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FINANCIERAS

Las financieras son entidades por lo general con ánimo de lucro destinadas a la
captación y colocación de dinero del público, personas naturales o jurídicas. Las
financieras son intermediarios de servicios de ahorro y préstamo, fundamentales
para la economía de las sociedades y su crecimiento. Las financieras también se
denominan Bancos, Cajas de Ahorro, Cooperativas, Fiduciarias, y Compañías de
Financiamiento Comercial, en donde los Bancos son las financieras que más
servicios prestan a los clientes, con los de ahorro y crédito, los de moneda
extranjera, fiducia, giros, remesas, transferencias entre cuentas, la misma cuenta
corriente, los cajeros automáticos, la banca móvil, banca virtual, y todos los que
involucren movimiento y administración del dinero por parte de las financieras.

Usos y aplicaciones de las financieras:

Las financieras se usan para ingresar o retirar dinero, propio o prestado, para
aumentarlo, trasladarlo, custodiarlo, recaudarlo y pagarlo. Las aplicaciones de las
financieras se relacionan con los servicios de intermediación financieras del dinero
para poder cumplir con su misión de captación, colocación, custodia y manejo del
dinero, en efectivo o con medios plásticos, electrónicos y virtuales.

Diferencia entre las financieras públicas y las financieras privadas:

Aunque la principal diferencia entre las financieras públicas y privadas es el origen


del capital, la composición de los socios y la elección del presidente y junta
directiva, también se presentan diferencias en la orientación de los servicios y
mercado objetivo, ya que en el caso de las entidades controladas por el gobierno,
la orientación de los servicios es el de apoyar las políticas económicas y los
sectores que requieren más apoyo, como pueden ser la agricultura o la ganadería
o la construcción o sectores industriales neurálgicos y tradicionales de cada país

Clasificación de las financieras:

Las financieras se pueden clasificar según el origen de capital, en públicas,


privadas y mixtas. Respecto de su objeto social, las financieras pueden ser:
comerciales, de negocios o industriales. De acuerdo con la especialización en
servicios, las financieras pueden ser de ahorro y crédito, de negocios
internacionales, banca electrónica y virtual, financieras de consumo o empresarial,
financieras de primero o de segundo piso, de cubrimiento local o nacional, de
financiación de vivienda o de carros, y financieras de inversión.
Características de las financieras:

La principal misión de las financieras es guardar y custodiar el dinero depositado


por los clientes a través de sus diferentes productos, cuentas corrientes, cajas de
ahorro, depósitos a plazo, y las diferentes alternativas de inversión. Para ello, las
financieras se estructuran alrededor de oficinas y sucursales, el teléfono, el portal
de internet, las terminales de autoservicio, los puntos de venta en los comercios,
los medios de pago y los representantes no bancarios, para acercar y facilitar los
servicios de las financieras con los clientes. En forma paralela, las financieras
prestan el dinero captado por intermedio de sus productos, tarjetas de crédito,
créditos de libre destinación, de carro, vivienda, y de más alternativas de
financiación. La misma estructura de oficinas de las financieras se utiliza para
ofrecer estos servicios y en algunos casos se utilizan sucursales especializadas.

¿Cómo seleccionar las mejores financieras?

El primer atributo para seleccionar las mejores financieras son la solidez, respaldo,
y la garantía de que tu dinero estará en las mejores manos. El siguiente factor
importante de las financieras es la calidad, calidez y afinidad en el servicio que
ofrecen, para que te sientas bien y cómodo. Le sigue en el análisis de elección de
las financieras, el que ofrezcan los productos que necesitas y como los requieres,
así como el menor y mejor precio que cobren por ellos, comparado con otras
financieras. No menos importante será la disponibilidad y facilidad de acceso a los
servicios y productos de las financieras.

Beneficios de las financieras:

Los beneficios de las financieras legalmente constituidas y vigiladas por la


superintendencia bancaria, son el garantizar que su dinero esté protegido y a
salvo, que le cumplan las promesas realizadas e intereses pactados por las
financieras en el campo del ahorro e inversión, que la calidad de servicio sea
superior, que tus necesidades sean satisfechas todo el tiempo por las financieras
gracias al amplio portafolio de servicios y canales de distribución, y que las
financieras te puedan prestar el dinero cuando así lo requieras. Al mismo tiempo,
las financieras te servirán de referencia y recomendación para sus operaciones
comerciales.
Decreto No. 25-10
EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA CONSIDERANDO:

Que el desarrollo económico y social del país requiere de un sistema de seguros


confiable, solvente, moderno y competitivo, que mediante la protección de los
bienes asegurados contribuya al crecimiento sostenible de la economía nacional, y
que de acuerdo con los procesos de apertura de las economías pueda insertarse
adecuadamente en los mercados financieros internacionales.

CONSIDERANDO:

Que en Guatemala la legislación aplicable a compañías de seguros y de fianzas


data de los años 1950 y 1960, por lo que es conveniente adecuar el referido marco
legal a los cambios que ha experimentado ese sector a través de los años.

CONSIDERANDO:

Que las tendencias mundiales y regionales en el mercado asegurador precisan de


una normativa moderna que le permita desarrollarse y prestar mejores productos a
sus asegurados y beneficiarios.

CONSIDERANDO:

Que a la luz del desarrollo que ha experimentado la actividad de seguros y de


fianzas se hace necesario emitir la normativa que, por un lado, coadyuve a su
crecimiento y competitividad, y por el otro, permita una adecuada regulación
prudencial de los riesgos asumidos por las entidades de seguros y de fianzas bajo
un enfoque preventivo.

CONSIDERANDO: Que la Constitución Política de la República de Guatemala


establece en el artículo 119, literal k), como obligación fundamental del Estado,
proteger la formación de capital, el ahorro y la inversión.

POR TANTO: En ejercicio de las atribuciones que le confiere la literal a) del


artículo 171 de la Constitución Política de la República de Guatemala,

DECRETA:

La siguiente:

LEY DE LA ACTIVIDAD ASEGURADORA TÍTULO I DISPOSICIONES


GENERALES CAPÍTULO ÚNICO
Artículo 1. Objeto.

La presente Ley tiene por objeto regular lo relativo a la constitución, organización,


fusión, actividades, operaciones, funcionamiento, suspensión de operaciones y
liquidación de las aseguradoras o reaseguradoras, así como el registro y control
de los intermediarios de seguros y reaseguros y de los ajustadores independientes
de seguros que operen en el país.

Artículo 2. Denominación. Para los efectos de la presente Ley, los términos


aseguradora y reaseguradora incluyen a las aseguradoras o reaseguradoras
nacionales, así como a las sucursales de aseguradoras o reaseguradoras
extranjeras autorizadas para operar en el país.

Artículo 3. Ramos de seguros. Para los efectos de la presente Ley, se consideran


como ramos de seguros los siguientes:

a) Seguro de vida o de personas: son aquellos que, de conformidad con las


condiciones pactadas, obligan a la aseguradora al pago de una suma de dinero en
caso de muerte o de supervivencia del asegurado, cualquiera que sea la
modalidad del seguro, incluyendo las rentas vitalicias.

b) Seguro de daños: son aquellos que, de conformidad con las condiciones


pactadas, obligan a la aseguradora al pago de una indemnización por eventos
inciertos que causen daños o pérdidas y los que tienen por objeto proporcionar
cobertura al asegurado contra los daños o perjuicios que pudiera causar a un
tercero. Se incluyen en este ramo los seguros de accidentes personales, de salud,
de hospitalización y de caución; este último se refiere a las fianzas mercantiles
reguladas en el Código de Comercio y emitidas por aseguradoras autorizadas
para operar en el país.

Artículo 4. Colocación de seguros. Las entidades autorizadas para operar en el


país de conformidad con lo dispuesto en la presente Ley o leyes específicas, son
las facultadas para colocar contratos de seguros, de forma directa o por
intermediario, en el territorio guatemalteco.

Artículo 5. Régimen legal. Las aseguradoras o reaseguradoras autorizadas para


operar en el país, se regirán, en su orden, por sus leyes específicas, por la
presente Ley, por las disposiciones emitidas por la Junta Monetaria, y en lo que
fuere aplicable, por la Ley de Bancos y Grupos Financieros, la Ley Contra el
Lavado de Dinero u Otros Activos, la Ley para Prevenir y Reprimir el
Financiamiento del Terrorismo y la Ley de Supervisión Financiera. En las materias
no previstas en estas leyes, se sujetarán a la legislación general de la República
de Guatemala en lo que les fuere aplicable. Los actos administrativos y
resoluciones que dicten tanto la Junta Monetaria como la Superintendencia de
Bancos en aplicación de las leyes y su reglamentación, observando el debido
proceso, serán de acción ejecutiva y aplicación inmediata.

TÍTULO II CONSTITUCIÓN, AUTORIZACIÓN, CAPITAL Y ADMINISTRACIÓN


DE LAS ASEGURADORAS O REASEGURADORAS CAPÍTULO

I CONSTITUCIÓN Y AUTORIZACIÓN

Artículo 6. Constitución. Las aseguradoras o reaseguradoras privadas nacionales


deberán cumplir los requisitos siguientes:

a) Constituirse como sociedades anónimas con arreglo a la legislación general de


la República de Guatemala y observando lo establecido en la presente Ley;

b) Tener por objeto exclusivo el funcionamiento como aseguradora o


reaseguradora;

c) Su denominación social y nombre comercial deben expresar que su actividad


corresponde a aseguradoras o reaseguradoras;

d) La duración de la sociedad debe ser por tiempo indefinido; y,

e) Su domicilio debe estar constituido en la República de Guatemala, donde debe


celebrar sus asambleas generales de accionistas. Las aseguradoras o
reaseguradoras extranjeras podrán establecer sucursales en la República de
Guatemala, conforme lo establece la presente Ley y la reglamentación que para el
efecto emita la Junta Monetaria.

Artículo 7. Autorización. La Junta Monetaria otorgará o denegará la autorización


de constitución de aseguradoras o reaseguradoras nacionales. No podrá
autorizarse la constitución de tales entidades sin dictamen previo favorable de la
Superintendencia de Bancos. El testimonio de la escritura constitutiva junto a la
autorización de la Junta Monetaria, se presentará al Registro Mercantil, quien con
base en tales documentos procederá a efectuar la inscripción conforme a la ley.
Asimismo, corresponde a la Junta Monetaria otorgar o denegar la autorización
para el establecimiento de sucursales de aseguradoras o reaseguradoras
extranjeras autorizadas y supervisadas conforme a la ley de su país de origen y
que en forma habitual realicen actividades de asegurador o reasegurador en dicho
país. No podrá autorizarse el establecimiento de tales sucursales sin dictamen
previo favorable de la Superintendencia de Bancos. Para el efecto se deberá
considerar, entre otros aspectos, que en el país de la aseguradora o
reaseguradora matriz exista supervisión de acuerdo con estándares
internacionales, que el supervisor de la aseguradora o reaseguradora matriz
otorgue su consentimiento para el establecimiento en el país de la sucursal que
corresponda, y que pueda efectuarse intercambio de información entre los
supervisores de ambos países. La Superintendencia de Bancos verificará que,
previo a operar el ramo o ramos de seguros, la entidad haya aportado
íntegramente el capital requerido que para el efecto se establezca en la presente
Ley.

