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ALIMENTACION COMPLEMENTARIA
INTEGRANTES:
ADRIAN MUÑOZ
CARLA GUERRERO
KARINA VEGA
LUIS TORRES
ASIGNATURA:
DOCENTE:
CURSO:
3º `` A``
¿QUE ES ALIMENTACION COMPLEMENTARIA?
¿CUANDO COMENZAR?
Se recomienda mantener la lactancia materna (LM) de forma exclusiva durante los 6 primeros
meses de edad y, a partir de ese momento, añadir de forma paulatina el resto de los alimentos,
manteniendo la LM a demanda todo el tiempo que madre e hijo deseen.
En lactantes no amamantados no hay un claro consenso en la literatura científica acerca del mejor
momento. La alimentación se puede introducir entre el cuarto y el sexto mes, y es adecuado
esperar a que el lactante presente signos de que ya está listo para comenzar.
¿Y si el bebé es prematuro?
Hasta la fecha, no hay recomendaciones claras para el recién nacido prematuro (nacido antes de
las 37 semanas de edad gestacional). Las pautas actuales para la introducción de la AC en los
recién nacidos a término no se pueden aplicar directamente a los recién nacidos prematuros. Los
prematuros son un colectivo heterogéneo, con necesidades nutricionales especiales, que pueden
verse aumentadas si asocian enfermedad crónica. Es importante reconocer las señales que indican
que el bebé está listo para comenzar con otros alimentos, según su desarrollo motor, ya que no
todos los niños van a adquirir estas capacidades a la misma edad.
El retraso en la introducción de la AC puede afectar al crecimiento y al neurodesarrollo, y una
introducción precoz puede aumentar el riesgo de infección e ingreso hospitalario, si bien la
revisión de la literatura médica reciente arroja resultados contradictorios. Por tanto, el comienzo
de la AC en el lactante nacido prematuro debe individualizarse. Con base en la evidencia limitada
disponible, una edad corregida de 6 meses (26 semanas) puede ser una edad apropiada para
comenzar a introducir alimentos sólidos para la mayoría de los recién nacidos prematuros, aunque
podría valorarse el comienzo de la alimentación complementaria desde el cuarto mes según cada
caso. Los alimentos se introducirán igual que en un bebé nacido a término. Como los bebés
prematuros pueden tener mayor déficit de ciertas vitaminas y minerales, entre ellos la vitamina D
o el hierro, es importante incluir alimentos ricos en hierro en cuanto sea posible y, si el pediatra lo
ve necesario, dar suplementos de ambos
Fuente: https://www.medwave.cl/link.cgi/medwave/puestadia/APS/3858
La falta de vitaminas también causa problemas de tiroides, ocio, anemia, escorbuto y raquitismo.
Incrementar el riesgo de enfermedades, debido a que se reduce el aporte de los factores protectores
de la leche humana.
Aumentar el riesgo de padecer diarreas, debido a que los alimentos complementarios pueden ser
inmadurez inmunológica.
Alimentos
(Cuadros, 2017)
ALIMENTOS CON GLUTEN
Gluten es una mezcla de proteínas que se encuentra en algunos cereales, especialmente en el trigo,
la cebada y el centeno. Los dos tipos de proteína que conforman el gluten se llaman: glutenina y
gliadina. El gluten es lo que conforma la estructura de la masa de pan y, se encuentra también
presente en la mayoría de los cereales. Sin embargo, no todos los granos contienen gluten; el arroz
y el maíz, entre otros, no contienen gluten.
(Luceño, 2017)
INTRODUCCIÓN DE ALIMENTOS
6-8 meses
• Estadio inicial: al inicio tienen suficiente con una o dos cucharadas. Puede que al principio al
lactante le cueste coger el alimento o no sepa moverlo hasta el final de su boca y se le caiga o lo
escupa, esto es normal. Lo mejor es ofrecer purés de un solo alimento, sin azúcar ni sal ni especias
como: patata cocida o arroz o cereales sin gluten diluidos con un poco de leche materna o con
agua, una o dos veces al día y siempre después del pecho.
