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¿De qué estamos hablando?

En nuestra época actual existe una “crisis de lectura” que es innegable para todos,
pues para nada es nuevo, debido a que ya se veía venir desde el siglo XIX cuando
los profesores argumentaban que la lectura estaba desapareciendo, sin embargo,
es solo hasta el siglo XX que a través de esta preocupación se pone de moda la
promoción de los hábitos de lectura, y aparecen los promotores de lectura, porque,
era necesario que tanto niños como adultos leyeran.

Actualmente la crisis se ha vuelto de un orden de lectura. Los jóvenes siguen


leyendo pero son otras lecturas y otros modos de leer. La historia nos ha
demostrado que la lectura cambia, se refunda y crea nuevo público lector,
entonces, ¿por qué insistir en que la lectura sea la misma, se le lea de la misma
manera y la posición del lector no se altere?

Esa imagen de un lector inmerso en el libro, desconectado del mundo, para él esto
era algo importante en su vida y lo convertía en un ser de universos autónomos
que incluso llegaba alcanzar la libertad del pensamiento y el espíritu a esto es a lo
que se hace referencia cuando decimos que la lectura está en crisis.

La estructura de sentimiento es un impulso de una época manifestada en arte, y


como consecuencia hace parte de nuestra vida cotidiana. Entonces con base en
esto lo que debemos hacer para que la lectura sea legítima en la actualidad, es
evaluar nuestra práctica lectora actual. Con esto podemos inferir que la crisis de la
lectura es la dificultad que tenemos para encontrar un nuevo significado a las
prácticas de la lectura, eso nos lleva a la simple conclusión de que hay que
refundarla, acoplarla a lo que estamos viviendo en nuestra época actual.

La respuesta que estamos buscando no estar en acusar a los medios de


entretenimiento actuales, la búsqueda debe iniciarse en entender la estructura de
sentimiento de nuestra época, en donde es evidente que la lectura no está de
moda.

Llegados a este punto debemos retomar las actividades de promoción de lectura,


con esto hablamos de leer por placer, un concepto de Roland Bathes que ha sido
descontextualizado totalmente y se convirtió en “divertirse leyendo”, esta es una
manera de actualizar la lectura al tono de la época.

Quizá el afán de equiparar la lectura a las nuevas formas de entretenimiento es lo


que ha generado que las personas ahora lean por leer sin construir significados,
además de la ausencia de maestros y promotores de lectura. Creo que este es
uno de los asuntos que entraña mayor dificultad en la legitimación de la lectura en
nuestra época.

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