Artículo 8. Dictamen. Para efectos del dictamen para la autorización y constitución


de aseguradoras y reaseguradoras, y para el establecimiento de sucursales de
aseguradoras o reaseguradoras extranjeras, la Superintendencia de Bancos
deberá verificar, mediante las investigaciones que estime convenientes, el
cumplimiento de los requisitos siguientes:

a) Que el estudio de factibilidad presentado sea amplio y suficiente para


fundamentar el establecimiento, operaciones y negocios de la entidad cuya
autorización se solicita, estudio que incluirá sus planes estratégicos;

b) Que el origen y monto del capital, las bases de financiación, la organización y


administración, garanticen razonablemente los riesgos que el público les confíe;

c) Que la solvencia económica, seriedad, honorabilidad y responsabilidad de los


socios fundadores, aseguren un adecuado respaldo financiero y de prestigio para
la entidad;

d) Que la solvencia económica, seriedad, honorabilidad, responsabilidad, así


como los conocimientos y experiencia en la actividad aseguradora o
reaseguradora de los organizadores, los miembros del consejo de administración y
los administradores propuestos, aseguren una adecuada gestión de la entidad. Se
exceptúa el caso de organizadores de sucursales de aseguradoras o
reaseguradoras del exterior, a las que la Superintendencia de Bancos hará las
investigaciones que considere pertinentes;

e) Que las afiliaciones, asociaciones y estructuras corporativas, a su juicio, no


expongan a la futura entidad a riesgos significativos u obstaculicen una
supervisión efectiva de sus actividades y operaciones por parte de la
Superintendencia de Bancos;

f) Que el contenido del proyecto de escritura social se encuentre ajustado a la


legislación de la República de Guatemala; y,

g) Que se ha cumplido con los demás trámites, requisitos y procedimientos


establecidos por la normativa aplicable. Los requisitos, trámites y procedimientos
para la autorización y constitución de las entidades a que se refiere el presente
artículo serán reglamentados por la Junta Monetaria, a propuesta de la
Superintendencia de Bancos. La Junta Monetaria, en cualquier caso, deberá, sin
responsabilidad alguna y previo informe de la Superintendencia de Bancos, y
observando el debido proceso, revocar la autorización otorgada cuando se
compruebe que el o los solicitantes presentaron información falsa. Si la
aseguradora o reaseguradora de que se trate fuere inscrita definitivamente en el
Registro Mercantil y se comprobare el extremo a que se refiere el párrafo anterior,
la Junta Monetaria deberá, previo informe de la Superintendencia de Bancos, y sin
responsabilidad alguna, revocar la autorización otorgada y solicitará a dicho
Registro que proceda, sin responsabilidad de su parte, a cancelar la inscripción
correspondiente.

Artículo 9. Procedimientos.

La solicitud para constituir una aseguradora, reaseguradora o establecer una


sucursal de aseguradora o reaseguradora extranjera en el país, deberá
presentarse a la Superintendencia de Bancos, acompañando la información y
documentación que establezca el reglamento emitido por la Junta Monetaria. La
Superintendencia de Bancos, en el caso de aseguradoras, reaseguradoras o
sucursales de aseguradoras o reaseguradoras extranjeras ordenará, a costa de
los interesados, la publicación en el diario oficial y en otro medio de divulgación
masiva existente en el país, de las solicitudes de autorización que le presenten,
incluyendo los nombres de los organizadores y futuros accionistas, a fin que quien
se considere afectado pueda hacer valer sus derechos ante la autoridad
competente. Las personas jurídicas podrán participar como organizadoras,
accionistas, o con ambas calidades, de aseguradoras o reaseguradoras, siempre
que la estructura de propiedad de las mismas permita determinar con precisión la
identidad de las personas individuales que sean propietarias finales de las
acciones en una sucesión de personas jurídicas. Para los efectos de la literal

c) del artículo 8 de esta Ley,

los interesados deberán proporcionar a la Superintendencia de Bancos la nómina


de los accionistas individuales que posean más del cinco por ciento (5%) del
capital pagado de dichas personas jurídicas, así como cualquier otra información
que la Superintendencia de Bancos considere necesario obtener. Para efectos del
cómputo anterior, se sumarán las acciones del cónyuge e hijos menores de edad.

Cuando los accionistas sean personas jurídicas, la Superintendencia de Bancos


deberá determinar la propiedad de dichas personas jurídicas; cuando por su
naturaleza de empresas públicas no sea posible determinar la identidad a que se
refiere el párrafo anterior, aquéllas deberán demostrar que sus acciones se cotizan
en bolsa en mercados internacionales regulados y que las mismas cuentan con
una calificación de riesgo extendida por una calificadora de riesgo internacional
reconocida por la Comisión de Valores de los Estados Unidos de América
(Securities and Exchange Commission -SEC-). Los plazos a observar en el trámite
de las solicitudes presentadas para constituir una aseguradora, reaseguradora o
para establecer una sucursal de aseguradora o reaseguradora extranjera, serán
reglamentados por la Junta Monetaria a propuesta de la Superintendencia de
Bancos.

Artículo 10.

Inicio de operaciones y apertura. Las aseguradoras o reaseguradoras, previa


autorización de la Superintendencia de Bancos, deberán iniciar operaciones
dentro del plazo de seis (6) meses siguientes a la fecha de notificación de la
autorización para la constitución o para el establecimiento, según corresponda, por
parte de la Junta Monetaria. Este plazo, ante solicitud razonada, podrá ser
prorrogado por la Superintendencia de Bancos por una sola vez, hasta por igual
plazo. Las entidades autorizadas, al estar en condiciones de iniciar operaciones,
deben comunicarlo a la Superintendencia de Bancos, para que autorice el inicio de
las mismas, previa verificación del cumplimiento de los requisitos que establezca
el reglamento emitido por la Junta Monetaria. La falta de inicio de operaciones
dentro del plazo establecido hará caducar automáticamente la autorización
otorgada, debiendo el Registro Mercantil cancelar la inscripción correspondiente,
para cuyo efecto la Superintendencia de Bancos deberá oficiar lo pertinente a
dicho Registro.

Artículo 11.

Modificaciones. La modificación de la escritura constitutiva de las sociedades de


seguros o reaseguros nacionales, o del acuerdo de la casa matriz para el
establecimiento de sucursales de aseguradoras o reaseguradoras extranjeras que
operen en el país, requerirá autorización de la Junta Monetaria previo dictamen
favorable de la Superintendencia de Bancos. La modificación de los instrumentos
indicados que se derive exclusivamente de aumentos del capital autorizado, no
requerirá de dicha autorización. El Registro Mercantil inscribirá las modificaciones
a la escritura social, a solicitud del interesado, quien deberá adjuntar constancia
de la autorización otorgada por la Junta Monetaria, cuando proceda.

Artículo 12.

Fusión o adquisición. La fusión de entidades aseguradoras o reaseguradoras, así


como la adquisición de acciones de una entidad aseguradora o reaseguradora por
otra de similar naturaleza y la cesión de una parte sustancial del balance de una
entidad aseguradora, serán autorizadas o denegadas por la Junta Monetaria. No
podrá otorgarse dicha autorización sin dictamen previo de la Superintendencia de
Bancos. Lo establecido en este artículo será reglamentado por la Junta Monetaria.

Artículo 13.

Uso de nombre. Únicamente las aseguradoras o reaseguradoras autorizadas para


operar en el país conforme a la presente Ley, y los intermediarios de seguros o
reaseguros, así como los ajustadores independientes de seguros debidamente
registrados, podrán usar en su denominación social o nombre comercial las
palabras "seguro", "reaseguro" u otras derivadas de dichos términos, en idioma
español u otro idioma, que califiquen a las actividades que realizan como de
seguros, reaseguros o de intermediación de éstos.

Artículo 14.

Impedimentos. No podrán actuar como organizadores, accionistas o


administradores propuestos de las aseguradoras o reaseguradoras en formación:

a) Los miembros de la Junta Monetaria, así como las autoridades y funcionarios


del Banco de Guatemala y de la Superintendencia de Bancos que intervengan en
su estudio y proceso de autorización;

b) Los menores de edad;

c) Los quebrados o insolventes, mientras no hubieren sido rehabilitados;

d) Los que sean deudores reconocidamente morosos;

e) Los directores y administradores de entidades o empresas en proceso de


ejecución colectiva por requerimiento de la Junta Monetaria o de la
Superintendencia de Bancos;

f) Los condenados por quiebra culpable o fraudulenta;

g) Los condenados por delitos que impliquen falta de probidad;

h) Los condenados por hechos ilícitos relacionados con lavado de dinero u otros
activos, financiamiento del terrorismo o malversación de fondos;

i) Los condenados por la comisión de hechos ilícitos conforme lo tipifica la Ley


Contra la Delincuencia Organizada;

j) Los inhabilitados para ejercer cargos públicos o de administración, o dirección


de aseguradoras, reaseguradoras, o entidades bancarias o financieras, nacionales
o extranjeras; y,
k) Los que por cualquier otra razón sean legalmente incapaces. La
Superintendencia de Bancos velará por el debido cumplimiento de lo dispuesto en
este artículo y, en consecuencia, abrirá la correspondiente investigación a la
posible infracción del mismo, por lo que cuando proceda denegará la participación
de la o las personas que tengan alguno de los impedimentos indicados. Artículo
15. Seguros o reaseguros en el extranjero. Las aseguradoras o reaseguradoras
nacionales podrán establecer sucursales en el extranjero. Para ello, la
Superintendencia de Bancos podrá autorizar la gestión para el establecimiento de
sucursales de aseguradoras o reaseguradoras nacionales en el extranjero,
siempre que en el país anfitrión exista supervisión de acuerdo con estándares
internacionales que permitan realizar supervisión consolidada. Para el efecto será
necesario el consentimiento de la autoridad supervisora del país anfitrión para
intercambiar información. Es obligación de las aseguradoras o reaseguradoras
nacionales informar a la Superintendencia de Bancos cuando las sucursales
inicien operaciones en el extranjero. En caso de incumplimiento, se sancionará de
conformidad con lo que para el efecto establezcan las disposiciones
correspondientes.
ALMACENES GENERALES

Los Almacenes Generales de Depósito -que para los efectos de esta ley y de sus
reglamentos se denominan simplemente "Almacenes"- son empresas privadas,
que tienen el carácter de instituciones auxiliares de crédito, constituidas en forma
de sociedad anónima guatemalteca, cuyo objeto es el depósito, la conservación y
custodia, el manejo y la distribución, la compra y venta por cuenta ajena de
mercancías o productos de origen nacional o extranjero y la emisión de los títulos-
valor o títulos de crédito a que se refiere el párrafo siguiente, cuando así lo
soliciten los interesados. Sólo los Almacenes Generales de Depósito pueden emitir
Certificados de Depósito y Bonos de Prenda, los cuales serán transferibles por
simple endoso. Los primeros acreditan la propiedad y depósito de las mercancías
o productos y están destinados a servir como instrumento de enajenación,
transfiriendo a su adquiriente la propiedad de dichas mercancías o productos. Los
Bonos de Prenda representan el contrato de préstamo con la consiguiente
garantía de las mercancías o productos depositados, y confiere por sí mismos los
derechos y privilegios de un crédito prendario. Las operaciones autorizadas a los
Almacenes Generales de Depósito pueden versar sobre mercancías o productos
individualmente especificados, como cuerpo cierto; sobre mercancías o productos
genéricamente designados, siempre que sean de una calidad y de un tipo
homogéneos, aceptados y usados en el comercio; sobre mercancías o productos
homogéneos depositados a granel en silos o recipientes especiales, adecuados a
la naturaleza de lo depositado; sobre mercancías o productos en proceso de
transformación o beneficio o de producción; y sobre mercancías o productos no
recibidos aún en bodegas de los almacenes, pero que se hallen en tránsito
comprobado hacia ellas.