• Segundo estadio: una vez que el niño aprende a comer con cuchara se introducen nuevos sabores
y mayor variedad de alimentos, en forma de purés aplastados y semisólidos, que además le
ayudarán a desarrollar su habilidad motora. El niño está listo para esta etapa cuando es capaz de
mantenerse sentado solo y de transferir objetos de una mano a otra. Para mejorar su aceptación
suele ser útil ofrecer el alimento nuevo junto con uno conocido que al bebé le guste. Es preferible
ofrecer inicialmente sabores salados (sin sal añadida) y es importante no ofrecer alimentos
excesivamente dulces.
9-11 meses
La mayoría de los lactantes a esta edad son capaces de comer alimentos blandos que pueden coger
por sí mismos, llevárselos a la boca (migas de pan, arroz inflado, zanahoria cocido, trocitos de
patata) y masticarlos.
• Los vegetales deben cocerse para ablandarlos y las carnes trocearse y triturarse en puré no muy
fino. Se deben ofrecer alimentos para comer por sí solos (zanahoria cocida, pera, pan) con cada
comida y el pan puede untarse con mantequilla o margarina o aceite. Los alimentos con azúcar
añadido como las galletas,pasteles o bizcochos deben desaconsejarse. Los derivados lácteos sin
azúcar añadido pueden estar presentes en la dieta desde los 9 meses (yogur, kéfir, queso). La
lactancia materna debe continuar ofreciéndose a demanda y si se ofrecen otros líquidos es
preferible ofrecerlos en taza o vaso. Los lactantes amamantados no precisan tomar derivados
lácteos.
12-23 meses
La mayoría de los niños son capaces de comer casi los mismos tipos de comida que los demás
adultos de su casa, teniendo en cuenta que precisan alimentos con alta densidad nutricional y que
en esta etapa es tan necesario darle de comer como estimularle para que se autoalimente. La leche
materna sigue siendo una parte importante de la dieta y debe ser preferiblemente el principal
líquido aportado durante todo el segundo año o más.
Los alimentos pueden estar troceados o aplastados y la carne picada. Es importante ofrecer
alimentos que puedan llevarse a la boca con las manos como trozos de pan, cereales, queso, frutas
o verduras blandas. Se deben evitar alimentos que supongan riesgo de atragantamiento por
consistencia o forma: frutos secos, uvas, zanahoria cruda, piel de salchicha o calamar,
caramelos… Se debe evitar la oferta de alimentos ricos en calorías vacías (excesivamente grasos).
Tampoco se debe añadir sal a las comidas (Gómez, 2018).
Como existen muchos síntomas y enfermedades que pueden confundirse con alergias
alimentarias, es importante que los padres conozcan las diferencias. La siguiente información de
la American Academy of Pediatrics trata sobre las alergias a alimentos, cómo reconocerlas y
cómo tratar sus síntomas. También se incluye información importante acerca de cómo lograr que
su hijo esté seguro y saludable en la escuela y en la casa si tiene una alergia de este tipo.
Problemas en la piel
o Urticaria (manchas rojizas en la piel que asemejan picaduras de mosquito)
o Lesiones rojizas que provocan picazón (eczema, también llamado dermatitis
atópica)
o Hinchazón
Problemas de respiración
o Estornudos
o Sibilancias
o Estrechez de garganta
Síntomas estomacales
o Náusea
o Vómitos
o Diarrea
Síntomas circulatorios
o Palidez de piel
o Sensación de mareo
o Pérdida de conocimiento
Si varias partes del cuerpo están afectadas, la reacción puede ser severa o hasta poner en peligro la
vida del niño. Este tipo de reacción alérgica se conoce como anafilaxis y requiere de atención
médica inmediata.
