Está en la página 1de 2

PRONUNCIAMIENTO

En los días previos hemos visto que los vecinos del denominado barrio ‘Banco de la Nación’ han
colocado rejas que impiden el libre tránsito por las vías que la cruzan.

Debemos empezar indicando que, con estas rejas se atenta contra el derecho al libre tránsito,
consagrado por el numeral 11 del artículo 2 de nuestra Constitución Política. Así como se
contradice al ordenamiento urbano dado por la Municipalidad Provincial de Abancay.

Aducen los vecinos que este corte a las vías lo hacen por su seguridad, y porque las vías que
cruzan este barrio son usadas por muchos conductores que exceden los límites de velocidad de
circulación en zonas urbanas. Pues bien. Esta medida, de parte de estos vecinos, no logrará
ninguno de esos cometidos, por el contrario, les perjudica en mayor medida del beneficio que
creen lograr, y por sobretodo es un atentado contra todo principio de espacio público,
urbanidad, seguridad pública e inclusión, como lo explicaremos en las siguientes líneas.

En la ciudad de Abancay “convivimos” casi 75 mil habitantes, en un área menor a 6 km


cuadrados. Es la segunda ciudad más densa del país (1). Carecemos de espacios públicos, de
áreas verdes, y padecemos de calles angostas. Nunca se planificó la ciudad, al menos no
pensando en la explosión demográfica que hemos tenido las últimas décadas. Esto significa una
cantidad de espacio público muy limitado, que debe aprovecharse de la manera más eficiente e
inteligente posibles.

Los espacios públicos cumplen un rol fundamental en las ciudades y sus sociedades.
Entendiéndose por espacio público, al espacio de dominio y uso público, donde cualquier
persona tiene el derecho a circular en paz y armonía, ejercer su ciudadanía, donde el paso no
puede ser restringido por criterios de propiedad privada. Éste comprende las vías de tránsito o
circulaciones abiertas como: calles, plazas, parques, carreteras, etc. Es en estos espacios donde
las personas que hacemos la ciudad “convivimos”, donde llevamos a cabo las relaciones sociales
e interpersonales propias de los seres humanos. Donde se supone que debemos ser felices.
Garantizar el acceso irrestricto a los espacios públicos es, en consecuencia, un deber
irrenunciable.

Sin embargo, hay varias ciudades del país, donde el espacio público, está siendo privatizado, y
restringido. Los parques son cercados, las losas deportivas enrejadas, y los vecinos de algunos
barrios han cercado el ingreso a éstos. Todo esto nos lleva a tener ciudades de guetos. La gente
comienza a desentenderse de su ciudad. Se ha llegado al extremo donde se pierden vidas porque
ambulancias, vehículos de bomberos, patrulleros no pueden asistir urgencias debido a los
barrios enrejados. Absurdo, y con otros efectos, que han sido harto estudiados por la academia:
Las personas cada vez se aíslan más; no necesitan de conocer a sus vecinos, a sus conciudadanos.
Se crea un efecto negativo, donde cada vez más la gente necesita menos la ciudad. Porque se
puede salir en automóvil del estacionamiento casero, ir al supermercado donde hay otro
estacionamiento, comprar, volver a casa. Todo sin caminar en la ciudad, ya no siendo necesarias
las veredas ni parques. Ese modelo no es una ciudad para vivir y compartir.

La experiencia, indica que este modelo, termina por convertirse en una tragedia, pues es, al final,
la raíz del rompimiento del tejido social que debería tener una sociedad. Así, se explica, en buena
parte, la fractura de la sociedad actual peruana. Los unos que miran con recelo a los otros que
no se les parecen, pero que deben pasar por sus barrios. ¿Puede construirse una ciudad con
verdaderos ciudadanos así? No es posible. Existen innumerables estudios académicos,
urbanísticos, arquitectónicos y desde las ciencias sociales que explican este fenómeno, que
llevan a que la gente, en estas condiciones, no llega a tener un sentido de comunidad, de
pertenencia a una comunidad. Por eso, botamos nuestros desechos pequeños a nuestro paso a
la calle sin ningún remordimiento. Dejamos a nuestras mascotas en la calle, y no nos inmutamos
siquiera cuando éstos defecan en la puerta del vecino. “Que limpien otros”, decimos. No nos
interesa cuidar las escasas áreas verdes que tenemos. Y así, innumerables ejemplos de ruptura
del tejido social y deshumanización. Tenemos conductores agresivos que no respetan la
prioridad del peatón. No nos respetamos unos a otros. No respetamos el espacio que es de
todos. Sentimos nada de esto nos afecta, porque, claro, ya estamos encerrados en nuestras
casas, preferimos ver TV, pegarnos al celular, cualquier cosa, con tal de no salir afuera. La ciudad
se vuelve fea, agresiva, invivible.

En Abancay, creemos, que aún estamos a tiempo de tener una ciudad sostenible y que funcione,
una ciudad para todos, si hacemos la planificación adecuada pronto y la llevamos a cabo. De
hecho, una ciudad compacta es favorable. Pero plantea retos importantes. Un sistema de
transporte masivo, que no privilegie el automóvil para transporte individual es fundamental,
algo de lo que hablaremos con más detalle posteriormente. Y, por supuesto un
aprovechamiento adecuado del espacio público. Devolverle la ciudad a la gente.

En este sentido, nos pronunciamos en defensa de la ciudad y sus habitantes. En defensa del
espacio público. Y rechazamos el cierre de vías en el barrio ‘Banco de la Nación’. Exhortamos a
los vecinos a entender que enrejar las calles, no es ninguna solución. Que, por el contrario,
ocasiona perjuicios mucho mayores tanto a ellos, como al resto de los ciudadanos, de los que
creen obtener.

Pedimos también, a las autoridades locales, a la Municipalidad Provincial de Abancay, a no


permitir el corte del espacio público. Esperamos su accionar pronto para no permitir el enrejado
en ninguna parte de nuestra ciudad. Invocamos a que se haga respetar las normas y la misma
Constitución que nos rige.

Desde este colectivo, nos comprometemos a dar propuestas para tener un modelo de ciudad
sostenible, amable con las personas, adecuado y que funcione. Estamos trabajando en ello.

COLECTIVO TODAS LAS SANGRES – ABANCAY.

(1) Reporte de ciudades del Perú; WWF, PERIFERIA, Asociación de Municipalidades del Perú (AMPE); 2018.

También podría gustarte