Capital y Vigilancia.

El capital mínimo de los Almacenes debe ser de doscientos cincuenta mil


quetzales; la constitución de la respectiva empresa no está sujeta a autorización
previa ni a otros trámites que no sean legalmente aplicables a cualquiera otra
sociedad anónima; y para el comienzo de sus operaciones sólo se requiere
dictamen favorable de la Superintendencia de Bancos y autorización de la Junta
Monetaria, los cuales deben darse siempre que los organizadores interesados
comprueben que han cumplido con las disposiciones de esta Ley y sus
Reglamentos. Todo Banco puede suscribir y poseer acciones de un Almacén
hasta por un valor total de diez por ciento de su propio capital pagado y reservas
legales; y los directores o funcionarios de los Bancos pueden ser directores o
funcionarios de los Almacenes y viceversa. Corresponde al Organismo Ejecutivo
dictar las normas reglamentarias de esta Ley, por conducto de los Ministerios de
Economía y Agricultura, a propuesta de la Junta Monetaria y con previa audiencia
a los Almacenes autorizados para operar en el país, y a la Superintendencia de
Bancos le compete la vigilancia de los Almacenes con el exclusivo objeto de
estimular su desarrollo, garantizar su solvencia y los intereses del público
depositante y evitar que funcionen como tales los que no se ajusten a las
disposiciones de la presente Ley y sus Reglamentos. Los almacenes contribuirán
al sostenimiento de la Superintendencia de Bancos con una cuota fija anual que
determinará la Junta Monetaria, a propuesta razonada de la Superintendencia de
Bancos y tomando en consideración los costos que para esta entidad represente
la vigilancia antes indicada.

Funciones.

Además de las funciones que se especifican en la presente ley o que determinen


sus Reglamentos, los almacenes Generales de Depósito pueden:

a) Expedir Certificados de Depósito y Bonos de Prenda sobre mercancías o


productos en proceso de transformación o de beneficio, en cuyo caso debe
expresarse tal circunstancia en los respectivos títulos y precisarse el producto o
productos que se van a obtener y el seguro que los cubra, a satisfacción del
almacén;

b) Expedir los mismos títulos-valor, sobre mercancías o productos en tránsito,


siempre que el depositante y el acreedor prendario lo soliciten y se
responsabilicen de las pérdidas o mermas que puedan ocurrir, que los productos o
mercancías estén asegurados a satisfacción del almacén y que los documentos de
porte se emitan o endosen a favor de este último;

c) Negociar los títulos que emitan, de conformidad con esta ley, por cuenta de los
respectivos depositantes; y avalar el pago de Bonos de Prenda que emitan, por un
máximum del 60% del valor real de los productos o mercancías, en cuyo caso, si
hubiere mora, los almacenes quedan obligados a vender directamente, sin más
trámite, los bienes pignorados, por un precio que cubra su responsabilidad; y
gozan de un plazo no menor de sesenta días para el pago, contado desde el
vencimiento del título;

d) Colaborar en la importación o exportación de mercancías o productos, por


cuenta ajena, tramitando los documentos correspondientes siempre que los
trámites se refieran exclusivamente por su orden, a mercancías o productos que
van a ser depositados o que estén depositados en el almacén de que se trate;

e) Colaborar con los productores que sean sus clientes en la obtención del
financiamiento necesario para estimular las exportaciones guatemaltecas;
f) Coadyuvar en la transformación o beneficio de las mercancías o productos
depositados, a fin de aumentar su valor, sin variar sustancialmente su naturaleza,
por cuenta del respectivo depositante y previa solicitud escrita de éste;

g) Colaborar con empresas industriales en la importación de materias primas,


elaboradas o semielaboradas, para ser procesadas en el país por dichas
empresas, con obligación de exportar los correspondientes artículos
manufacturados. En uno u otro caso los almacenes se deben limitar a actuar por
cuenta y en nombre de tales fabricantes y a cerciorarse de que la mano de obra
nacional se incorpore a las materias primas extranjeras. Para que dichos
fabricantes no cubran derechos de importación sobre esas materias primas, deben
emplear trabajadores guatemaltecos en la proporción mínima legal y no vender
esos productos elaborados dentro del territorio nacional. Para este último efecto, el
dueño de dichas materias primas debe contar con el respaldo de un almacén o
con la fianza que éste determine, expedida por una empresa afianzadora
autorizada para operar en el país. Los mencionados productos elaborados pueden
ser vendidos en Guatemala, previo pago de los derechos aduanales e impuestos
correspondientes, salvo que el fabricante goce de alguna exoneración legal
temporal, concedida conforme a las leyes que estén en vigor;

h) Almacenar mercancías o productos terminados que no hayan pagado derecho


de importación, a cuyo efecto el reglamento debe determinar las precauciones que
deben observar los almacenes para salvaguardar los intereses del Fisco. En estos
casos los bienes almacenados quedan pignorados de pleno derecho, a favor del
Estado y con preferencia absoluta sobre cualquier otro gravamen, por el monto de
las sumas adecuadas al Fisco; y a su debido tiempo si no se cubrieren los
mencionados derechos de importación, los almacenes quedan obligados a vender
directamente, sin más trámite, los bienes pignorados, para con su producto cubrir,
en primer término, las acreedurías a favor del Estado y los gastos del almacenaje
y, si hubiere sobrante, para ponerlo a la orden de los depositantes;

i) Recibir mercaderías en consignación, para entregarlas parcial o totalmente a sus


destinatarios, previo pago de su valor y de las comisiones y gastos incurridos;

j) Actuar como corresponsales de otras instituciones análogas, especialmente de


almacenes constituidos en otros países del Mercado Común Centroamericano;

k) Exigir el seguro que a su juicio sea necesario, sobre las mercancías o productos
depositados o, en proceso de depósito y tomarlo por cuenta ajena;

l) Proceder a la venta directa o al remate de los bienes depositados, en los casos


que esta ley determina;
m) Prestar todos los servicios técnicos necesarios para garantizar la conservación
y salubridad de las mercancías o productos depositados;

n) Rendir al Ministerio de Economía los datos estadísticos globales que se les


soliciten, para evitar acaparamiento, con fines especulativos de mercancías o
productos;

o) Gestionar créditos para los depositantes, sin responsabilidad para los


almacenes;

p) Otorgar crédito directo a los depositantes, hasta por el veinte por ciento del
valor de mercado de las mercancías o productos en proceso de depósito o ya
depositados, exclusivamente para financiar los gastos que se ocasionen por
concepto de transporte, seguros, empaques, limpieza y desecación de dichas
mercancías o productos. A este efecto, los almacenes han de anotar el monto del
crédito en los respectivos Certificados de Depósito;

q) Prestar servicios de inventario a sus clientes, en relación a las mercancías o


productos depositados, a cuyo efecto debe darse fe a lo que sobre el particular
certifiquen conjuntamente, bajo su responsabilidad, el representante legal y el
auditor del respectivo almacén; y

r) Efectuar todas las demás operaciones complementarias que tengan relación con
su objeto y que no contravengan las disposiciones legales que fueren aplicables.

Ley de bancos
DECRETO NUMERO 16-2002 EL CONGRESO DE LA REPUBLICA DE
GUATEMALA CONSIDERANDO: Que en Guatemala la legislación bancaria
vigente data de los años 1945 y 1946, cuando fue emitido, entre otros, el Decreto
Número 215 del Congreso de la República, Ley Orgánica del Banco de
Guatemala, por lo que es conveniente adecuar el referido marco legal a los
cambios que se han generado en los mercados financieros y a las prácticas
modernas de implementación de la política monetaria y financiera.

CONSIDERANDO: Que a la luz del desarrollo financiero se hace necesario emitir


la normativa apropiada para que el país cuente con un Banco Central moderno,
cuya autonomía se vea fortalecida, a fin de ejercer el control monetario y utilizar
los instrumentos que más convengan para el logro del objetivo fundamental de
dicho Banco.

CONSIDERANDO: Que la estabilidad en el nivel general de precios, como objetivo


fundamental del Banco de Guatemala, es la mejor contribución de éste para
promover la creación y el mantenimiento de las condiciones monetarias,
cambiarias y crediticias más favorables al desarrollo ordenado de la economía
nacional, así como para fortalecer el buen funcionamiento del sistema financiero
del país, por lo que es menester consagrar en la Ley dicho objetivo fundamental.

CONSIDERANDO: Que es indispensable incorporar a la legislación bancaria


cambios que se traduzcan en elementos importantes para fortalecer la gestión de
la política monetaria, en un entorno moderno y dinámico, toda vez que reviste
fundamental importancia el hecho de que el Banco Central implemente un proceso
de transparencia y rendición de cuentas ante la sociedad, referente a las medidas
adoptadas para el logro de su objetivo fundamental. POR TANTO: En ejercicio de
las atribuciones que le confiere el artículo 171 literal a) de la Constitución Política
de la República de Guatemala.

DECRETA: La siguiente: LEY ORGANICA DEL BANCO DE GUATEMALA TITULO


I OBJETIVO Y LOS ASPECTOS FINANCIEROS Y CONTABLES CAPITULO I
OBJETO, NATURALEZA Y OBJETIVO

ARTICULO 1. Objeto. La presente Ley tiene por objeto normar lo atinente a la


estructura y funcionamiento del Banco de Guatemala a que se refiere el artículo
132 de la Constitución Política de la República de Guatemala.

ARTICULO 2. Naturaleza. El Banco de Guatemala, como Banco Central de la


República, quien en el texto de esta Ley podrá denominarse, indistintamente, el
Banco o Banco Central, es una entidad descentralizada, autónoma, con
personalidad jurídica, patrimonio propio, con plena capacidad para adquirir
derechos y contraer obligaciones, de duración indefinida y con domicilio en el
Departamento de Guatemala.

ARTICULO 3. Objetivo fundamental. El Banco de Guatemala tiene como objetivo


fundamental, contribuir a la creación y mantenimiento de las condiciones más
favorables al desarrollo ordenado de la economía nacional, para lo cual, propiciará
las condiciones monetarias, cambiarias y crediticias que promuevan la estabilidad
en el nivel general de precios.

ARTICULO 4. Funciones. El Banco de Guatemala tiene, entre otras que determine


la presente Ley, las funciones siguientes:

a) Ser el único emisor de la moneda nacional;


b) Procurar que se mantenga un nivel adecuado de liquidez del sistema bancario,
mediante la utilización de los instrumentos previstos en la presente Ley;

c) Procurar el buen funcionamiento del sistema de pagos;

d) Recibir en depósito los encajes bancarios y los depósitos legales a que se


refiere esta Ley;

e) Administrar las reservas monetarias internacionales, de acuerdo con los


lineamientos que dicte la Junta Monetaria; y,

f) Las demás funciones compatibles con su naturaleza de Banco Central que le


sean asignadas por mandato legal. Las funciones a que se refiere el presente
artículo se ejercerán sin menoscabo de alcanzar el objetivo fundamental
establecido en el artículo 3 de esta Ley.