Leche de vaca
Huevos
Cacahuates (maní)
Soya
Trigo
Almendras de los árboles (como nueces, pistacho, pecanas y anacardos)
Pescado (como el atún, salmón, bacalao)
Mariscos (tales como camarones, langosta)
Los cacahuates, las nueces y los mariscos son la causa más común de reacciones severas.
También se pueden presentar alergias debido a otras comidas como carnes, frutas, vegetales,
granos y semillas como el ajonjolí.
Afortunadamente, este tipo de alergias por lo general se superan durante la niñez temprana. Se
estima que entre un 80 % y un 90 % de las alergias al huevo, leche, trigo y soya desaparecen para
cuando el niño tiene cinco años de edad. Algunas alergias son más persistentes. Por ejemplo, uno
de cada cinco niños pequeños superará una alergia a los cacahuates, mientras que muy pocos lo
harán a las nueces y a los mariscos. Su pediatra o alergista realizará pruebas de seguimiento de las
alergias del niño para saber si las está superando.
Por eso, esas primeras comidas sólidas deben ser sanas y no incluir aditivos, como la sal y el
azúcar, que resultan perjudiciales para el bebé, pero que también deben consumirse de manera
controlada en la infancia e, incluso, en la edad adulta.
Sal.
El sistema renal de los bebés es aún inmaduro para procesar grandes cantidades de sodio, así que
no hay que agregar nada de sal en su comida cuando se empieza a introducir la alimentación
complementaria.
Los riñones del bebé aún son muy pequeños para manejar grandes cantidades de este mineral, por
lo que los alimentos que le ofrecemos deben ser lo más naturales posibles, sin conservantes y sin
agregado de sal. Porque, tal y como explica la experta en nutrición,
"El sodio que contienen los alimentos cubren las necesidades diarias de este mineral, valores que
fácilmente se pueden superar si se agrega sal o conservantes industriales a la dieta del bebé".
Además, si acostumbramos a nuestros hijos desde pequeños a las comidas saladas irán
desarrollando cada vez una mayor apetencia de sal. En cambio, si su paladar se acostumbra a
alimentos naturales, esto repercutirá en una mejor calidad de vida en la edad adulta. De ahí que la
recomendación de los pediatras y expertos es que nada de sal en la comida del bebé.
Azucar
La Asociación Española de Pediatría recomienda evitar los azúcares añadidos en la dieta de los
lactantes. Con esta denominación nos referimos a aquellos que, a diferencia de los azúcares
naturales, no son propios de un alimento, sino que son agregados durante su procesamiento.
Explica la experta en nutrición que "suelen tener poco o nulo valor nutricional, no sacian y sí
aumentan el riesgo de padecer sobrepeso y obesidad o incluso diabetes".
Por eso, se desaconsejan "cereales y productos específicos para lactantes que contengan miel o
azúcares añadidos en su composición".
De la misma opinión es la experta en alimentación de Hero Baby, que explica por qué han
eliminado los azúcares de sus cereales. "No solo no añadimos ningún azúcar extra, sino que
evitamos que se produzcan, ya que los bebés ya consumen el azúcar que precisan pro la
composición natural de algunos alimentos, como las frutas".
Para lograrlo, han eliminado el proceso de la hidrólisis en su elaboración, para evitar que también
se produzcan. Se trata de un proceso químico industrial en el que se añaden unas enzimas cuya
función es romper el almidón de los cereales infantiles y durante el que se generan azúcares como
la glucosa. Esto provoca que la mayoría de los cereales, les añadan azúcares de manera artificial o
no, acaban teniendo azúcar.
Se pensaba que hidrolizar los cereales era necesario para convertirlos en más digestibles para los
niños, pero:
"no es un proceso necesario y lo único que consigue es que tengan un sabor más dulce y por tanto
resulten más agradables al paladar de los niños. Eliminar la hidrólisis de la ecuación en realidad
lo único que hace es que los cereales sean menos dulces, pero es un producto menos procesado,
que se disuelve igual y que el bebé digiere exactamente igual".
