.- Capítulo XXI. La Sociología del Conocimiento Científico (1) El


Programa Fuerte:

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