CAPITULO II FONDO DE GARANTIA Y ASPECTOS FINANCIEROS Y


CONTABLES ARTICULO 5. Fondo de Garantía. El Banco de Guatemala cuenta
con un Fondo de Garantía constituido por el aporte que para la creación del Banco
Central efectuó el Estado, por las capitalizaciones autorizadas hasta el momento
de entrar en vigencia la presente Ley, y por el capital proveniente del Fondo de
Regulación de Valores, de conformidad con lo previsto en el artículo 75 de esta
Ley. El Fondo de Garantía podrá ser aumentado con los excedentes netos a que
se refiere la literal a) del artículo 8 de la presente Ley, así como mediante aportes
del Estado.

ARTICULO 6. Inembargabilidad del Fondo de Garantía. El Fondo de Garantía del


Banco de Guatemala no es transferible ni susceptible de embargo.

ARTICULO 7. Ejercicio contable y su resultado. El ejercicio contable del Banco


Central corresponderá a la duración del año calendario. Para cada ejercicio
contable, los excedentes o deficiencias netos del Banco de Guatemala se
integrarán con la suma de los productos menos los gastos operativos netos
percibidos y realizados; dentro de tales gastos se incluirá el costo derivado de la
ejecución de la política monetaria, cambiaria y crediticia determinada por la Junta
Monetaria.

ARTICULO 8. Asignación de los excedentes netos. Los excedentes netos


derivados de las operaciones del Banco de Guatemala, en cualquier ejercicio
contable, deberán ser distribuidos en el orden siguiente:

a) Un porcentaje de los excedentes netos deberá asignarse para incrementar el


Fondo de Garantía del Banco Central, hasta alcanzar un nivel equivalente a cinco
por ciento (5%) del monto agregado de los pasivos del Banco Central al final del
ejercicio contable en que se generaron los excedentes. Para los propósitos de
este cálculo, el monto agregado de los pasivos del Banco de Guatemala deberá
ser siempre la suma de los saldos de: i) La cuenta Numerario Nacional; ii) Los
títulos emitidos por el Banco de Guatemala, en circulación; iii) Los certificados de
depósito a plazo expedidos; y, iv) Los depósitos constituidos en el Banco de
Guatemala.

b) Otro porcentaje de los excedentes netos se destinará para incrementar la


reserva general del Banco Central hasta alcanzar un nivel equivalente al monto del
Fondo de Garantía; la reserva general puede ser utilizada únicamente para
compensar deficiencias netas operativas del Banco Central; y,

c) Cualquier excedente neto residual, después de alcanzar los montos


establecidos en los incisos

a) y

b) anteriores, se trasladará al Organismo Ejecutivo, por medio del Ministerio de


Finanzas Públicas, dentro del mes siguiente a la finalización del ejercicio contable,
excedente que pasará a formar parte del Presupuesto General de Ingresos y
Egresos del Estado de ese ejercicio fiscal. La distribución de los excedentes netos
del Banco de Guatemala deberá ser decidida por la Junta Monetaria en el mes
siguiente al cierre del ejercicio contable.

ARTICULO 9. Asignación de las deficiencias netas. Si después de cubrir sus


gastos de funcionamiento, los ingresos del Banco de Guatemala no son
suficientes para cubrir el costo de ejecución de la política monetaria, cambiaria y
crediticia determinada por la Junta Monetaria, la deficiencia resultante será
aplicada en el orden siguiente:

a) Con cargo a la cuenta Reserva General; y, b) Si el saldo de la cuenta


Reserva General no dispone de suficientes recursos o activos
extraordinarios para cubrir total o parcialmente las deficiencias netas, éstas
serán absorbidas por el Estado, la Junta Monetaria en un plazo que no
exceda de treinta (30) días de finalizado el ejercicio contable de que se trate
iniciará los trámites correspondientes ante el Organismo Ejecutivo por
intermedio del Ministerio de Finanzas Públicas para que el monto a que
asciendan las deficiencias no cubiertas sean incluidas en el proyecto de
Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado del ejercicio fiscal
siguiente, en cuyo caso el Ministerio de Finanzas Públicas deberá prever
que se cubran dichas deficiencias netas con bonos del tesoro u otros
instrumentos financieros de que disponga dicho Ministerio, los cuales
devengarán tasas de interés de mercado y que podrán ser negociados por
el Banco de Guatemala en el mercado secundario nacional o internacional.

ARTICULO 10. Excedentes o deficiencias netos del Banco Central por valuación
de activos no realizados. Los excedentes o deficiencias netos del Banco de
Guatemala por valuación de activos y pasivos expresados en monedas
extranjeras, derivada de las variaciones del tipo de cambio del Quetzal, no se
considerarán como parte de los productos o gastos operativos. En ese sentido,
éstos se registrarán periódicamente por separado en cuentas del Balance General
denominadas: "Cuenta Activa de Diferenciales Cambiarias" o "Cuenta Pasiva de
Diferenciales Cambiarias", según corresponda. Los excedentes o deficiencias
netos del Banco de Guatemala por valuación del oro monetario, que forma parte
de sus activos, derivada de la fluctuación de los precios internacionales de
mercado de dicho metal, no se considerarán como parte de los productos o gastos
operativos. En ese sentido, también se registrarán periódicamente en las cuentas
denominadas "Cuenta Activa de Revaluación de Activos" o "Cuenta Pasiva de
Revaluación de Activos", según corresponda. Al efectuarse el cierre del ejercicio
contable, los saldos de las cuentas Activa y Pasiva de Diferenciales Cambiarias y
de Revaluación de Activos se compensarán entre sí, y el resultado neto se
registrará en la cuenta "Reservas por Valuación" que forma parte del Balance
General del Banco de Guatemala.

ARTICULO 11. Elaboración de estados financieros. Para la elaboración de los


estados financieros del Banco de Guatemala se observarán las normas y
principios de contabilidad generalmente aceptados, así como los estándares
internacionales adoptados por la Junta Monetaria a propuesta de la
Superintendencia de Bancos.

ARTICULO 12. Auditoria externa. Los estados financieros del Banco de


Guatemala deberán ser dictaminados y certificados anualmente por una firma de
auditoria externa de reconocida experiencia y reputación, para cuyo efecto la
Junta Monetaria autorizará la contratación de la misma.
BOLSA DE VALORES

La bolsa de valores es una organización privada que brinda las facilidades


necesarias para que sus miembros, atendiendo los mandatos de sus clientes,
introduzcan órdenes y realicen negociaciones de compra y venta de valores, tales
como acciones de sociedades o compañías anónimas, bonos públicos y privados,
certificados, títulos de participación y una amplia variedad de instrumentos de
inversión.

El mercado de capitales constituye un mecanismo de ahorro e inversión que sirve


de respaldo a las actividades productivas y la Bolsa es una institución apropiada
para lograr este objetivo.

La negociación de los valores en los mercados bursátiles se hace tomando como


base unos precios conocidos y fijados en tiempo real, en un entorno seguro para
la actividad de los inversores y en el que el mecanismo de las transacciones está
totalmente regulado, lo que garantiza la legalidad, la seguridad y la transparencia.

Las bolsas de valores fortalecen al mercado de capitales e impulsan el desarrollo


económico y financiero en la mayoría de los países del mundo, donde existen en
algunos casos desde hace siglos, a partir de la creación de las primeras entidades
de este tipo creadas en los primeros años del siglo XVII.

La institución Bolsa de Valores, de manera complementaria en la economía de los


países, intenta satisfacer tres grandes intereses:

El de la empresa, porque al colocar sus acciones en el mercado y ser adquiridas


por el público, obtiene de este el financiamiento necesario para cumplir sus fines y
generar riqueza.

El de los ahorradores, porque estos se convierten en inversores y pueden obtener


beneficios (aunque también pueden no obtenerlos, ya que como toda inversión es
un riesgo) gracias a los dividendos que les reportan sus acciones.

El del Estado, porque ─también en la Bolsa─ el Estado dispone de un medio para


financiarse y hacer frente al gasto público, así como adelantar nuevas obras y
programas de alcance social.

Los participantes de la Bolsa son básicamente los demandantes de capital


(empresas, organismos públicos o privados y otras entidades), los oferentes de
capital (ahorradores, inversionistas) y los intermediarios.
La negociación de valores en las bolsas se efectúa a través de los miembros de la
bolsa, conocidos usualmente con el nombre de corredores, operadores
autorizados de valores, sociedades de corretaje de valores, casas de bolsa,
agentes o comisionistas, según la denominación que reciben en cada país,
quienes hacen su labor a cambio de una comisión. En numerosos mercados, otros
entes y personas también tienen acceso parcial al mercado bursátil, como se
llama al conjunto de actividades de mercado primario y secundario de transacción
y colocación de emisiones de valores de renta variable y renta fija.

Hoy día, los sistemas de bolsas de valores funcionan con unos métodos de
pronóstico que permiten a las corporaciones y a los inversores tener un marco de
cómo se comportará el mercado en el futuro y por ende tomar buenas decisiones
de cartera. Estos sistemas funcionan a base de datos históricos y matemáticos.

Para cotizar sus valores en la Bolsa, las empresas primero deben hacer públicos
sus estados financieros, puesto que a través de ellos se pueden determinar los
indicadores que permiten saber la situación financiera de las compañías. Las
bolsas de valores son reguladas, supervisadas y controladas por los Estados
nacionales, aunque la gran mayoría de ellas fueron fundadas en fechas anteriores
a la creación de los organismos supervisores oficiales.

Existen varios tipos de mercados: el mercado de dinero o mercado monetario, el


mercado de valores, el mercado de opciones, futuros y derivados financieros, y los
mercados de productos. Asimismo, pueden clasificarse en mercados organizados
y mercados de mostrador.

Las bolsas de valores

Características

 Rentabilidad: La rentabilidad financiera es un proceso en el que el inversor


intenta recuperar su dinero con un valor añadido.
 Seguridad: La Bolsa es un mercado de renta variable, es decir, los valores
van cambiando de valor tanto al alza como a la baja y todo ello conlleva un
riesgo. Este riesgo se puede hacer menor si se mantienen títulos a lo largo
del tiempo, con lo que la probabilidad de que la inversión sea rentable y
segura es mayor. Por otra parte, conviene diversificar la compra de títulos,
esto es, adquirir más de una empresa.
 Liquidez: facilidad que ofrece este tipo de inversiones de comprar y vender
rápidamente.

Participantes
 Intermediarios: casas de bolsa, agentes de bolsa, sociedades de corretaje y
bolsa, sociedades de valores y agencias de valores y bolsa.
 Inversionistas:
o Inversionistas a corto plazo, que arriesgan mucho buscando altas
rentabilidades.
o Inversionistas a largo plazo, que buscan rentabilidad a través de
dividendos, ampliaciones de capital y otras estrategias.
o Inversionistas adversos al riesgo, que invierten preferiblemente en
valores de renta fija del Estado, en muchos casos de baja
rentabilidad como por ejemplo letras del Tesoro o bonos.
 Empresas y estados, empresas, organismos públicos o privados y otras
entes.