Aunque las glándulas mamarias están diseñadas para producir tanto alimento como necesita el
niño o niña, la naturaleza tiene sus excepciones. Hay mujeres que deben estimularse
constantemente para amamantar y que, eventualmente, dependerán de la fórmula para recién
nacido.
Eso en el peor de los escenarios: pues también es bastante común que las madres escojan alguna
marca de leche artificial para complementar el proceso de lactancia materna.
o primero que tienes que saber, es que existen muchísimas fórmulas para bebés. Más que por
marcas, están clasificadas por:
Rango de edad
Función: Si es de relevo o de continuación
Componentes: Leche de vaca, de soya, hidrolizada, etc.
Y condiciones especiales: Para bebés prematuros, reflujo, etc.
Te recomiendo que tomes lápiz y papel para anotar qué características debe tener la leche para
recién nacidos que tu necesitas.
Fórmula para bebés especializada: Ideal para niños prematuros, de bajo peso y tamaño, que
necesitan más nutrientes que el resto. Esta leche para recién nacidos es la mejor alternativa si el
nacimiento se adelantó a la fecha estimada por los doctores.
Leche de Inicio (Tipo 1): En esta clasificación encontrarás las mejores leches para bebés de 0 a 6
meses, especialmente fabricadas para sustituir la lactancia materna. La leche para recién nacidos
tipo 1 es la opción para aquellas mujeres que por diferentes circunstancias no pueden amamantar.
Leche de continuación (Tipo 2): Es la fórmula para recién nacido que complementa a la leche
materna, aportando el 50% de los nutrientes que requiere un bebé desde esa edad hasta los 3 años.
Leche de crecimiento (Tipo 3): Las leches para bebés Tipo 3, son un buen sustituto para las Tipo
2, a partir del primer año. Son las más comunes de todas.
Leche de vaca
La leche de vaca es el componente más común de las fórmulas para bebés, pues contiene las
grasas, proteínas y carbohidratos que necesita para desarrollarse. Sin embargo, la Academia
Americana de Pediatría recomienda elegir aquellas marcas que garanticen una buena dosis de
hierro, para descartar todo riesgo de anemia.
Leche hidrolizada
En uno de mis artículos anteriores, sobre cólicos en bebés, el pediatra Jesús Garrido nos explicaba
que muchos de sus pequeños pacientes adolecían por intolerancia a las proteínas de la leche de
vaca. En esos casos, su receta era la misma: comprar leche hidrolizada.
¿Pero qué es la leche hidrolizada? No es más que una fórmula donde las proteínas se
descomponen en pequeñas partes para que el bebé pueda asimilarlas mejor. También son muy
recomendadas en caso de reacciones alérgicas o lesiones en la piel del recién nacido.
Leche de soya
La leche para recién nacidos fabricada con soya, es la alternativa para los intolerantes a la
lactosa. También es muy recomendada en casos de Galactosemia: un trastorno no muy común,
que identifica a las personas cuyo organismo no puede transformar la azúcar en energía.
Por último tenemos la leche sin lactosa, que es tan buena opción como la leche de soya para los
bebés que sufren intolerancia. Sin embargo, es más recomendable en aquellos casos en los que el
malestar estomacal es temporal, debido a diferentes infecciones gastrointestinales.
Esta leche para bebés sencillamente sustituye el azúcar por otro endulzante natural, como la miel
de maíz.
La leche para bebés prematuros es rica en triglicéridos de cadena mediana (MCT) y tienen más
calorías y proteínas que una formula normal. Esto con el objetivo de madurar el sistema
digestivo del recién nacido.
Este tipo de leche para recién nacidos no contiene lactosa. De modo que evita reacciones alérgicas
o sarpullido.
El reflujo es una de las causas más comunes del cólico del lactante. La fórmula para recién nacido
ideal en este caso, está preparada con almidón de arroz espeso.
