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La encarnación1

Ramón López González


Filosofía UV

Nos encontramos en los días en que celebramos una tradición antiquísima para los
cristianos, y también para los hombres y mujeres de las sociedades contemporáneas. Una
tradición que para algunos está llena de un contenido fundamental para sus vidas, mientras
que para otros representa solamente un motivo de reunión, convivencia y vínculo, asociado
al estilo de vida impuesto por el capitalismo, esto es, el consumo.
Más allá de todo lo mencionado anteriormente la natividad del hijo de Dios,
Jesucristo, representa un parteaguas en la historia humana, y con ello también la
configuración de un mundo que ha sobrevivido a miles de años, incluso con las corrientes
filosóficas presentes que intentan dejar atrás dicha tradición; pero mucho de nuestro mundo
actual no podría comprenderse sin dichas categorías e ideas propias del cristianismo: por
ejemplo, la ciencia, la política, el arte y la misma filosofía. Sus ideas transforman por
completo la comprensión de nuestro tiempo y nuestra manera de habitar el mundo.
La filosofía tuvo su momento de reflexión en relación con tales ideas alrededor de
los primeros siglos del cristianismo, con el momento llamado Patrística y posteriormente
con el momento de la escolástica. Posteriormente, el cristianismo pareció perder fuerza,
pero al parecer es una institución que pervive a pesar de sus crisis, pues sigue perviviendo
en nuestros días. Pero el motivo de este escrito es reflexionar sobre un misterio central de
sus ideas, la encarnación. Si bien, el nacimiento del hijo de Dios, Jesucristo, es fundamental
en sus ideas, la encarnación vendría a ser una idea ligada a este acontecimiento, pues
encarnación, del latín incarnatum, es para los cristianos el momento en que el Verbo de
Dios (Dios Hijo) se encarnó en Jesucristo, por el poder del Espíritu Santo, asumiendo con
ello la naturaleza humana, despojándole de su divinidad (Kénosis) para reconciliar a la
humanidad con Dios.
Es así como el cuerpo de ideas dogmáticas se constituía, pues la encarnación traía
consigo una verdad fundamental: el misterio de las dos naturalezas, la humana y la divina
(Concilio de Calcedonia, año 451). Lo cual permite entender que Jesús es verdadero Dios y
verdadero Hombre; combatiendo con ello varias herejías de su tiempo, que afirmaban una u
otra de las naturalezas, san Irineo, san Tertuliano y san Agustín primordialmente
defendieron la doctrina de las dos naturalezas.
Como podemos observar han sido filósofos quienes han reflexionando en algún
momento de la historia sobre este misterio de la fe cristiana que no se opone a la razón,
como muchas veces se suele pensar; y en la actualidad también existen filósofos que
reflexionan a partir de tal creencia, como por ejemplo Gabriel Marcel para quien la
encarnación consiste en nuestro modo de ser en el mundo por nuestro cuerpo. Y más aún
podemos considerar que la encarnación es signo de universalidad de nuestra carne humana,
de nuestra semejanza con aquellos que son diferentes, y que es justo está misma carne la
que nos invita a ser solidarios con los que más sufren, pues el sufrimiento es siempre de la
carne. Y son los otros a quienes debemos responder por participar al igual que nosotros de
un sustrato que nos hermana, que nos une y nos humaniza: la carne.


1
Artículo publicado en el Diario de Xalapa el día 27 de Diciembre del año 2019.
La encarnación es la celebración de lo divino en el hombre, de su relación con los
demás con los que se encuentra ontológicamente vinculado, primordialmente con los seres
humanos, pero también con los seres animales, con los que también participa de una carne,
y a quienes debe respetar y con los que debe solidarizarse. Pero sobre todo con los pobres,
los enfermos, y todo aquel que sufre en su carne (humanidad), debemos responder a este
llamado que nos hacen los otros desde su sufrimiento. Es el misterio de la encarnación del
Dios que se rebaja a sí mismo para tomar carne humana, es la invitación a dejar el puesto
de la mismidad de nuestro yo para entrar en el misterio de los otros a los que estamos
hermanados.

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