Funciones económicas

Las bolsas de valores cumplen entre otras las siguientes funciones:

 Canalizan el ahorro hacia la inversión, contribuyendo así al proceso de


desarrollo económico.
 Ponen en contacto a las empresas y entidades del Estado necesitadas de
recursos de inversión con los ahorradores.
 Confieren liquidez a la inversión, de manera que los tenedores de títulos
pueden convertir en dinero sus acciones u otros valores con facilidad.
 Certifican precios de mercado.
 Favorecen una asignación eficiente de los recursos.
 Contribuyen a la valoración de activos financieros.

Por otra parte, las bolsas están sujetas a los riesgos de los ciclos económicos y
sufren los efectos de los fenómenos psicológicos que pueden elevar o reducir los
precios de los títulos y acciones, siendo consideradas un instrumento de medición
del impacto de los acontecimientos económicos, políticos y sociales y por eso se
dice que las bolsas son o pueden ser un barómetro del comportamiento de las
economías de los países.

El término “bolsa de comercio”

En algunas ciudades, por razones históricas, algunos de estos centros de


transacción son conocidos con el nombre de "Bolsa de Comercio", por ejemplo en
Buenos Aires y en Santiago, pero en realidad lo que se negocia son valores y no
mercancías ni otros activos, y por eso la mayoría se denominan “bolsa de valores”.
Supervisión, regulación y funcionamiento

En la mayoría de los países es necesaria la aprobación de la Comisión o


Superintendencia Nacional de Valores, según sea el caso, para que títulos o
certificados privados puedan ser negociados en la bolsa. Generalmente los títulos
públicos, emitidos por los gobiernos, no requieren tal autorización.

Estos organismos cumplen funciones de supervisión, regulación y control de


bolsas de valores, cajas de valores, corredores de valores, asesores de inversión,
empresas emisoras de valores, contadores y calificadoras de riesgo, entre otras
entidades y personas. Sin embargo, cuando los mecanismos de control fallan,
pueden producirse desastres financieros como el de 1929. Conviene señalar que
las crisis de los mercados bursátiles, financieros y de crédito llevan a promulgar
nuevas leyes y normativas para lograr un funcionamiento más seguro de los
mercados.

Bolsas de derivados y de materias primas

Desde hace muchos años existen otras entidades, igualmente reguladas y


controladas por las comisiones de valores, que sirven de escenario para la
transacción de derivados. En los mercados de derivados, se contratan y negocian
instrumentos como futuros, opciones y swaps. Un ejemplo es el Mercado Oficial
de Futuros y Opciones Financieros en España.

Bolsas agrícolas

Constituyen otro tipo de bolsas de insumos y productos agropecuarios, como


Bolpriaven de Venezuela, donde se negocian contratos de compra venta de
productos, insumos y servicios de origen o destino agropecuario y certificados
ganaderos, certificados de depósito y bonos de prenda, entre otros instrumentos,
de manera regulada y bajo supervisión de la Comisión Nacional de Valores.

El mercado estadounidense

NYSE Euronext

NYSE Euronext es una corporación estadounidense-europea con fines de lucro,


que opera múltiples valores bursátiles, principalmente en la Bolsa de Valores de
Nueva York (New York Stock Exchange, NYSE), el europeo Euronext, y el NYSE
Arca (anterior red de transacciones Archipelago Exchange que operaba
especialmente en Chicago). NYSE Euronext nació en 2007 de la fusión de la
NYSE con Euronext.
Euronext era una gran bolsa de valores europea, surgida de la fusión de las bolsas
de París, Ámsterdam, Bruselas, Lisboa y Oporto y del London International
Financial Futures and Options Exchange (LIFFE).

NYSE Euronext es actualmente, sin duda, la principal plaza financiera mundial.


Sólo la Bolsa de Nueva York cuenta con un volumen anual de transacciones de 21
mil millones de dólares, incluyendo los 7,1 mil millones de compañías no
estadounidenses.

En noviembre de 2013, InterContinental Exchange (ICE) completó la adquisición


de NYSE Euronext, creando la principal red mundial de mercados regulados y
sistemas de compensación.

NASDAQ

NASDAQ ('National Association of Securities Dealers Automated Quotation') es la


bolsa de valores electrónica y automatizada más grande de los Estados Unidos,
con más de 3.800 compañías y corporaciones. Tiene más volumen de intercambio
por hora que cualquier otra bolsa de valores en el mundo.[cita requerida]

Tiene listadas más de 7.000 acciones de pequeña y mediana capitalización. Se


caracteriza por comprender las empresas de alta tecnología en electrónica,
informática, telecomunicaciones, biotecnología, y muchas otras más. Sus índices
más representativos son el Nasdaq 100 y el Nasdaq Composite. Su oficina
principal está en Nueva York y su actual director ejecutivo es Robert Greifeld.

Fue fundada por la National Association of Securities Dealers (NASD) y se


privatizó en una serie de ventas en el 2000 y el 2001. Pertenece y es operada por
la compañía NASDAQ Stock Market, la cual fue listada en su propio sistema de
intercambio accionario en el 2002 (NASDAQ: NDAQ).

La Nasdaq tiene su raíz en la petición del Congreso de los Estados Unidos a la


comisión que regula la bolsa (Securities and Exchange Commission, SEC) de que
realizara un estudio sobre la seguridad de los mercados. La elaboración de este
informe detectó que los mercados no regulados eran poco transparentes. El SEC
propuso su automatización y de ahí surgió el NASDAQ Stock Market, cuya primera
sesión se llevó a cabo el 8 de febrero de 1971.

Entre 1997 y 2000, impulsó a 1.649 empresas públicas y en el proceso generó


316,5 miles de millones de dólares. Después de una profunda reestructuración en
el 2000, Nasdaq se convirtió en una empresa con fines de lucro y totalmente
regida por accionistas. Actualmente continúa incrementando su capacidad en el
volumen de transacciones, siendo capaz de transaccionar 6 mil millones de
acciones en un día. Hoy día, la sede de Nasdaq está alojada en un edificio del
Times Square en Nueva York y se ha convertido en una atracción turística para los
visitantes que acuden a la ciudad.

Otros

Mención aparte merecen algunos mercados transaccionales como la Chicago


Mercantile Exchange, fundada en 1848. Esta bolsa es líder en negociación de
contratos a futuro en el comercio de bienes básicos agrícolas y también ha
incursionado en la negociación de futuros sobre bienes básicos agrícolas ya que si
ustedes ven la bolsa de valores hoy en día ha caído mucho, porque no hay ni
oferta ni demanda de perecederos y bienes básicos no agrícolas.

En 1975, la Bolsa de Comercio de Chicago introdujo el primer contrato a futuro


sobre un activo financiero y a partir de entonces ha sido pionera en la negociación
de futuros sobre títulos y notas del Tesoro Americano, índices accionarios y otros.
En 1982 se comenzaron a realizar opciones sobre contratos futuros.

Otro de los más importantes mercados de este tipo, también estadounidense, es el


Nueva York Mercantile Exchange. Fundado en 1872 para negociar queso,
manteca, y huevos, cambió su énfasis para cubrir contratos de futuros en platino,
paladio, y energía (petróleo crudo, gasolina, etc.), así como también opciones en
algunos de sus contratos. Sus dos divisiones principales son un mercado de
cambio de monedas y un mercado de materias primas.
ENTIDADES MUTUALISTAS

Existen muchas empresas en las que el titular residual es el cliente,

(mutuas o cooperativas de consumo o vivienda). Legalmente, se denominan


mutuas a las de seguros pero cooperativas a las de consumo o vivienda. Los
beneficios que se obtengan se destinan a reducir el precio que los clientes pagan
por el producto que les suministra la empresa de la que son propietarios.

En cierto sentido, una mutua es la respuesta simétrica del mercado a un


monopolio de oferta. Si hay un monopolista en un mercado, los consumidores
sometidos a él podrían ponerse de acuerdo y “comprar” al monopolista eliminando
así la explotación y las ineficiencias asociadas al monopolio. Si eso no ocurre es
porque los costes de acción colectiva de los consumidores del producto
monopolizado para ponerse de acuerdo y comprar la empresa monopolística son
muy elevados (todos los consumidores individualmente preferirán que sean otros
los que acaben con el monopolio para aprovecharse de su fin pero sin contribuir a
la labor – free riding). La alternativa a comprar la empresa monopolística – cuando
ni siquiera haya aparecido – es que los clientes se pongan de acuerdo para
autosuministrarse el producto o servicio. De este modo, una mutua de los
habitantes de una ciudad para proveerse de servicios de luz, agua o teléfono o de
servicios bancarios puede explicarse como un caso en el que dichos costes no
han sido tan elevados como para impedir el acuerdo. Obsérvese que la mutua es
la forma natural de organización en estos casos porque la posición de cada uno de
los miembros es una y única: la de cliente del monopolista.

Así las cosas, es probable que florezcan las mutuas (i) en sectores de oferta
monopolística y, en general, (ii) en sectores donde el conflicto entre accionistas y
acreedores sea muy intenso y, por tanto, exista un fallo de mercado tan brutal que
otras formas de empresa fracasen en la prestación de los servicios
correspondientes. No es de extrañar, pues, que la prestación de servicios como el
teléfono o la electricidad se organizara en forma de mutua cuando eran
actividades que se consideraban “monopolios naturales”. Es frecuente que los
ayuntamientos o gobiernos locales, en general, presten estos servicios si no son
los propios ciudadanos los que toman la iniciativa v., para una comparación entre
lo que ocurrió a principios de siglo con la provisión de electricidad y lo que sucede
ahorra con la extensión del acceso a internet en el medio rural, Rooselvet dijo, en
1932 que la propiedad colectiva de una compañía eléctrica podía estar justificada
en casos extremos como éstos, es decir, cuando el mercado no presta
adecuadamente los servicios (piénsese que los Estados Unidos siempre vieron
con recelo la participación pública en la actividad económica:
“Yo compararía el derecho de la gente a ser la propietaria y a gestionar su
compañía de electricidad con una buena vara, que se deja en el armario y se saca
de él solo cuando el niño se comporta tan mal que una mera regañina no sirve de
nada”

También son frecuentes las empresas mutualistas cuando el Estado privatiza una
actividad y le “encarga” a una empresa privada la gestión de un servicio esencial
para un determinado sector. En tal caso, es probable que el Estado obligue a que
en el accionariado de dicha sociedad participen todos los futuros clientes.
Piénsese, por ejemplo, en la compañía dueña de la red de transporte de
electricidad o de los oleoductos/gaseoductos (Ley 34/1998, de 7 de octubre, del
sector de hidrocarburos) o en las sociedades titulares de las bolsas (Ley del
Mercado de Valores). Y tampoco es extraño que en el sector financiero, donde la
reserva fraccionaria facilita sobremanera la explotación de los depositantes por
parte de los accionistas o gestores, hayan florecido las mutuas. Al igual que ocurre
con las cooperativas, a menudo las empresas controladas por sus clientes
adoptan una forma distinta de la mutua, esto es, son sociedades de capital y,
singularmente, agrupaciones de interés económico.

Los costes iniciales de organizar una empresa como una mutua son más elevados
que los de organizar una sociedad anónima o limitada

La razón es que los mutualistas soportan elevados costes de acción colectiva


porque han de ser muy numerosos y han de poder coordinarse para constituir la
mutua. Y se necesita, normalmente, de un “emprendedor” que coordine a esos
clientes. Pero estos fundadores que organizan una cooperativa o una mutua en
lugar de una sociedad anónima no retienen una parte significativa de los
beneficios de la empresa, sino que estos se comparten entre los cooperativistas o
mutualistas.