La fórmula para bebés con cólicos es una de las favoritas de las madres peruanas, porque reduce
significativamente la formación de gases.
Finalmente, te aconsejo comprar la fórmula con fortificador de leche materna, si tu bebé tiene
necesidades especiales, pero igual puedes amamantar. Las leches para bebés con esta
característica, son un excelente complemento de la lactancia materna.
Datos de 16 estudios en varios países industrializados muestran que, en general, los lactantes
sanos tienen en promedio una ingesta de 750 a 800 ml de leche dentro de los primeros cuatro a
cinco meses posteriores al nacimiento. Existen, no obstante, rangos mucho más amplios que van
de 450 a 1 200 ml/día. (Garcia, 2016). “El incremento en la ingesta de líquidos no parece afectar
al volumen de leche, por lo tanto, las mujeres que lactan deberán mantener una ingesta adecuada
de líquidos, pero sin olvidar que los líquidos consumidos en exceso –más allá de la sed– no tienen
ningún efecto sobre el volumen de la leche (Garcia, 2016)
¿Qué contiene la fórmula? ¿Cómo difieren las fórmulas?
Hay seis ingredientes principales en la fórmula: carbohidratos, grasas, proteínas, vitaminas,
minerales y otras sustancias nutritivas. Lo que hace que una fórmula sea diferente de otra son los
carbohidratos o las proteínas específicas que usa, así como los demás ingredientes que contiene.
Carbohidratos:
Son los macronutrientes que ofrecen menos controversias. La mayoría de las fórmulas disponibles
contienen lactosa como único carbohidrato o lactosa en cantidad predominante y menor
proporción de maltodextrinas (poco fermentable). El contenido de hidratos de carbono de la leche
de madre es de 7g /100 cc, el 90% de los cuales es lactosa. De manera que las fórmulas infantiles
de inicio deben contener entre 5,4 –8,2 g / ml, mientras que en las de continuación es de 5,7 y 8,6
g / 100 ml de hidratos de carbono. Las fórmulas sin lactosa, de soja y especiales contienen uno o
más de los siguientes carbohidratos: sucrosa, maltodextrina de maíz, almidón de maíz modificado
o sólidos de jarabe de maíz o sacarosa (Sainz, 2016). El agregado de sacarosa a las fórmulas es
cuestionado dada la predilección de los lactantes al sabor dulce que los conduciría a rechazar otros
alimentos, y, por otro lado, por los efectos negativos en la salud dental al favorecer el desarrollo
de caries.
Proteínas:
La leche materna contiene aproximadamente 60% de suero y 40% caseína. La mayoría de las
fórmulas tienen un contenido de proteínas similar. Otras contienen 100% de suero. Algunos
estudios indican que las proteínas del suero de la leche se digieren más rápido que la caseína, lo
cual sería beneficioso para los bebés que padecen reflujo gastroesofágico. El aporte proteico en
las leches de inicio oscila entre 1,2 a 1,8g / 100ml para imitar el valor biológico de las proteínas
de la leche de madre (0,9 a 1,1g/100ml) con un contenido adecuado de aminoácidos esenciales.
Mientras que en las fórmulas de continuación el promedio es de 2,4 g / 100 ml representando una
carga renal de solutos moderada, alcanzando para cubrir las necesidades de amino ácidos
esenciales en la alimentación mixta, y asegurando la síntesis de amino ácidos no esenciales
necesarios para la función plástica de las proteínas (requerimiento menos exigente que en el
primer semestre) (Sainz, 2016). Estas cifras de aporte proteico evitan una carga renal de solutos
exagerada. Con el contenido proteico elevado de la mayoría de las leches infantiles, el contenido
en triptófano es el adecuado, pero a costa de que el resto de la mayoría de aminoácidos sea
elevado. Para una mejor adecuación del contenido en aminoácidos se requiere disminuir las
proteínas a 1,8 g/100 kcal (el límite inferior recomendado por ESPGHAN), añadiendo suero
láctico desmineralizado, pasando así el cociente proteína de suero/proteína de cuajo a 70/30. De
esta manera los aminoácidos pasan a tener el perfil de la leche materna y al mismo tiempo se
asegura una síntesis óptima de proteínas, un crecimiento óptimo y se reduce significativamente el
estrés metabólico en los riñones inmaduros del lactante.
