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ace 30 años, Nebaj era una aldea de casas de adobe pintadas de blanco, rodeadas

de pequeños patios cubiertos de milpa. Muy pocos vehículos circulaban por sus
calles de tierra, pobladas de animales domésticos y niños. Para los mochileros,
antropólogos y misioneros extranjeros, llegar a Nebaj era como llegar al Tíbet, a
un valle místico, remoto y fuera del tiempo. Pero un valle traumado por una orgía
de sangre, de la que aún no se conocían las dimensiones, y sometido a un férreo
control del Ejército. Desde el campanario de la iglesia católica asomaba todavía el
cañón de una ametralladora punto 50.
Ahora, el cemento ha tomado posesión de las calles de Nebaj, convertida en una
pujante ciudad de más de 30 mil almas. Las casas suman un piso sobre otro, a
medida que las familias crecen. La actividad comercial es frenética y por doquier,
surgen como hongos nuevos negocios: hoteles, restaurantes, cafés internet,
tiendas de ropa, bisutería y teléfonos celulares. Camiones y picops cargados de
mercancías van y vienen de las aldeas. Es como si Santa María Nebaj drenara toda
la riqueza del territorio ixil.

La población del municipio de Santa María Nebaj es vulnerable a cada tipo de

riesgos que presente. Es importante evaluar la vulnerabilidad frente a cada

amenaza en particular en condiciones de vida de cada comunidad.

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La falta de servicios básicos, drenajes, carreteras en buenas condiciones y

niveles de pobreza alarmantes, hace que la población del Municipio tenga un

alto porcentaje de fragilidad.

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