“En consecuencia, a menos que el emprendedor tenga una preferencia intensa por
el bienestar de los demás o a no ser que la cooperativa proporcione ventajas
excepciones en relación con la propiedad capitalista, no se fundarán
cooperativas”.

No es extraño que sean instituciones sin ánimo de lucro o filántropos sociales los
que están en el origen de muchas cooperativas o mutuas. Y que twitter no se haya
convertido en una mutua propiedad de sus usuarios.

Sin embargo, los mercados generan incentivos para crear cooperativas


precisamente como solución a fallos de mercado que hacen que las empresas
capitalistas sean menos eficientes, como los que hemos descrito más arriba. En
efecto, nada impide que el emprendedor obtenga beneficios que superen los
costes de emprender, sobre todo, en términos de dispersión del riesgo. Los
beneficios personales pueden derivar de su condición de administrador de la
cooperativa o de prestador de servicios a la cooperativa (lo que podía haber hecho
Uber respecto a los taxistas). Las cooperativas de vivienda, por ejemplo, son
iniciadas normalmente por un promotor inmobiliario que organiza a los particulares
interesados en adquirir una y que se beneficia del precio que cobra a la
cooperativa por la prestación de servicios de gestión. Además, ser gestor de la
cooperativa le permite iniciar otros negocios por su cuenta. Y, del lado de los
costes, no necesita financiación – que adelantan los cooperativistas – ni asume
riesgos. La mayoría de los emprendedores – piénsese en los médicos que forman
un hospital – pueden obtener una parte sustancial de los beneficios por vías
distintas al reparto de los dividendos. Además, las cooperativas y las mutuas
suelen ser negocios de gestión muy sencilla, lo que reduce los costes de los
fundadores.

En todo caso, la forma de sociedad anónima o limitada es tan flexible que puede
imbuirse de los principios cooperativistas, simplemente, organizando el capital de
modo que cada accionista tenga una acción y, por lo tanto, un voto y previendo un
mercado interno para las participaciones. Así están organizados muchos clubes
deportivos con la ventaja de que se atribuye la propiedad de las instalaciones a los
socios que retienen así la cuota de liquidación correspondiente.

Las cooperativas de proveedores existen por las mismas razones que mueven a
las empresas a integrarse verticalmente: el mercado puede estar dominado por los
compradores (cfr. la relación entre agricultores o ganaderos e industria
agroalimentaria) o hay economías de escala (en la adquisición de insumos o en la
prestación de servicios a los productores) o de producción conjunta (esto es, de
realizar bajo una misma empresa determinadas actividades de producción y
transformación o distribución) o hay que realizar inversiones específicas para
incrementar la eficiencia de la producción por parte de los proveedores que no
puede conseguirse a través de contratos con la empresa transformadora.

En fin, las empresas mutualistas tienden a ser más longevas que las capitalistas.
En la medida en que los miembros carecen de derechos en la liquidación o sus
derechos de propietarios son limitados, tienen también menos incentivos para
liquidar la cooperativa.

Las mutuas se han desarrollado especialmente en el sector financiero:


seguros y banca

Así, los titulares residuales de la Mutua Madrileña Automovilista son sus


mutualistas-clientes, de forma que los beneficios que la actividad aseguradora
produzca se destinan o deberían destinarse a disminuir la prima anual que han de
pagar como contrapartida a la cobertura del riesgo de accidente automovilístico.
En el caso de los seguros, parece razonable tener en cuenta, además, los
aspectos relativos al riesgo y a la iliquidez. Mientras que en una compañía de
seguros que sea una sociedad anónima, el riesgo se traslada –previa distribución
– de los asegurados a los accionistas, que pueden diversificarlo en el mercado de
capitales, en las mutuas, el riesgo se distribuye entre los mutualistas pero no se
traslada a terceros. Cabe esperar, pues, que las mutuas sean más escrupulosas
en la selección de los riesgos que cubren (en la selección de los que admiten
como mutualistas) que las sociedades anónimas de seguros. Además, el
mutualista ha de ser compensado, en comparación con el accionista, por la
iliquidez de su posición como propietario ya que no puede deshacerse de esta
condición sin perder, simultáneamente la condición de asegurado.

Así, las mutuas no se desarrollaron en el comercio marítimo precisamente porque


los riesgos a los que estaban sometidos los mutualistas – los riesgos del comercio
por mar – no eran homogéneos.

Los bancos de carácter mutualista surgen con dos estructuras de propiedad:


bancos de depósito y bancos de crédito. Los bancos de depositantes surgen para
proporcionar a las clases más bajas una posibilidad de invertir sus ahorros. No son
auténticas mutuas porque los depositantes carecen de verdaderos derechos de
control y acceso a los rendimientos residuales aunque son beneficiarios de la
actividad del banco porque los excedentes se destinan a mejorar la retribución de
sus depósitos. Por eso pueden calificarse como mutuas débiles. Así, en el caso de
las Cajas de Ahorro, los depositantes no tenían derecho a recibir en dinero los
excedentes acumulados por la Caja ni a recibir una cuota de liquidación en caso
de que la Caja fuera disuelta y extinguida ni a transmitir su posición en la Caja ni a
transformar la Caja en una sociedad anónima en la que ocupar la posición de
accionistas. Esta estructura de propiedad era eficiente para resolver un problema
contractual muy severo existente en el siglo XIX y era el conflicto agudo existente
entre depositantes y propietarios de un banco. Los propietarios del banco tienen
incentivos para destinar los depósitos a estrategias arriesgadas de inversión que,
si salen bien, les enriquecen y, si salen mal, se traducen en que los depositantes
pierden sus depósitos. Aún más, en el caso de mercados incipientes, los que
controlan el banco tienen incentivos para saquearlo directamente quedándose con
los depósitos. La solución, pues, pasa por eliminar el conflicto eliminando la
dualidad de posiciones: desaparecen los accionistas (el banco no es de nadie) y,
según los casos, la empresa se convierte en una empresa sin ánimo de lucro
subjetivo de forma que no hay nadie a quien repartir las ganancias de estrategias
arriesgadas.
Los bancos mutualistas en sentido fuerte (cuando los mutualistas son titulares
residuales) surgen como instituciones de crédito para sus miembros, es decir, los
dueños del banco son los que reciben préstamos del banco. Los mutualistas
participan en la gestión (un hombre, un voto) y tienen derecho a una cuota en caso
de liquidación del banco. La responsabilidad ilimitada por las deudas de la
cooperativa de crédito de todos sus miembros y la intransmisibilidad de las
acciones de las que cada miembro ostentaba una única favorecían
extraordinariamente el conservadurismo en la gestión de la empresa común
(recuérdese que los bancos son empresas muy endeudadas porque tienen
reservas fraccionarias). Cada miembro – responsable de las deudas generadas
por los otros miembros – tenía todos los incentivos para ser muy exigente en la
selección de nuevos miembros y en la supervisión de los créditos que se
otorgaran a sus consocios; de ahí que fuera trascendental que se compartiesen,
entre los miembros, muchas características (eran todos comerciantes de la región
o, en zonas económicas más grandes, eran todos comerciantes de un ramo), de
modo que el control recíproco fuera poco costoso. Estos bancos no eran
instituciones de depósito, es decir, no captaban fondos del público en general, sino
que eran más bien empresas que ayudaban a los comerciantes a financiar su
actividad (crédito comercial): los comerciantes pagaban a plazo a los fabricantes y
cobraban a plazo de los clientes. El plazo lo proporcionaba un banco mediante el
descuento de los documentos cambiarios que entregaba el comerciante al
fabricante o el que recibía del cliente. Los comerciantes locales estaban, pues,
muy interesados en evitar que el banco local – a menudo, en posición de
monopolio – persiguiera una estrategia arriesgada de maximización de los
beneficios. La forma de resolver el conflicto pasaba por dar al banco forma
mutualista o adquirir acciones en el banco – si éste tenía la forma de sociedad
anónima – y presionar para que las reglas de funcionamiento del banco
asegurasen una gestión conservadora y prudente. Hansmann y Pargendler
explican así, por ejemplo, la extensión de las limitaciones al número de votos que
podía emitir un accionista en los estatutos de sociedades bancarias.

En España, tenían este carácter las Cajas Rurales, que financiaban los créditos a
sus miembros con aportaciones – también en forma de créditos – de sus
miembros o, más frecuentemente, de terceros como el Banco de España. No es
extraño que, en la actualidad, los llamados “bancos de pobres” y el microcrédito en
general que se ha desarrollado notablemente en algunos países subdesarrollados
adopten una estructura semejante y que reciban aportaciones de capital de
donantes y no sólo de los propios recipiendarios de los préstamos.
Lo que la mutua no elimina son los conflictos de los mutualistas con los gestores y
los conflictos de los mutualistas entre sí

Cuando el número de mutualistas es elevado, la gestión de la mutua se encarga a


especialistas en gestión, con lo que nacen los costes de agencia propios de
cualquier organización en la que hay separación entre propiedad y control. La
típica entidad mutualista está gobernada por un Consejo de Administración que se
perpetúa sustituyéndose sus miembros por cooptación por razones obvias. En
sentido contrario, los miembros del consejo de administración de una mutua son, a
menudo, independientes en el sentido de que no participan directamente en la
gestión (no son ejecutivos) por lo que su reputación puede llevarles a defender de
forma efectiva los intereses de los mutualistas. En principio, los gestores tienen
incentivos para ser muy conservadores en lo que a la asunción de riesgo por la
mutua se refiere ya que, si la mutua quiebra, los gestores pierden normalmente la
totalidad de sus ingresos. Consecuentemente, y al igual que los administradores
de sociedades anónimas abiertas, los gestores serán más aversos al riesgo que
los propios mutualistas que pueden tener sus inversiones diversificadas. Cabe
deducir, por tanto, que las mutuas sobrevivirán en ámbitos en los que los costes
de vigilar y controlar a los gestores (costes de agencia) sean pequeños, bien
porque el número de mutualistas sea pequeño o bien porque la gestión no sea
discrecional.

Los gestores de una mutua, al igual que los administradores de una sociedad
anónima abierta no soportan el control por parte de los mutualistas porque no hay,
por definición, mutualistas que tengan un número de votos suficiente para influir
sobre las decisiones (la regla es “un mutualista, un voto”). Tampoco están
controlados por el mercado de capitales donde el mutualista descontento pueda
vender su participación en la mutua, porque la condición de mutualista no es
libremente transmisible. Consecuentemente, tampoco hay intentos de adquisición
por terceros (Opas hostiles) sobre una mutua. Además, hay un conflicto entre
administradores y mutualistas respecto al crecimiento y las inversiones de la
mutua. Los mutualistas no querrán que aumente el número de mutualistas porque
tendrán que repartir con ellos las reservas acumuladas desde la fundación de la
mutua pero los gestores, en la medida en que su salario sea proporcional al
tamaño de la mutua, querrán que ésta crezca todo lo posible. Se comprenderá,
igualmente, que un problema de gobierno corporativo de capital importancia en el
caso de las mutuas sea el del control de la autocontratación (self-dealing) por
parte de los gestores.

Sobre todo, la competencia en el mercado de productos en el que está activa la


mutua protege a los mutualistas. Si un mutualista observa que otra empresa de la
competencia que no es una mutua ofrece una póliza de seguro más barata o más
interés para sus ahorros, abandonará la mutua con más o menos facilidad en
función de sus derechos sobre las reservas. Las mutuas que no sean eficientes
perderán clientela y acabarán por desaparecer.