Grasa:
La leche materna contiene una mezcla de grasas monoinsaturadas, poliinsaturadas y saturadas. La
cantidad de grasas en las fórmulas infantiles de inicio oscila entre 3,3 y 4 g/dl. Este aporte
representa entre el 40-50 % del total energético ingerido por un lactante que se alimenta con estas
fórmulas, necesario para cubrir los requerimientos para el crecimiento acelerado de los primeros 6
meses de vida. En las fórmulas se usan diversos aceites para igualar la grasa de la leche materna
(Sainz, 2016). Estos incluyen aceites de soja, coco, maíz, palma u oleína de palma y aceite de
girasol con alto contenido ácido oléico. La Agencia de Alimentos y Fármacos (FDA) ha aprobado
la adición de dos ácidos grasos de cadena larga a la fórmula para bebés: ácido docosahexaenóico
(DHA) y ácido araquidónico (ARA). Ambas sustancias se encuentran en la leche materna cuando
la alimentación de la madre es adecuada, y ambas son importantes para el desarrollo del cerebro y
de la visión.
Vitaminas y minerales:
La Academia Estadounidense de Pediatría recomienda que a todos los bebés saludables a quienes
no se les dé exclusivamente leche materna se les dé fórmula fortalecida con hierro hasta que
cumplan un año. Es importante que los bebés reciban la cantidad mínima recomendada de hierro
(4 mg de hierro por litro) para prevenir la anemia por deficiencia de hierro (Sainz, 2016). Las
reservas de hierro de un bebé se establecen en el tercer trimestre del embarazo, así que es
especialmente importante que los bebés prematuros consuman suficiente hierro.
Forma de preparar
Todas suelen presentarse en forma de polvo para disolver en agua (normalmente al 13% y es
conveniente que ésta sea hervida previamente) o ya preparadas para su utilización directa en
forma líquida. “Una sobre concentración que conlleve una osmolaridad superior a 400 mOsm/l
puede provocar deshidratación o sobrecarga renal. Una dilución excesiva puede ocasionar que el
lactante gane menos peso” (Salinas, 2002). Por eso es conveniente que se individualicen para cada
niño las normas de uso de estos productos, tanto para cubrir sus necesidades como para no
sobrealimentarlos (con lo que se favorecería la obesidad desde los primeros meses de vida) y
conseguir el crecimiento y el desarrollo óptimos. La individualización se traduce en la práctica en
que el volumen recomendado para cada niño puede ser diferente al de otros, además de variar con
la edad, peso, longitud o talla. Y solamente se puede conseguir observando la respuesta del niño a
la alimentación. “Existen dos medidas higiénicas que a veces, por suponerlas conocidas, se obvia
el comunicarlas a los padres: por un lado, es absolutamente necesario que la persona que prepare
la dieta del lactante utilice la medida incluida por la casa comercial en el envase bien rasada y
nunca colmarla” (Salinas, 2002). Las consecuencias de no prepararlo así son deshidrataciones
hipertónicas e incluso acidosis. Otra recomendación es que el agua utilizada ha de estar hervida,
pero a la hora de mezclarla con la fórmula la temperatura no debe ser superior a 40 ºC. Si está a
temperatura superior cuando cae sobre el polvo se destruirán las vitaminas termolábiles. “Además,
está comprobado que las fórmulas de elevada densidad energética estimulan la sed por sobrecarga
de solutos (lo que favorece la pérdida de agua), habitualmente la madre interpreta la sed como
hambre, con lo que tiende a aumentar el aporte alimenticio” (Salinas, 2002).
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