Los costes de adoptar decisiones y los conflictos de los mutualistas entre sí se


reducen si el producto o servicio que presta la mutua es estándar. Así ocurre en
aquellos sectores, como el de los seguros, donde todos los asegurados/socios
tienen una participación idéntica en la mutua – un mutualista/una póliza de seguro
– y donde todos los beneficios se destinan a reducir el coste de la prestación del
servicio a los mutualistas (no a pagar dividendos a los mutualistas) y donde la
gestión del negocio no exige tomar muchas decisiones discrecionales a los
administradores. Por el contrario, si los intereses de los mutualistas son
heterogéneos

Por ejemplo, una decisión del Consejo de la mutua (de la primera compañía de
seguros de incendio de viviendas de los EE.UU) de la que derivó que se dejaran
de asegurar las casas rodeadas de árboles, porque éstos entorpecían los
esfuerzos de los bomberos, causó tanto descontento entre algunos miembros que,
al final, crearon una nueva mutua aseguradora para dar ese tipo de cobertura
pagando un suplemento adicional – la Mutual Assurance Company, cuyo símbolo
es un árbol verde

Igual ocurre si los beneficios residuales se reparten de forma distinta a una


reducción del coste del bien o servicio: la intensidad del conflicto de intereses
entre mutualistas se incrementa. Si las mutuas repartieran parte de los beneficios
en forma de dividendos, los intereses de los mutualistas podrían entrar en
contradicción. Unos estarían más interesados en maximizar los beneficios de la
empresa y otros en minimizar el coste del seguro, contradicción que se ampliaría
exponencialmente si la mutua prestara servicios a terceros no mutualistas o si
existieran, junto a los socios mutualistas, socios no mutualistas o si la mutua entra
en negocios que requieran un talento gestor muy elevado.

Por otro lado, el reparto equitativo de los beneficios se hace mucho más costoso
conforme se diversifica la participación de cada uno de los mutualistas en la
sociedad hasta el punto de hacer arbitraria cualquier desmutualización que
atribuya las nuevas acciones a los antiguos mutualistas.

Otra característica que favorece la eficiencia de la forma cooperativa o mutualista


de empresa es la vinculación a largo plazo de los clientes. En el caso de los
seguros de vida, el contrato entre el cliente-mutualista y la mutua es un contrato
de largo plazo.
En el caso de los bancos, los conflictos crecen cuando junto a los depositantes
aparecen los prestatarios como miembros de la mutua y se exacerba cuando las
entidades de depósito y crédito se convierten en “bancos completos” y empiezan a
prestar dinero en formas muy diversas y a individuos muy diversos y en cuantías
muy superiores a su capital. Mientras que los depositantes preferirán maximizar el
tipo de interés que reciben por sus depósitos y maximizar la seguridad de que
recuperarán éstos (lo que les lleva a preferir estrategias de bajo riesgo que no
pongan en peligro la solvencia de la entidad), los prestatarios preferirán minimizar
el tipo de interés que les cobra el banco-cooperativa por los créditos y, en la
medida en que el proyecto para el que solicitan financiación sea arriesgado,
desearán que la entidad adopte una política más agresiva de préstamos que la
que desearían los depositantes. Este conflicto puede minimizarse si los
depositantes y los prestatarios pertenecen todos ellos al mismo grupo de
interesados, por ejemplo, porque la cooperativa sólo otorgue crédito a los
miembros de la misma (o sea, a los depositantes) y todos los depositantes tengan
semejantes intereses en lo que a los créditos se refiere, es decir, todos estén
interesados en obtener el crédito y en condiciones semejantes. Naturalmente, el
conflicto fundamental se plantea entre los depositantes y los accionistas del
banco.

Cuando el nivel de riesgo de la actividad bancaria desciende, se intensifica la


competencia entre bancos y se incrementa la regulación pública de control de
riesgos, los clientes “abandonan” la propiedad de los bancos que se convierten en
sociedades anónimas capitalistas “normales”, esto es, controladas exclusivamente
por sus accionistas. En definitiva, muchos de los bancos eran mutuas con forma
de sociedad anónima.

Cuando la mutua se enfrenta a la contradicción de intereses entre sus mutualistas,


la respuesta de la entidad puede ser (i) la de maximizar las ganancias y (ii) la de
desmutualizarse o (iii) privar de derechos de propiedad a los mutualistas. Muchas
de las mutuas del sector bancario o de seguros han acabado transformándose en
sociedades anónimas o en fundaciones.

Próxima al tipo de la mutua se encuentra la sociedad de garantía recíproca


(SGR)

Se trata de una sociedad mutua (los socios se agrupan para obtener


afianzamiento cuando piden un crédito) con forma de sociedad anónima. La causa
del contrato – mutualista – explica sus peculiaridades en relación con la sociedad
anónima. En efecto, en una mutua de seguros, el mutualista es, a la vez, cliente –
tomador/asegurado – y propietario. En la SGR el socio es, a la vez, deudor
afianzado y propietario. El socio de una SGR paga un precio por la garantía que
es inferior al que tendría que pagar si recurriera al mercado.

La garantía recíproca no es un negocio sostenible porque la diversificación que se


logra (ya que no van a resultar impagados todos los créditos afianzados por la
SGR a la vez) no protege en el caso de riesgos catastróficos, esto es, que una
recesión económica que afecte a la Economía en general provoque una elevación
general de los impagos y que los acreedores ejecuten en masa las garantías
otorgadas por las sociedad de garantía recíproca. De ahí que, como ocurriera con
las cooperativas rurales de crédito, su supervivencia dependa de la existencia de
“socios protectores” – Administraciones Públicas – que aportan fondos a la SGR.

También constituyen organizaciones peculiares las que sirven a la inversión


colectiva, típicamente, los fondos de inversión.

Los inversores son denominados “partícipes” aunque, en realidad, no tienen la


condición de socios de una persona jurídica. Su posición jurídica es mucho más
parecida a la del comprador de un bien que a la del miembro de una organización.
Según el art. 3 de la Ley de Instituciones de Inversión Colectiva (LIIC), lo peculiar
de un fondo de inversión es que la gestión del patrimonio aportado por los
inversores está encargada a una sociedad gestora que “ejerce las facultades de
dominio sin ser propietaria del fondo” pero que no tiene la “posesión” de los fondos
– que están en manos de una tercera entidad denominada depositario” sin que los
propietarios del fondo puedan influir en las decisiones de la sociedad gestora (v.,
art. 5 y 6 LIIC). A cambio de esta falta de “voz” y de derechos de participación, la
Ley otorga a los partícipes un derecho absoluto de separarse, esto es, de
recuperar su inversión en cualquier momento y sin necesidad de alegar razón
alguna para hacerlo (art. 5.3 a y 12.2 LIIC). Con el fin de garantizar la vigencia
incondicionada de este derecho, la sociedad gestora ha de invertir en activos
líquidos, esto es, realizables inmediatamente de modo que se pueda determinar el
“valor liquidativo” de cada participación en cualquier momento. La vigilancia de la
conducta de la sociedad gestora se logra limitando legalmente la discrecionalidad
de su actuación (no hay business judgment), regulando legalmente su
remuneración; imponiéndole obligaciones de información estandarizadas y
atribuyendo a la autoridad administrativa que supervisa los mercados de valores
facultades muy amplias de intervención en la actividad de las sociedades
gestoras.

La separación entre sociedad gestora y el fondo (los activos que forman el fondo
se entregan al depositario) garantiza a los inversores que no quedan sometidos a
los riesgos de la actividad de la primera, lo que hace suficiente protección de los
inversores la posibilidad de retirar en cualquier momento su inversión. La gestión
de los fondos se pone en manos de especialistas – en manos de la sociedad
gestora – con lo que los inversores consiguen las ventajas de la especialización
entre propiedad y control de las inversiones. Además, el fondo no puede adquirir
deudas ni celebrar contratos a largo plazo que dificulten su liquidación. En fin, los
inversores pueden diversificar su inversión – adquiriendo participaciones en
distintos fondos – ajustando ésta al nivel de riesgo deseado y la sociedad gestora
puede obtener las economías de escala si gestiona, simultáneamente, una
pluralidad de fondos. El coste es, naturalmente, el de los conflictos de interés entre
fondos cuando la remuneración del gestor sea mayor en unos que en otros. En el
caso de las sociedades de inversión colectiva (SICAV), las participaciones en el
fondo se sustituyen por participaciones sociales normalmente líquidas bien porque
coticen en un mercado, bien porque la sociedad esté obligada a adquirirlas
reduciendo su capital.

La iniciativa para la constitución del fondo procede de la entidad gestora, de modo


que ésta ha de realizar una suerte de oferta pública para convencer a los
inversores de que adquieran participaciones en el fondo. La separación
patrimonial entre la gestora del fondo y el fondo es absoluta, de modo que los
acreedores de la primera no pueden atacar los activos que constituyen el fondo
para cobrarse una deuda contra aquélla. Los inversores tampoco participan en los
beneficios que obtenga la sociedad gestora. No siendo titulares residuales, los
partícipes no ostentan derechos residuales ni en cuanto a los resultados de la
gestora ni en cuanto a las decisiones de ésta. Se logra así optimizar la asignación
de la propiedad y el control, ya que los partícipes son los que pueden diversificar y
son un grupo muy homogéneo, lo que reduce los conflictos entre partícipes y
facilita la toma de decisiones pero, sobre todo, los hace fungibles y su derecho de
separación les hace reacios a invertir en vigilar a los gestores (si no les gusta
como están invirtiendo su dinero, siempre pueden pedir recuperar su inversión).
Como no realizan inversiones específicas (su inversión vale lo mismo dentro y
fuera del fondo), no necesitan un “mecanismo de gobierno” en la terminología de
Williamson de su relación con la entidad gestora. En términos de doctrina de los
property rights, la casi perfecta definición de los derechos de los partícipes, que no
pueden verse afectados por los gestores, hacen más apropiado, para regular la
relación entre ambos, recurrir a las reglas más simples de los contratos de
intercambio en lugar de hacerlo a las más complejas del Derecho de Sociedades.
En efecto, los partícipes pueden “observar” perfectamente la conducta de los
gestores gracias al valor de liquidación y reaccionar – separándose del fondo – sin
necesidad de contar ni con el consentimiento ni – siquiera – con la necesidad de
comunicarse con los gestores. Dice Morley que si dos fondos tienen los mismos
activos, tienen el mismo valor de liquidación. Sin embargo, pueden tener
diferentes comisiones y sus gestores ser de diferente calidad. En un caso así, los
rendimientos esperados en el futuro de uno y otro fondo han de ser también
diferentes. Sin embargo, el valor liquidativo es el mismo y los partícipes no
necesitan “votar” para “echar” a los gestores malos o que cobran comisiones
excesivas. Les basta con liquidar su participación e invertir en otro fondo idéntico
pero con mejores gestores o comisiones más bajas. Si el coste de cambiar es muy
reducido (V., el art. 5.3 a) y b) Ley 35/2003) los partícipes no necesitan de un
derecho de voto para agregar sus preferencias respecto de la forma de gestión de
sus fondos ni, por tanto, para “completar el contrato” con los gestores o con los
demás partícipes.

La diferencia entre una participación en un fondo y la participación en una


sociedad anónima – la acción – es notable. Las acciones de dos sociedades que
tengan exactamente los mismos activos pero sus administradores cobren una
remuneración diferente y sean diversas también su competencia y honradez, no
tendrán un idéntico valor de cotización. Por dos razones (en comparación con los
fondos): la primera es que la composición de los activos de las sociedades
anónimas no permite determinar a diario la cuota de liquidación que le
correspondería a cada socio (los activos no son realizables inmediatamente, las
deudas tampoco vencen inmediatamente….) y la segunda es que, en
consecuencia, la cuantía de la cuota de liquidación depende de la conducta de los
administradores de la sociedad. Dicho de otro modo, los partícipes no necesitan
coordinar su actuación para protegerse frente a la expropiación por parte de los
gestores, lo que sí han de hacer los accionistas de una sociedad de capital
disperso.

Estas características de los fondos de inversión no están presentes en grado tan


extremo en los demás vehículos de la inversión colectiva. Por ejemplo, en el caso
de las inversiones a través de private equity, la forma organizativa es la de una
sociedad comanditaria en la que el socio colectivo es el gestor (rectius, una
sociedad creada para tal fin por el gestor) y los inversores son socios
comanditarios. Aunque la posición del socio comanditario es la de un socio “no
gestor”, las limitadas posibilidades de “salida” del inversor y, sobre todo, la
naturaleza de las inversiones que realiza el gestor, hacen que el voto y el derecho
de información tengan mayor valor para los inversores que en el caso de un fondo
de inversión.
Leyes de afianzadoras
DECRETO NUMERO 18-2002 EL CONGRESO DE LA REPUBLICA DE
GUATEMALA CONSIDERANDO:

Que de conformidad con el tercer párrafo del artículo 133 de la Constitución


Política de la República de Guatemala, la Superintendencia de Bancos,
organizada conforme a la ley, es el órgano que ejercerá la vigilancia e inspección
de bancos, instituciones de crédito, empresas financieras, entidades afianzadoras,
de seguros y las demás que la ley disponga.

CONSIDERANDO: Que corresponde a la Superintendencia de Bancos, entre otras


atribuciones, cumplir y hacer cumplir las leyes, reglamentos, disposiciones y
resoluciones aplicables, a fin de que las entidades sujetas a su vigilancia e
inspección mantengan la liquidez y solvencia adecuadas que les permita atender
oportuna y totalmente sus obligaciones, y evalúen y manejen adecuadamente la
cobertura, distribución y nivel de riesgo de las operaciones que efectúen, en
función de la protección de los intereses del público que confía sus ahorros a
dichas entidades.

CONSIDERANDO: Que si bien, la Superintendencia de Bancos en el pasado


reciente se vio fortalecida a través de reformas legales, los cambios tecnológicos y
estructurales experimentados por el sistema financiero del país, y la influencia de
las tendencias de los mercados financieros internacionales demandan una
supervisión efectiva congruente con dichos cambios.

CONSIDERANDO: Que los grupos financieros, que de hecho se han conformado


dentro del sistema financiero del país, carecen de regulación específica para el
desarrollo y supervisión de sus actividades, lo cual incrementa los riesgos que en
determinado momento pueden afectar la estabilidad del sistema bancario, por lo
que es necesario establecer un marco regulatorio que propicie un adecuado
sistema de supervisión en forma consolidada de los mismos.

CONSIDERANDO: Que para el adecuado cumplimiento de las funciones


constitucional y legalmente asignadas a la Superintendencia de Bancos, se hace
necesario un marco regulatorio que dote al órgano de supervisión, entre otras, de
la capacidad para desarrollar su labor de vigilancia e inspección de manera 2
preventiva, así como de facultades sancionatorias.

CONSIDERANDO: Que el artículo 119 literal k) de la Constitución Política de la


República de Guatemala establece que es obligación fundamental del Estado
proteger la formación de capital, el ahorro y la inversión. POR TANTO: En ejercicio
de las atribuciones que le confiere el artículo 171 literal a) de la Constitución
Política de la República de Guatemala.

DECRETA: La siguiente: LEY DE SUPERVISION FINANCIERA CAPITULO I


SUPERINTENDENCIA DE BANCOS

ARTICULO 1. Naturaleza y objeto. La Superintendencia de Bancos es un órgano


de Banca Central, organizado conforme a esta ley; eminentemente técnico, que
actúa bajo la dirección general de la Junta Monetaria y ejerce la vigilancia e
inspección del Banco de Guatemala, bancos, sociedades financieras, instituciones
de crédito, entidades afianzadoras, de seguros, almacenes generales de depósito,
casas de cambio, grupos financieros y empresas controladoras de grupos
financieros y las demás entidades que otras leyes dispongan. La Superintendencia
de Bancos tiene plena capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones,
goza de la independencia funcional necesaria para el cumplimiento de sus fines, y
para velar porque las personas sujetas a su vigilancia e inspección cumplan con
sus obligaciones legales y observen las disposiciones normativas aplicables en
cuanto a liquidez, solvencia y solidez patrimonial.

ARTICULO 2. Supervisión. Para los efectos de esta ley, se entiende por


supervisión la vigilancia e inspección de las entidades a que se refiere el artículo
anterior, realizada por la Superintendencia de Bancos, con el objeto de que las
mismas adecuen sus actividades y funcionamiento a las normas legales,
reglamentarias y a otras disposiciones que les sean aplicables, así como la
evaluación del riesgo que asuman las entidades supervisadas. La función de
supervisión que ejerce la Superintendencia de Bancos no implica, en ningún caso,
la asunción de responsabilidades por ésta o por sus 3 autoridades, funcionarios o
personal, por la gestión que realicen las entidades sometidas a su supervisión, ni
garantiza el buen fin de dicha gestión, la que será siempre por cuenta y riesgo de
la propia entidad, de sus administradores y de sus accionistas.

ARTICULO 3. Funciones. Para cumplir con su objeto la Superintendencia de


Bancos ejercerá, respecto de las personas sujetas a su vigilancia e inspección, las
funciones siguientes:

a) Cumplir y hacer cumplir las leyes, reglamentos, disposiciones y resoluciones


aplicables;

b) Supervisarlas a fin de que mantengan la liquidez y solvencia adecuadas que les


permita atender oportuna y totalmente sus obligaciones, y evalúen y manejen
adecuadamente la cobertura, distribución y nivel de riesgo de sus inversiones y
operaciones contingentes;
c) Dictar en forma razonada las instrucciones tendientes a subsanar las
deficiencias o irregularidades que encontrare;

d) Imponer las sanciones que correspondan de conformidad con la ley;

e) Ejercer vigilancia e inspección con las más amplias facultades de investigación


y libre acceso a todas las fuentes y sistemas de información de las entidades
supervisadas, incluyendo libros, registros, informes, contratos, documentos y
cualquier otra información, así como a los comprobantes que respaldan las
operaciones de las entidades supervisadas. Toda sociedad, empresa o persona
particular que preste a las entidades sujetas a la vigilancia e inspección de la
Superintendencia de Bancos, servicios informáticos, contables, legales, de
custodia, de intermediación de valores u otras operaciones, tiene la obligación de
permitir el acceso a sus instalaciones a las personas nombradas por la
Superintendencia de Bancos, así como de proporcionarles toda la información,
documentos, registros o comprobantes que respaldan las operaciones, negocios,
contratos o asuntos que tengan relación con la entidad supervisada a la que le
prestan servicios;

f) Solicitar directamente a cualquier juez de primera instancia de los ramos civil o


penal, las medidas precautorias que considere necesarias para poder cumplir con
su función de vigilancia e inspección en caso de negativa, impedimento o retraso
por parte de la entidad correspondiente o de la sociedad, empresa o persona
particular contratada para prestarle los servicios enumerados en el inciso anterior,
las cuales se decretarán sin necesidad de audiencia previa; 4

g) Requerir información sobre cualesquiera de sus actividades, actos, operaciones


de confianza y su situación financiera, sea en forma individual, o cuando proceda,
en forma consolidada;

h) Realizar su vigilancia e inspección sobre la base de una supervisión


consolidada;

i) Evaluar las políticas, procedimientos, normas y sistemas de las entidades y, en


general, asegurarse que cuenten con procesos integrales de administración de
riesgo;

j) Efectuar recomendaciones de naturaleza prudencial tendientes a que


identifiquen, limiten y administren adecuadamente los riesgos que asuman en sus
operaciones, constituyan las reservas de valuación que sean necesarias para
cubrir el riesgo de irrecuperabilidad y mantengan patrimonio suficiente con relación
a tales riesgos;
k) Velar por el cumplimiento de manera general y uniforme de las operaciones de
contabilidad, de conformidad con la normativa emitida por la Junta Monetaria; l)
Velar por el cumplimiento de las disposiciones generales emitidas por la Junta
Monetaria que norman las operaciones de confianza;

m) Velar por el cumplimiento de las normas emitidas por la Junta Monetaria para
que las entidades proporcionen al público información suficiente, veraz y oportuna
sobre sus actividades y su situación financiera, en forma individual y, cuando
corresponda, en forma consolidada;

n) Publicar información suficiente, veraz y oportuna sobre la situación financiera de


las entidades sujetas a su vigilancia e inspección, en forma individual o
consolidada;

ñ) Normar de manera general y uniforme, los requisitos mínimos que las entidades
sujetas a su supervisión deben exigir a los auditores externos o firmas de auditoría
en la realización de auditorías externas a las mismas;

o) Llevar registros de los bancos, sociedades financieras, grupos financieros,


empresas controladoras, empresas responsables, almacenes generales de
depósito, casas de cambio, compañías de seguros y fianzas, y otras entidades
que, conforme la ley, estén sujetas a la vigilancia e inspección de la
Superintendencia de Bancos; de los directores, funcionarios superiores y
representantes legales de las entidades referidas, así como de auditores externos,
agentes de seguros, y otros que sean necesarios para el cumplimiento de sus 5
fines;

p) Solicitar a la autoridad que corresponda la liquidación o la declaratoria de


quiebra de entidades sujetas a su vigilancia e inspección, en los casos que
proceda de conformidad con la ley;

q) Proporcionar la información estadística o datos de índole financiera que


requiera la Junta Monetaria, el Banco de Guatemala o el tribunal competente;

r) Participar y formar parte de organismos, asociaciones, entidades y foros


internacionales de supervisión, así como poder suscribir y adherirse a
declaraciones emitidas por éstos, de conformidad con la ley;

s) Intercambiar información con otras entidades de supervisión, nacionales o


extranjeras, para propósitos de supervisión;

t) Denunciar, ante autoridad competente, los hechos que puedan tener carácter
delictuoso, acerca de los cuales tenga conocimiento por razón de sus actividades,
para lo cual queda autorizada para proporcionar información que identifique a
depositantes o inversionistas, cuando sea requerida judicialmente;

u) Proponer a la Junta Monetaria los reglamentos, disposiciones y demás


normativa que ésta deba dictar, en materia de su competencia, de conformidad
con la ley;

v) Dictar las disposiciones necesarias para que las entidades supervisadas le


remitan los informes, datos, antecedentes, estadísticas, y otros documentos sobre
su situación financiera; determinando el plazo y la forma o medio por el que dicha
información le habrá de ser remitida; y,

w) Ejercer las demás funciones que le correspondan de acuerdo con las leyes,
reglamentos y otras disposiciones aplicables.

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